FUNCION DE LA SOCIOLOGfA Y L.\ JURISPRUDENCIA

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FUNCION D E L A SOCIOLOGfA Y L.\ JURISPRUDENCIA
EN L A D E T E R M I N A C I O N D E L C O N C E P T O D E ESTADO
Por Leandro AZUARA
PÉREZ
Director del Seminario de Sociologia Juridica
de la Facultad de Drrrcho de la UNAM
EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.
Cuestión por demás interesante es la
de determinar qué sea el Estado, es decir, (cuál es su esencia? Ahora bien,
el despejar esta interrogante es una cuestión previa a la resolución d e los
problemas sobre la búsqueda de una técnica que permita dominar en
forma eficaz la vida del Estado, e influir en su desenvolvimiento; y además, sobre la formulación de la teoria del ideal del Estado.
La pregunta sobre lo que sea el Estado se ha tratado de contestar desde puntos de vista diversos en profundidad y contenido. Por una parte,
se han producido estudios descriptivos del Estado, consideraciones de
tipo sociológico empírico sobre la textura y dinámica sociales del Estado.
Por otro lado, hay qiiien entiende el Estado como idéntico al orden
jurídico. Ésta es la tesis de Hans Kelsen, el cual en esto coincide con
Herman Cohen, de quien tomó este punto de vista definitivo para la
construcción de la "teoría pura del derecho".
A la pregunta: ¿Qué es el Estado? Se le han dado una serie de respuestas por demás curiosas y diversas. De tal suerte se ha considerado al
Estado como un organismo natural análogo a otros organismos biológicos. Se le ha visto como una psique colectiva, como una voluntad social.
Se le ha considerado como una manifestación del espíritu objetivo
-Hegel. Se le ha estudiado como una complicada mixtura de categorías
completamente diversas, cosas corpóreas, relaciones ideales, seres psíquicos. Se le ha entendido como una síntesis de conocimiento que unifica
desde el punto de vista teológico elementos diversos -Jellinek. (Es por
ventura el Estado un sistema ideal de normas previstas de vigencia objetiva y coercitiva, que se encuentra delimitado en la esfera personal, espacial y temporal, tal como lo considera Kelsen?
Hay que advertir que el problema de qué se:t el Estado se ha planteado
por el pensamiento contemporáneo dentro del campo de la teoria del
conocimiento, y no en el campo de la ontología. Esto es, la pregunta que
se ha formulado el pensamiento de nuestro tiempo, es la de saber cuáles
son los principios gnoseológicos que hacen posible determinar lo que es
el objeto Estado.
478
LEANDRO A Z U A R A PEREZ
Del Estado se han ocupado dos disciplinas con el fin de captar su esencia, estas disciplinas son: la teoría jurídica y la sociología. Ahora bien, el
hecho a que he aludido nos arroja a una serie de problenias por demás
interesantes, los cuales podemos resumir así. (El Estado tiene dos facetas:
una juridica y otra sociológica? (La sociología puede enseñarnos algo
sobre lo que sea el Estado, o solamente la teoría juridica es la única q u e
nos permite decir cuál es la esencia del Estado, merced a la aplicación
de métodos exclusivamente jurídicos?
Es menester que fijemos nuestra atención en el hecho de que casi
siempre que se piensa en el Estado esto implica una referencia al derecho. Pero de otro lado, cuando nuestro pensamiento se refiere al dereclio
esto implica la noción del Estado, en tanto que éste constituye una personificación de un conjunto de normas jurídicas.
Las cuestiones que pueden surgir en este orden de ideas son las de,
¿si el Estado y el derecho constituyen entes distintos o son coincidentes
eu sil contenido conceptual? Y en caso de que Estado y derecho no sean
lo mismo, ¿qué clase de relación media entre ellos? ¿Se trata de una implicación esencial de tal manera que al hablar del concepto de Estado
implicaríamos el concepto de derecho, y viceversa? Cabe tamhikn formular el siguiente interrogante, ¿en el caso de que el concepto de Estado
n o coincida con el de derecho qué tipo de relación media entre esos dos
conceptos? Pero la pregunta capital que debe formularse y resolverse
correctamente desde un punto de vista metódico es la de saber: (si existe
una identidad entre Estado y derecho? Pues bien, las tres ultimas interrogantes tienen sentido solamente dentro de aquellas teorías que sostienen que Estado y derecho no constituyen un mismo objeto, o bien dentro
de aquella teoría que habla de un Estado jurídico y de un Estado sociológico.
Cuando se ha tratado el tema del Estado en relación con el derecho,
se les ha entendido de muy diversa manera; al respecto Luis Recaséns
Siches enumera unas cuantas formas de concebir la relación entre esos
conceptos:
a) El Estado como supuesto y garantía del derecho; b) Viceversa,
o sea el derecho como supuesto del Estado; c) El Estado como una
realidad, frente al derecho como u n sistema ideal de normas; d) El
Estado como una etapa en el desenvolvimiento jurídico (en este sentido los salvajes no tendrían Estado) ; e ) Al revés: el derecho como un
grado superior en la evolución del Estado; así, habría Estado sin derecho, otros Estados con algo de derecho y, finalmente, puros Estados de
derecho; f ) Como igual a la Constitución; g) Como identico a la totalidad del derecho positivo vigente, etcétera.
'
1 Recadns Siches, Luis. Estudios de filosofia del derecho, Casa Editorial Bosch,
Apartado 928, Barcelona, 1936, p. 232.
SOClOI-O<;iA 1' jURZSPII<'Dl?SCIA E S EI. C O S C E P T O ]>E ESTADO
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En el estudio que estamos realizando sobre 1;i naturaleza del Estado, es
pertinente que nos ocupemos -siguiendo un orden lógico- de las teorías puramente sociológicas en la explicación de lo que sea el Estado;
después, de las teorias que lian sostenido que el Estado tiene dos facetas,
una sociolúgica y otra jurídica; para de aquí pasar a l estudio <le las
teorias que se han opuesto a la identidad entre Estado y derecho; y por
último, analizaremos la tesis de Hans Kelsen qiie es la que sostiene la
identidad entre Estado y derecho, que es la tesis a la cual nos adherimos
por razones de carácter inetódico.
LAS T E O R ~ A SS O C I O I ~ G I C AQL'E
S
EXPI.ICAN
LA NATCRALEZA DEL ESTADO
Me voy a ocupar brevemente d e aquellas teorias puramente suciolbgicas qiie investigan desde su propia perspectiva lo qiie es el Estado: y dentro de estas teorias voy a considerar en primer término las:
1. Teui-ias organici.rta.r. Afirman estas doctrinas qiie el Estado constituye un organismo biológico, real, que es una unidad que existe en la
realidad. Lo anterior se Iia sostenido muchas veces en la historia de
la ciencia del Estado con u n sentido puramente metafórico, con el objeto
d e explicar el ser especifico del Estado. De tal suerte, Platún concibió a l
Estado como u n hombre en grande en el cual existían los mismos elementos de carácter psicológico que los que posee el individuo. Así también Bluntsclili le da a la expresiún organisnio, aplicada al Estado, u n
carácter meramente metafórico, no obstante qiie es tornado por uno de
los representaiites más exagerados de la tesis organicista. Este último
autor sostiene que si bien es cierto que el Ebtado es un ser vivo y en
consecuencia orgánico; y que tiene u n cuerpo y un alma; y qiie sil sexo
es masculino; y que tiene edades biolúgicas; y que posee vísceras, etcéte.
ra, también lo es que el Estado no es engendrado por la naturaleza, ni
coiistituge por consiguiente un organismo iiatiiral, sino que viene a ser
una obra indirecta del hombre. Ya que si es verclad que el Estado encuentra su fundamento en determinadas tendencias de la naturaleza liumana.
ésta pennite a los siijetos poner en acciúii esas tendeiicias; en consecuencia el Estado viene a ser u n producto de la actividad humana, si bieri
que en su actividad imita a los organismo natiirales.
Scliaffle también es organicista, corrsi<lera quc el Estado es una especie
de organisnio social, dotado d e fuerzas espiritu;iles y poseedor de u n pa.
trimonio. Veamos chino lleva su analogía organicista. La céliila del Estado es la familia. El Estado consta de diversos iejidos: el tejido epitelial,
constituido por aquellas instituciones qiie protegen al patrimonio, a la
saliid, a 1;i segiiricliid exterior: tejido óseo, integrado por el sistema te-
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LEANDRO AZUARA PSREZ
rritorial o espacial, como las calles, la tierra, l a edificios; tejido vascular,
formado por las instituciones económicas del trabajo, y tejido nervioso,
que encarna en la dirección espiritual. Estos tejidos se entrecruzan y
mezclan originando los diversos órganos de los cuales el central es el
gobierno. Mas es necesario decir que Schaffle no piensa que el Estado
sea un organismo al igual que un organismo biológico.
Por el contrario, el organicismo de Lilienfeld tiene n o u n sentido
metafórico, sino u n alcance real. Así, afirma que el Estado se halla integrado por dlulas nerviosas análogas al sistema nervioso del cuerpo humano. El Estado es un organismo como cualquier organismo animal, s610
que está formado nada más de c6lulas nerviosas; y cae bajo las mismas
leyes biológicas que rigen a los demás organismos, como las de generación, nacimiento, crecimiento, enfermedades y muerte.
Además de los autores mencionados, quienes han sostenido con diversos matices la tesis organicista han sido el famoso biólogo Hackel, Rodol€o Kjellen y Óscar Hertwig.
Para la crítica de la tesis organicista me atengo a lo expuesto por
Jorge Jellinek cuando enseña que:
Puesto que la teoría orgánica trabaja principalmente valiendose de
analogías y no puede alcanzar u n conocimiento real, es mejor, por
consiguiente, deshacernos completamente de ella, porque los peligros
de las analogías falsas son mucho mayores que el beneficio que puedan reportar si se acierta. Además olvida dicha teoría la necesidad
en que se encuentra el Estado de una actividad permanente, reflexiva,
con un fin constante, porque sin ella no sería posible que existiese 61
u n momento. Pero dados los principios de esta teoría no le es posible
explicar tal actividad. 2
A 10 cual me resta agregar: que la vaguedad y la imprecisión del termino organismo, empleado por las teorías a que nos hemos referido, les
sirve para poderse constituir en tan totales teorías.
En la mayor parte de las doctrinas organicistas, n o obstante su afirmación de que lo que les interesa es la observación de la realidad por metodos naturalistas, lo que en el fondo las inspira es una serie de prejuicios
de tipo político por los cuales quieren fundamentar determinado ideario político basándose en una ciencia natural que estudiase los hechos
objetivos.
En este orden de ideas ha habido quien afirme (Kautsky) que en la
naturaleza existe normalmente el equilibrio y que en la misma no hay
antes del hombre, ni crimen, ni guerra, ni egoísmo; otros han tratado
2 Jellinek. Jorge. Teoría general del Estado, traducci6n de la segunda edici6n alemana y pr6loga de Fernando de los Ríos Urruti, Madrid, Librería General de Victoriano Suirer, p. 194.
SOCIOLOGIA Y JURISPRUDENCIA EX EL CONCEPTO DE ESTADO
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de demostrar (Hertwig) de manera biológica que un programa socialista
es inadmisible. Contra esta manera de entender al Estado son definitivas
las palabras de Kelsen cuando afirma que:
S610 la mezcla sincrética del punto de vista causal con el normativo,
hace posible la finalidad autkntica de esta teoría "cieutífico-naturalista" del Estado: llegar a establecer ciertos postulados ktico-políticos
y emitir juicios d e valor sobre las instituciones estatales concretas.
Para este fin presta una preciosa ayuda el doble sentido de la palabra
"ley", con la cual se significa tanto las leyes d e la naturaleza, como las
normas que estatuyen un "deber ser". S
A mi juicio las críticas citadas en contra de la teoría organicista del
Estado son fundamentales, pero a ellas se podrían agregar otras más,
que n o trato por considerar que las expuestas son suficientes para demostrar la inadmisibilidad de la tesis organicista aplicada a explicar lo que
es el Estado.
11. Teorias que explican la naturaleza del Estado en función del alma
popular y de la voluntad colectiva. Es conveniente que distingamos dos
clases de teorías que le dan al Estado una existencia espiritual substante: a) La de Savigny, de raíz meramente romántica, quien afirma la existencia de un alma nacional, popular, a la manera de una sustancia psíquica, de la que emanan las diversas manifestaciones de la cultura, como
el lenguaje, las costumbres, el derecho, etcktera, y b) La doctrina de
Hegel que sostiene que el Estado es el espíritu objetivo, que se autodetermina como idea ktica consciente de sí misma; y que los Estados particulares constituyen una manifestación del espíritu objetivo, esto es,
un sistema de ideas artísticas, morales, jurídicas, que son vividas por
los individuos. Y considera esta doctrina que cada gran pueblo es una
nueva forma que va haciendo el espíritu universal para entenderse a si
mismo.
El comentario que tengo que hacer a estas doctrinas es sugerido por la
forma particular que tengo de entender el ser de las cosas. Pues bien,
considero que no hay una sustancia psíquica ni espiritual que nos permita tomar contacto con la realidad del Estado, ya que de existir eucontraría su sustantividad en nuestro entendimiento. Y que no se me diga
que la existencia del alma nacional es algo arcano y recóndito, porque
esto es una pura fantasía romántica. Ni que se arguya en mi contra
diciendo que el Estado es la máxima manifestación del espíritu objetivo,
porque esto es una consecuencia del idealismo absoluto de Hegel, que
quiso reducir lo real a lo racional, envolviendo la realidad dentro de la
3 Kelsen. Hans. Teoria general del Eslodo, traducrinn directa del alemán de Luis
Lega Lacambra, Editorial Labor, S. A., p. 15.
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LEANDRO AZUARA PEREZ
idea y borrando, en consecuencia, todo empirismo, que como punto de
partida es válido para explicar el ser de las cosas. Y si no ahí tenemos
toda una investigación epistemológica de las ciencias físicas, que parte
de ese empirismo como un momento en la investigación de la realidad.
111. Teorías que explican la naturaleza del Estado en funcidn de la
fuena. Según las teorias que ven en la fuerza el elemento explicativo del
ser del Estado, consideran que este está integrado por un conjunto de
relaciones de fuerza en virtud de las cuales los que disponen del mayor
poder, o sea, los gobernantes, dominan a los demás. Esta tesis la ha sostenido Luis de Haller. Semejante a esta doctrina es la de León Duguit,
quien afirma que en casi todas las sociedades humanas, desde las más
humildes hasta las más fuertes y civilizadas, hay hombres que parecen
mandar a otros y que imponen la ejecución de sus órdenes por medio
de la coacción, si esto es necesario. La diferencia desde el punto de vista
político se puede reducir a estos elementos: los individuos que parecen
mandar son los gobernantes; los individuos a los cuales se dirigen las
órdenes son los gobernados. Este carácter lo tienen tanto los grupos primitivos como los paises modernos, siendo indiferente que el poder lo
ejerza un príncipe, u n jefe militar o u n parlamento. Entre todos estos
casos existirá solamente una pura diferencia de grado.
La objeción más seria que se le puede dirigir a esta doctrina, es la de
que la fuena implica sólo una relación de tipo causal, que es desde luego
insuficiente para damos un concepto de lo estatal. el cual n o es reductible a la explicación acorde con su naturaleza que es muy diversa a la
naturaleza del mundo físico o del mundo orgánico.
IV. La teoría sociológica de Jorge Simmel, como explicativa de la
natumleza del Estado. Simmel ha sido quien con mayor rigor se ha planteado el problema de la determinación precisa del objeto d e la sociología; es decir, de la determinación del concepto de lo social. La sociología
no es ni ciencia natural, ni ciencia del espíritu, ni una enciclopedia formada por el conjunto de las ciencias sociales, como la economia, el derecho, la etnología, la teoria del arte, etcétera, sino una ciencia autónoma
con su objeto propio: las fonnas sociales. El concepto de sociedad se
obtiene distinguiendo entre forma y contenido de la sociedad. Formas
sociales son: la competencia, la concurrencia, la subordinación, la división del trabajo, etcktera; la forma social existe allí donde haya acción
recíproca entre los hombres. Los llamados entes sociales son conjuntos
de interacciones entretejidas con cierta unidad o sistema. El Estado viene
a ser uno de esos conjuntos de interacciones con cierta unidad o sistema.
Cuando esta teoria quiere encontrar el principio de unidad del Estado
necesita acudir a la idea de su contenido; que es, a saber, la idea de iin
orden jurídico.
SO<.'I¿>LO~;fdY JL'IIISPRL'DI;,VCIA EN EL CONCEPTO D E ESTADO
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Kecaskns Siches ha formulado, inspirándose en Ortega y Gasset, un
punto de vista crítico frente a esta tesis de Simmel. La objeción que
le dirige es aquella:
que en teminos generales puede dirigirse contra toda la sociología
de Sim~nel,a saber, que confunde lo interindividual con lo social. Lo
social rio es iiiteracción entre individuos como tales individuos; eso
es sencillamente vida interindividual (verbigracia, relación de amor,
relación de amistad, relación entre maestro -persona ejemplar- y
discípulo, etcbtera) ; con vinculaciones en la3 cuales se relacionan
individuos sólo en tanto que individuos. Lo social o colectivo propiamente dicho aparece allí donde los hombres se relacionan entre sí,
no como individuos, sino en calidad de miembros de un círciilo en el
desempeño de funciones comunes o mostrencas, disciirrien<lo por moldes precleterminados como formas de vida objetivadas y desindividua-
Esta concepción de lo social sostenida por Recasens, quien aquí sigue
las enseñanzas <le Ortega y Gasset, formulada en el sentido de que lo
social no está formado por las relaciones entre los individuos en cuanto
tales, sino en la medida en que desempeñan determinados papeles o roles,
coincide en algún grado con la idea de lo social que tiene la sociología
estructural-funcionalista.
Para demostrar la verdad del acerto anterior:
Recordemos que la estructura de algo vieiie a estar constitiiida por
las inter.acciones relath~amenteestables enti-e sus partes. Entonces, si
un sistema social se iiitegra por un conjunto de interrelnciones entre
los sujetos que desempeñan determinados roles, la estructura del
mismo se debe buscar en la regularidad dr: los propios actos. Como
hemos visto, la garantía de ella está en que los sujetos que intcractúan
son ocupantes de roles. m
De la transcripción anterior podemos concluir que la idea de lo social,
sostenida por la sociología estriictural-funcionalista, se desprende de su
concepto de sistema y de estructura sociales.
Kelsen replica la teoría de Simmel sobre la naturaleza del Estado.
El autor mencion;ido en último término sostiene qiie el Estado constituye una unidad en virtud de que siis componentes mantienen entre si
relaciones recíprocas más intensas, que aqiieilas qiie se dan entre los
miembros que integran los demás entes sociales. L a réplica del maestro
4
Recasénr Sichcs. O$. cit.. p. 261.
S Azuara Pérez, Leandro. Teoría sociológica sisferndfiray on9lirir estructural funcionolista, articulo publicado en la "Revista Mexicana de Ciencia Politica", p. 27.
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de Viena parte desde un punto de vista metodológico de la observación de lo que acontece en relación con la acción reciproca en la vida
social. En este orden de ideas, sostiene que los individuos que integran
un mismo Estado en manera alguna necesitan hallarse en una acción
recíproca de mayor intensidad que aquella que pueden mantener con
los individuos que no pertenecen al propio Estado.
La pertenencia a una comunidad nacional, religiosa, profesional o
meramente ideológica -la cual no suele coincidir con la comunidad
estatal-, crea de ordinario vínculos espirituales mucho más estrechos,
y sin embargo no se piensa que con esto peligre la unidad del Estado.
Quien contemple con criterio realista la interacción psíquica, verá
que los hombres pertenecientes a uno y el mismo Estado, más bien
se hallan separados en innumerables grupos, y enlazados por los más
varios elementos a los hombres de otros Estados. 8
No obstante lo expuesto anteriormente, se sigue admitiendo que el
Estado presenta una unidad, concluye Kelsen, que el criterio para mantener esta debe ser diverso al de la acción recíproca empírica, y el
planteamiento del problema sociológico sobre el tema que nos ocupa
desemboca en la siguiente cuestión: ¿se encuentran también los que jurídicamente pertenecen a u n determinado Estado, en la acción recíproca
según la cual el Estado constituye una unidad de carácter psíquico real,
de naturaleza sociológica? Y este modo de plantear el problema, afirma
Kelsen: "Denuncia claramente la tendencia a la ficción, es decir, a
afirmar como ser l o que sólo puede ser fundamentado como deber ser." 7
Una crítica que nos parece fundamental en contra de la concepción
de Simmel es aquella que le dirige el propio Kelsen, al sostener que la
teoría de la acción recíproca no es idónea para aclarar la esencia de
la unidad social denominada Estado, en virtud de que sólo los procesos asociativos podrían prdiicir la unión, y si sólo esta clase de procesos
se diera en el ámbito de la vida social, se estaría en condiciones de
hablar, desde el punto de vista de la sociología de la interacción, de la
unidad social del Estado; pero como bajo la categoría de la acción
recíproca caen tambikn los procesos disociativos tales como la competencia, la lucha, el conflicto, etcetera, entonces parece evidente que la acción
recíproca no es idónea para explicar la unidad de los entes sociales,
dentro de los cuales se puede mencionar al Estado. Estas ideas que Kelsen
expone en su Teoría general del Estado, son ampliadas en su ensayo
denominado "La Concepción del Estado y la Psicología Social" (con
especial referencia a la teoría del grupo de Freud) , en donde al respecto
expresa:
Kelsen. 0 f i . cit., p. 10.
T I b i d e m , p. 10.
6
Si. sin embargo las fuerzas disociativas, las interacciories desintegradoras, son tomadas en consideración; es bastante incoinprensible como
la gente que esti asociada por intereszs económicos, n::cionales, religiosos y otros intereses, dentro de grupos sociales por interacciones
recíprocas; pero quien aparte de estos grupos está dividida justamente
por intereses de esta clase, bastante desintegradores, y quienes podrían,
por supriesto, ser clasificados en conjunto, teorkticaniente, como una
unidad económica o legal, que se pueda afirmar realmente que con:.
tituyen una unidad, no obstaiite estas divisiones desintegradoras. Si la
investigación sociológica descubre dentro de la comunidad del Estado
(el legal, se sefiala, no el empírico y causal) una división de acuerdo
con las clases econóinicas, entonces la afirmación de una unidad estatal de las personas que saben que se encuentran en oposición económica forma una contradicción irreconcilinb!e. Porque las realidadcs
psicológicas, los procesos conscientes, versm sobre esto, no puede
afirmarse que los patrones y los trabajadores estén divididos por su
conciencia de antagonismo de clase y, al niismo tiempo, unidos por
su conciencia común del Estado.
Aun partiendo del concepto de unión en sentido puramente psicológico, sostenido por la doctrina de la interacción psiqiiica, no se está en
condiciones de arribar a una síntesis siipr;i individual, que es la que
constituye la esencia de toda estructura social, especialmente la de Estado. En sentido psicológico podemos afirmar que existe unión entre los
hombres cnando el influjo psíquico de uno es recibido por otro con
acento afectivo. Este afecto que nos permite lizblar de unión entre los
individuos acontece exclusivameiite dentro del :ilma de cada uno de ellos,
y es por ende intraindividual. En este orden cle ideas expresa Kelsen:
Hablando estrictamente, es incorre~toreferirse a un víriculo entre
individuos; si la socicdad es un fen6meno psíquico, entonces este
~ i n c u l oque llamamos sociedad está completamente dentro de cada
indivicluo. Afirmar qiie A está conectada con B es puramente la liipóstasis de una relación completamente intraindividual, errón*.
"imente
trasladada a l mundo físico externo. 3
Por otra parte, cabe decir que la interacciíjn psíquica, como fnndamento de la unidad de las estructuras sociales, supone la existencia de
un espacio físico a travks del cual la acción de un sujeto pasa a otro
sujeto, p recíprocamente, la acción de &te pasa al primero. Por lo ex8 Kelsen, Hans. TRe Conception of the Stote and Social P.~clcolo,g ((ni:h special
~cferencelo Frcud'.? group T h e o v ) , "The Internntional Journal of Psycho-.4nalysii',
pp. 4 y 5.
0 lbrderii, p. 6.
486
LEANDRO AZUARA PSREZ
puesto, no estamos en presencia de una doctrina puramente psicológica,
sino psicofísica. Este último carácter lo pone de manifiesto Kelsen cuando
expresa:
Además, una supuesta interacción entre individuos n o necesita ser
puramente psiquica, porque debe la secuencia causal bajo consideración, con el fin de ir de la mente de A a la de B y regresar, pasar
dos veces a través de ambos cuerpos. El problema de tal secuencia
causal psico-física y no más d e carácter psíquico, sino de naturaleza
psico-física de la unidad social la cual aquella establece, n o se tratará
en adelante aquí. Unicamente debe ser considerado aquí como entendido que, aun sobre la base de la reciprocidad, la cual es una concepción puramente psicológica, la investigación sociológica no puede
quedar confinada dentro de la esfera psicológica implicada por la
concepción de la sociedad como reciprocidad psíquica. 10
V. La teoria sociológica de Leopoldo von Wiese, como explicativa de
la naturaleza del Estado. El estudio de Wiese sobre lo que es el Estado
se basa fundamentalmente en el concepto que tiene de la sociología.
Para 61 esta ciencia se ha de ocupar de las relaciones interhumanas, del
hecho de que los hombres a trav6s de sus conductas se acercan y se alejan.
Hecha esta aclaración podemos entender el porqué afirma Wiese que el
Estado se ocupa de las figuras empíricas que ofrecen los hedios estatales,
pero afiade que hay que establecer las caracteristicas comunes y esenciales del Estado. Esto es, la sociología ha de ocuparse no de las particu.
laridades históricas de un Estado concreto ni de lo que son los Estados
en su desarrollo; sino que esa ciencia, mediante la abstracción, ha de
mostrar los rasgos generales distintivos de los procesos colectivos que
se manifiestan como estatales, y así ofrece como fruto de su investigación
el concepto de Estado, el cual se aplica a las diversas manifestaciones
concretas, sin que esto signifique el que deje de exponer los tipos principales del mismo que se hayan dado en la realidad.
La esencia del Estado consiste en que es la forma más general de una
convivencia ordenada y duradera. En consecuencia cs una forma que
abarca los contenidos más diversos, mudables y evolutivos. Hay Estado
allí donde existe una situación; u n status, donde hay una posición;
un orden, que existe en cualquier lugar en donde haya de conservarse la
convivencia de una comunidad de hombres en forma estable o persistente. En donde se encuentra una dependencia entre los dibiles y los
fuertes hay un Estado, u n status. Ahora bien, esta situación se puede
configurar de manera diversa, mas ha de consistir siempre en el mantenimiento de un orden y ordenación de naturaleza externa y de su conservaci6n en relación con el exterior.
10 Zbidern,
p. 7.
Asi, pues, el Estado viene a consistir, por de pronto, en una situación
de mando, que articula la conexión entre dEbiles y fuertes, que estructura su convivencia de manera estable, que instituye un orden entre
los hombres que lo componen, y que los define o delimita frente a los
demás, externos o ajenos a este complejo colectivo. Hay que aiiadir,
también, haciendo especial hincapie en ello, que esta ordenación es
d e carácter externo. En esencia se trata, pues, ante todo y sobre
todo, de una finalidad de ordenación externa. 1'
El Estado aparece como una forma de satisfacer la necesidad de regular
y superar las luchas debidas a las diferencias dc fuerza entre los hombres.
Para que las luchas entre los humanos queden superadas h a menester
de una ordenación externa que se imponga de manera eficaz. Para que se
instituya y mantenga este orden externo, es necesario que aparezca un
poder máximo no solamente mas fuerte que los débiles, sino tambien
más fuerte que los mismos fuertes. Ahora bieri, ese poder que es el más
fuerte de todos, capaz de servir de árbitro entre débiles y fuertes, es el
Estado. La esencia del Estado reside, pues, en que es el poder máximo.
El Estado, que como hemos visto, constituye un supremo poder, no se
agota en ese consistir en un mando mliximo, sino qiie tiene además
el fin de realizar cierta justicia. Esa referencia a la justicia existe en todo
Estado.
En cualesquiera de las formas que el Estado asuma, su concepto implica determinada centralización de poder a efecto de garantizar y cumplir
un orden de seguridad y paz, logrando esto cuando resuelve en forma
decisiva y ejecutiva las controversias, rivalidades y cualquier forma de
conflicto. Esa centralización se entiende como una acumulación de poder
en una instancia, con el objeto de que sea capaz de imponerse aiin a
los más fuertes.
En aquellos procesos que tienen carácter estatal, se pretende establecer
y conservar u11 orden externo en el cual se manifiestan ciertas relacicnes
interhumanas de poder. Éste trae como consecuencia que la vida estatal
se caracterice por su rigidez, dureza y rigor. En la esfera del Estado las
relaciones interhumanas son consideradas con frialdad y objetividad.
Esto se debe a que el individuo le importa a1 Estado, solamente en
relación con la fiinción que desempeiia; por consiguiente se le toma
en cuenta nada más en la medida en que la cumple o la viola. El Estado
toma en cuenta al hombre en tanto que miembro funcionario, n o en su
yo individual, profundo, entrañable.
Los prwesos sociales que integran el Estado son aquellos que sirve.1
para vencer las dificultades suscitadas por el afán de predominio di.
unos individuos sobre otros. Dificultades que se tratan de superar mili RecisPns
Siches, Luis. Wiese, Fui160 de Culliira Econb%~,ira,
p. 161.
LEANDRO AZUARA PSRL'Z
488
diante la creación del Estado. Si los impulsos altruistas contrarrestaran
a los egoístas, la institución estatal saldría sobrando. Por otra parte,
las energías psicológicas que impulsan a los hombres a formar a l Estado,
en relación con los que aspiran a gobernar son: el deseo de actividad, el
afán de mando, el impulso de explotación y el anhelo de obtener la
gloria; así como de parte de los gobernados el ansia de seguridad y
el deseo de S-ntirse fortalecidos por la solidaridad social.
En lo que toca al pensamiento sociológico de Wiese, con respecto al
Estado, podemos hacer el siguiente comentario. Nuestro autor trasciende
el plan que se había trazado de brindarnos una teoría puramente socio.
lógica del Estado y hace alusión a ideas políticas y jurídicas. Al hacer
su estudio sobre el Estado, n o obstante que no utiliza una terminología
jurídica, hace continua alusión al derecho. Cuando caracteriza al Estado
tal parece que define las notas esenciales del derecho, de tal suerte que:
Eri efecto, Wiese al caracterizar el Estado como regulación de una
convivencia ordenada, pacífica y estable, incurre en una alusión al
derecho. Asimismo, en segundo lugar, cuando caracteriza esa regulación como u n ordenamiento de carácter externo. En tercer lugar, de
igual modo, al describir el Estado como un poder que se impone a
todos los demás poderes, incluso a los más fuertes, con lo cual transcribe al lenguaje sociológico, la nota de coercitividad (mejor diríamos
de impositividad inexorable) que es esencial al derecho. En cuarto
lugar, se alude implícitamente al derecho, al decir que el Estado
quiere orientarse hacia una concepción de la justicia; con lo cual se
implica a la vez una idea de legitimidad y una idea de correcci6n
en cuanto a los contenidos del ordenamiento estatal. En quinto lugar,
cuando señala que el Estado se propone superar los conflictos y la
lucha azarosa en las relaciones sociales, en ello se contiene, aunque
con otras palabras, la mención de la idea de certeza y seguridad, que
es la funci6n motivadora de todo ordenamiento jurídico. Y la presencia de lo jurídico surge una vez más, por último, cuando se dice que
los procesos humanos de carácter estatal son realizados muchas veces
en nombre dc ideologias políticas, en las cuales se apunta al manteni.
miento de u n determinado orden (jurídico) a su reforma o a su
derrocación. 1%
VI. Teorías de la doble cara del Estado: la juridica y la sociológica.
Al lado de las doctrinas que ven la esencia del Estado exclusivamente
en un aspecto sociológico, hay otras que consideran que el Estado tiene
dos facetas, una real, que reclama una consideración sociológica, y oira
normativa, que es objeto de la ciencia juridica. Esta tesis ha sido s o i
tenida por Jellinek, Weber, De los Ríos, etcbtera.
12 Ibidern,
pp. 165 y 166.
Jellinek afirma que cabe tratar al Estado de dos maneras posibles,
que necesitamos precisarlas rigurosamente. Veamos cómo lo hace.
El Estado, para Jellinek, desde el punto de vista social, no constituye
una sustancia, sino una función, y es una función de carácter espiritual.
El Estado consiste en una relación de voluntad entre los hombres, los
unos mandan, los otros obedecen. Mas debe existir un concepto unitario
bajo el cual caigan esas relaciones que constituyen la realidad sonal
del Estado. Pues bien, ese concepto unitario es la finalidad. La unidad de
aquellos fenómenos sociales que constituyen el Estado es una unidad
teleológica de asociación. El Estado es la asociación cuya organización
es más perfecta y co~nprensivn,ya que abarca a todas las demjs asociaciones e integra la unidad social más fuerte y necesaria, ya que mientras
de las demás asociaciones nos podemos sustraer, por el contrario, nadie
puede sustraerse a la coacción estatal. Las 1-elaciones cuya unidad de
asociación integran el Estado son relaciones politicas de mando. El Estad o puede hacer ejecutar iiicoridicionalmente su voluntad a otras voluntades. Esta clase de poder -incondicionado e ilimitado- sólo el Estado
lo tiene; y jurídicamente su poder n o sc deriva d e ningún otro, sino
exdusivamente de la propia asociación. Desde el punto de vista juridico
el Estado constituye un caso especial de corporación. Ahora bien, el
concepto de corporación es iin mero concepto jurídico, y por ser tal
"como a todo concepto de derecho, no corresponde nada objetivamente
perceptible en el mundo de los hechos; es una forma de sintesis jundica
para expresar las relaciones juridicas de la unidad de la asociación y su
enlace con el orden juridico". '3
Al caracterizar al Estado como concepto ji~ridico,afirma Jellinek, es
"la corporación formada por un pueblo, dotada de un poder de mando
originario y asentada en un determinado territorio; o para aplicar un
termino muy en uso, la corporación territorial dotada de iin poder
de mando originario". l4
Otro autor que ha sostenido la tesis de la doble cara del Estado es
Max U'eber, quien admite que el propio Estado es para los juristas
una realidad de carácter normativo, es decir, u n sistema de derecho;
mientras que para los sociólogos, el Estado es u n conjunto complejo
de procesos de condiicta humana, el cual es posible qiie se le interprete
y se le explique en forma causal por las motivaciones que producen en
los hombres determinadas maneras de accibn. Aquí advertimos con toda
claridad la posición metodológica de Weber, según la cual la sociologia
interpreta y explica causalmente, por motivaciones, la conducta humana,
sólo que en la hipótesis de que se trata, la textura de procesos de conducta humana forman una unidad, que es precisamente la unidad estatal.
13 Jellinek.
14
lbideiii,
0p.
cit., p. 228.
p. 2 % .
490
LEANDRO AZUARA PSREZ
Para esta sociología comprensiva -Weber-, el Estado sociológico está
integrado tanto por un transcurso como por una conexión de la conducta
de los hombres. El Estado en este Último sentido está constituido por un
obrar comrin. De aquí surge la necesidad de distinguir, con arreglo a
u n determinado criterio, entre el complejo de acciones humanas estatales de aquellas que no tienen ese carácter. Este criterio es el que
fundamenta la unidad del Estado y es el que permite formar la estructura
social, partiendo d e u n conjunto inconexo de acciones humanas. Este
criterio aparece cuando se descubre el sentido contenido en las representaciones psíquicas de los hombres, que son las que orientan su conducta, ese sentido está integrado por la representación del Estado como
orden jurídico.
La "sociología comprenuiva" designa, pues, con la palabra Estado
tanto el orden jurídico normativo (que, en cuanto contenido de ciertas
representaciones, posee validez ideal), como el hecho real de las representaciones de este contenido, motivadoras de una conducta adecuada;
y de este modo cree haber distinguido la existencia meramente "juridica" de la existencia "sociológica" del Estado. 6'
Al designar con una misma palabra tanto el Estado sociológico como
el jurídico, se cae en una posición incorrecta, ya que se utiliza una
misma palabra para significar dos objetos totalmente diferentes. Lo injustificable de esta terminologia queda de manifiesto en el siguiente pensamiento de Kelsen:
Pero, sea de esto lo que quiera, nada puede justificar una terminología
que designa con la misma palabra dos objetos supuestos como esencialmente diferentes; y nada mejor puede reducir este error atl absurdum que la consecuencia del mismo: si el "Estado" es la probabilidad
de eficacia gradualmente diversa de ciertas representaciones psiquicas.
n o hay más remedio que atribuir un grado distinto de estabilidad a
cada una de las distintas estructuras que en la historia han aparecido
como Estados concretos. '6
VII. Doctrinas que se han opuesto a la identidad entre Estado y
derecho. A ) doctrina de Rodolfo Smend, B) doctrina de Herman Heller.
El Estado -para Smend- tiene una efectiva realidad como asociación
o colectividad. Pues bien, para poderlo entender no se puede partir del
yo aislado, porque este es miembro de la comunidad, contiene referencias
intencionales a otros. Tampoco podemos partir de que la colectividad
16 Kelsen. Teoria general
16Zbidern, p. 27.
del Estado, cit., p. 25
.SOCIOL.OCIA Y ]L'IIISPRUDEh'CIA EX EL CONCEPTO DE ESTADO
491
constituya un yo, porque no es una sustancia, sino una estructura d e
pensamientos de sus miembros. Y aun cuando esta estructura haya sido
fijada en símbolos o estatutos se encuentra en continua renovación, y
sólo es real en la medida en que en cada momento es recreada de nuevo.
El Estado no es ni un hecho natural, perceptible, ni u n espíritu sustantivo, sino es una actividad cultural, y por ser tal, es un movimiento
vital que necesita de una concinua renovación y reelaboración, de aquí
que su existencia siempre se halla puesta en cuestión. Al igual que en
todo grupo hay en el Estado, de un modo especial, iina gran parte de sus
procesos en permanente autorrenovación y reapreliensión por parte de
sus integrantes. Lo anterior resulta obvio en la formación de grupos
que no han sido fijados por el derecho, por ejemplo, en las relaciones
de amor y de amistad. En cambio eii lo que toca a las relaciones reguladas por el derecho, algunas veces se suele partir de la estructura fijada
por la norma jurídica, como si fuera el fundamento del grupo.
Paso a ocuparme de la teoría de Herman Heller para explicar la
naturaleza del Estado.
La separación radical establecida por Kelsen entre ser y deber ser,
entre realidad y norma, dice Heller, conduce a representarnos el cosmos
d e una manera simplista, por un lado iin ser, una realidad que se desenvuelve eri vínculos ciegos de causa a efecto, y de otro lado el deber ser
como normatividad formal desprovista <le contenido. Hay que superar
-dice Heller- ese dualismo entre ser y deber ser que referido a la
ciencia jurídica separa el mundo de lo social histórico en dos esferas:
la ideal, normativa, y la de la realidad causal, carente de sentido. La
postura de Kelsen se puede superar si se reconoce la existencia de una
esfera de "sentidos", con la cual trabaja el actual pensamiento filosófico.
Estos sentidos se encuentran adheridos a la conducta humana en tanto
contenidos de la misma, pero la trascienden, puesto que tienen una
dimensión objedva. Lo que hace la jurisprudencia -con fines metódicos- es abstraer aquellas sigiiificaciones o sentidos qiie valen como
derecho, y procede a sistematizarlos e interpretarlos. Mas esto se puede
cumplir sólo en forma relativa y provisional, pues si se quiere sostener
el dualismo entre ser y deber ser en forma absoluta, se encierra a la
ciencia jurídica en un local sin comunicación, puesto que se separa
el signo de lo significado, el espíritu de l;r naturaleza, la forma del
contenido, la norma del acto de voluntad que la crea.
Pues tan cierto como que el individuo humano no es un fantasma
sin cuerpo, sino que se hall;^ inserto en iina realidad sensible en la
cual vive y se manifiesta como espíritu, lo es también que el signo
y lo significado constitiiyen un todo serisible y suprasensible a la vez.
LEAh'DRO AZUARA PEREZ
492
una unidad dialkctica de sensibilidad y sentido, capaz de ser concebida por nosotros como tal. 7'
Para poder resolver atinadamente las cuestiones planteadas por la
jurispmdencia, necesitamos partir del enlace existente entre realidad y
validez que la caracterizan, y esto se lograra en tanto veamos al mundo
social histórico como unidad y realidad que se desdobla.
El Estado no pertenece a la naturaleza n i el espíritu objetivo. No es
un ser ni un mero deber ser; más bien es algo diverso a esos dos extremos; su concepto implica una unidad dialéctica de ser y deber ser.
El Estado es algo que pertenece a la realidad social, en conseciiencia la
teoria del Estado es sociologia. En cuanto a la misión de la teoría del
Estado expresa Heller:
La misi6u d e la teoría del Estado es investigar el Estado en cuanto
realidad. Si su objeto es el Estado, resulta obvio que n o ha de referirse sólo a una conexión de sentido o a u n contenido afectivo que
tenga su expresión en el Estado, ni tampoco a las causas psíquicas
de la actividad estatal, únicamente, sino que ha de proponerse la
aprehensión de esa formación de la realidad que se llama Estado.
Es, por esta razón, ciencia sociológica de la realidad y no ciencia del
espíritu o del sentido. ' 8
El Estado es algo real, pero entendamos que su realidad es bien distinta a la realidad externa de la naturaleza. Aun cuando el Estado sea
una realidad que nos pueda ser dada, nosotros nos hallamos formando
parte de el como materiales activos del mismo, y de nosotros depende,
en última instancia, la vida del Estado. De tal suerte que se es miembro
del Estado en cuanto de éste provienen solicitaciones, imperativos, que
piden nuestra colaboración. Dentro del complejo de formas sociales
q u e integran el Estado nos encontramos nosotros; se trata de formas de
nuestra vida. Ahora bien, esas formas no serían nada sin la colaboración
de los hombres que integran el Estado. De aquí que esas formas sociales
no sean como los productos que integran la cultura objetiva (derecho,
economía, etdtera), las cuales, una vez creadas, integran una realidad
autónoma, son complejos ideales de sentido; sino que esas formas sociales
no constituyen algo rígido e invariable, ya que son una corriente de
vida. un proceso que cae en el dominio de la historia, una realidad que
deviene (nace, se desarrolla y muere).
Pues bien, si en el devenir aludido no persistiese nada, no se podria
hablar del Estado como objeto, pero es así que hay algo que deviene,
p. 278.
Heman. Tcoria del Estado, vrrsión espaíiola d e Luis Tobio, Fondo de
Cultura Econ6rnia, Pánuco 63, Mbxico, p. 63.
17 Recasens Siches. Estudios de frlo~ofindel derecho, cit.,
18 Heller,
SOCIOI,(lCIA I' ILlIISPI<L'DL'NCIA EX E L í : O N C L P T O DE ESTADO
493
y este algo es: una estructura. Esto es, los actos humanos en los cuales se
realiza el Estado tienen una cierta conexión y orden, gracias al cual la
pluralidad de actos humanos cristaliza en la unidad de articulación y
sentido llamada Estado. Pero como esa estructura estatal se encuentra
inmersa en la corriente de la historia, está sometida a un cambio continuo; dicha estructura no puede ser concebida como algo cerrado, sino
abierto.
La vida social está ordenada según reglas. En las etapas primitivas
esas reglas son meras costumbres que posteriormente aparecen a la conciencia como algo normativo, es decir, como obligatorio, que en algunos
casos existe una garantía de su realización, y en este caso nos hallamos
en presencia del derecho. La ordenación integra una unidad social no
s61o en tanto normatividad, sino como normalidad, esto es, en tanto
que es regularidad efectiva, en tanto que engendra una organización.
Ahora bien, la organización aparece cuando hay una instancia capaz de
resolver los casos no previstos y dudosos, y d e imponer obediencia a sus
&denes, con independencia de la conformidad o discrepancia de los
sujctos. La organización de esa instancia fundamenta 13 ordenación de la
vida social, "pues la ordenación, como regularidad y como normatividad
basta solamente para los casos ordinarios y previsibles"; ' S mas n o indica
cuil debe ser la conducta social ante el acontecimiento inesperado, ante
el caso que no se halla previsto. En estos casos es el poder el que
orienta la organización y determina la conducta que hay que seguir y la
impone, aun cuando se Iialle en contradicción con la organización
existente.
La voluntad del Estado debe entenderse como unidad de decisión
actuante, efectiva, eficaz, individualizada por medio del conjunto de
ordenaciones, tanto naturales como sociales y en Última instancia por
los órganos del Estado. Los elementos de la voluntad del Estado son:
1. Acciones humanas configuradas de una determinada manera.
2. El Estado se construye en forma permanente, gracias a la actividad
de los hombres que lo integran.
3. Las condiciones tanto naturales como ciilturales que influyen sobre
las conductas humanas que integran el Estado. Entre las primeras se
pueden mencionar los fdctores geográficos, que si bien es cierto que
no crean la unidad del Estado, si influycn en las acciones de los
hombres, de tal manera que las coordinan, las homogencízan y, además,
crean determinadas formas de conducta que se manifiestan de manera
unitaria frente a los demás entes sociales. Entre los factores culturales
se pueden mencionar la nación, la cual puede ser entendida concretamente a la luz del metodo dialéctico, como realidad producida por los
lu Recasens Siches. Estudios d e filosofio del derecho, cit., p. 280.
494
LEANDRO AZUARA PÉREZ
individuos, la que a su vez influye la conducta de estos. En virtud de
ese metodo dialectico se entiende la pertenencia a un pueblo como
la actualizaci6n del espíritu que a traves de la historia han formado los
hombres en el pretbrito. Cuando el pueblo une a la conciencia de su
comunidad un determinado querer político, entonces aparece la nación.
Pero es conveniente advertir que en la existencia de la nación n o se da
el Estado. Para que surja este se requiere un nuevo elemento.
4. La unifimción de la voluntad que se lleva a cabo por medio de la
organizaci6n de las instancias estatales.
Heller, en oposición a lo que sostiene la Escuela Romántica Alemana.
n o eneiende la voluntad estatal como u n fenómeno espiritual que surge
del alma colectiva, sino como una consecuencia o resultante de la comunidad política. En el Estado encontramos un conjunto de voluntades
particulares, y acontece que aparece un proceso en el cual una cierta
dirección unitaria logra prevalecer, la cual se individualiza a través de
las instancias del Estado. Cuando un sujeto es 6rgano del Estado, puede
afirmarse que su voluntad tiene el carácter de común en la medida en
que se considere que sus representados le han conferido su representación, quienes, por esta razón, la mayoría de las veces cumplirán sus
órdenes.
Es necesario percatarse de que el sujeto que dicta órdenes, en tanto
que órgano del Estado, se le obedece porque sus actos son de denomi
nación en cuanto representan el precipitado de la voluntad común.
Esta aparece como algo real y actuante, aun para los individuos que se
oponen a ella. En esta última hipótesis puede acontecer que los iudividuos fracasen en sus intentos de oposición a esa voluntad común, y entonces se someten a ella, o bien, que tengan éxito en esos intentos, con
lo cual se ha gestado una nueva voluntad común.
Indudablemente que estamos en presencia de una concepción causalista y, por ende, sociológica de la voluntad, ya que se trata de meras
relaciones de motivación entre los individuos: los que mandan y los
que obedecen. %tos se representan mentalmente las 6rdenes de los primeros y puede acontecer que haya aceptación o rechazo de las mismas;
pero en ambos casos la relación que se establece entre unos y otros tiene
el carácter de condicionalidad psíquica, ya sea de asentimiento o de
repulsa, lo cual se supone que se está en el ámbito de la causalidad.
Sólo se puede concebir la unidad del Estado, según nuestro autor.
a partir de la organizaci6n. Heller entiende por esta la disposición de
una serie de conductas d e acuerdo con un plan determinado. Sin embargo, se requiere para la actualización del plan la existencia de u n poder
que imponga de manera eficaz los contenidos de la ordenación.
En este momento de la exposición de su pensamiento, Heller arriba
a una cuestión apasionante dentro de la teoría general del Estado, a
,YOCIOI.O~;f.4 Y JL'RISPKL'DESCIA EN E l . C O N C E P T O DE E S T A D O
495
saber: la qiie consiste en determinar que tipo de relaciones median
entre el derecho y el Estado. Y ya en el hilo de estas consideraciones hay
que concluir rechazando la idea de que el plan es el derecho y el poder
es el Estado, y de que ambos pueden ser estudiados independientemente.
Por el contrario, asienta Heller, entre plan y poder, entre Estado y
derecho, entre orden y fuerza que lo actualiza inedia una relación dialéctica, es decir, un término implica la existencia del otro. Si pensamos
en el Estado nos referimos a l derecho, y viceversa.
La teoría del Estado de Heller se complet:~con u n estudio sobre el
origen del Estado, es decir, de las necesidades humanas que lo han
engendrado, y con el análisis de su justificacióri a la luz de determinados
criterios valorativos. Estos dos estudios se enlazan, en virtud de que la
justificación se inicia en la explicación y esta última viene a ser una
prolongación de la primera. Esto es así porqiie en toda realidad social
contemplamos uria unión dial6ctica entre acto y sentido, realidad y
norma, ser y deber ser.
Desde nuestra perspectiva se advierte en el pensamiento de Heller una
tendencia a la espiritiializaciún de la realidad social; dentro del mismo
no se separa el acontecer social de la estructura espiritual. Ahora bien,
el punto de vista que sostiene la fliiidez entre realidad social y norma,
entre acto y sentido, entre ser y deber ser, nos hace permanecer dentro
del ámbito de la historia y de la sociología, pero nos impide arribar a
una auténtica teoría general del Estado, entendida como una teoría del
derecho positivo.
VIII. La tesis de Hans Kelsen de la identidrid enlre Estado y derecho.
Hans Kelsen ha sostenido, basándose en el neokantismo de Marburgo,
la identidad entre Estado y derecho. El maestro de Viena, siguiendo la
idea central de la filosofía critica de que el método produce el objeto,
afirma que el método juridico no puede producir más que el Estado,
el cual, "como objeto de la ciencia del derecho, tiene que ser o la totalidad del orden jurídico o u n orden juridico parcial". 20
Con esto queda demostrado que el admitir una teoría dualista, es
decir, un Estado con dos caras o naturalezas, una sociológic3 y otra jurídica, equivale a sostener que por un mismo método se llega a l conocimiento de objetos diversos, esto es, de un Estado que tuviese dos caras
una sociológica y otra jurídica, lo cual contradice el postulado de la
uiiidad del coriocimiento, que a mi entender es fiindamental para la episteinología.
G ) E1 Estarlo c o ~ n ocentro de imputación ji:rí~licn. El problema visto
desde ios acto:. esta;ales 1)articiilares en que el Estado se manifiest;i como
fenómeno dinhmico, es un problema de imputación. Se plantea la cues20
Kelsen. Teoría penernl del Esiodo, cit., p. 9.
496
LEANDRO AZUARA PÉREZ
tión de saber por que determinada acción humana n o es imputada al
hombre, sino a un sujeto que, por decirlo así, se encuentra detrás de 61.
La norma jurídica viene a ser el único criterio posible de imputación.
En tanto que una situación de hecho de cierta conducta humana forma
parte del contenido de una norma jurídica, se puede referir esa situación
de hecho a la unidad del orden jurídico, del cual forma parte la norma
que califica el referido hecho.
El Estado como sujeto de los actos estatales, vale decir, el Estado como
persona, no es otra cosa que la personificación de ese orden que, como
orden jurídico, es precisamente aquel orden coactivo bajo la forma del
cual puede únicamente ser concebido el Estado. La imputación a la
persona del Estado convierte a la situación de hecho imputada en acto
del Estado, y califica como órgano del Estado al hombre que realiza
el hecho. 21
Por l o expuesto podemos afirmar que el Estado constituye la expresión de la unidad del orden jurídico, un punto de imputación al cual
se refieren todas las normas de derecho que perteneccn a un determinado
orden jurídico.
a') El poder del Estado considerado como eficacia del orden jurídico.
El orden coactivo del derecho es el Estado como orden, la personificación de la unidad de ese orden coactivo es el Estado como persona y la
eficacia del orden jurídico es el poder del Estado, o el Estado en cuanto
poder. El Estado en cuanto poder sólo se puede exteriorizar en aquella
fuerza motivadora que parte del orden jurídico, esto es, del orden del
Estado. Pero para percatarnos de lo que es el poder estatal, hay que
tener en cuenta que:
Cuando se habla del poder del Estado, generalmente se piensa en prisiones y sillas elPctricas, cañones y ametralladoras. Mas n o debe olvidarse que todas estas son cosas muertas y que sólo se convierten en
instrumentos de poder al ser usadas por seres humanos, y que los
hombres generalmente las utilizan movidos por un cierto propósito,
en virtud de mandatos que consideran como normas. El fenómeno
del poder político manifiestase en el hecho de que las normas que
regulan el uso de tales instrumentos resultan eficaces. El "poder" no
estd constituido por las prisiones y las sillas electricas, las ametralladoras o los caiiones, ni es una especie de sustancia o de entidad oculta
tras del orden social. El poder político es la eficacia de un orden coactivo que se reconoce como derecho. 22
21 Kelsen. Hanr. Teoría aura del derecho. traduccián de -lome
- G. Teierina, Editorial
h a d a . S. A,,Buenos ~ i r ; s , p. 161.
22 Kelsen, Hans. Teoria general del derecho y del Estado, traducción de Eduardo
Garcia M,iynez, Imprenta Universitaria, p. 201.
No es correcto describir al Estado como un poder que se encuentra
tras el orden jurídico, porque esto equivale a ver dos entidades en donde
sólo hay una, el orden jurídico. El dualismo de Estado y derecho es nna
duplicación innecesaria del objeto de coiiociniiento, es metafísica, mitología. Un ejemplo de esta tendencia lo encontramos en la interprctaci0n
que de la naturaleza hace el hombre primitivo de acuerdo con el animismo, y así so-tiene que la naturaleza se llalla animada y crec que detrás
de cada cosa existe iina alma, un espíritu, un dios; así detrás del río ve
la ninfa; detris de la Luna, la diosa lunar; detrás del Sol iiii dios solar.
De tal suerte, detrás del derecho imaginamos su personificacidn hipostasiada, el Estado vicne a ser el dios del dereclio.
b) La disolución de la ideología que ti-ata de legitimar el Estado por
el derecho. Una vez que se ha disuelto el dualismo entre Estado y derecho se destruye al propio tiempo una de las más fuertes ideologías, la de
la legitimidad; ésta es la razón por la cual se opone la teoría tradicional
del derecho y del Estado, a la tesis sostenida por la teoria p i r a del derecho, de la identidad entre Estado y derecho.
Cuando la teoría pura del derecho rechaza la legitimación del Estado
por el derecho, no lo liace en virtud de que considere imposible toda
legitimación del Estado. Esa teoria niega rotiindainente que una ciencia
jurídica antentica pueda justificar el Estado por el derecho, y a la inversa,
el derecho por el Estado. Esta afirmación es cr>nsecocncia de que la t m
ría pura del derecho niega que una ciencia jurídica pueda justificar
alguna cosa. El justificar algo implica realizar una valoración; Ins valoraciones lo son siempre de carácter subjetivo, son cosas de la etica y de
la política, mas no de un conocimiento que quiera aparecer como objctivo. Si la ciencia jurídica quiere ser tal debe describir su objeto y renunciar a pronunciar un juicio de valor sobre él, si quiere ser ciencia y n o
política.
c) La situación epistemológica de la teoria del Estado es la misma que
la de la teología. El dualismo de Estado y derecho sostenido por la teoria
tradicional del Estado, hace de éste, que es la expresión personatificativa
de la unidad del derccho, u n Estado allende el propio dereclio, con una
realidad sustancial, en suma: un Estado metajurídico. Asimismo Dios es
pensado como persona, como personificación del orden universal, del
orden del mundo entendido como un sistema de nonnas y leyes natiirales. Aquí estamos en presencia de una hipóstasis dogmática; y trascen-dente al sistema de rionnas y leyes naturales descubrimos a Dios.
En el paralelismo de que se trata, Kelsen sostiene que así como el
derecho es concebido como la voluntad del Estado, el contenido de la
voluntad de Dios está formado por el sistema de n o m a s y de leyes naturales que constituyen el sistema del mundo. Es pertinente aclarar que el
paralelismo al que alude el maestro de Viena, so mantiene dentro de una
498
L E A N D R O AZUARA PEREZ
concepción voluntarista tanto del derecho como de las normas y leyes
naturales que integran el universo entendido como sistema.
Desde el punto de vista de la teoría del conocimiento, que aspira a
tener la unidad del objeto, resulta que se dan dos sistemas distintos:
Dios y mundo, Estado y derecho, allí donde debería buscarse la unidad
sistemática.
A esta dificultad epistemológica cabría agregar esta otra: Dios es causa
del mundo, lo crea y recrea continuamente. En relación inversa, los hombres que se encuentran en el mundo, no podrían tener relación con Dios
si este no fuera algo semejante al mundo, y específicamente si n o tuviera
naturaleza análoga a la del hombre.
La misma dificultad aparece en la teoria del Estado. Para esta el Estado es un ser diverso e independiente del derecho; es poder, como algo
distinto al derecho. Por una parte el Estado es el que crea el derecho y
el que lo sostiene; por la otra el Estado se encuentra sometido al derecho, es persona jurídica. En realidad, como el problema es identico en
la teología como en la teoria del Estado, la relación que se da entre u n
sistema y una hipóstasis, la solución que se ofrece en ambas disciplinas
tambien es idkntica.
Por lo que toca a la teología cabe decir que Dios se hace hombre y en
este momento aparecen dos personas: Dios-padre y Dios-hijo. En cuanto
Dios-hombre, Dios se somete al orden ktico y al orden natural creado
por El; hay una autolimitación de la voluntad divina. Dios-hijo, se somete al acontecer universal; se obliga a obedecer a Dios-padre, que es el
creador de este ultimo.
Por lo que hace a la teoría tradicional del Estado, el correspondiente
de esta autolimitación de Dios, se encuentra en la teoria autolimitación del Estado, con lo cual se advierte de manera evidente el paralelismo que estamos analizando. El Estado metajurídico constituye un
poder ilimitado, soberano, y sin embargo se convierte en derecho, en persona jurídica, y en cuanto tal se somete al derecho, del cual deriva todo
su poder.
Así como Dios tiene doble naturaleza: divina y humana, el Estado
de la teoría política tradicional tambiPn la tiene: es persona jurídica y
poder de la naturaleza al mismo tiempo.
La aspiración a la unidad sistemitica que se encuentra y es propia
del conocimiento, tambikn se halla presente en la teoría política -considera Kelsen-; pero la identidad del Estado y del derecho, que es un
mero postulado epistemológico, se convierte en un postulado de carácter
político. En efecto, desde un punto de vista politico el Estado y el
derecho pueden o n o coincidir. El Estado de la monarquía absoluta
enfrenta el Estado a1 derecho. Sin embargo, el sentido de la historia
tiende a la unión de ambos conceptos. Así, en el llamado Estado de
S O C I O L O G f A Y jL'RISPRL7DENCIA E S EI. C O N C E P T O DE ESTADO
4'10
derecho, el orden del Estado se convierte en orden jaridico, y la unidad
de la orden estatal y del orden jurídi~o se realiza como un hecho
histórico.
Aquí se puede hacer una interesante comparación entre el positivismo
jurídico y el jusnaturalismo. Para el primero, la unidad de Estado y
derecho es un postulado lógico que se presenta en cualquier época hist6rica, en tanto que para el segundo, dicha unidad sólo se da como un
hecho histórico.
La significación política de la expresión Estado de derecho queda
de manifiesto con las siguientes palabras de Kelsen:
Como consecuencia de que se reconoce que el Estado es un orden
jurídico, todo Estado es u n Estado de derecho, y ese ttrmino de
Estado de derecho representa un pleonasmo. De hecho, sin embargo,
se le emplea para designar un tipo de Estado particular, que responde
a los postulados de la democracia y de la seguridad jurídica. En ese
sentido especifico, cl "Estado de derecho" es un orden juridico relativamente centralizado que presenta las caracteristicas siguientes: la
jurisdicción y la administración están vinculadas por leyes, es decir,
por normas generales que son creadas por u n parlamento elegido por
el pueblo, con o sin la colaboración de un jefe de Estado que está
colocado a la cabeza del gobierno; los miembros del gobierno son
responsables de sus actos; los tribunales son independientes; y los
ciudadanos ven garantizar ciertos derechos de libertad, en particular,
la libertad de conciencia y de creencia y la libertad de expresx sus
opiniones. 23
d) Teodicea e ilegalidad del Estado. Así como en la teologia se considera como imposible atribuir el pecado a Dios; en la teoría del Estado
se sostiene que no puede imputarse una ilegtlidad al Estado. Las afii.
müciones anteriores se apoyan en que considera aquGlla como fuente
del mal la libertad humana, y esta última atribuye la ilegalidad al
órgano del Estado, no al Estado mismo. Los argumentos citados demuestran el que no se pueda imputar el pecado a Dios y la ilegalidad al
Estado, ya que lo mismo en teología que en jurisprudencia el hombre
es considerado como algo creado por Dios, en la primera, y por el derecho, en la segunda, de tal manera que no puede imputarse un pecado
o una ilegalidad al hombre, sino a su creador. La persona física según
Kelsen no es sino la personificaciGn de u n conjunto de normas, ella es
portadora de la legalidad, no puede ser sujeto de la ilegalidad, ya que
23Kelscn, Hans. Tlieorie Pure d u Droit, tiaduccibn de la segunda edicibn alemana
de la Temin pura del derecho, por Charles Eisenmann, Dalioz, Paris, 1962, p. 411.
500
LEANDRO A Z U A R A PEREZ
"el sistema del derecho no puede comprender su negación, la ilegal i d a d . 24
Para resolver la antinomia anteriormente planteada, tenemos que considerar al acto antijurídico no como un acto contrario al derecho, sino
como la condición de la consecuencia jurídica, y a la norma de derecho como u n juicio hipotético, en la que dado u n hecho (condición) se
sigue una consecuencia, mediando entre ellos la relación del deber ser.
La ilegalidad viene siendo la coudici6n a la cual el precepto jurídico
enlaza el acto coactivo estatal:
mediante este modo de consideración, lo antijurídico se convierte,
de negación del derecho, que parece ser desde u n punto de vista
jurídico político, en condición especifica del derecho, y sólo entonces
en un objeto posible del conocimiento juridico. Éste sólo puede concebir lo antijuridico como derecho. El concepto de antijuridicidad
abandona su posiciún extrasistemdtica, en que sólo puede mantenerlo
una ingenua jurisprudencia precieutifica, y recibe una posición intrasistemitica.
De igual manera proceden la ética y la teología. Ambas son formas
de conocimiento normativas, e intentan una interpretación del mundo
como un sistema en el que rige el bien; para esto, le quitan al mal su
cardcter propio de mera negación del bien, con el objeto de ver en él
una condiciún para la realización del bien, y logran esto porque suponen
que el mal en Última instancia conduce a la expiación y, por consiguiente, a un triunfo del bien.
El hombre en su relación con Dios no entra como un ser psicofísico,
sino como algo creado a la imagen y semejanza de Dios, esto es, en cuanto
dotado de alma. Lo mismo sucede en la relación enue el liombre y el
Estado, hay que reducir a ambos a una personificación de normas jurídicas, y establecer la ecuación persona juridica igual a alma jurídica.
Con esto queda expresa<la una relación m i s entre Dios y hombre de un
lado, y Estado e individuo de otro lado.
e ) La opiniún de Sigfried Marck, sobre la tesis kelseniana de la ideritidad entre Estado y derecho. Marck piensa que Kelsen tiene el mérito
innegable de haber acabado con la idea de u n Estado metajurídico,
entendido como una sustancia metafísica trascendenle al dereclio, al cual
engendra y sostiene. Esta idea de que el Estado es una sustancia absoluta
implica la conversión injustificada de lo relaciona1 en sustancial.
Marck, al sostener que Kelsen admite la identidad entre Estado y
24
Ebenstein, William. La reoria f>urn del derecho, versión directa de J. Malagón
y A. Pereña, Fondo de Cultura Econbmica, p. 11.
25
Kelsen. Lo tewio pura del derecho, cit., p. 54.
SOCIOLOGIA Y JURISPRUIlII\"CIA E.V $3 CONCEPTO DE ESTADO
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derecho, hace una afirmación certera, pero el camino que le atribuye
a Kelsen para llegar a esa identidad no es cl que sigue el maestro de
Viena. Kelsen, afirma Marck, considera que la sociologia en su forma
actual es una especie de psicologia, la cual esiudia el contenido coincidente o sentido objetivo de los fenómenos que reciben la denominación
de estatales, es el orden juridico, y concliiye que Kelscn afirma que lo
que se denomina Estado es el resultado del métoclo juridico, es decir, que
es idéntico al derecho.
Indudablemente que es correcto lo que dice Marck, en relación con
Kelsen, en el sentido de que este autor ha destruido la idea de un
Estado metajnridico, entendido como una sustancia absoluta que proclucc y sostiene el derecho; pero no es exacto que el autor mencionado
cn el último tQmino sostenga la identidad entre Estaclo y derecho por
consideraciones tomadas de la psicologia social, sino <le la teoría kantiana del conocimiento. Y, en este orden de ideas, Kelsen considera que
la. unidad del método del conocimiento produce la unidad del objeto de
conocimiento, que tino y el mismo metodo conduce al mismo objeto.
En este sentido, a la pregiinta: iqué es el Estado?, se responde diciendo
que es a través del método juriclico como se arriba al concepto de
Estado y como la unidad del metodo es la que condiciona la unidad del
objeto, entonces es indudable que se d a una identidad entre Estado y
derecho.
Según Kelsen, la tesis qiie distingiie entre el Estado y el derecho,
se origina en que se denomina derecho a la primera parte del precepto
juridico: el sujeto debe conducirse de esta manera, y se denomina Estad o a la segunda parte; en caso contrario otro sujeto, órgano del Estado,
deberá aplicar u n acto coactivo. Esto n o se puede admitir, según el
propio Kelsen, en virtiid de que no cabe la existencia de una doble
norma, porque la estructura lógica del precepto jiirídico es unitaria ya
que no hay normas sin sanción. En contra <le esto, asienta Marck que
no es posible identificar Estado y clereclio por el mero hecho de que el
aparato coactivo se encuentre como contenido <le la norma juriclica,
ya que no obstante esto, dicho aparato se puede distinguir de manera
conceptual del precepto juridico. En razón dc So expuesto, concluye el
autor mencioiiailo eii último ti-rmino que, de ;~ciierdocon Kelsen, se coiicibe el orden jurídico como iin sistema de conceptos y qiie debe separarse
de éstc cl momento de su realizaci6n y ciimplimiento, que tienen un
rai-ácter sociológico. Si esto es asi, cnbe ~listinguira l Estado como poder
y no disociarlo, coiiio Iiiice Kelsen, en iiii conjunto de predicados.
En nuestra opini611, del lieclio de que se pueda distinguir el sistenia
de preceptos jurídicos de su realiracibn y cumplimiento, en donde el
poder jiigaría un papel muy importante, no cabe concluir necesariamente que haya que distinguir conceptualmente entre Estado sociológico
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LEANDRO AZL7.4RA PZREZ
y Estado jurídico, en virtud de que es correcto afirmar que es posible
una sociología del derecho al lado de una teoría del Estado. A los
temas que comprendería, según Marck, la teoria del Estado, pensamos
que los abarcaría la sociología del derecho. Con esto quedaría a salvo
la pulcritud conceptual y terminológica dentro de la teoría del Estado.
f ) Sustancia y función en la teoría social. En primer termino nos
vamos a ocupar del concepto de función, tal y como ha sido sostenido
por la teoría estructural funcionalista, que constituye la sociologia dominante en los Estados Unidos de Norteamerica.
El concepto de función que la doctrina estructural funcionalista admite como valido, es el que se toma de las ciencias biológicas, y en este
orden de ideas Radcliffe Brown sostiene que la función que desempeña
u n proceso de cardcter fisiológico, que tiene regularidad, consiste en la
correspondencia que se da entre el propio proceso y las necesidades del
organismo, cuya satisfacción es indispensable para que este subsista por
lo que hace a la esfera social, en la cual los seres humanos, que constituyen las unidades esenciales del sistema social, se encuentran conectadas
por redes de interacciones sociales que forman u n todo, "la función de
toda actividad recurrente, tal como el castigo de un delito, o una ceremonia fúnebre, es el papel que dicha actividad representa en la vida
social como un todo y, por l o tanto, la aportación que hace a la conservación de la continuidad estructural". 28
El concepto de función nos permite detenninar cuáles son los elementos o factores que figuran dentro de un sistema social dado. Es oportuno
destacar que dichos elementos o factores figuran dentro del propio sistema, en la medida en que tienen una relevancia funcional para el.
Y tienen esta importancia funcional para el sistema cuando sirven para
la conservación y mantenimiento del mismo.
Por lo expuesto anteriormente se puede' concluir que la existencia
del sistema como totalidad es previa a la consideración de los elementos
que lo integran, ya que de n o ser así, no sería posible hablar de la
funcionalidad de los multicitados factores y elementos para el sistema,
lo cual implica, además, que a este se le tiene como válido o vigente.
Este funcionalismo de la teoria sociológica d e referencia n o es antisustancialista, porque la función está al servicio de la sustancia, del todo,
en la medida en que desempeña una actividad conveniente para su
conservación y mantenimiento.
Por el contrario, el funcionalismo kelseniano, en la teoría del Estado,
sí es antisustancialista en virtud de que la sustancia la diluye en función.
25
Radcliffe-Brown. A. R. On the Concept of Function in Social Science, publicado
en "Ame'-iican Anthropologist'', articulo citado por Robert Merton en su Teoria y
cshucturn socioles, p. 42.
Veamos en qué forma Kelsen sostiene su posiciúii funcionalista en la
teoria del Estado:
Esta teoria juridica pura del Estado la cual disuelve el concepto
de un Estado diverso al dereclio, es una teoría del Estado sin Estado,
y aun cuando suena paradúgico, por esta razón avanza la teoría del
Estado y del derecho del nivel <le la teología en la línea de la ciencia
moderna. El concepto del Estado, tal como lo desarrolló la antigua
teoria del derecho y del Estado, se encuentra como el concepto de
Dios -según la teoria del conocimiento, en el mismo grado que el concepto del alma de la antigua psicología, que el concepto de fuerra
en la antigua física. Se puede designar 1;i persona del Estado de la
misma manera como alma del Derecho, como poder del Derecho.
Ella es como Dios, alma y poder un concepto siislancial. Porque la
moderna ciencia logra disolver toda sustancia en furición, el concepto
de alma, así como el de fuerza de otra época Iia arrojado por la
borda, ha llegado a ser la psicologia moderna una teoria <le1 alma,
sin alma, la física una teoria de la fuerza, sin fuerza. Y si fue la absorciún del coricepto del Dios sobren3rur;il mediante el concepto de
naturaleza, el cual es un supuesto creado Iiace niucho tiempo por el
pantei~mo,supuesto para una autintica ciencia natural libre de toda
metafísica, así es la reducción del metajurídico concepto del Estado
al concepto del derecho, la coii<liciÓn previa e imprescindible para el
desarrollo de una auténtica ciencia del I>erecho, como una ciencia
del derecho positivo purificada de todo derecho natural. A ella aspira
la teoría pura del derecho, la cual es al mismo tiempo la teoria pura
del Estado; porque toda teoria del Estado es posible solamente como
teoria del derecho del Estado, entonces todo derecho es derecho del
Estado, porque cada Estado es Estado de dereclio. 27
Por lo expuesto anteriormente, podemos concluir que el análisis estructural funcional, al mantener la sustancia permanece en el campo ideológico, mientras que el funcionalismo de Kelsen al diluirla en función,
se conserva en una posición rigurosamente anti-ideológica.
La sustancia -en nuestra opinión- debe mantenerse en la historia y la
sociología, ya que de esta manera se la puede diluir en función en una
teoria jurídica del Estado. Esto nos permite mantenernos dentro de
campos perfectamente delimitados: el campo de la sociología y el de la
teoria pura del derecho. Kelsen ha puesto de manifiesto estos límites
en un antiguo ensayo suyo, que en la parte pertinente expresa:
27 Kelsen, Hans. Aufratre 2217 Ideologiekritik. Gott und Slaat, editado por Heinz
Maus und Friedrich Fürsteiiberg, pp. 5 4 y 55.
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LEANDRO AZUARA PEREZ
El limite importante entre el método jurídico y el sociológico, el que
resulta en cuanto a la distincinn del tipo de consideración, consiste
en que el uno es dirigido a u n ser determinado, a saber: el acontecer
social; mientras que el otro se dirige a u n determinado deber ser jurídico. Especialmente los juristas se encuentran seducidos por sobrepasar
estos limites, pretendiendo una explicación del acontecimicnto fáctico
que debe ser regulado por normas jurídicas, más allá de u n conocimiento del deber ser.28
28Kelen, Hans. Grenisn zwischen juvirtircher und soiiologischer Methodc, publicacir5n de J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1911. Tübingen, p. 14.
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