Teoría y Ciencia Política Sobre el grafiti “¡Basta de corrupción

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Resumen de la ponencia
Teoría y Ciencia Política
Sobre el grafiti “¡Basta de corrupción/ nueva Constitución!”1
¿Quién ha trazado esas palabras con
vocación provocativa?
Jorge Guillén
(I). Corrupción
Fenómeno mundial, visibilísimo, desde hace años, en los medios de comunicación, la
corrupción suele definirse instrumentalmente como la práctica de utilizar funciones y medios
de las organizaciones, especialmente las públicas, en provecho, económico o de otra índole,
de sus gestores.
Materia de estudio, entre otras, de las ciencias jurídicas y políticas, la corrupción
amenaza “la estabilidad y seguridad de las sociedades, al socavar las instituciones y los
valores de la democracia, la ética y la justicia y al comprometer el desarrollo sostenible y el
imperio de la ley” (Naciones Unidas).
En Chile, el tema resuena en una serie de siglas (MOP-GATE, EFE, PGE,
CHILEDEPORTES, etc.). Además aparece continuamente en los diálogos políticos. Un
dirigente ha expresado que “la probidad está en retroceso; que los casos recientes apuntan a
una ‘soltada de trenzas’ y a una tendencia negativa”. Por su parte, un ministro de Estado no ha
vacilado en reconocer que “hay núcleos duros de oscuridad que se prestan para la
corrupción”. Otras personas se han referido a la existencia de una “ideología de la corrupción”
e, incluso, a una verdadera “cleptocracia”.
Por los días en que se prepara este resumen, acaba de inscribirse un nuevo partido
político y, en clara alusión al tema, uno de los fundadores declaró que ellos “no se venderán
por candies”.
La corrupción motiva diversas expresiones culturales de contenido crítico: novelas,
canciones, obras de teatro, grafitis de las grandes ciudades, etc. El grafiti (grafito, graffiti,
etc.), puede estimarse, a su vez, un
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género literario, una configuración gráfica, una
Antonio Pedrals, Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valparaíso.
manifestación en la muralla (“el papel de la canalla”), etc., y, por estos caracteres, es
estudiado por varias disciplinas humanas, incluyendo las ciencias jurídicas y políticas.
La ponencia se centra en un grafiti que apareció hace algunos años en Valparaíso,
ciudad sede del Poder Legislativo y que constaba de tres segmentos configurados en forma
vertical: una ‘protesta’ (“Basta de corrupción”), una ‘receta’ (“nueva Constitución”) y una
‘firma’ (“Chacón”). La rima, terminada en “on”, contribuía a subrayar la fuerza del mensaje.
(II). Corrupción y Constitución
En el tema ética/Constitución, interesa el pensamiento de don Juan Egaña Riesco
(1768-1836), autor de la Constitución Moralista de 1823, que cuenta con un título dedicado a
la Moralidad Nacional.
Esa Constitución dispuso que “en la Legislación del Estado se formará el Código
moral, que detalla los deberes del ciudadano (…) formándole hábitos, ejercicios, deberes,
instrucciones públicas, ritualidades y placeres, que transformen las leyes en costumbres, y las
costumbres en virtudes cívicas y morales”. Tras dicha enunciación, el texto entrega, en doce
artículos, las bases del Código Moral.
Pasando a la actualidad: el Presidente Rafael Correa de Ecuador, basó su reciente
propuesta electoral (enero 2007) en promover una nueva Constitución que permitiera terminar
con las “mafias políticas” y la “amarga y triste noche neoliberal”, poniendo fin a la crisis
institucional que ha afectado al país por largo tiempo. Tras haberse ganado el plebiscito
correspondiente, se ha informado que, para la preparación del proyecto, se está pidiendo
auxilio técnico de juristas españoles.
En conexión con lo señalado, uno de los partidos políticos chilenos ha planteado
por estos días la necesidad de una nueva Constitución Política para el siglo XXI, que, entre
otros aspectos, permita configurar “un nuevo Estado”.
En nuestro actual Derecho constitucional, se han introducido recientemente normas
sobre transparencia de las actuaciones públicas. Sin perjuicio de lo anterior, corresponde
referirse a normas penales, normas sobre probidad, tratados internacionales, etc. y a
numerosos proyectos de ley.
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Cada una de las materias aquí citadas en forma enumerativa, se presta, naturalmente,
para una extensa glosa.
(III). Evaluación del grafiti
El grafiti se ajusta a un pensamiento que coincide con numerosas opiniones políticas, académicas y populares- que consideran que la dictación de leyes es el camino
preferente (y, en algunos casos, único) para afrontar los problemas convivenciales.
Se trata de un criterio que asume que las leyes tienen una efectividad superior a la
que logran en los hechos; una posición que omite tener en cuenta lo que muestra la simple
observación de la realidad, y que alguna doctrina llama el ‘problematismo y la insuficiencia’
del Derecho. A esta exageración de las ‘virtudes’ normativas la podemos llamar ‘juridismo
legalista’.
El juridismo no considera los múltiples factores que juegan en la vida social y, en
especial, los que inciden en la efectividad de las leyes. Entre otros aspectos, no tiene en cuenta
que las leyes son ‘instrumentos’ en manos de ‘personas’. Su efectividad, entre otras cosas,
depende de las personas que las interpretan, las fiscalizan, las cumplen y las sancionan. Para
subrayar la importancia del ‘factor humano’, un antiguo aforismo alemán dice escuetamente:
“no me digas que ley, dime que juez”.
En nuestro país, el juridismo cuenta con abundantes ejemplos muy visibles. Uno de
ellos es la iniciativa, en 1932, que pretendió ‘socialistizar’ abruptamente al país por medio de
una nueva Constitución. Otro caso es el “Estatuto de Garantías” de la ley 17.450 (1971) que,
en circunstancias muy especiales, reformó la Constitución de 1925.
También hubo juridismo en muchos aspectos de la llamada Reforma Universitaria de
los años 60 y, en la actualidad, en las universidades que aspiran resolver complejos y variados
problemas internos por medio del establecimiento de “nuevos Estatutos”.
A todos nos consta que en la vida política, gremial, y académica del país, existen
numerosísimas propuestas que, ante los más intrincados problemas, ven la panacea en la
dictación de nuevas normas legales. Además, es frecuente que la reacción gubernamental
frente a problemas agudos, se exprese en el envío de un proyecto de ley al Congreso.
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En relación, ahora, a la efectividad práctica de una Constitución, se ha citado
recientemente una opinión que sostiene que, en los hechos, “la mayoría de los problemas de
un país no pueden resolverse con el diseño constitucional. Ninguna Constitución podrá
preservar la democracia en un país en el que las condiciones de fondo sean altamente
desfavorables” (Roberto Dahl).
(IV). Reacción
En concordancia con lo expresado, las actuales investigaciones sociológicas destacan
la pluralidad de aspectos que juegan en los procesos convivenciales: aspectos psicológicos,
ideológicos, económicos, naturales, etc., que, naturalmente, demandan una apreciación
multicausal de los hechos.
El estudio de la corrupción debe considerar los variados factores que influyen en ella.
A su vez, el fenómeno es un segmento de ‘lo que pasa en el mundo’, materia enorme y
compleja, sobre la que existe una inundatoria bibliografía, y de la que sólo una pequeña
minoría tiene conciencia real.
Es consabido que los actuales ‘procesos’ humanos están afectando, de modo grave, a
la naturaleza, al hombre mismo y a sus actuaciones. Nos enfrentamos a una crisis bio-demopsico-socio cultural ante la que, hoy por hoy, no se divisa una respuesta razonable.
La corrupción emerge de los alterados procesos de ese magma social y, a su vez,
contribuye a acentuar la negatividad de los procesos, en un juego de interrelaciones muchas
veces ‘invisibles’. Pero hay que reconocer que, encerrados en horizontes puramente
normativos, los juristas no solemos detenernos en temas de esta índole.
En lo que toca, específicamente, a la reacción frente a la corrupción (aludida por el
grafiti), una visión realista, que no aspire a utopías, debiera detenerse a reflexionar, en primer
lugar, en la extremísima complejidad del problema.
Una perspectiva realista muestra además que, para aspirar a cierta efectividad,
cualquier intervención legislativa debiera ser
parte de iniciativas
‘colectivas
y
multidisciplinarias’, en las que operen los aportes psicológicos, sociológicos, históricos,
educacionales, etc. que al respecto se requieren.
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Al igual que en muchos otros casos, no cabe confiar aquí en meros ajustes ‘textuales’
de las fuentes. Teoría y práctica muestran que ajustes de esta clase no pasan de ser “blue sky
laws” o, en otras palabras, “música mientras arde Roma”.
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