el derecho a la alimentación en el derecho internacional

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In Agenda ONU (Anuario de la Asociación para las
Naciones Unidas en España), num. 4, 2001, pp. 5794
El derecho a la alimentación
en el derecho internacional
Carlos Villán Durán
Oficina del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos (Ginebra)1
Miembro del Instituto Internacional de
Derechos Humanos (Estrasburgo)
Antiguo Profesor de Derecho Internacional en las
Universidades de Oviedo y León (España)
1
Las opiniones expresadas son de la exclusiva
responsabilidad del autor, por lo que no comprometen las de la
Organización.
2
INTRODUCCION
1.
Es sabido que la Organización de las Naciones Unidas se trazó en su Carta
constitutiva de 1945, entre otros, el Propósito de la realización de
"la cooperación internacional en la solución de problemas imternacionales de
carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y
estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales
de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión2.
De este modo, la Carta introduce por primera vez en el D. internacional la
obligación de todo Estado de dar un trato digno, respetuoso con los derechos
humanos, a todas las personas que se encuentren bajo su jurisdicción, con
independencia de que sean nacionales o extranjeras.
Ese estándar de trato único estará en adelante regulado por el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos3. Su consecución, a través de la cooperación
internacional de los Estados, será un elemento indispensable para el fortalecimiento
de la paz y la seguridad internacionales, toda vez que su mantenimiento figura como
el Propósito esencial de la Carta4 y la realización del conjunto de Propósitos señalados
en el referido Art. 1 está intimamente unida a la eficaz garantía internacional de los
derechos humanos.
En efecto, la cooperación internacional de los Estados debe atender por igual a
los tres sectores enumerados en el Art. 1.3, puesto que son interdependientes entre sí y
no se puede privilegiar un sector en detrimento de otro. Por ello se ha dicho que la
viabilidad de los sistemas políticos, el desarrollo económico y la estabilidad del orden
internacional, dependen sustancialmente del respeto y la promoción de los derechos
humanos. Por tanto, ya la Carta había puesto de relieve en 1945 la interdependencia y
la íntima relación existente entre la paz, el desarrollo y los derechos humanos.
2. Así pues, se puede concluir que la cooperación de los Estados en el desarrollo y
estímulo del respeto a los derechos humanos (según el Artículo 1.3 de la Carta), así
como el deber de los Estados de cooperar en la promoción del respecto universal a los
derechos humanos y su efectividad (según los Artículos 56 y 55.c, combinados, de la
Carta), constituyen uno de los ejes fundamentales para conseguir el objetivo esencial
y primordial de la Carta, esto es, el mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales.
3.
Para ello los Estados han consentido en construir una estructura institucional de
promoción y, más tarde, de protección de los derechos humanos en el plano
2
Art. 1.3 de la Carta de las Naciones Unidas
3
En adelante: DIDH
4
Art. 1.1 de la Carta
3
internacional, mediante la codificación y el desarrollo progresivo de un conjunto de
normas -sustantivas y procesales- cuyo desarrollo ha configurado el actual DIDH.
Así, con posterioridad a la adopción de la Carta de las Naciones Unidas, la
comunidad internacional acometió la trascendental tarea de redactar una Carta
Internacional de Derechos Humanos, compuesta por la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de 1966, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
de 1966 y sus dos Protocolos Facultativos, de 1966 y 1989. Con esta Carta
Internacional de Derechos Humanos se inicia la necesaria concreción de lo que se
debe entender por "derechos humanos" tanto en la Carta de San Francisco como en el
mismo D. internacional.
La codificación y desarrollo progresivo del DIDH ha continuado con buen ritmo
hasta la fecha, pues nuestro ordenamiento cuenta ya con un Código de 137 tratados
internacionales y protocolos, todos ellos elaborados en el marco de las Organizaciones
internacionales, universales y regionales. Estos tratados crean obligaciones jurídicas
concretas para los Estados Partes en los mismos.
Además, el Código internacional de los derechos humanos se completa con un
número importante de declaraciones, resoluciones, reglas mínimas, conjuntos de
principios y recomendaciones, que tienen un valor jurídico desigual, pero que al
menos sirven de pautas que debieran guiar la conducta de los Estados. Su futuro valor
jurídico dependerá del grado de aceptación que esas pautas de conducta vayan
ganando en el comportamiento de los Estados.
4.
Para alcanzar estos objetivos, ha sido esencial el papel protagónico
desempeñado por las Organizaciones internacionales, que ha sido notable en dos
niveles: En primer lugar, como queda dicho, las Organizaciones han alentado
eficazmente la codificación y el desarrollo progresivo del DIDH. En segundo lugar,
tales Organizaciones han construido una base institucional -cada vez más
desarrollada- sobre la que reposan los mecanismos internacionales para la protección
de los derechos humanos, a través de los cuales los Estados canalizan su voluntad de
cooperación política en favor de un sistema internacional de protección de los
derechos humanos.
Un factor clave del éxito de las Organizaciones internacionales ha sido la
incorporación a sus trabajos, junto a los Estados, de representantes de otros actores de
la vida internacional, especialmente los de la sociedad civil y, en nuestro ámbito, las
organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, quienes participan en los
trabajos de las Organizaciones internacionales intergubernamentales a través del
estatuto consultivo.
5.
La paciente construcción de un régimen jurídico internacional de los derechos
humanos a lo largo de los 56 años de existencia de las Naciones Unidas, ha tenido su
más reciente espaldarazo en el texto de la Declaración y Programa de Acción de
Viena, fruto de la segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en
la historia de la humanidad. En efecto, tal Declaración proclamó solemnemente que
"... la promoción y protección de todos los derechos humanos
4
es una preocupación legítima de la comunidad internacional"
en el marco de los Propósitos y Principios establecidos en la Carta de las Naciones
Unidas, en particular el Propósito de la cooperación internacional5.
Así pues, la Declaración de Viena reitera la vigencia de las disposiciones de la Carta
de San Francisco en materia de derechos humanos. En esta línea se reafirma que el
mantenimiento de la paz y seguridad internacionales no se puede disociar del
establecimiento de la democracia, el Estado de derecho, el respeto a los derechos
humanos y libertades fundamentales, así como del desarrollo económico con
contenido humano y del desarme. De esta manera, los derechos humanos se
configuran como el motor imprescindible de unas relaciones internacionales más
justas y armoniosas.
6.
Por tanto, la comunidad internacional dispone en la actualidad de un valioso
Código internacional de los derechos humanos, en el que se reconoce una amplia
gama de derechos. Pero, como ya hemos indicado en otro lugar6, conviene advertir
que se ha avanzado mucho menos en el terreno de su aplicación efectiva, puesto que
el disfrute real de los derechos humanos internacionalmente proclamados es pura
ilusión en la realidad de la mayor parte de las sociedades nacionales.
En el pasado se han hecho interpretaciones restrictivas de los "derechos humanos",
tales como afirmar que "unos" derechos son más fundamentales que "otros", con lo
que se cayó en la ya superada dicotomía -propia del período de la Guerra Fría- entre
los derechos civiles y políticos, de un lado, y los derechos económicos, sociales y
culturales, de otro. Pero ya no cabe seguir discriminando en el reconocimiento y
aplicación efectiva de un sector del DIDH en favor de otro sector. En efecto, el ideal
del ser humano libre, liberado del temor y de la miseria, no podrá realizarse a menos
que "se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos
económicos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos"7.
En el mismo sentido, la Proclamación de Teherán de 1968, fruto de la primera
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, reiteró la imposibilidad de la realización
plena de los derechos civiles y políticos sin el disfrute de los derechos económicos,
sociales y culturales, por lo que el progreso en los derechos humanos dependerá de las
políticas de desarrollo económico y social que se realicen de modo efectivo en los
5
Declaración y Programa de Acción de Viena, de 25 de junio de 1993, Parte I, párr. 4.
Enfasis añadido.
6 C. VILLAN DURAN: "Contenido
y alcance del derecho a la alimentación en el derecho
internacional", in TERRE DES HOMMES (ed.), El Derecho a la equidad. Etìca y
mundialización social. Barcelona, Icaria-Antrazyt, 1997, 448 p., at 197-228. Version
francesa: “Contenu et portée du droit à l’alimentation dans le droit international”, in
TERRE DES HOMMES-FRANCE (ed.), Halte à la mondialisation de la pauvreté.
Paris, Editions Karthala, 1998, 386 p., at 185-214.
7
Pár. 3 de la parte preambular, común (mutatis mutandis), a los dos Pactos
Internacionales de Derechos Humanos. de 1966.
5
planos internacional y nacional. Más adelante, la Asamblea General reiteró en 1977
estos mismos conceptos8.
7.
Por su parte, la Declaración y Programa de Acción de Viena aprobada en la
segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993, confirmó esta
línea argumental al señalar con rotundidad que
"Todos los derechos humanos son universales, indivisibles
e interdependientes y están relacionados entre sí. La comunidad
internacional debe tratar los derechos humanos en forma global y de manera
justa y equitativa, en pie de igualdad y dándoles a todos el mismo peso"9.
Además, la Declaración de Viena reafirmó el derecho al desarrollo como
"derecho universal e inalienable y como parte integrante de los derechos humanos
fundamentales", siendo la persona humana el sujeto central del desarrollo. Por lo
mismo, la Declaración fue elocuente al subrayar que el desarrollo propicia el disfrute
de todos los derechos humanos, pero la falta de desarrollo no puede invocarse como
justificación para limitar los derechos humanos internacionalmente reconocidos10.
En consecuencia, los Estados
"tienen el deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y
culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales, sin distinción alguna"11.
8.
Así, a título de ejemplo, el derecho a la vida ya no se puede entender únicamente
como el derecho a no verse arbitrariamente privado de la misma por parte de un
miembro prepotente de un servicio de seguridad del Estado, lo que constituye la
dimensión "individual" o tradicional de tal derecho.
En efecto, como señala el Comité de Derechos Humanos, el derecho consagrado en
el art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos exige que no se
interprete de forma restrictiva. Al contrario, la correcta protección de este derecho
obliga a los Estados Partes a adoptar medidas positivas, al menos en dos direcciones
que desbordan ampliamente la dimensión "individual" del derecho a la vida:
En primer lugar, para evitar las guerras, los actos de genocidio y demás actos de
violencia de masas que causan la pérdida arbitraria de vidas humanas. En este sentido,
todos los esfuerzos de los Estados para evitar el peligro de guerra, especialmente de
guerra termonuclear, y para fortalecer la paz y la seguridad internacionales,
8
Res. 32/130, de 16 de diciembre de 1977, de la Asamblea General, pár. 1 de su parte
dispositiva
9
Declaración y Programa de Acción de Viena, cit., Parte I, párr. 5.
10
Ibidem, pár. I.10
11
Ibidem, pár. I.5 in fine (el subrayado es nuestro)
6
constituirán la condición y garantía más importante para la protección del derecho a la
vida.
En segundo lugar, se requieren medidas positivas de los Estados con el fin de
"disminuir la mortalidad infantil y aumentar la esperanza de vida, en especial
adoptando medidas para eliminar la malnutrición y las epidemias"12
9.
En definitiva, ambos aspectos nos presentan la dimensión "colectiva" del
derecho a la vida, poniendo de relieve la íntima relación existente entre la dimensión
"individual" y la dimensión "colectiva" de ese derecho. Pero, a pesar del
reconocimiento de la interrelación existente entre las dimensiones individual y
colectiva de cualquier derecho, en el DIDH todavía se arrastra del pasado un
tratamiento diferencial13, que es particularmente evidente en dos planos:
En primer término, en el plano de la definición o concreción jurídica de los derechos,
pues el DIDH ha prestado tradicionalmente mayor atención a la definición y
desarrollo de los derechos civiles y políticos que a los de carácter económico, social y
cultural.
En segundo término, los mecanimos internacionales de protección también varían,
pues son más eficaces en el caso del primer tipo de derechos, mientras que la escasa
concreción jurídica de los segundos ha hecho más difícil articularlos como auténticos
derechos subjetivos, dotados de medios de defensa eficaces, incluidos los
jurisdiccionales14.
10. Si volvemos al ejemplo del derecho a la vida, conviene recordar que en el Tercer
Mundo la pobreza ha sido la causa de la muerte de 36 millones de personas el año
2000 por enfermedades infecto-contagiosas y parasitarias fácilmente curables, tales
como la diarrea, el paludismo y la tuberculosis. Entre estas víctimas se contabilizan
34.000 niños que mueren cada día por malnutrición y enfermedad, por lo que su
derecho a la vida es totalmente ignorado.
Esta triste realidad se debe a que 1.300 millones de personas viven en la pobreza
absoluta y de ellas 828 millones pasan hambre, pues no tienen alimentos suficientes
para comer, condenados al martirio cotidiano de la angustia por encontrar alimentos
que les permitan sobrevivir día a día. Además, el analfabetismo alcanza en el mundo a
12
Observación general 6 - Artículo 6 (16 período de sesiones, 1982), párrs. 2 y 5. Cfr.
doc. HRI/GEN/1/Rev.5, de 26 de abril de 2001, p. 127.
13
Vid. a este respecto el informe provisional del Relator Especial de la Subcomisión
Sr. José BENGOA sobre la relación entre el disfrute de los derechos humanos, en
particular los derechos económicos, sociales y culturales, y la distribución de los
ingresos. Doc. E/CN.4/Sub.2/1995/14, de 10 de julio de 1995, 17 p., passim
14
Cfr. JIMENA QUESADA, Luis: "La protección de los derechos económicos,
sociales y culturales", in INSTITUTO DE RELACIONES INTERNACIONALES, La
protección universal y regional de los derechos humanos. Universidad de La Plata
(Argentina), 1995, pp. 65-86, at 66
7
1.000 millones de personas, de las que dos terceras partes son mujeres15. Por último,
1.500 millones de personas no tienen acceso a agua potable ni a servicios sanitarios, y
500 millones de niños no pueden disfrutar de la enseñanza primaria16. Todo esto
ocurre en un planeta en el que abundan las riquezas.
Son cifras dramáticas que revelan lo injusto del "orden" económico internacional
cuyos responsables, junto a los gobiernos nacionales, no podrán afirmar que son
suficientemente respetuosos con el derecho a la vida consagrado en el plano
internacional, mientras un solo niño se muera de hambre o a causa de una enfermedad
infecto-contagiosa fácilmente curable. En efecto, esta situación revela el inexcusable
olvido de los derechos humanos como componente esencial de todo plan de desarrollo
económico y social, ya sea a nivel nacional o internacional.
Por otra parte, el hambre, la pobreza y el subdesarrollo de los pueblos, junto a la
conculcación de las libertades y el derecho a la libre determinación de los mismos,
son las causas profundas de todos los conflictos sociales que afloran en las sociedades
nacionales, originando con frecuencia conflictos armados de carácter interno -lo más a
menudo- o internacional17.
Además, la Declaración de Viena recordó que la pobreza extrema y la exclusión
social "constituyen un atentado contra la dignidad humana", por lo que urge promover
los derechos humanos de los más pobres y favorecer su participación en la adopción
de las decisiones que les atañen y en la lucha contra la extrema pobreza18.
Pues bien, en último análisis, los conflictos sociales son el resultado del olvido
de los derechos humanos de la mayoría en favor de los intereses egoistas de unos
pocos, habitualmente impuestos por la fuerza. La comunidad internacional debe
afrontar tales conflictos con la decidida voluntad de atacar de raíz sus causas, en el
entendimiento de que la consecución de la paz y la seguridad internacionales,
Principio básico de la Carta, pasa necesariamente por el respeto a todos los derechos
humanos y libertades fundamentales.
11. De todo lo dicho se desprende que el derecho a una alimentación suficiente,
adecuada y digna, se presenta ante el DIDH como un gran desafío, pues dada su
estrecha vinculación con el derecho a la vida, el disfrute real de todos los demás
15
Cfr. PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO
(PNUD), Informe sobre desarrollo humano 1993. Madrid, Centro de Comunicación,
Investigación y Documentación entre Europa, España y América Latina (CIDEAL),
1993, 249 p., at 14.
16
UN CENTRE FOR HUMAN RIGHTS: The Committee on Economic, Social and
Cultural Rights (Fact Sheet no. 16, Rev. 1). United Nations, Geneva, May 1996, p. 5
17
Entre 1989 y 1992 se produjeron 82 conflictos armados, todos ellos internos, a
excepción de tres que fueron internacionales. Vid. PNUD, Rapport mondial sur le
développement humain 1994. Paris, Economica, 1994, 239 p., at 50.
18
Declaración y Programa de Acción de Viena. cit., pár. I.25
8
derechos y libertades estará condicionado a la satisfacción de un mínimo vital del
derecho a la alimentación.
A este respecto, la Declaración de Viena se limitó a pedir a los Estados que se
abstuvieran de adoptar medidas unilaterales que fueran contrarias al D. internacional e
impidieran la realización plena de los derechos enunciados en la Declaración
Universal de Derechos Humanos, en particular el derecho a la alimentación. En este
contexto, la Conferencia Mundial afirmó que "la alimentación no debe utilizarse
como instrumento de presión política"19.
12. En su 56º período de sesiones, la Comisión de Derechos Humanos aprobó la
resolución 2000/10, de 17 de abril de 2000, por la que decidió responder cabalmente a
la necesidad de adoptar un enfoque integrado y coordinado en la promoción y
protección del derecho a la alimentación y nombrar por un período de tres años un
relator especial sobre el derecho a la alimentación. El Prof. Jean Ziegler (Suiza) fue
nombrado Relator Especial. Su mandato incluye:
a)
Solicitar y recibir información sobre todos los aspectos de la realización
del derecho a la alimentación, incluida la urgente necesidad de erradicar el
hambre, y responder a esa información;
b)
Cooperar con los gobiernos, las organizaciones intergubernamentales, en
particular la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación, y las organizaciones no gubernamentales para la promoción
y realización eficaz del derecho a la alimentación, y formular
recomendaciones apropiadas sobre la realización de ese derecho, tomando
en consideración la labor ya realizada en esta esfera en todo el sistema de
las Naciones Unidas;
c)
Identificar los problemas nuevos relacionados con el derecho a la
alimentación que se planteen en todo el mundo (Párrafo 11 de la
resolución 2000/10).
En su resolución 2001/25, de 20 de abril de 2001, la Comisión tomó nota con
reconocimiento del primer informe del Relator Especial20 y le encomió por su valiosa
labor en la promoción del derecho a la alimentación. Confirmó su mandato y le pidió
que prestase atención a la cuestión del agua potable, teniendo en cuenta la
interdependencia de esta cuestión con el derecho a la alimentación. También le alentó
a que incorporase una perspectiva de género en las actividades relacionadas con su
mandato. Finalmente, le pidió que presentase a la Asamblea General en su
quincuagésimo sexto período de sesiones (2001) un informe preliminar21 y que
presentase a la Comisión en su 58° período de sesiones (2002) un informe final sobre
la aplicación de esa resolución.
19
Declaración y Programa de Acción de Viena de 1993, cit., pár. I.31
20 E/CN.4/2001/53, de 7 de febrero de 2001. Todos los documentos de las NU se pueden consultar en
la siguiente página del Internet: http://www.unhchr.ch
21 A/56/210, de 23 de julio de 2001
9
En esta ponencia determinaremos cuál es el contenido mínimo vital del derecho a
la alimentación en el DIDH (Parte I) para identificar con exactitud el alcance de las
obligaciones jurídicas que los Estados deberían asumir para asegurar el goce efectivo
de ese derecho en el plano interno (Parte II).
I
CONTENIDO DEL DERECHO A LA ALIMENTACION
13.
Siendo la alimentación un componente esencial del derecho a la vida de todo
ser humano, el Prof. A. EIDE concluyó en su estudio pionero de 1987 sobre la
materia, que todos necesitamos de alimentos que sean:
a) Suficientes, equilibrados y sanos para satisfacer las necesidades de nutrición;
b) Aceptables culturalmente; y
c) Cuya obtención no resulte contraria a nuestra dignidad de seres humanos22
Este contenido potencial de la necesidad alimenticia del ser humano, se ajusta
a los requerimientos físicos y morales de toda persona. Pero su traslado al DIDH, de
manera que se convierta en un derecho humano debidamente reconocido por la
comunidad internacional, ha ido plasmándose paulatinamente a lo largo del tiempo en
una serie de textos internacionales de derechos humanos de alcance jurídico desigual.
14.
Un breve repaso a los textos internacionales que han ido consagrando el
derecho a una alimentación adecuada nos lleva a la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948, que proclamó el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado que le asegure, así como a su familia, inter alia, la alimentación
necesaria23.
15.
Este enunciado tan general fue seguido en 1966 de una fórmula más precisa
que recoge el Art. 11.1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales24, según el cual se reconoce
"... el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia,
incluso alimentación ... y a una mejora continua de las condiciones de
existencia".
22
EIDE, Asbjorn, El derecho a una alimentación adecuada como derecho humano.
Naciones Unidas (Centro de Derechos Humanos, Serie de estudios num. 1), Nueva
York, 1989, 84 p, at 13, pár. 52.
23
Art. 25.1 de la Declaración
24 En adelante: PIDESC
10
Por su parte, el Art. 11.2 del mismo Pacto, que fue introducido en los trabajos
preparatorios a iniciativa del Director General de la FAO25, reconoce también "el
derecho fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre", a cuyo
efecto los Estados deberán adoptar medidas para mejorar los métodos de producción,
conservación y distribución de alimentos, así como para asegurar una distribución
equitativa de los alimentos mundiales en relación con las necesidades.
16.
Además, cabe señalar que el Art. 1 común a los dos Pactos Internacionales de
Derechos Humanos de 1966 consagra el derecho de los pueblos a su libre
determinación, en cuya virtud establecen libremente su condición política y proveen,
inter alia, a su desarrollo económico (pár. 1). Para estos fines, todos los pueblos
disponen libremente de sus riquezas y recursos naturales, por lo que "en ningún caso
podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia" (pár. 2).
17.
En 1974 se celebró una Conferencia Mundial de la Alimentación y se aprobó
la Declaración universal sobre la erradicación del hambre y la malnutrición, cuyo Art.
1 proclamó que
"Todos los hombres, mujeres y niños tienen el derecho inalienable a no padecer
de hambre y malnutrición a fin de poder desarrollarse plenamente y conservar
sus capacidades físicas y mentales. La sociedad posee en la actualidad recursos,
capacidad organizadora y tecnología suficientes y, por tanto, la capacidad para
alcanzar esta finalidad. En consecuencia, la erradicación del hambre es objetivo
común de todos los países que integran la comunidad internacional, en especial
los países desarrollados y otros que se encuentran en condiciones de prestar
ayuda".
La Declaración de 1974 también señaló la responsabilidad fundamental que
incumbe a los Estados de cooperar entre sí para conseguir una mayor producción
alimentaria y una distribución más equitativa y eficaz de los alimentos entre los países
y dentro de ellos. De otro lado, se debiera prestar prioridad a la lucha contra la
malnutrición crónica y las enfermedades por carencia alimenticia, que afectan a los
grupos vulnerables y de ingresos más bajos (Art. 2).
En definitiva, todos los países deberán cooperar en el establecimiento de un
sistema eficaz de seguridad alimentaria mundial que garantice en todo momento un
adecuado suministro mundial de alimentos básicos, mediante reservas que cubran
hasta los casos de emergencia (Art. 12).
18.
Por otro lado, en el marco convencional y sectorial se encuentran normas para
la salvaguardia del derecho a la alimentación en caso de conflicto armado en los
tratados que regulan el DI Humanitario26; el suministro de alimentos a refugiados27; la
25
Vid. a este respecto CRAVEN, Matthew: The International Convenant on Economic,
Social and Cultural Rights. A Perspective on its Development. Oxford, Clarendon
Press, 1995, pp. 297 y ss.
26
Se trata de los Convenios de Ginebra de 1949 relativos al trato de los prisioneros de
guerra (Arts. 26 y 51); protección de personas civiles en tiempo de guerra (Arts. 23 y
55); Protocolo I relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados
11
prohibición de discriminación racial en el disfrute, inter alia, de los derechos
económicos, sociales y culturales28; la prohibición de la discriminación contra la
mujer en el disfrute de los mismos derechos29; prohibición de actos de genocidio a
través del sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan
de acarrear su destrucción física, total o parcial30, entre las que cabe incluir la
privación intencionada de alimentos; prohibición de crímenes de apartheid
semejantes, cometidos con intención de instituir y mantener la dominación de un
grupo racial de personas sobre cualquier otro grupo racial de personas y de oprimirlo
sistemáticamente31, o bien la adopción de medidas legislativas o de otro orden
destinadas a impedir a uno o más grupos raciales la participación, inter alia, en la vida
económica del país32.
19.
En relación con los niños33, los Estados Partes en la Convención sobre los
Derechos del Niño de 1989 deberán combatir las enfermedades y la malnutrición,
suministrándoles alimentos nutritivos adecuados y agua potable salubre34; asegurarse
de que padres y niños conozcan los principios básicos de la salud y la nutrición de los
niños, la ventajas de la lactancia materna, la higiene y el saneamiento ambiental35;
reconocer el derecho a un nivel de vida adecuado para el desarrollo físico del niño,
proporcionando asistencia material y programas de apoyo con respecto, inter alia, a la
nutrición36; y proteger al niño contra la explotación económica y los trabajos
peligrosos o nocivos para su salud o desarrollo físico37.
internacionales (Arts. 54, 69 y 70); y Protocolo II relativo a la protección de las
víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional (Arts. 14 y 15)
27
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, Capítulo IV (bienestar),
Arts. 20-24
28
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial de 1965, Art. 5. e)
29
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer, de 1979, Arts. 11-14
30
Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, de 1948, Art. II.
c)
31
Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid,
de 1973, Art. II. b)
32
Ibidem, Art. II. c)
33
Vid. sobre este tema JONSSON, Urban: "Nutrition and the convention on the rights
of the child", Food Policy, vol. 21, num. 1, 1996, pp. 41-55
34
Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989, Art. 24.2 c)
35
Ibidem, Art. 24.2.e)
36
Ibidem, Art. 27, párs. 1 y 3
37
Ibidem, Art. 32.1
12
20.
La Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los
trabajadores migratorios y de sus familiares, de 199038, reconoce la igualdad de trato
en relación con los nacionales a favor de los trabajadores migratorios y sus familiares,
en lo que se refiere al disfrute de los derechos económicos y sociales. En particular, el
Art.47.1 de la Convención establece el derecho de este tipo de trabajadores a
transferir sus ingresos y ahorros, especialmente los fondos necesarios para el sustento
de sus familiares, del Estado de empleo a su Estado de origen o a cualquier otro
Estado.
21.
En el ámbito de la Organización Internacional del Trabajo, varios convenios
internacionales del trabajo protegen indirectamente el derecho a una alimentación
adecuada, en la medida en que establecen un régimen de salarios mínimos39; seguridad
social y asistencia social40; prohibición del trabajo forzoso41; derechos de las
poblaciones indígenas42; y edad mínima de acceso al trabajo para los menores de
edad43, lo que supone una garantía contra la explotación laboral de los niños.
22.
En cuanto al derecho convencional regional, el texto más significativo en
nuestra materia es el Art. 12.1 del Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
("Protocolo de San Salvador"), que consagra el derecho a la alimentación en estos
términos:
"Toda persona tiene derecho a una nutrición adecuada que le asegure la
posibilidad de gozar del más alto nivel de desarrollo físico, emocional e
intelectual"44.
Para hacer efectivo este derecho y erradicar la desnutrición, el Art. 12.2 del
citado Procotolo establece el compromiso de los Estados Partes en "perfeccionar los
métodos de producción, aprovisionamiento y distribución de alimentos", en el marco
38 Todavía no
39
ha entrado en vigor
Convenio num. 131, de 1970, relativo a la fijación de salarios mínimos (agricultura)
40
Convenio relativo a la norma mínima de la seguridad social y Convenio relativo a
las normas y objetivos básicos de la política social
41
Convenio num. 105, de 1959, relativo a la abolición del trabajo forzoso
42
Convenio num. 107, de 1987, relativo a la protección e integración de las
poblaciones indígenas y de otras poblaciones tribuales y semitribuales en los países
independientes
43
44
Convenio num. 138, de 1973, sobre la edad mínima de admisión al empleo
El "Protocolo de San Salvador", de 17 de noviembre de 1988, ha sido ratificado
hasta la fecha por doce Estados (Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala, México,
Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname, Uruguay y Venezuela)
por lo que ya ha entrado en vigor.
13
de una mayor cooperación internacional en apoyo de las políticas nacionales sobre la
materia.
23.
Se puede concluir, por tanto, que el derecho a una alimentación adecuada es
un derecho humano que se ha reconocido en términos generales en el marco del DI
convencional, tanto universal como regional, pero su precisión jurídica ha sido más
bien escasa. En ocasiones, el derecho a una alimentación adecuada se engloba en el
más genérico derecho a un nivel de vida suficiente. Otra fórmula utilizada es de
carácter negativo, pues se refiere al derecho a no padecer hambre, que debería
disfrutarse en todo momento. En el plano colectivo, el derecho de los pueblos a
disponer de sus propios recursos naturales es esencial para la realización de tales
derechos45.
En estas circunstancias, el contenido y alcance real del derecho a una
alimentación adecuda vendrá determinado por el tipo de obligaciones que los Estados
deben asumir al ser Partes en los tratados internacionales que hemos visto,
especialmente el PIDESC.
II
LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS
24.
El alcance de las obligaciones de los Estados Partes en el PIDESC en relación
con el derecho a una alimentación adecuada está determinado por la regulación
sustantiva de este derecho (art. 11 del Pacto), combinada con las cláusulas generales
contenidas en el art. 2 del mismo Pacto. Ambos artículos han sido objeto de
interpretación y desarrollo por parte del Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales46, respectivamente, a través de sus directrices para la presentación de
informes periódicos, así como de dos de sus comentarios (u observaciones) generales:
el n° 3 relativo al Art. 2.1 del PIDESC y el n° 12 sobre el art. 11 del mismo Pacto.
25. Como señala Ph. ALSTON, la finalidad de las directrices es orientar a los
Estados Partes en la preparación de sus informes y proporcionar un marco uniforme
para la labor del Comité DESC, de manera que muestre la coherencia de su enfoque a
lo largo de los distintos informes que examina47.
45 VILLAN DURAN, C.: "Contenido y alcance del derecho a la alimentación en el derecho
internacional", in TERRE DES HOMMES (ed.), El Derecho a la equidad. Etìca
y mudialización social. Barcelona, Icaria-Antrazyt, 1997, 448 p., at
197-228.
Versión
francesa:
“Contenu
et
portée
du
droit
à
l’alimentation dans le droit international”, in TERRE DES HOMMESFRANCE (ed.), Halte à la mondialisation de la pauvreté. Paris,
Editions Karthala, 1998, 386 p., at 185-214
46 En adelante: Comité DESC
47
ALSTON, Philip: "Pacto Internacional de Derechos EConómicos, Sociales y Culturales", in
CENTRO DE DERECHOS HUMANOS/UNITAR, Manual de preparación de informes sobre los
derechos humanos. Naciones Unidas, N. York, 1992, pp. 37-61, at 38
14
26. Por su parte, el Comité DESC recurre a los comentarios (u observaciones)
generales para transmitir la experiencia adquirida en el examen de los informes
periódicos, sugerir mejoras y estimular las actividades de los Estados, organizaciones
internacionales y organismos especializados interesados en lograr la plena realización
de los derechos reconocidos en el Pacto, de manera progresiva y eficaz48. En la
práctica, las observaciones generales del Comité DESC han constituido un medio
eficaz para generar "jurisprudencia" consensuada entre los miembros del mismo, que
interpretan de manera autorizada el contenido y alcance de las normas consagradas en
el PIDESC.
1. Observación general n° 3
27.
Aprobada por el Comité DESC en 1990 y referida al art. 2.1 del PIDESC,
aclara la índole de las obligaciones de los Estados Partes, lo mismo que el alcance de
esas obligaciones proyectadas a todos los derechos consagrados en el PIDESC,
incluido el derecho a la alimentación. A tenor del art. 2.1, cada Estado
"se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la
asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y
técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr
progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la
adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos"
reconocidos en el Pacto49.
28.
Aunque la mayor parte de las obligaciones de los Estados que recoge el Art.
2.1 son de resultado, pues todas ellas conducen a un objetivo único (lograr
progresivamente la plena efectividad de los derechos), existe al menos una obligación
de comportamiento cuyo cumplimiento se requiere practicamente de inmediato: el
compromiso de adoptar medidas50, que en sí no está sometido a ninguna condición.
Por lo que, como afirma el Comité DESC en su observación general, si bien la plena
realización del derecho a la alimentación suficiente puede lograrse de manera
paulatina, "las medidas tendentes a lograr ese objetivo deben adoptarse dentro de un
plazo razonablemente breve tras la entrada en vigor del Pacto". Además, estas
medidas deben ser "deliberadas, concretas y orientadas lo más claramente posible
hacia la satisfacción de las obligaciones reconocidas"51.
48
Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, de 26 de abril de 2001, p. 11, pár. 3. (Recopilación de las
observaciones generales y recomendaciones generales adoptadas por órganos creados
en virtud de tratados de derechos humanos). Todos los documentos de las Naciones
Unidas se pueden consultar en la siguiente página del Internet: http://www.unhchr.ch
subrayado es nuestro.
En inglés: "to take steps". En francés: "s'engage à agir"
49 El
50
51
Cfr. Observación general 3 (Quinto período de sesiones, 1990) del Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; La índole de las obligaciones de los
Estados Partes (párrafo 1 del Artículo 2 del Pacto). Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, cit., p.
19, pár. 2
15
La obligación de adoptar medidas abarca hasta el máximo de los recursos de que se
diponga. La expresión "recursos" se refiere tanto a los existentes dentro del Estado
Parte, como a los que ponga a su disposición la comunidad internacional mediante la
cooperación y la asistencia internacionales. El papel esencial de esa cooperación en
facilitar la plena efectividad del derecho a una alimentación suficiente, se destaca de
nuevo en el Art. 11.1 del Pacto.
En este contexto, el Comité DESC afirmó que la cooperación internacional para el
desarrollo y, por tanto, para la efectividad de los derechos económicos, sociales y
culturales, es una obligación de todos los Estados, a la luz de la Declaración sobre el
derecho al desarrollo de 1986. En efecto, para el Comité "si los Estados que están en
situación de hacerlo no ponen en marcha un programa dinámico de asistencia y
cooperación internacionales, la realización plena de los derechos económicos, sociales
y culturales seguirá siendo una aspiración insatisfecha en muchos países"52.
En cuanto a los recursos estatales, ROBERTSON indica que pueden ser de
tipo financiero, humano, natural, tecnológico e incluso recursos informáticos, que
deben ser incorporados a los planes nacionales de acción en seguimiento de las
recomendaciones formuladas por la Conferencia Internacional sobre Nutrición de
19921253.
29.
Como ya indicamos, la principal obligación de resultado que contiene el Art.
2.1 del PIDESC es "lograr progresivamente... la plena efectividad de los derechos"
reconocidos en el mismo. El sentido literal de la frase pone de relieve que no se podrá
lograr en un breve período de tiempo la plena efectividad de todos los derechos
consagrados. No obstante, dentro de una cierta flexibilidad, se requiere el
establecimiento de claras obligaciones para los Estados Partes con respecto a la plena
efectividad de los derechos de que se trata, lo que obliga a proceder de la manera más
expedita y eficazmente posible para lograr ese objetivo.
En este sentido, el Comité opinó que todas las medidas de carácter
deliberadamente regresivo deberán justificarse plenamente por referencia a la
totalidad de los derechos previstos en el Pacto y "en el contexto del aprovechamiento
pleno del máximo de los recursos de que se disponga"54.
Por otra parte, el Comité ha interpretado que la obligación de resultado en comento no
es incompatible con la idea de que
52
Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, cit., pp. 22-23, pár. 14
53
ROBERTSON, Robert E.: "Nutrition, Human Rights and Resources", Food Policy,
vol. 21, num. 1, 1996, pp. 57-71. Del mismo autor, "Measuring State Compliance
with the Obligation to Devote the 'Maximum Available Resources' to Realizing
Economic, Social and Cultural Rights", Human Rights Quarterly, vol. 16, 1994, pp.
693-714
54
Ibidem, p. 21, pár. 9 in fine
16
"corresponde a cada Estado Parte una obligación mínima de asegurar la
satisfacción de por lo menos niveles esenciales de cada uno de los derechos"55.
A este respecto, el Comité aseguró que un Estado Parte en el que un número
importante de individuos está privado, inter alia, de alimentos esenciales, no está
cumpliendo prima facie con sus obligaciones en virtud del Pacto.
De manera análoga, la evaluación sobre si un Estado ha cumplido su
obligación mínima, tendrá en cuenta las limitaciones de los recursos del país, aunque
deberá demostrar que ha realizado todo esfuerzo para utilizar todos los recursos que
están a su disposición en un esfuerzo para satisfacer, con carácter prioritario, esas
obligaciones mínimas.
De manera que, aún en tiempos de limitaciones graves de recursos (ajuste,
recesión), se debe proteger "a los miembros vulnerables de la sociedad mediante la
adopción de programas de relativo bajo costo"56.
30.
La expresión "por todos los medios apropiados, inclusive en particular la
adopción de medidas legislativas" que contiene el Art. 2.1 del Pacto, significa que
cada Estado debe decidir por sí mismo qué medios son los más apropiados de acuerdo
con las circunstancias y el derecho contemplado. Por tanto, el Estado deberá indicar
en su informe periódico en qué se basa para considerar como las más "apropiadas" las
que ha libremente escogido. Por su parte, el Comité determinará en cada caso si se
han adoptado o no efectivamente todas las medidas apropiadas.
De otro lado, la adopción de medidas legislativas no agota por sí misma la
obligación de los Estados Partes de utilizar "todos los medios apropiados". Así, en el
caso de los derechos "justiciables", el sistema jurídico nacional debiera ofrecer
recursos judiciales para la tutela de esos derechos. Otros medios apropiados incluyen
medidas constitucionales, legislativas, administrativas, judiciales, económicas,
sociales o educativas, o bien una combinación de todas ellas.
Además, el Estado estará obligado a elaborar políticas y fijar prioridades
compatibles con el Pacto, sobre la base de la situación en que se encuentre el derecho
a una alimentación adecuada en cada país. De este modo, se deberán tomar
rápidmente medidas para evaluar la situación a partir de la entrada en vigor del Pacto
en cada país. Posteriormente, se deberán evaluar también los progresos logrados con
las medidas adoptadas, así como prever recursos jurídicos o de otro tipo para
sancionar las posibles violaciones.
Las estrategias que se adopten deben ser el fruto de consultas auténticas y
generalizadas, que se realizarán con la participación de todos los sectores sociales,
entre ellos las personas más pobres, así como sus representantes y organizaciones.
En cuanto a las medidas legislativas propiamente dichas, el Pacto no impone
una obligación precisa de legislar, salvo en el caso de legislación ya existente que sea
55
Ibidem id., p. 21-22, pár. 10
56
Ibidem id., pár. 12
17
contraria a la letra o al espíritu del Pacto, o cuando se estime que la legislación sea
una medida indispensable en el proceso de realización, por ejemplo para eliminar las
discriminaciones.
31.
El Art. 2 del PIDESC se completa con otros dos párrafos que inciden en el
alcance general de cada uno de los derechos consagrados en el Pacto. En primer lugar,
el párrafo 2 contiene una obligación de comportamiento, pues requiere un efecto
inmediato. En efecto, en virtud de esta disposición los Estados Partes "se
comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos ... sin discriminación alguna
...". Por tanto, el principio de no discriminación, que constituye un principio
constitucional del DIDH, no está sujeto al régimen de efectividad progresiva a que se
refiere el Art. 2.1 del Pacto y abarca cualquier tipo de discriminación, ya que la
enumeración que contiene el Art. 2.2 no es exhaustiva al prohibirse también la
discriminación "de otra índole".
A los efectos del Pacto, se debe entender por "discriminación" toda distinción,
exclusión, restricción o preferencia fundadas en motivos tales como la raza, el color,
el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o
social, la riqueza, el nacimiento u otra condición, y cuyo propósito o efecto es anular
o menoscabar el reconocimiento, el goce o el ejercicio por todas las personas, en pie
de igualdad, de todos los derechos establecidos en el Pacto.
De ello se deduce que las medidas de acción afirmativa ("discriminación
positiva") cuya finalidad sea la eliminación de la discriminación, no serán contrarias
al espíritu del Art. 2.2 del Pacto.
32.
En segundo lugar, el párrafo 3 del art. 2 del Pacto autoriza a los países en
desarrollo a limitar el disfrute de los derechos económicos dentro de su jurisdicción a
personas que no sean sus nacionales.
En general, el Pacto no hace distinción entre nacionales y extranjeros en su
articulado, por lo que nos encontramos ante una cláusula verdaderamente excepcional,
que debe interpretarse con carácter restrictivo.
A este respecto, se debe destacar que la cláusula puede ser invocada
únicamente por los países en desarrollo y afecta solamente al disfrute de los derechos
de tipo económico, pero no a los de carácter social o cultural.
Además, según ALSTON, las restricciones sólo pueden imponerse teniendo
debidamente en cuenta los derechos humanos y debe demostrarse que son
indispensables como consecuencia de la situación de la economía nacional57. Pero lo
cierto es que ningún Estado Parte ha intentado aún justificar medidas de este tipo.
57
ALSTON, Philip: "Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales", loc. cit., p. 42
18
2. Observación general n° 12
33. Aprobada por el Com.DESC el 11 de Mayo de 1999, precisa el contenido y
alcance del derecho a la alimentación contenido en el art. 11 del PIDESC. Lo define
de la manera siguiente:
"El derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre, mujer o niño,
ya sea sólo o en común con otros, tiene acceso físico y económico, en todo momento,
a la alimentación adecuada o a medios para obtenerla. El derecho a la alimentación
adecuada no debe interpretarse, por consiguiente, en forma estrecha o restrictiva
asimilándolo a un conjunto de calorías, proteínas y otros elementos nutritivos
concretos. El derecho a la alimentación adecuada tendrá que alcanzarse
progresivamente. No obstante, los Estados tienen la obligación básica de adoptar las
medidas necesarias para mitigar y aliviar el hambre tal como se dispone en el
párrafo 2 del artículo 11, incluso en caso de desastre natural o de otra índole"58.
34.
Otros dos elementos constitutivos del concepto de derecho a la alimentación
son los conceptos de adecuación y sostenibilidad:
"El concepto de adecuación […] incluye diversos factores que deben
tenerse en cuenta al determinar si puede considerarse que ciertas formas de
alimento o regímenes de alimentación a las que se tiene acceso son las más
adecuadas en determinadas circunstancias […]. El concepto de sostenibilidad
está íntimamente vinculado al concepto de alimentación adecuada o de
seguridad alimentaria, que entraña la posibilidad de acceso a los alimentos por
parte de las generaciones presentes y futuras. El significado preciso de
"adecuación" viene determinado en buena medida por las condiciones sociales,
económicas, culturales, climáticas, ecológicas y de otro tipo imperantes en el
momento, mientras que el de "sostenibilidad" entraña el concepto de
disponibilidad y accesibilidad a largo plazo." (Ibíd., párr. 7)
35.
Entre los elementos constitutivos figura también la noción de régimen de
alimentación:
"Por necesidades alimentarias se entiende que el régimen de alimentación
en conjunto aporta una combinación de productos nutritivos para el crecimiento
físico y mental, el desarrollo y el mantenimiento de la actividad física que sea
suficiente para satisfacer las necesidades fisiológicas humanas en todas las
etapas del ciclo vital y según el sexo y la ocupación." (Ibíd., párr. 9)
36.
Según la definición del concepto del derecho a la alimentación, toda persona
tiene derecho al alimento que corresponda a su cultura particular:
"Que los alimentos deban ser aceptables para una cultura o unos
consumidores determinados significa que hay que tener en cuenta, en la medida
de lo posible, los valores no relacionados con la nutrición que se asocian a los
58 Observación general n° 12 del Comité DESC, aprobada en su 20° período de sesiones
(1999): el derecho a una alimentación adecuada (art. 11). Cfr. Doc. HRI/GEN/1/Rev.5, de 26
de abril de 2001, cit., pp. 73-81, párr. 6
19
alimentos y el consumo de alimentos, así como las preocupaciones
fundamentales de los consumidores acerca de la naturaleza de los alimentos
disponibles." (Ibíd., pág. 67, párr. 11)
37.
Finalmente, entre los elementos del concepto de derecho a la alimentación
figura la noción de accesibilidad:
"La accesibilidad económica implica que los costos financieros personales
o familiares asociados con la adquisición de los alimentos necesarios para un
régimen de alimentación adecuado deben estar a un nivel tal que no se vean
amenazados o en peligro la provisión y la satisfacción de otras necesidades
básicas. La accesibilidad económica se aplica a cualquier tipo de derecho de
adquisición por el que las personas obtienen sus alimentos y es una medida del
grado en que es satisfactorio para el disfrute del derecho a la alimentación
adecuada." (Ibíd., párr. 13)
En conclusión, todo ser humano, independientemente de su sexo, edad, estatuto
social, origen étnico o religioso es titular del derecho a la alimentación. La existencia
de este derecho humano crea obligaciones para los Estados. J. Ziegler, Relator
Especial de la Comisión de Derechos, siguiendo el ya citado estudio del Prof. Asbjørn
Eide y el CG 12 del Com.DESC, señala en sus informes a la Comisión59 y a la
Asamblea General60 que existen tres obligaciones principales: la de respetar, la de
proteger y la de satisfacer el derecho a la alimentación. Veámoslas con más precisión:
Respetar
39. Un Estado que respete el derecho a la alimentación de sus habitantes debe
procurar que toda persona tenga en todo momento y de manera permanente acceso a
una alimentación suficiente y adecuada; debe abstenerse de adoptar medidas que
puedan privar a cualquier persona de este acceso.
La obligación de respetar significa que el gobierno no debe privar
arbitrariamente a las personas del derecho a la alimentación, o dificultar su acceso a
los alimentos. Se produciría una violación de la obligación de respetar si, por ejemplo,
el gobierno desalojara o desplazara arbitrariamente a las personas de su tierra,
especialmente si la tierra es su medio básico de subsistencia. También se produciría
una violación si el gobierno suprimiese las disposiciones relativas a la seguridad
social sin asegurarse de que las personas vulnerables dispongan de medios
alternativos para alimentarse, o si el gobierno introdujese conscientemente sustancias
tóxicas en la cadena alimentaria, puesto que el derecho a la alimentación entraña el
acceso a alimentos “libres de sustancias nocivas”. En situaciones de conflicto armado,
significaría que el gobierno y demás grupos armados no deben destruir los recursos
productivos y no deben bloquear, retrasar o desviar los alimentos de socorro
destinados a la población.
Proteger
40. La obligación de proteger significa que el gobierno debe promulgar leyes
para evitar que personas u organizaciones poderosas conculquen el derecho
59 E/CN.4/2001/53, párrafos 26-34
60 A/56/210, párrafos 27-29
20
a la alimentación. El gobierno debe también establecer órganos para
investigar y proporcionar recursos eficaces si se viola ese derecho.
Por ejemplo, si el gobierno no interviene cuando una persona poderosa
desaloja a otros de su tierra, ese gobierno estará incumpliendo la obligación de
proteger el derecho a la alimentación. El gobierno estaría incumpliendo también
esa obligación si no adoptase ninguna medida en el caso de que una empresa
contaminase el abastecimiento de agua de una comunidad. Para proteger el
derecho a la alimentación, el gobierno también podría tener que adoptar medidas
si se negase a las personas el acceso al trabajo por motivos de sexo, raza u otras
formas de discriminación. También tendría, por ejemplo, que promulgar leyes
para proteger a los consumidores frente a productos alimenticios peligrosos o
frente a medios de producción insostenibles. Ello podría incluir la introducción
del rotulado de los alimentos o de legislación sobre la utilización de plaguicidas.
La cuestión de la reforma agraria asume en este contexto una importancia
especial. Varios movimientos sociales a través del mundo luchan actualmente por
imponer a sus gobiernos el respeto de esta segunda obligación. Es el caso, en
particular, del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (Movimiento de los
Trabajadores Rurales sin Tierra (MST)) del Brasil. En el Brasil, el 1% de los
propietarios posee el 46% de todas las tierras de cultivo. Cuatro millones y medio de
familias de agricultores carecen de tierra. Creado en 1984, el MST procede mediante
la recuperación y ocupación pacífica de tierras de cultivo aunque sin cultivar. Desde
1984, ha recuperado 8 millones de hectáreas no cultivadas y ha asentado a más de
300.000 personas; sus cooperativas de producción y comercialización son autónomas
y aseguran la escolarización de los niños y de los adultos, empleando para
ello 1.000 docentes.
El MST lucha por obtener del Gobierno brasileño la
"protección" del derecho a la alimentación61.
Satisfacer
41.
La tercera obligación del Estado consiste en satisfacer el derecho a la
alimentación. El CG 12 resume esta tercera obligación en los siguientes términos:
"Cuando un individuo o un grupo sea incapaz, por razones que escapen a
su control, de disfrutar del derecho a una alimentación adecuada por los medios
a su alcance, los Estados tienen la obligación de realizar (hacer efectivo) ese
derecho directamente"62.
La obligación de satisfacer significa que el gobierno debe adoptar medidas
positivas para individualizar a los grupos vulnerables y aplicar políticas para
velar por que tengan acceso a una alimentación suficiente facilitando su
capacidad de alimentarse por sí mismos. Ello podría significar el mejoramiento
de las perspectivas de empleo mediante la introducción de un programa de
reforma agraria para los grupos que carecen de tierra o el fomento de
posibilidades de empleo alternativas. Podría incluir también, por ejemplo,
programas de reparto gratuito de leche en las escuelas para mejorar la nutrición
de los niños.
La obligación de proveer va más allá de la obligación de facilitar, pero sólo
aparece cuando la seguridad alimentaria de las personas se ve amenazada por
61 Revista Sem Terra, editada por el MST, São Paulo, segundo año, Nº 8, septiembre de 1999.
62 HRI/GEN.1/Rev.5, cit., pág. 76, párr. 15
21
motivos ajenos a su voluntad. Como último recurso, puede ser necesaria la
prestación de asistencia directa mediante redes de seguridad, como los sistemas
de cupones para cambiar por alimentos o disposiciones de seguridad social para
garantizar que las personas estén a salvo del hambre.
El gobierno estaría incumpliendo su obligación si dejara que su población
padeciese hambre cuando se encuentra en una situación desesperada y no
dispone de medios para remediarla. La petición de ayuda humanitaria
internacional por parte de un Estado, cuando no está de por sí en condiciones de
garantizar el derecho a la alimentación de su población, emana también de esta
tercera obligación. Los Estados que, por negligencia u orgullo nacional mal
entendido, no formulen esa petición, o la retrasen deliberadamente, estarán
incumpliendo esa obligación.
42.
Las tres obligaciones que incumben al Estado en virtud del derecho a la
alimentación incumben también a las organizaciones interestatales, y más
particularmente a la Organización de las Naciones Unidas. Ahora bien, no cabe duda
de que el Consejo de Seguridad, al someter desde 1991 al pueblo iraquí a un grave
bloqueo económico, viola claramente su obligación de respetar el derecho a la
alimentación de los habitantes del Iraq. Esta es, en particular, la opinión de Denis
Halliday, antiguo Subsecretario General de las Naciones Unidas y Coordinador
Humanitario en el Iraq63, y de Marc Bossuyt, en el documento de trabajo sobre las
consecuencias negativas de las sanciones económicas para el disfrute de los derechos
humanos, presentado a la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos
Humanos en 200064
43. Es de sentido común que el derecho a la alimentación incluye no sólo el derecho
a un alimento sólido sino también el derecho a un alimento líquido, al agua potable.
Ahora bien, al igual que los alimentos sólidos, el agua potable le falta a millones de
personas del planeta. Algunas cifras: más de 1.000 millones de habitantes no están
conectados a una red moderna de abastecimiento de agua; unos 2.400 millones de
personas no disponen de instalaciones adecuadas de saneamiento; cada año se
registran en el mundo 4.000 millones de casos de diarrea, de los cuales 2.200 millones
provocan la muerte, en la mayoría de los casos entre los niños. Richard Jolly,
Presidente del Consejo de Colaboración para el Abastecimiento de Agua y
Saneamiento (WSSCC), evalúa en 10.000 millones de dólares de los EE.UU. al año el
esfuerzo que habría que hacer desde ahora hasta el año 2015 para permitir a todas las
personas el acceso al agua potable, de conformidad con las exigencias de la salud
pública65.
44. El Relator Especial también identificó en su primer informe a la Comisión los
principales obstáculos macroeconómicos y sociales que frenan, e incluso impiden, la
realización en la práctica de los Estados y de las organizaciones interestatales del
derecho a la alimentación:
63 Conferencia de prensa de 18 de enero de 1999 celebrada en París, citada por Libération, París: "En
el Iraq, las Naciones Unidas se hacen culpables de genocidio".
64 E/CN.4/Sub.2/2000/33 párrs. 59 a 73. Véase también el CG 8 (1997) del Com.DESC: Relación
entre las sanciones económicas y el respeto de los derechos econoómicos, sociales y culturales, doc.
HRI/GEN/1/Rev.5, cit., pp. 59-62
65 Discurso en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, Nueva York, septiembre de 2000.
22
a)
Los problemas relacionados con la evolución del comercio mundial;
b)
El servicio de la deuda exterior y su incidencia sobre la seguridad
alimentaria;
c)
La evolución de la biotecnología y su influencia sobre el acceso, la
disponibilidad y la seguridad de la alimentación;
d)
Las guerras devastadoras de la seguridad alimentaria;
e)
La corrupción;
f)
El acceso a la tierra y el crédito;
g)
La discriminación contra las mujeres y su incidencia sobre la realización
del derecho a la alimentación.
3. Legislación nacional sobre el derecho a la alimentación
45. En el mundo, 20 países tienen constituciones que, de forma más o menos
explícita y más o menos detallada, hacen referencia al derecho a la alimentación
u otra norma relacionada con éste70. Una de las normas más explícitas es la que
figura en la Constitución de Sudáfrica, en cuya sección 27 se estipula: “Todos
tienen derecho a tener acceso a … suficientes alimentos y agua”. Sin embargo,
ningún Estado ha promulgado aún leyes nacionales coherentes que garanticen la
protección efectiva del derecho a la alimentación de su población.
El Com. DESC establece en su CG 12 que
“Los Estados deben considerar la posibilidad de aprobar una ley marco
como instrumento básico de aplicación de la estrategia nacional para el
derecho a la alimentación. En la ley marco deben figurar disposiciones
sobre el fin pretendido; las metas u objetivos que deben lograrse y el marco
temporal que se fijará para lograr estos objetivos; los medios mediante los
cuales podría conseguirse el fin buscado en términos generales, en especial
la colaboración deseada con la sociedad civil y el sector privado y con
organizaciones internacionales; la responsabilidad institucional del proceso;
y los mecanismos nacionales para vigilar el proceso, así como los posibles
procedimientos de recurso. Los Estados Partes al preparar las referencias y
la legislación marco deben buscar la participación activa de organizaciones
de la sociedad civil.”66.
46. Como la organización no gubernamental FIAN ha señalado67, una ley
marco podría ser el referente global que estipulase el derecho a la alimentación
como una prioridad nacional y facilitara un punto de partida para iniciar la
armonización y la revisión de diferentes leyes y políticas sectoriales para que
todas se ajustasen a las obligaciones que dimanan del derecho a la alimentación.
FIAN sugiere que esa ley marco debe reafirmar la adhesión del Estado al
derecho a la alimentación, exponer el contenido normativo de ese derecho y las
66 HRI/GEN/1/Rev.5, cit., p. 79, párr. 29
67 Martin Wolpold-Bosien: "Some proposals for a framework legislation at the national level: lessons
learned from the perspective of a non-governmental organization". Documento presentado en la tercera
consulta de expertos de la OACNUDH sobre el derecho a la alimentación. Bonn, 12-14 de marzo de
2001
23
obligaciones del Estado de respetar, proteger y satisfacer el derecho a la
alimentación y establecer la responsabilidad del Estado de aplicar y hacer
progresivamente realidad el derecho a la alimentación mediante la legislación
nacional. Para ello sería necesario que se pudieran crear nuevas leyes para
colmar las lagunas, revisar las leyes y políticas existentes que están en conflicto
con la satisfacción del derecho a la alimentación o la contradicen, mejorar el
cumplimiento de la legislación existente e introducir procedimientos en los que
se establezca la justiciabilidad del derecho a la alimentación.
La ley marco no sería un modelo, sino que formaría más bien un marco
jurídico integrado bajo el cual deben existir y cohesionarse todas las leyes y las
políticas gubernamentales concretas relacionadas con el derecho a la
alimentación, inclusive la agricultura, la nutrición, la tierra y el agua. Se basaría
en el CG 12 y tendría en cuenta el Código Internacional de Conducta sobre el
Derecho Humano a una Alimentación Adecuada, aprobado en septiembre de
1997 por tres ONGs (FIAN Internacional, Instituto Internacional J. Maritain y
World Alliance for Nutrition and Human Rights, WANAHR). Más de 800
ONGs se han adherido a este Código.
El establecimiento de los elementos básicos para velar por el cumplimiento
de las obligaciones de los Estados de respetar, proteger y satisfacer el derecho a
la alimentación tendría que surgir de un análisis claro de los problemas de cada
país en concreto. Así, en un país predominantemente rural, el obstáculo
principal podría ser el sistema desigual del derecho a la tierra; en otro caso,
podrían ser los ingresos muy bajos de parte de la población (que podrían
corregirse mediante un sistema fiscal redistributivo y una reforma agraria), etc.
En la legislación marco podrían incluirse algunos elementos básicos, pero sería
necesario desarrollarlos mediante la promulgación de nuevas leyes nacionales o
la revisión de la legislación existente que proporcionase el marco para
iniciativas como estrategias y políticas sobre seguridad alimentaria a nivel local.
47. Pero, a pesar de las diferencias entre los países, pueden encontrarse algunas
incoherencias y lagunas en la legislación nacional que son relativamente
parecidas en los distintos países. FIAN identifica los siguientes elementos
básicos para la aplicación progresiva del derecho a la alimentación:
a) Obligación de respetar. Debe incluir la prohibición del desalojo
forzoso de los grupos vulnerables de sus bases de subsistencia; los mecanismos
para la compensación e indemnización en caso de desalojos forzosos ya
realizados, y revisión de todas las formas de discriminación inherentes en las
medidas legislativas y presupuestarias;
b) Obligación de proteger. Debe incluir los mecanismos de protección
cuando terceras partes desalojen a un grupo vulnerable de sus bases de
subsistencia y mecanismos punitivos y de resarcimiento en el caso de desalojos
ya realizados; garantía de la seguridad de la tenencia de la tierra y otros recursos
productivos; una reglamentación eficaz de los derechos de los trabajadores;
garantía de no discriminación contra la mujer en la esfera del trabajo, así como
en lo que se refiere a la propiedad de bienes y recursos productivos, y la garantía
de respetar los derechos tradicionales de las comunidades indígenas en relación
con sus recursos naturales;
c) Obligación de satisfacer. Debe incluir la determinación de los grupos
vulnerables y las causas de su vulnerabilidad; velar por la aplicación de
legislación sobre el sueldo mínimo que debe ser suficiente para adquirir una
cesta básica de alimentos; velar por la aplicación de legislación que garantice el
mejor uso de los recursos sostenibles para mejorar el acceso a los recursos
productivos de los grupos sociales afectados por la malnutrición (por ejemplo,
mediante una reforma agraria); velar por la aplicación de legislación que
garantice un ingreso mínimo para los grupos sociales afectados por la
malnutrición, y velar por la aplicación de legislación que garantice la ayuda
24
alimentaria o apoyo de otro tipo a los grupos amenazados por la malnutrición en
situaciones de emergencia;
d) Medidas concretas que es necesario adoptar. Reconocimiento de los
criterios de realización progresiva al incluir el derecho a la alimentación en
la legislación y establecimiento de medidas concretas para lograr la
coherencia de la legislación nacional con las obligaciones dimanantes del
derecho a la alimentación y conseguir avances a lo largo del tiempo
4. Medidas para asegurar la seguridad alimentaria en el plano local
48. El Relator Especial ha señalado en su informe a la Asamblea General68 que
la seguridad alimentaria en el plano local necesita de medidas concretas en ese
ámbito para combatir los problemas del hambre y la malnutrición. Los
gobiernos deben aplicar políticas en el plano nacional, pero también deben velar
por que esas políticas se entiendan y se apliquen en el plano local, por conducto
de los gobiernos locales y las autoridades comunitarias. Son muchas las
pequeñas medidas que pueden adoptarse, a un costo muy bajo. El hecho de que
la causa principal del hambre y la malnutrición sea la pobreza no impide que se
adopten medidas eficaces que no son costosas.
La seguridad alimentaria en el plano local es cuestión de velar por que
toda la población tenga conocimientos acerca de la nutrición y acceso a una
cantidad suficiente de alimentos adecuados, ya sea mediante la obtención de
ingresos suficientes o mediante el acceso a pequeñas granjas, parcelas de tierra
o huertos y bancos locales de semilla.
49. Es necesario elaborar una estrategia local para la seguridad alimentaria con
el objetivo expreso de luchar contra la malnutrición, con su correspondiente
presupuesto. Las autoridades locales deben elaborar planes sobre la seguridad
alimentaria en el plano local que incluyan los siguientes elementos:
a) Educación nutricional. Se trata de un elemento indispensable y que no
es costoso. La educación nutricional debe tener en cuenta las costumbres
alimentarias locales y adaptarse a las condiciones locales en lo que se refiere a
los alimentos. Debe hacer hincapié en la importancia de las calorías, así como
de los micronutrientes, centrándose especialmente en la importancia de las
vitaminas, los minerales y el yodo;
b) Almuerzo escolar para todos. Los programas de distribución de
alimentos en las escuelas y en los jardines de infancia son una de las formas más
eficaces de luchar contra la malnutrición infantil en las zonas urbanas y rurales.
Pueden ir acompañados de huertos escolares para diversificar los nutrientes en las
comidas escolares. La logística de la preparación y distribución de las comidas
debe descentralizarse a los municipios para que sean más eficientes. El costo de
las comidas escolares es bastante inferior al costo final de la malnutrición y es un
incentivo eficaz para que las familias que viven en la pobreza extrema envíen a
sus hijos a la escuela en lugar de enviarlos a trabajar.
c) Lactancia materna. Es esencial que las autoridades alienten la
lactancia materna como la mejor forma de luchar contra la malnutrición de los
recién nacidos. Ello significa que es necesario hacer cumplir el Código
Internacional de Comercialización de los Sucedáneos de la Leche Materna de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1981. Algunos Estados ya cuentan
con un código en su legislación nacional; es necesario que eso se extienda. Las
autoridades locales deben velar por la difusión del código internacional,
68 A/56/210, cit., párs. 104-110
25
incluidas todas las recomendaciones para la protección y promoción de la
lactancia materna;
d) Facilitación de huertos familiares. En casi todos los lugares del mundo
se podría dar a la mayoría de las familias de las zonas rurales que viven en
extrema pobreza acceso a unos pocos metros cuadrados de tierra. En las
comunas y los municipios urbanos, las organizaciones no gubernamentales y los
movimientos comunitarios deben exigir que se facilite tierra para el cultivo de
huertos familiares. Deben facilitarse tanto tierra como agua y el valor de esa
microproducción depende todavía de algunas condiciones: el acceso a
herramientas básicas, en algunos casos un mínimo de capacitación, pero, sobre
todo, el acceso a semillas de buena calidad apropiadas para las condiciones
locales. Ello significa el establecimiento de bancos de distribución de semillas y
la venta de semillas locales a precios asequibles.
e) Vigilancia de los grupos que carecen de seguridad alimentaria. Las
autoridades sanitarias y de bienestar social deben vigilar a nivel local
(comunidades, municipalidades, distritos, etc.) el consumo de alimentos en
cantidad suficiente y de calidad adecuada para garantizar el crecimiento
apropiado de los lactantes y los niños, así como la alimentación de las mujeres,
las personas mayores y otros grupos vulnerables;
f) Otros elementos. Deben incluirse también elementos relacionados con
la seguridad de la tenencia de la tierra, el microcrédito, las cooperativas locales
y el acceso al agua. Debe aclararse también la cuestión de la organización del
suministro del agua y alimento en casos de desastres naturales, velando por la
no discriminación por motivos étnicos, religiosos o de género.
III.
CONCLUSIONES
50. En su informe a la Asamblea General69 el Relator Especial presentó, entre
otras, las siguientes conclusiones y recomendaciones:
• el genocidio silencioso del hambre es un crimen de lesa humanidad en un
mundo que es más rico de lo que lo ha sido nunca y que podría fácilmente
alimentar a toda su población
• El hambre y la malnutrición todavía condenan a millones de personas al
subdesarrollo y la muerte. Cada siete segundos muere un niño por los efectos
directos o indirectos del hambre. Otros millones nacen ciegos, impedidos o
mentalmente retrasados. Las posibilidades de que las personas y países
enteros realicen su potencial económico quedan irreparablemente dañadas.
La terrible dimensión de sufrimiento humano que tan a menudo falta en
muchas descripciones oficiales de la inseguridad alimentaria es la angustia
intolerable, lacerante, que tortura a todo ser hambriento desde que se
despierta.
• Como todos los derechos humanos, el derecho a la alimentación se basa en la
responsabilidad de los gobiernos de proteger a su población. El derecho a la
alimentación exige a los Estados promulgar leyes para velar por que se
respete, proteja y satisfaga el derecho a la alimentación
• Deben adoptarse medidas concretas para velar por que la legislación
nacional establezca un marco en el que se reconozcan las obligaciones del
Estado de respetar, proteger y satisfacer el derecho de su pueblo a la
alimentación, en tiempo de paz y en tiempo de guerra. El establecimiento de
69 A/65/210, cit., párrs. 111-129
26
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puntos de referencia en relación con la seguridad alimentaria y la calidad y
cantidad del agua es vital para medir y vigilar la aplicación progresiva del
derecho a la alimentación a lo largo del tiempo.
La legislación internacional de derechos humanos debe complementarse con
un derecho internacional humanitario que proteja el derecho a la
alimentación en situaciones de conflicto armado. Ello debe incluir la
prohibición de hacer pasar hambre a los civiles como método de guerra y el
desplazamiento forzoso, así como el respeto de las normas sobre la
asistencia humanitaria y de socorro, de forma que la asistencia de socorro no
sea bloqueada, desviada o retrasada.
los aspectos nutricionales del agua deben ser un componente del derecho a la
alimentación, puesto que hay millones de personas que padecen
enfermedades transmitidas por el agua que podrían erradicarse fácilmente.
Como el agua también es esencial para la vida, todos deben tener acceso al
agua potable en condiciones de igualdad y los campesinos pobres que
dependen de sus tierras para alimentarse deben tener también acceso al agua
para riego.
El agua debe tratarse como un bien público y debe protegerse mediante
servicios públicos apropiados. También es fundamental la sensibilización a
nivel nacional e internacional para fomentar la conservación del agua,
limitar el consumo excesivo y reducir las pérdidas, las fugas, la
contaminación y el despilfarro del agua.
Se recomienda que se aborden los aspectos nutricionales del agua como
parte del derecho a la alimentación; los gobiernos deben garantizar una
distribución justa del agua de calidad y en cantidad suficientes, libre de
muchas enfermedades fácilmente erradicables y acceso a aquélla.
Se debe hacer mayor hincapié en la agricultura en pequeña escala, la
seguridad alimentaria en el plano local y los programas nutricionales.
Cualesquiera sean las deficiencias de la situación en un Estado, hay medidas
que pueden adoptarse inmediatamente en favor de la seguridad alimentaria
en el plano local a un costo muy bajo, incluidos los programas de educación
nutricional, los almuerzos escolares para todos, el fomento de la lactancia
materna y la facilitación de huertos familiares o pequeñas parcelas de tierra,
así como otros elementos relativos a la seguridad de la tenencia de la tierra,
el microcrédito, las cooperativas locales y el acceso al agua.
Cada gobierno debe elaborar una ley marco nacional, ajustada a la necesidad
de respetar, proteger y satisfacer el derecho a la alimentación, en la que se
reconozcan las obligaciones dimanantes de la legislación internacional de
derechos humanos y del derecho humanitario internacional, en particular el
párrafo 29 del CG 12 del Com. DESC. Según recomendó la tercera consulta
de expertos sobre el derecho a la alimentación, celebrada en Bonn
(Alemania) del 12 al 14 de marzo de 200170, en la estrategia debe prepararse
un inventario o lista de esferas en las que es necesaria la reglamentación a
nivel nacional, como la garantía del acceso a los recursos productivos para
los que sufren la inseguridad alimentaria y para los grupos vulnerables,
incluidos el acceso al agua y la seguridad de la tenencia de la tierra. Además
debe llevarse a cabo un examen de la legislación existente para evaluar si
está en contradicción con las obligaciones dimanantes del derecho a una
alimentación suficiente, o si su aplicación es o no adecuada. Deben ponerse
en práctica procedimientos administrativos y judiciales de recurso y
restitución para todos cuantos vean conculcado u olvidado su derecho a la
alimentación.
70 doc. E/CN.4/2001/148, de 30 de marzo de 2001
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Los gobiernos deben designar en las administraciones nacionales centros de
coordinación sobre el derecho a la alimentación encargados de coordinar el
trabajo de los ministerios competentes (agricultura, hacienda, bienestar
social, salud y tierra). Como se establece en el párrafo 29 del CG 12, los
gobiernos deben elaborar indicadores y establecer puntos de referencia que
permitan la verificación de los progresos conseguidos en el establecimiento
del derecho a la alimentación a nivel nacional.
Los Estados deben adoptar un código internacional de conducta sobre el
derecho a la alimentación como directriz voluntaria encaminada a lograr la
seguridad alimentaria para todos, como se pidió en el Objetivo 7.4 de la
Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria y Plan de Acción de la
Cumbre Mundial sobre Alimentación de 1996. La elaboración de esas
directrices voluntarias debe figurar en el programa de la reunión de
seguimiento de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación que habrá de
celebrarse en junio de 2002. A ese respecto, debe tenerse presente, como
excelente punto de partida, el Código Internacional de Conducta sobre el
Derecho Humano a una Alimentación Adecuada, de 1997, redactado y
aprobado ya por muchas organizaciones no gubernamentales. La FAO y la
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos deben seguir desarrollando ese Código, en colaboración con otros
organismos y arreglos interinstitucionales competentes.
Se recomienda que las organizaciones internacionales, inclusive la FAO, el
PMA, el FIDA y otras, así como los organismos bilaterales y multilaterales
de cooperación para el desarrollo, adopten un enfoque basado en los
derechos para su labor en pro de la aplicación del derecho a la alimentación,
como se establece en los párrafos 40 y 41 del CG 12.
Por último, se insta a los Estados a que reconsideren los compromisos que
contrajeron en relación con el derecho a la alimentación en la Cumbre
Mundial sobre Desarrollo Social de 1995 y en la Cumbre Mundial sobre la
Alimentación de 1996 de reducir a la mitad el número de personas
desnutridas a más tardar en 2015. En un momento en que algunos están ya
preocupados porque no se llegue a alcanzar esa meta, es urgente que los
Estados vuelvan a plantearse las políticas nacionales e internacionales para
velar por que se alcance ese objetivo.
51. El genocidio silencioso, cotidiano, del hambre debe terminar.
28
ANEXO
On the occasion of the International Seminar "The Right to Food: a Challenge for Peace
in the 21st century", which took place in Rome, 17 - 19 September 2001, and organised
by the International Jacques Maritain Institute, the Institute itself, the World Alliance on
Nutrition and Human Rights, and The International Human Rights Organization FIAN
make the following appeal:
Civil Society Appeal for The Right to Food
Having in mind that:
The Heads of State and Governments, gathered at the WFS, in the Rome
Declaration of 1996 and the World Food Summit Plan of Action,
reaffirmed the right to food and the purpose to put and end to hunger and
malnutrition.
Significant steps have been taken since then towards the achievement of
these ends. General Comment n.12, adopted by the Committee on
Economic, Social and Cultural Rights, provides a clear definition of the
right to adequate food and to be free from hunger as set out in Art. 11 of
the International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights. In
addition, the Draft Code of Conduct on the Human Right to Adequate
Food, developed by civil society organizations, provides general principles
and guidelines for domestic and international implementation of the right
to adequate food.
The overall pace of implementation of WFS objectives has been
unfortunately slow in the past five years. At the same time, resources and
support for food security programmes and activities are shrinking in an
alarming manner.
The persistence of hunger and malnutrition in a world with sufficient
global food supplies and more than enough resources available to
guarantee the right to adequate food for all is intolerable: it constitutes an
outrage, and a violation of human dignity and of the fundamental human
right to be free from hunger.
The nutritional divide is widening with disastrous consequences to the
WFS goal of reducing the number of hungry and malnourished people by
half by the year 2015. The enormity of the challenge ahead of us can be
grasped by looking at some horrific facts: about 30 million infants are
born each year in developing countries with intrauterine growth
retardation, representing about 24% of all new births in these countries.
Low birth weight children are characterized by mental impairment.
29
Worldwide, there are more than 150 million under-weight pre-school
children and more than 200 million stunted children. At current rates of
progress in fighting these maladies, about one billion children will be
growing up by 2020 with impaired mental development; this means that
hunger and malnutrition today will generate more hunger and malnutrition
in the future. Such enforced handicaps at birth represent the cruelest form
of inequity and the most despicable form of discrimination in our world
today. This is a flagrant violation of Article 1 of the Universal Declaration
of Human Rights which states that "All human beings are born free and
equal in dignity and rights" and also a violation of Art. 11 of the ICESCR.
This vicious spiral must be broken once and for all.
Access to and availability of food is at the root of human peace, stability
and development. By achieving food security for all and by establishing
the right to adequate food, the ever-growing nutritional divide between
different strata of society can be countered. Recognition of food as a
primary resource for sustainable development and peace is the first step
toward overcoming these problems.
Poverty and social and gender inequity discriminate unfairly at the level
of the present generation, and are also enhancing inter-generational
inequity.
We address the following appeal to the leaders of the world reunited in
Rome five years after the World Food Summit:
Bridging the nutritional gap is the first requisite for a more equitable and
humane world. The realization of the right to food and the eradication of
hunger are realistic and achievable goals. But we must act now. We are
facing a battle against time in safeguarding our human resources. What is
now needed is the conversion of political commitment into political action
and to adopt a human rights approach to nutrition and food security
problems. The promotion and implementation of the right to adequate food
must be a central objective of all states and other relevant actors in order to
end hunger and malnutrition. Recognizing the right to food and thereby an
opportunity for a productive and healthy life for those who now go to bed
undernourished, is the fundamental duty of the States as well as of the
more well-to-do sections of the population.
We welcome the timely initiative of the Director-General of FAO who has
called for the WFS in November, to take stock of achievements made to
date. As a prelude to the November meeting, we appeal to all governments
of the world, international and national organisations and individuals, to
reinforce and renew the commitments toward the goals of elimination of
hunger, poverty and food insecurity.
30
Our appeal is not to one individual or organisation, but to all citizens and
interest groups who together should constitute a global alliance in the fight
against hunger. The critical need of the moment is a multi-pronged action
plan. The civil society can play a substantial role in intensive lobbying and
advocacy of the right to food as irreducible and inalienable part of the right
to life and human dignity and related issues, shaping public awareness and
opinion and thus influencing political will to take concrete action. Action
and activism at the grassroots level would be a most effective way of
initiating a renewed world-level movement for food for all.
We call on FAO, in consultation with the UN High Commissioner for
Human Rights and other relevant organizations, to start a process to
develop a Code of Conduct on the Right to Adequate Food. The right to
food aptly stresses the moral dimension of food, that food is not a
component of basic biological survival, but the essence of human life and
existence. Thus, it is the moral obligation of all of us to uphold the right to
food, in recognition of its moral significance. We appeal to all religious,
spiritual, and political leaders to mobilise their influence in shaping public
resolve regarding these issues.
Our purpose is to achieve a hunger-free world, without starvation,
malnutrition and food insecurity; we need a global community where
human rights, peace, security and stability prevail. We all seek to achieve
freedom from hunger, completely and finally, and as soon as humanly
possible. Let us strive toward this goal in a manner that implementation of
the right to food, prevalence of food security for all and peace will be
achieved within our lifetimes.
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