La pérdida de peso “corre paralela a la severidad y progresión” de

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Nota informativa
Última jornada del II Congreso Nacional de Alzheimer
La pérdida de peso “corre paralela a la severidad y
progresión” de la enfermedad de Alzheimer
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Inés Francés: “el anciano con demencia se encuentra en situación de riego de padecer
desnutrición”
Gómez Pavón: “la asistencia o atención en el final de la vida es un proceso continuado
que involucra a todos los profesionales implicados en el cuidado del paciente con
Alzheimer”
El coste de un paciente en fase leve de la enfermedad es de 12.740,79 euros/año, en fase
moderada de 16.366,52 euros/año y en fase grave de 22.097,45 euros (coste medio:
19.200,32 euros)
(Las Palmas de Gran Canaria, 21 de octubre de 2006)–. En la última jornada del II Congreso
Nacional de Alzheimer se ha celebrado el simposio “Comorbilidad en demencias”, donde la
geriatra de la Clínica psico-geriátrica Josefina Arregui de Navarra, Inés Francés Román, ha
destacado los aspectos nutricionales que afectan a las personas que padecen Alzheimer. Francés ha
asegurado que “varios trabajos ponen de manifiesto la pérdida de peso asociada a la enfermedad de
Alzheimer, así como el alto porcentaje de desnutrición en los estadíos severos de la enfermedad”.
Sin embargo, por otra parte, “diversos estudios apuntan a determinados déficits vitamínicos como
factores contribuyentes en el desarrollo de la misma.”
La experta ha asegurado que varios estudios demuestran cómo esta pérdida de peso “corre paralela
a la severidad y progresión de la enfermedad, siendo considerada por algunos autores como un
predictor de mortalidad en sujetos con enfermedad de Alzheimer”. Este fenómeno se explica con
varias hipótesis como la atrofia del córtex temporal medial, el aumento de los requerimientos
energéticos, la disfunción del mecanismo de regulación del peso corporal o los trastornos
fisiológicos.
En ocasiones esta pérdida de peso lleva a la desnutrición, “provocada por una ingesta inadecuada de
nutrientes, debido, a veces, a la dificultad para realizar las compras y preparación de la comida
(por la alteración de la memoria y el declive funcional), sobre todo en aquellos enfermos que viven
solos”. Sin embargo, esto también puede deberse “a cambios físicos, disminución de los sentidos del
gusto y el olfato, aumento de la saciedad secundaria; alteraciones neuropsiquiátricas asociadas a la
enfermedad, pérdida de memoria, desorientación, trastornos afectivos, indiferencia y alteración de
la capacidad de juicio; o cambios en la autonomía y en los hábitos alimenticios”, en opinión de la
geriatra.
Francés ha hablado también de la correlación entre las funciones cognitivas y la presencia de
enfermedad de Alzheimer con los niveles séricos de vitaminas C, E, B12, B6, ácido fólico y betacaroteno en ancianos. “La vitamina C es un potente antioxidante que participa en los sistemas
enzimáticos de detoxificación, también se ha relacionado el consumo semanal de pescado y de otras
fuentes alimenticias de ácidos grasoso omega-3 con una reducción del riesgo de padecer
enfermedad de Alzheimer”, ha señalado Francés.
Para concluir, Francés ha destacado que es necesario saber que “el anciano con demencia se
encuentra en una situación de riesgo de padecer desnutrición, por lo que se hace imprescindible una
valoración adecuada para prevenirla y evitar la morbilidad asociada, como procesos infecciosos,
deshidratación o úlceras por presión”.
Además, el foro de debate “El final de la vida”, ha contado con la participación del geriatra del
Hospital Central de la Cruz Roja, Javier Gómez Pavón, quien ha reseñado que “la asistencia o
atención en el final de la vida es un proceso continuado que involucra tanto médicos de familia,
neurólogo, geriatras como a todos los profesionales implicados en el cuidado del paciente con
Alzheimer”.
También se ha referido al modelo propuesto de asistencia al final de la vida de pacientes geriátricos
con Alzheimer avanzado, que se basa en “ofrecer una atención centrada en los problemas
detectados a través de la valoración geriátrica integral, con una toma dinámica y cambiante de
decisiones; tratando la enfermedad con un control adecuado de síntomas, mirando por el confort y
calidad de vida del paciente, además de la curación y la supervivencia, y buscando la continuidad y
coordinación de cuidados entre los diferentes niveles asistenciales”.
En el simposio sobre “Evaluación funcional y demencia”, la vocal de la junta directiva de la
Sociedad Española de Neurología (SEN), María Martínez Lozano, ha hecho hincapié en la
importancia del diagnóstico precoz en esta enfermedad como fórmula para la mejor atención de
pacientes y un pronóstico más acertado.
El geriatra de la Fundación Matía de San Sebastián, Enrique Arriola, ha comentado que existe una
estrecha relación entre lo funcional, lo afectivo, lo conductual, lo cognitivo, lo social, es decir, “lo
funcional influye en lo conductual, lo conductual en lo social, lo social en lo afectivo, lo afectivo en
lo cognitivo”. Dentro de lo “funcional” existen diferentes niveles y para la ejecución de los mismos
se precisa de diferente “capacidad cognitiva”, pues no todas las actividades de la vida diaria tienen
la misma complejidad, de ahí que se clasifican en: básicas, instrumentales y avanzadas: las
actividades básicas de la vida diaria, dirigidas a autocuidarse y a moverse; las actividades
instrumentales de la vida diaria, que permiten a la persona adaptarse al entorno y mantener una
independencia en la comunidad; y las actividades avanzadas de la vida diaria, que están
relacionadas con el control del medio físico y del entorno social, que permitirán al individuo
“desarrollar un papel social, mantener una buena salud mental y gozar de una excelente calidad de
vida”.
Arriola ha recordado que la atención a la enfermedad supone un coste que podríamos desglosar en:
coste sanitario + coste social + coste indirecto del cuidador/año. El coste de un paciente en fase leve
de la enfermedad es de 12.740,79 euros/año, en fase moderada de 16.366,52 euros/año y en fase
grave de 22.097,45 euros (coste medio: 19.200,32 euros). “Tendríamos que considerar que el coste
directo (sanitario-10´4% y social) es el 22,6%, frente al coste indirecto que es el 77,45% (cuidador
principal - familia) para las personas que están en su domicilio”, ha subrayado.
Respecto a la valoración funcional, Arriola ha señalado que “es fundamental para la planificación de
cuidados”. “Las medidas de incapacidad funcional son cruciales para la monitorización de la
progresión de la enfermedad, conocer el beneficio de las intervenciones e incluso tomar decisiones
de carácter legal”, ha agregado.
Por su parte, el psiquiatra, Lorenzo Chamorro, ha explicado los pasos a seguir en la evaluación del
paciente que, en su opinión, son: orientación diagnóstica del síndrome psiquiátrico ("confusional",
psicótico, afectivo, ansiedad, alteración de la personalidad, alteración de la conducta); evaluación de
la personalidad previa; estado clínico global; efectos adversos de los tratamientos, sobre todo con
manifestaciones neuropsiquiatritas; funcionamiento y discapacidad; y calidad de vida.
PREMIOS DEL II CONGRESO NACIONAL DE ALZHEIMER
Durante el transcurso de este Congreso se han dado a conocer los ganadores de dos premios de 1.000
euros cada uno. Por una parte el de Pósters de la Sección Área Clínica que ha recaído en el trabajo
“Polimorfismos HLA y citoquinas inflamatorias en enfernedad de Alzheimer”, del Servicio de
Inmunología y Neurología del Hospital Universitario Dr. Negrín de Gran Canaria. Por otra parte, ha
sido galardonado el trabajo “Acercando el Alzheimer a las escuelas”, de Castaño Castaño, R.;
Collado Asencio, M.A.; Miranda Seron, A.M.
Tema: Sesión matutina última jornada del II Congreso Nacional de Alzheimer
Contacto SEGG: Jéssica Hernández: 619 259 347 /// Jaime Mulas: 619 259 342
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