Ventana abierta Intercambio de regalos Para recordar: “Y por causa de ella, Faraón trató bien a Abram, y le regaló ovejas y vacas, asnos, siervos y criadas, asnas y camellos.” (Génesis 12:16) Según nuestro texto inicial, el Faraón llenó de regalos a Abram, cuando éste último dijo que Sara era su hermana (por parte de padre) y no su esposa, por temor que lo mataran (Génesis 12). Algo parecido les sucedió con el rey Abimelec, por causa de Sara le dio presentes al patriarca y por esa “mentirita a medias” por poco le cuesta la vida al gobernante (Génesis 20). Sin embargo, ninguno le quitó los obsequios otorgados. Era la costumbre oriental que cuando un caballero quería casarse con una señorita, debía darles “dotes” o regalos a los padres o familia cercana a dicha joven; está el caso de Abram; también, cuando él mandó buscar esposa para su hijo Isaac (Génesis 24:53). Jacob, al no tener dotes que dar, le correspondió trabajar por Raquel, y su suegro Labán, abusó de su confianza haciéndolo trabajar por sus dos hijas (ver Génesis 29). Los reyes, al visitarse unos a otros se llevaban regalos. Hasta hoy, casi todos los dignatarios se intercambian regalos en las visitas que propinan a otros países. Un caso clásico, es el de Salomón con la reina Sabá. La Biblia dice: “Y ella dio al rey 120 talentos de oro (4.080 kgs), mucha especiería y piedras preciosas. Nunca vino tan grande cantidad de especias, como las que la reina de Sabá dio al rey Salomón.” (1er libro Reyes 10:10). Le dio cosas de mucho valor y el relato dice que la reina salió ganando, ya veremos el por qué. También, observamos un hecho bien resaltante señalado en la Santa Escritura, cuando los reyes de oriente visitaron al recién nacido niño (Rey) Jesús y ellos le dieron: “Oro, incienso y mirra” (Mateo 2:11). Y eso (como propósito divino) le sirvió a José y María para ayudar a levantar al Hijo de Dios, ya que eran muy pobres; demostrado cuando presentaron a Jesús ante el Sacerdote, a los ocho (8) días de nacido, dando dos palomitas como ofrenda de agradecimiento (ver Lucas 2). Recordamos con cariño, cuando estudiamos en las escuelas: “14 de Septiembre de 1552”, o “Dr. Pablo Acosta Ortiz”, donde algunas de nuestras maestras promovían el intercambio y los regalos eran: Jabón de baño, útiles, enseres, colonias, entre otros. Hace poco, observamos en la televisión una publicidad dirigida a darle un buen uso a las utilidades y muestran a una familia pasándose de mano en mano, un solo regalo para todos por no haber dado buen uso al dinero. Al momento de caminar entre nuestra población y hablando de la escasez de alimentos, hacemos chiste al decir que para el intercambio de regalo deberíamos pedir: Papel higiénico, harina, azúcar, mantequilla, aceite de maíz, leche en polvo y otros productos que no se encuentra fácilmente, o están muy costosos. Tampoco desearíamos que nos regalasen productos sustraídos de algún negocio (obtenido en algún saqueo) o, comprado a precio súper irrisorio, porque el gobierno le haya colocado “la mano” a los mismos. En este sentido, cada comerciante tiene el deber y el derecho de demostrar porque vende a un precio y para ello están los gobernantes: Para que los comerciantes compren y vendan a precio justo. A veces nos preguntamos ¿Qué cosas podemos regalar? Si deseamos una sugerencia, aunque es algo personal, compartimos con la escritora E. de White, quien recomienda regalar cosas útiles, entre ellos algún libro (El hogar cristiano, cap. XVI, p.435). El Comentario Bíblico Adventista, T2, p.778, hablando del resultado del intercambio de regalos, o el encuentro entre Salomón y la reina Sabá, dice lo siguiente: “Después de que la reina de Sabá fue testigo de la sabiduría y de las obras de Salomón… puso énfasis principalmente en ensalzar al Dios de Salomón que le había dado sabiduría, prosperidad y una fama que se había difundido por todo el mundo. En vez de ensalzar al instrumento humano, con justicia dio la gloria a Dios. Su visita puede haber significado su conversión. Hay razones para creer que la reina estará entre los redimidos en el reino de Dios (Mateo 12:42)”. Si Jesús intercambió su vida por la nuestra ¿Qué le daremos al Salvador? Nuestro corazón es una buena propuesta ¿No les parece? Eduardo Iván González González www.ventanabiertalmundo.jimdo.com