Mercados Protegidos en la Economía Colonial - Inter

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SECOND ANNUAL MEETING
of the
LATIN AMERICAN COMPETITION FORUM
June 14-15, 2004
Inter-American Development Bank
Andrés Bello Auditorium
Washington, D.C., United States
GUATEMALA:
Desafíos institucionales para promover la
competencia
INTER-AMERICAN DEVELOPMENT BANK
Research Department
1300 New York Avenue, NW
Washington DC 20577
United States
Special Office in Europe
66 Avenue d’Iena
75116 Paris
France
ORGANISATION FOR ECONOMIC
CO-OPERATION AND DEVELOPMENT
Competition Division
2 rue André-Pascal, 75775 Paris Cedex 16
France
Website: www.oecd.org/competition
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Competencia y competitividad: las perspectivas de la economía en Guatemala
Luis Oscar Estrada
Viceministro de Inversión y Competencia
Gobierno de Guatemala
Introducción
Los países en desarrollo se caracterizan por poseer mercados no desarrollados, es
común la existencia de carteles y monopolios en industrias importantes en la economía,
la nueva forma de enfrentar el reto del desarrollo económico, se basa en el
funcionamiento de mercados en los cuales puedan ser asignados en forma adecuada, los
escasos factores productivos (tierra, capital, y trabajo), pero antes se necesita resolver
los problemas que conlleva la edificación de una economía de mercado eficiente.
Para que los mercados funcionen con un mínimo de defectos, se deben eliminar de los
mismos todas las distorsiones que impiden la ejecución de las principales tareas de un
mercado las cuales consisten en asignar los factores de producción, y proporcionar la
información para que los agentes tomen decisiones. Para ello, los gobiernos deben
orientar el desarrollo de instituciones que favorezcan el desarrollo económico.
Se espera que las instituciones (leyes, normas, costumbres y usos, valores culturales y
éticos, etc.), si son diseñadas correctamente, ayuden a intensificar la competencia en los
mercados, ofreciendo incentivos para que los productores y distribuidores se
desempeñen mejor, por medio de precios competitivos, mejor calidad de los bienes y
servicios, y nuevos productos a los consumidores y eliminando los obstáculos a la libre
entrada y salida de los mercados, disciplinados por el acicate de la competencia.
Objetivos de la competencia y la competitividad
Durante la última década se ha venido acrecentando la importancia percibida de la libre
competencia para coadyuvar al desarrollo económico de los países en desarrollo. Se le
han asignado objetivos diversos a las leyes marco de competencia, entre ellos: el
cuidado del proceso competitivo o libre competencia, el mantenimiento y el fomento de
la libertad de comercio y el acceso a los mercados. Otro objetivo importante es el de
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apoyar el bienestar del consumidor, lo cual se espera que suceda como consecuencia de
las mejoras en la eficiencia económica promovida por la competencia entre las
empresas.
También se incluye dentro de los objetivos de la ley, la protección a las pequeñas y
medianas empresas, el fomento de regiones con menor desarrollo relativo, e incluso, la
moderación de los ritmos inflacionarios, como consecuencia de la disciplina de los
precios establecidos en mercados competitivos.
Pero quizá el principal objetivo de todos los que se han mencionado es el de la mejora
de la eficiencia económica. Esta cualidad de los mercados se manifiesta cuando: (1) los
recursos son asignados eficientemente entre las empresas, (2) los productos finales se
distribuyen eficientemente entre las familias y (3) el sistema produce las cosas que la
gente desea. No obstante, estas condiciones no son generalizadas en los mercados; todo
el tiempo se están produciendo fallas en los mercados, fallas que impiden un
funcionamiento eficiente en la economía. Estas fallas del mercado se producen cuando
los recursos están mal asignados. El resultado es desperdicio o una pérdida de valor.
Cuatro causas importantes de las fallas del mercado son: (1) la estructura imperfecta del
mercado o su comportamiento no competitivo, (2) la existencia de bienes públicos, (3)
la presencia de costos y beneficios externos y (4) la información imperfecta. Cada
situación se presenta cuando falla alguno de los supuestos en los que se basa el modelo
perfectamente competitivo. Además, cada uno indica un papel potencial respecto a la
participación del gobierno en la economía. Las leyes marco de competencia, apuntan a
reducir el primer tipo de causas.
En los últimos años se ha hecho cada vez mayor hincapié en la diferencia entre la
eficiencia de corto plazo o eficiencia estática, y la eficiencia de largo plazo o eficiencia
dinámica.
El primer tipo de eficiencia está relacionado con una asignación adecuada de los
recursos y que permite obtener precios y cantidades adecuadas de bienes y servicios que
benefician al consumidor. La eficiencia de largo plazo o eficiencia dinámica está
relacionada no sólo con una adecuada asignación de recursos sino también con la
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generación de una tasa estable de innovaciones que mejora constantemente la
competitividad de las empresas. Es en este punto en el cual convergen las políticas de
competencia y las que fomentan la competitividad de las empresas nacionales.
La competencia efectiva asegura las condiciones iniciales para el desarrollo de la
competitividad de las empresas, pero estas condiciones aunque necesarias no son
suficientes para mejorar la capacidad competitiva de las empresas, hacen falta otras
condiciones tales como: superar la situación del capital humano, la infraestructura
institucional, el acceso a mercados, la tecnología de punta y los flujos de inversión
económica. Parece, por tanto, pertinente analizar las relaciones entre la competitividad y
la competencia, centrando la atención en aspectos de la política de competencia que se
encuentran más cercanos, tales como: las instituciones, el marco legal, la abogacía de la
competencia, la cultura de la competencia y la relación entre la política de competencia
y otros objetivos de política económica. Pero antes, tal vez sea necesario revisar la
historia de la competencia en el país.
Época colonial
Desde el período colonial, los monopolios y los privilegios fueron condiciones normales
en el funcionamiento de los mercados locales en Guatemala. Tradicionalmente el Estado
ha protegido las industrias y las actividades comerciales. En la época colonial y aún en
los primeros años de vida independiente del país, se establecieron estancos, que eran
monopolios sobre bienes cuya comercialización se otorgaba a aquellos que se avenían al
pago de una suma entregada como compensación a la administración pública, así por
ejemplo, existían estancos sobre la pólvora, los naipes y el tabaco.
El monopolio Comercial
El monopolio regía también en materia de comercio exterior, los productores locales no
podían exportar libremente sus mercancías, especialmente tintes, viéndose obligados a
venderlos a aquellos exportadores que teniendo relación comercial con las casas
comerciales de la metrópoli, controlaban totalmente los embarques de mercancías.
Incluso las actividades de la industria artesanal requerían de permisos especiales, pues
la entrada a dichas industrias estaba controlada por las organizaciones gremiales que
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protegían los intereses de sus asociados, dificultando la participación de quienes no
pertenecían al gremio.
La protección de la industria artesanal por parte de los gremios, especialmente de
tejedores, alfareros y ceramistas y por otra parte, la importación y el contrabando,
significaron la desaparición de ambas industrias. A fines del siglo XVIII, cuando se
importaron bienes del extranjero, particularmente manufacturas inglesas, muchas veces
ingresadas en forma ilegal, los productos artesanales no pudieron competir con las
manufacturas importadas.
Una industria basada en privilegios
A fines del siglo XIX, todavía se solicitaban autorizaciones especiales y el privilegio de
monopolios para actividades tales como la producción de aguardientes, cerveza, jabones
y textiles, ocasionando una falta de concurrencia de competidores en los mercados
protegidos.
La estrechez de los mercados derivada de una economía poco monetizada dio como
resultado, incluso, en pleno siglo XX, una economía con poca diversificación de bienes
y servicios, en donde la competencia ha constituido una práctica poco común. La
costumbre de acudir a la cesión de privilegios no siempre dio los resultados apetecidos
como se muestra en el recuadro.
La fábrica de hilados y tejidos Cantel
La historia de esta empresa refleja la política mercantilista que caracterizó al período liberal y el
clima de inversión prevaleciente en dicha época.
En 1880 los fundadores de Cantel presentaron una solicitud al gobierno para que se les
concediera un privilegio exclusivo consistente en el derecho de establecer fábricas de tejidos e hilados en
toda la república, de acuerdo a los peticionarios, los beneficios para el país consistirían en: “la creación
de un nuevo artículo de exportación, incentivos al cultivo del algodón, la ocupación de un número
considerable de obreros y su preparación técnica, además de preparar el desarrollo ulterior de este tipo
de industrias”.
El gobierno acordó acceder a la demanda con la condición de que no se importase la misma clase
de maquinaria de hilar y tejer que importó José María Samayoa con anterioridad. Los términos de la
concesión comprendían seis puntos: 1) Concesión de privilegio exclusivo por diez años para establecer
en toda la república, máquinas para hilar y tejer el algodón y la lana; 2) Plazo de un año para empezar a
construir y de dos años para empezar los trabajos; 3) Importación libre de derechos de máquinas y
accesorios; Importación libre de derechos de la materia prima si ésta no era provista por el mercado local;
Exención de impuestos a la empresa y sus edificios por el término del privilegio y 6) Esta concesión no
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impediría a José María Samayoa o sus cesionarios a manufacturar telas en los departamentos de
Guatemala, Amatitlán, Escuintla, Sacatepéquez y Chimaltenango utilizando sus máquinas.
La región occidental de Guatemala que era el destino de inversión de la empresa, se encontraba
aislada y a una buena distancia de la capital, pero tenía una adecuada densidad poblacional. Esta
concentración de habitantes representaba una potencial fuente de mano de obra para la empresa. El
conocimiento sobre el manejo de máquinas-herramientas así como las etapas del proceso de producción,
eran tareas que requerirían un breve período de capacitación con técnicos extranjeros ya que los
conocimientos básicos sobre hilatura y tejido eran comunes entre los habitantes.
En 1880, se adquirieron los terrenos, comprándolos a propietarios comunales, aproximadamente
600 cuerdas (aproximadamente unas 25 hectáreas). En dicho terreno se edificó una construcción formal
de grandes dimensiones y especialmente adaptada para el funcionamiento de la fábrica, con especial
cuidado en los ambientes de las máquinas.
La maquinaria fue traída de Inglaterra entre 1882 y 1883 y su instalación y puesta en marcha
estuvo a cargo de 4 ingenieros ingleses quienes luego capacitaron a los técnicos locales.
Desde su inicio, la empresa tuvo dificultades para aprovisionarse de materias primas y de fuerza de
trabajo local. A pesar del apoyo del Estado al cultivo del algodón, su producción, era insuficiente para
llenar las necesidades de la Fábrica Cantel y de otras empresas textiles. De tal forma que fue necesario
importar materia prima procedente de los países industrializados. Se dice que la dificultad de obtener
trabajo de los habitantes de la localidad se debió a problemas con respecto al negocio de la compra de
tierras para la fábrica, sin embargo, se sabe también que la empresa solía producir en buena parte con
trabajo forzado, valiéndose del Reglamento de Jornaleros, razón que pudo generar oposición entre los
trabajadores de la localidad. (Ver: Tania Sagastume. En Historia del proceso de industrialización en
Guatemala. Dirección De Investigación USAC, 1992)
El reto actual
A partir de la década de los años ochenta se han dado importantes transformaciones
como consecuencia de la apertura a los mercados externos; la reducción de aranceles y
las facilidades para la inversión directa externa lo que significa el ingreso de productos
y servicios del exterior y de capitales, que pueden suponer una amenaza para los
competidores nacionales, en caso que los nuevos entrantes abusen de su tamaño o
establezcan una posición de dominio en el mercado correspondiente, ya que no existe
una adecuada protección de la competencia.
Otras reformas económicas importantes han obligado a la privatización de los servicios
públicos. Estos servicios prestados anteriormente por empresas de propiedad estatal,
disfrutaban de una posición monopólica. La regulación de los mercados donde éstas
operaban no estuvo a la altura necesaria para atajar las prácticas monopólicas de las
nuevas entidades privadas, de tal forma que los mercados manifiestan una débil práctica
competitiva con costos para los consumidores y con obstáculos para aquellos
competidores dispuestos a entrar a dichos mercados.
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Actualmente, dados el relativo pequeño tamaño de la economía, y las numerosas
regulaciones existentes, los mercados locales siguen mostrando poca actividad
competitiva. En aquellas industrias en las que los precios no son fijados o sugeridos por
parte de distribuidores mayoristas, los precios tienden a seguir un acuerdo
sobreentendido, que permite una posición cómoda a los oferentes y una falta de
opciones a los consumidores. Puede decirse por lo tanto que la característica destacada
de los mercados nacionales es la presencia generalizada de monopolios, oligopolios y
mercados cartelizados.
Apertura comercial
A partir de 1986 se inicio un proceso de apertura comercial, por el cual se eliminó el
95% de las restricciones no arancelarias tales como cuotas y permisos de exportación, y
se redujeron los niveles arancelarios desde un promedio del 6O% al 11.38% actual, con
un techo del 20% y un piso del 1% a partir de 1996. La apertura ha reducido
substancialmente el sesgo antiexportador derivado de los aranceles a los insumos
importados, pero ha incidido negativamente en el incremento del déficit en la balanza
comercial. Por otra parte la apertura no fue aprovechada para intercambiarla con
mejores condiciones de acceso para las exportaciones guatemaltecas.
Se establece mayor interés por reactivar el Mercado común Centroamericano,
participando en acciones concretas para la eliminación de los obstáculos intrarregionales
al comercio, la homogeneización de políticas macroeconómicas, el establecimiento de
las normas de origen, la solución de controversias y el arancel externo común.
Asimismo, se reorienta la política de desarrollo dejando a un lado la política de sustitución de importaciones y adoptando un modelo de desarrollo hacia afuera en donde se
da mayor importancia a las negociaciones con terceros países para asegurar el acceso de
la producción centroamericana al mercado externo. El sector privado participa
activamente en este proceso a través de varias organizaciones regionales como
FEDEPRICAP, FECMCA, FECAMCO y FECAEXCA.
Dentro de la dinámica de la liberalización comercial, el país tiene vigente a partir del año
2001dos Tratados de Libre Comercio, uno con México y otro con República Dominicana. En el
primero se trataron temas relacionados a Competencia entre otros, se pueden distinguir el de
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prácticas desleales de comercio internacional, comercio transfronterizo de servicios,
Telecomunicaciones, Medidas relativas a la normalización, propiedad intelectual. Mientras que
con República Dominicana, se ha definido un tema específico de Competencia, además los ya
mencionados.
En la actualidad, se encuentra suscrito el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos de
América, documento de importancia para el país dado que éste es nuestro principal socio
comercial, y se espera que entre en vigencia en enero de 2005. Además, se encuentran en
estudio el Tratado de Libre Comercio con Chile, Canadá y Panamá.
En el ámbito multilateral, se encuentra también en estudio el Área de Libre Comercio de
América (ALCA), así como en la instancia de la Organización Mundial de Comercio -OMC-, en
la cual se estudia la interacción entre el comercio y la política de competencia, para lo cual se ha
establecido un grupo de trabajo en el tema.
Instituciones y Competencia
Junto al marco legal, las instituciones se muestran cada vez más, como uno de los
primeros ingredientes que determinan la eficiencia de las economías. La pregunta por lo
tanto es: ¿Esta la economía adecuadamente dotada de instituciones que fortalezcan la
competencia y la competitividad? La pregunta no es fácil de responder. Se puede decir
que la economía cuenta ya con algunas instituciones que permitirán el desarrollo de una
política explícita de competencia y de una política de promoción de la competitividad.
Estas instituciones se hallan relacionadas con los mercados regulados tales como la
Superintendencia de Telecomunicaciones (SIT), la Comisión Nacional de Energía
Eléctrica (CNEE), y la Superintendencia de Bancos; las cuales regulan los mercados de
sus respectivas industrias, aunque con poco compromiso con los aspectos competitivos.
En materia de defensa del consumidor, la Dirección de Atención y Asistencia al
Consumidor (DIACO) se renueva con base en una nueva ley que vela por el respeto y
el cumplimiento de los derechos de los consumidores y usuarios y de las obligaciones
de los proveedores, dejando atrás las ineficaces prácticas de controles de precios. Una
institución directamente comprometida con el incremento de la productividad es el
Programa Nacional de Competitividad (PRONACOM), cuya misión es incrementar la
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productividad de la economía guatemalteca mediante la promoción de reformas y
mejoras a los marcos legales e institucionales, la integración de los actores de los
sectores motores y la transferencia de tecnologías, capacitación, facilitación del acceso a
servicios de desarrollo empresarial y apoyo a las Micro Pequeñas y Medianas Empresas.
Por otra parte, se lamenta la falta de desarrollo institucional por carencia de agencias,
como es el caso de la falta de una agencia de competencia. Actualmente existe como
dependencia del Ministerio de Economía, la Dirección de Promoción de la
Competencia, pero es evidente que necesita mayores recursos y facultades, su principal
función es la de promover los instrumentos legales que den cuerpo a una política de
competencia. Ligada por razones de complementariedad, se encuentran las agencias del
Sistema Nacional de Calidad que de acuerdo con el proyecto de ley deberán ser: el
Centro de Normalización, el Centro Nacional de Acreditación, el Centro Nacional de
Metrología, el Comité de Coordinación de la Reglamentación Técnica y el Centro de
Información; estas entidades vendrán a consolidar el proceso de modernización de la
economía, fortaleciendo las áreas de producción, exportación, desarrollo tecnológico y
protección al consumidor.
Necesidad de establecer políticas de competencia
Una de las soluciones encontradas es establecer políticas de competencia. Estas
constituyen un conjunto de acciones y disposiciones, por medio de las cuales, los
gobiernos aseguran que los mercados funcionen en forma eficiente, de manera
competitiva y en defensa de los intereses de los consumidores.
Estas políticas incluyen leyes y políticas particulares que tratan de enfrentar las
prácticas contrarias a la competencia que llevan a cabo algunas empresas, tales como los
carteles, el abuso de una posición de dominio en el mercado, la concentración
económica y las restricciones verticales.
La política y la ley de competencia se basan, principalmente, en una presunción
justificada en favor del papel que juegan los mercados competitivos como instrumentos
para realizar las metas mencionadas.
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La política de competencia ha sido impulsada en muchos países, con distintos objetivos,
durante los pasados cien años, ciertos temas principales se destacan entre los demás. El
más común de los objetivos es el mantener el proceso competitivo o de libre
competencia. Se han tomado en cuenta otros objetivos asociados con la promoción o
defensa de la libre competencia teniendo entren ellos: la libertad de comercio, la libertad
de opción, y el acceso a los mercados.
Marco Legal
Existe, sin embargo, un marco legal que regulan algunos aspectos en materia de
competencia, que se desarrolla a partir de la Constitución Política de la República, en la
cual en su artículo 130, se distingue la prohibición de los monopolios y privilegios,
señalando que el Estado debe limitar el funcionamiento de las empresas que absorban o
tiendan a absorber, en perjuicio de la economía nacional, la producción en una o más
ramos industriales o de una misma actividad comercial o agropecuaria, así como
proteger la economía de mercado e impedir las asociaciones que tiendan a restringir la
libertad del mercado o a perjudicar a los consumidores.
Se tipifica además como obligaciones del Estado, entre otras, impedir el funcionamiento
de prácticas excesivas; promover el desarrollo ordenado y eficiente del comercio, y
crear condiciones adecuadas para promover la inversión de capitales.
Dentro de las normas ordinarias, el Código Penal en sus artículos 340 y 341, tipifica la
prohibición de monopolios, carteles y otras formas de monopolio; mientras que en el Código de
Comercio, en sus artículos 256, 361-363, se tipifican las fusiones, prohibición de monopolio y
actos desleales.
Durante la década de los años noventa, se decretaron leyes de subsectores para regular áreas
técnicas y especializadas, entre estas leyes están: la Ley General de Telecomunicaciones, La
Ley General de Electricidad, la Ley de Comercialización de Hidrocarburos y la Ley de
Propiedad Intelectual.
A pesar de que existen normas específicas que tratan el tema de competencia, éstas han sido
insuficientes, pues en algunos casos dejan vacíos que permiten que los sectores económicos
puedan realizar prácticas anticompetitivas. Es aquí donde cobra importancia para el país una
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Ley que promueva la libre competencia, para reprimir este tipo de prácticas y eficientar el uso
de los recursos para beneficio de los consumidores.
Dado a que se encuentra vigente una Ley de Protección al Consumidor y Usuario, que permite
promover, divulgar y defender los derechos de los consumidores y usuarios, establecer las
infracciones, sanciones y los procedimientos aplicables en dicha materia, que constituyen un
mínimo de derechos y garantías de los consumidores y usuarios, es necesaria aplicar tanto una
Ley que promueva y preserve la libre competencia con el propósito de incrementar la eficiencia
económica y el bienestar del consumidor, mediante el control de actos y conductas que de
cualquier forma restrinjan indebidamente la competencia, así como una Ley de un sistema
nacional de calidad que permita promover en el mercado mundial la seguridad, la calidad y la
competitividad de los sectores productivos, importador y exportador de bienes y servicios.
Abogacía de la Competencia
Actualmente se considera que la competencia tiene obstáculos establecidos por las
mismas políticas del Estado, que por otra parte, desea promover la libertad de los
mercados. Realmente la incidencia de las intervenciones del gobierno en la economía
facilita las prácticas comerciales restrictivas. Eso significa una responsabilidad de las
agencias de competencia, esto es, la de participar con amplitud en la formulación de las
políticas económicas de su país a fin de evitar que se promulguen leyes que puedan
afectar adversamente la estructura competitiva del mercado.
La agencia debe actuar proactivamente para presentar al gobierno políticas que
reduzcan las barreras a la entrada de los mercados, promuevan la desregulación y la
liberalización del comercio, promoviendo un papel mínimo del gobierno en materia de
intervención innecesaria en los mercados.
Un anteproyecto de ley, elaborado por el Ministerio de economía, incluye en sus
estipulaciones que la agencia resultante emita opiniones y recomendaciones técnicas no
vinculantes sobre las acciones estatales que tengan efectos contrarios a la competencia;
se promueva la cultura de la competencia y; colabore en la simplificación administrativa
y en la desregulación de los trámites que obstaculizan la libre competencia.
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Dentro de las evaluaciones ya realizadas se han encontrado algunas leyes que podrían
armonizarse, derogarse o modificarse debido a que facilitan o permiten la existencia de
obstáculos a la competencia; entre ellas: el Código de Comercio, en los artículos
referidos a las fusiones, prohibición de monopolios y actos legales; el Código Civil, en
lo que se refiere a la potestad del gobierno para fijar las tarifas de los servicios públicos;
la Ley General de Telecomunicaciones; la Ley General de Electricidad, la Ley de
Comercialización de Hidrocarburos; la Ley de Propiedad Industrial; a Ley de Propiedad
Intelectual, en lo que se refiere a la competencia desleal; la Ley de Inversión Extranjera;
la Ley de Bancos; la Ley de Fortificación de alimentos; y la Ley de Alcoholes y
Bebidas Alcohólicas y fermentadas.
Cultura de la Competencia
Para que las políticas de competencia y los programas de competitividad comiencen a
dar sus primeros frutos, es necesario desarrollar primero una tarea que consiste en
preparar a los agentes económicos en un papel económico diferente, y que al parecer
aún no han internalizado: el ser competidores con visión moderna.
Se ha constatado en diferentes observaciones la falta de una cultura de competir en
libertad, situación que ha sido percibida entre
empresarios, en las opiniones de
entidades académicas, en las conductas que se dan cotidianamente en los tribunales, así
como entre consumidores que piden controles de precios y calidades y entre
funcionarios públicos, que parecen no confiar en el funcionamiento de los mercados.
Debido a ello se ha venido implementando un plan de educación y divulgación, a fin de
empezar a abrir una brecha que facilite entre los agentes económicos la adopción de un
criterio procompetitivo.
Conclusiones
1. Actualmente se le empieza a dar más énfasis a la eficiencia de largo plazo o
eficiencia dinámica, la cual está relacionada no sólo con una adecuada asignación de
recursos, sino también con la generación de una tasa estable de innovaciones que
mejora constantemente la competitividad de las empresas. Es en este punto en el
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cual convergen las políticas de competencia y las que fomentan la competitividad de
las empresas nacionales.
2. Debido a la sinergia entre la competitividad y la competencia, se hace necesario
analizar las relaciones que se dan entre dichos factores de eficiencia, centrando la
atención en aspectos de la política de competencia que se encuentran más cercanos,
tales como: las instituciones, el marco legal, la abogacía de la competencia, la
cultura de la competencia y la relación entre la política de competencia y otros
objetivos de política económica. Pero antes, tal vez sea necesario revisar la historia
de la competencia en el país.
3. Se considera que debido al relativo pequeño tamaño de la economía, y las
numerosas regulaciones existentes, los mercados locales siguen mostrando poca
actividad competitiva. En aquellas industrias en las que los precios no son fijados o
sugeridos por parte de distribuidores mayoristas, los precios tienden a seguir un
acuerdo sobreentendido, que permite una posición cómoda a los oferentes y una
falta de opciones a los consumidores. Todo lo anterior pone en relieve la necesidad
de una ley marco de competencia en el país.
4. Se puede decir que la economía cuenta ya con algunas instituciones que permitirán
el desarrollo de una política explícita de competencia y de una política de
promoción de la competitividad. Pero también se lamenta la falta de desarrollo
institucional por carencia de algunas agencias indispensables, como es el caso de la
falta de una agencia de competencia.
5. Dentro de las evaluaciones ya realizadas se han encontrado algunas leyes que
podrían armonizarse, derogarse o modificarse debido a que facilitan o permiten la
existencia de obstáculos a la competencia, la promoción de la revisión de tales
instrumentos legales que pudieran estar ya en un estado de obsolescencia sería una
de las primeras tareas de una agencia de competencia en Guatemala.
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9
Sagastume, Tania. En Historia del proceso de industrialización en Guatemala.
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10 United Nations.The United Nations Set of Principles and Rules on Competition.
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14
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Competition, Law and Policy. Washington, 1998
15
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