1 Acuerdo N° 10 47 En la ciudad de Rosario, a los días del mes de Marzo de dos mil once, se reunieron en Acuerdo los señores miembros de la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de la ciudad de Rosario, doctores Ricardo A. Silvestri, María Mercedes Serra y Ariel Carlos Ariza, para dictar sentencia en los autos caratulados “OVEJERO, Ramón contra 9 DE JULIO S.R.L. y/o resp. LÍNEA TRANSPORTE 35/9 sobre Daños y perjuicios” (Expte. Nº 256/2009), venidos para resolver los recursos de nulidad y 473 de de apelación fecha 25 interpuestos de contra el fallo número marzo de 2009, proveniente del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial Nº 2 de Rosario. Realizado el estudio de la causa, se resolvió plantear las siguientes cuestiones: Primera: ¿Es nula la sentencia recurrida? Segunda: En su caso, ¿es ella justa? Tercera: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar? Correspondiendo votar en primer término al señor vocal doctor Silvestri, sobre la primera cuestión dijo: El recurso de nulidad interpuesto por la demandada a 2 foja 110 vta. no ha sido sustentado en esta instancia. A todo evento, las críticas que enuncian los recurrentes refieren a procedendo la vía vicios y pueden apelatoria. existencia in de iudicando obtener Por y no adecuada ello, irregularidades y no a vicios respuesta advirtiéndose procedimentales in por la que justifiquen un pronunciamiento oficioso, corresponde su desestimación. Voto, pues, por la negativa. Sobre esta primera cuestión, la señora vocal doctora Serra, a quien le correspondió votar en segundo lugar dijo: Que coincide con los fundamentos expuestos por el señor vocal doctor Silvestri, y vota por la negativa. Concedida la palabra al señor vocal doctor Ariza, a quien le correspondió votar en tercer término, y a esta cuestión dijo: Que habiendo tomado conocimiento de los autos y advertir la existencia de dos votos totalmente concordantes, invoca la aplicabilidad al caso de lo dispuesto por el art.26, ley 10.160, absteniéndose de emitir opinión. Sobre la segunda cuestión, el señor vocal doctor Silvestri, dijo: 3 1. Mediante la sentencia recurrida (fs.107/108), el juez de grado rechazó la pretensión resarcitoria de daños y perjuicios e impuso las costas al actor. Mencionó el sentenciante que la indemnización reclamada tenía su causa en los daños que el actor dijo haber sufrido en un accidente de tránsito ocurrido mientras era transportado en un vehículo de propiedad de la demandada. Remarcó que, para la aplicación al caso del artículo 184 del Código de Comercio, que establece una responsabilidad de carácter objetivo, asumiendo el transportador una obligación de resultado consistente en trasladar sano y salvo al pasajero desde el punto de partida al destino, resultaba necesario que el demandante probara la existencia del hecho generador de responsabilidad, la existencia del daño y su cuantía, y la relación causal entre el hecho y el daño. Juzgó que si bien el actor demostró que el hecho del accidente efectivamente ocurrió, no logró acreditar la relación de causalidad con el perjuicio que dijo haber sufrido, señalando que a tal fin debería haber producido prueba pericial médica o al menos haber citado a los médicos que suscribieron las historias clínicas acompañadas en 4 copia a fojas 35 y 50 para su debido reconocimiento, destacando que ello era imprescindible en razón de tratarse de instrumentos privados. Contra el fallo interpusieron recurso de apelación el actor (a fs.109, concedido a fs.110) y la demandada (a fs.110 vta., concedido a fs.111). Radicada la causa en esta Sala, expresó sus agravios en primer lugar la parte actora (fs.124/129, con aclaración a fs.131/137). A su turno, la demandada contestó los agravios de la demandante y expresó Contestados los los propios (fs.139/140). agravios de la accionada (fs.142/144) y consentida la providencia de autos (fs.146), quedaron los presentes en condiciones de resolver. No hubo impugnación al relato de los antecedentes de la causa que contiene la sentencia de grado, razón por la cual se hace la remisión correspondiente en este acto. 2. Se queja el actor, en primer lugar, por la deficiente motivación que le achaca a la sentencia de grado. Afirma que la misma carece de referencias concretas al hecho ventilado en la causa y a las pruebas rendidas, y que la única fundamentación consiste en la transcripción de dos precedentes jurisprudenciales. 5 Agrega que el fallo incurre en autocontradicción porque tiene por ocurrido el accidente pero no así el daño porque no se produjo prueba pericial médica. Sostiene que tal medio probatorio habría contribuido a cuantificar el daño pero que el mismo no goza de exclusividad en orden a probar la existencia del mismo. Remarca que el hecho quedó acreditado no sólo con testimonios sino también mediante confesión, y expresa que las causa historias mediante clínicas prueba fueron introducidas informativa emitida a por la los centros médicos respectivos, resultando erróneo exigir además médicos que que sean reconocidas las firmaron. A por su los profesionales entender, la razón principal del rechazo de la demanda fue la falta de prueba sobre su cuantía pero no sobre su existencia, arguyendo que ésta quedó acreditada con certeza a través las historias clínicas, de las que surgiría la fecha de la atención asimismo mediante circunstancia servicio médica de de la y el las que línea motivo de la testimoniales haya 35/9 sido la quien misma, rendidas como y concesionaria pagara los la del gastos médicos. Recuerda que la carencia probatoria sobre la 6 cuantía del daño no es óbice al deber de los jueces de proceder a su dimensionamiento. En segundo lugar, le endilga al fallo la falta de valoración de la prueba producida y relevante, en torno a la relación de causalidad entre el accidente y los daños. Señala que los daños físicos resultan de la copia de la historia clínica remitida por Sanatorio Güemes S.A. a fojas 35/46 y del informe de Clínica Médica Privada Asistencial de fojas 50/55, debidamente incorporados al proceso y con el correlativo deber del juez de valorarlos. Agrega que, de acuerdo con el informe obrante a foja 83, fue la concesionaria del servicio de la línea 35/9 quien pagó los gastos de los tratamientos médicos recibidos. Menciona el apelante que también está probado, mediante las pruebas testimoniales, que fue el mismo colectivo que protagonizó el accidente el que lo trasladó de inmediato al Instituto Regional de San Lorenzo, donde recibió los primeros auxilios antes de ser trasladado al Sanatorio Güemes. Agrega que los testigos presenciaron el siniestro porque viajaban con el actor al momento del hecho, y declararon que el colectivo sufrió un accidente al toparse con una rueda de camión en el camino, 7 y que como consecuencia de ello él resultó golpeado. Dice también que al absolver posiciones la demandada reconoció que el conductor del ómnibus lo trasladó hasta el Instituto Médico Regional de la ciudad de San Lorenzo para que recibiera atención médica. Sostiene, en fin, que la relación causal entre los daños físicos y el accidente es indubitable conforme a la doctrina de la causalidad adecuada y que no era necesaria una prueba pericial médica ni el reconocimiento de las firmas puestas en las historias clínicas incorporadas por la vía del artículo 228 del Código Procesal. En tercer término, se queja por el rechazo de la indemnización del daño moral. Aduce que quedaron acreditados los fuertes dolores costales y el tratamiento al que debió someterse, espiritual todo y su lo cual, afirma, tranquilidad. afectó Finalmente, su impugna faz la condena en costas derivada del rechazo de la demanda, solicitando que sea modificada conjuntamente con los demás puntos del fallo cuestionados. La demandada, por su parte, pese a que la parte resolutiva del fallo le resultó favorable, expresa agravios con relación a los considerandos del veredicto. 8 En tal sentido, sostiene que el fallo carece de referencias concretas al hecho, dando por sentado que el mismo ocurrió y formulando una vaga referencia a la responsabilidad derivada del contrato de transporte y agrega que tan sólo se rechazó la demanda por falta de prueba de los daños. Se queja entonces porque el a quo no atendió a la eximente de responsabilidad invocada, de interrupción del nexo causal. Afirma que quedó demostrado que una rueda se desprendió de un camión que circulaba en sentido contrario al ómnibus, impactándolo. Sostiene que esa fue la única causa del accidente y que se trató de un hecho imprevisible e inevitable. Remarca que el juez descartó la existencia de relación causal entre el hecho y los daños invocados por insuficiencia probatoria, pero aduce que debió rechazarse la responsabilidad imputada en función de la culpa de un tercero por el cual la demandada no debía responder. 3. Ante todo se impone señalar, con referencia al recurso de apelación interpuesto por la demandada vencedora en primera instancia y concedido por el juez de grado, que es requisito de admisibilidad de la apelación la existencia de interés en el impugnante, por 9 hallarse con agravio respecto de una decisión judicial, careciendo de tal modo de interés para apelar aquél para quien la resolución es plenamente favorable (ALVARADO VELLOSO, Adolfo, Estudio Jurisprudencial del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe, T.III, Rubinzal Culzoni, 1987, p.1557; CCCRos, Sala IV, 27.04.1982, Zeus 29-R-22; CCCSF, Sala I, 11.03.1974, Zeus 4-J-154; CCCSF, Sala II, 01.03.1974, Zeus 2-J-298). Por ello la doctrina y la jurisprudencia nacionales han destacado que, en principio, sólo es apelable la parte dispositiva de la sentencia y no sus fundamentos salvo supuestos excepcionales, no teniendo el vencedor el deber ni el derecho de apelar los fundamentos del fallo que en definitiva le dan la razón aunque le resulten agraviantes, pues no existe perjuicio y por lo tanto se carece de interés para recurrir cuando se ha obtenido plena satisfacción de las pretensiones, aun cuando puedan no coincidir los fundamentos expuestos por la parte y los vertidos por el juez, en la medida en que ellos no tengan efectos sustanciales (cfr. LOUTAYF RANEA, Roberto G., El recurso ordinario de apelación en el proceso civil, 2da. ed, Astrea, 2009, T.1, p.353, y 10 sus citas: COUTURE, Fundamentos, p. 362; MORELLO, PASSI LANZA, SOSA, p.341; COLOMBO, DE BERIZONCE, Código Códigos ¿Son apelables sentencias?, J.A. 1945-I-536; p.219; T.III, Procesal, T.II, p.454, n° 17; NEVARES, Procedimiento, procesales, COSTA, los fundamentos FERNÁNDEZ, El recurso de las Código de ordinario de apelación en el proceso civil, p.43; ALSINA, Tratado, T. IV, p.210; PODETTI, Tratado de los recursos, p.126 y 127; LASCANO, Jurisdicción y competencia, p.189; PALACIO, Lino, Derecho procesal civil, T.V, p.87; CCCSF, Sala I, 29.09.1977, RepLL 1978-1640, n° 24; CTrabRos, Sala I, 08.10.1964, RepLL 1964-1257, n° 41; CNCom, Sala D, 25.11.1999, L.L. 2000-C-362; CNCom, Sala A, 20.03.1979, L.L. 1979-C-388; CNCiv, Sala E, 14.03.1969, L.L. 136-115; CNCiv, Sala D, 04.10.1970, E.D. 80-515; SCBA, L.L. 28.09.1976, 136-1082, E.D. entre 76-169; otros). TSNeuquén, Sólo por 19.11.1968, excepción los fundamentos del fallo pueden causar agravios y habilitar la apelación del vencedor, cuando la parte dispositiva se remite constituyen inseparable a ellos un de o la integran antecedente lo dispositivo implícitamente, lógico o o absolutamente influyen en su 11 interpretación, orientar existe el o contienen cumplimiento decisión sobre directivas de un la punto enderezadas sentencia, de interés o a cuando para las partes emitida en los considerandos, o en general cuando de lo expuesto en los considerandos deriva un perjuicio concreto (cfr. LOUTAYF RANEA, ob. cit.). Fuera de los supuestos excepcionales, las inquietudes que los fundamentos de la decisión de grado pudieran causarle posibilidad Código que vencedor brinda Procesal cuestiones al de el quedan artículo replantear oportunamente a 246 en planteadas la y salvo in con fine alzada rechazadas la del las u omitidas en la sentencia, en la oportunidad de contestar los eventuales agravios de la contraria, de lo cual se le debe conferir traslado a esta última. En relación con el tema se ha señalado que el artículo 246 del Código Procesal local, en tanto otorga a la parte totalmente vencedora en primera instancia la posibilidad de solicitar en segunda instancia, al contestar agravios, que se reexamine el rechazo de alguno de sus planteos argumentales, constituye también una valla para el funcionamiento de la “apelación implícita” –denominación 12 utilizada para designar al deber funcional eventual de la alzada de analizar todas aquellas cuestiones oportunamente planteadas por el vencedor y que fueron rechazadas o no consideradas por la decisión de grado, implícitamente sometidas al tribunal de alzada en virtud del recurso interpuesto por la otra parte en razón de no encontrarse el vencedor legitimado para apelar de la sentencia que ha acogido todas sus pretensiones-, cuya aplicación es razonable ante un posible desmedro del derecho de defensa de la parte vencedora a raíz de la impotencia de ésta para lograr por otros conductos que el ad quem tenga en cuenta los argumentos que fueron olvidados o repelidos por el a quo, pero no cuando dicho eventual desmedro se ve erradicado por la disposición legal citada, la que resultaría superflua si se considerara que, pese a no haber pedido nada –en tiempo y forma- el vencedor integral en baja instancia, igualmente la alzada debería ponderar los alcances de la apelación implícita (v. PEYRANO, Jorge W., Apostillas sobre la denominada “apelación implícita”, en Problemas y soluciones sentido procesales, concordante: Juris, MORELLO, 2008, p.125/131; Augusto M., en SOSA, 13 Gualberto L., BERIZONCE, Roberto O., Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación comentados y anotados, 2da. ed., Platense, 1982, T.I, p.117-118, nota 17; COLOMBO, Carlos J., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación comentado y anotado, T.II, Abeledo Perrot, 1969, p.574575; también sobre la necesidad del replanteo de la cuestión al contestar agravios: FASSI, Santiago C., YÁÑEZ, César comentado, D., anotado Código y Procesal concordado, Civil T.2, y Comercial Astrea, 1989, p.503/504; FASSI, Santiago, Límites de los poderes del tribunal de segunda instancia, LL 156-635; ACOSTA, José V., Procedimiento civil y comercial en segunda instancia, T. II, Rubinzal Culzoni, 1982, p.93). Más allá de tales digresiones, lo cierto es que en el sub examine el actor, vencido en primera instancia, también contra apeló las el fallo y, consideraciones a de su la vez, las sentencia objeciones expuestas como agravios por la demandada al contestar los agravios expresados por el actor fueron debidamente sustanciadas en esta sede como si del dispositivo del artículo 246 in fine se tratase, por lo que corresponde dar tratamiento 14 a las mismas en su oportunidad. 4. Con referencia a la deficiente fundamentación achacada al fallo se observa que, más allá de que se compartan o no se pronunciamiento compartan recurrido sus contiene fundamentos, los el requisitos básicos del artículo 244 inciso 4 del Código Procesal en relación al artículo 95 de la Constitución de la Provincia, reuniendo las condiciones mínimas necesarias para satisfacer el derecho a la jurisdicción, habida cuenta que se sustenta a sí mismo de modo racional. No se advierte conviertan que de el tal fallo modo contenga en vicios irracional, que ilógico lo e infundado en los hechos o el derecho, cumpliendo con los requisitos de legalidad impuestos por las normas citadas. A todo evento, cabe poner de relieve que la Corte local en reiteradas oportunidades ha considerado que la exigencia constitucional de que los fallos se motiven no impone al juzgador desarrollos minuciosos, no siendo necesario que el Tribunal se haga cargo de todas y cada una de las alegaciones de las partes, como tampoco que explícitamente se desechen argumentos, toda vez que la 15 motivación suficiente exigida por la Ley Suprema no impone un cartabón de quantum sino de calidad de las argumentaciones supone que le correlación sirven entre de sustento, aquéllas y lo lo cual resuelto, bastando que mediante las proposiciones formuladas en torno a los hechos y al derecho del caso la sentencia se sostenga por sí misma y no aparezca como pura afirmación caprichosa y subjetiva de la voluntad judicial, y la parquedad de un pronunciamiento no importa falta de fundamentación, pues no debe confundirse “fundamentación breve” o “sucinta” con una fundamentación raquítica o insuficiente, reñida con el debido proceso (C.S.J.S.F., A. y S. 171-489, 171-342, 164-127, 158-81, 111-261, entre muchos otros). 5. fuera En lo que hace al fondo del asunto, ha quedado de discusión, por ausencia de impugnaciones concretas de las partes en esta sede, la conclusión del a quo acerca de la existencia del hecho accidental invocado por el actor. En tal sentido, puede tenerse por firme y consentido que el día 7 de junio de 2004, aproximadamente a la hora 20:45, el actor abordó en la localidad de Andino un ómnibus de la línea “35/9 16 Expreso” con destino a la localidad de Granadero Baigorria, como asimismo que viajaba sentado en la parte posterior del ómnibus y que, en el trayecto por la ruta N° 11, luego de traspasar el puente del río Carcarañá, el ómnibus embistió con una rueda de camión. Ello surge, por lo demás, de las declaraciones testimoniales de Juan Carlos Mareco y Juan Antonio Muñoz -compañeros laborales del actor, quienes dijeron viajar en el mismo colectivo qué él al día del hecho al salir del lugar de trabajo (fs.30)-, y de la absolución de posiciones de la demandada (fs.31). Lo que se encuentra en tela de juicio en esta instancia es el razonamiento y la valoración probatoria efectuada existencia y por conexión el a quo causal de en torno los a daños la cuyo resarcimiento fuera reclamado y a la responsabilidad de la demandada por el hecho. Pues bien, la demandada al absolver posiciones reconoció su carácter de concesionaria de la línea de transporte de referencia y, asimismo y tácitamente, el carácter de pasajero ocurrido el hecho dolores, el conductor y del en actor razón del cuando de ómnibus que admitió Ovejero debió que, aducía trasladarlo 17 hasta el Instituto Médico Regional de la ciudad de San Lorenzo. A su vez, los testigos Mareco y Muñoz, que no han sido objeto de tacha en la instancia anterior, expusieron que como consecuencia del impacto entre el ómnibus y la rueda de camión, Ovejero sufrió un sobresalto y resultó golpeado en su región costal, por lo que fue llevado en el transporte colectivo hasta el hospital regional de San Lorenzo, donde permaneció mientras el ómnibus y los demás pasajeros prosiguieron su curso (fs.30 vta.), no existiendo en autos elementos que induzcan a dudar de la sinceridad de los testimonios ponderados. Por otro lado, de los informes emitidos por Sanatorio General Güemes S.A. con historia clínica y facturación adjuntas (fs.35/46 y 59/61), se desprende que Ovejero fue recibido por dicho centro asistencial la madrugada de la del hora día 2:00, siguiente ingresando (08.06.2004), alrededor con dolor en hemitórax izquierdo y en hipocondrio izquierdo de cuatro horas de evolución secundario tránsito, donde a traumatismo permaneció en en accidente habitación y se de le 18 realizaron ecografía distintos exámenes abdominal, suministrándosele (radiografías análisis analgésicos a de través de tórax, sangre), de solución fisiológica, obteniendo el alta el mismo día con egreso a la hora 19:00, con indicación de reposo, analgésicos, faja estabilizadora torácica y control por consultorio externo en diez días. Seguidamente, según surge del informe de Cli.M.P.A. S.R.L. Clínica Médica Privada Asistencial, también con historia clínica adjunta (fs.50/55), en fecha 09.06.2004 Ovejero Sanatorio consulta al Climpa servicio con orden de de traumatología Asociar del A.R.T., permaneciendo internado allí hasta el día siguiente, con diagnóstico de traumatismo costal y síntomas de dolor. Se relata en la epicrisis que previamente, mientras el paciente viajaba en ómnibus el día 07.06.2004 a las 20:30, al ocurrir un accidente, sufrió traumatismo de tórax y contusiones varias, recibiendo los primeros auxilios en el Instituto Médico Regional de San Lorenzo por cuatro horas y derivándose luego al Sanatorio Güemes de Rosario, donde fue medicado y permaneció internado por 24 horas. En el Sanatorio Climpa se le practicaron 19 radiografías, analgésica exámenes y control de de laboratorio, traumatología medicación por 24 horas, continuándose luego con el control de su evolución en forma ambulatoria 16.06.2004, los días 11.06.2004, 19.06.2004, 22.06.2004, 14.06.2004, 25.06.2004, 01.07.2004, 07.07.2004, con indicación de reposo y faja costal, hasta el 12.07.2004 en que obtuvo el alta. No resulta ajustada a derecho la ponderación hecha por el a quo con relación a dichas historias clínicas, al descartar su eficacia probatoria en razón de que los médicos autos que a las suscribieron reconocerlas imprescindible en no fueron y al considerar razón de tratarse citados que de ello en era instrumentos privados. Ello así porque, cabe remarcarlo, las historias clínicas no fueron aportadas a la causa como documentos en poder de una de las partes, sino que fueron incorporadas al proceso a través del medio probatorio regulado prueba en de el artículo informes, 228 prevista del Código en nuestro Procesal. La ordenamiento procesal en el artículo 228, no es una especie dentro de la prueba documental, sino que implica un medio de 20 prueba autónomo, dotado de caracteres específicos, que en definitiva, permite incorporar al proceso copias, datos, resúmenes, o conclusiones extraídas de documentos fehacientes poseídos por el informante. Tiene carácter autónomo que consiste en el aporte de datos preexistentes al juicio y que constan registrados en los archivos de la entidad oficiada (cfr. ALVARADO VELLOSO, Adolfo, Estudio Jurisprudencial del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe, Rubinzal Culzoni, T.II, p.789; PEYRANO, Jorge W., VÁZQUEZ FERREYRA, Roberto A., Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia jurisprudencial, Roland, La de Santa Juris, prueba en Fe. 1997, el Análisis T.1, proceso doctrinario p.606/607; civil. y ARAZI, Teoría y Práctica, La Rocca, 2001, p.431; PALACIO, Lino, Derecho Procesal Civil, Abeledo-Perrot, 1972, T.IV, p.655; CCCSF, Sala I, LLLitoral 1998-2-283). Por ello no le son aplicables sobre a la prueba ofrecimiento y informativa recepción de las disposiciones prueba documental (ALVARADO VELLOSO, ob. cit.; CSSF, 28.12.1951, J.T.S.F. 30-70; CCCSF, Sala I, Zeus 47-J-229; CCCSF, Sala I, Zeus 61-J-99). Así, nuestra ley ritual no exige como 21 requisito de validez formal de los informes que éstos sean reconocidos por sus firmantes, sino que confiere autenticidad a procedimiento las respuestas regular (ALVARADO recogidas VELLOSO, por ob. un cit., p.793; CTrabRos, Sala II, 16.10.1956, Juris 10-95). En tal sentido, autenticidad para basta poder con apreciar que debidamente conste la firma su del respectivo responsable de la entidad requerida (CCCLab Venado Tuerto, Zeus 70-J-6) y mientras no sea impugnado, el informe, como regla, se considera fidedigno (CHIAPPINI, Julio, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe comentado, 3ra. ed., FAS, 2009, T.2, p. 856; CNCiv, Sala D, E.D. 25-560; CNCom, Sala A, J.A. 1960-III-19). impugnación, que si Cabe acotar, el interesado en cuanto considera a la que la entidad a la que se dirige la solicitud no reúne las condiciones pertinentes emanará de sus observación en libros, tiempo, o presume es que necesario esto es, el informe no que formule la ofrecerse o al practicarse la prueba, a fin de que su proponente tenga oportunidad de demostrar la existencia de tales libros o probar que las circunstancias denunciadas no concurren 22 efectivamente, pues fuera de ese momento precluye la oportunidad para hacerlo (ALVARADO VELLOSO, ob. cit., p.793; CHIAPPINI, ob. cit., p.849; CCCSF, Sala I, Juris 24-213; CCCRos, Sala II, Juris 7-305; CámPazLetSF, Zeus 33-J-98). En el sub examine, los informes de ambos centros asistenciales, a través de los cuales se ingresaron las historias clínicas antes reseñadas, aparecen firmados en nombre de las mismos no por que, lo respectivas fueron en entidades blanco función de de lo oficiadas impugnación expuesto, no y los alguna, resulta atinado denegarles validez probatoria. En consecuencia, apreciados tales informes conforme a las reglas de la sana crítica y en confrontación con los demás elementos aportados a la causa, no se advierten razones para dudar de la veracidad de los datos allí contenidos respecto de las dolencias padecidas por Ovejero posteriores al accidente. Sólo cabe destacar que no surge de ellos ni de las demás probanzas de autos la permanencia de secuelas como producto de las lesiones, extremo que por lo demás partes. tampoco fue objeto de invocación por las 23 Sentado aquí que lo el anterior, no resulta ocioso recordar Código Civil adopta el sistema de la causalidad adecuada (arts.901 a 906, C.C.), que supone la confrontación consecuencias, ha sido entre con eficiente un hecho el objeto o idóneo de y determinadas indagar para si aquél producirlas en un grado de probabilidad suficiente. Es decir, que ante un acontecimiento determinado o una conducta, debe ser previsible, normal, verosímil que las consecuencias que se le atribuyen acostumbren a suceder, por lo que el juicio de causalidad adecuada se sustenta en la valoración sobre la congruencia entre un suceso y los resultados que se le imputan (v. LLAMBÍAS, Jorge J., Tratado 1973, de Derecho p.306). No Civil. es Obligaciones, menester certeza T.I, Perrot, absoluta, sino seria de probabilidad, que supere el nivel conjetural. El nexo causal no requiere la prueba acabada de la existencia de una causa de orden físico, sino que es ante todo un juicio de probabilidad: el que dadas las circunstancias de modalidad, tiempo y lugar, el efecto dañoso curso debe atribuirse natural y al ordinario hecho de ejecutado, las cosas. según No ha el de 24 confundirse la causalidad material, propia de las ciencias físicas, con la causalidad jurídica, que no exige la demostración de aquélla para imputar a una persona determinadas consecuencias jurídicas, sino que basta con demostrar que éstas ordinariamente siguen al hecho ejecutado (cfr. CCCRos, Sala II, 25.06.1998, Zeus 78-J-404). Trasladando tales directrices al sub iudice y teniendo en cuenta que, según las probanzas aportadas a la causa, Ovejero sufrió un golpe en su región costal en el momento del accidente de tráfico vehicular protagonizado por el ómnibus en el que aquél era transportado, ocurrido el 07.06.2004 después de la hora 20:45, y que a escasas horas, a partir de las 2:00 de la madrugada del día siguiente, pasó por distintos centros de un atención par de médica días donde a permaneció raíz de los internado por dolores que acusaba en el hemitórax izquierdo y en el hipocondrio izquierdo secundarios a traumatismos, continuando luego un tratamiento médico ambulatorio por más de un mes, aparece dolencias como normal, mencionadas natural y su y verosímil posterior que evolución las hayan 25 tenido su causa eficiente en aquel hecho del tránsito, no resultando por ello necesario un dictamen pericial médico que así lo asevere. 6. de del En lo conformidad Código transporte de tocante con al lo Comercio, colectivo juicio normado de responsabilidad, en aplicable de el artículo analógicamente pasajeros por 184 al medios automotores, el transportista se encuentra obligado a trasladar al pasajero sano y salvo al lugar de destino. Esta Sala ha resuelto antes de ahora que “Ante el claro precepto Comercio) legal la que rige el responsabilidad caso del (art.184, Cód. transportista es de de naturaleza contractual (ALTERINI, Atilio, AMEAL, O. J., LÓPEZ CABANA, R. M., Curso de las obligaciones, T.II, p.506; BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H., Teoría general de la responsabilidad civil, p.443; BORDA, Guillermo, Tratado de derecho civil. Obligaciones, T.III, p.561; BREBBIA, Roberto H., La responsabilidad civil en el transporte automotor, en Estudio en homenaje al doctor Borda, ps. 38 a 39; ACUÑA ANZORENA, A., Transporte en ómnibus y naturaleza jurídica de la responsabilidad del porteador, J.A. 70-119, entre otros), pese a la opinión sumamente 26 aislada de cierta doctrina (SALAS, Acdeel, La responsabilidad en el transporte oneroso de personas, J.A. 76-678). Tal responsabilidad contractual es objetiva a favor del pasajero lesionado en un medio de transporte, naciendo de la ley, el contrato es el que pone en funcionamiento el sistema de derechos y obligaciones de las partes y, entre ellas, es la que corresponde al porteador de trasladar sano y salvo al pasajero a su lugar de destino (FERNÁNDEZ, R. y GÓMEZ LEO, Osvaldo, Tratado teórico-práctico de derecho comercial, T.III-B, p.561; FERNÁNDEZ, R.L., Transporte de personas. 1967-III-62; económico. Responsabilidad ETCHEVERRY, Contratos. del R.A., Parte transportador, Derecho especial, J.A. comercial T.2, y p.314). Significa lo expuesto que tal obligación objetiva del porteador asumida en la convención, es netamente de resultado (BORDA, op. cit., T.II, p.372; LLAMBÍAS, Jorge J., Tratado de Derecho Civil. Obligaciones, T.III, 572; BREBBIA, op. cit., ps. 35 y 39; ETCHEVERRY, op. cit., p.300 y sigtes.; CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las obligaciones, L.M.R., La T.III, responsabilidad p.52; civil GARRIDO en el CORDOBERA, transporte 27 de pasajeros, L.L. 1989-D-121; GOLDEMBERG, I., Indemnización por daños y perjuicios. Nuevos perfiles desde la óptica de la reparación, p.47; DRAJER, I., La prescripción del transporte oneroso en el libro, en homenaje al doctor Mosset Iturraspe, ‘Contratos’, p.467, entre otros). Este tipo de responsabilidad contractual objetiva, riesgo de resultado, creado explicado está sobre fundada la en base la de idea del razones de política legislativa en materia de transportes, con la finalidad de precauciones inducir respecto a de las la empresas buena a extremar calidad, las perfecto estado, funcionamiento adecuado de sus vehículos y su de personal, y el estricto cumplimiento de las leyes y reglamentos, y por otra parte en amparo de las posibles víctimas para quienes el resarcimiento sería ilusorio en la mayoría de los casos si debieran probar la culpa del transportador (FERNÁNDEZ-GÓMEZ LEO, op. cit., T.III-B, p.561 y sigtes.; GHERSI, C. A., Contratos civiles y comerciales, T.II, p.339; ETCHEVERRY, op. cit., p.315; BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., p.443, entre otros)” (v. CCCRos, Sala I, 10.03.1998, “Perrota c. Las Delicias”, LLLitoral 1998-1-868; v. tb. de esta Sala, Acuerdo N° 28 463 del 24.11.2009, autos “Travacio c. Paternó”). Con respecto a la obligación de seguridad que tiene su causa en un contrato de transporte de pasajeros, ha dicho la Corte Suprema de la Nación que su extensión debe ser interpretada teniendo en cuenta el derecho a la seguridad previsto en el artículo 42 de la Constitución Nacional para los consumidores y usuarios, precisando que el razonamiento ponderación de los constituyen una guía judicial debe valores partir de constitucionales, fundamental para solucionar la que los conflictos de fuentes, de normas, o de interpretación de la ley, y que la incorporación del vocablo “seguridad” -entendida como un valor que debe guiar la conducta del Estado así como a los organizadores de actividades que directa o indirectamente se vinculen con la vida o la salud de las Constitución obliga a personas- Nacional los es en el una decisión prestadores de artículo 42 de valorativa servicios públicos la que a desempeñar conductas encaminadas al cuidado de lo más valioso que existe en ella: la vida y la salud de sus habitantes, ricos o pobres, poderosos o débiles, ancianos o adolescentes, expertos o profanos, puesto que 29 los usuarios y consumidores son sujetos particularmente vulnerables a los que el constituyente decidió proteger de modo especial. Expresó el Alto Tribunal que el ciudadano común que accede a un servicio de transporte tiene una confianza fundada en que el organizador se ha ocupado razonablemente de su seguridad, porque la prestación de servicios masivos presenta un grado de complejidad y anonimato que resultan abrumadores para quienes los reciben, pero que se ven simplificados y se hacen posibles gracias a la apariencia jurídica generada por su funcionamiento regular y por el respaldo de las marcas y del Estado, resultando esenciales para estos sistemas el fortalecimiento de la apariencia jurídica y de la confianza (C.S.J.N., 22.04.2008, “Ledesma c. Metrovías S.A.”, Fallos 331:819). Así y pues, objetiva de en virtud de esa obligación contractual seguridad, en el supuesto de daños personales sufridos por el viajero, el empresario del transporte sólo se libera de responsabilidad acreditando cabalmente la ruptura del nexo causal mediante la existencia de fuerza mayor o de la llamada culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder, 30 jugando la duda a favor de la víctima (art.184, Cód. Com.; art.40, Ley 24.240 según Ley 24.999; cfr. FERNÁNDEZ, Raymundo L., GÓMEZ LEO, Osvaldo R., Tratado teórico práctico de Derecho Comercial, T.III-B, Depalma, 1991, p.555 y ss.; TRIGO REPRESAS, Félix A., LÓPEZ MESA, Marcelo J., Tratado de la Responsabilidad Civil, T.II, La Ley, 2004, p.227 y ss.; ANDORNO, Luis O., La reparación de daños por responsabilidad por el contrato de transporte, Zeus 46-D-15; CCCRos, Sala I, “Perrota c. Las Delicias”, cit.; CSJN, Fallos 327:5082, 323:2930, 322:139, 321:1462, entre otros). Sobre el particular ha señalado recientemente esta Sala (in re Alemi N° Tours” 103 y y 104 “Moreyra del c. Alemi 29.03.2010) que “Gallegos c. Tours”, Acuerdos la presunción de responsabilidad del transportista normada en el artículo 184 del Código de Comercio, debe ser destruida por prueba categórica por aquél sobre quien recae, lo cual debe ser asertivamente demostrado por el transportista, en punto a las causales de exoneración que contempla la normativa citada, no siendo suficiente a los fines indicados el estado de duda (TRIGO REPRESAS, Félix A., LÓPEZ MESA, Marcelo J., Tratado de la Responsabilidad 31 Civil, T.II, La Ley, 2004, p.252; CNCiv, Sala E, D.J. 1999-I-201). En la misma dirección se ha sostenido que las directivas emergentes del artículo 184 del Código de Comercio conducen a la inversión de la carga de la prueba, en tanto no es ya quien alega el daño el que debe probar la culpa del que lo originó, sino que es el transportador quien deberá probar que el hecho provino de fuerza mayor, culpa de la víctima o de un tercero por quien la empresa no sea civilmente responsable (CNCiv, Sala M, J.A. 2000-II-síntesis). Además, tales causales han de reunir algunos requisitos propios para que resulten exculpatorias, debiendo tratarse de un hecho extraordinario, fuera de lo común, de lo corriente, imprevisible e inevitable, exterior y extraño al riesgo de la actividad (TRIGO REPRESAS, Félix A., COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén, Responsabilidad civil por accidentes de automotores, T.2ª, Hammurabi, 1986, p.92). En cualquier caso, carácter debe ser de probado imprevisible por e el invocante su inevitable (sobre el particular es reiterada la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 313:1184; 317:1139; 308:1597; 316:912, entre otros; Corte Suprema 32 de Justicia de la Provincia de Santa Fe, “Monzón c. Taulet”, 02.07.2009, y remisión al fallo de la Corte de la Nación, entre el “Fernández otros). hecho y inevitable, Y si las c. se Vallejos”, abrigara características siempre aquélla del alguna de jugará 11.06.1993, duda sobre imprevisible a favor de e los pasajeros víctimas. En el sub examine, la demandada viene sosteniendo a lo largo de todo el proceso -y lo mantiene en esta instancia- la eximente de responsabilidad derivada de la culpa de un tercero, en razón de que el ómnibus encontró en su camino una rueda de camión que ocasionó el impacto. Se limita a expresar que corresponde aplicar la eximente de responsabilidad por culpa de un tercero, pero no definió quién era ese tercero ni mucho menos solicitó su esclarecido citación si la en estos rueda de autos. Tampoco camión quedó mencionada se encontraba quieta e inerte en medio de la ruta o si se encontraba en movimiento como producto del repentino desprendimiento del camión al que accedía. Sobre este tema afirmó el actor en la demanda que el ómnibus embistió “con una llanta de camión que se encontraba 33 tirada en la cinta asfáltica” (fs.8 vta.), y la demandada en su responde dijo que “el chofer del ómnibus encontró en su paso nada menos que la llanta de un camión” (fs.17) reiterando pliego presentado para tal punto que el de vista actor en el absolviera posiciones (fs.27). Ya al absolver posiciones (fs.31) y en el alegato desprendimiento repentina y (fs.106), del en la demandada neumático esta de instancia un habla camión agrega que en el del forma camión circulaba en sentido contrario al ómnibus (fs.139). A su vez, de los dos testigos presenciales del hecho que declararon en la causa, uno dijo que “pasando el puente del Carcarañá había una rueda de camión (…) el colectivo chocó contra una rueda” y el otro expresó que “a un camión se le salió una rueda y se metió debajo del colectivo” (v. fs.30 vta.), no pudiendo determinarse cuál de los testimonios resulta más verosímil, por lo que en este ALVARADO punto VELLOSO, debe prescindirse Estudio de Jurisprudencial ellos del (cfr. Código Procesal Civil y Comercial Provincia de Santa Fe, T.II, Rubinzal Juris Culzoni, 32-110). 1986, Así p.776; pues, no CamTrabSF, se conoce 27.06.1967, cómo fue el 34 accidente, no se sabe si la rueda de camión permanecía inmóvil en la ruta o si se encontraba en movimiento, no se conoce la velocidad del ómnibus ni eventualmente del supuesto camión y de su rueda desprendida, ni la distancia entre ambos, ni la zona o lugar de impacto o roce, ni se sabe a ciencia cierta si el colectivero tenía o no espacio suficiente para eludir la presencia del obstáculo. En suma, no hay ninguna prueba de que el hecho o conducta atribuida a un tercero, resultante en la presencia de una rueda de camión en la ruta del colectivo, hubiese tenido en el hecho una incidencia causal con las características de imprevisibilidad e inevitabilidad propias de la eximente invocada, razón por la cual debe desecharse el planteo argumental de la demandada. 7. En cuanto al daño resarcible, el actor reclamó en su demanda las sumas de $ 15.000,- en concepto de daño material y $ 5.000,- por daño moral, más los respectivos intereses, rubros todos ellos rechazados en la sentencia apelada en función del razonamiento del a quo sobre el aspecto causal. En la alzada el apelante sólo expresó agravios por 35 el rechazo del daño moral, consintiendo así tácitamente el rechazo del rubro patrimonial. Por toda eventualidad cabe acotar, con respecto al daño material, que en la demanda el actor no formuló reclamo por daño emergente sino que, al contrario, admitió que no debió abonar costo alguno por la asistencia médica recibida en el Sanatorio Güemes y que tales gastos fueron atendidos por la aseguradora de la concesionaria de la línea de transporte y, a su vez, los datos consignados en la historia clínica de Cli.M.P.A. S.R.L. permiten suponer que la atención en dicho sanatorio fue brindada por cuenta de Asociart A.R.T. (v. fs.53/55). Por otro lado, respecto del lucro cesante, si bien el actor sí expresó en la demanda que durante el período transcurrido desde el accidente de los dos ambulatorio hasta más de un mes después -comprensivo días de de internación rehabilitación más el tratamiento subsiguiente- no pudo asistir a su trabajo, lo cierto es que no produjo prueba alguna en relación a los impedimentos laborales invocados ni, menos aún, sobre la efectiva pérdida de ingresos. Es que la prueba de las lesiones a la integridad física y de la consecuente inmovilización de 36 la víctima, por sí sola, no permite concluir sin más en la producción de un lucro cesante. Conforme a la opinión prevaleciente en doctrina y jurisprudencia, es menester la demostración de la tarea productiva anterior, su interrupción a raíz del hecho lesivo y la frustración de los ingresos Matilde, personas. 1990, consiguientes Resarcimiento Integridad p.313 y ss.; de (cfr. ZAVALA daños. 2.a. sicofísica, KEMELMAJER 2da. DE DE GONZÁLEZ, Daños ed., a las Hammurabi, CARLUCCI, Aída, en Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado, dir. Augusto C. BELLUSCIO, coord. Eduardo A. ZANNONI, desprende reunidos de en T.5, Astrea, los recibos el 1994, de expediente p.217). sueldo en el que y se Según se testimonios tramitó el beneficio de litigar sin gastos (fs.4/5 y 26 de los autos “Ovejero, Ramón c. 9 de Julio S.R.L. s. Pobreza”, agregados por cuerda a los presentes y que tengo a la vista) y de las declaraciones testimoniales producidas en estos autos, el actor se desempeñaba como empleado semicalificado hecho, bajo indeterminado de la y un frigorífico modalidad al de parecer a la contratación se encontraba época por del tiempo registrado. 37 Pero no hay probanza alguna que permita concluir que las lesiones padecidas en el accidente hubiesen interrumpido su desempeño productivo más allá de los dos días de internación, durante toda la etapa ambulatoria de su rehabilitación. Sin perjuicio de ello, de la demanda resulta además que el propio accionante afirmó que durante el mencionado período de rehabilitación gozó de licencia por enfermedad (v. fs.9), lo que implica la continuidad de las retribuciones laborales normalmente percibidas (arg. art.208 L.C.T. o art.13 L.R.T.). Sobre este particular se ha dicho que el trabajador subordinado que, a pesar de la lesión de su integridad, conserva su puesto y su remuneración durante el período terapéutico y no padece ninguna incapacitación residual, no sufre lucro cesante alguno (cfr. ZAVALA DE GONZÁLEZ, ob. cit., p.326; C1°CCCórdoba, 06.05.1986, LLC 1987-284; C3°CCCórdoba, 14.06.2007, Estero, 09.09.1997, tampoco se productivas LLNOA invocaron y/o LLC ingresos ni 2007-750; C2°CCSgo. 1998-1130). se Finalmente, probaron adicionales y del actividades ajenos a los provenientes de dicha relación laboral. En lo concerniente al rubro extrapatrimonial, es 38 criterio de esta Sala que, si bien en la órbita de la responsabilidad contractual la prueba del daño moral generalmente pesa sobre quien se considera damnificado, debe hacerse la salvedad de supuestos muy excepcionales en los que la presunción podría resultar del incumplimiento mismo, por ejemplo, en casos donde se afecten directamente derechos personalísimos (v. Ac. N° 57 del 05.09.2002, autos “Capucci c. Galavisión VCC S.A.”; Ac. N° 319 del 09.06.2006, autos “Enrique c. Fata Seguros S.A.”). aparece acreditada integridad Por física, ello la cuando, existencia cabe inferir como de el en el lesiones daño moral caso, a la in re ipsa, siendo innecesario exigir la prueba directa de padecimientos, sufrimientos, llantos, etc. (ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Resarcimiento de daños. 5a. Cuánto por daño moral, Hammurabi, 2005, p.383; PIZARRO, Ramón D., Daño moral, Hammurabi, 1996, p.563/568), extremos que a lo sumo podrán requerirse a fin de establecer una particular gravedad e intensidad del daño a modo de permitir evaluarlo y cuantificarlo en su justa medida, para lo cual podrá resultar conveniente suministrar prueba pericial o testimonios de los allegados (ZAVALA 39 DE GONZÁLEZ, ob. cit., p.386/388). Corresponde destacar también que para la procedencia del resarcimiento del daño moral no es menester que en el demandante subsista una lesión física o que le queden secuelas, ya que, como lo entiende la jurisprudencia prevaleciente, la indemnización procede cuando se han comprobado las lesiones dejen aunque éstas consecuencias hayan curado incapacitantes, rápidamente sin y no perjuicio de valorar dicha circunstancia a los fines de establecer el quantum indemnizatorio (v. DARAY, Hernán, Derecho de daños en accidentes de tránsito, 2da. ed., T.2, Astrea, 2008, p.693/697; v. de esta Sala, Acuerdo N° 511 del 30.12.2009, autos “Marti c. Medero”). También a los fines de la fijación del quantum debe tenerse en naturaleza no cuenta la índole resarcitoria necesariamente proporcionalidad con tiene la de del la que hecho generador, la indemnización, la cual guardar relativa al relación daño de material, incluso puede faltar éste ya que el daño moral no es un elemento accesorio del daño material, debiéndose evaluar las condiciones personales de la víctima tales como su edad, su condición social, sexo, entre otras 40 consideraciones, y el sufrimiento y mortificación, aunque hayan sido temporarios (conceptual sobre el daño moral y los elementos para la fijación de su quantum: Corte de la Nación, Fallos 308:698; 316:2894; 318:1598; 321:1117; 325:1156; 326:847; 329-2-2088 y T.329-2-2702, entre otros; también se sigue los parámetros de la doctrina de la Corte de la Provincia de Santa Fe, causa “Quiroga c. precedentes Municipalidad de esta Sala de Rafaela”, “Corbellini c. cit.; y Serrani” y “Villarreal c. Pérez” cit., entre otros). Como dijo la Corte Federal que “por no ser el daño moral susceptible de apreciación relativa una suma económica, satisfacción de dinero del que sólo debe agraviado, no deje buscarse una proporcionándole indemne el agravio” (Fallos 329:1179), entendido como lo más cercano a la reparación integral del perjuicio padecido por la parte damnificada. En el caso, se trata la víctima de una persona humilde sin bienes de fortuna, sostén de una familia con cuatro hijos, que a la época del hecho se desempeñaba como de empleado los de elementos un frigorífico, según se desprende aportados al expediente conexo de 41 declaratoria de pobreza. Por otro lado, conforme a la prueba producida en autos, el accidente vehicular no aparece como gravemente mortificante consecuentes curaron gravedad permanencia. ni circunstancias, que permitan como rápidamente, inferir sin Teniendo asimismo una y la en las lesiones secuelas cuenta ausencia alteración del de de tales datos equilibrio existencial de especial gravedad e intensidad, conforme a las facultades conferidas Código Procesal, estimo por el prudente artículo fijar 245 el del monto indemnizatorio por daño moral en la suma de $ 5.000,- a valores actualizados a la fecha de la sentencia de primera instancia. En lo concerniente a los accesorios reclamados, sin postulación de una tasa en especial, a la luz del cambio de circunstancias económicas surgidas desde el año 2002 hasta el presente y de la evolución de la jurisprudencia de este Tribunal sobre la materia -reflejada en la causa “Menna c. Vecchio” (Acuerdo N° 330 del 24.08.2010) a cuyas consideraciones corresponde remitir por razones de brevedad-, corresponde establecerlos por el período que va desde la mora hasta el fallo de primera 42 instancia a la tasa pasiva -sumada- del Banco de la Nación Argentina, incrementándose a la tasa mixta entre la activa y la pasiva del Banco de la Nación Argentina -sin capitalización- desde la fecha del fallo de primera instancia y hasta el efectivo pago. 8. tema y la Respecto de las costas de primera instancia, que dado también su propuesta ha sido carácter que juez de grado de impugnación, accesorio, en caso de prosperar vengo corresponderá modificar el objeto y la proponiendo imposición distribuirlas al acuerdo, dispuesta en proporción por a los recíprocos vencimientos (art.252, C.P.C.C.), siendo oportuno recordar que la proporcionalidad con la que deben distribuirse las costas en caso de vencimientos recíprocos debe ponderarse prudencialmente con criterio jurídico y no meramente aritmético (ALVARADO VELLOSO, ob. cit., T.II, p.942; PAGNACCO, Eduardo, en Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe. Análisis doctrinario y jurisprudencial, Peyrano, Jorge W., director, Vázquez Ferreyra, Roberto coordinador, T.1, Juris, 1997, p.781/782). En tal sentido corresponde tener en cuenta que la demandada resultó vencida en la 43 cuestión principal del juicio de responsabilidad y en lo relativo al rubro indemnizatorio extrapatrimonial, mientras que el actor salió perdidoso en lo tocante al resarcimiento del daño material, derrota que no objetó en esta instancia. Por tales consideraciones y atendiendo al criterio jurídico de distribución antes mencionado, corresponderá imponer las costas de la primera instancia en un 75% a cargo de la demandada y en un 25% al actor. Así voto. Sobre la misma cuestión, la señora vocal doctora Serra, dijo: Que coincide con lo expuesto por el señor vocal doctor Silvestri, y vota de la misma manera. Sobre esta misma cuestión, el señor vocal doctor Ariza, dijo: Que se remite a lo expuesto en la primera cuestión, absteniéndose de emitir opinión. Sobre la tercera cuestión, el señor vocal doctor Silvestri, dijo: En atención al resultado obtenido al tratar las cuestiones anteriores, corresponde desestimar el recurso de nulidad, rechazar el recurso de apelación interpuesto por la demandada y acoger el recurso de apelación 44 interpuesto por el actor, revocando parcialmente la sentencia de primera instancia y, en su lugar, condenar a la demandada a pagar al actor, dentro del plazo de quince días, la suma de $ 5.000,- en concepto de indemnización por daño moral, más intereses equivalentes a la tasa pasiva -sumada- del Banco de la Nación Argentina por el período que va desde la mora hasta el fallo de primera instancia y a la tasa mixta entre la activa y la pasiva del Banco de la Nación Argentina -sin capitalización- desde la fecha del fallo de primera instancia y hasta el efectivo pago. Las costas de esta segunda instancia se impondrán a las partes en función de la regla del vencimiento objetivo (art.251, C.P.C.C.). A esta altura corresponde remarcar que el actor no insistió en esta sede con el reclamo por plenamente daños favorable materiales, a sus obteniendo reclamos respuesta apelatorios. Por tales consideraciones corresponde imponer las costas de esta segunda instancia totalmente a cargo de la demandada. Los honorarios profesionales por la intervención en segunda instancia serán regulados en el 50% de los que 45 en definitiva resulten regulados en primera instancia (art.19, ley 6.767). Así me expido. Sobre la misma cuestión, la señora vocal doctora Serra, dijo: Que coincide con la resolución propuesta por el señor vocal preopinante, y vota en igual forma. Concedida la palabra al señor vocal doctor Ariza, a esta cuestión dijo: Que se remite a lo considerado en la primera cuestión, y se abstiene de votar. En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario, RESUELVE: 1) Desestimar el recurso de nulidad. 2) Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la demandada. 3) Acoger el recurso de apelación interpuesto por el actor, revocando parcialmente la sentencia de primera instancia y, en su lugar, condenar a la demandada a pagar al actor, dentro del plazo de quince días, la suma de $ 5.000,- en concepto de indemnización por daño moral, más intereses equivalentes a la tasa pasiva -sumada- del Banco de la Nación Argentina por el período que va desde la mora hasta el fallo de primera instancia y a la tasa mixta 46 entre la activa y la pasiva del Banco de la Nación Argentina -sin capitalización- desde la fecha del fallo de primera instancia y hasta el efectivo pago, con costas en un 75% a cargo de la demandada y un 25% a cargo del actor. 4) Imponer las costas de esta segunda instancia a honorarios los que parte demandada. profesionales en instancia. la definitiva Insértese, de alzada resulten hágase 5) Regular en regulados saber, y el 50% los de en primera bajen. (Expte. Nro. 256/2009). mm. SILVESTRI SERRA ARIZA -art.26 ley 10.160- 47