LA BRECHA DEMOGRÁFICA 1. INTRODUCCIÓN La humanidad se

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LA BRECHA DEMOGRÁFICA
PEDRO REQUES VELASCO
Depto. de Geografía, Urbanismo y Ordenación del Territorio
de la Universidad de Cantabria
1. INTRODUCCIÓN
La humanidad se enfrenta en la actualidad —y habrá de enfrentarse
en el futuro— a los efectos de la globalización en un contexto de profundos desequilibrios y de creciente desigualdad social, económica, de
bienestar social y de desarrollo educativo. Partiendo de la hipótesis de
que la población es una variable dependiente, estos desequilibrios serán,
asimismo demográficos, sea cual sea la escala a la que los analicemos
(mundial, hemisférica, nacional, metropolitana).
El objetivo de este trabajo es analizar si, en las últimas décadas, estos
desequilibrios y esta desigualdad han disminuido, se han estancado o
se han incrementado. Para constatar empíricamente este hecho y para
conocer las condiciones de vida, de salud y de eficacia y eficiencia del
sistema sanitario de un país nos serviremos del indicador más fidedigno
con que cuenta la demografía: la esperanza de vida (eo).
2. METODOLOGÍA: LA IMPORTANCIA Y EL VALOR DE LA
ESPERANZA DE VIDA
La esperanza de vida (eo) cabe ser entendida como el número medio
de años que vivirán los miembros de una generación de individuos desde
su nacimiento hasta su muerte, de acuerdo con el patrón de mortalidad
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vigente para la población de la que forman parte. Se hace necesario, no
obstante, hacer una observación: la esperanza de vida, expresada en
años, es un indicador, de carácter sintético y coyuntural, al que no se
le pueda dar valor predictivo.
Este importante indicador demográfico aparece relacionado con la
mortalidad por edades y muy especialmente con la mortalidad infantil
(o cociente entre el número de fallecidos menores de un año y el número
total de nacidos en ese mismo periodo), que expresa la probabilidad de
supervivencia durante el primer año de vida. Esta es la razón convierte,
asimismo, a la mortalidad infantil en el indicador socio-económico por
excelencia, mucho más preciso que la renta per capita: ésta sirve para
medir el desarrollo económico; la esperanza de vida y la mortalidad
infantil el desarrollo social.
En relación a la mortalidad por edades (a partir de la que se calcula
la esperaza de vida para cualquier grupo etario), las diferencias entre
los países más desarrollados y los del llamado Cuarto Mundo (del que
formarán parte las regiones menos desarrolladas del planeta, sumidos en
el circulo vicioso del subdesarrollo, de la dependencia y del crecimiento
demográfico) son de una extraordinaria magnitud. El análisis comparativo
de las tasas de mortalidad por edades correspondientes a Dinamarca,
como exponente de país desarrollado, y de Costa de Marfil, como paradigma de Estado fallido y de país “cuartomundista” no puede ser más
expresivo: morir a causa de cualquiera de las definida por el prestigioso
demógrafo francés A. Sauvy “parcas de la supermortalidad” (la guerra,
el hambre o las enfermedades infecciosas y parasitarias), con muchas
posibilidades, además, de hacerlo antes de los cinco años —esto es, la
pobreza, como causa principal de la muerte (Fig. 1)— o morir por causa
de enfermedades degenerativas —morir de viejo (Fig. 2)— son las dos
realidades demográficas, o para ser más precisos, epidemiológicas, con
las que se enfrentan uno y otro grupo de países del mundo.
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Varones
Grupos de edad
Mujeres
%
%
Fig. 1: Tasas de mortalidad por edades en Costa de Marfil. Fuente: banco Mundial.
Re-elaboración propia.
Varones
Grupos de edad
Mujeres
%
%
Fig. 1: Tasas de mortalidad por edades en Costa de Marfil. Fuente: banco Mundial.
Re-elaboración propia.
Metodológicamente podemos partir de cualquiera de estas tres fórmulas
para calcular la esperanza de vida:
eo
Tx
lx
eo
0,5 l x1 l x 2 l x3 l x 4 ...
lx
x
¦l
eo
0,5 w
xn
lx
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donde:
eo es la esperanza de vida
Tx es el número total de años vividos desde la edad x
lx son los supervivientes en la edad exacta x
lx los supervivientes a la edad exacta
3. LOS RESULTADOS: LA BRECHA DEMOGRÁFICA SE ABRE
El Banco Mundial en su reciente informe Cuestiones de población en
el siglo XXI señala que mientras que las tendencias en la fecundidad y
mortalidad desde mediados del siglo pasado experimentan, primero, una
divergencia en los patrones demográficos entre las regiones, seguidas
luego de una convergencia gradual hacia niveles más bajos de fecundidad,
la esperanza de vida (Fig. 3) presentan una trayectoria bien distinta: las
diferencias aumentan y la esperanza de vida, en un buen número de países,
entre los que están algunos países en conflicto en el Medio y Próximo
Oriente (Irak, Afganistán,…) además de una buena parte de los países
del este de Europa (Ucrania, Bielorrusia, Rumanía…) o la gigantesca
nación rusa (que, como consecuencia de su desorganización social, ha
perdido 4 años de esperanza de vida en los último 15 años), no han
añadido años al vida, si no que por el contrario han experimentado un
retroceso, e incluso en el caso de África austral, un gran retroceso: entre
1991 y 2006 Malawi, ha retrocedido 6 años de esperanza de vida; Kenia,
10 años; Swazilandia y Namibia 15; África del Sur, 17; Lesotho, 21,
alcanzando descensos de 22 años en Zimbabwe y de 29 en Botswana.
El África subsaharina, pues, sea cual sea el indicador considerado, es la
excepción en esta convergencia de los patrones demográficos.
Y es que la brecha demográfica en el mundo aumenta. Utilizando
fuentes de Naciones Unidas (Population Reference Bureau) podemos
estimar que la diferencia entre la media de esperanza de vida entre los
diez primeros y los diez últimos países del mundo en 1990 y 2006. La
media del primer grupo en 1990 era de 77 años y la del segundo de
40,6, lo que da lugar a un gap de 36,4 años; en 2004 el primer grupo
de países presentaba una esperanza de vida de 80,3 años, más del doble
de los diez últimos, que es de 38, 9: el gap entre uno y otro grupo de
países se eleva hasta los 42, 4 años.
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Fig. 3: La brecha demográfica en el mundo en relación a la esperanza de vida: del
estancamiento hasta la década de los 90 al incremento progresivo hasta la actualidad.
Fuente: Banco Mundial. Re-elaboración propia.
Fig. 4: La brecha demográfica en el mundo en 2004 entre los treinta primeros
y los treinta últimos países en relación al indicador esperanza de vida.
Fuente: United Nations. Internacional Data Shett. Elaboración propia.
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Fig. 5: Esperanza de vida en el mundo entre 2006. Nota: La superficie de los países
es proporcional a su población. La gama cromática a su esperanza de vida.
Fuente: UU. NN. Pupulation Referente Boureau. Elaboración propia
Las diferencias y desequilibrios en relación al a esperanza de vida
quedan plasmadas en el mapa adjunto (Fig. 5). Se trata de un cartograma o mapa anamórfico en el que, aunque se representan las formas
y topología o posición geográfica de los países, éstas aparecen distorsionadas en función de la población de cada país. La expresividad del
mismo nos exime de comentarios detallados. En él queda reflejada la
distancia estadística que separa a los países grandes del mundo, a escala
planetaria e incluso a escala regional: en este sentido aunque compartan
el mismo hemisferio la comparación entre Europa Occidental y África
es extraordinariamente significativa, como lo es la de Estados Unidos
y Canadá con el resto del continente americano, o la de de Japón y el
Asia central y oriental, o la de Australia y Nueva Zelanda con el sudeste
asiático.
Las causas explicativas: el modelo de transición demográfica y de
transición epidemiológicas como marco explicativo
La brecha demográfica en el mundo solo puede ser analizada a partir
del modelo de transición demográfica y de transición epidemiológica,
los cuales nos proporciona el marco teórico adecuado para entenderlo
e interpretarlo.
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4. EL MODELO DE TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA
La teoría (o modelo) de transición demográfica cabe ser entendida
como una interpretación descriptiva de las profundas transformaciones
experimentadas por la población de los países desarrollados —singularmente los europeos— a lo largo del siglo XIX y principios del XX.
Estas transformaciones corresponden históricamente, a una larga etapa
de cambios económicos, ligados al desarrollo industrial y a los procesos
modernización social1.
Según la teoría de la transición demográfica los progresos sociales
y económicos ocurridos en los tiempos modernos han permitido el
tránsito desde un régimen demográfico antiguo o tradicional, en el que
el equilibrio se obtenía sobre la base de una alta mortalidad y alta natalidad y una baja esperanza de vida, a un régimen moderno donde la
mortalidad y la natalidad se vuelven a equilibrar pero en unos niveles
muy bajos (lo que propicia una esperanza de vida muy alta), situándose
entre ambos una fase intermedia de desestabilización en la que los países
experimentan un incremento fuerte y rápido y sostenido (Fig. 6) y una
esperanza de vida media.
1. En sentido estricto la teoría de la transición demográfica debe ser interpretada más
como una generalización histórica de un modelo de desarrollo observado, que como una
teoría propiamente dicha, esto es, con hipótesis claramente predecibles y comprobables. Si
en la sencillez de su formulación teórica radica su asimilación, su aplicación generalizada
y seguimiento, es en su debilidad y limitaciones teóricas -aunque parezca paradójicodonde radica su fuerza, al haber permitido a los estudiosos de la población desarrollar
un intenso debate, que permanece abierto hasta la actualidad. Este debate cobra especial
sentido cuando el modelo se aplica a los países del mundo menos desarrollado, los cuales
parten de una situación social y económica muy distinta a la de los europeos en el siglo
XIX. Cfr. W. Schramke y J. B. Stutgart (1985): Metzlersche Volagsbuchchandenng. Bevölkevceng sentwincklung in Industrie-und Entwicklungslandern. Trend und Folgeprobleme.
Thersien und Steverungsversuche. Véase asimismo: Pedro Reques Velasco (2002). Hacia
un nuevo orden demográfico internacional?Madrid, El Campo de las Ciencias y de las
Artes, Servicio de Estudios del Banco de Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), pp. 57-86.
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Figura 6.-El modelo de transición demográfica: Re-elaboración propia.
El modelo clásico de transición demográfica distingue cuatro etapas: la estacionaria alta, la expansión primera, la expansión tardía, la
estacionaria baja2.
Pues bien aplicando la teoría a los diferentes países del mundo se
constata que los modelos nacionales defieren tanto en la intensidad del
cambio como en el ritmo y cronología del mismo3.
2. Otros autores, de forma más imprecisa, consideren tres etapas: la pre-transicional
(o antigua), la transicional y la evolucionada (o moderna). La primera y la última se
corresponden en ambas propuestas, la intermedia o transicional lo hace con la segunda y
tercera de del modelo clásico. D. Van de Kaa, en su trabajo publicado en 1978, “Europe´s
Second Demographic Transition”. Population Bolletin, vol. 2, n. 1, propone para los países
más desarrollados la teoría de la transición demográfica, como marco interpretativo para
los países que se encuentran en la post-transición demográfica.
3. Caben ser distinguidos (cfr. P.J. Thumerelle (1996): Las populations du monde. Paris,
Natah (Trad, castellana: 1988, Madrid, Cátedra, tres sub-modelos básicos: El modelo clásico
u occidental se prolonga dos siglos, a lo largo de los cuales la mortalidad, como respuesta
a las paulatinas mejoras en las condiciones económicas, sociales y ambientales, descendió
de manera gradual, en tanto que la fecundidad declinó en este modelo occidental, también
de manera gradual a lo largo de 50 - 75 años tras del declive de la mortalidad, lo que ha
dado lugar (salvo excepciones que confirman la regla, cual es el caso de Francia) a un
largo periodo de crecimiento demográfico sostenido. La variante acelerada del modelo
clásico: Japón y los países del Este de Europa y Rusia, que son los que configuran este
modelo. En ellos la transición demográfica empieza más tarde y se desarrolla a lo largo
de La variante retrasada del modelo clásico afecta a una buena parte de los países del
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En todas las variantes el descenso de la fecundidad, característico de
la última etapa de la transición demográfica, se produce cuando se dan
las circunstancias favorecedoras. Estas circunstancias tienen que ver un
el sistema de valores sociales que permita —o tolere— el control de la
natalidad y a la vez con una sociedad que haya desarrollado técnicas
relativamente efectivas que favorezcan el control de los nacimientos,
cual es el caso de las sociedades desarrolladas de los llamados países del
norte, en esencia, los europeos, más Canadá, Estados Unidos, Australia
o Nueva Zelanda.
Las sociedades en la última etapa de la transición demográfica, sea
cual fuere la variante de pertenencia, se caracterizan, igual que las de
la primera etapa, por un relativo equilibrio del crecimiento natural de la
población, aunque éste obtenido de una manera demográficamente más
eficiente, esto es con menos mortalidad, específicamente infantil y una
alta esperanza de vida: superior a los 70 años.
La teoría de la transición demográfica, en suma, encierra un gran valor
descriptivo, un menor valor explicativo en relación al tema que nos ocupa:
la esperanza de vida, así como un limitado valor prospectivo. En otras
palabras, permite entender —y esta es la cuestión más importante— la
cronología (el cuándo) y la forma (el cómo) del cambio demográfico,
aunque sólo posibilita una aproximación muy general a las causas (o el
llamado Tercer Mundo. En ellos la mortalidad ha descendido drásticamente desde finales
de la II Guerra Mundial, mientras la fecundidad ha permanecido en niveles muy altos.
El descenso de la mortalidad ha sido principalmente producido por la tecnología médica
moderna, puesta a disposición de estos países mediante convenios de cooperación internacional. Este descenso de la mortalidad se debe a un uso generalizado de la terapia
anti-infecciosa, a insecticidas y a programas de erradicación de la malaria, de asistencia
materno-infantil y de mejora de la nutrición. Los rápidos descensos de la mortalidad no
se ven acompañados de mejoras paralelas en los estándares de vida y la lucha contra la
enfermedad y la muerte se estanca o incluso retrocede como consecuencia de pandemias
como el SIDA en estas últimas décadas, provocando en muchos de estos países –singularmente el África Central y Austral- fuerte una caída en su esperanza de vida. Dentro de
esta tipología cabe distinguir un subgrupo de países, tales como Taiwan, China , Corea
del Sur, Hong Kong, Singapur o Sri Lanka, en los que la mortalidad declino rápidamente
en los años 40 y 50 del siglo XX, pero, al contrario de los que ocurrió en el resto de los
países del Tercer Mundo, la fecundidad descendió de forma fuerte, sostenida y continua,
además de lograr que el descenso de mortalidad se mantuviera por más tiempo y con
más intensidad de lo que ocurrió en el modelo más generalizado de los países del Tercer
Mundo.
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porqué) a la vez que da escasas claves para entender y anteponerse a
los comportamientos futuros de la población4.
5. EL MODELO DE TRANSICIÓN EPIDEMIOLÓGICA
Ligada a la teoría de transición demográfica se desarrolló la llamada
teoría de la transición epidemiológica (Fig. 7). En síntesis, esta línea
de investigación, propuesta por Omran en 1971, trata de los cambios en
los estados de salud y enfermedad que se producen en una población,
así como de las causas y consecuencias demográficas, biológicas y
socioeconómicas a ellos ligados. Las interacciones entre estos patrones
y sus consecuencias y determinantes demográficos, económicos y sociológicos —en nuestra opinión, también geográficos— determinan y
trazan el curso del cambio poblacional.
Durante la transición epidemiológica (Fig. 7) se pasa de una situación
de predominio de las causas de morbi-mortalidad exógenas (enfermedades transmisibles y respiratorias, a las que se suman las carenciales)
a otra de clara preponderancia de las causas endógenas (enfermedades
crónica y degenerativas a las que se suman en las modernas sociedades
las llamadas sociopatías: suicidios, accidentes…).
4. Cfr. Pedro Reques Velasco y Olga de Cos Guerra (2002). El proceso de modernización
demográfica en el mundo, El campo de las Ciencias y de las Artes, Servicio de estudios
del Banco de Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), pp. 87-104.
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Fig. 7: El modelo de transición epidemiológica: los ciclos de la transición
epidemiológica a partir de la evolución de las causas de muerte. Fuente: H. Picherat,
1996: “La transition sanitaire dans le monde”. Bulletin de l´Association
des Géographes Française, 2, pág.79. Re-elaboración propia.
El modelo de la transición epidemiológica5 se plantea en paralelismo con
el de la teoría de la transición demográfica en tres grandes etapas6:
a) Una primera etapa “de pestes y hambrunas” con mortalidad elevada, sujeta a fuertes fluctuaciones de gran repercusión demográfica,
dominada por azotes epidémicos y endemias de enfermedades parasitarias y deficitarias, enfermedades propias de la infancia (como
diarreas y neumonías) y de mujeres jóvenes (como la tuberculosis
o las fiebres puerperales) y por ende una expectativa de vida baja
o muy baja..
b) Una segunda etapa de “descenso y desaparición de las pandemias”,
con progresiva reducción hasta su desaparición de las crisis epidémicas y con aumentos significativos de la esperanza de vida. Durante
esta etapa, aunque descienden significativamente las enfermedades
5. Cfr. A. R. Omram (1971): “The epidemiologic transition: a theory of the epidemiology population change”. MilBank Memorial Foundation Quartely, nº. 49.
6. Según F. Viciana Fernández F. La transición demográfica y sanitaria en Andalucía
(tesis doctoral). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1996. Véase, así mismo, H. Picheral
(1996): « La transition sanitaire dans le monde ». Bulletin de l´Association des Géographes
Français, 1996, nº 2, pp. 77-81.
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infecciosas, continúan siendo las más frecuentes causas de muerte,
explicando una esperanza de vida hasta valores medios.
c) por último, una tercera etapa de “enfermedades degenerativas”, en
la que la mortalidad se estabiliza a niveles bajos y es la fecundidad
el factor dominante en el crecimiento demográfico. En esta etapa
las enfermedades degenerativas, el cáncer y las cardio-vasculares
desplazan a las infecciosas como primera causa de muerte, la morbilidad comienza a ser un hecho más importante que la mortalidad
en tanto que problema de salud y cobran relevancia problemas
nuevos tales como los accidentes, las adicciones a drogas y los
problemas mentales, en el contexto de sociedad con una alta o
muy alta esperanza de vida.
A las tres fases señaladas cabe añadir una cuarta fase7 caracterizada
por un retroceso relativo de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y otras degenerativas. Este retroceso es debido a los avances
médicos, a los cambios en el comportamiento de las personas (alimentos
sin aditivos y sin grasas, descenso del tabaquismo, etc.), a los programas de prevención comunitarios dedicados tanto a los grupos de riesgo
como al resto de la población y, finalmente, a la toma de conciencia de
que la salud es un hecho que depende de las actuaciones individuales,
pero también de las empresas, del Estado, y no solo del propio sistema
sanitario.
Como consecuencia la morbilidad crónica sigue afectando a la población, pero en menor medida y más tardíamente. Sin embargo a lo largo
de esta nueva etapa continúa el avance de la sociopatías, que dejan de
ser sólo propias de determinados subgrupos de población para hacerse
más generales: en los países desarrollados el estrés material, signo de
los pasados tiempos, en los países desarrollados y realidad actualmente
para tres cuartas parte de la humanidad, a paso al estrés existencial,
signo de los tiempos presentes8.
El desigual grado de transición epidemiológica en el mundo da lugar
a profundas desigualdades entre países y demuestra que el camino que
7. Así lo propone S.J. Olshanky y A. B. Ault en su artículo: “The four stage of epidemiologic transition: the age of delayed degenerative diseases” publicado en 1986, número
64, paginas 355-91, de la revista Milkbank.
8. Cfr. Ana Olivera Pol (1999): Geografia de la Salud. Madrid, Síntesis.
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aun le queda por recorrer a la humanidad en cuanto al desarrollo demográfico, epidemiológico y sanitario es largo y tortuoso como se constata
en el mapa de la Fig. 5 en el que se representa la contrastada esperanza
de vida entre unos y otras países. Las alejadas posiciones de las que
parte unos y otros países, unas y otras regiones del mundo, la violente
brecha que actualmente se abre entre los países desarrollados (el Norte)
y los del Tercer y “Cuarto Mundo” (el Sur), debe ser interpretada como
una manifestación más de los la profunda injusticia e inequidad social
que caracteriza al mundo actual.
5. A MODO DE CONCLUSIÓN. LOS RETOS FUTUROS: POR
UNA GLOBALIZACIÓN CON ROSTRO HUMANO
La desigualdad ante la muerte no es sino el más fiel reflejo de la
desigualdad ente la vida: la Demografía mide estas desigualdades y se
convierte en el más efectivo y —demasiadas veces— mudo testigo de
las mismas.
El calentamiento global y la reactivación de las viejas enfermedades
infecciosas que considerábamos casi erradicadas y la aparición de algunas
pandemias nuevas (junto al SIDA, que afecta a 34 millones de seres humanos, aparecen otras más inquietantes como el virus Ébola, la llamada
gripe asiática,…), la pobreza mundial (verdadero desafío moral para la
conciencia de la humanidad), la globalización y sus repercusiones en el
equilibrios del poder, el crecimiento del número de Estados incontrolados
no hace sino añadir incertidumbre y riesgo de que la brecha demográfica
en el mundo lejos de disminuir se agrande en el futuro.
La Humanidad aparece lastrada y, sin duda, condicionada por la
injusticia social y la desigualad, problemas éstos que no son regionales
sino globales. El mundo9 se ha hecho uno pero en el parecen que convivieran siglos diferentes.
En el mundo unas regiones avanzan en el plano económico, político,
social, de los derechos humanos, mientras que otras, como se ha demostrado relación a este fino indicador social que es la esperanza de vida,
retroceden y este retroceso, este ir hacia atrás y hacia abajo10 como
9. Como señala el ensayista A. Ortega en su ensayo “ Horizontes cercanos”, Madrid,
Taurus, página 28..
10. “No es hacia abajo ni hacia atrás la vida”, escribía Pablo Neruda
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