4. PINTURA GÓTICA Debido a la estructura del templo gótico, que presenta escasas superficies para la pintura mural, se desarrollaron nuevos campos pictóricos en retablos, trípticos, vidrieras, tapices, miniaturas, etc. La pintura de los siglos del Gótico no es homogénea estilísticamente, sino diversa y multiforme; se presenta como un arte en evolución cronológica y con diferencias regionales. Por ello es más correcto que hablar de pintura gótica, referirse a las escuelas pictóricas de la época del Gótico. 4.1. Características Técnica y soportes. Para la tabla, que es el soporte más utilizado, se utiliza la técnica del temple. La pintura mural emplea el fresco seco sobre el muro enfoscado pero tuvo poca importancia salvo en Italia y en las regiones mediterráneas de la Corona de Aragón. Desde Flandes, en el siglo XV, se difundió el óleo sobre tabla. 4.1. Características Rasgos de estilo. No hay un estilo definido, sino que evoluciona desde una pintura puramente lineal, que imita la vidriera, falta de espacio (muchas veces con fondos dorados) y de colores planos y puros, hasta adquirir la sensación de corporeidad y de volumen mediante la matización cromática y la gradación de la luz y la sombra. Asimismo se inicia la búsqueda del espacio pictórico con formas de perspectiva rudimentarias, pero progresivamente más correctas. 4.1. Características Se representan los mismos temas de la escultura, es decir, los evangélicos, los marianos y los hagiográficos, enfocados de forma narrativa. Para resaltar los valores humanos, escenas y figuras buscan el naturalismo e intentan expresar sentimientos y emociones, aunque muchas veces pecan de ingenuidad. 4.2. Pintura ítalo-gótica o del Trecento (siglo XIV) Italia, una de las regiones más prósperas de la Europa bajomedieval, fue la cuna, en el siglo XIV, de una importante actividad pictórica, mural y sobre tabla, trascendental para la evolución del arte occidental. A estos maestros se les ha denominado primitivos, por iniciar una tradición pictórica que desembocó en el Renacimiento Su rasgo más característico es el acercamiento directo a la realidad, quizás por influencia de la religiosidad franciscana. Forman dos escuelas, una en Florencia y otra en Siena. 4.2. Pintura ítalo-gótica o del Trecento (siglo XIV) La Escuela de Florencia fue iniciada, a finales del siglo XIII, por Cimabue (Madonna entronizada, Uffizi), un pintor de estilo aún muy bizantino, maestro de Giotto. Madonna entronizada, de Cimabue 4.2. Pintura ítalo-gótica o del Trecento (siglo XIV) Giotto ha sido valorado como el padre de la pintura moderna por sus aportaciones a la plasticidad pictórica. Conocemos de su vida lo que nos cuenta Vasari, que lo presenta como el primer pintor con prestigio social y bien pagado, considerado un renovador por sus contemporáneos. Las figuras que pinta Giotto son sólidas y monumentales, de apariencia pesada. Solía colocar personajes en primer plano, vueltos de espaldas, para que destaque su masa corpórea y sirvan de referencia espacial. Intensifica los sentimientos en un afán de resaltar la humanidad de los personajes: para ello confiere dramatismo al ambiente y busca la unidad psicológica mediante gestos teatrales. Ambienta las escenas en marcos reales con paisajes o ámbitos urbanos pero estereotipados como si se tratara de un decorado teatral. La luz actúa con una doble función, plástica para acentuar la sensación de espacio, y expresiva para dar unidad a las composiciones. Giotto El pasado clásico: el estímulo constante de la CULTURA CLÁSICA en Italia La tradición: es discípulo de CIMABUE (tradición bizantina) GIOTTO El contexto: la expansión urbana, económica y cultural de FLORENCIA La burguesía: un nuevo cliente de mentalidad más abierta. El reto del artista: el problema de la REPRESENTACIÓN DEL MUNDO VISIBLE 4.2. Pintura ítalo-gótica o del Trecento (siglo XIV) A Giotto pertenecen la Madonna entronizada de los Uffizi y el Crucificado de Santa María Novella, ambos en tabla, y las pinturas murales de Asís, sobre la vida de San Francisco. Su obra maestra son los frescos de la capilla Scrovegni, en la Arena de Padua, con escenas tan conocidas como Abrazo ante la Puerta Dorada, Llanto sobre Cristo Muerto y el Prendimiento. Virgen en el Trono, de Giotto El retablo para la iglesia florentina de Ognissanti evidencia un alejamiento de la representación tradicional de la Virgen en majestad. El trono está plasmado como marco arquitectónico y el ropaje de la Virgen no simboliza ya lo celestial, puesto que su belleza y valor le aportan un toque humano. No obstante, la exagerada dimensión e la figura humana la presenta como una fuerza superior reinante. Iglesia de San Francisco de Asís Iglesia San Francisco de Asís, San Francisco bendice a los pájaros, de Giotto Los frescos sobre la vida de San Francisco son plenamente naturalistas, las figuras cobran volumen y las escenas con pasajes de la vida del santo perspectiva, disponiéndose en profundidad en diversos planos en un marco paisajístico y arquitectónico. “Camino de Bevagna, el Beato Francisco predicó a los pájaros, y‚ éstos exultantes, extendían los cuellos abrían los picos y le picoteaban la túnica; y mientras lo veían, los compañeros le esperaban en el camino”. Iglesia San Francisco de Asís, Éxtasis de San Francisco, de Giotto Los frescos sobre la vida de San Francisco son plenamente naturalistas, las figuras cobran volumen y las escenas con pasajes de la vida del santo perspectiva, disponiéndose en profundidad en diversos planos en un marco paisajístico y arquitectónico. Iglesia San Francisco de Asís, San Francisco recibiendo el manto, de Giotto Los frescos sobre la vida de San Francisco son plenamente naturalistas, las figuras cobran volumen y las escenas con pasajes de la vida del santo perspectiva, disponiéndose en profundidad en diversos planos en un marco paisajístico y arquitectónico. Iglesia de San Francisco de Asís, Expulsión de los diablos de Arezzo, de Giotto Este fresco forma parte del ciclo de 28 escenas sobre la Vida de San Francisco. Durante la guerra civil en Arezzo, el santo vio demonios sobre la ciudad y pidió al hermano franciscano Silvestre que los expulsara. Gracias a su oración perseverante y confiada obtuvo la fuerza necesaria para conseguirlo. La obra de Giotto se caracteriza por una representación muy expresiva de los sentimientos y del lugar. Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua Dedicados a Jesucristo, la Virgen y San Joaquín y Santa Ana; más perfectos son considerados como el máximo exponente de la madurez artística de Giotto, que ya ha encontrado su auténtico estilo. Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua, Huída a Egipto, de Giotto Estudio de la luz (efectos de claroscuro a través de variaciones cromáticas) Mayor interés por las figuras que por los paisajes Aumento de expresividad, aunque rostros aún se parecen mucho entre ellos Escorzos Figuras sólidas y pesadas Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua, El beso de Judas, de Giotto Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua, Lamentación sobre Cristo Muerto Las narraciones de Giotto se caracterizan por la suavidad del movimiento. En esta escena utiliza además la posibilidad amplificadora de los distintos sentimientos expresados: desde el recogimiento en sí mismas de las mujeres del primer plano, hasta la excitación extrema de Juan. Incluso el paisaje desierto con el árbol muerto se acomoda al sentimiento de las apenadas figuras, cuya ordenación en el espacio se estructura en tres niveles. 4.2. Pintura ítalo-gótica o del Trecento (siglo XIV) Escuela de Siena. Mientras Florencia se encaminaba hacia el Renacimiento a través de los hallazgos de Giotto, Siena permaneció más ligada al Gótico. Se mantuvo viva la tradición bizantina y predominó una concepción lineal a base de un dibujo caligráfico y sinuoso, que se detiene en el detalle y en lo anecdótico. Los pintores de Siena buscan lo delicado y lo agradable a través de la estilización, de la expresión soñadora y del colorido preciosista. La plasticidad queda en un segundo plano. 4.2. Pintura ítalo-gótica o del Trecento (siglo XIV) El creador de la escuela fue Duccio, autor de la Maestá de la catedral de Siena, pero el principal representante es Simone Martini. En la Anunciación, del museo florentino de los Uffici, podemos admirar su estilo de suaves líneas onduladas con el que crea personajes esbeltos, de rostros ovalados, boca pequeña y ojos oblicuos. Gran Maestà, de Duccio Gran retablo pintado por ambas caras, la parte frontal muestra a la Virgen entronizada y rodeada de un gran número de ángeles, santos y apóstoles, levemente naturalistas. Madonna Rucellai, de Duccio Se trata de un retablo que muestra a la Virgen sentada en el trono con el Niño Jesús, con un fondo de oro de tradición bizantina y flanqueada por ángeles de rodillas. 4.2. Pintura ítalo-gótica o del Trecento (siglo XIV) Los hermanos Lorenzetti mezclan las características sienesas con la influencia florentina en obras como los frescos alegóricos del Buen y Mal Gobierno, en el Palacio público de Siena. Retablo del arzobispo Sancho de Rojas