1 In Agenda ONU (Anuario de la Asociación para las Naciones Unidas en España), num. 4, 2001, pp. 5794 El derecho a la alimentación en el derecho internacional Carlos Villán Durán Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Ginebra)1 Miembro del Instituto Internacional de Derechos Humanos (Estrasburgo) Antiguo Profesor de Derecho Internacional en las Universidades de Oviedo y León (España) 1 Las opiniones expresadas son de la exclusiva responsabilidad del autor, por lo que no comprometen las de la Organización. 2 INTRODUCCION 1. Es sabido que la Organización de las Naciones Unidas se trazó en su Carta constitutiva de 1945, entre otros, el Propósito de la realización de "la cooperación internacional en la solución de problemas imternacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión2. De este modo, la Carta introduce por primera vez en el D. internacional la obligación de todo Estado de dar un trato digno, respetuoso con los derechos humanos, a todas las personas que se encuentren bajo su jurisdicción, con independencia de que sean nacionales o extranjeras. Ese estándar de trato único estará en adelante regulado por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos3. Su consecución, a través de la cooperación internacional de los Estados, será un elemento indispensable para el fortalecimiento de la paz y la seguridad internacionales, toda vez que su mantenimiento figura como el Propósito esencial de la Carta4 y la realización del conjunto de Propósitos señalados en el referido Art. 1 está intimamente unida a la eficaz garantía internacional de los derechos humanos. En efecto, la cooperación internacional de los Estados debe atender por igual a los tres sectores enumerados en el Art. 1.3, puesto que son interdependientes entre sí y no se puede privilegiar un sector en detrimento de otro. Por ello se ha dicho que la viabilidad de los sistemas políticos, el desarrollo económico y la estabilidad del orden internacional, dependen sustancialmente del respeto y la promoción de los derechos humanos. Por tanto, ya la Carta había puesto de relieve en 1945 la interdependencia y la íntima relación existente entre la paz, el desarrollo y los derechos humanos. 2. Así pues, se puede concluir que la cooperación de los Estados en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos (según el Artículo 1.3 de la Carta), así como el deber de los Estados de cooperar en la promoción del respecto universal a los derechos humanos y su efectividad (según los Artículos 56 y 55.c, combinados, de la Carta), constituyen uno de los ejes fundamentales para conseguir el objetivo esencial y primordial de la Carta, esto es, el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. 3. Para ello los Estados han consentido en construir una estructura institucional de promoción y, más tarde, de protección de los derechos humanos en el plano 2 Art. 1.3 de la Carta de las Naciones Unidas 3 En adelante: DIDH 4 Art. 1.1 de la Carta 3 internacional, mediante la codificación y el desarrollo progresivo de un conjunto de normas -sustantivas y procesales- cuyo desarrollo ha configurado el actual DIDH. Así, con posterioridad a la adopción de la Carta de las Naciones Unidas, la comunidad internacional acometió la trascendental tarea de redactar una Carta Internacional de Derechos Humanos, compuesta por la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 y sus dos Protocolos Facultativos, de 1966 y 1989. Con esta Carta Internacional de Derechos Humanos se inicia la necesaria concreción de lo que se debe entender por "derechos humanos" tanto en la Carta de San Francisco como en el mismo D. internacional. La codificación y desarrollo progresivo del DIDH ha continuado con buen ritmo hasta la fecha, pues nuestro ordenamiento cuenta ya con un Código de 137 tratados internacionales y protocolos, todos ellos elaborados en el marco de las Organizaciones internacionales, universales y regionales. Estos tratados crean obligaciones jurídicas concretas para los Estados Partes en los mismos. Además, el Código internacional de los derechos humanos se completa con un número importante de declaraciones, resoluciones, reglas mínimas, conjuntos de principios y recomendaciones, que tienen un valor jurídico desigual, pero que al menos sirven de pautas que debieran guiar la conducta de los Estados. Su futuro valor jurídico dependerá del grado de aceptación que esas pautas de conducta vayan ganando en el comportamiento de los Estados. 4. Para alcanzar estos objetivos, ha sido esencial el papel protagónico desempeñado por las Organizaciones internacionales, que ha sido notable en dos niveles: En primer lugar, como queda dicho, las Organizaciones han alentado eficazmente la codificación y el desarrollo progresivo del DIDH. En segundo lugar, tales Organizaciones han construido una base institucional -cada vez más desarrollada- sobre la que reposan los mecanismos internacionales para la protección de los derechos humanos, a través de los cuales los Estados canalizan su voluntad de cooperación política en favor de un sistema internacional de protección de los derechos humanos. Un factor clave del éxito de las Organizaciones internacionales ha sido la incorporación a sus trabajos, junto a los Estados, de representantes de otros actores de la vida internacional, especialmente los de la sociedad civil y, en nuestro ámbito, las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, quienes participan en los trabajos de las Organizaciones internacionales intergubernamentales a través del estatuto consultivo. 5. La paciente construcción de un régimen jurídico internacional de los derechos humanos a lo largo de los 56 años de existencia de las Naciones Unidas, ha tenido su más reciente espaldarazo en el texto de la Declaración y Programa de Acción de Viena, fruto de la segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en la historia de la humanidad. En efecto, tal Declaración proclamó solemnemente que "... la promoción y protección de todos los derechos humanos 4 es una preocupación legítima de la comunidad internacional" en el marco de los Propósitos y Principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas, en particular el Propósito de la cooperación internacional5. Así pues, la Declaración de Viena reitera la vigencia de las disposiciones de la Carta de San Francisco en materia de derechos humanos. En esta línea se reafirma que el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales no se puede disociar del establecimiento de la democracia, el Estado de derecho, el respeto a los derechos humanos y libertades fundamentales, así como del desarrollo económico con contenido humano y del desarme. De esta manera, los derechos humanos se configuran como el motor imprescindible de unas relaciones internacionales más justas y armoniosas. 6. Por tanto, la comunidad internacional dispone en la actualidad de un valioso Código internacional de los derechos humanos, en el que se reconoce una amplia gama de derechos. Pero, como ya hemos indicado en otro lugar6, conviene advertir que se ha avanzado mucho menos en el terreno de su aplicación efectiva, puesto que el disfrute real de los derechos humanos internacionalmente proclamados es pura ilusión en la realidad de la mayor parte de las sociedades nacionales. En el pasado se han hecho interpretaciones restrictivas de los "derechos humanos", tales como afirmar que "unos" derechos son más fundamentales que "otros", con lo que se cayó en la ya superada dicotomía -propia del período de la Guerra Fría- entre los derechos civiles y políticos, de un lado, y los derechos económicos, sociales y culturales, de otro. Pero ya no cabe seguir discriminando en el reconocimiento y aplicación efectiva de un sector del DIDH en favor de otro sector. En efecto, el ideal del ser humano libre, liberado del temor y de la miseria, no podrá realizarse a menos que "se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos"7. En el mismo sentido, la Proclamación de Teherán de 1968, fruto de la primera Conferencia Mundial de Derechos Humanos, reiteró la imposibilidad de la realización plena de los derechos civiles y políticos sin el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales, por lo que el progreso en los derechos humanos dependerá de las políticas de desarrollo económico y social que se realicen de modo efectivo en los 5 Declaración y Programa de Acción de Viena, de 25 de junio de 1993, Parte I, párr. 4. Enfasis añadido. 6 C. VILLAN DURAN: "Contenido y alcance del derecho a la alimentación en el derecho internacional", in TERRE DES HOMMES (ed.), El Derecho a la equidad. Etìca y mundialización social. Barcelona, Icaria-Antrazyt, 1997, 448 p., at 197-228. Version francesa: “Contenu et portée du droit à l’alimentation dans le droit international”, in TERRE DES HOMMES-FRANCE (ed.), Halte à la mondialisation de la pauvreté. Paris, Editions Karthala, 1998, 386 p., at 185-214. 7 Pár. 3 de la parte preambular, común (mutatis mutandis), a los dos Pactos Internacionales de Derechos Humanos. de 1966. 5 planos internacional y nacional. Más adelante, la Asamblea General reiteró en 1977 estos mismos conceptos8. 7. Por su parte, la Declaración y Programa de Acción de Viena aprobada en la segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993, confirmó esta línea argumental al señalar con rotundidad que "Todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí. La comunidad internacional debe tratar los derechos humanos en forma global y de manera justa y equitativa, en pie de igualdad y dándoles a todos el mismo peso"9. Además, la Declaración de Viena reafirmó el derecho al desarrollo como "derecho universal e inalienable y como parte integrante de los derechos humanos fundamentales", siendo la persona humana el sujeto central del desarrollo. Por lo mismo, la Declaración fue elocuente al subrayar que el desarrollo propicia el disfrute de todos los derechos humanos, pero la falta de desarrollo no puede invocarse como justificación para limitar los derechos humanos internacionalmente reconocidos10. En consecuencia, los Estados "tienen el deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, sin distinción alguna"11. 8. Así, a título de ejemplo, el derecho a la vida ya no se puede entender únicamente como el derecho a no verse arbitrariamente privado de la misma por parte de un miembro prepotente de un servicio de seguridad del Estado, lo que constituye la dimensión "individual" o tradicional de tal derecho. En efecto, como señala el Comité de Derechos Humanos, el derecho consagrado en el art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos exige que no se interprete de forma restrictiva. Al contrario, la correcta protección de este derecho obliga a los Estados Partes a adoptar medidas positivas, al menos en dos direcciones que desbordan ampliamente la dimensión "individual" del derecho a la vida: En primer lugar, para evitar las guerras, los actos de genocidio y demás actos de violencia de masas que causan la pérdida arbitraria de vidas humanas. En este sentido, todos los esfuerzos de los Estados para evitar el peligro de guerra, especialmente de guerra termonuclear, y para fortalecer la paz y la seguridad internacionales, 8 Res. 32/130, de 16 de diciembre de 1977, de la Asamblea General, pár. 1 de su parte dispositiva 9 Declaración y Programa de Acción de Viena, cit., Parte I, párr. 5. 10 Ibidem, pár. I.10 11 Ibidem, pár. I.5 in fine (el subrayado es nuestro) 6 constituirán la condición y garantía más importante para la protección del derecho a la vida. En segundo lugar, se requieren medidas positivas de los Estados con el fin de "disminuir la mortalidad infantil y aumentar la esperanza de vida, en especial adoptando medidas para eliminar la malnutrición y las epidemias"12 9. En definitiva, ambos aspectos nos presentan la dimensión "colectiva" del derecho a la vida, poniendo de relieve la íntima relación existente entre la dimensión "individual" y la dimensión "colectiva" de ese derecho. Pero, a pesar del reconocimiento de la interrelación existente entre las dimensiones individual y colectiva de cualquier derecho, en el DIDH todavía se arrastra del pasado un tratamiento diferencial13, que es particularmente evidente en dos planos: En primer término, en el plano de la definición o concreción jurídica de los derechos, pues el DIDH ha prestado tradicionalmente mayor atención a la definición y desarrollo de los derechos civiles y políticos que a los de carácter económico, social y cultural. En segundo término, los mecanimos internacionales de protección también varían, pues son más eficaces en el caso del primer tipo de derechos, mientras que la escasa concreción jurídica de los segundos ha hecho más difícil articularlos como auténticos derechos subjetivos, dotados de medios de defensa eficaces, incluidos los jurisdiccionales14. 10. Si volvemos al ejemplo del derecho a la vida, conviene recordar que en el Tercer Mundo la pobreza ha sido la causa de la muerte de 36 millones de personas el año 2000 por enfermedades infecto-contagiosas y parasitarias fácilmente curables, tales como la diarrea, el paludismo y la tuberculosis. Entre estas víctimas se contabilizan 34.000 niños que mueren cada día por malnutrición y enfermedad, por lo que su derecho a la vida es totalmente ignorado. Esta triste realidad se debe a que 1.300 millones de personas viven en la pobreza absoluta y de ellas 828 millones pasan hambre, pues no tienen alimentos suficientes para comer, condenados al martirio cotidiano de la angustia por encontrar alimentos que les permitan sobrevivir día a día. Además, el analfabetismo alcanza en el mundo a 12 Observación general 6 - Artículo 6 (16 período de sesiones, 1982), párrs. 2 y 5. Cfr. doc. HRI/GEN/1/Rev.5, de 26 de abril de 2001, p. 127. 13 Vid. a este respecto el informe provisional del Relator Especial de la Subcomisión Sr. José BENGOA sobre la relación entre el disfrute de los derechos humanos, en particular los derechos económicos, sociales y culturales, y la distribución de los ingresos. Doc. E/CN.4/Sub.2/1995/14, de 10 de julio de 1995, 17 p., passim 14 Cfr. JIMENA QUESADA, Luis: "La protección de los derechos económicos, sociales y culturales", in INSTITUTO DE RELACIONES INTERNACIONALES, La protección universal y regional de los derechos humanos. Universidad de La Plata (Argentina), 1995, pp. 65-86, at 66 7 1.000 millones de personas, de las que dos terceras partes son mujeres15. Por último, 1.500 millones de personas no tienen acceso a agua potable ni a servicios sanitarios, y 500 millones de niños no pueden disfrutar de la enseñanza primaria16. Todo esto ocurre en un planeta en el que abundan las riquezas. Son cifras dramáticas que revelan lo injusto del "orden" económico internacional cuyos responsables, junto a los gobiernos nacionales, no podrán afirmar que son suficientemente respetuosos con el derecho a la vida consagrado en el plano internacional, mientras un solo niño se muera de hambre o a causa de una enfermedad infecto-contagiosa fácilmente curable. En efecto, esta situación revela el inexcusable olvido de los derechos humanos como componente esencial de todo plan de desarrollo económico y social, ya sea a nivel nacional o internacional. Por otra parte, el hambre, la pobreza y el subdesarrollo de los pueblos, junto a la conculcación de las libertades y el derecho a la libre determinación de los mismos, son las causas profundas de todos los conflictos sociales que afloran en las sociedades nacionales, originando con frecuencia conflictos armados de carácter interno -lo más a menudo- o internacional17. Además, la Declaración de Viena recordó que la pobreza extrema y la exclusión social "constituyen un atentado contra la dignidad humana", por lo que urge promover los derechos humanos de los más pobres y favorecer su participación en la adopción de las decisiones que les atañen y en la lucha contra la extrema pobreza18. Pues bien, en último análisis, los conflictos sociales son el resultado del olvido de los derechos humanos de la mayoría en favor de los intereses egoistas de unos pocos, habitualmente impuestos por la fuerza. La comunidad internacional debe afrontar tales conflictos con la decidida voluntad de atacar de raíz sus causas, en el entendimiento de que la consecución de la paz y la seguridad internacionales, Principio básico de la Carta, pasa necesariamente por el respeto a todos los derechos humanos y libertades fundamentales. 11. De todo lo dicho se desprende que el derecho a una alimentación suficiente, adecuada y digna, se presenta ante el DIDH como un gran desafío, pues dada su estrecha vinculación con el derecho a la vida, el disfrute real de todos los demás 15 Cfr. PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO (PNUD), Informe sobre desarrollo humano 1993. Madrid, Centro de Comunicación, Investigación y Documentación entre Europa, España y América Latina (CIDEAL), 1993, 249 p., at 14. 16 UN CENTRE FOR HUMAN RIGHTS: The Committee on Economic, Social and Cultural Rights (Fact Sheet no. 16, Rev. 1). United Nations, Geneva, May 1996, p. 5 17 Entre 1989 y 1992 se produjeron 82 conflictos armados, todos ellos internos, a excepción de tres que fueron internacionales. Vid. PNUD, Rapport mondial sur le développement humain 1994. Paris, Economica, 1994, 239 p., at 50. 18 Declaración y Programa de Acción de Viena. cit., pár. I.25 8 derechos y libertades estará condicionado a la satisfacción de un mínimo vital del derecho a la alimentación. A este respecto, la Declaración de Viena se limitó a pedir a los Estados que se abstuvieran de adoptar medidas unilaterales que fueran contrarias al D. internacional e impidieran la realización plena de los derechos enunciados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en particular el derecho a la alimentación. En este contexto, la Conferencia Mundial afirmó que "la alimentación no debe utilizarse como instrumento de presión política"19. 12. En su 56º período de sesiones, la Comisión de Derechos Humanos aprobó la resolución 2000/10, de 17 de abril de 2000, por la que decidió responder cabalmente a la necesidad de adoptar un enfoque integrado y coordinado en la promoción y protección del derecho a la alimentación y nombrar por un período de tres años un relator especial sobre el derecho a la alimentación. El Prof. Jean Ziegler (Suiza) fue nombrado Relator Especial. Su mandato incluye: a) Solicitar y recibir información sobre todos los aspectos de la realización del derecho a la alimentación, incluida la urgente necesidad de erradicar el hambre, y responder a esa información; b) Cooperar con los gobiernos, las organizaciones intergubernamentales, en particular la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, y las organizaciones no gubernamentales para la promoción y realización eficaz del derecho a la alimentación, y formular recomendaciones apropiadas sobre la realización de ese derecho, tomando en consideración la labor ya realizada en esta esfera en todo el sistema de las Naciones Unidas; c) Identificar los problemas nuevos relacionados con el derecho a la alimentación que se planteen en todo el mundo (Párrafo 11 de la resolución 2000/10). En su resolución 2001/25, de 20 de abril de 2001, la Comisión tomó nota con reconocimiento del primer informe del Relator Especial20 y le encomió por su valiosa labor en la promoción del derecho a la alimentación. Confirmó su mandato y le pidió que prestase atención a la cuestión del agua potable, teniendo en cuenta la interdependencia de esta cuestión con el derecho a la alimentación. También le alentó a que incorporase una perspectiva de género en las actividades relacionadas con su mandato. Finalmente, le pidió que presentase a la Asamblea General en su quincuagésimo sexto período de sesiones (2001) un informe preliminar21 y que presentase a la Comisión en su 58° período de sesiones (2002) un informe final sobre la aplicación de esa resolución. 19 Declaración y Programa de Acción de Viena de 1993, cit., pár. I.31 20 E/CN.4/2001/53, de 7 de febrero de 2001. Todos los documentos de las NU se pueden consultar en la siguiente página del Internet: http://www.unhchr.ch 21 A/56/210, de 23 de julio de 2001 9 En esta ponencia determinaremos cuál es el contenido mínimo vital del derecho a la alimentación en el DIDH (Parte I) para identificar con exactitud el alcance de las obligaciones jurídicas que los Estados deberían asumir para asegurar el goce efectivo de ese derecho en el plano interno (Parte II). I CONTENIDO DEL DERECHO A LA ALIMENTACION 13. Siendo la alimentación un componente esencial del derecho a la vida de todo ser humano, el Prof. A. EIDE concluyó en su estudio pionero de 1987 sobre la materia, que todos necesitamos de alimentos que sean: a) Suficientes, equilibrados y sanos para satisfacer las necesidades de nutrición; b) Aceptables culturalmente; y c) Cuya obtención no resulte contraria a nuestra dignidad de seres humanos22 Este contenido potencial de la necesidad alimenticia del ser humano, se ajusta a los requerimientos físicos y morales de toda persona. Pero su traslado al DIDH, de manera que se convierta en un derecho humano debidamente reconocido por la comunidad internacional, ha ido plasmándose paulatinamente a lo largo del tiempo en una serie de textos internacionales de derechos humanos de alcance jurídico desigual. 14. Un breve repaso a los textos internacionales que han ido consagrando el derecho a una alimentación adecuada nos lleva a la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que proclamó el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, inter alia, la alimentación necesaria23. 15. Este enunciado tan general fue seguido en 1966 de una fórmula más precisa que recoge el Art. 11.1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales24, según el cual se reconoce "... el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación ... y a una mejora continua de las condiciones de existencia". 22 EIDE, Asbjorn, El derecho a una alimentación adecuada como derecho humano. Naciones Unidas (Centro de Derechos Humanos, Serie de estudios num. 1), Nueva York, 1989, 84 p, at 13, pár. 52. 23 Art. 25.1 de la Declaración 24 En adelante: PIDESC 10 Por su parte, el Art. 11.2 del mismo Pacto, que fue introducido en los trabajos preparatorios a iniciativa del Director General de la FAO25, reconoce también "el derecho fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre", a cuyo efecto los Estados deberán adoptar medidas para mejorar los métodos de producción, conservación y distribución de alimentos, así como para asegurar una distribución equitativa de los alimentos mundiales en relación con las necesidades. 16. Además, cabe señalar que el Art. 1 común a los dos Pactos Internacionales de Derechos Humanos de 1966 consagra el derecho de los pueblos a su libre determinación, en cuya virtud establecen libremente su condición política y proveen, inter alia, a su desarrollo económico (pár. 1). Para estos fines, todos los pueblos disponen libremente de sus riquezas y recursos naturales, por lo que "en ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia" (pár. 2). 17. En 1974 se celebró una Conferencia Mundial de la Alimentación y se aprobó la Declaración universal sobre la erradicación del hambre y la malnutrición, cuyo Art. 1 proclamó que "Todos los hombres, mujeres y niños tienen el derecho inalienable a no padecer de hambre y malnutrición a fin de poder desarrollarse plenamente y conservar sus capacidades físicas y mentales. La sociedad posee en la actualidad recursos, capacidad organizadora y tecnología suficientes y, por tanto, la capacidad para alcanzar esta finalidad. En consecuencia, la erradicación del hambre es objetivo común de todos los países que integran la comunidad internacional, en especial los países desarrollados y otros que se encuentran en condiciones de prestar ayuda". La Declaración de 1974 también señaló la responsabilidad fundamental que incumbe a los Estados de cooperar entre sí para conseguir una mayor producción alimentaria y una distribución más equitativa y eficaz de los alimentos entre los países y dentro de ellos. De otro lado, se debiera prestar prioridad a la lucha contra la malnutrición crónica y las enfermedades por carencia alimenticia, que afectan a los grupos vulnerables y de ingresos más bajos (Art. 2). En definitiva, todos los países deberán cooperar en el establecimiento de un sistema eficaz de seguridad alimentaria mundial que garantice en todo momento un adecuado suministro mundial de alimentos básicos, mediante reservas que cubran hasta los casos de emergencia (Art. 12). 18. Por otro lado, en el marco convencional y sectorial se encuentran normas para la salvaguardia del derecho a la alimentación en caso de conflicto armado en los tratados que regulan el DI Humanitario26; el suministro de alimentos a refugiados27; la 25 Vid. a este respecto CRAVEN, Matthew: The International Convenant on Economic, Social and Cultural Rights. A Perspective on its Development. Oxford, Clarendon Press, 1995, pp. 297 y ss. 26 Se trata de los Convenios de Ginebra de 1949 relativos al trato de los prisioneros de guerra (Arts. 26 y 51); protección de personas civiles en tiempo de guerra (Arts. 23 y 55); Protocolo I relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados 11 prohibición de discriminación racial en el disfrute, inter alia, de los derechos económicos, sociales y culturales28; la prohibición de la discriminación contra la mujer en el disfrute de los mismos derechos29; prohibición de actos de genocidio a través del sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial30, entre las que cabe incluir la privación intencionada de alimentos; prohibición de crímenes de apartheid semejantes, cometidos con intención de instituir y mantener la dominación de un grupo racial de personas sobre cualquier otro grupo racial de personas y de oprimirlo sistemáticamente31, o bien la adopción de medidas legislativas o de otro orden destinadas a impedir a uno o más grupos raciales la participación, inter alia, en la vida económica del país32. 19. En relación con los niños33, los Estados Partes en la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 deberán combatir las enfermedades y la malnutrición, suministrándoles alimentos nutritivos adecuados y agua potable salubre34; asegurarse de que padres y niños conozcan los principios básicos de la salud y la nutrición de los niños, la ventajas de la lactancia materna, la higiene y el saneamiento ambiental35; reconocer el derecho a un nivel de vida adecuado para el desarrollo físico del niño, proporcionando asistencia material y programas de apoyo con respecto, inter alia, a la nutrición36; y proteger al niño contra la explotación económica y los trabajos peligrosos o nocivos para su salud o desarrollo físico37. internacionales (Arts. 54, 69 y 70); y Protocolo II relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional (Arts. 14 y 15) 27 Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, Capítulo IV (bienestar), Arts. 20-24 28 Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial de 1965, Art. 5. e) 29 Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, de 1979, Arts. 11-14 30 Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, de 1948, Art. II. c) 31 Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid, de 1973, Art. II. b) 32 Ibidem, Art. II. c) 33 Vid. sobre este tema JONSSON, Urban: "Nutrition and the convention on the rights of the child", Food Policy, vol. 21, num. 1, 1996, pp. 41-55 34 Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989, Art. 24.2 c) 35 Ibidem, Art. 24.2.e) 36 Ibidem, Art. 27, párs. 1 y 3 37 Ibidem, Art. 32.1 12 20. La Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, de 199038, reconoce la igualdad de trato en relación con los nacionales a favor de los trabajadores migratorios y sus familiares, en lo que se refiere al disfrute de los derechos económicos y sociales. En particular, el Art.47.1 de la Convención establece el derecho de este tipo de trabajadores a transferir sus ingresos y ahorros, especialmente los fondos necesarios para el sustento de sus familiares, del Estado de empleo a su Estado de origen o a cualquier otro Estado. 21. En el ámbito de la Organización Internacional del Trabajo, varios convenios internacionales del trabajo protegen indirectamente el derecho a una alimentación adecuada, en la medida en que establecen un régimen de salarios mínimos39; seguridad social y asistencia social40; prohibición del trabajo forzoso41; derechos de las poblaciones indígenas42; y edad mínima de acceso al trabajo para los menores de edad43, lo que supone una garantía contra la explotación laboral de los niños. 22. En cuanto al derecho convencional regional, el texto más significativo en nuestra materia es el Art. 12.1 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ("Protocolo de San Salvador"), que consagra el derecho a la alimentación en estos términos: "Toda persona tiene derecho a una nutrición adecuada que le asegure la posibilidad de gozar del más alto nivel de desarrollo físico, emocional e intelectual"44. Para hacer efectivo este derecho y erradicar la desnutrición, el Art. 12.2 del citado Procotolo establece el compromiso de los Estados Partes en "perfeccionar los métodos de producción, aprovisionamiento y distribución de alimentos", en el marco 38 Todavía no 39 ha entrado en vigor Convenio num. 131, de 1970, relativo a la fijación de salarios mínimos (agricultura) 40 Convenio relativo a la norma mínima de la seguridad social y Convenio relativo a las normas y objetivos básicos de la política social 41 Convenio num. 105, de 1959, relativo a la abolición del trabajo forzoso 42 Convenio num. 107, de 1987, relativo a la protección e integración de las poblaciones indígenas y de otras poblaciones tribuales y semitribuales en los países independientes 43 44 Convenio num. 138, de 1973, sobre la edad mínima de admisión al empleo El "Protocolo de San Salvador", de 17 de noviembre de 1988, ha sido ratificado hasta la fecha por doce Estados (Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname, Uruguay y Venezuela) por lo que ya ha entrado en vigor. 13 de una mayor cooperación internacional en apoyo de las políticas nacionales sobre la materia. 23. Se puede concluir, por tanto, que el derecho a una alimentación adecuada es un derecho humano que se ha reconocido en términos generales en el marco del DI convencional, tanto universal como regional, pero su precisión jurídica ha sido más bien escasa. En ocasiones, el derecho a una alimentación adecuada se engloba en el más genérico derecho a un nivel de vida suficiente. Otra fórmula utilizada es de carácter negativo, pues se refiere al derecho a no padecer hambre, que debería disfrutarse en todo momento. En el plano colectivo, el derecho de los pueblos a disponer de sus propios recursos naturales es esencial para la realización de tales derechos45. En estas circunstancias, el contenido y alcance real del derecho a una alimentación adecuda vendrá determinado por el tipo de obligaciones que los Estados deben asumir al ser Partes en los tratados internacionales que hemos visto, especialmente el PIDESC. II LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS 24. El alcance de las obligaciones de los Estados Partes en el PIDESC en relación con el derecho a una alimentación adecuada está determinado por la regulación sustantiva de este derecho (art. 11 del Pacto), combinada con las cláusulas generales contenidas en el art. 2 del mismo Pacto. Ambos artículos han sido objeto de interpretación y desarrollo por parte del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales46, respectivamente, a través de sus directrices para la presentación de informes periódicos, así como de dos de sus comentarios (u observaciones) generales: el n° 3 relativo al Art. 2.1 del PIDESC y el n° 12 sobre el art. 11 del mismo Pacto. 25. Como señala Ph. ALSTON, la finalidad de las directrices es orientar a los Estados Partes en la preparación de sus informes y proporcionar un marco uniforme para la labor del Comité DESC, de manera que muestre la coherencia de su enfoque a lo largo de los distintos informes que examina47. 45 VILLAN DURAN, C.: "Contenido y alcance del derecho a la alimentación en el derecho internacional", in TERRE DES HOMMES (ed.), El Derecho a la equidad. Etìca y mudialización social. Barcelona, Icaria-Antrazyt, 1997, 448 p., at 197-228. Versión francesa: “Contenu et portée du droit à l’alimentation dans le droit international”, in TERRE DES HOMMESFRANCE (ed.), Halte à la mondialisation de la pauvreté. Paris, Editions Karthala, 1998, 386 p., at 185-214 46 En adelante: Comité DESC 47 ALSTON, Philip: "Pacto Internacional de Derechos EConómicos, Sociales y Culturales", in CENTRO DE DERECHOS HUMANOS/UNITAR, Manual de preparación de informes sobre los derechos humanos. Naciones Unidas, N. York, 1992, pp. 37-61, at 38 14 26. Por su parte, el Comité DESC recurre a los comentarios (u observaciones) generales para transmitir la experiencia adquirida en el examen de los informes periódicos, sugerir mejoras y estimular las actividades de los Estados, organizaciones internacionales y organismos especializados interesados en lograr la plena realización de los derechos reconocidos en el Pacto, de manera progresiva y eficaz48. En la práctica, las observaciones generales del Comité DESC han constituido un medio eficaz para generar "jurisprudencia" consensuada entre los miembros del mismo, que interpretan de manera autorizada el contenido y alcance de las normas consagradas en el PIDESC. 1. Observación general n° 3 27. Aprobada por el Comité DESC en 1990 y referida al art. 2.1 del PIDESC, aclara la índole de las obligaciones de los Estados Partes, lo mismo que el alcance de esas obligaciones proyectadas a todos los derechos consagrados en el PIDESC, incluido el derecho a la alimentación. A tenor del art. 2.1, cada Estado "se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos" reconocidos en el Pacto49. 28. Aunque la mayor parte de las obligaciones de los Estados que recoge el Art. 2.1 son de resultado, pues todas ellas conducen a un objetivo único (lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos), existe al menos una obligación de comportamiento cuyo cumplimiento se requiere practicamente de inmediato: el compromiso de adoptar medidas50, que en sí no está sometido a ninguna condición. Por lo que, como afirma el Comité DESC en su observación general, si bien la plena realización del derecho a la alimentación suficiente puede lograrse de manera paulatina, "las medidas tendentes a lograr ese objetivo deben adoptarse dentro de un plazo razonablemente breve tras la entrada en vigor del Pacto". Además, estas medidas deben ser "deliberadas, concretas y orientadas lo más claramente posible hacia la satisfacción de las obligaciones reconocidas"51. 48 Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, de 26 de abril de 2001, p. 11, pár. 3. (Recopilación de las observaciones generales y recomendaciones generales adoptadas por órganos creados en virtud de tratados de derechos humanos). Todos los documentos de las Naciones Unidas se pueden consultar en la siguiente página del Internet: http://www.unhchr.ch subrayado es nuestro. En inglés: "to take steps". En francés: "s'engage à agir" 49 El 50 51 Cfr. Observación general 3 (Quinto período de sesiones, 1990) del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; La índole de las obligaciones de los Estados Partes (párrafo 1 del Artículo 2 del Pacto). Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, cit., p. 19, pár. 2 15 La obligación de adoptar medidas abarca hasta el máximo de los recursos de que se diponga. La expresión "recursos" se refiere tanto a los existentes dentro del Estado Parte, como a los que ponga a su disposición la comunidad internacional mediante la cooperación y la asistencia internacionales. El papel esencial de esa cooperación en facilitar la plena efectividad del derecho a una alimentación suficiente, se destaca de nuevo en el Art. 11.1 del Pacto. En este contexto, el Comité DESC afirmó que la cooperación internacional para el desarrollo y, por tanto, para la efectividad de los derechos económicos, sociales y culturales, es una obligación de todos los Estados, a la luz de la Declaración sobre el derecho al desarrollo de 1986. En efecto, para el Comité "si los Estados que están en situación de hacerlo no ponen en marcha un programa dinámico de asistencia y cooperación internacionales, la realización plena de los derechos económicos, sociales y culturales seguirá siendo una aspiración insatisfecha en muchos países"52. En cuanto a los recursos estatales, ROBERTSON indica que pueden ser de tipo financiero, humano, natural, tecnológico e incluso recursos informáticos, que deben ser incorporados a los planes nacionales de acción en seguimiento de las recomendaciones formuladas por la Conferencia Internacional sobre Nutrición de 19921253. 29. Como ya indicamos, la principal obligación de resultado que contiene el Art. 2.1 del PIDESC es "lograr progresivamente... la plena efectividad de los derechos" reconocidos en el mismo. El sentido literal de la frase pone de relieve que no se podrá lograr en un breve período de tiempo la plena efectividad de todos los derechos consagrados. No obstante, dentro de una cierta flexibilidad, se requiere el establecimiento de claras obligaciones para los Estados Partes con respecto a la plena efectividad de los derechos de que se trata, lo que obliga a proceder de la manera más expedita y eficazmente posible para lograr ese objetivo. En este sentido, el Comité opinó que todas las medidas de carácter deliberadamente regresivo deberán justificarse plenamente por referencia a la totalidad de los derechos previstos en el Pacto y "en el contexto del aprovechamiento pleno del máximo de los recursos de que se disponga"54. Por otra parte, el Comité ha interpretado que la obligación de resultado en comento no es incompatible con la idea de que 52 Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, cit., pp. 22-23, pár. 14 53 ROBERTSON, Robert E.: "Nutrition, Human Rights and Resources", Food Policy, vol. 21, num. 1, 1996, pp. 57-71. Del mismo autor, "Measuring State Compliance with the Obligation to Devote the 'Maximum Available Resources' to Realizing Economic, Social and Cultural Rights", Human Rights Quarterly, vol. 16, 1994, pp. 693-714 54 Ibidem, p. 21, pár. 9 in fine 16 "corresponde a cada Estado Parte una obligación mínima de asegurar la satisfacción de por lo menos niveles esenciales de cada uno de los derechos"55. A este respecto, el Comité aseguró que un Estado Parte en el que un número importante de individuos está privado, inter alia, de alimentos esenciales, no está cumpliendo prima facie con sus obligaciones en virtud del Pacto. De manera análoga, la evaluación sobre si un Estado ha cumplido su obligación mínima, tendrá en cuenta las limitaciones de los recursos del país, aunque deberá demostrar que ha realizado todo esfuerzo para utilizar todos los recursos que están a su disposición en un esfuerzo para satisfacer, con carácter prioritario, esas obligaciones mínimas. De manera que, aún en tiempos de limitaciones graves de recursos (ajuste, recesión), se debe proteger "a los miembros vulnerables de la sociedad mediante la adopción de programas de relativo bajo costo"56. 30. La expresión "por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas" que contiene el Art. 2.1 del Pacto, significa que cada Estado debe decidir por sí mismo qué medios son los más apropiados de acuerdo con las circunstancias y el derecho contemplado. Por tanto, el Estado deberá indicar en su informe periódico en qué se basa para considerar como las más "apropiadas" las que ha libremente escogido. Por su parte, el Comité determinará en cada caso si se han adoptado o no efectivamente todas las medidas apropiadas. De otro lado, la adopción de medidas legislativas no agota por sí misma la obligación de los Estados Partes de utilizar "todos los medios apropiados". Así, en el caso de los derechos "justiciables", el sistema jurídico nacional debiera ofrecer recursos judiciales para la tutela de esos derechos. Otros medios apropiados incluyen medidas constitucionales, legislativas, administrativas, judiciales, económicas, sociales o educativas, o bien una combinación de todas ellas. Además, el Estado estará obligado a elaborar políticas y fijar prioridades compatibles con el Pacto, sobre la base de la situación en que se encuentre el derecho a una alimentación adecuada en cada país. De este modo, se deberán tomar rápidmente medidas para evaluar la situación a partir de la entrada en vigor del Pacto en cada país. Posteriormente, se deberán evaluar también los progresos logrados con las medidas adoptadas, así como prever recursos jurídicos o de otro tipo para sancionar las posibles violaciones. Las estrategias que se adopten deben ser el fruto de consultas auténticas y generalizadas, que se realizarán con la participación de todos los sectores sociales, entre ellos las personas más pobres, así como sus representantes y organizaciones. En cuanto a las medidas legislativas propiamente dichas, el Pacto no impone una obligación precisa de legislar, salvo en el caso de legislación ya existente que sea 55 Ibidem id., p. 21-22, pár. 10 56 Ibidem id., pár. 12 17 contraria a la letra o al espíritu del Pacto, o cuando se estime que la legislación sea una medida indispensable en el proceso de realización, por ejemplo para eliminar las discriminaciones. 31. El Art. 2 del PIDESC se completa con otros dos párrafos que inciden en el alcance general de cada uno de los derechos consagrados en el Pacto. En primer lugar, el párrafo 2 contiene una obligación de comportamiento, pues requiere un efecto inmediato. En efecto, en virtud de esta disposición los Estados Partes "se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos ... sin discriminación alguna ...". Por tanto, el principio de no discriminación, que constituye un principio constitucional del DIDH, no está sujeto al régimen de efectividad progresiva a que se refiere el Art. 2.1 del Pacto y abarca cualquier tipo de discriminación, ya que la enumeración que contiene el Art. 2.2 no es exhaustiva al prohibirse también la discriminación "de otra índole". A los efectos del Pacto, se debe entender por "discriminación" toda distinción, exclusión, restricción o preferencia fundadas en motivos tales como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la riqueza, el nacimiento u otra condición, y cuyo propósito o efecto es anular o menoscabar el reconocimiento, el goce o el ejercicio por todas las personas, en pie de igualdad, de todos los derechos establecidos en el Pacto. De ello se deduce que las medidas de acción afirmativa ("discriminación positiva") cuya finalidad sea la eliminación de la discriminación, no serán contrarias al espíritu del Art. 2.2 del Pacto. 32. En segundo lugar, el párrafo 3 del art. 2 del Pacto autoriza a los países en desarrollo a limitar el disfrute de los derechos económicos dentro de su jurisdicción a personas que no sean sus nacionales. En general, el Pacto no hace distinción entre nacionales y extranjeros en su articulado, por lo que nos encontramos ante una cláusula verdaderamente excepcional, que debe interpretarse con carácter restrictivo. A este respecto, se debe destacar que la cláusula puede ser invocada únicamente por los países en desarrollo y afecta solamente al disfrute de los derechos de tipo económico, pero no a los de carácter social o cultural. Además, según ALSTON, las restricciones sólo pueden imponerse teniendo debidamente en cuenta los derechos humanos y debe demostrarse que son indispensables como consecuencia de la situación de la economía nacional57. Pero lo cierto es que ningún Estado Parte ha intentado aún justificar medidas de este tipo. 57 ALSTON, Philip: "Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales", loc. cit., p. 42 18 2. Observación general n° 12 33. Aprobada por el Com.DESC el 11 de Mayo de 1999, precisa el contenido y alcance del derecho a la alimentación contenido en el art. 11 del PIDESC. Lo define de la manera siguiente: "El derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre, mujer o niño, ya sea sólo o en común con otros, tiene acceso físico y económico, en todo momento, a la alimentación adecuada o a medios para obtenerla. El derecho a la alimentación adecuada no debe interpretarse, por consiguiente, en forma estrecha o restrictiva asimilándolo a un conjunto de calorías, proteínas y otros elementos nutritivos concretos. El derecho a la alimentación adecuada tendrá que alcanzarse progresivamente. No obstante, los Estados tienen la obligación básica de adoptar las medidas necesarias para mitigar y aliviar el hambre tal como se dispone en el párrafo 2 del artículo 11, incluso en caso de desastre natural o de otra índole"58. 34. Otros dos elementos constitutivos del concepto de derecho a la alimentación son los conceptos de adecuación y sostenibilidad: "El concepto de adecuación […] incluye diversos factores que deben tenerse en cuenta al determinar si puede considerarse que ciertas formas de alimento o regímenes de alimentación a las que se tiene acceso son las más adecuadas en determinadas circunstancias […]. El concepto de sostenibilidad está íntimamente vinculado al concepto de alimentación adecuada o de seguridad alimentaria, que entraña la posibilidad de acceso a los alimentos por parte de las generaciones presentes y futuras. El significado preciso de "adecuación" viene determinado en buena medida por las condiciones sociales, económicas, culturales, climáticas, ecológicas y de otro tipo imperantes en el momento, mientras que el de "sostenibilidad" entraña el concepto de disponibilidad y accesibilidad a largo plazo." (Ibíd., párr. 7) 35. Entre los elementos constitutivos figura también la noción de régimen de alimentación: "Por necesidades alimentarias se entiende que el régimen de alimentación en conjunto aporta una combinación de productos nutritivos para el crecimiento físico y mental, el desarrollo y el mantenimiento de la actividad física que sea suficiente para satisfacer las necesidades fisiológicas humanas en todas las etapas del ciclo vital y según el sexo y la ocupación." (Ibíd., párr. 9) 36. Según la definición del concepto del derecho a la alimentación, toda persona tiene derecho al alimento que corresponda a su cultura particular: "Que los alimentos deban ser aceptables para una cultura o unos consumidores determinados significa que hay que tener en cuenta, en la medida de lo posible, los valores no relacionados con la nutrición que se asocian a los 58 Observación general n° 12 del Comité DESC, aprobada en su 20° período de sesiones (1999): el derecho a una alimentación adecuada (art. 11). Cfr. Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, de 26 de abril de 2001, cit., pp. 73-81, párr. 6 19 alimentos y el consumo de alimentos, así como las preocupaciones fundamentales de los consumidores acerca de la naturaleza de los alimentos disponibles." (Ibíd., pág. 67, párr. 11) 37. Finalmente, entre los elementos del concepto de derecho a la alimentación figura la noción de accesibilidad: "La accesibilidad económica implica que los costos financieros personales o familiares asociados con la adquisición de los alimentos necesarios para un régimen de alimentación adecuado deben estar a un nivel tal que no se vean amenazados o en peligro la provisión y la satisfacción de otras necesidades básicas. La accesibilidad económica se aplica a cualquier tipo de derecho de adquisición por el que las personas obtienen sus alimentos y es una medida del grado en que es satisfactorio para el disfrute del derecho a la alimentación adecuada." (Ibíd., párr. 13) En conclusión, todo ser humano, independientemente de su sexo, edad, estatuto social, origen étnico o religioso es titular del derecho a la alimentación. La existencia de este derecho humano crea obligaciones para los Estados. J. Ziegler, Relator Especial de la Comisión de Derechos, siguiendo el ya citado estudio del Prof. Asbjørn Eide y el CG 12 del Com.DESC, señala en sus informes a la Comisión59 y a la Asamblea General60 que existen tres obligaciones principales: la de respetar, la de proteger y la de satisfacer el derecho a la alimentación. Veámoslas con más precisión: Respetar 39. Un Estado que respete el derecho a la alimentación de sus habitantes debe procurar que toda persona tenga en todo momento y de manera permanente acceso a una alimentación suficiente y adecuada; debe abstenerse de adoptar medidas que puedan privar a cualquier persona de este acceso. La obligación de respetar significa que el gobierno no debe privar arbitrariamente a las personas del derecho a la alimentación, o dificultar su acceso a los alimentos. Se produciría una violación de la obligación de respetar si, por ejemplo, el gobierno desalojara o desplazara arbitrariamente a las personas de su tierra, especialmente si la tierra es su medio básico de subsistencia. También se produciría una violación si el gobierno suprimiese las disposiciones relativas a la seguridad social sin asegurarse de que las personas vulnerables dispongan de medios alternativos para alimentarse, o si el gobierno introdujese conscientemente sustancias tóxicas en la cadena alimentaria, puesto que el derecho a la alimentación entraña el acceso a alimentos “libres de sustancias nocivas”. En situaciones de conflicto armado, significaría que el gobierno y demás grupos armados no deben destruir los recursos productivos y no deben bloquear, retrasar o desviar los alimentos de socorro destinados a la población. Proteger 40. La obligación de proteger significa que el gobierno debe promulgar leyes para evitar que personas u organizaciones poderosas conculquen el derecho 59 E/CN.4/2001/53, párrafos 26-34 60 A/56/210, párrafos 27-29 20 a la alimentación. El gobierno debe también establecer órganos para investigar y proporcionar recursos eficaces si se viola ese derecho. Por ejemplo, si el gobierno no interviene cuando una persona poderosa desaloja a otros de su tierra, ese gobierno estará incumpliendo la obligación de proteger el derecho a la alimentación. El gobierno estaría incumpliendo también esa obligación si no adoptase ninguna medida en el caso de que una empresa contaminase el abastecimiento de agua de una comunidad. Para proteger el derecho a la alimentación, el gobierno también podría tener que adoptar medidas si se negase a las personas el acceso al trabajo por motivos de sexo, raza u otras formas de discriminación. También tendría, por ejemplo, que promulgar leyes para proteger a los consumidores frente a productos alimenticios peligrosos o frente a medios de producción insostenibles. Ello podría incluir la introducción del rotulado de los alimentos o de legislación sobre la utilización de plaguicidas. La cuestión de la reforma agraria asume en este contexto una importancia especial. Varios movimientos sociales a través del mundo luchan actualmente por imponer a sus gobiernos el respeto de esta segunda obligación. Es el caso, en particular, del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST)) del Brasil. En el Brasil, el 1% de los propietarios posee el 46% de todas las tierras de cultivo. Cuatro millones y medio de familias de agricultores carecen de tierra. Creado en 1984, el MST procede mediante la recuperación y ocupación pacífica de tierras de cultivo aunque sin cultivar. Desde 1984, ha recuperado 8 millones de hectáreas no cultivadas y ha asentado a más de 300.000 personas; sus cooperativas de producción y comercialización son autónomas y aseguran la escolarización de los niños y de los adultos, empleando para ello 1.000 docentes. El MST lucha por obtener del Gobierno brasileño la "protección" del derecho a la alimentación61. Satisfacer 41. La tercera obligación del Estado consiste en satisfacer el derecho a la alimentación. El CG 12 resume esta tercera obligación en los siguientes términos: "Cuando un individuo o un grupo sea incapaz, por razones que escapen a su control, de disfrutar del derecho a una alimentación adecuada por los medios a su alcance, los Estados tienen la obligación de realizar (hacer efectivo) ese derecho directamente"62. La obligación de satisfacer significa que el gobierno debe adoptar medidas positivas para individualizar a los grupos vulnerables y aplicar políticas para velar por que tengan acceso a una alimentación suficiente facilitando su capacidad de alimentarse por sí mismos. Ello podría significar el mejoramiento de las perspectivas de empleo mediante la introducción de un programa de reforma agraria para los grupos que carecen de tierra o el fomento de posibilidades de empleo alternativas. Podría incluir también, por ejemplo, programas de reparto gratuito de leche en las escuelas para mejorar la nutrición de los niños. La obligación de proveer va más allá de la obligación de facilitar, pero sólo aparece cuando la seguridad alimentaria de las personas se ve amenazada por 61 Revista Sem Terra, editada por el MST, São Paulo, segundo año, Nº 8, septiembre de 1999. 62 HRI/GEN.1/Rev.5, cit., pág. 76, párr. 15 21 motivos ajenos a su voluntad. Como último recurso, puede ser necesaria la prestación de asistencia directa mediante redes de seguridad, como los sistemas de cupones para cambiar por alimentos o disposiciones de seguridad social para garantizar que las personas estén a salvo del hambre. El gobierno estaría incumpliendo su obligación si dejara que su población padeciese hambre cuando se encuentra en una situación desesperada y no dispone de medios para remediarla. La petición de ayuda humanitaria internacional por parte de un Estado, cuando no está de por sí en condiciones de garantizar el derecho a la alimentación de su población, emana también de esta tercera obligación. Los Estados que, por negligencia u orgullo nacional mal entendido, no formulen esa petición, o la retrasen deliberadamente, estarán incumpliendo esa obligación. 42. Las tres obligaciones que incumben al Estado en virtud del derecho a la alimentación incumben también a las organizaciones interestatales, y más particularmente a la Organización de las Naciones Unidas. Ahora bien, no cabe duda de que el Consejo de Seguridad, al someter desde 1991 al pueblo iraquí a un grave bloqueo económico, viola claramente su obligación de respetar el derecho a la alimentación de los habitantes del Iraq. Esta es, en particular, la opinión de Denis Halliday, antiguo Subsecretario General de las Naciones Unidas y Coordinador Humanitario en el Iraq63, y de Marc Bossuyt, en el documento de trabajo sobre las consecuencias negativas de las sanciones económicas para el disfrute de los derechos humanos, presentado a la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos en 200064 43. Es de sentido común que el derecho a la alimentación incluye no sólo el derecho a un alimento sólido sino también el derecho a un alimento líquido, al agua potable. Ahora bien, al igual que los alimentos sólidos, el agua potable le falta a millones de personas del planeta. Algunas cifras: más de 1.000 millones de habitantes no están conectados a una red moderna de abastecimiento de agua; unos 2.400 millones de personas no disponen de instalaciones adecuadas de saneamiento; cada año se registran en el mundo 4.000 millones de casos de diarrea, de los cuales 2.200 millones provocan la muerte, en la mayoría de los casos entre los niños. Richard Jolly, Presidente del Consejo de Colaboración para el Abastecimiento de Agua y Saneamiento (WSSCC), evalúa en 10.000 millones de dólares de los EE.UU. al año el esfuerzo que habría que hacer desde ahora hasta el año 2015 para permitir a todas las personas el acceso al agua potable, de conformidad con las exigencias de la salud pública65. 44. El Relator Especial también identificó en su primer informe a la Comisión los principales obstáculos macroeconómicos y sociales que frenan, e incluso impiden, la realización en la práctica de los Estados y de las organizaciones interestatales del derecho a la alimentación: 63 Conferencia de prensa de 18 de enero de 1999 celebrada en París, citada por Libération, París: "En el Iraq, las Naciones Unidas se hacen culpables de genocidio". 64 E/CN.4/Sub.2/2000/33 párrs. 59 a 73. Véase también el CG 8 (1997) del Com.DESC: Relación entre las sanciones económicas y el respeto de los derechos econoómicos, sociales y culturales, doc. HRI/GEN/1/Rev.5, cit., pp. 59-62 65 Discurso en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, Nueva York, septiembre de 2000. 22 a) Los problemas relacionados con la evolución del comercio mundial; b) El servicio de la deuda exterior y su incidencia sobre la seguridad alimentaria; c) La evolución de la biotecnología y su influencia sobre el acceso, la disponibilidad y la seguridad de la alimentación; d) Las guerras devastadoras de la seguridad alimentaria; e) La corrupción; f) El acceso a la tierra y el crédito; g) La discriminación contra las mujeres y su incidencia sobre la realización del derecho a la alimentación. 3. Legislación nacional sobre el derecho a la alimentación 45. En el mundo, 20 países tienen constituciones que, de forma más o menos explícita y más o menos detallada, hacen referencia al derecho a la alimentación u otra norma relacionada con éste70. Una de las normas más explícitas es la que figura en la Constitución de Sudáfrica, en cuya sección 27 se estipula: “Todos tienen derecho a tener acceso a … suficientes alimentos y agua”. Sin embargo, ningún Estado ha promulgado aún leyes nacionales coherentes que garanticen la protección efectiva del derecho a la alimentación de su población. El Com. DESC establece en su CG 12 que “Los Estados deben considerar la posibilidad de aprobar una ley marco como instrumento básico de aplicación de la estrategia nacional para el derecho a la alimentación. En la ley marco deben figurar disposiciones sobre el fin pretendido; las metas u objetivos que deben lograrse y el marco temporal que se fijará para lograr estos objetivos; los medios mediante los cuales podría conseguirse el fin buscado en términos generales, en especial la colaboración deseada con la sociedad civil y el sector privado y con organizaciones internacionales; la responsabilidad institucional del proceso; y los mecanismos nacionales para vigilar el proceso, así como los posibles procedimientos de recurso. Los Estados Partes al preparar las referencias y la legislación marco deben buscar la participación activa de organizaciones de la sociedad civil.”66. 46. Como la organización no gubernamental FIAN ha señalado67, una ley marco podría ser el referente global que estipulase el derecho a la alimentación como una prioridad nacional y facilitara un punto de partida para iniciar la armonización y la revisión de diferentes leyes y políticas sectoriales para que todas se ajustasen a las obligaciones que dimanan del derecho a la alimentación. FIAN sugiere que esa ley marco debe reafirmar la adhesión del Estado al derecho a la alimentación, exponer el contenido normativo de ese derecho y las 66 HRI/GEN/1/Rev.5, cit., p. 79, párr. 29 67 Martin Wolpold-Bosien: "Some proposals for a framework legislation at the national level: lessons learned from the perspective of a non-governmental organization". Documento presentado en la tercera consulta de expertos de la OACNUDH sobre el derecho a la alimentación. Bonn, 12-14 de marzo de 2001 23 obligaciones del Estado de respetar, proteger y satisfacer el derecho a la alimentación y establecer la responsabilidad del Estado de aplicar y hacer progresivamente realidad el derecho a la alimentación mediante la legislación nacional. Para ello sería necesario que se pudieran crear nuevas leyes para colmar las lagunas, revisar las leyes y políticas existentes que están en conflicto con la satisfacción del derecho a la alimentación o la contradicen, mejorar el cumplimiento de la legislación existente e introducir procedimientos en los que se establezca la justiciabilidad del derecho a la alimentación. La ley marco no sería un modelo, sino que formaría más bien un marco jurídico integrado bajo el cual deben existir y cohesionarse todas las leyes y las políticas gubernamentales concretas relacionadas con el derecho a la alimentación, inclusive la agricultura, la nutrición, la tierra y el agua. Se basaría en el CG 12 y tendría en cuenta el Código Internacional de Conducta sobre el Derecho Humano a una Alimentación Adecuada, aprobado en septiembre de 1997 por tres ONGs (FIAN Internacional, Instituto Internacional J. Maritain y World Alliance for Nutrition and Human Rights, WANAHR). Más de 800 ONGs se han adherido a este Código. El establecimiento de los elementos básicos para velar por el cumplimiento de las obligaciones de los Estados de respetar, proteger y satisfacer el derecho a la alimentación tendría que surgir de un análisis claro de los problemas de cada país en concreto. Así, en un país predominantemente rural, el obstáculo principal podría ser el sistema desigual del derecho a la tierra; en otro caso, podrían ser los ingresos muy bajos de parte de la población (que podrían corregirse mediante un sistema fiscal redistributivo y una reforma agraria), etc. En la legislación marco podrían incluirse algunos elementos básicos, pero sería necesario desarrollarlos mediante la promulgación de nuevas leyes nacionales o la revisión de la legislación existente que proporcionase el marco para iniciativas como estrategias y políticas sobre seguridad alimentaria a nivel local. 47. Pero, a pesar de las diferencias entre los países, pueden encontrarse algunas incoherencias y lagunas en la legislación nacional que son relativamente parecidas en los distintos países. FIAN identifica los siguientes elementos básicos para la aplicación progresiva del derecho a la alimentación: a) Obligación de respetar. Debe incluir la prohibición del desalojo forzoso de los grupos vulnerables de sus bases de subsistencia; los mecanismos para la compensación e indemnización en caso de desalojos forzosos ya realizados, y revisión de todas las formas de discriminación inherentes en las medidas legislativas y presupuestarias; b) Obligación de proteger. Debe incluir los mecanismos de protección cuando terceras partes desalojen a un grupo vulnerable de sus bases de subsistencia y mecanismos punitivos y de resarcimiento en el caso de desalojos ya realizados; garantía de la seguridad de la tenencia de la tierra y otros recursos productivos; una reglamentación eficaz de los derechos de los trabajadores; garantía de no discriminación contra la mujer en la esfera del trabajo, así como en lo que se refiere a la propiedad de bienes y recursos productivos, y la garantía de respetar los derechos tradicionales de las comunidades indígenas en relación con sus recursos naturales; c) Obligación de satisfacer. Debe incluir la determinación de los grupos vulnerables y las causas de su vulnerabilidad; velar por la aplicación de legislación sobre el sueldo mínimo que debe ser suficiente para adquirir una cesta básica de alimentos; velar por la aplicación de legislación que garantice el mejor uso de los recursos sostenibles para mejorar el acceso a los recursos productivos de los grupos sociales afectados por la malnutrición (por ejemplo, mediante una reforma agraria); velar por la aplicación de legislación que garantice un ingreso mínimo para los grupos sociales afectados por la malnutrición, y velar por la aplicación de legislación que garantice la ayuda 24 alimentaria o apoyo de otro tipo a los grupos amenazados por la malnutrición en situaciones de emergencia; d) Medidas concretas que es necesario adoptar. Reconocimiento de los criterios de realización progresiva al incluir el derecho a la alimentación en la legislación y establecimiento de medidas concretas para lograr la coherencia de la legislación nacional con las obligaciones dimanantes del derecho a la alimentación y conseguir avances a lo largo del tiempo 4. Medidas para asegurar la seguridad alimentaria en el plano local 48. El Relator Especial ha señalado en su informe a la Asamblea General68 que la seguridad alimentaria en el plano local necesita de medidas concretas en ese ámbito para combatir los problemas del hambre y la malnutrición. Los gobiernos deben aplicar políticas en el plano nacional, pero también deben velar por que esas políticas se entiendan y se apliquen en el plano local, por conducto de los gobiernos locales y las autoridades comunitarias. Son muchas las pequeñas medidas que pueden adoptarse, a un costo muy bajo. El hecho de que la causa principal del hambre y la malnutrición sea la pobreza no impide que se adopten medidas eficaces que no son costosas. La seguridad alimentaria en el plano local es cuestión de velar por que toda la población tenga conocimientos acerca de la nutrición y acceso a una cantidad suficiente de alimentos adecuados, ya sea mediante la obtención de ingresos suficientes o mediante el acceso a pequeñas granjas, parcelas de tierra o huertos y bancos locales de semilla. 49. Es necesario elaborar una estrategia local para la seguridad alimentaria con el objetivo expreso de luchar contra la malnutrición, con su correspondiente presupuesto. Las autoridades locales deben elaborar planes sobre la seguridad alimentaria en el plano local que incluyan los siguientes elementos: a) Educación nutricional. Se trata de un elemento indispensable y que no es costoso. La educación nutricional debe tener en cuenta las costumbres alimentarias locales y adaptarse a las condiciones locales en lo que se refiere a los alimentos. Debe hacer hincapié en la importancia de las calorías, así como de los micronutrientes, centrándose especialmente en la importancia de las vitaminas, los minerales y el yodo; b) Almuerzo escolar para todos. Los programas de distribución de alimentos en las escuelas y en los jardines de infancia son una de las formas más eficaces de luchar contra la malnutrición infantil en las zonas urbanas y rurales. Pueden ir acompañados de huertos escolares para diversificar los nutrientes en las comidas escolares. La logística de la preparación y distribución de las comidas debe descentralizarse a los municipios para que sean más eficientes. El costo de las comidas escolares es bastante inferior al costo final de la malnutrición y es un incentivo eficaz para que las familias que viven en la pobreza extrema envíen a sus hijos a la escuela en lugar de enviarlos a trabajar. c) Lactancia materna. Es esencial que las autoridades alienten la lactancia materna como la mejor forma de luchar contra la malnutrición de los recién nacidos. Ello significa que es necesario hacer cumplir el Código Internacional de Comercialización de los Sucedáneos de la Leche Materna de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1981. Algunos Estados ya cuentan con un código en su legislación nacional; es necesario que eso se extienda. Las autoridades locales deben velar por la difusión del código internacional, 68 A/56/210, cit., párs. 104-110 25 incluidas todas las recomendaciones para la protección y promoción de la lactancia materna; d) Facilitación de huertos familiares. En casi todos los lugares del mundo se podría dar a la mayoría de las familias de las zonas rurales que viven en extrema pobreza acceso a unos pocos metros cuadrados de tierra. En las comunas y los municipios urbanos, las organizaciones no gubernamentales y los movimientos comunitarios deben exigir que se facilite tierra para el cultivo de huertos familiares. Deben facilitarse tanto tierra como agua y el valor de esa microproducción depende todavía de algunas condiciones: el acceso a herramientas básicas, en algunos casos un mínimo de capacitación, pero, sobre todo, el acceso a semillas de buena calidad apropiadas para las condiciones locales. Ello significa el establecimiento de bancos de distribución de semillas y la venta de semillas locales a precios asequibles. e) Vigilancia de los grupos que carecen de seguridad alimentaria. Las autoridades sanitarias y de bienestar social deben vigilar a nivel local (comunidades, municipalidades, distritos, etc.) el consumo de alimentos en cantidad suficiente y de calidad adecuada para garantizar el crecimiento apropiado de los lactantes y los niños, así como la alimentación de las mujeres, las personas mayores y otros grupos vulnerables; f) Otros elementos. Deben incluirse también elementos relacionados con la seguridad de la tenencia de la tierra, el microcrédito, las cooperativas locales y el acceso al agua. Debe aclararse también la cuestión de la organización del suministro del agua y alimento en casos de desastres naturales, velando por la no discriminación por motivos étnicos, religiosos o de género. III. CONCLUSIONES 50. En su informe a la Asamblea General69 el Relator Especial presentó, entre otras, las siguientes conclusiones y recomendaciones: • el genocidio silencioso del hambre es un crimen de lesa humanidad en un mundo que es más rico de lo que lo ha sido nunca y que podría fácilmente alimentar a toda su población • El hambre y la malnutrición todavía condenan a millones de personas al subdesarrollo y la muerte. Cada siete segundos muere un niño por los efectos directos o indirectos del hambre. Otros millones nacen ciegos, impedidos o mentalmente retrasados. Las posibilidades de que las personas y países enteros realicen su potencial económico quedan irreparablemente dañadas. La terrible dimensión de sufrimiento humano que tan a menudo falta en muchas descripciones oficiales de la inseguridad alimentaria es la angustia intolerable, lacerante, que tortura a todo ser hambriento desde que se despierta. • Como todos los derechos humanos, el derecho a la alimentación se basa en la responsabilidad de los gobiernos de proteger a su población. El derecho a la alimentación exige a los Estados promulgar leyes para velar por que se respete, proteja y satisfaga el derecho a la alimentación • Deben adoptarse medidas concretas para velar por que la legislación nacional establezca un marco en el que se reconozcan las obligaciones del Estado de respetar, proteger y satisfacer el derecho de su pueblo a la alimentación, en tiempo de paz y en tiempo de guerra. El establecimiento de 69 A/65/210, cit., párrs. 111-129 26 • • • • • • puntos de referencia en relación con la seguridad alimentaria y la calidad y cantidad del agua es vital para medir y vigilar la aplicación progresiva del derecho a la alimentación a lo largo del tiempo. La legislación internacional de derechos humanos debe complementarse con un derecho internacional humanitario que proteja el derecho a la alimentación en situaciones de conflicto armado. Ello debe incluir la prohibición de hacer pasar hambre a los civiles como método de guerra y el desplazamiento forzoso, así como el respeto de las normas sobre la asistencia humanitaria y de socorro, de forma que la asistencia de socorro no sea bloqueada, desviada o retrasada. los aspectos nutricionales del agua deben ser un componente del derecho a la alimentación, puesto que hay millones de personas que padecen enfermedades transmitidas por el agua que podrían erradicarse fácilmente. Como el agua también es esencial para la vida, todos deben tener acceso al agua potable en condiciones de igualdad y los campesinos pobres que dependen de sus tierras para alimentarse deben tener también acceso al agua para riego. El agua debe tratarse como un bien público y debe protegerse mediante servicios públicos apropiados. También es fundamental la sensibilización a nivel nacional e internacional para fomentar la conservación del agua, limitar el consumo excesivo y reducir las pérdidas, las fugas, la contaminación y el despilfarro del agua. Se recomienda que se aborden los aspectos nutricionales del agua como parte del derecho a la alimentación; los gobiernos deben garantizar una distribución justa del agua de calidad y en cantidad suficientes, libre de muchas enfermedades fácilmente erradicables y acceso a aquélla. Se debe hacer mayor hincapié en la agricultura en pequeña escala, la seguridad alimentaria en el plano local y los programas nutricionales. Cualesquiera sean las deficiencias de la situación en un Estado, hay medidas que pueden adoptarse inmediatamente en favor de la seguridad alimentaria en el plano local a un costo muy bajo, incluidos los programas de educación nutricional, los almuerzos escolares para todos, el fomento de la lactancia materna y la facilitación de huertos familiares o pequeñas parcelas de tierra, así como otros elementos relativos a la seguridad de la tenencia de la tierra, el microcrédito, las cooperativas locales y el acceso al agua. Cada gobierno debe elaborar una ley marco nacional, ajustada a la necesidad de respetar, proteger y satisfacer el derecho a la alimentación, en la que se reconozcan las obligaciones dimanantes de la legislación internacional de derechos humanos y del derecho humanitario internacional, en particular el párrafo 29 del CG 12 del Com. DESC. Según recomendó la tercera consulta de expertos sobre el derecho a la alimentación, celebrada en Bonn (Alemania) del 12 al 14 de marzo de 200170, en la estrategia debe prepararse un inventario o lista de esferas en las que es necesaria la reglamentación a nivel nacional, como la garantía del acceso a los recursos productivos para los que sufren la inseguridad alimentaria y para los grupos vulnerables, incluidos el acceso al agua y la seguridad de la tenencia de la tierra. Además debe llevarse a cabo un examen de la legislación existente para evaluar si está en contradicción con las obligaciones dimanantes del derecho a una alimentación suficiente, o si su aplicación es o no adecuada. Deben ponerse en práctica procedimientos administrativos y judiciales de recurso y restitución para todos cuantos vean conculcado u olvidado su derecho a la alimentación. 70 doc. E/CN.4/2001/148, de 30 de marzo de 2001 27 • • • • Los gobiernos deben designar en las administraciones nacionales centros de coordinación sobre el derecho a la alimentación encargados de coordinar el trabajo de los ministerios competentes (agricultura, hacienda, bienestar social, salud y tierra). Como se establece en el párrafo 29 del CG 12, los gobiernos deben elaborar indicadores y establecer puntos de referencia que permitan la verificación de los progresos conseguidos en el establecimiento del derecho a la alimentación a nivel nacional. Los Estados deben adoptar un código internacional de conducta sobre el derecho a la alimentación como directriz voluntaria encaminada a lograr la seguridad alimentaria para todos, como se pidió en el Objetivo 7.4 de la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria y Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre Alimentación de 1996. La elaboración de esas directrices voluntarias debe figurar en el programa de la reunión de seguimiento de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación que habrá de celebrarse en junio de 2002. A ese respecto, debe tenerse presente, como excelente punto de partida, el Código Internacional de Conducta sobre el Derecho Humano a una Alimentación Adecuada, de 1997, redactado y aprobado ya por muchas organizaciones no gubernamentales. La FAO y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos deben seguir desarrollando ese Código, en colaboración con otros organismos y arreglos interinstitucionales competentes. Se recomienda que las organizaciones internacionales, inclusive la FAO, el PMA, el FIDA y otras, así como los organismos bilaterales y multilaterales de cooperación para el desarrollo, adopten un enfoque basado en los derechos para su labor en pro de la aplicación del derecho a la alimentación, como se establece en los párrafos 40 y 41 del CG 12. Por último, se insta a los Estados a que reconsideren los compromisos que contrajeron en relación con el derecho a la alimentación en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de 1995 y en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 de reducir a la mitad el número de personas desnutridas a más tardar en 2015. En un momento en que algunos están ya preocupados porque no se llegue a alcanzar esa meta, es urgente que los Estados vuelvan a plantearse las políticas nacionales e internacionales para velar por que se alcance ese objetivo. 51. El genocidio silencioso, cotidiano, del hambre debe terminar. 28 ANEXO On the occasion of the International Seminar "The Right to Food: a Challenge for Peace in the 21st century", which took place in Rome, 17 - 19 September 2001, and organised by the International Jacques Maritain Institute, the Institute itself, the World Alliance on Nutrition and Human Rights, and The International Human Rights Organization FIAN make the following appeal: Civil Society Appeal for The Right to Food Having in mind that: The Heads of State and Governments, gathered at the WFS, in the Rome Declaration of 1996 and the World Food Summit Plan of Action, reaffirmed the right to food and the purpose to put and end to hunger and malnutrition. Significant steps have been taken since then towards the achievement of these ends. General Comment n.12, adopted by the Committee on Economic, Social and Cultural Rights, provides a clear definition of the right to adequate food and to be free from hunger as set out in Art. 11 of the International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights. In addition, the Draft Code of Conduct on the Human Right to Adequate Food, developed by civil society organizations, provides general principles and guidelines for domestic and international implementation of the right to adequate food. The overall pace of implementation of WFS objectives has been unfortunately slow in the past five years. At the same time, resources and support for food security programmes and activities are shrinking in an alarming manner. The persistence of hunger and malnutrition in a world with sufficient global food supplies and more than enough resources available to guarantee the right to adequate food for all is intolerable: it constitutes an outrage, and a violation of human dignity and of the fundamental human right to be free from hunger. The nutritional divide is widening with disastrous consequences to the WFS goal of reducing the number of hungry and malnourished people by half by the year 2015. The enormity of the challenge ahead of us can be grasped by looking at some horrific facts: about 30 million infants are born each year in developing countries with intrauterine growth retardation, representing about 24% of all new births in these countries. Low birth weight children are characterized by mental impairment. 29 Worldwide, there are more than 150 million under-weight pre-school children and more than 200 million stunted children. At current rates of progress in fighting these maladies, about one billion children will be growing up by 2020 with impaired mental development; this means that hunger and malnutrition today will generate more hunger and malnutrition in the future. Such enforced handicaps at birth represent the cruelest form of inequity and the most despicable form of discrimination in our world today. This is a flagrant violation of Article 1 of the Universal Declaration of Human Rights which states that "All human beings are born free and equal in dignity and rights" and also a violation of Art. 11 of the ICESCR. This vicious spiral must be broken once and for all. Access to and availability of food is at the root of human peace, stability and development. By achieving food security for all and by establishing the right to adequate food, the ever-growing nutritional divide between different strata of society can be countered. Recognition of food as a primary resource for sustainable development and peace is the first step toward overcoming these problems. Poverty and social and gender inequity discriminate unfairly at the level of the present generation, and are also enhancing inter-generational inequity. We address the following appeal to the leaders of the world reunited in Rome five years after the World Food Summit: Bridging the nutritional gap is the first requisite for a more equitable and humane world. The realization of the right to food and the eradication of hunger are realistic and achievable goals. But we must act now. We are facing a battle against time in safeguarding our human resources. What is now needed is the conversion of political commitment into political action and to adopt a human rights approach to nutrition and food security problems. The promotion and implementation of the right to adequate food must be a central objective of all states and other relevant actors in order to end hunger and malnutrition. Recognizing the right to food and thereby an opportunity for a productive and healthy life for those who now go to bed undernourished, is the fundamental duty of the States as well as of the more well-to-do sections of the population. We welcome the timely initiative of the Director-General of FAO who has called for the WFS in November, to take stock of achievements made to date. As a prelude to the November meeting, we appeal to all governments of the world, international and national organisations and individuals, to reinforce and renew the commitments toward the goals of elimination of hunger, poverty and food insecurity. 30 Our appeal is not to one individual or organisation, but to all citizens and interest groups who together should constitute a global alliance in the fight against hunger. The critical need of the moment is a multi-pronged action plan. The civil society can play a substantial role in intensive lobbying and advocacy of the right to food as irreducible and inalienable part of the right to life and human dignity and related issues, shaping public awareness and opinion and thus influencing political will to take concrete action. Action and activism at the grassroots level would be a most effective way of initiating a renewed world-level movement for food for all. We call on FAO, in consultation with the UN High Commissioner for Human Rights and other relevant organizations, to start a process to develop a Code of Conduct on the Right to Adequate Food. The right to food aptly stresses the moral dimension of food, that food is not a component of basic biological survival, but the essence of human life and existence. Thus, it is the moral obligation of all of us to uphold the right to food, in recognition of its moral significance. We appeal to all religious, spiritual, and political leaders to mobilise their influence in shaping public resolve regarding these issues. Our purpose is to achieve a hunger-free world, without starvation, malnutrition and food insecurity; we need a global community where human rights, peace, security and stability prevail. We all seek to achieve freedom from hunger, completely and finally, and as soon as humanly possible. Let us strive toward this goal in a manner that implementation of the right to food, prevalence of food security for all and peace will be achieved within our lifetimes.