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CUBA EN EL CORAZON DE POLONIA – POR PRIMERA VEZ
Por: Rogelio Orihuela Fernández
Primer día de clases en la Escuela Preparatoria de Idioma
Polaco en Lódz.
Junto a la residencia estudiantil en la calle Patricio
Lumumba.
Me resulta casi imposible de creer que ya hayan pasado 40 años desde aquel
bello otoño en que arribamos a Lódz integrando el primer grupo (de 35 personas)
de estudiantes cubanos.
Particularmente me sorprende que después de tantos años aún pueda, de
cierto modo, redactar “en polaco” mis impresiones iniciales y recuerdos sobre el
primer encuentro con el pueblo y la cultura polacos. Por tal motivo, les pido
disculpas de antemano a los lectores por cualquier error gramatical que, con
toda seguridad, encontrarán en este texto.
Llegamos a Lódz en septiembre del año 1961 en un ómnibus procedente de
Varsovia, a donde habíamos llegado en tren horas antes desde la capital checa –
Praga, a donde habíamos volado directamente desde La Habana.
Nunca olvidaré aquel atardecer ni aquel primer encuentro con la habitación
101 de la residencia estudiantil No.1 en la calle Patricio Lumumba, donde
esperaban por nosotros 4 camas de hierro vacías (por el momento sin colchones
ni sábanas). Tampoco he olvidado los primeros contactos en los pasillos con
estudiantes de otras nacionalidades, con los que apenas podíamos entendernos
en inglés.
Pero particularmente recuerdo el primer contacto con la cocina polaca en el
comedor estudiantil, así como aquellos olores específicos del nuevo medio,
totalmente extraños para nosotros. Hasta el día de hoy, cuando pienso en
aquellos momentos, tales recuerdos regresan a mi mente invariablemente.
Recuerdo perfectamente el primer baile en la residencia estudiantil No.2 de las
muchachas en la propia calle Lumumba, al cual fuimos invitados el mismo día
de nuestra llegada por las organizaciones estudiantiles. !Qué lindas y simpáticas
me parecieron las polacas! !Y cuál sería mi alegría cuando una de ellas se me
acercó y me invitó a bailar un "biale tango", es decir, una pieza en la cual las
mujeres sacan a bailar a los hombres (en esta ocasión se trató de melodía
"Pequeña Flor", muy de moda por entonces, magistralmente interpretada por un
conjunto musical estudiantil)! Se llamaba Bozena y era una muchacha preciosa.
Como fácilmente podrán imaginarse, bailamos, nos miramos y nos sonreímos
uno al otro, tratamos de hablar y decir algo agradable, pero no hubo resultado
debido a la barrera idiomática. A pesar de todo, aquél cubano de sólo 18 años
por entonces, “se enamoró” locamente de aquella muchacha polaca.
Cómo olvidar aquél primer encuentro dos días más tarde con la Escuela
Preparatoria de Idioma Polaco de Lódz y sus magníficos profesores. Los primeros
días me daba la impresión de que me hablaban “en chino”, pero después de
algunas semanas de duro trabajo y mucha paciencia por parte del claustro, ya
estaba en condiciones de entenderme de cierto modo con las “Bozenas” polacas.
Resultan casi imposible de expresar las impresiones que producían en
nosotros aquél medio totalmente diferente – las antiguas calles y edificaciones,
parques y cafés, la calle Piotrkowska, la Plaza de la Libertad, los viajes en
tranvías, la primera nieve…, pero lo que mejor recuerdo es la hospitalidad, las
atenciones y el cariño que nos mostraban los habitantes de Lódz, tanto en la
escuela como en la residencia y en las calles. Había, por entonces, mucha gente
que no podía comprender bien cómo gente tan diferentes (habían entre nosotros
negros, mulatos, rubios y hasta descendientes de chinos) podían ser de una
misma nacionalidad –cubana.
Fuimos también invitados a un programa
especial en la televisión local, donde se nos entrevistó y en el cual cantamos y
bailamos nuestros ritmos. El programa se llamó “Cuba en el corazón de
Polonia”, y no sólo por la posición geográfica que ocupa esta ciudad.
Los primeros meses de estudios nos resultaron sumamente difíciles, no sólo
por el idioma, sino también por nuestro nivel general de preparación, muy
inferior al que se exigía en Polonia para ingresar a las Escuelas Superiores. Por
tanto, la escuela tuvo que preparar especialmente para nosotros, cursos
complementarios de matemática, física y química. Sólo más tarde, fui capaz de
valorar el esfuerzo y la paciencia de aquellos profesores de Lódz.
¿Qué ocurrió con nosotros después de este inolvidable primer año en Lódz?
Podría escribirse todo un extenso libro con anécdotas de nuestra vida durante
los siguientes cinco años en diferentes ciudades y universidades de toda
Polonia, lo cual no estoy en condiciones de hacer en este momento.
En mi caso particular sólo diré que fui a cursar estudios superiores en la
Academia Minero – Siderúrgica (AGH) en Cracovia, ciudad de la que también me
enamoré y donde terminé junto con otros tres compañeros la facultad
metalúrgica en 1967, constituyendo así el primer grupo de egresados cubanos
en Polonia.
Puedo agregar aún, que me unen a Polonia otros fuertes lazos, ya que me casé
con una lodziana y tengo una hija cracoviana.
Transcurrieron ya 40 años desde aquellos días, no he logrado durante todo
ese tiempo cumplir mi sueño más anhelado – visitar nuevamente todos aquellos
lugares y volver a encontrarme con las antiguas amistades-, no obstante, me
queda claro que mis más bellos recuerdos de juventud se quedaron en el
corazón de Polonia.
Junio de 2001
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