Ciudadanos Responsables de las organizaciones políticas: Julio

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Ciudadanos
Responsables de las organizaciones políticas: Julio Borges (Primero Justicia), Henry Ramos Allup
(Acción Democrática), Leopoldo López (Voluntad Popular), María Corina Machado (Vente Venezuela),
Enrique Márquez (Un Nuevo Tiempo), Roberto Henríquez (Copei), Enrique Salas Feo (Proyecto
Venezuela), Andrés Velázquez (Causa R), Ramón Guillermo Aveledo (Mesa de la Unidad Democrática),
Luis Montilla (Mesa de la Unidad Democrática-Mérida);
Gobernadores: Henrique Capriles R (Miranda), Henry Falcón (Lara), Liborio Guarulla (Amazonas);
Directiva de la Asociación de Alcaldes por Venezuela: Antonio Ledezma (Metropolitano de Caracas),
Pedro Loreto (Valle de la Pascua, estado Guárico), Alfredo Ramos (Iribarren, estado Lara), Virginia Vivas
(Córdoba, estado Táchira) Gerardo Blyde (Baruta, estado Miranda), David Smolansky (El Hatillo, estado
Miranda), Carlos Ocariz (Sucre, estado Miranda) y Carlos García (Libertador, estado Mérida);
Dirigentes estudiantiles: Juan Requesens (Pdte. De la FCU de la UCV), Liliana Guerrero (Pdta. De la FCU
de la ULA), Víctor Ruz (Pdte. de la FCU de LUZ), Iván Uzcátegui (Pdte. de la FCU de la UC), Gaby Arellano
(representante estudiantil ante el CU de la ULA), Carlos Vargas (Pdte. de la FCU de la UCAB), Eusebio
Costa (Pdte. Del Centro de Estudiantes de la Universidad Católica Santa Rosa de Lima);
Directiva de AVERU: Cecilia García Arocha (Rectora UCV), Mario Bonucci R. (Rector ULA), Benjamín
Scharifker (Rector UNIMET), Jessy Divo de Romero (Rectora UC), Raúl Casanova Ostos (Rector UNET),
José Virtuoso (Rector UCAB), Enrique Planchart (Rector USB);
Monseñores: Diego Padrón (Presidente CEV), José Luis Azuaje (Primer Vicepresidente CEV), Mario
Moronta (Segundo Vicepresidente CEV), Jesús González de Zárate (Secretario General CEV), Baltazar
Porras Cardozo (Arzobispo de Mérida);
Presidencias de las Academias: Francisco Javier Pérez (Academia Nacional de la Lengua), Luis Cova
Arria (Academia Nacional de Ciencias Políticas y Sociales), Dr. Rafael Muci Mendoza (Academia
Nacional de Medicina), Claudio Bifano (Academia de Ciencias Físicas Matemáticas y Naturales), Luis
Mata Mollejas (Academia Nacional de Ciencias Económicas), Manuel Torres Parra (Academia
Nacional de la Ingeniería y el Hábitat);
Empresarios: Jorge Roig (Pdte. de FEDECAMARAS), Marcos Delgado (Pdte. De la Cámara de Comercio e
Industria del estado Mérida);
Trabajadores: Manuel Cova (CTV), Froilan Barrios (FADESS);
Grupos de discusión: Oscar Meza (Grupo Tovar), Félix Otamendi (Grupo Jirahara);
Representantes de los gremios profesionales:Tinedo Guía (Colegio Nacional de Periodistas),
(Federación de Colegios de Economistas), Douglas León Natera (Federación Médica Venezolana),
Orlando Alzuru (Federación Venezolana de Maestros), Ramón Rengifo (Colegio de Profesores de
Venezuela), Enzo Betancourt (Colegio de Ingenieros de Venezuela), (Federación de Colegios de Lic. En
Administración) Diego Mendoza (Federación de Colegios de Contadores Públicos de Venezuela)
Prensa Nacional: Miguel Henrique Otero (Director de El Nacional), Andrés Mata Osorio (Director de El
Universal), Teodoro Petkoff (Director de Tal Cual), Héctor Hugo Garabito (Director-presidente de
Quinto Día)
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Distinguidos compatriotas:
Animados por el respeto a las responsabilidades que ustedes han asumido con el destino
democrático de Venezuela y persuadidos del deber de la ciudadanía identificada con ese mismo
propósito de contribuir al éxito de las tareas en las que todos nos empeñamos, hemos estimado
oportuno hacerles conocer las reflexiones contenidas en este escrito referidas a la coyuntura política
nacional.
Este ejercicio es el resultado más reciente de un esfuerzo colectivo que desde hace cerca de diez
años adelantamos en Mérida un grupo de venezolanos cobijados en el espacio público y abierto de
discusión de los problemas del país que hemos bautizado como “la tertulia de los martes”, de la que
forman parte cuatro ex-rectores de la ULA como coordinadores. Como no nos complacemos en la
discusión por la discusión, desde hace tiempo hemos asumido el riesgo de comunicar los criterios que
compartimos cuando estimamos que pueden representar alguna utilidad en el acopio de opiniones
distintas que suponemos una tarea ordinaria y cotidiana por parte de los dirigentes del país.
LA COYUNTURA NACIONAL Y LAS TAREAS QUE IMPONE
Después de 15 años de confrontación entre las fuerzas democráticas venezolanas y el régimen que se
inauguró en febrero de 1999; revisadas las experiencias unitarias vividas en el país por la oposición
sobre todo desde 2006; apreciados los más importantes hechos políticos ocurridos en la nación en el
transcurso de los dos últimos años, y, sobre todo, en la primera mitad de 2014, nos parece de
innegable utilidad sugerir un alto en el camino en el que muchos andamos y convocar a un grupo de
reconocidos venezolanos para que evalúe lo que ha pasado en Venezuela en ese trayecto de nuestra
historia e intente asomarse a las formas y maneras más aconsejables para encarar con éxito las
coyunturas que, con toda certeza, nos ha de preparar el porvenir.
Estamos persuadidos de que puede ser útil y oportuno un encuentro entre líderes políticos,
representantes de los diversos sectores sociales del país, dirigentes del movimiento estudiantil y una
calificada representación del mundo intelectual venezolano para llevar a cabo una reflexión entre
demócratas. A partir del reconocimiento de la diversidad ideológica, programática y de proyectos
políticos existentes creemos que es posible intentar la formulación de orientaciones fundamentales
compartidas que puedan servir de pivote a las directrices estratégicas y tácticas que la práctica de los
actores políticos aconsejen, estimular el inaplazable proceso de renovación de las organizaciones
partidistas democráticas, y servir como barrera de contención para impedir que las diferencias
políticas se conviertan en absurdos desencuentros humanos.
.Colocados bajo esta perspectiva nos atrevemos a proponer una primera hipótesis de trabajo. Los
acontecimientos ocurridos en nuestro país en la primera mitad de 2014 reúnen las características para
ser considerados, en conjunto, como el punto de quiebre de una fase áspera y convulsa de nuestra
historia hacia una situación más esperanzadora aun cuando todavía rodeada de imprecisiones. Al
examinar las evidencias que ofrecen los hechos de nuestra realidad política presente se puede
sustentar la tesis de que hemos llegado a una encrucijada del camino sin que sea posible todavía
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discernir con certeza lo que habrá de seguir. Continuamos en los dominios de la incertidumbre. Sólo
podemos afirmar razonablemente que estamos más cerca de un desenlace histórico, pero nadie es
capaz de asegurar cuanto falta para llegar al final. ¡Vaya consuelo! Es que los pronósticos sobre el
desenlace de los procesos sociales en desarrollo, que están formados por una multitud de elementos y
factores de los cuales solo muy pocos nos son confiablemente conocidos, terminan convertidos, por
esa circunstancia, en una suerte de nebulosa.
Ahora bien, en el supuesto de que la hipótesis anterior no se correspondiera con la realidad, el
reconocimiento y jerarquización de los factores que cumplen un papel en el juego político nacional de
hoy puedenservir de piso conceptual para configurar la hoja de ruta de los nuevos rumbos políticos de
las fuerzas democráticas. Este puede ser el fruto menor, aunque no por eso menos importante, de un
encuentro como el que estamos proponiendo. En las condiciones dentro de las cuales estamos
actuando no hay más recurso que afinar la atención sobre la marcha de todos los acontecimientos,
estar pendientes hasta de los más pequeños detalles del espacio en el que cada quien se mueve yr
prepararse, de la manera más completa que sea posible, para hacer frente a las circunstancias cuando
nuestras propias determinaciones o los hechos nos convoquen.
Para decirlo alegóricamente apelando a los escenarios que el gran florentino describió en su inmortal
poema. Venezuela puede haber dejado atrás un infierno pero no tenemos certeza si nuestra próxima
estación es el purgatorio, el paraíso o un nuevo infierno. Un encuentro como el que estamos
proponiendo pudiera acercarnos a la respuesta, o cuando menos ponernos en el buen camino.
LA VALORACION DEALGUNOS RESULTADOS.
Evaluando los resultados del estado de agitación social que ha vivido el país en este 2014 es posible
señalar hechos políticos de significación como los siguientes:
1. La falsificación de la democracia en Venezuela ha quedado desnudada. Desde 1999, la profusa
publicación de análisis y estudios acerca de la verdadera naturaleza política del régimen
imperante en el país coincidía en afirmar el carácter autoritario y personalista del gobierno
nacional, pero había un umbral que no se lograba pasar en el dominio de la opinión pública
nacional e internacional. Casi nadie se atrevía a calificar a la “revolución bolivariana”, sin
equívocos, como una dictadura. Al términarla primera mitad de 2014 puede decirse que ha
quedado descubierta la matriz dictatorial, militarista, represiva de un gobierno que ya no tiene
cuidado ni siquiera de las apariencias. Consultando sondeos recientes de opinión, como por caso
el de Datin Corp (Datin Information Corporation) del 9 de abril de 2014, todavía hay un
importante porcentaje de venezolanos (el 42%) que considera que en el país funciona una
democracia; pero llama la atención que el 23% opine que aquí lo que hay es una dictadura y que
un 29% estime que el sistema político venezolano va dejando de ser una democracia para
convertirse en una dictadura.
2. La apreciación internacional sobre el gobierno venezolano ha sufrido un cambio notable y
probablemente definitivo. Hasta el año 2013, más allá de manifestaciones de personalidades, el
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gobierno venezolano, al presentarse como democrático, se beneficiaba internacionalmente con
la cobertura de protección electoral de haber realizado casi una elección por año y de haberlas
ganado todas menos una. Es bueno advertir que todavía hoy el gobierno conserva alianzas en
América, el Medio Oriente y Asia que no deben ser desestimadas pero la opinión democrática
mundial empieza a tener serias dudas sobre la legitimidad de origen del régimen y ha modificado
la valoración particularmente de su legitimidad de desempeño. Se han convertido en hechos
demasiado evidentes los serios cuestionamientos de reputadas instituciones mundiales sobre la
violación de derechos humanos por parte del gobierno de Venezuela, la severa evaluación de la
situación económica de un estado como el venezolano dotado de condiciones para asegurar el
progreso y bienestar de toda la sociedad, y las inexplicables orientaciones de una política
internacional que ha roto, en ciertos casos justificadamente con prácticas y alianzas diplomáticas
que reclamaban una revisión, para establecer otras prácticas y otras alianzas difíciles de justificar
a la luz de nuestra ubicación geográfica y de los intereses de una comunidad nacional que dice
creer en los más genuinos principios democráticos.
3. El gobierno ha perdido la capacidad de respuesta social frente a la protesta y las acciones de la
oposición. En las crisis anteriores el régimen apeló con contundencia a las movilizaciones de
masas ante las acciones de calle de la sociedad y de las fuerzas democráticas. En la sacudida
político-social de Venezuela durante este año, ante la manifiesta imposibilidad de mover en las
calles a sus adherentes con la fuerza de antes, el gobierno apeló a la represión brutal de los
cuerpos de seguridad del estado y, sobre todo, a la acción de sus bandas armadas que, en
conjunto, han causado un grave costo humano en muertes, heridos, detenidos, torturados,
enjuiciados y perseguidos. En la coyuntura, el actual régimen político venezolano ha sido
dominado por la tendencia que lo convierte en un estado abiertamente opresor. Lo que hasta un
cierto momento de su desarrollo aparecieron como desviaciones o perversiones de un gobierno
autoritario con origen electoral legal han pasado a convertirse en partes o piezas componentes
de una nueva realidad política. La existencia de un caudillo reconocido como tal hasta por los
adversarios permitía presentar o hacer ver la subordinación del Parlamento, la sumisión del
Poder Judicial, la obsecuencia de los integrantes del Poder Ciudadano, la complicidad del Poder
Electoral y el disfrute permanente de poderes especiales otorgados mediante leyes habilitantes
como aditamentos subalternos del poder personal ejercido por el jefe de la “revolución”.
Ausente el caudillo, todos esos aditamentos del poder de los que disfrutó, sumados a la represión
sistemática de la oposición y a la liquidación progresiva de todas las libertades se han convertido
en mecanismos de relojería del reemplazante del caudillo, que no es una persona física sino el
estado opresor. Con un añadido de enorme importancia digamos que la unidad del régimen era
el caudillo pero esa unidad no la puede mantener el estado opresor que no tiene líder y por eso
se ha convertido en una diarquía, es decir un gobiernocon dos cabezas que pretenden mandar.
¿Cuánto tiempo podrá mantenerse esta situación sin que comience a convertirse en nuevas
contradicciones y en más conflictos?
4. La consolidación de un vigoroso movimiento estudiantil. El estado de agitación nacional de
2014, que ha tenido por escenario a todo el país y que puede decirse que arrancó con los actos
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conmemorativos del 12 de febrero, día de la juventud, ha contado como su vanguardia y ariete a
un movimiento estudiantil que no es, como antes, la sola expresión de las juventudes de los
partidos políticos, ni la sola presencia de las organizaciones estudiantiles de las universidades
autónomas. El movimiento estudiantil que se ha consolidado ahora abarca a estudiantes de todo
el territorio nacional y comprende las instituciones educativas públicas y privadas, autonómicas y
experimentales. Presenta otro rasgo que no lo acompañaba en el pasado, la suspensión de
actividades de las universidades y colegios no le ha quitado oxígeno a la protesta que encabeza.
En la práctica luce consolidada su posición como vanguardia de la protesta nacional y ha
conquistado, con legitimidad, un lugar en la alianza que habrá de abrirle el futuro a Venezuela.
Hoy hay que añadir a la presencia del movimiento estudiantil universitario, la emergencia de un
liderazgo en las instituciones de educación secundaria. Y esta variante del conjunto ha recibido
un impulso, seguramente impensado, con la determinación oficialista de propiciar, precisamente
en los liceos y colegios de educación media, la organización del movimiento estudiantil
bolivariano que, en sus deseos, sucedería en el tiempo al actual liderazgo dominado por las
fuerzas democráticas. Creyendo poder abusar sin limitaciones del control gubernamental sobre
los institutos de educación que dependen del presupuesto y de las directrices oficiales, el grupo
gobernante no ha caído en cuenta que el mundo de los liceístas está más cerca de la ilusión
universitaria que de las ofertas materiales y de las amenazas del gobierno.
5. Desencuentro en las fuerzas democráticas. Hay otro resultado que nos preocupa y hacia el cual,
en buena medida, apuntan las reflexiones contenidas en estas páginas. Nos referimos a los
desencuentros que se observan hoy en la oposición venezolana. Aun cuando las manifestaciones
de ese hecho tiene raíces ancladas en la diversidad de los partidos que han participado en los
distintos esfuerzos unitarios, ha sido la lectura dispar del actual estado de agitación social y de la
valoración de las oportunidades políticas ofrecidas por la coyuntura los hechos que han dejado al
descubierto contradicciones que deben ser enfrentadas a tiempo y con racionalidad. A decir
verdad, estos desencuentros, con todo y tener importancia, no alcanzan a ser las cargas de
profundidad que algunos espíritus exageradamente temerosos llegan a suponerle como factor
disolvente de la unidad. La unidad política no expresa las mismas cualidades del sentido
matemático o literario de la unidad. La unidad entre fuerzas políticas distintas que expresan sus
coincidencias al identificar a un adversario común, es simplemente un paréntesis en la
confrontación que es la manera de ser y de actuar de los partidos en condiciones de normalidad.
Por consiguiente, el riesgo representado por los desencuentros que actualmente se observan es
el de que sean abordados inoportunamente o que sean tratados incorrectamente o que se
diluciden solamente a través de los medios. Hay que hacer un esfuerzo, que no consideramos
ciclópeo, para caracterizar debidamente los tiempos de la política y, en particular,este tiempo de
la política. El reciente resultado de las elecciones repetidas en los municipios San Diego del
estado Carabobo y San Cristóbal del estado Táchira representan una muestra elocuente de las
potencialidades derivadas de la sabia combinación de los objetivos tácticos y estratégicos. Es
sabido de viejo las grandes posibilidades que se derivan de complementar las formas de lucha, la
protesta con las elecciones, la calle con el diálogo, la agitación social con la reflexión teórica.
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LAS MANIOBRAS POSTRERAS DEL OFICIALISMO.
Hay otro ángulo desde el cual ver los hechos que han copado el espacio político de estos comienzos
del 2014 en Venezuela. Nos referimos a la manera como el gobierno los ha enfrentado, vale decir a la
sucesión de acciones y omisiones gubernamentales que revelan con claridad el escenario frágil y
contradictorio en el cual los agentes principales del oficialismo se mueven.
El telón de fondo se encuentra, como ya tuvimos ocasión de señalarlo, por una parte en la muerte
del caudillo de la “revolución” que dejó su acervo político a un heredero no reconocido
universalmente entre los suyos y, por la otra, la administración que ese heredero ha hecho de los
haberes de una elección, la del 13 de abril de 2013, que lo colocaba en un frágil clima político
equivalente a una insegura orfandad. Las elecciones municipales de diciembre de 2013 le dieron un
ligero respiro a los causahabientes del mandatario muerto, pero el mar de leva representado por el
deterioro de la situación económica del país (inflación y escasez, disminución de las reservas
internacionales, etc.), junto con los efectos de la inseguridad desatada configuraron un ambiente
socialmente explosivo para un gobierno con las condiciones del presidido por el señor Maduro. La
chispa que produjo el estallido social se produjo en San Cristóbal el 4 de febrero y el siguiente 12, con
motivo del día de la juventud, se generalizó a todo el país. La serie de intentos de respuesta del
gobierno mostraron no solo su falta de imaginación política, también su incomprensión de la hondura
de la crisis nacional y la debilidad interna para manejar una situación que ha terminado por marcar el
comienzo del proceso de derrumbe del régimen establecido en 1999. La carta pública del exministro de
Planificación, las expresiones de solidaridad que ha suscitado y las respuestas disciplinarias que estas
últimas manifestaciones han provocado son muestras inequívocas de las convulsiones que vive el
partido de gobierno.
Para justificar la represión policial y militar, los voceros del gobierno, inventando una nueva
categoría politológica, comenzaron por hablar de un golpe de estado en desarrollo a la cabeza del cual
se encontraría el liderazgo opositor que propiciaba “la salida” política de la crisis mediante acciones de
protesta en “la calle”. Cuando el número de muertos, presos, torturados, enjuiciados, heridos y
perseguidos rebasó los límites que la opinión nacional y mundial podía tolerar sin reaccionar, el
gobierno montó una “conferencia de paz” que resultó ser un movimiento de distracción para alguna
gente de buena fe, sobre todo de los sectores económicos, y para que algunos oportunistas de la
política pudieran tener su tiempo de exposición en los medios de comunicación públicos. Cuando se
logró, sobre todo por la presión nacional y mundial, iniciar un proceso de diálogo entre el gobierno y la
oposición con mediación internacional, el gobierno quedó tan mal parado del primer encuentro que no
encontró otra alternativa que empezar a boicotearlo. Si bien no se ha cancelado por completo porque
alguna razón respetable debe inventar el gobierno para los cancilleres de UNASUR y El Vaticano, el
conato de diálogo significó la liquidación de la llamada “conferencia de paz” en medio del silencio más
completo. El paréntesis que se abrió en medio de las protestas de calle que sacudían a todo el país las
utilizó el gobierno para montar otras respuestas maquilladas sin resutados. Encarcelar y destituir, con
ayuda del Tribunal Supremo a dos alcaldes opositores electos tres meses antes, repetir en sus
municipios las elecciones y recibir la paliza política más escandalosa de los últimos tiempos. Mediante
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acción incoada por uno de esos oportunistas que andan a la caza de recompensas burocráticas, inducir
al Tribunal Supremo d Justicia a dictar sentencia ilegal e inconstitucional con la pretensión, sin la más
mínima posibilidad de lograrlo en la práctica, de ponerle freno a las manifestaciones del movimiento
estudiantil. Arremeter contra líderes y organizaciones políticas democráticas (M.C.Machado y L.López),
desarrollar un vasto plan de judicialización de la protesta política con lo que de paso hunde más al
poder judicial en el ambiente de precariedad moral en que se mueve, para terminar montando la
burda e increíble trama de un magnicidio en el que ni siquiera los más inocentes o sectarios creen. Esta
relación muestra fehacientemente la debilidad de un régimen y del gobierno que lo encarna y
simplemente apura a las fuerzas democráticas para que precisen los límites teóricos y programáticos
del renacimiento democrático del país.
DOS CONSIDERACIONES FINALES RELEVANTES.
Desde 1999, al apenas comenzar su primer mandato, el líder del nuevo gobierno anunció que se
proponía convertir el origen civil, ordinario y pacífico de su investidura en una revolución, y con más
fuerza en vísperas de su primera reelección anunció que su gobierno estaba decidido a implantar en
Venezuela el “socialismo del siglo XXI”.Allí se echaron las bases para consumar la división política de la
población venezolana en las dos grandes porciones que los guarismos de varias de las últimas
elecciones registran como equivalentes. Desde entonces se planteó, entre los referentes de la
polarización, una lucha en dos planos y con diferente intensidad, el de la acción política y el de la
realidad económico-social.
En la retahíla de elecciones celebradas en el país entre 1999 y 2013 y en su consecuencia de permitir
la existencia de un co-gobierno (en gobernaciones y alcaldías) que reconocía a sectores de la oposición
un espacio para la sobrevivencia, encontró la confrontación política una válvula de escape a la presión
creciente generada por el choque de dos modelos de organización republicana y dos estilos de
gobernar. La sucesión de comicios sirvió también para disimular las asperezas de la verdadera
contradicción entre democracia y totalitarismo o, si se prefiere, entre la democracia y la forma
adoptada en Venezuela por la dictadura. Ahora bien, a partir del momento en que en el país se
abandonó la práctica democrática de contar con un organismo rector de las elecciones,respetable para
todos los sectores por las cualidades de sus integrantes, y se estructuró el Consejo Nacional Electoral
con manifiesto desequilibrio a favor del gobierno, las actuaciones del Poder Electoral pasaron a
caracterizarse por su evidente parcialización hacia los candidatos oficialistas, y todos los comicios
celebrados bajo su rectoría se convirtieron en una sucesión de denuncias de todo tipo contra el
organismo electoral. A pesar de esta circunstancia, los sucesivos resultados no pudieron borrar el
creciente sentimiento opositor de los venezolanos y, por el contrario, mostraron una tendencia hacia
el equilibrio relativo de votos, es decir de fuerzas, aun cuando este equilibrio no quedara reflejado en
las instancias de poder. Así se llegó hasta abril de 2013 cuando debió convocarse una nueva elección
presidencial por causa de la muerte del titular de la primera magistratura nacional, y el resultado de
esta última consulta fue formalmente desconocido por el candidato de las fuerzas democráticas. A
pesar de que ocho meses más tarde, con motivo de las elecciones municipales del 8 de diciembre de
2013, el gobierno revalidó el cuestionado triunfo de abril, lo cierto es que, en el país y en el ánimo de
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los electores democráticos, quedaron serias dudas acerca del valor de las elecciones como fórmula
para lograr un cambio de gobierno. Esto puede ayudar a explicar que en el receso electoral abierto en
el país entre el 8 de diciembre de 2013 y el momento de la renovación de la Asamblea Nacional que
deberá ocurrir a finales de 2015, los espíritus de muchos venezolanos hayan estado abiertos, y sigan
abiertos, a la exploración de otras vías, dentro del abanico de posibilidades democráticas, para inducir
un cambio político en el país antes de 2019.
Obviamente, las solas consideraciones políticas no alcanzan a dar una explicación suficiente de los
hechos. Ya antes dijimos que al lado de la confrontación política en el país se desarrollaba otra
contradicción, o miles de contradicciones en el plano económico y social. Con todo el peso que
podamos darle a la fuerza de las razones ideológicas para torcer negativamente el rumbo de la
sociedad, y por más desnuda que dejemos a la incompetencia de los venezolanos a los que les ha
correspondido dirigir al país en los últimos quince años, a los analistas del futuro les va a costar mucho
encontrar las explicaciones del fracaso y destrucción de nuestra sociedad ocurridas en medio del
período de mayor abundancia de recursos fiscales de Venezuela. En el alma de millones de
venezolanos, y no solo de los que constituyen los sectores altos y medios de la sociedad, se ha venido
formando una resaca de frustraciones, resentimientos y deudas por cobrar que pueden volcarse en
violencia social cuando se den las condiciones requeridas. Hasta los más pobres que se han beneficiado
de los programas asistencialistas del gobierno saben en lo más hondo de su espíritu que las ayudas
recibidas les permiten capear las consecuencias de la pobreza y hasta mostrar algún reconocimiento
electoral al gobierno porque son agradecidos, pero que después de quince años siguen siendo pobres e
intuyen que lo serán por siempre pues no se ha hecho nada, de verdad, para acabar con las causas de
la pobreza. En el país se han registrado millares de protestas por razones económicas y sociales pero
las mismas no se han unido todavía en matrimonio con la protesta política. Pues bien, esto es lo que
comienza a ocurrir a principios de 2014 y que tiene al Táchira y a los tachirenses como el mejor
ejemplo.
Otro acompañante de estos acontecimientos vuelve a presentarse en estos tiempos. La antipolítica ha
reverdecido como hierba mala entre las barricadas y las movilizaciones que comenzaban y terminaban
en medio de consignas y gritos airados o de oraciones y actos de fe pero sin orientaciones políticas
claras. Todo el mundo tocaba pero nadie aparecía como el director de la orquesta. El animador
invisible, el consultor anónimo, el orientador omnipresente era el twiter que señalaba hechos y
registraba datos pero no daba explicaciones. Y estas manifestaciones de la antipolítica que aparecen
ahora, aun cuando al final produzcan los mismos efectos, son distintas de las que tuvieron lugar en el
pasado reciente promovidas por importantes factores intelectuales, directivos de medios de
comunicación y connotados dueños de medios de producción. Hay un rechazo, a veces brutal, de la
política y de los políticos que no han entendido, todavía, lo que ha pasado en el país, que no han sido
capaces de detenerse a reflexionar sobre su propia práctica partidista pasada y que se niegan a aceptar
que el modelo cultural conforme al cual se edificaron las organizaciones partidistas en Venezuela se
agotó. Venezuela está urgida de un nuevo tipo de partidos y de un nuevo tipo de democracia.
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SUGERENCIAS FINALES.
La reconstrucción de Venezuela exige un esfuerzo intelectual sostenido en el que debe participar la
mayor cantidad de compatriotas. A la cabeza de ese trabajo deberían estar los conciudadanos mejor
dotados de conocimientos y experiencias, pero en su culminación tendrían que participar la mayoría de
los venezolanos. Imaginamos ese esfuerzo en dos planos, el de las formulaciones generales con una
perspectiva de largo plazo sobre el país en el que queremos vivir y el del programa mínimo requerido
para garantizar el éxito de la transición a partir del actual estado de cosas.
Considerando la orientación que toman el discurso y la conducta de diversos actores del campo
democrático a estas alturas de la lucha, parece razonable prever que la unidad política que con tanto
esfuerzo se ha logrado levantar en estos últimos años ceda de nuevo el paso a la acción plural, no
necesariamente concertada, de las organizaciones políticas y sociales que hoy la integran, tan pronto
como el régimen actual finalice. A decir verdad, eso es parte de la naturaleza de la democracia. Los
partidos y las otras formas de organización de la sociedad buscarán competir en un ambiente de
libertad conforme a sus ideologías, sus programas y sus estilos para tratar de alcanzar los propósitos
que le hayan propuesto al país.
Ahora bien, a pesar de esas diferencias y más aun suponiéndolas, todas las sociedades humanas
organizadas en estados viven los diversos ciclos de su evolución histórica guiados por principios
compartidos por la mayoría de sus habitantes durante período más o menos prolongados. Esos
principios se alimentan con las ideas nacionales y universales dominantes y se transforman de acuerdo
a la evolución y cambio que sufran las ideas, por supuesto, tomando en cuenta la capacidad social para
aceptarlas y, sobre todo, para aceptar sus cambios. La dinámica social va indicando la consistencia y
vitalidad de esos principios, su durabilidad, del mismo modo que revela cuando se van agotando y
demandan su revisión o cambio. Obviamente, en toda sociedad hay factores y fuerzas que por inercia
tienden a mantener el status quo y fuerzas abiertas a las transformaciones.
En Venezuela, los 43 años de democracia que van de 1945 a 1998, si se toma en cuenta el período
que corresponde al nacimiento de lo que el historiador Germán Carrera Damas llama la República
Liberal Democrática y se excluye el tiempo de la dictadura de Pérez Jiménez, permitieron vivir
momentos de plenitud política, de progreso económico y de avance social, al lado de momentos de
declinación y contradicciones que no pudieron ser resueltos satisfactoriamente por el liderazgo
correspondiente a ese período. La fórmula que se abrió campo en el país fue la de un régimen que
combinando la bondad básica de la democracia, que es la consulta popular, con la carga autoritaria del
militarismo ha empujado a Venezuela hasta los extremos de este híbrido político que está a punto de
yugular por completo la libertad, castrar las condiciones del progreso económico y consolidar un
verdadero retroceso social. Pues bien, este ensayo que ya cubre quince años está viviendo el comienzo
de su derrumbe y, en nuestro criterio, para reemplazarlo debemos ser capaces de proponer un país
que no sea un remiendo del actual ni la repetición melancólica del que se quedó atrás en 1998.
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Basados en las consideraciones anteriores nos permitimos, entonces, sugerir una acción en dos planos:
1. Escribir, discutir y divulgar el conjunto de tesis sobre la nueva democracia. Esto no significa
ignorar los esfuerzos que, particularmente desde la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se
han hecho para importantes eventos electorales con una laboriosidad y empeño que sería injusto
desconocer. No obstante, la perspectiva que planteamos es distinta. No se trata de redactar otro
programa de gobierno sino de elaborar las grandes formulaciones conceptuales que serían el
piso teórico para levantar sobre él a la nueva democracia:
1.1. La tesis política sobre la nueva democracia: los principios generales del sistema, el nuevo
estado y la organización de la República.
1.2. La ley como el único árbitro de los conflictos de derechos e intereses de los venezolanos.
El sistema de administración de justicia en la nueva democracia.
1.3. El papel de la sociedad civil en la nueva democracia: las ONG, los trabajadores y sus
organizaciones, el movimiento estudiantil. La opción social preferencial.
1.4. La tesis económica de la nueva democracia. El papel del petróleo.
1.5. Las fuerzas armadas de la nueva democracia.
1.6. La educación en la nueva democracia.
1.7. La ciencia y la tecnología: desarrollo y autonomía del país.
1.8. La política de estado para garantizar la seguridad de todos los venezolanos.
1.9. La política cultural de la nueva democracia.
1.10. La dimensión ética de la función pública y de la actividad privada en la nueva democracia.
2. Formular el programa mínimo para la transición que contenga los requerimientos políticos para
asegurar su éxito y las medidas indispensables a ejecutar. Pero ese programa mínimo no puede
ser el resultado de un apuro ni de la improvisación sino que debe apoyarse en la visión
estratégica que los demócratas compartan.
Mérida, junio de 2014.
Atentamente:
José Mendoza Angulo, Néstor López Rodríguez, Miguel Rodríguez Villenave, Genry Vargas
Contreras, Germán Monzón Salas, Luis Caraballo Vivas, Diómedes Cordero, Malin Pino Pérez, John
William Páez Monzón, Alejandro Gutiérrez, Jesús Alexis Paparoni, Andrés Rojas, Manuel Mendoza
Angulo, Julio Flores Menesini, Oscar Aguilera, Jesús Mora Contreras, Teodoro Vielma Monserratte,
Juan Carlos Liendo, Raúl Estevez.
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