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52 22 MA FA 57PJ 1308
Figura antropomorfa con manto y tocado
Colección
Cultura
El México antiguo. Salas de
Arte Prehispánico
Teotihuacana
Estilo
-
Región
Ciudad de Teotihuacán
Año
200-600 d.C
Período
Clásico temprano
Técnica
Barro modelado con
aplicación de estuco blanco
Medidas
13 x 7 x 7.3 cm
Ubicación
Artistas
Sala 4. Sociedad y
costumbres
-
Investigadores
Emilie Carreón Blaine
Descripción
Teotihuacán es la urbe más importante de la Cuenca de México durante el Preclásico tardío y también a lo largo del Clásico, y la
arqueología ha mostrado que en esta temprana época son fabricadas figurillas femeninas, como la que aquí vemos, modeladas en barro
con la técnicas de alisado y pastillaje, y con una aplicación de color blanco en ciertas partes de su vestimenta, conformada por una larga
falda y un quexquémitl. El elaborado tocado que lleva la figura también se ha de resaltar.
Algunos ejemplos similares se encuentran albergados en el Museo de sitio de Teotihuacán y en la colección Stavenhagen del Centro
Cultural Tlatelolco, UNAM (p.167, catálogo 192); otros ejemplos muy parecidos pertenecen a la colección del Saint Louis Art Museum y del
Denver Art Museum, se encuentran registrados en el libro Teotihuacan. Art from the city of Teotihuacan (figuras 83 y 89 también son
relevantes.
Nuestra pieza trípode, esto es de tres soportes, se sostiene de pie de manera autónoma y seguramente formaba parte de las ceremonias
que se llevaban a cabo en el interior de un contexto doméstico, en el que sus miembros estaban emparentados no solamente por lazos
familiares sino también por su profesión u oficio, es decir por las actividades que desempeñaban. Por ejemplo, los alfareros, los que
fabricaban figurillas o vasijas, o los lapidarios que hacían ornamentos de piedra y concha se vinculaban con sus vecinos que se dedicaban
a lo mismo, y juntos vivían en el interior de un espacio multifuncional que no solamente cumplía la función de morada, sino que muchos de
sus espacios se usaban para la producción artesanal y el almacenamiento. La evidencia arqueológica registra vasijas para conservar
alimentos y productos, utensilios de cocina así como lugares conteniendo desechos, lo que permite determinar la función de los diferentes
espacios y zonas del conjunto habitacional.
Esta figurilla probablemente no estaba ligada al culto oficial de los dirigentes de Teotihuacán que se llevaba a cabo en la calzada de los
muertos, la pirámide del Sol, de la Luna, o en el Templo de Quetzalcóatl. Posiblemente se vinculaba a las ceremonias que llevaban a cabo
los miembros de la clase dominante de Teotihuacán, en una época anterior a 400 d.C., en los tempranos conjuntos residenciales, aunque
se desconoce la manera en la que se empleó.
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Por lo general, las figurillas como la que aquí vemos forman parte del relleno y desecho situado bajo los pisos de las casas, o bien son
material de relleno de las primeras estructuras que se construyeron en la urbe mesoamericana. En contadas ocasiones se han localizado
figurillas en el interior de las tumbas excavadas en el tepetate bajo los pisos de las casas, y se ha determinado que se depositaban junto
con varios otros objetos: vasijas, platos, vasos, floreros, vasijas con la efigie de Tláloc, así como con objetos suntuarios y ornamentos de
piedra y concha, aunque las figurillas modeladas a mano comúnmente no se incorporan a las prácticas funerarias y las pocas veces en las
que se depositaron en tumbas éstas han de haber tenido un significado y una función muy precisa.
Lo que parece evidente es que muchas veces las pequeñas y frágiles eran rotas de manera intencional, quizás una vez que habían sido
utilizadas en algún ritual doméstico. Las excavaciones controladas realizadas por los arqueólogos en Teotihuacán registran el hallazgo de
figurillas completas en asociación directa con el piso de un cuarto de un conjunto habitacional, y si hacemos referencia a las prácticas de
culto privado que realizaban las mujeres en el Postclásico podemos imaginar mejor lo que posiblemente se hacía en épocas anteriores con
las figurillas como la que aquí vemos. Como nos lo explica Toribio de Benavente, Motolinia, al escribir en el siglo XVI, las mujeres cada día
se levantaban al alba y ponían su ofrenda a los dioses sobre un altar que tenían en los patios de sus casas.
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