Jesús conoce a todos los hombres

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Jesús conoce a todos los hombres
Juan 2:23-25 dice: “Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su
nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a
todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues sabía lo que
había en el hombre.”
El versículo 25 dice que Jesús es el único que sabe cómo es el interior del hombre. En Jeremías
17:9 el Señor declara: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según
su camino, según el fruto de sus obras. Este versículo enseña que sólo Dios conoce lo que hay al
interior del hombre, y da a conocer el diagnóstico divino “perverso y engañoso más que todas las
cosas”.
Por esto dice: “…Jesús mismo no se fiaba de ellos.” Una vez más se aclara en el versículo que todo
en nosotros es una podrida llaga. Y que la dependencia que mostraba Cristo a Su Padre era la
única forma en la que Él podía caminar sobre esta tierra.
En Mateo 26:34 Jesús le advierte a Pedro que le iría a negar tres veces. Esto se lo decía porque
Cristo conocía el corazón de Pedro, y además Jesús sabía que la Palabra Revelada era 100%
confiable y que ella declaraba: “Heriré al pastor y las ovejas serán dispersadas” (Zacarías 13:7)
Jesús amaba la Palabra que provenía de Su Padre y anhelaba que ella se cumpliera aún cuando el
cumplimiento de esa Palabra involucraba Su muerte, Su castigo a causa de nuestra iniquidad, Su
lejanía del Padre (Su gran amor).
Pero Pedro aún no conocía lo suficiente acerca de su interior, y apenas estaba comprendiendo que
cuando Dios habla, Su Palabra no pronuncia probabilidades ni posibilidades sino un cumplimiento
exacto a lo que ya ha salido de la boca de Dios. (Génesis 1:1-31)
Una lección importante para nosotros. ¿Deseamos la Palabra de Dios? ¿Anhelamos que ella se
cumpla? ¿Honramos a Dios como es digno? Seguramente que no. Pero Dios nos está llevando a
ese punto. Como Pedro todavía no conocemos lo que hay en el hombre. Pero Dios se va a
encargar de hacérnoslo saber.
“Lámpara es a mis pies Tu Palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119: 105). ¿Qué sería de
nosotros sin Dios? ¿Qué sería de nosotros si fuese como muchos creen que no hay Dios, y que Él
no interviene en la vida de los hombres. ¡Aún aquellos que Le resisten se darán cuenta como es
una existencia sin la misericordia de Dios! Cuando ella sea quitada en el Hades, y que sus clamores
no serán escuchados.
En Caín hay otro ejemplo de que Jesús conoce lo que hay en el hombre. En Génesis 4:6-7 Dios le
dice a Caín: “¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no
serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo a ti será su deseo, y
tú te enseñorearás de él.”
Caín no sabía lo que había en su interior. Tampoco puso mucha atención a las palabras del Alto y
Sublime. Él creía que era una buena persona. No podía entender por qué Dios no se había
agradado de su sacrificio. No entendía por qué el sacrificio de Abel había sido aceptado y el suyo
no. Caín se consideraba tan bueno y justo como su hermano. Pero sí había una diferencia. Para
Caín, él mismo era el centro de la adoración. Si Dios hubiera sido el centro de su adoración, se
hubiera dolido de no haber agradado a su amor. Pero en vez de eso se ensaño contra su hermano
porque sintió envidia. Su hermano lo había hecho mejor que él. Su hermano se había llevado el
reconocimiento. Su hermano se había llevado la aprobación que Caín había deseado. Y las Palabras
de Jehová no hallaron cabida en Caín.
Más adelante en Génesis 4:13 Caín luego de haberle quitado la vida a su hermano reconoce:
“Grande es mi castigo para ser soportado.” Ahora ya reconoce que no era la persona que él
pensaba que era. Ahora empieza a entender y a recibir las Palabras del Alto y Sublime. Ya no las
mira con desprecio, porque ve con horror las consecuencias de no haberle dado cabida a la
reprensión de Jehová, Rey de los ejércitos.
Otra enseñanza más para nosotros.
La Biblia, la Palabra de Dios, sin embargo tiene muchas más cosas que decir acerca de nosotros y
de nuestra relación con el Santo.
La Biblia es un canto, un himno de amor de Dios hacia el hombre, que tiene su expresión máxima
en la persona de Cristo.
En Cristo hubo una pasión por alcanzar al hombre. Quiso alcanzar al perdido, al pobre, al rico, al
ignorante, al docto. En los evangelios siempre se le observa lleno de amor y misericordia.
Fue Cristo mientras estuvo en la tierra una persona única.
¡Benditos aquellos que le escucharon y recibieron Sus palabras mientras estuvo entre los
hombres! Y benditos aquellos que reciben sus palabras hoy día sin haberle visto. (Juan 20:26-29)
Hoy podemos recibir Su enseñanza por medio de Su Espíritu. Él nos hace conocer al Maestro a
pesar de que no le podemos ver. ¡Oh, cuan hermosa comunión vamos a tener con Cristo cuando Él
venga por nosotros!, y así podamos estar siempre con el Señor.
Jesús conoce a todos los hombres y es por esto que no se va a llevar sorpresas cuando estemos en
el reino de los cielos. Cuando estemos allá, Cristo no va a decir: Yo pensaba que tú eras de los
míos, pero ahora me doy cuenta de que no era así.
¡Cristo sabe quien le ama! Procuremos por tanto conocerle mientras que hay tiempo y
disponernos a amarle con todo el corazón.
No olvidemos que Dios nos ha valorado tanto que no ha estimado siquiera algo tan grande como
el dar a su propio Hijo en expiación por nosotros para que le podamos amar y servir con todo lo
que somos.
Tampoco olvidemos que Dios hace una obra nueva, no usa remiendos para llevarnos a Su reino.
No tratemos por lo tanto de arreglarnos. Sino más bien pidamos al Señor que nos renueve, que
nos re-cree.
Algunas preguntas….
1. Dios usó sus manifestaciones de poder para hacernos conocer que solo Él es Dios. Cristo
durante su ministerio en la tierra hizo muchas señales y prodigios.
Escriba algunas manifestaciones de Dios que le han ayudado a conocer que solo Él es Dios.
2. Escriba con mucha sinceridad algunas cosas que hay en su corazón y que no son agradables a
Dios. Recuerde que Él lo sabe todo.
3. Este sería un buen momento para reconocer, como muchos enfermos y necesitados que
acudían a Cristo, que sólo Él tiene el poder y la autoridad para quitar aquello que sabemos no le
agrada al Señor. Aproveche las siguientes líneas para pedir a Dios su favor en aquellas áreas que
necesitan cambio.
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