Lección 1 - Presbiterio Peninsular

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CÓMO SACARLE PROVECHO A LOS PROBLEMAS
Por Abraham Ceballos
“Considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse a diversas pruebas”
Santiago 1:1 – 11.
INTRODUCCIÓN
¡Este será un buen día! Durante meses has preparado todo para realizar un
magnífico viaje. Pero en el momento de dirigirte a la Terminal de Autobuses, el auto
falla; decides pedir un taxi por la urgencia de estar ahí puntual, pero se demora media
hora en llegar a tu casa. Cuando por fin llegas a la Terminal, te informan que el autobús
ya ha partido. Hablas con el gerente y te dice que no te puede rembolsar tu dinero.
Después de un mal comienzo, decides posponer tu viaje de placer, piensas en el dinero
que has perdido y finalmente regresas muy molesto a casa.
¿Alguna vez has tenido un día en que un problema surge detrás de otro? En esos
momentos pasan por nuestra mente preguntas como ¿Por qué a mi? O ¿Sólo a mi me pasa
esto?
Nuestros planes no siempre resultan como nosotros queremos, además de que
cada vez es más complejo el estilo de vida de nuestra sociedad y mayores nuestras
preocupaciones. Siempre habrán cosas que no podamos prever, desde desperfectos en
nuestros aparatos eléctricos hasta tragedias familiares, que le dan un sabor amargo a
nuestra vida diaria.
Esta clase de imprevistos modifica nuestros planes y, dado que no depende
directamente de nosotros, tendemos a sentirnos frustrados o con malestares físicos.
RESUMEN
Cuando experimentamos este tipo de circunstancias, muchas veces nos vemos
tentados a pensar que estos problemas están aquí para arruinar nuestra vida, ya que no
podemos disfrutar lo bueno y placentero que ella nos ofrece. Además, al ver arruinados
nuestros planes y proyectos, nos sentimos privados de la oportunidad de ser mejores y
ocuparnos de las “cosas” de Dios y el desarrollo de nuestra espiritualidad.
Dios moldea nuestra manera de pensar en los problemas. En términos paulinos,
renueva nuestro entendimiento (Rom. 12:1), y nos enseña a verlos desde una
perspectiva distinta, que analizada con una mera “racionalidad” parece locura pensar
así, pero es ahí donde Dios hace que tengamos mayor provecho y a cada mentira que
creemos él nos refresca con verdades de su Palabra. En el siguiente cuadro se resume lo
que estudiaremos en esta lección.
Lo que pensamos de los
problemas
Arruinan nuestra vida.
Lo que nos enseña la
Biblia
Las pruebas nos preparan
para ser personas plenas.
Quitan oportunidades de ser
mejores
Las pruebas nos enseñan a
ser personas sabias.
Nos dificultan ocuparnos de las
“cosas” de Dios.
Las pruebas nos obligan a
ser personas espirituales.
Lo que podemos hacer
Cambiar nuestra
perspectiva respecto a los
problemas
Pensar que son
oportunidades para
madurar
Considerar las ganancias a
largo plazo
CAMBIA TU PERSPECTIVA DE LOS PROBLEMAS
Si realizáramos una encuesta con la pregunta ¿Qué te hace falta para ser feliz?
probablemente los encuestados tendrían una lista muy larga de deseos. Piensa cuáles
serían los tuyos, probablemente dentro de esos deseos están ciertas circunstancias
(personas o situaciones) que quieres eliminar lo más rápido posible. Sin embargo,
debemos considerar que también Dios tiene planes y pruebas preparadas para nosotros y
que ante nuestros ojos pueden parecer inoportunas.
Las pruebas nos preparan para ser personas plenas. Santiago explica esta
conclusión en un pensamiento encadenado; primero, debemos considerarnos dichosos al
enfrentar todo tipo de problemas (v. 2). Segundo, éstos contribuyen a desarrollar en
nosotros la constancia (v. 3) y que finalmente nos llevará a ser personas íntegras. Lo que
para nosotros es un problema para Dios es una prueba. Lo que a nosotros nos estorba el
camino, Dios lo ha preparado para nuestro beneficio de modo que alcancemos la
plenitud.
Alcanzamos la plenitud a través del gozo. Santiago habla de la prueba de nuestra
fe (v. 3). Porque un problema nos tienta a pensar en Dios como un tirano falto de amor e
incomprensivo. Llegamos a dudar de su sabiduría y de que sus bondades son nuevas cada
mañana. Nos volvemos ingratos por lo que nos ha dado de pura gracia y nos entronamos
esperando que nuestros deseos sean satisfechos. Para que nuestra fe salga aprobada,
necesitas confiar en que lo que enfrentas está bajo el control de Dios y agradecerle lo
que nos ha dado. Aquí es donde parece locura, pero los problemas son puestos en
nuestras vidas por Dios para hacernos más felices.
Alcanzamos la plenitud a través de la constancia. Para que todo llegue a un feliz
término, no existen atajos, recetas, fórmulas o experiencias especiales en la vida que se
vive para Dios: lo que se requiere es fidelidad.
CONCÉNTRATE EN LAS OPORTUNIDADES PARA MADURAR
Las pruebas nos enseñan a ser personas sabias. Porque seguimos el consejo de
alguien que es mucho mayor y que conoce bien el camino que tenemos que andar. (v. 5)
Por eso es importante, la fe de parte de nosotros, como cuando no queremos obedecer
un mandamiento específico y dudamos de su “eficacia” pero lo tenemos que hacer.
Entonces veremos generosidad por parte de Dios al ayudarnos a hacerlo y
recompensarnos (v. 5), porque Él da sin menospreciar a nadie ni escatimar.
La confianza en alguien mayor nos evitará estar en “verdaderos problemas”.
¡Como hacer enojar a Dios! (v. 6 – 8). Si no confiamos en Dios, sólo nos queda dudar de
él y confiar en otra cosa. La duda nos lleva a la inconstancia, a su vez ello nos impedirá
ser plenos (perfectos y cabales RV 60, Íntegros NVI). Fíjate cómo el camino se bifurca
según la actitud que tengas: si tienes fe, en el camino desarrollarás constancia y al final
tendrás integridad; si dudas, serás una persona inconstante que nunca llegará a nada y
que no podrá esperar cosa alguna del Señor.
CONSIDERA LAS GANANCIAS A LARGO PLAZO
Las pruebas nos obligan a ser personas espirituales. Esto es igual a desarrollar una
perspectiva eterna en lugar de fijarnos sólo en lo pasajero (v. 9 – 11). Santiago lo ilustra
con dos personas cuyo común denominador es el dinero: uno pudiente y el otro un
proletario. El énfasis no está en las circunstancias sino en la actitud de cada uno ante
ellas. Al pobre se le pide que se sienta orgulloso de su alta dignidad, mientras que al rico
se le pide que se sienta orgulloso de su condición humilde. Tanto el rico como el pobre
al estar unidos a Cristo son imágenes de Dios y por lo tanto, de alta dignidad ante Sus
ojos. Sin embargo, dadas las condiciones económicas de cada uno, existe la tentación de
que ambos menosprecien su dignidad o bien opaquen su condición humilde al ceder a la
prepotencia.
Lo pasajero nos ayuda a fijarnos en lo espiritual, en ver más allá de lo que
tenemos a la vista. Hay muchos frutos del espíritu que Dios nos puede ayudar a
desarrollar. Quizá Dios quiere seamos pacientes o generosos ante alguien que se
encuentra en necesidad o nos hace más sensibles para percibir la maldad a nuestro
alrededor, la que es perpetuada contra el prójimo y nos da la fortaleza y la sabiduría
para hacer el bien.
Practicamos la espiritualidad al hacer todas las cosas para la gloria de Dios, y no
solamente los “asuntos de la iglesia”. La vida entera es servicio a Dios (v. 1). Santiago al
escribir la carta se presenta como siervo de Dios y del Señor Jesucristo. Quiere decir que
veía su vida llevándose a cabo delante de Dios. En nuestra vida diaria los actos que
realicemos pueden parecernos insignificantes, pero en la medida que los hagamos para
agradar a Dios, crecemos en el temor del Señor.
CONCLUSIÓN
Las pruebas perfeccionan la fe y exigen obediencia. Todos los problemas son
pruebas en la medida en que veamos en ellos un aliado para prosperar en la obediencia.
Todas las circunstancias son una oportunidad para obedecer. Esto incluye a mi prójimo,
a quien tengo la oportunidad de mostrar la madurez obtenida a través de las obras que
demuestren los frutos del Espíritu en mí.
La cultura contemporánea ha sido muy eficaz vendiendo conceptos como
plenitud, sabiduría y espiritualidad. Pero la perspectiva verdadera sólo la encontramos
en la Biblia.
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