Aprendiendo a vivir en el desierto: Introducción a

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Bamidbar (Números) 1:1-4:20
Haftara: Hoshea (Oseas) 2:1-22
Aprendiendo a vivir en el desierto: Introducción a Bamidbar.
En esta semana comenzamos el libro de Bamidbar, conocido más popularmente por el nombre
derivado de la versión griega de la Torah (septuaginta), esto es “Números”. En hebreo el nombre
de este libro es “Bamidbar”, que significa “En el desierto”. Como sabemos, los libros de la Torah
toman su nombre de las primeras palabras con las que inician; Bamidbar no es la excepción ya que
el libro comienza diciendo: “Vaydaber Adonay el Moshe Bemidbar Sinai”.
El nombre “Bamidbar” es más que apropiado para el libro, en primer lugar narra acontecimientos
que abarcan 39 años de la historia de Israel en el desierto. Comenzando por el contenido, el titulo
“En el desierto”, ciertamente hace honor al libro y a lo que podemos encontrar en él.
Además del contenido, la perspectiva superficial de algunos hacia el libro es árida como un
desierto, “¿A quién le importa si la tribu de Juda tenía 74,600 o 76,400?” dirá alguno. El libro de
números generalmente es visto como un libro muy aburrido y poco enriquecedor; tan es así, que
Origenes de Alejandría, uno de los padres de la iglesia, en sus días tuvo que hacer una serie de
homilías para convencer a creyentes ¡sobre su importancia!
Como tercer aspecto, podemos decir que el libro ofrece tesoros para nuestra vida actual. En cierto
sentido, nosotros estamos en una situación similar a los hijos de Israel que protagonizan el libro de
Bamidbar. Así como ellos, aún no hemos llegado a nuestra tierra prometida; en su caso, la tierra
de Canaán, en el nuestro, la era mesiánica y el mundo venidero (Olam Haba). Tanto judíos como
gentiles, vivimos ciertos problemas que pueden equiparse a los sufridos por los hijos de Israel en el
desierto; siendo esto así, podemos ir al libro de Bamidbar por sabiduría para nuestra vida.
Asi como los hijos de Israel en el desierto, tanto judíos como gentiles creyentes en Yeshua,
estamos teniendo pequeños anticipos de la gloria venidera y participamos de la providencia divina
que nos consuela y nos exhorta a seguir adelante mientras nos protege.
No en vano Shaul de Tarso, escribe sobre los acontecimientos del libro de números y nos dice:
“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines de los siglos.” (1 Corintios 10:11)
Si Pablo pensaba que las lecciones del libro de Números son de amonestación para nosotros, es
porque su contenido tiene muchísima importancia para todos. Este es otro aspecto que hace del
libro de Bamidbar compatible con su nombre hebreo.
Como veremos en las siguientes parashot, el libro de Bamidbar puede darnos grandes lecciones de
ética y disciplina (Musar), puede hacernos comprender muchas cosas que no podemos discutir en
otros libros con tanta claridad, incluso puede formar en nosotros una perspectiva profética muy
ordenada y substanciosa (escatología), ¡Quien dijo que era aburrido! ¡Todos deberíamos estar
emocionados por descubrir lo que Hashem tiene para nosotros en este gran tesoro!
Lastimosamente así como un desierto, el libro de Bamidbar también tiene historias tristes y
trágicas: la rebelión de Koraj, la muerte del transgresor de Shabbat, el suceso de los 10 espías, etc.
Esto debe de ser la mayor área de reflexión al acercarnos a él: Aprender cómo no repetir actitudes
similares a las de los tristemente celebres protagonistas de dichas acciones.
¡Comencemos a aprender del desierto y como El Eterno puede darnos revelación, aliento,
lecciones y provisión en el!
El Señor de los ejércitos.
¿Alguna vez has reparado en el titulo “Adonay Tzebaot”, esto es, “El Señor de los ejércitos”?
Muchas veces oímos ese dicho pero no tenemos una imagen clara de su significado ni de su
relevancia profética o de su importancia para nuestra vida espiritual.
Al llegar a la parasha de Bamidbar, una cosa salta a nuestra mente inmediatamente: Hashem es un
Elohim de orden y es el Señor de huestes físicas y espirituales. El orden de marcha de sus
campamentos, el orden para reunirse y como se tenían que asentar alrededor del Mishkan, la
frase “todos los que salen a la guerra”, etc. son solo algunas cosas que deberían de hablar
poderosamente a nuestro corazón.
No nos confundamos, no soy un gran erudito de la jerga o ciencia militar, simplemente tenemos
que entender ciertos conceptos provenientes de la disciplina y el orden militar para dar una alerta
a nuestra vida y nuestra obediencia a Hashem: Somos la milicia espiritual de Hashem en esta
tierra; tal como un General o un Coronel, exige orden, disciplina y respeto a la autoridad, El Eterno
espera esto de nosotros.
Muchas veces, vemos en la instrucciones dadas a las tribus de Israel, reglas minuciosamente
elaboradas y con un orden milimétrico; quizás admiremos los detalles, pero difícilmente nuestra
naturaleza caída quiere someterse a semejante grado de disciplina. Olvidamos nuestro llamado, su
importancia y su seriedad, El Eterno no está bromeando cuando pide que seas parte de su ejército
activo para redimir a esta humanidad.
Shaul de Tarso, el emisario de Yeshua nuestro Mesías a las naciones gentiles, ocupa tres analogías
para describir nuestra disciplina y nuestro trabajo en El Eterno; el nos compara a soldados,
luchadores y labradores (2 Timoteo 2:3-7). Tenemos que tener una resolución de soldado, incluso
para sufrir por el avance del reino del Eterno, luchar para ganar la batalla y labrar el campo para
que El Eterno pueda hacer avanzar su programa de redención a través de nosotros.
Si nosotros somos soldados de un gran rey, es increíble ver como nuestra obediencia o sumisión a
ese Rey es tan inconsistente, cambiante y socavada. Muchas personas dicen: “Yeshua es el Rey
Mesías” o “El Eterno es el Rey de mi vida”, pero en un sentido muy sentimental con poco contacto
con la voluntad de obedecer. Asi como no hay opción para obedecer a un rey mortal, tampoco
debería de haberla para obedecer al Rey de Reyes y Señor de señores.
La disciplina de la primera parasha del libro de Bamidbar debe de asombrarnos y admirarnos, pero
sobre todo de impactarnos y hacernos cambiar. Hashem es “Adonay Tzebaot” y nosotros somos su
ejército, el nos ha dado un llamado y una misión, nosotros debemos de trabajar por ella, él nos ha
dado mandatos, debemos obedecer. Lo más grandioso es que a diferencia de los ejércitos
terrenales, nuestro Rey y Jefe, es amor, piedad y nuestro Padre celestial, ¡Cómo no hemos de
servirle!
La disciplina es algo que nuestra inmadurez rechaza, pero es algo necesario de aprender, tal como
está escrito:
“El hijo sabio acepta la disciplina[a] de su padre, pero el escarnecedor no escucha la reprensión.”
(Proverbios 13:1).
A menudo es escuchado en algunos círculos cristianos algo como: “si pero eso era en el Antiguo
testamento, ahora ya no estamos bajo esa disciplina”, “Jesús no es alguien que tenga esa
connotación de juicio y de condenación, sino de gracia” y otras cosas. Dichas aseveraciones son
infundadas al considerar la escritura detenidamente y no de manera superficial.
Ciertamente Yeshua, en su primera manifestación, no tenía la misión de hacer un juicio
condenatorio sobre el mundo, tal como está escrito:
“Porque no envió Elohim (Dios) a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por él.” (Yohanan [Juan 3:17]).
Sin embargo, eso no significa que nunca habrá una cara de juicio de parte del Rey Mesías. Muchos
cristianos apuntan a que el pueblo judío esperaba mayoritariamente a un Mesías libertador, un
Mesías guerrero, un David, un Judas Macabeo, pero no un cordero que sufre por el pecado.
Aunque la noción de un Mesías sufriente no es ajena al judaísmo antiguo, como lo hemos visto
anteriormente, es cierto que la figura de un Mesías libertador y guerrero tomo predilección en la
mente judía del primer siglo. Sin embargo, dicha percepción no era del todo equivocada, hay
muchos textos que describen al Mesías en un rol militar, liberando a Israel y peleando las batalles
del Eterno, consideremos únicamente algunos de ellos:
“Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; El Eterno me ha
dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como
posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de
alfarero los desmenuzarás. Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces
de la tierra. Servid a El Eterno con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se
enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que
en él confían.” (Salmo 2:6-12).
“Juró El Eterno, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de
Melquisedec. El Señor está a tu diestra; Quebrantará a los reyes en el día de su ira. Juzgará entre
las naciones, Las llenará de cadáveres; Quebrantará las cabezas en muchas tierras. Del arroyo
beberá en el camino, Por lo cual levantará la cabeza.” (Salmo 110:4-7)
“Después saldrá El Eterno y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y
se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén
al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente,
haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad
hacia el sur.” (Zacarías 14:3-4).
El hecho de que la manifestación del Mesías sufriente preceda en orden y tiempo a la
manifestación del Mesías triunfante y vencedor, no elimina la realidad de la segunda. Muchas
veces, esto no se tiene presente en algunos círculos tradicionales del cristianismo causando un
error similar al que se critica del judaísmo del primer siglo: Perder de vista un aspecto del Mesías.
Ciertamente el Mesías no vendrá para “poner su otra mejilla” en la batalla contra el inicuo de
Isaías 11:4, conocido como “Anticristo” en el cristianismo y como “Armilus” en el judaísmo.
El tabernáculo de Israel y las tribus acampando en derredor de el, son una imagen del tabernáculo
celestial, donde las huestes angélicas de Adonay residen. Yeshua dijo que podría pedir “doce
legiones de ángeles” (Mateo 26: 53) que corresponden a las doce tribus de Israel alrededor del
tabernáculo. El primero que marchaba, en la peregrinación en el desierto, era el príncipe de la
tribu de Juda, Najshon Ben Aminadab (Números 10:14); de igual manera, El Rey Mesías, la raíz de
David, el león de la tribu de Juda, será el primero que marche, irrumpiendo desde los cielos para
defender a Israel y causar la redención final. ¡Esos días serán tan gloriosos! ¡Muy dichosos los que
vean al Rey Mesías venir con el poder de su reino!
Yeshua no ejecutó esta misión mesiánica en primer lugar porque debía de morir por el pecado de
Israel y del mundo. Otra razón es porque Israel, como nación, no hizo Teshuva (arrepentimiento), y
por lo tanto, el reino de Dios que estaba a las puertas, no pudo manifestarse completamente en
esos días. Veremos más de esta segunda razón en las siguientes parashot del libro de Bamidbar.
Mientras eso llega, hemos sido dejados con una misión por nuestro Maestro: judíos y gentiles
debemos de trabajar arduamente por la restauración de todas las cosas, la proclamación de las
buenas nuevas de redención, y la reparación del mundo. Somos el ejercito espiritual de Hashem y
el tiene grandes expectativa de nosotros.
¡Que El Eterno nos conceda su fuerza para ser dignos miembros de su ejército!
‫שבת שלום‬
¡Shabbat Shalom!
Yitzjak
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