La Inteligencia de la paranoia o el placer de la superstición César Hazaki El trece, che, siempre el trece. Da que pensar, te hace poner la mollera en movimiento. Te convoca a la sospecha y ésta trae ideas deshilvanadas como para ir encontrando consistencias. Del desorden al orden, como el principio del universo, el caos tiene que estallar y expandirse. Primero el Big te desacomoda desde las patitas hasta las muelas y después el Bang te ilusiona y lubrica hacia un camino que se adentra. Todo comienza con la extraordinaria epidemia de juanetes que comunica la Asociación Internacional de Epidemias, se trata de la expansión en un trece (¡otra vez!) por ciento, durante el año pasado, de la cantidad de personas afectadas por ese particular sobre hueso en el dedo gordo del pie. También el informe alarma con la siguiente aseveración: desde el inicio del nuevo siglo la inexplicable dolencia no para de crecer. No haciendo distingo de clase, sexo, religión o color de piel. Por si esto fuera poco, alerta el papers de la prestigiosa institución, no existe ningún remedio posible para el mal y lejos se está de cualquier posibilidad de vacuna u otro paliativo ¡Una verdadera pandemia! Para colmo de males, luego de conocida la noticia, grupos ultra religiosos indican que de continuar el crecimiento de la misma en un trece por ciento (¿te diste cuenta del numerito?) en cada uno de los próximos tres años (2010) será un claro designio de la hegemonía del mal en el mundo. Para frenarlo han decido encerrarse en recónditas cavernas del polo norte y pedirle al Señor que detenga el fin del orbe o, en su defecto, cuando el juanete domine a la humanidad toda – insisten en que es signo inequívoco del triunfo del Maligno- y todo acabe requieren la absolución clara y visible de todos los pecados de su grey y sus legítimos pastores; amenazan, si sus ruegos no son escuchados, en que van a hacer estallar a la Tierra en millones de pedacitos que sólo son serán dicen, no sin cierta ironía, juanetes de Belcebú condenados a desintegrarse esparcidos en el espacio exterior. Garantizan (por ese principio que los rige: destruir para luego ayudarlo al Señor a construir mejor) tener un arca que pondrá lo mejor de nuestro mundo en otra galaxia. Soliviantados por sus ayunos y enérgicos ruegos rememoran un momento en la historia (donde el Innombrable estuvo al mando) que la misma maniobra fue descubierta y anulada gracias a su ayuda: dicen que el juanete de los grandes barcos de vela fue quitado por su denuncia y ruegos sistemáticos. Que mucho tuvo que ver su invento del motor de vapor para quitarla de la faz de la tierra. Ellos, gritan golpeándose el pecho, no es la primera vez que salvan a la humanidad de los peligros que implica el avance de cualquier tipo de juanete. Si de navegar hablamos existen otros datos que son escalofriantes en el 2010 (por favor no te asustes seguí conmigo) Internet colapsa y será racionada como la nafta, el agua o cualquier otro bien que se extingue, los capos de este asunto agregan que hay que poner hoy, constante y sonante, 65.000 millones de dólares. No te enojes pero el asunto es que esa guita es el trece por ciento del valor actual de la red ¿Vas captando? Por si esto fuera poco cantidad de computadores que hacen la red son trece (¡Ay, vas mal corazón volvete!) y que deben colocarse (me da chucho decirlo) trece computadoras más! 1 Todo indica que hay una articulación entre el número trece, los juanetes y la cantidad de súper compus que lanzan a Internet por los aires, que como te imaginarás precisan datos recién salidos a la luz, están controladas por… trece exclusivos países. Nada nos prohíbe ver lo que los demás niegan, es necesario hilvanar la relación entre éstos fenómenos: que por vía del número trece une el escasear de Internet en el mundo (otra pandemia como si le faltaran a este mundo) y el aumento sistemático de los juanetes –otra peste gravísima. Comprenderás que por distintos motivos hay sospechas que esto no ayuda a la remisión del mal en el mundo. Nada más cercano a la tierra que la planta del pie y su extraña extensión lateral, el juanete, que viene a sobreactuar y complicar la relación armónica entre el hombre y el medio ambiente. La vida se afirma de abajo hacia arriba, de la tierra al cielo esta dicho y es cosa sabida. La planta del pie construye y constituye. El juanete es el intruso insistente que desarma y desarticula la relación ecológica y armoniosa del hombre con el medio ambiente. Digamos así: el sobre hueso es un aborto de la naturaleza que llegó para quedarse y se halla radicado especialmente (por favor creeme y ora conmigo) en trece países, aumentando aun ritmo anual del trece por ciento (espera que busco mi patita de conejo) en los que crece como hormiga argentina que invade el mundo (en medio de la desesperación la comunidad científica se lanzó a diversos estudios que intentan relacionar al juanete con otro hecho, por ejemplo hay uno en marcha que trata de correlacionar los implantes de tetas siliconadas con el crecimiento del juanete pero no se sabe hasta ahora el resultado dado que la muestra ocupa a los que se hicieron cirugías plásticas en los países dueños de la red). Trece son la computadoras que manejan Internet, aunque no lo creas, aunque te de la sensación que te pasan, que no pueden ser tan... ¿cómo decirte? repetidos. También podría ser, quizás, que el diablo existe y el número no es más que su expresión matemática, al final de cuentas debe tener inconsciente y lo traiciona como a cualquiera. Que sean trece las súper fucking machine hacen que la vida cobre otro sentido. Como si hubiera que volver a respetar los bajo escaleras, no entregar la sal en mano, evitar los balcones que tienen macetas, los gatos negros, las viudas jóvenes, a los petisos de zapatos grandes y, a las personas con juanetes. Porque al final todo tiene su base material –chupate esa mandarina de la confirmación del materialismo- y el ciberespacio tiene sus prefabricadas aquí, en trece lugares de la tierra (me esta dando julepe escribirlo, pensarlo y mucho más decirlo) que seguro no están donde fue el tsunami, ni en la Triple frontera, mucho menos en Irak. Tal vez Japón tenga dos (por la cantidad de suicidios que hay con carbón dentro de los autos. Seguro algo pasa ahí entre las supercompás, modelo Isaac Asimov, y el movimiento contestatario: Amigos del carbón o Adolescentes contra si mismos). Sí acreditémosle dos. Suiza puede que tenga más de una adentro de las bóvedas bancarias para preservar sobre todo que no se queme en el ciberespacio ninguna operación de dinero. Lavarlo sí, perderlo de ninguna manera. Me parece que dos y una de reserva sin usar, si seguro como teorema de Paenza. El país que tiene más gente con juanetes (está identificado pero las fuertes presiones diplomáticas guardan celosamente su nombre) tiene otra que suele tener algunos desperfectos –es la siempre más clueca de todas. Además como es un lugar muy frío e inhóspito se le agregan sabañones en la punta del juanete ¡Terrible, imaginate! 2 Por lo que sé la mafia rusa quiso cooptar una que esta en Finlandia pero fracasaron. Ponéle más de una ficha a Inglaterra y como no puede ser de otra manera varias están dentro de los Estados Unidos, olvidate de Nueva Orleáns, seguro Texas –más precisamente en El Álamo, al lado del monumento a la bomba atómica. Entonces el ciberespacio está en la tierra, mucho satélite, mucha zona interestelar pero a la final chorizo: el cyber tiene dueño, como el que tiene un pelado en el barrio de Chacarita que le ofrece pornografía a los adolescentes. Todo tiene amo, como el camino a Santiago de Compostela, donde alguien se queda con la limosna y el templo. Porque el que la hace te la vende y después perdiste el derecho a tener un cacho de la propiedad del espacio interestelar, si hay algo que no es de nadie seria el infinito, pero los de siempre ya te deben estar cobrando las expensas. ¿Cuántos años tardaremos en pagar el aire? Te da que pensar, trece a la hora de comer... un traidor (¿Jesús, Pedro o Judas?) trece supercompus... varios Echelón, trece secretarías de espionaje e inteligencia interna y extrena tienen los Estados Unidos y demás detalles. Aquí en la tierra y por si esto fuera poco a alguien cerca de tuyo, en este mismo momento, le crece imperceptiblemente un juanete a un ritmo de un trece por ciento anual. Saludos César Hazaki 3