Capitulo II - Universidad Francisco Gavidia

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UNIVERSIDAD FRANCISCO GAVIDIA
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES.
ESCUELA DE CIENCIAS JURÍDICAS
“LA PROTECCIÓN DE LA VIVIENDA FAMILIAR”
TRABAJO DE GRADUACIÓN PARA OPTAR AL GRADO
DE LICENCIATURA EN CIENCIAS JURÍDICAS.
PRESENTADO POR:
JUAN CARLOS GONZÁLEZ HERNÁNDEZ
BASTI CLARETH ORELLANA BLANCO
CÉSAR MANOLO RIVERA PÉREZ
ASESOR:
LIC. JAIME MAURICIO CAMPOS PÈREZ.
SAN SALVADOR, JULIO DEL 2003
2
UNIVERSIDAD FRANCISCO GAVIDIA
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES
ESCUELA DE CIENCIAS JURÍDICAS
AUTORIDADES
RECTOR:
INGENIERO MARIO ANTONIO RUIZ RAMÍREZ
SECRETARIA GENERAL:
LICENCIADA TERESA DE JESÚS GONZÁLEZ DE MENDOZA
DECANO DE LA FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y
CIENCIAS SOCIALES.
LICENCIADA ROSARIO MELGAR DE VARELA.
DIRECTOR DE LA ESCUELA DE CIENCIAS JURÍDICAS
DOCTOR JORGE EDUARDO TENORIO.
ASESOR:
LICENCIADO JAIME MAURICIO CAMPOS PÉREZ
3
INTRODUCCIÓN
La presente investigación tiene su fundamento y razón de ser en una
institución de naturaleza familiar y que si bien es cierto es de reciente creación
e incorporación en nuestro ordenamiento jurídico, establece un amplio régimen
de garantismo y protección a la vivienda que sirve de hogar en las relaciones de
familia que gozan del carácter de continuidad. Esta institución que acá aludimos
es la “Protección de la Vivienda Familiar”, que sirve además como un elemento
sustancial al momento de crisis en el matrimonio y que abarca - por función
extensiva - a las uniones no matrimoniales, ya que no hay que perder de vista
que la familia, no solo está formada por el matrimonio, sino también por la unión
no matrimonial y por el parentesco.
Cuando hablamos de la intervención de esta figura, en los casos de crisis
del matrimonio o de unión no matrimonial estamos estableciendo una relación
directa de protección que inspira a la norma con la situación que en el
desarrollo de las relaciones familiares pueden haber conflictos que pueden ir,
desde una disputa sobre la disposición de un bien propio del hogar, hasta un
divorcio; en esa orientación, media la figura de la protección de la vivienda
familiar, que como fin ulterior en sì establece la necesidad de preservar el
patrimonio familiar. Ello así, por cuanto dentro de ese patrimonio debemos
entender incluida la vivienda que sirve de hogar familiar, la cual en términos
simples debemos entenderla como la casa donde cohabita la pareja, con la
finalidad de procrear y educar a su descendencia, utilizándola como vivienda
permanente.
No
está
demás
mencionar
que
dicha
protección
recibe
su
fundamentaciòn o fuente de validez en el principio constitucional de igualdad de
los cónyuges; es, por tanto, que se orienta en la unidad de la familia y en caso
de desavenencias entre los mismos tratar de solucionarlas.
En nuestro
ordenamiento jurídico se encuentran diseminadas múltiples disposiciones, de
distintas normativas que tienen por objeto dicha protección, por lo cual en este
estudio aludiremos simple y exclusivamente a la que ampara nuestro Código de
Familia, para lo cual se hará un análisis extensivo de la misma.
4
ÍNDICE
CAPÌTULO I
ÍNDICE
Pág.
INTRODUCION2
1. Antecedentes ...................................................................................... 7
2. Problema de la Investigación .............................................................. 9
2.1 Planteamiento del Problema ....................................................... 9
3. Delimitación de la Investigación.......................................................... 11
4. Justificación de la Investigación.......................................................... 11
5. Objetivos de la Investigación .............................................................. 12
5.1 Objetivo General ......................................................................... 12
5.2 Objetivos Específicos .................................................................. 12
6. Estrategia Metodológica...................................................................... 13
6.1 Métodos y Técnicas Utilizadas .................................................... 13
CAPÌTULO II
MARCO TEÓRICO
MARCO DOCTRINAL.
1. Protección Constitucional ................................................................... 14
2. Régimen Patrimonial Primario del Matrimonio .................................... 15
2.1
El Deber de Contribución al Sustento de la Familia .......... 15
2.2
El Régimen de Deudas ..................................................... 17
2.3
El Amparo de la Vivienda Familiar .................................... 17
3. Protección de la Vivienda Familiar ...................................................... 18
3.1
Definición de Vivienda Familiar ......................................... 18
3.2
Definición de Familia ......................................................... 19
3.3
Antecedentes Históricos ................................................... 19
3.3.1 Justificación de la protección Normativa de la
vivienda familiar ................................................ 21
5
MARCO LEGAL
3.4
Formas de Protección de la Vivienda Familiar ............................. 24
3.4.1
La Limitación a la Libre Administración y Disposición del
inmueble que sirve de Vivienda Familiar .......................... 24
3.4.1.1 Asentimiento
3.4.1.2 Actos Mortis Causa ................................................ 30
3.4.1.3 Especial situación del Contrato de Arrendamiento . 30
3.4.2
La Constitución del Derecho de Habitación ................. 34
3.4.3
Adjudicación Preferencial al Cónyuge Sobreviviente
en la Comunidad Diferida ................................................. 36
3.4.4
El Uso de la Vivienda en la Sentencia de Divorcio,
y en la Unión no Matrimonial ............................................ 37
3.4.4.1 Situación Particular del Divorcio
por Mutuo Consentimiento ...................................... 39
3.4.4.2 Medidas Cautelares ................................................ 40
3.4.4.3 Medidas de Protección............................................ 41
3.5
Formas de Extinción ...................................................................... 42
3.5.1 Matrimonio o convivencia ulterior de quien habita el
inmueble ........................................................................... 42
3.5.2 La modificación de las circunstancias ................................ 43
4. Análisis Jurisprudencial....................................................................... 43
4.1 Litisconsorcio necesario ........................................................ 44
4.2 Cuidado personal de menor .................................................. 45
4.3 Protección per se de la Vivienda Familiar.............................. 47
4.4 Vulneración de los Derechos constitucionales de
propiedad y seguridad jurídica ............................................. 51
4.5 Constitución del Derecho de Uso de la Vivienda Familiar. .... 54
4.6 Constitución del Derecho de Uso para su Protección y la
asignación del Simple Uso de la Vivienda ............................. 55
6
CAPÌTULO III
1. Conclusiones ...................................................................................... 58
2. Recomendaciones .............................................................................. 60
3. Bibliografía .......................................................................................... 62
7
CAPÌTULO I
1. ANTECEDENTES
En el sistema infraconstitucional, la protección de la vivienda familiar era
amparada, en principio, en el Código Civil (1860), el cual establece los derechos
de uso y de habitación al referirse a la facultad de gozar de una casa y a la
utilidad de morar en ella, comprendiendo que ambos derechos se limitan a las
necesidades del usuario o del habitador y las de su familia, entendiendo por
esta última a “la mujer, los hijos legítimos y naturales; tanto los que existen al
momento de la constitución, como los que sobrevienen después, y esto aun
cuando el usuario o habitador no esté casado, ni haya reconocido hijo alguno a
la fecha de la constitución [...] y el número de sirvientes necesarios para la
familia” (Arts. 813 y 817 C.C.)
Por otro lado, se regula la institución de la protección de la vivienda familiar
a través de la Ley sobre el Bien de Familia (1933), el cual era instaurado sobre
“una casa de habitación situada en un solar rústico o urbano, donde esté
constituido el hogar, o sólo en una parcela de tierra rústica, donde deba
fundarse el hogar doméstico” (Art. 2). Los efectos bajo los cuales se
comprometía dicho bien de familia, se limitaban a que el inmueble no podía ser
hipotecado, gravado, donado, vendido, permutado o enajenado, dado en
anticresis y arrendado, mientras no se extinguiera legalmente (Art. 12 Inc. 1
L.S.E.B.D.F).
Aunque con el transcurso del tiempo, la institución del bien de familia
cayó en desuso, el Código de Familia (1994) estableció una protección mucho
más amplia y diferenciada respecto de aquél, incluso, por algunos entendida
que había sido derogada por éste; sin embargo, a partir de los Decretos
Legislativos números 446 y 447, de fecha 14 de Junio de 2001, el bien de
familia ha recibido técnicamente una reactivación, al regularse que: “las
viviendas que se construyan en terrenos propios, ya sea por entes privados o
por instituciones del Estado, en el marco de la reconstrucción a consecuencia
de los terremotos [...] se considerarán por ministerio de ley, como bien de
8
familia, a favor del padre, la madre y los hijos e hijas que convivan en el mismo
hogar, sea la unión matrimonial o no matrimonial” (Art. 1 Decreto No. 447).
A tal situación, se suma la forma de protección tutelada en la Ley Contra
la Violencia Intrafamiliar (1996), la cual expresa: “Para prevenir, sancionar y
erradicar las diferentes formas de violencia intrafamiliar se establecen las
siguientes medidas [...] otorgar el uso exclusivo por un plazo determinado, del
menaje de la casa de habitación a la persona agredida. Deberán
salvaguardarse especialmente la vivienda y el menaje amparados al régimen
del patrimonio familiar ( Art.7 Lit.(i) L.C.V.I).
Finalmente, cabe destacar que de acuerdo al marco constitucional
propuesto, haremos referencia acá a una importante diferencia entre el derecho
sobre la vivienda y el derecho a la vivienda; entendiendo el primero, como una
expresión del derecho individual a la propiedad (Art. 2 Cn.) y que en el Código
Civil, se denomina también dominio.
En efecto, conforme al Art. 568 Inc. 1 C.C., “Se llama dominio o
propiedad el derecho de poseer exclusivamente una cosa y gozar y disponer de
ella, sin más limitaciones que las establecidas por la ley o por la voluntad del
propietario” (subrayado fuera de texto).
En cambio, el derecho a la vivienda constituye una expresión que, desde
el punto de vista social, protege no sólo al individuo como tal, sino al grupo
social permanente llamado familia (Art. 2 C.F.).
En ese orden de ideas, surge en todo su esplendor el Art. 46 Inc. 1 C.F.
que establece, en el marco de las disposiciones generales a los regímenes
patrimoniales del matrimonio, una excepción a la libre administración y
disposición de los bienes personales, propios o comunes, según sea el régimen
económico aplicable, cuando se trate del inmueble que sirve de habitación a la
familia, requiriendo el necesario asentimiento del cónyuge no titular, para que
pueda ser enajenado, gravado o arrendado, bajo pena de nulidad.
9
Esta disposición legal constituye, desde luego, una limitación al Art. 568
C.C., con lo cual aparece, a luces claras, el derecho a la vivienda, desde un
punto de vista social.
Conviene subrayar, en este estado, que el presente trabajo únicamente
abordará las formas de protección de la vivienda familiar, contenidas en el Código
de Familia, de tal suerte que excluiremos de nuestro estudio la institución del bien
de familia.
2. EL PROBLEMA DE LA INVESTIGACION
En este primer capítulo, se hará referencia al planteamiento del problema,
la justificación del estudio, los objetivos que orientan el desarrollo de la presente
investigación, así como la delimitación del problema y la estrategia
metodológica a utilizar.
2.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
La razón de la protección de la vivienda familiar, surge a raíz que en la
familia existe una expectativa jurídica de disfrutar de un conjunto de bienes, de
modo estable y en principio indefinido, y entre los bienes a que hacemos
mención se encuentra en un lugar privilegiado la vivienda familiar, sobre cuya
destinación, deben influir en igualdad de derechos, ambos cónyuges cualquiera
que sea el régimen económico del matrimonio y el título de pertenencia del
inmueble.
El papel del derecho de familia toma relevancia importante cuando la
familia entra en crisis, por ejemplo, en las situaciones de divorcio, nulidad del
matrimonio o conflicto en cuanto a la disposición de bienes de la familia, y de lo
cual inferimos que el problema de la vivienda se agudiza en estos casos y se
10
materializa en la posible intervención del aparato judicial, a través de una doble
perspectiva; la cual se enmarca, principalmente en la protección de la vivienda
familiar, así como en un segundo momento que se refiere a la determinación de
a quién de los cónyuges corresponde el uso de la vivienda familiar, y de tal
manera resolver la inevitable tensión entre los bienes que se rigen por los
principios de los derechos reales y personales y las exigencias familiares que
son reguladas por el derecho de familia.
En este sentido, la vivienda familiar debe entenderse no sólo la conyugal,
es decir aquella donde, de manera permanente y estable y como centro de su
convivencia íntima han venido habitando los esposos e hijos del matrimonio,
sino también las personas que se encuentran bajo una relación de convivencia
y que presupone una actuación permanente del Estado en su consecución.
En el marco regulatorio salvadoreño dicha protección tiene su acogida en
nuestra normativa fundamental y en nuestro Código de Familia, formulándose
una amplia esfera que incluye varios elementos relacionados con la misma, los
cuales son: la limitación a la libre gestión del bien, el derecho de habitación, la
adjudicación preferencial, el bien de familia y el uso de la vivienda familiar.
Los objetivos del constituyente al regular esta figura fue lograr el
desarrollo pleno de los integrantes de la familia, de los cónyuges o convivientes
y de sus hijos, siendo necesario que se cuente con un patrimonio familiar, lo
que contribuye a darle estabilidad, permanencia y armonía a esa primordial
comunidad de vida, base de la sociedad y el Estado, por lo que se elevó a una
categoría constitucional, la obligación del Estado de regular las relaciones
personales y patrimoniales del matrimonio y de las uniones no matrimoniales.
11
Partiendo de la dimensión antes relacionada, la problemática que nos
interesa abordar está referida a la visión genérica que acoge nuestra normativa
con relación a la protección de la vivienda familiar, es decir, sus modalidades y
disolución.
En concreto, el problema de la investigación se enuncia así, ¿Cuál es la
eficacia que tiene LA PROTECCIÓN DE LA VIVIENDA FAMILIAR, es decir,
cuáles son los criterios jurisprudenciales utilizados por los Jueces de Familia en
torno al otorgamiento de la protección a la vivienda familiar en el ámbito jurídico
nacional como objeto de protección del ordenamiento constitucional y familiar
salvadoreño?
3. DELIMITACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN
El estudio abarca los antecedentes históricos de la protección de la
vivienda familiar, las modalidades y extinciones de la misma y un análisis crítico
comparativo de los diferentes criterios jurisprudenciales de los aplicadores de
justicia en materia familiar en nuestro país. Sin embargo, nuestro estudio
solamente comprenderá la protección de la vivienda familiar, contenido en el
Código de Familia, ya que debemos considerar que dicha institución también es
regulada por otras normativas jurídicas a las que ya anteriormente hemos
hecho alusión.
4. JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN
La presente investigación tiene como propósito principal realizar un
análisis de la aplicabilidad y efectividad de la protección de la vivienda familiar
en nuestro país, la cual se presta a mucha utilidad a la hora de resolver los
conflictos de familia.
Sin embargo, a pesar que la institución está vigente, tenemos la
percepción de que sus normas son poco comprendidas y por ende, mal
aplicadas, por los operadores judiciales, lo que amerita su análisis y
divulgación, a fin de lograr su eficacia práctica en el país.
12
5. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
5.1
OBJETIVO GENERAL
Analizar la eficacia y aplicabilidad de la protección de la vivienda familiar
en nuestro país.
5.2
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Describir los antecedentes históricos relacionados con la evolución de la
legislación referida a la protección de la vivienda familiar en nuestro país.
Analizar las modalidades y formas de extinción de la protección de la
vivienda familiar, establecidos en nuestra normativa familiar.
Sistematizar las diversas formas legales de protección de la vivienda
familiar.
Analizar cuáles son los efectos legales de la afectación de uno de los
cónyuges a la vivienda familiar.
Examinar los diversos criterios jurisprudenciales de nuestros aplicadores
de justicia familiar en los casos en que se dilucida el otorgamiento de la
vivienda.
13
6. ESTRATEGIA METODOLÓGICA
El desarrollo de la presente investigación se dividió en tres etapas
correlativas, a saber:
Recolección de la información, consistió en el acopio de la información
bibliográfica, documental y legal relacionada con la institución jurídica en
estudio.
Análisis de la información. En esta etapa se procedió a ordenar, clasificar
y analizar la información recolectada pertinente a la investigación.
Redacción del informe. En esta etapa se redactó el contenido relacionado
con la institución de la protección de la vivienda familiar.
6.1
MÈTODOS Y TÉCNICAS UTILIZADAS
Los métodos utilizados para el desarrollo de la investigación fueron el
método lógico, el método inductivo y deductivo; así mismo, se usaron las
técnicas de análisis de contenido, síntesis, bibliografía, resumen, fichas.
14
CAPÌTULO II.
MARCO TEÒRICO
MARCO DOCTRINAL.
1. PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL.
La protección de la vivienda familiar en El Salvador es una institución que
tiene su acogida en diversas normas del ordenamiento jurídico; tal situación, se
refleja en el rango constitucional que se otorga a la protección de las relaciones
patrimoniales de los cónyuges entre sí, conforme al Art. 33 Cn., que prevé: “ La
ley regulará las relaciones personales y patrimoniales de los cónyuges entre sí
y entre ellos y sus hijos, estableciendo los derechos y deberes recíprocos sobre
bases equitativas; y creará las instituciones necesarias para garantizar su
aplicabilidad”.
Asimismo,
en
nuestro
ordenamiento
primario
existen
algunas
disposiciones con matices sociales respecto a dicha protección, a saber: El Art.
103 Inc. 1 Cn., que “reconoce y garantiza el derecho a la propiedad privada en
función social”; el Art. 107 Ord. 3° que prohíbe toda especie de vinculación,
excepto el bien de familia; y finalmente, el Art. 119 que “declara de interés
social la construcción de viviendas. El Estado procurará que el mayor número
de familias salvadoreñas lleguen a ser propietarias de su vivienda”.
15
2. RÉGIMEN PATRIMONIAL PRIMARIO DEL MATRIMONIO.
Se trata de una serie de disposiciones comunes a todos los regímenes
patrimoniales con carácter imperativo.
Es un sistema jurídico conformado por diversos preceptos con relativa
armonía y funcionalidad, que tiene perfiles propios y específicos, no exento de
contingencias1. Podemos hacer una clara distinción entre el régimen patrimonial
primario imperativo, llamado también estatuto de base o estatuto fundamental,
que conforman las llamadas disposiciones comunes o generales a todos los
regímenes económicos del matrimonio, en contraposición a los de orden
secundario. La diferencia trasunta en ambos, ya que mientras éstos son
pasibles o de pactos entre los cónyuges, en aquéllos dominan los caracteres de
imperatividad, inderogabilidad y de orden público, cuyo fundamento está dado
por la solidaridad familiar que debe prevalecer en el orden patrimonial.
El régimen económico patrimonial primario está regulado en nuestra
normativa familiar, y en ese sentido contiene tres grandes aspectos:
a) El deber de contribución (Art. 38 inciso primero C. de F.)
b) El régimen de deudas (Art. 38 inciso segundo C. de F.)
c) El amparo de la vivienda familiar (Art. 46 de C.de F.)
2.1
EL DEBER DE CONTRIBUIR AL SUSTENTO DE LA FAMILIA.
En este aspecto nos referimos a las exigencias que deben suplir los
cónyuges, en virtud de lo que prescribe el Art. 38 del C.de F, en su primer
inciso, al manifestar que “ Los cónyuges deben sufragar en proporción a sus
recursos económicos, los gastos de familia. Si uno de ellos no tuviere bienes ni
gozare de emolumento alguno, el desempeño del trabajo del hogar o el cuidado
1
GAGLIARDO, Mariano, Sociedades de Familia y cuestiones Patrimoniales, Edit. Abeledo – Perrot,
Buenos Aires, Argentina, 1999, Pág. 152.
16
de los hijos se estimara como su contribución a tales gastos, con el mismo
significado que las aportaciones del otro ’’.
Tales gastos de familia se pueden agrupar de tres formas:
a) NECESIDADES DEL HOGAR:
Que comprende, en primer lugar, los gastos ordinarios de éste y de los
cónyuges e hijos; compra de comestibles; ropas para uno y otros; en
suma, todo lo necesario para la manutención de la familia y para su
asistencia médica, incluso los gastos de última enfermedad2. Igualmente,
los alquileres de la casa habitada por la familia y las obligaciones
derivadas de la adquisición de una vivienda. También se comprenden los
gastos de viaje. En cuanto a los alimentos en favor de los ascendientes
de uno de los cónyuges, no son necesidades del hogar si dichos
ascendientes no conviven con el matrimonio.
b) EDUCACIÓN DE LOS HIJOS:
El segundo caso es la educación de los hijos, entendida no en el sentido
estricto de gastos de instrucción, sino en el amplio de crianza o
mantenimiento. Los gastos realizados a favor de los hijos de uno solo de
los cónyuges que vivan en el hogar también están comprendidos, pues
se trataría de necesidades del hogar.3
c) CONSERVACIÓN DE LOS BIENES COMUNES:
En este apartado se incluyen las obligaciones contraídas para la
conservación de los bienes comunes, es decir, los gananciales en el
caso del régimen de comunidad diferida. Para lo cual, por bienes
comunes deben entenderse aquellos adquiridos durante el matrimonio
2
BELLUSCIO, Augusto Cesar, Manual de Derecho de Familia, Tomo 2, 7ª Edición, Astrea, Buenos
Aires, Argentina, 2002, Pág. 146.
3
BOSSERT, Gustavo A. y Zannoni, Eduardo A. Manual de Derecho de Familia, 4a Edición, Edit. Astrea,
Buenos Aires Argentina, 1996, Pág. 251.
17
por cualquiera de los cónyuges a título oneroso. En cambio, los gastos
de reparación de los bienes propios sólo pueden ser cobrados al
cónyuge propietario, mas como están a cargo de la comunidad, si se
pagan en dinero ganancial no dan derecho a la recompensa a favor de la
comunidad y si los pagan con dinero propio es acreedor de la comunidad
por la suma gastada, Art. 66 Numero 5 C.F.4
2.2
RÉGIMEN DE DEUDAS.
Para tal efecto, el Código de Familia en su Art. 38 Inc. segundo dispone lo
siguiente: “Si alguno de los cónyuges por incumplimiento del otro se hubiere
visto obligado a contraer deudas para sufragar los gastos de la familia, este
será solidariamente responsable de su pago”.
La legislación trata de proveer a la familia de un resguardo o “techo”
económico, asegurándole un mínimo de recursos patrimoniales que haga
factible la satisfacción de los fines matrimoniales de asistencia recíproca y el
cumplimiento de los deberes parentales.
2.3
EL AMPARO DE LA VIVIENDA FAMILIAR.
La protección de la vivienda familiar vincula a dos instituciones jurídicas:
La propiedad y la familia, debido a que la voluntad de ambos cónyuges es
necesaria, cualquiera que sea el régimen patrimonial elegido. Este es el sentido
del artículo 46 del Código de Familia, al expresar: “Cualquiera que sea el
régimen patrimonial del matrimonio, la enajenación y constitución de derechos
reales o personales sobre el inmueble que sirve de habitación a la familia
necesita el consentimiento de ambos cónyuges, so pena de nulidad”.
4
BELLUSCIO, A. C., Ob. Cit, Pág. 147.
18
Esta disposición se inspira en la presunción de colaboración entre los
esposos y en el principio de igualdad de los cónyuges. En caso de controversia
entre el interés del cónyuge titular, que ostenta un derecho sobre la cosa y la
necesidad del no titular, que invoca un derecho a la vivienda, el legislador se
pronuncia a favor del segundo.
Este es un supuesto en el que una circunstancia fáctica (el simple hecho
de destinar una vivienda privativa a hogar familiar), se impone y prevalece
sobre una facultad jurídica; es decir, la libre disponibilidad, que normalmente le
corresponde al titular de un derecho patrimonial, según el concepto de dominio.
Siguiendo a VIDAL TAQUINI, otra de las limitaciones que sufre la
administración y disposición separada de los bienes por el titular, es que cada
cónyuge no puede realizar actos en fraude de los derechos del otro, pues en tal
caso podrá solicitarse la disolución judicial y anticipada del régimen patrimonial.
Arts. 54 ord. 3º y 72 ord. 2º C.F.
3. PROTECCIÓN DE LA VIVIENDA FAMILIAR.
3.1
DEFINICIÓN DE VIVIENDA FAMILIAR.
La expresión “vivienda familiar” atrapa la idea de morada o habitación de la
familia. Es el lugar físico en que de modo permanente la familia desenvuelve su
realidad cotidiana. Es el sitio en el que la familia concreta su existencia, el lugar
determinado que ocupa, localizado en la ciudad o en una zona rural y que se
destina a la vida familiar.5
5
SENTENCIA, de la Cámara de Familia de la Sección del Centro S.S., del 24/09/01, REF.:3-A-2001.
19
3.2
DEFINICIÒN DE FAMILIA.
La definición de familia que reviste los caracteres màs plenos de juricidad
es la que obtenemos del Código de Familia, el cual en su artículo 2 prescribe:
”La familia es el grupo social permanente, constituido por el matrimonio, la
unión no matrimonial o el parentesco”. Y en esta correlación de ideas podemos
citar otra definición de familia, según el argentino Elías Gustavino, que dice “ la
familia constituye una entidad concreta de dimensiones variables que en cada
país corresponde a la propia realidad histórica, social y económica, pero se
trata una sola familia plurimensurable y cambiante.”6
3.3
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA PROTECCIÓN DE LA
VIVIENDA FAMILIAR EN EL SALVADOR.
El origen más remoto de dicha institución en nuestro país puede
remontarse a la Ley sobre el Bien de Familia, emitida bajo el Decreto Legislativo
número 74, de la fecha de 2 de junio de 1933. De acuerdo al Código Civil de
1860, cuyas normas sobre el derecho de familia fueron derogadas al entrar en
vigencia el Código de Familia, a partir del primero de octubre de 1994; el
régimen patrimonial del matrimonio era el de separación de bienes, lo que en
realidad produjo efectos desiguales en el seno de los hogares, tanto durante en
el matrimonio como al momento de la disolución.
Si bien es cierto, que legalmente existió la posibilidad de establecer
regímenes de comunidad mediante capitulaciones matrimoniales, en la práctica
nadie optó por dicho régimen y todos los matrimonios se sometieron al
supletorio de la “separación de bienes”, con las injustas consecuencias: el titular
6
Citado en CALDERON DE BUITRAGO, ANITA Y OTROS, Manual de derecho de familia, Centro de
Información Jurídica, San Salvador, 1996, Pág.10.
20
del dominio sobre los bienes, era el que llevaba todas las ventajas en caso de
conflicto.
Por lo antes expuesto en el Código de Familia se introdujeron novedades
legislativas y una de ellas es la protección de la vivienda familiar, como parte de
todo el componente denominado en la doctrina, “El Patrimonio Familiar”; y que,
de acuerdo a nuestra Constitución se ha querido garantizar conforme a lo
prescrito en el articulo 119; así como en el artículo 107 ordinal tercero de la
misma norma fundamental en el denominado “Bien de familia”.7
Con base a esas y otras disposiciones constitucionales, en el proyecto
original del Código de Familia que fue enviado a la Asamblea Legislativa, se
establecieron otras regulaciones sobre el tema, las cuales fueron suprimidas a
la hora de aprobarse dicho Código por las comisiones y el pleno de la Asamblea
Legislativa; lo cual originó algunas fallas en la redacción de algunos artículos,
por ejemplo, el Art. 46 Incs. 2 y 3.
Sin embargo, se introdujo genéricamente, una protección de la vivienda
familiar más amplia que faculta, entre otras situaciones, que se pueda constituir
un derecho real de habitación sobre el inmueble que sirve de vivienda familiar,
cualquiera que sea el régimen patrimonial del matrimonio y cumpliéndose los
requisitos que determina el Art. 46 Inc. 2 y 3 C. F.; además de la adjudicación
preferencial de la vivienda donde los cónyuges tuviesen su residencia habitual,
en el régimen de comunidad diferida (Art. 81 Ord. 4º); y finalmente, los Arts.
111 Inc. 3 y 124 Ord. 5º) C. F., que prescriben : “La sentencia de divorcio
dispondrá además
a quien de los cónyuges corresponderá el uso de
la
vivienda, y de los bienes muebles de uso familiar” y “La sentencia declarativa
de la existencia de la unión, en los casos del
7
inciso
primero del articulo
SÁNCHEZ VALENCIA, José Arcadio, en Revista “Somos”, Órgano Informativo de la Universidad
Salvadoreña, Alberto Masferrer, No 9, Año 111, San Salvador, 1998, Pág. 16.
21
precedente,
determinará: A quien corresponderá
el uso de la vivienda
y
menaje familiares”.
Lo previsto en las disposiciones citadas alude a dos hipótesis que tienen
relación entre sí, pero difieren en sus alcances y fines.
La Ley sobre el Bien de Familia a que hemos hecho alusión, con el tiempo
prácticamente entró en desuso, pero es importante mencionar que a raíz de los
fenómenos sísmicos (terremotos) suscitados a inicios del año 2001, se crearon
los decretos Legislativos números 446 y 447, de fecha 14 de junio de 2001, que
técnicamente han venido a reactivar dicha ley; ya que, en virtud de los mismos
se consideran por ministerio de ley, como bien de familia, las viviendas que se
construyan en terrenos propios, ya sea por entes privados o por instituciones
del Estado en el marco de la reconstrucción nacional.
3.3.1 JUSTIFICACIÓN DE LA PROTECCIÓN NORMATIVA DE LA VIVIENDA
FAMILIAR.
El Art. 46 C.F., consagra un régimen de protección como ya lo hemos
definido. No es ninguna innovación, pues su origen se remonta a la Edad
Media, siendo recogida en la gesammte hand. Actualmente son numerosas las
legislaciones que prevén sistemas similares.
Para el argentino Spota, la norma está dirigida al amparo de la familia,
provocando la coparticipación de los cónyuges en los negocios jurídicos de
mayor trascendencia patrimonial, que pueden lesionar la base económica del
núcleo familiar y en impedir que sobrevengan los actos fraudulentos que un
cónyuge pretende realizar en perjuicio del otro.
Para Santiago Fassi, sin negar que la prevención del fraude es
fundamento de la norma, le atribuye una finalidad mucho más amplia y es la
22
preservación del patrimonio común, del empobrecimiento que pueda derivarse
de la ligereza, mala fe o imprevisión del cónyuge titular; para lo cual se exige
que el titular coincida con el no titular en la conveniencia de la enajenación.
El motivo de su implantación, según Guillermo Borda, es acentuar la idea
de comunidad en el matrimonio, es decir, hacer más viva y operante la
comunidad conyugal y reafirmar que los bienes comunes pertenecen a ambos
cónyuges; proteger al cónyuge no
administrador contra la mala fe del
administrador, evitando que cuando las relaciones empiezan a deteriorarse se
pueda enajenar real o simuladamente los bienes adquiridos durante el
matrimonio, burlando así, los derechos del otro cónyuge y la circunstancia de
que, si bien la protección legal alcanza a ambos cónyuges, la principal
beneficiaria es la mujer.
Cafferata, opina que la protección del cónyuge contra el fraude de que lo
puede hacer víctima el cónyuge titular no agota el contenido de la disposición,
pues el interés familiar es también motivo de protección.
Belluscio, considera que posiblemente en la mente de los legisladores
haya estado la necesidad de impedir por este medio los actos de un cónyuge
tendientes a burlar los derechos del otro, tan comunes cuando se prevé el
próximo divorcio. 8
A pesar que la doctrina y jurisprudencia extranjera sobre este punto es
pacífica, en el ámbito salvadoreño la protección de la vivienda familiar contenida
en el Art.46 C.F., tiene criterios divididos. Para tal efecto, podemos referirnos a
un primer criterio el cual hace referencia a que “el cónyuge titular del dominio
del inmueble, cualquiera que sea el régimen patrimonial del matrimonio no tiene
8
VIDAL TAQUINI, Carlos H, El régimen de bienes en el matrimonio, Edit. Zavalia, Buenos
Aires, Argentina,1971, Pág. 354.
23
plenos poderes de disposición sobre él, constituyendo tal disposición una
protección PER SE( por sí misma ) de la vivienda familiar”.
Así, pues, se sostiene que constituye una verdadera limitación al derecho
de Propiedad en beneficio de la familia. Art.107 Ord. tercero de la Cn.
En abono a dicha tesis, conviene destacar que el Art. 46 C.F. no es una
creación, del legislador salvadoreño, sino que más bien su incorporación a la
normativa nacional obedece al evidente desequilibrio palpable a través de la
historia jurídico social del país, que ocasiona la titularidad, dominio exclusivo de
la propiedad a favor de uno de los cónyuges sobre el inmueble que sirve de
habitación a una familia.
Un segundo criterio, que diverge con el antes mencionado, es el que
considera que para poder hacer efectiva “la protección a la vivienda familiar” es
necesario previamente haber hecho su constitución por cualquiera de los
medios establecidos por la ley, es decir: 1)EXTRAJUDICIALMENTE: cuando los
cónyuges o convivientes voluntariamente, mediante escritura pública o en acta
ante el Procurador General de la Republica o Procuradores Auxiliares
Departamentales, constituyen un derecho real de habitación a fin de que no
pueda ser objeto de ningún gravamen, venta, enajenación o constitución de
derechos reales o personales que deban respetarse; 2)JUDICIALMENTE:
cuando no exista acuerdo entre éstos será el juez quien podrá autorizar lo
siguiente: a) La destinación del inmueble para vivienda familiar constituyendo su
protección. b) La enajenación de ese inmueble cuando haya precedido la
constitución de la vivienda familiar; c) La constitución de derechos reales o
personales; d) La sustitución del inmueble que sirve de vivienda familiar.
Por lo tanto, se resume que las dos tendencias mayoritarias radican en
que la primera de ellas considera que la protección de la vivienda familiar opera
por sí misma, con el solo hecho de constituir el hogar familiar de un matrimonio
24
o de una unión no matrimonial (Art.119 C.F); y en contrasentido a ésta, tenemos
la postura que defiende que dicha protección no opera por sí misma, sino que
necesita de un acto material externo de los cónyuges para constituir sobre dicha
vivienda tal protección. Este es el doble sentido de la sentencia de apelación,
de fecha 24 de diciembre de 2001 de la CÁMARA DE FAMILIA DE LA
SECCIÓN DEL CENTRO, de San Salvador, en el proceso clasificado al número
REF: 3-A-2001.
MARCO LEGAL.
3.4
FORMAS DE PROTECCIÓN DE LA VIVIENDA FAMILIAR.
Las formas de la protección de la vivienda familiar diseminadas en el Código
de Familia son cuatro, a saber:
-
La limitación a la libre administración y disposición del inmueble que sirve
de vivienda familiar.
-
La constitución del derecho real de habitación.
-
La adjudicación preferencial al cónyuge sobreviviente en la comunidad
diferida.
-
El uso de la vivienda familiar en la sentencia de divorcio y de la unión no
matrimonial.
3.4.1 LA LIMITACIÓN A LA LIBRE ADMINISTRACIÓN Y DISPOSICIÓN DEL
INMUEBLE QUE SIRVE DE VIVIENDA FAMILIAR.
Dicha limitación se manifiesta en el Art. 46 Inc. primero del C.F., el cual
manifiesta: “Cualquiera que sea el régimen patrimonial del matrimonio, la
enajenación y constitución de derechos reales o personales sobre el inmueble
que sirve de habitación a la familia, necesita del consentimiento de ambos
cónyuges, so pena de nulidad”.
25
Aunque la disposición antes citada, se refiere al CONSENTIMIENTO, la
doctrina
predominante
sostiene
que
se
está
en
presencia
de
un
ASENTIMIENTO desde el punto de vista que el no titular no codispone.
En general, los actos jurídicos patrimoniales pueden ser clasificados,
según la mayor o menor amplitud de los efectos de cada especie, en tres
grupos que ORGAZ ha caracterizado así:
a) Actos de disposición: son los que disminuyen o modifican sustancialmente
los elementos que forman el capital del patrimonio o comprometen su porvenir
por largo tiempo, tales como la enajenación, constitución de derechos reales o
el arrendamiento por muchos años de los inmuebles.
b) Actos de administración: son los que tienen por objeto hacer producir a
los bienes los beneficios que normalmente puede obtenerse de ellos,
respetando su naturaleza y destino. La enajenación de muebles puede ser un
acto de administración, como por ejemplo, cuando se vende la producción
agropecuaria o las mercaderías de un comercio; pero, también puede ser un
acto de administración la enajenación de inmuebles que pertenecen a los
mismos.
c) Actos conservatorios: son los que tienen por finalidad conservar un
derecho patrimonial, en eminente peligro de perderse, como la interrupción de
una prescripción; la venta de cosas fácilmente perecederas; o la inscripción o
reinscripción de una hipoteca. La enajenación de muebles perecederos es,
pues un acto conservatorio. Pero, todavía se concibe la existencia de actos
conservatorios que impliquen la enajenación de inmuebles por accesión, por
ejemplo si se vende la demolición de un edifico que amenaza ruina y perjuicio
para los linderos. 9
9 BELLUSCIO,
A.C, Ob. Cit ,Pág. 117.
26
ZANNONI10 distingue entre: a) Actos de disposición o de administración
extraordinaria: aquellos que provocan una alteración sustancial del capital del
patrimonio, como la enajenación, constitución de derechos reales y abdicación
de derechos renuncia o transacción, y b) Actos de administración ordinaria: los
que tienen por finalidad la conservación del capital de un patrimonio o la
obtención de rentas, utilidades o productos que correspondan de acuerdo con
su destino económico.
La limitación a que hacemos referencia en el Art. 46 C.F., solamente es
extensiva para los ACTOS DE LIBRE ADMINISTRACIÓN Y DISPOSICIÓN, por
lo cual debemos entender que la limitación se acentúa en cuanto a prohibirle a
cualquiera de los cónyuges a constituir cualquier derecho real, es decir, el de
herencia, usufructo, uso o habitación, dominio, servidumbre, prenda, hipoteca; o
bien, uno personal, como el de crédito o arrendamiento del inmueble que sirve
de vivienda familiar, sin el asentimiento del otro cónyuge. Art. 567. C.Civ.
La referida limitación a la facultad de
disposición,
que restringe la
realización de un acto inconveniente para el cónyuge no titular, no resulta un
acto de codisposicion del cónyuge que cumple con tal situación, sino una forma
de completar una manifestación de voluntad de por sí insuficiente para producir
efectos jurídicos; por lo que estamos en presencia de requerir un asentimiento
conyugal y no consentimiento, como equivocadamente lo entendió nuestro
legislador.
Sin embargo, el cónyuge que debe prestar el asentimiento puede oponerse
al acto de disposición, alegando como justas causas de su negativa la
imprescindibilidad del inmueble o el conflicto que sufriría el interés de la familia
a consecuencia del acto de disposición que se pretende efectuar, con el
cónyuge
titular del inmueble. En tal caso, será el juez de familia quien
autorizará dicho acto, en interés de la familia. Art.46 in fine C.F.
10
Citado por BELLUSCIO, A. C. Ob. Cit, Pág. 118.
27
3.4.1.1 ASENTIMIENTO.
Es
de
importancia
establecer
la
diferencia,
entre
los
términos
ASENTIMIENTO Y CONSENTIMIENTO, pues, la expresión normativa emplea
el término consentimiento para referirse a la intervención conjunta de los actos
ahí descritos (Art.46 inc. primero C.F).
La doctrina11 ha preferido la utilización del vocablo asentimiento, entendida
como tal, la venia, aquiescencia, conformidad o autorización, para designar a la
integración complementaria que otorga eficacia o relevancia al negocio jurídico
celebrado; en cambio, la fórmula ”consentimiento”, se orienta más a la
declaración de voluntad integradora del acto, ya que el cónyuge titular es quien
puede disponer o gravar el bien propio (inmueble en donde está asentado el
hogar conyugal) o ganancial para los cónyuges sujetos al régimen de
comunidad diferida.
Sin embargo, el cónyuge titular del dominio puede suplir ese asentimiento
con la autorización judicial, siempre y cuando se demuestre que el inmueble no
es utilizado como vivienda familiar, o cuando sea de beneficio para la familia;
por lo que, el cónyuge que otorga su asentimiento, vendría a complementar la
manifestación de voluntad del propietario.
La vivienda familiar, es el lugar donde habita la pareja conyugal o
conviviente, existan o no hijos; de ahí que podemos decir que la protección
legal de la vivienda y del mobiliario familiar es una consecuencia del matrimonio
y en su caso, de la unión no matrimonial y no del nacimiento de hijos, por lo
que no debe condicionarse a que haya descendencia, ni suprimirse en el caso
11
En Argentina, es la opinión de la mayoría de la doctrina, con excepción de Fassi – Bossert para quienes
el termino consentimiento ha sido correctamente utilizado (confr. AIDA KEMELMAJER DE
CARLUCCI, Aída Rosa, Protección Jurídica de la Vivienda Familiar, Edit. Hammurabi, Buenos Aires,
Argentina, 1995, Pág. 180.
28
que los hijos se hayan independizado de sus padres y ya no residan en el
hogar familiar.
La norma jurídica en cuestión no se refiere a una sola cosa o una cosa
compuesta, sino en cierto aspecto a una unidad teleológica en la que se
integran la vivienda habitual y los objetos necesarios para la vida en común
incluidos en ella; no se trata, pues, de proteger el techo sino también el
mobiliario mínimo.
En ese sentido, la doctrina coincide en que no están comprendidos los
efectos de comercio, alhajas, colecciones científicas o artísticas, medallas,
armas, ropas de vestir, mercancías, Etc. No están comprendidos los objetos
valiosos que adornan la casa, aunque se estén utilizando, si son sustituibles de
ser cambiados por otros que presten la misma utilidad.
Los efectos de la omisión del asentimiento se centran en dos tendencias
principales, una primera corriente de opinión sustenta que el acto resulta
INOPONIBLE al cónyuge cuyo asentimiento se ha omitido en el negocio
jurídico, siendo válido entre las partes contratantes.
Otra tendencia muy distinta manifiesta que el acto otorgado por uno de los
cónyuges, sin el asentimiento del otro esposo, ni la autorización judicial
supletoria, padece de NULIDAD. La declaración de nulidad del acto jurídico
puede ser peticionada por el cónyuge cuyo asentimiento se ha omitido o bien
por sus sucesores, y habiéndose dispuesto la exigencia del asentimiento a favor
del cónyuge no titular el acto puede ser confirmado por él o por sus sucesores,
por cuanto esta nulidad es de tipo relativo, es decir confirmable, tal como lo
manifiesta el Art. 1554 del Código Civil; el cual literalmente dice: “ La nulidad
relativa no puede ser declarada por el Juez sino a pedimento de parte; ni puede
pedirse su declaración por el ministerio publico en el solo interés de la ley; ni
puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes
29
o por sus herederos o cesionarios; y puede sanearse por el lapso de tiempo o
por la ratificación de las partes”.
La acción de nulidad del acto otorgado sin el asentimiento del otro esposo
o la autorización judicial pertinente, prescribe a los veinte años contados a partir
del día en que se tomó conocimiento del negocio jurídico viciado de nulidad, en
perjuicio de la vivienda familiar, según los términos del Art. 2254 inc. 10 del C.C.
Otras implicaciones de la operatividad del asentimiento, resultan de que en
el supuesto de constitución de hipotecas u otros gravámenes, que claramente
queda incluido en el artículo en referencia, se impone el asentimiento del
cónyuge no titular aunque recaiga sobre un bien propio del otro.
Se evidencia que el requisito del asentimiento del cónyuge no propietario
frente a la constitución de gravámenes tiende a protegerlo de la posible
ejecución forzada de la vivienda. Por lo tanto, cuando se adquiere un inmueble
garantizando al saldo de precio con hipoteca, puede ser aconsejable requerir el
asentimiento para bondad del titulo y porque el gravamen puede comprometer
el interés familiar.12
Aun cuando para constituir una hipoteca es necesario ser propietario del
inmueble y tener capacidad para enajenar bienes inmuebles (Art. 2163 C.C),
consideramos que no sería necesario solicitar el asentimiento en el caso antes
mencionado,
porque
el
acto
de
compra
y
constitución
de
hipoteca
habitualmente se realiza en un tiempo único, adquiriéndose un dominio que
desde el comienzo está disminuido por la hipoteca, produciendo como efecto
normal el acrecentamiento del patrimonio con un bien que después no se podrá
disponer sin el asentimiento del cónyuge no propietario.
12
VIDAL TAQUINI, C. H, Ob. Cit, Pág. 369.
30
Por otra parte, el marido no puede hacer donaciones del bien raíz del
matrimonio, que sea destinado a vivienda familiar sin el asentimiento de la
mujer o autorización suplementaria del juez, evidentemente, la restricción se
extiende
a la mujer, quien no podrá hacer donaciones sin el acuerdo del
marido.
3.4.1.2 ACTOS MORTIS CAUSA.
Otra cuestión discutible es si el Art. 46 Inc. 10 C.F, se aplica a los actos de
disposición MORTIS CAUSA. Una primera tesis afirma que un cónyuge no
puede disponer la vivienda propia en un testamento, sin el asentimiento del
cónyuge; por lo que esta tesis contradice el carácter personalísimo del
testamento.
La posición contraria razona la solución siguiente: todo acto de disposición
importa una renuncia, o una enajenación o un gravamen; en el testamento no
hay ni enajenación, ni renuncia, ni gravamen, por ende no se requiere al
asentimiento conyugal.
Nuestro criterio se ajusta a la primera tesis, ya que si bien el testamento es
un acto personalísimo, unilateral y gratuito, tampoco debemos olvidar que
estamos frente al amparo de la vivienda familiar; por lo que en nuestra opinión,
el asentimiento conyugal es necesario también en los actos MORTIS CAUSA.
3.4.1.3 ESPECIAL SITUACIÓN DEL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO.
Igual cuestionamiento surge en el contrato de arrendamiento, el cual a
nuestro parecer es una excepción a la regla general que estipula el Art. 46 Inc.
10 C.F, desde el punto de vista que la vivienda familiar siempre se constituye
sobre un inmueble propio; es decir, que sea propiedad de alguno o de ambos
cónyuges, por lo cual planteamos la interrogante siguiente: ¿ Será necesario tal
31
asentimiento en el caso de que uno solo de los cónyuges, unilateralmente trate
de modificar dicha situación jurídica, es decir, el contrato de arrendamiento,
como por ejemplo que pretenda rescindir o dar por terminado el contrato o que
establezca un subarriendo sobre dicho inmueble que sirve como vivienda
familiar?
El contrato de arrendamiento constituye una excepción a la regla antes
expresada, porque para materializar cualquier modificación al mismo, también
se debe tomar en cuenta la voluntad del otro cónyuge, aunque en este caso
ninguno sea propietario de dicho inmueble; sin embargo, debemos regirnos por
la preeminencia que como institución de derecho social tiene la familia, es por
ello que en ningún momento podemos aceptar la vulneración de un derecho de
carácter familiar (institucional), en beneficio de un solo cónyuge; aunque está
claro que esto no significaría provocar una mutación de titularidad (subrogación)
en el arrendamiento, ni una elevación del cónyuge no contratante al carácter de
cotitular del acuerdo, simplemente se hace prevalecer su derecho de
cohabitación y del uso de la vivienda en el entendido que el cónyuge
contratante o titular del contrato también puede realizar actos de disposición.
Es importante la aclaración que en nuestro país y específicamente en el
Art. 46 Inc. 1° C.F, no se incluye la figura del arrendamiento, pero haciendo una
interpretación extensiva y analógica de dicha figura podemos decir que la
misma puede tener aplicabilidad, ya que coadyuvaría al principio constitucional
de que “se declara de interés social la construcción de viviendas. El Estado
procurará que el mayor número de familias salvadoreñas lleguen a ser
propietarias de su vivienda[....]” (Art. 119 Cn.); sin embargo, debemos ubicarnos
en el entorno fáctico salvadoreño y decir que en nuestro país la mayoría de
familias carecen de vivienda propia, por lo que la mayoría de ellas acuden a la
figura del arrendamiento.
32
Entonces, consideramos que la protección debe ampliarse a los inmuebles
pertenecientes a terceros ajenos a la familia, en virtud que se cumple con dos
supuestos principales: el de estar sujetos a un contrato de arrendamiento y el
de constituir una vivienda familiar, por tal razón se evidencia una protección
estatal al interés familiar regulado en el Art. 33 Cn.
Otra cuestión distinta radica en analizar cuáles son las soluciones jurídicas
que se plantean, cuando surge la acción antijurídica de omitir el asentimiento
del otro cónyuge, por ejemplo, el caso de que un cónyuge contratante
(arrendatario) del inmueble que sirve como vivienda familiar decida dar por
terminado unilateralmente el contrato de arrendamiento sin consultar a su
cónyuge. Para tal efecto sugerimos tres soluciones:
A) La solicitud de una Medida Cautelar: en este supuesto estamos
ante la posibilidad de solicitarle al Juez por parte del cónyuge afectado
por la actuación del otro cónyuge, el decreto de una medida cautelar, en
un principio por la permanencia, perdurabilidad y continuidad que tiene
invívita la vivienda familiar, ya que ante tal situación la misma no puede
quedar en un estado indefinido, ya que está en juego el interés familiar y
de cohabitación en un techo común.
En tal sentido, la medida cautelar puede solicitarse para la
protección personal de los miembros de la familia o evitar que se causen
daños graves o de difícil reparación a las partes [... ], según el Art. 76 de
la Ley Procesal de Familia. La invocación de tal medida radica también
en la rapidez de los actos jurídicos, realizados por uno de los cónyuges
en detrimento del derecho de la habitación a que también tiene acceso el
otro cónyuge no titular del contrato, en virtud de una eventual acción de
desalojo por el tercero propietario del bien inmueble arrendado.
33
B) La acción de nulidad: para tal efecto estaríamos ante la
posibilidad de ejercer judicialmente la acción de nulidad contra el acto
ejercido en perjuicio o como fraude del cónyuge que debió dar su
asentimiento; claro está que, en amplio sentido, debemos entender que
el cónyuge titular del contrato de arrendamiento del inmueble utilizado
como vivienda familiar también dispone, pero solo del derecho personal
de uso que el contrato en mención le confiere, aunque en un sentido
estricto no sea un propietario; por tal razón, si el mismo omitió pedirle el
asentimiento al otro cónyuge podríamos estar ante el supuesto de una
nulidad relativa, la cual no puede ser declarada por el Juez sino a
pedimento de parte[...] ni puede alegarse sino por aquellos en cuyo
beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o cesionarios,
y puede subsanarse por el lapso del tiempo o por la ratificación de las
partes (Art. 1554 C.C.).
Esta solución en términos procesales y cronológicos no es tan
satisfactoria, debido a la mora procesal que aquejan nuestros
operadores de justicia; ya que el dinamismo que en ciertas situaciones
reflejan las relaciones familiares implican una actuación rápida que
otorgue seguridad jurídica a las mismas; sin embargo, como solución, no
tan inmediata como la medida cautelar también puede ser viable desde
nuestro punto de vista.
C) La imposición de una medida de protección: esta situación se
plantea en aplicación extensiva de la Ley Contra la Violencia
Intrafamiliar.
Por cuanto tal ley prescribe que “constituye violencia intrafamiliar
cualquier acción u omisión directa o indirecta que cause daño,
sufrimiento físico, [...] a las personas integrantes de la familia” (Art. 3 Inc.
1° L.C.L.V.I.); en dicho articulo se incluye como forma de violencia
intrafamiliar la patrimonial entendida ésta como: “Acción u omisión de
quien afecte o impida la atención adecuada de las necesidades de la
34
familia o alguna de las personas a que se refiere la presente Ley; daña,
pierde, sustrae, destruye, retiene, distrae o se apropia de objetos,
instrumentos o bienes”.
De tal modo que la Violencia por extensión, no solo puede ser física
sino también patrimonial, por lo cual en este orden de ideas podríamos
incluir cualquier perjuicio en detrimento del cónyuge que no dio su
asentimiento para modificar la relación jurídica producto del contrato de
arrendamiento, dentro de la noción de “daño” de que nos habla el
artículo arriba mencionado.
Por lo cual una afectación de tal magnitud, sobre todo podría
implicar una violación al derecho de alimentos, que debe un cónyuge a
favor de sus hijos y su cónyuge en principio, entendiéndose incluidos en
los mismos las necesidades de habitación a las que hacemos en este
sentido alusión (Art. 247 y 248 C.F.).
Por esa razón, ante tal cuadro fáctico es viable la imposición de una
medida de protección que otorgue “el uso exclusivo por un plazo
determinado del menaje de la casa de habitación a la persona agredida;
También deberán salvaguardarse especialmente la vivienda y el menaje
amparados al régimen del patrimonio familiar” (Art. 7, Lit. i, L.C.L.V.I.).
Dicha medida podrá ser otorgada ya sea por el Juez de Familia y los
Jueces de Paz.
3.4.2 LA CONSTITUCIÓN DEL DERECHO DE HABITACIÓN.
La constitución del derecho de habitación, que acá hacemos énfasis es la
que sobreentiende a la habitación como aquella, que refleja las siguientes
características: 1) Es un derecho real que consiste en la facultad de gozar de la
utilidad de morar en una casa (Art. 813 C.C.); 2) Se limita a las necesidades
personales del usuario o habitador (Art. 817, Inc. 1° C. C); 3) Es intransmisible,
no puede cederse, prestarse o arrendarse (Art. 821 C. C.); 4) Que es facultativa
35
u optativa por los cónyuges o convivientes y para su constitución debe reunir
ciertos requisitos mencionados a continuación:
a) Puede acordarse por los cónyuges en escritura pública o en acta ante el
Procurador General de la República o Procuradores Auxiliares
Departamentales;
b) Debe inscribirse en el Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas
correspondiente.
c) Sólo puede destinarse un inmueble y este tiene que estar libre de
gravámenes y sin proindivisión con terceros;
d) La titularidad del dominio sobre el inmueble puede corresponder a
cualquiera de los cónyuges o a ambos;
e) Se puede constituir por resolución judicial en caso de conflicto entre los
cónyuges, llenándose los requisitos indicados anteriormente.
f) Una vez constituido el derecho de habitación para la enajenación del
inmueble destinado a ese fin, se necesita el asentimiento de ambos
cónyuges -independientemente de quien sea el titular del derecho de
dominio- sin perjuicio que el Juez pueda autorizar la destinación,
enajenación, constitución de derechos reales o personales sobre el
inmueble de que se trate, respetando el interés de la familia.
La segunda protección que tutela el artículo 46 Inc. segundo y tercero del
C.F, no obstante aparecer regulada por dicha normativa, se debe aplicar
haciendo uso extensivo de lo que prescribe el Código Civil en sus artículos 813
y siguientes.
Puede mediar también la autorización judicial en el caso que “no pudiere
obtenerse el consentimiento de uno de los cónyuges, el Juez, a petición del
otro, podrá autorizar la destinación, la enajenación, la constitución de derechos
reales o personales o la sustitución, según el caso, atendiendo al interés de la
familia” (Art. 46, Inc. 4° C.F.).
36
La doctrina sostiene que ante tal situación se debe dirigir su atención al
"interés de la familia”, afirmando algunos que sólo puede suplir la voluntad del
cónyuge en los actos a título oneroso, pero no en los gratuitos; con este criterio
se ha dicho: “No cabrá suplir con la autorización judicial la negativa de un
cónyuge si es que el otro pretende disponer de la vivienda o el mobiliario a titulo
gratuito”.13
Además, se ha declarado doctrinariamente que puede ser justa causa de
oposición a la disposición de un inmueble que sirva de habitación, la
circunstancia de que en él tenga su asiento el hogar, haya o no hijos menores o
incapaces;
sin embargo los cónyuges deberán aportar al proceso pruebas
sobre su pretensión y oposición, de este modo mostrarán que su conducta no
obedece a un mero capricho.
3.4.3 ADJUDICACIÓN PREFERENCIAL AL CÓNYUGE SOBREVIVIENTE EN
LA COMUNIDAD DIFERIDA.
Esta modalidad de protección de la vivienda familiar esta contemplada en
el (Art. 81 Ord. Cuarto, C.F.), que prevé: “Cada cónyuge tendrá derecho a que
se incluyan preferentemente en su respectivo haber, hasta donde éste alcance:
[...] la vivienda donde tuviesen su residencia habitual, en el caso de muerte del
otro cónyuge”. Subrayado fuera de texto.
Lo anterior marca la tendencia de habitualidad: en la que la mayoría de
autores coinciden en que este carácter supone que en ese lugar se realizan las
diversas funciones familiares: alojamiento, comida, ocio. En este orden de
supuestos, dicha adjudicación debe de pedirse en el momento de la liquidación,
luego de formarse la masa común de bienes que se distribuirán por mitad
13
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída Rosa, Protección Jurídica de la Vivienda Familiar, Edit.
Hammurabi, Buenos Aires, Argentina, 1995, Pág. 213.
37
mediante la partición a favor del cónyuge SUPERSTITE o sobreviviente (Art. 72
C.F.), como un derecho preferencial en la adjudicación de dicho bien.
3.4.4 EL USO DE LA VIVIENDA FAMILIAR EN LA SENTENCIA DE
DIVORCIO Y EN LA UNIÒN NO MATRIMONIAL.
Debemos partir de la noción de que “los dolores del divorcio son en gran
medida, los dolores de después del divorcio”; por eso el legislador debe poner
el acento sobre el futuro y la reinserción de los cónyuges en una vida normal
que se debe facilitar. De lo cual se justifica que la mayoría de las modernas
legislaciones contengan previsiones expresas sobre la atribución de la
vivienda.14
Una manifestación de tales previsiones es el Art.111, Inc. 3° C.F., que
regula: ”La sentencia de divorcio dispondrá además a quien de los cónyuges
corresponderá el uso de la vivienda, y de los bienes muebles de uso familiar[...];
así como también puede ser aplicable a la declaratoria de unión no matrimonial
regulada en el Art. 124 Ord. Quinto C.F.
La atribución del uso de la vivienda familiar implica una actuación
judicial, es decir, una valoración intelectual por parte del juzgador de las
circunstancias fácticas que fundamentan dicha petición; pero, en dicha
valoración el mismo no es libre, sino que se deben tomar en cuenta ciertas
pautas para lograr mantener la vigencia, el estatus familiar que se venía
desarrollando hasta antes de la causa que dió lugar a la petición de divorcio;
entre dichos criterios tenemos:
14
KEMELMAJER DE CARLUCCI, A. R, Ob. Cit., Pág. 254.
38
A) EL PRINCIPIO DE IGUALDAD DE LOS CÓNYUGES.
Siguiendo a Bidart Campos, podemos expresar “que si la mujer y el
hombre tienen igual estado civil de familia en el matrimonio, la cláusula
igualitaria de la Constitución impide discriminar por sexo a una y a otro en
relación a la vivienda conyugal”. De lo cual se infiere que la igualdad de sexos
en el matrimonio ha quedado incorporada ahora a la cláusula Constitucional
sobre la igualdad.
Correspondencia directa con este principio es que “los cónyuges tienen
iguales derechos y deberes” y que el fundamento legal de la familia es el
matrimonio y descansa en la igualdad jurídica de los cónyuges (Art. 36 C. de F;
y 32 Inc.2° Cn).
De tal manera el sexo ya no discrimina, limitándose el juzgador a las
especiales circunstancias del caso como motivaciones para resolver el uso de
la vivienda familiar en la sentencia de divorcio; si bien es cierto que
frecuentemente se le ha dado preferencia a la mujer, por la presunción de que
el marido cuenta con más facilidades para conseguir vivienda, no cabe aceptar
este criterio, sino median razones objetivas que fundamenten su exclusión en el
otorgamiento de dicho uso, como por ejemplo: que éste ejerciese el cuidado
personal.
B) EL OTORGAMIENTO DEL CUIDADO PERSONAL DE LOS
HIJOS MENORES, Y LA CONVIVENCIA CON LOS HIJOS
MAYORES.
Una de las pautas más relevantes para determinar la atribución del uso
de la vivienda familiar en la sentencia de divorcio, es a quien de los cónyuges
se otorga el cuidado de los hijos menores o incapaces.
39
Manifestación expresa de esta pauta o criterio, es que el uso de la
vivienda familiar debe ser otorgada, al progenitor al cual se le otorga la tenencia
de los hijos o con el cual los hijos conviven hasta la mayoría de edad. En todo
caso el Juez, deberá valorar las condiciones económicas de los cónyuges, las
razones de la decisión y el modo de favorecer al cónyuge más débil. 15
Dicha preferencia, que no es absoluta, en favor del progenitor que se le
otorga el cuidado personal de los hijos se fundamenta en varias razones:
* La presunción de que el cónyuge que no ejerce el cuidado personal ,
tiene menos dificultades para obtener otra vivienda.
* El hecho de que la provisión de la vivienda forma parte de la obligación
alimentaria (Art. 247 C.F).
* La necesidad de compatibilizar el interés familiar con el del cónyuge
perjudicado.
3.4.4.1
SITUACIÓN
PARTICULAR
DEL
DIVORCIO
POR
MUTUO
CONSENTIMIENTO.
En el divorcio por mutuo consentimiento la normativa familiar
expresamente manifiesta que: “Los cónyuges que pretendan divorciarse por
mutuo consentimiento deberán suscribir un convenio, que contendrá por lo
menos, las siguientes cláusulas: [...] Expresión del cónyuge a quien
corresponderá” el uso de la vivienda y bienes muebles de uso familiar (Art. 108,
Ord. 4ª del C.F.). El subrayado es nuestro.
La existencia del convenio regulador es el título jurídico que legítima el
uso y disfrute de la vivienda por el cónyuge no titular, pues, en principio son los
15
El subrayado es el criterio de la Cámara de Familia de San Salvador, en Sentencia de
16/07/01 en el Proceso de Divorcio, REF:29-A-2001.
40
cónyuges quienes mejor conocen la realidad íntima de sus familias y pueden
adoptar las soluciones más adecuadas a su nueva situación, por lo que salvo
que el interés familiar esté seriamente comprometido, el juez debe resolver sólo
en subsidio de la voluntad de aquéllos.16
3.4.4.2 MEDIDAS CAUTELARES.
La decisión judicial en tal sentido, será siempre provisional, transitoria y
subordinada a la continuación de la litis, mientras lo que el juicio dura y termina
con él; esta provisionalidad implica que la decisión no configura adelantamiento
de opinión del Juez, acerca de la solución final que pudiera adoptarse respecto
a otras cuestiones referidas a los hijos menores, como por ejemplo, el cuidado
personal y los alimentos.
En el caso particular, la anotación preventiva de la demanda tiene como
finalidad asegurar la eficacia de la resolución que se tome en la sentencia
definitiva o anulando cualquier enajenación posterior a la misma que el titular
del derecho de dominio sobre el inmueble objeto de dicha vivienda familiar,
pudiera efectuar.
En ningún caso los actos o contratos celebrados con posterioridad a la
anotación referida, por el titular del dominio sobre el inmueble afectarán el uso
de la vivienda familiar. La anotación preventiva surte efectos contra terceros,
desde la fecha de presentación del oficio al registro, como expresamente lo
señalan los Artículos 680, 681, 683, 712, y 728 C. C, que se armonizan con lo
16
KEMELMAJER DE CARLUCCI, A. R, Ob. Cit., Pág. 262.
41
estipulado con los artículos 6, 7, 8, 14, 41, 46, 47, 55, 56 y 61 del Reglamento
de la Ley de Reestructuración del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas.17
Para tal efecto, podemos mencionar el Art. 728 Inc. 2° C. C, el cual
prescribe: “La inscripción surtirá sus efectos desde la fecha de la presentación
del documento”; y el Art. 124 literal a) de La Ley Procesal de Familia: “En los
procesos de divorcio y nulidad de matrimonio, el Juez podrá autorizar la
residencia separada de los cónyuges y el uso provisional de la vivienda y de los
bienes de uso familiar.
3.4.4.3 MEDIDAS DE PROTECCIÓN.
En este tipo de medidas cautelares de protección personal, el Art. 130
literal c) L. Pr. F, estipula que: “La medida de Protección podrá incluir, entre
otros aspectos, la exclusión del hogar familiar del infractor, independientemente
de los derechos reales y personales que se tenga sobre el mismo”. La petición
requiere que el inmueble del cual se pretende la exclusión esté bajo algún
poder jurídico o fáctico del cónyuge, en tal sentido la exclusión del hogar puede
ser ordenada aunque el cónyuge perjudicado no sea el dueño del inmueble,
siempre que tenga sobre el algún tipo de disponibilidad, sea jurídica o de hecho,
por ejemplo que sea inquilino o usufructuario.
Otra medida de protección regulada en nuestro ordenamiento jurídico es
la estipulada en el artículo 7, literal i) L.C.V.I.: ”Para prevenir, sancionar y
erradicar las diferentes formas de violencia intrafamiliar se establecen las
siguientes medidas [...] Otorgar el uso exclusivo por un plazo determinado, del
menaje de la casa de habitación a la persona agredida. Deberán
salvaguardarse especialmente la vivienda y el menaje amparados al régimen
del patrimonio familiar. A esta solución ya hemos hecho alusión más arriba (Ver
3.4.1.3), pero debemos destacar que esta protección también es válida aunque
17
SÁNCHEZ VALENCIA, J. A, Ob, Cit. Pág. 8.
42
su fuente no sea directamente el Código de Familia, pero que en consonancia
con el interés familiar tutelado por éste, también propone como una forma
sancionadora y de erradicación de las formas de violencia familiar la protección
referida.
3.5 FORMAS DE EXTINCIÓN
Las formas de extinción de la protección de la vivienda familiar no se
encuentran expresamente reguladas en nuestra normativa familiar, pero
podemos auxiliarnos de algunos criterios utilizados por la doctrina y
legislaciones extranjeras (por analogía, para el caso la legislación Argentina).
Para tal efecto nos auxiliamos del Código Civil Argentino que en su artículo 211,
refiriéndose a la atribución del uso de la vivienda familiar en caso de divorcio,
que en nuestro Código se encuentra regulada en el Art. 111, Inc. 3º y 124 Ord.
5º referentes al uso de
vivienda familiar
regula entre otras formas las
siguientes:
3.5.1 MATRIMONIO O CONVIVENCIA ULTERIOR DE QUIEN HABITA EL
INMUEBLE.
El nuevo matrimonio o el concubinato (unión no matrimonial) del cónyuge
que habita el inmueble es, en principio, causal de cesación del derecho
atribuido sobre la casa de propiedad del otro cónyuge.
Esta causal opera en tanto y en cuanto el cónyuge que habita el
inmueble no ostente el cuidado personal de los hijos menores o incapaces (o
para nuestro caso también, comprendidos en la situación del Art.211 Inc.
segundo C.F), pues de ostentarla puede prevalecer el interés familiar
representado por la necesidad de vivienda de los menores. Por lo cual afirma
Enrico Quadri: “resulta casi impensable que la atribución pueda sobrevivir frente
43
al nuevo matrimonio, si la adjudicación no tuvo por fundamento la tenencia de
los hijos”.18
3.5.2 LA MODIFICACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS.
El Código en referencia estipula que en caso de desaparecimiento de las
circunstancias que le dieron lugar, por ejemplo, que el cónyuge mejoró de
fortuna, o abandonó el inmueble por un tiempo prolongado; podrá declararse la
cesación anticipada del otorgamiento de dicha protección a la vivienda familiar.
Esta solución es la propuesta por los autores españoles al mencionar que la
resolución judicial se caracteriza por no reunir las características de la cosa
juzgada, se persigue que la decisión judicial se adapte, en cada momento, al
interés familiar más digno de protección.
Las modificaciones deberán ser valoradas suficientemente por el juez y
podrá tener en cuenta, por ejemplo, los siguientes datos fácticos: La
inutilización o abandono de la vivienda; el matrimonio ulterior de los hijos
convivientes; el mejoramiento de las condiciones económicas del cónyuge
ocupante; la privación del cuidado o guarda sobre los hijos, atribuyéndolos al
otro cónyuge o a un tercero, o que los hijos llegan a la mayoría de edad y
presentan una condición de independencia con relación a sus padres.
4. ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL.
En este apartado haremos mención de ciertos criterios jurisprudenciales
utilizados por nuestros operadores de justicia en torno a la protección de la
vivienda familiar , limitándonos a analizar los que a nuestro juicio merezcan
puntos encontrados, por lo cual podemos mencionar los siguientes desde una
perspectiva cronológica:
18
Citado por KEMELMAJER, A. R, Ob Cit, Pág. 282.
44
4.1 LITISCONSORCIO NECESARIO.
Sentencia de apelación 17 – A – 2001, pronunciada por la Cámara de
Familia de la Sección del Centro, del 14/5/01:
“La demanda fue presentada únicamente por el cónyuge, cuando
ha
sido acreditado por medio de prueba instrumental que sobre el inmueble que
sirve de vivienda familiar, existe un derecho proindiviso por partes iguales entre
el demandante y otras cinco personas, “ajenas” al proceso familiar entre las
partes.
El Litisconsorcio necesario se da no cuando las partes pueden (o no)
comparecer conjuntamente, sino cuando deben hacerlo. La atribución del uso
de la vivienda familiar es uno de los efectos patrimoniales de la sentencia de
divorcio respecto a los cónyuges. La resolución que la decreta no reviste mayor
incidencia si trae causa de la propiedad plena del otro cónyuge o de ser la
vivienda común de ambos esposos, pues su atribución habrá sido determinada
por sentencia dictada en un proceso en que fueron parte todos los que
ostentaban el dominio, en la medida que la sentencia de divorcio es res Inter
alios acta.
Según la doctrina, la inoponibilidad consiste en la situación jurídica por la
que un acto resulta ineficaz respecto de determinadas personas, o bien la
imposibilidad de hacer valer un derecho o una defensa frente a ellos; de modo
que se dificulta alguno de estos, y por omisión del Juez se pronuncia sentencia
que condena a los varios litisconsortes necesarios demandados y esta queda
ejecutoriada, su ejecución parcial no será posible porque perjudica a los demás
contra quienes ningún efecto puede producir. El efecto que se produce consiste
en el dictado de una sentencia inhibitoria que, como tal no importa cosa
juzgada; por cuanto que es imposible que se produzca, cosa juzgada sobre un
punto que no ha sido objeto de la decisión.
45
Cuando la sentencia de fondo resulta favorable a los litisconsortes
necesarios a pesar de no estar completos, según la doctrina, “su ejecución
vendrá a favorecer a los ausentes, por la misma indivisibilidad de su objeto y el
demandado vencido no podrá oponerse alegando esa circunstancia, que ha
debido hacer valer durante el proceso para conseguir una sentencia inhibitoria.
Diferenciándose entre el litisconsorcio facultativo y el necesario, el Art. 14
L. Pr. F. refiriéndose al primero señala que los “litisconsortes facultativos serán
considerados partes independientes respecto de su pretensión”, de tal manera
que los actos de cada uno de ellos no redundarán en provecho ni en perjuicio
de los otros. Distinto es el caso de Litisconsorcio necesario, cuando el Art. 15,
Incs.2 y 3 L. Pr. F., prevé que “ los litisconsortes necesarios serán considerados
como una sola parte; sin embargo, se requiere del consentimiento de todos
para transigir, allanarse o realizar cualquier acto que signifique la disposición
del derecho en litigio. Las actuaciones procesales de cada litisconsorte
favorecerán a los demás”.
Para afectar un derecho necesariamente tienen que estar presentes
todos los interesados, pero se acepta que uno solo tome la acción en provecho
de los demás cuando se trata de favorecerlos. Las actuaciones procésales de
cada litisconsorte (necesario) siempre que no signifiquen la disposición del
derecho, favorecerán a los demás”.
4.2 CUIDADO PERSONAL DEL MENOR.
Sentencia 29 – A – 2001, pronunciada por la Cámara de Familia de la
Sección del Centro, del 16/7/01:
“Dicho precepto, (Art. 111, Inc, 3º C.F.) a la letra, establece: “La
sentencia
de
divorcio
dispondrá
además
a
quien
de
los
cónyuges
corresponderá el uso de la vivienda, y de los bienes muebles de uso familiar.”
Esta disposición de carácter imperativo no hace más que reconocer la
46
necesidad de proteger “la vivienda familiar” en supuestos de crisis matrimonial
que concluyen con el divorcio, el objeto de la norma es resguardar no solo el
derecho del núcleo familiar de contar con un lugar seguro donde vivir, sino
también de preservar en los hijos habidos en el matrimonio, la continuidad del
proceso de identificación personal, familiar e incluso social, que iniciaron o han
mantenido por largos años en el lugar que los progenitores decidieron
establecer el hogar conyugal. En casos de divorcio, compete decidir, por
disposición de la ley sobre la atribución de la vivienda familiar. Este imperativo
cobra más relevancia cuando se trata de proteger a menores de edad, como en
el sub lite. Por estas razones esta Cámara no vacila en mantenerse en la firme
convicción de que el fin perseguido por la norma es garantizar, en la medida de
lo posible, que los hijos menores de edad no facturen con saldo rojo en lo que a
vivienda respecta, como efecto de una inevitable separación de sus
progenitores.
De lo que se trata es de mantener las condiciones ambientales mínimas
e idóneas que les permitan a los niños su desarrollo integral. Esta Cámara en
reiterada jurisprudencia y en casos similares ha resuelto en igual sentido,
utilizando como criterio determinante para la atribución de la vivienda familiar a
uno de los excónyuges, el hecho de concedérsele el cuidado personal de los
hijos.
La aplicación de este precepto es determinante en la mayoría de los
casos, tanto si ambos cónyuges son cotitulares de la vivienda, como si ésta es
titularidad exclusiva de uno de ellos. Se debe prescindir de la imputabilidad de
los hechos que motivan el divorcio a alguno de los cónyuges, como criterio
determinante del uso de la vivienda. Por ello, el que el cónyuge beneficiario de
la atribución hubiera abandonado - justificada o no la vivienda familiar- no
constituye un obstáculo que impida que, posteriormente, le sea concedido el
uso de la misma.
47
El allanamiento expreso externado por la demandada en la audiencia
preliminar, a juicio de esta Cámara es válido, y produjo, como bien lo
documento la jueza suplente, un allanamiento parcial que si bien no supuso el
dictado de la sentencia definitiva, conforme al Art. 47 L. Pr. F., en sentido
técnico procesal sí es allanamiento y no una conciliación como lo entiende él a
quo.
Esa aceptación de los hechos y el derecho por parte de la demandada,
bajo ningún punto de vista puede convertirse en óbice para conferirle a ella el
uso de la vivienda familiar”.
4.3 PROTECCIÓN PER SÉ DE LA VIVIENDA FAMILIAR.
Sentencia 3 – A – 2001, pronunciada por la Cámara de Familia de la
Sección del Centro, del 24/9/01:
Según el voto mayoritario de los magistrados de la Cámara de Familia de
la Sección del Centro integrado por el doctor José Arcadio Sánchez Valencia y
la licenciada Hilda Edith Herrera de Morán, se dijo: “Tal postulado (Art. 46 Inc.
1º C.F) constituye una verdadera limitación al derecho de enajenar el inmueble
que sirve de habitación a la familia, a favor del cónyuge no titular del referido
inmueble, configurando una especie de cogestión del bien donde habita la
familia. Es decir que el cónyuge titular del dominio del inmueble, cualquiera que
sea el régimen patrimonial del matrimonio, no tiene plenos poderes de
disposición sobre él, por constituir tal disposición una protección per sé de la
vivienda familiar.
Constituye una verdadera “limitación” al derecho de
propiedad, en beneficio de la familia, Art. 107 Ord. 3º Cn.
La anterior disposición, no es un invento o creación del legislador
salvadoreño, más bien su incorporación a la normativa nacional obedece al
evidente desequilibrio palpable a través de la historia jurídico-social del país y
que ocasiona la titularidad exclusiva de la propiedad a favor de uno de los
48
cónyuges sobre el inmueble que fácticamente sirve de habitación a una familia.
Tal situación se enmarca, entonces, dentro de las relaciones patrimoniales
entre los cónyuges, es decir, tiene íntima relación con los regímenes
patrimoniales del matrimonio.
La expresión “vivienda familiar” atrapa la idea de morada o habitación de
la familia. Es el lugar físico en que de modo permanente la familia desenvuelve
su realidad cotidiana. Es el sitio en que la familia concreta su existencia, el lugar
determinado que ocupa, localizado en la cuidad o en la zona rural, y que se
destina a la vida familiar. Básicamente es el lugar físico en donde los cónyuges
han fijado conjuntamente su residencia, el cual queda protegido desde
entonces, conforme a los artículos 46 Inc. 1° y 37 C. F. Consideramos que el
Art.46 está destinado principalmente a operar en aquellos casos en que el
inmueble pertenezca a un solo cónyuge; pero no es óbice para que se aplique
cuando pertenezca a ambos (Proindivisión).
Sólo por el hecho de servir de habitación a la familia, el inmueble donde
residen está per – sé, protegido, frente a cualquier acto de disposición unilateral
del cónyuge titular del dominio que redunde en perjuicio de la familia. Ello no
obsta para que sobre ese inmueble en donde transcurre la vida de la familia y
“que sirve de habitación” ,se constituya el derecho real de habitación y se
inscriba en el Registro de la Propiedad.
Pero la protección de la vivienda familiar regulada en el Art.46 C. F., no
debe enfocarse exclusivamente a la facultad que los cónyuges tienen para
constituir tal derecho real de habitación sobre el inmueble que sirve de
habitación a la familia. Su regulación en los incisos 2° y 3° del citado precepto,
representan una facilidad que el legislador ha querido incorporar para mayor
garantía de su protección, eminentemente facultativa, requiriéndose la venía
judicial, únicamente cuando uno de los cónyuges se oponga a ello (que
generalmente puede ser el titular exclusivo del dominio del inmueble).
49
Esto fue regulado de esta manera como un medio de realizar
(garantizar), el principio de igualdad conyugal, previsto en la Constitución Art.
32 de la Cn. pero la constitución de dicho derecho de habitación sobre el
inmueble que sirve de habitación a la familia, no es la única forma en que se
protege a la vivienda. La formalidad de la constitución del derecho y su
correlativa inscripción en el Registro de la Propiedad, son mecanismos de
“protección de la vivienda”, como lo es la legitimación conferida al cónyuge no
titular, para intervenir y darle validez a los negocios de disposición del inmueble,
celebrados por su consorte, los cuales sin su consentimiento estarán afectados
de nulidad relativa. Art. 46 Inc. 1° C. F. (v. gr. venta, hipoteca, servidumbre, etc.)
En esta sentencia de la Cámara de Familia de la Sección del Centro
también existió un voto en disidencia con la anterior postura, suscrito por la
Magistrada Elizabeth Ramos González, quien en síntesis argumentó lo
siguiente: (nótese la oposición a la protección PER SÉ).
“
La protección a la vivienda familiar se da bajo dos modalidades:
1) Cuando los cónyuges o convivientes voluntariamente mediante
escritura pública o en acta ante el Procurador General de la República o
Procuradores Auxiliares Departamentales, constituyen esa protección a la
vivienda donde reside la familia; a fin de que no pueda ser objeto de ningún
gravamen, venta, enajenación o constitución de derechos reales o personales,
ello independientemente del régimen patrimonial al cual se hayan sometido.
Uno de los requisitos para su constitución es que dicho inmueble no este
en proindivisión con tercero, ni embargado o gravado con derechos reales o
personales que deben respetarse.
2) Judicialmente, cuando no exista acuerdo entre éstos, será el Juez
quien podrá autorizar lo siguiente: A) La destinación del inmueble para vivienda
familiar constituyendo su protección; B) La enajenación de ese inmueble
50
cuando haya precedido
la constitución de la vivienda familiar; C) La
constitución de derechos reales o personales; D) La sustitución del inmueble
que sirve de vivienda familiar. En los tres últimos casos se entiende que la
vivienda ya se encuentra protegida y se autorizarán dichos actos en el interés
de la familia.
En cuanto al uso de la vivienda familiar, su designación corresponderá al
juzgador, independientemente de que haya o no precedido la constitución de
esa protección en la forma ya dicha, bastando en este caso que el inmueble sea
aquel donde la familia habita o reside, no importando que tenga algún
gravamen, derecho real o personal. Ello sin perjuicio de que en su momento
tales derechos o gravámenes puedan volverse exigibles por los interesados”.
En torno a esta sentencia tenemos que hacer hincapié en la necesidad
de interpretar correctamente el primer inciso del Art. 46
C.F, ya que la
protección que en el se produce es una protección que se manifiesta per sé (por
sí misma); es decir, que no necesita constitución previa, sino que la misma se
viabiliza, desde el momento que se ejerce la habitación (donde vive
permanentemente la familia), ya sea que estemos hablando de un matrimonio,
como de una unión no matrimonial.
Sobre todo no se debe perder de vista que la ubicación de dicho inciso
no es caprichosa, sino que se trata de proteger el patrimonio familiar al amparo
de las disposiciones comunes a los regímenes económicos del matrimonio;
Es claro que nuestra postura se orienta en el cauce de la corriente que
para que opere tal institución, no debe mediar una constitución previa, sino que
la misma se viabiliza o se aplica por sí misma, por lo cual es incorrecto hablar
de constitución del derecho de vivienda familiar. Esta ultima se regirá conforme
al Art. 46 Incs. 2 y 3 C.F., observándose en general, las disposiciones
supletorias del Código Civil.
51
4.4 VULNERACIÓN
DE
LOS
DERECHOS
CONSTITUCIONALES
DE
PROPIEDAD Y SEGURIDAD JURÍDICA.
Sentencia de amparo 139 – 2001, pronunciada por la sala de lo
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia del 19/4/02:
“El derecho de propiedad, consiste en la facultad que tiene una persona
para disponer libremente de sus bienes, en su uso, goce y disfrute, sin ninguna
limitación que no sea generada por la Constitución y la ley; se colige, entonces
que tal como abundante jurisprudencia de esta Sala lo ha establecido para
poder privar a una persona de este derecho o cualquier otro, según sea el caso,
necesariamente tiene que seguirse un proceso o procedimiento previo, de
manera que los interesados tengan la posibilidad de defenderlo.
Por lo anterior, el derecho de propiedad puede verse privado sólo si esa
limitación ha sido generada por la ley o la Constitución, y tal como se ha dicho
en abundante jurisprudencia, esté precedida de un proceso o procedimiento
previo en el que se garantice el derecho de audiencia.
En cuanto al derecho de la Seguridad Jurídica, hay que destacar que el
mismo se encuentra reconocido en el artículo 2 de la Constitución, y se refiere
a la certeza del derecho como una proyección en las situaciones personales de
los destinatarios del mismo, lo que significa que estos pueden organizar sus
conductas y programar expectativas para su actuación jurídica bajo pautas
razonables de previsibilidad. Dicho de otra manera, la situación jurídica de
aquéllos no puede ser modificada si no es conforme a los supuestos y
procedimientos que establecen las leyes.
Doctrinariamente se entiende por vivienda familiar, la casa donde vive
permanentemente el grupo familiar, específicamente, el inmueble donde la
pareja y sus hijos habitan y establecen la residencia familiar. Jurídicamente, es
52
la destinación de un inmueble propiedad de uno o de ambos cónyuges, para la
habitación de la familia, constituida de acuerdo a las exigencias que establece
el artículo 46 del Código de Familia.
Una vez constituido el derecho al uso de la vivienda, para la enajenación
del inmueble destinado a ese fin, se necesitará el consentimiento de ambos
cónyuges – independientemente de quien sea el titular del derecho de dominio
–, sin perjuicio que el Juez pueda autorizar la destinación, enajenación,
constitución de derechos reales o personales sobre el inmueble de que se trate,
respetando el interés de la familia. (El subrayado es nuestro).
Es importante destacar que lo novedoso de esta norma es, que el
referido derecho se puede constituir coercitivamente, ya que su finalidad es la
protección de los miembros de la familia, particularmente la de satisfacer las
necesidades básicas de techo y seguridad material; de ahí que surge la
posibilidad de promover un proceso familiar de protección para la vivienda
familiar, a través del cual el cónyuge que no lograre obtener el consentimiento
del otro, puede obtener del juez la autorización para que un inmueble
determinado sea declarado como vivienda familiar. Lo anterior, está previsto
para casos que ocurran durante el matrimonio o la unión no matrimonial, según
lo establecen los artículos 111 inciso 3º y 120 del Código de Familia.
Para constituir el derecho de habitación sobre un inmueble destinado
como vivienda familiar, de acuerdo al artículo 46 del Código de Familia, debe
partirse, entre otros aspectos, de la existencia de una unión matrimonial y que
dicho inmueble no se encuentre gravado con derechos reales o personales que
deban respetarse.
En el caso en estudio, es discutible que, al menos, esos dos requisitos
no se cumplen, ya que como quedó relacionado, consta fehacientemente que
las partes en el proceso se encontraban divorciados desde mil novecientos
53
noventa y que el inmueble en litigio se encuentra hipotecado a favor del Fondo
Social para la vivienda.
Se vulneró la seguridad jurídica del demandante de este proceso, ya que
la certeza que el mismo tenía que su situación jurídica respecto del inmueble
donde habita no sería modificada más que por los procedimientos regulares y
autoridades competentes, previamente establecidos, se vio afectada; asimismo,
puede deducirse la violación al derecho de propiedad, pues aún cuando la
designación del uso de la vivienda, en principio no afecta el derecho de
propiedad, en el caso en estudio, es obvio que al ordenar el desalojo del
demandante, se está afectando el derecho a disponer libremente del inmueble
en su uso”.
En el análisis de esta sentencia, podemos enfocar el mismo en la
dirección de que el criterio de la Sala de lo Constitucional ha incurrido en una
impropiedad, ya que vuelve a incurrir en el mismo error de la sentencia antes
(más arriba) analizada de considerar, que para la protección de la vivienda
familiar contenida en el Código de Familia, es necesaria su previa constitución,
e incluso hace referencia a una “constitución judicial” en caso de que uno de los
cónyuges no quiera prestar su consentimiento para tal efecto.
Desde a todas luces, sin entrar en contraste con el carácter
constitucional de la “propiedad”, se puede visualizar que la protección de la
vivienda familiar no es una vulneración al Derecho de la Propiedad, sino una
limitación a la misma, en beneficio de la familia que también es de rango
constitucional. Art. 107 ord. 3º Cn.
Por tal razón, a nuestro entender no podemos hablar de vulneración del
derecho de propiedad al hablar de vivienda familiar, ya que la misma
constitución permite acertadamente una limitación (véase la diferenciación de
conceptos en subrayado) al derecho de propiedad.
54
En este caso y en especial la particular situación que se plantea en
cuanto a la violación o vulneración al derecho de propiedad del demandado, no
es procedente a nuestro criterio acceder a su pretensión, ya que el interés
familiar debe prevalecer sobre la titularidad que se tenga sobre el inmueble de
vivienda familiar, y en este orden de ideas, discentimos de tal resolución.
4.5. CONSTITUCIÓN DEL DERECHO DE USO DE LA VIVIENDA FAMILIAR.
Sentencia 7 – IH – 2002, pronunciada por la Cámara de Familia de la
Sección del Centro, del 7/11/02:
“ Creemos conveniente
hacer relación a la sentencia emitida a las
quince horas con ocho minutos del día diecinueve de abril de dos mil dos, por la
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, en el amparo
marcado al No. 139–2001, en la que sostuvo: “... la declaratoria de uso de
vivienda familiar contenida en el Art. 46 C. F, tiene ciertos requisitos, los cuales
son: a) Puede acordarse por los cónyuges en escritura pública o en acta ante el
Procurador
General
de
la
República
o
Procuradores
Auxiliares
Departamentales; b) Debe inscribirse en el Registro de la Propiedad Raíz e
Hipotecas correspondiente; c) Sólo puede destinarse un inmueble y éste tiene
que estar libre de gravámenes y sin proindivisión con terceros; d) La titularidad
del dominio sobre el inmueble puede corresponder a cualquiera de los
cónyuges o a ambos; e) Se puede constituir por resolución judicial en caso de
conflicto entre los cónyuges, llenándose los requisitos indicados anteriormente;
y f) Una vez constituido el derecho a uso de la vivienda familia, para la
enajenación del inmueble destinado a ese fin, se necesita el consentimiento de
ambos cónyuges – independientemente de quien sea el titular del derecho de
dominio – sin perjuicio que el juez pueda autorizar la destinación, enajenación,
55
constitución de derechos reales o personales sobre el inmueble de que se trate,
respetando el interés de la familia” .
Los requisitos mencionados tienen como propósito brindar seguridad
tanto a la familia como a los propietarios de los inmuebles, sosteniendo que la
simple permanencia en determinado inmueble no constituye uso familiar, en
consecuencia, su constitución no opera per se, en tal sentido debe probarse
que se reúnen los requisitos que la ley exige y que de faltar los supuestos ya
mencionados no se puede decretar el uso de la misma a favor de uno de los
cónyuges y de sus menores hijos.
Por tanto si la vivienda no ha sido objeto de protección judicial o
extrajudicial, puede ser enajenada o gravada por parte del legítimo propietario.
Lo anteriormente expuesto sin perjuicio de que pueda decretarse el simple uso
de la vivienda familiar, contemplado en el Art. 111 C. F. bajo la modalidad de
una medida de protección, siempre que fuere procedente.
Dicha pretensión debe ser solicitada por la parte interesada y solo
excepcionalmente podrá decretarse oficiosamente”.
Debemos hacer notar que en la presente sentencia la Cámara de Familia
vuelve a hacer caso omiso de la protección del Inc. primero del Art. 46 C.F.
4.6 CONSTITUCIÓN DEL DERECHO DE USO PARA SU PROTECCIÓN Y LA
ASIGNACIÓN DEL SIMPLE USO DE LA VIVIENDA.
Sentencia 10 – A – 2002, pronunciada por la Cámara de Familia de la
Sección del Centro, del 22/12/2002:
56
“Que los Art. 46 y 111 inc. 3º C. F., regulan situaciones fácticas que se
relacionan pero que son diferentes. El primer precepto regula la constitución del
derecho para su protección.
El segundo, hace referencia a la asignación del simple uso de la
vivienda, para lo cual basta establecer que el inmueble ha sido destinado para
uso familiar, pudiendo excepcionalmente incluso pertenecer a un tercero como
en los casos de arrendamiento, entre otros.
En el caso del Art. 46 C. F., por el contrario, el inmueble sobre el cual se
constituye, debe estar libre de enajenación o gravamen, por lo que se da una
verdadera garantía a la protección de la vivienda.
En ese sentido, el simple uso de la vivienda, generalmente opera como
una medida de protección, que en este caso en particular, como en otros en
que existan menores de edad en las mismas circunstancias, justifican la
prolongación de la medida dictada. En estos últimos casos se aplica el Art. 111
inc. 3º C. F, como potestad del juez de asignar a quien
de los cónyuges
(divorciados) quedará el uso de la vivienda. Al punto, la doctrina y la
jurisprudencia postulan que esa asignación debe hacerse a favor del cónyuge a
quien se confíe el cuidado personal de los hijos.
Esta Cámara considera - en cuanto al uso de la vivienda familiar -, que
éste puede decretarse aún en el caso de que no proceda la constitución o
protección de la vivienda como tal. Prácticamente se trata de una medida
cautelar. Por ende con una duración prudencial, lo cual en el caso que nos
ocupa ha sido estipulada hasta que la menor de los hijos alcance su mayoría de
edad. Para decretar el uso de la vivienda es necesario que el inmueble sea
propiedad de uno de los cónyuges o convivientes o esté en proindivisión con el
otro, bastando en este caso que el inmueble sea aquel donde la familia habita o
reside, no importando que tenga algún gravamen, derecho real, o personal, ello
57
sin perjuicio de que en su momento tales derechos o gravámenes pueden
volverse exigibles por los terceros interesados.
Al interpretar el Art. 46 C. F. en relación con el Art. 121 C. F., usualmente
suelen confundirse instituciones jurídicas que tienen muchas características
comunes, pero también diferencias, entre ellas el bien de familia (en desuso);
derecho de habitación, protección a la vivienda familiar y uso de la vivienda
familiar.
Sin embargo al decretar el simple uso de la vivienda, la jueza a quo
actuó conforme a derecho al otorgárselo al demandante, dado que es éste a
quien se confirió el cuidado de los hijos, quienes residen en dicha casa.”
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CAPÌTULO III
1. CONCLUSIONES.
En torno a la institución de la vivienda familiar, podemos decir que su
aplicabilidad en el entorno jurídico salvadoreño, se ve limitada por muchos
aspectos que directa o indirectamente participan en una cierta esfera de
obstaculización, a la misma, en tal sentido se puede mencionar entre algunos
de ellos: ciertas deficiencias técnicas que adolece tal protección y en especifico
lo regulado por el Art. 46 del C.F, por lo cual sucede, que sus normas son poco
comprendidas y por lo consecuente escasamente o mal utilizadas por los
destinatarios de la ley: de tal forma que se ve inconsumado el espíritu o objetivo
de la legislador, al configurar en el texto legal la misma.
Las deficiencias técnicas aludidas que imposibilitan la operatividad de
esta institución se circunscriben a dar una apariencia de existencia de una sola
forma de protección, cuando realmente hay concurrencia de varias formas de
protección de la vivienda familiar; en tal sentido, es valido mencionar que la
protección de la vivienda familiar que opera per sé, no es la misma que
establece el derecho de uso de la vivienda, ni de la constitución del derecho
real de habitación, ya que cada uno tiene su propio campo de aplicabilidad.
Sin embargo, no solo a nivel extrajudicial (de destinatarios de la ley), esta
institución sufre de inoperatividad, sino que la misma también se refleja en las
actuaciones judiciales en torno a su adjudicación, debido a una incorrecta
interpretación de dicha norma que de manera extensiva regula las diversas
formas de protección de la vivienda familiar; por definidas y continuadas
interpretaciones que en lugar de viabilizar una correcta protección de el hogar
conyugal, la distorsionan en otras figuras que por naturaleza también son
garantes de dicha institución, pero que aunque dotan de formalidad a los actos,
imponen trámites cronológicamente largos, nada prácticos.
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No podemos obviar la situación de que en dichas interpretaciones, se
contraría uno de los principios básicos o fundamentales de la normativa familiar,
el cual es el interés familiar; y más aun así dichas interpretaciones, colocan en
un segundo plano la voluntad del legislador en la protección de la vivienda,
como parte integrante del patrimonio conyugal.
Al referirnos a tales interpretaciones podemos hacer referencia a la que
postula que la protección contenida en el primer inciso del Art. 46 C.F, es una
protección que necesita de “constitución” previa; mas sin entrar a profundizar en
dicha postulación ya que la misma a este efecto, carece de sentido, debido a
que el espíritu del legislador en dicha norma, es dotar de protección y
garantismo al inmueble que sirve de vivienda familiar, no siendo necesaria la
constitución previa de la misma, todo en función de la continuidad de las
relaciones familiares y del interés familiar.
Por ende decir, que la limitación a la libre administración y disposición,
contenida en el Art. 46 Inc. 1º del Código de Familia., constituye una violación
al derecho de propiedad es incorrecto, ya que la vivienda familiar es parte del
patrimonio de la familia, debido a que cuando hablamos de familia, no debemos
perder la noción de una comunidad de vida, con caracteres de permanencia, de
orden social, primordial y por lo cual a criterio nuestro en el caso de conflicto
entre el interés patrimonial (particular), deberá prevalecer el interés familiar por
las consideraciones antes expuestas.
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2. RECOMENDACIONES.
En este estado de la presente investigación a manera grupal, hemos
tomado a bien estructurar o proponer dos recomendaciones, las cuales se
centran en dos ejes principales, mencionados correlativamente a continuación:
a) Proponemos en un primer caso, la reforma del Art. 46 inciso primero
del Código de Familia, en el sentido de que el mismo comete una impropiedad
en la técnica legislativa, al mencionar él termino “consentimiento”, debido a que
la misma disposición requiere la intervención conjunta de los actos ahí descritos
(de disposición), en el entendido de que el no titular no codispone, simplemente
da su asentimiento (venia o conformidad), para dar a entender la integración
complementaria, que le da eficacia o relevancia al negocio jurídico o a efectos
de prever una posible nulidad del acto.
De tal manera que solo el titular del bien inmueble puede dar su
consentimiento para disponer del mismo, sin embargo el cónyuge no titular,
estando imposibilitado de dar su consentimiento, porque no tiene legitimación
para hacerlo, puede otorgar su asentimiento en el sentido antes referido, de
darle solemnidad, integridad y eficacia al acto celebrado por el cónyuge titular
del inmueble que sirve de vivienda familiar.
De la misma forma serìa conveniente que las mismas se regulen en
artículos separados.
b) En un segundo caso, proponemos la reforma del artículo 46 C.F, en la
orientación de que el mismo en su estructura normativa literal, da la noción de
una posible confusión de terminología, así por ejemplo el inciso primero regula
la protección de la vivienda familiar, el segundo y tercero el derecho de uso y
habitación. Nos inclinamos por el tratamiento independiente de cada una de
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dichas formas de protección, en un artículo para cada una por separado, y mas
aun conveniente sería establecer un CAPÌTULO referido específicamente al
régimen patrimonial primario del que es parte la institución de la vivienda
familiar.
Lo que ayudaría en considerable medida a una correcta interpretación y
aplicación de la institución de la vivienda familiar por los destinatarios de la ley y
operadores de justicia.
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3. BIBLIOGRAFÍA
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63
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