Transferencia, Vínculo y Alteridad en la Teoría y en la

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Transferencia, Vínculo y Alteridad en la Teoría y en la Práctica.
Autor: René Epstein
7. Desafíos de la alteridad en los grupos, instituciones y en las interfaces
epistemológicas.
Referentes de un espacio conceptual, entre lo ontológico y lo epistemológico, las
“relaciones de objeto” y el “vínculo” juegan con diversos niveles de abstracción,
más nítidos que la idea de “alteridad” u “otredad”. Las “relaciones de objeto” son
propias de un campo relativo a la idea de “mundo interno”, aunque quizás ésta
última puede ser usada confusamente (v. p. ej., Hämäläinen, 2009). Las dos otras
conceptuaciones incorporan relaciones con el “mundo externo”. Sin embargo, en
principio, todas incluyen, y en particular en referencia a la sesión, de un modo u
otro, el uso o el efecto de la transferencia, elemento clave del paradigma freudiano
(v. p.ej. el estudio de Sechaud, 2009, sobre el psicoanálisis francés). Desde este
punto de vista dichas conceptuaciones son aspectos parciales de las cuestiones
atinentes a los dos primeros espacios de las acepciones freudianas de
“psicoanálisis” de 1922. ¿Son excluyentes o complementarias? En otros campos
se habla de “relación real” (Gelso, 2009), “alianza terapéutica” (Barber, 2009), etc.
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Ahora bien: ¿por qué la mención de “la ontología” y “la epistemología”? El título
del presente congreso señala la existencia de una multiplicidad, a veces
denominada “pluralismo”. Vista en cierta perspectiva, fácilmente se vuelve una
cuestión de tipo “sociológico” (a diferenciar de lo político. V. Tuckett, 2006, p. 170).
Pero su origen primigenio está en el “contexto de aplicación” del psicoanálisis,
tomado en sentido amplio, contexto que Klimovsky reunía con los de
“descubrimiento” y “justificación” (v. Schuster, 1995). La ideología “antipositivista” y
el influjo del campo de lo social confunden los niveles: teoría y práctica quedan sin
discriminar. Desde el “realismo crítico” (v. Bhaskar, 1989) resurge la diferencia de
lo “filosófico” y lo científico: 1) todo hecho u objeto existente, más allá de lo que se
diga de él, es ontológicamente intransitivo; 2) sus características determinan la
epistemología adecuada al tránsito hacia su conocimiento. Objetos o hechos están
constituidos por una pluralidad de estructuras jerárquicamente ordenadas.
La sesión de psicoanálisis es demasiado compleja para la epistemología
tradicional (Epstein, 2004ª, Epstein, 2010) y el objeto de nuestra disciplina, la
mente o psiquismo, genera un contexto epistemológicamente inédito. La
afirmación freudiana que “investigación y cura van de la mano” es una idea de alto
valor de abstracción por lo sintético. Epistemológicamente el “encuentro” entre
paciente y psicoanalista, verbal y verbalizado, 1) justifica la 2) aplicación de lo 3)
descubierto, “encadenando” los tres contextos. Crea cambios de lo singular y
nuevas conceptuaciones. Dentro del proceso se “expresan” las generalidades más
abstractas del paradigma psicoanalítico, en una sucesión de hechos instantáneos
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y bajo instrumentación de las “teorías privadas”. Lo general es un hecho, aparato
psíquico en acto, y patrimonio del conocimiento del analista y la teoría
psicoanalítica; lo particular es una conjunción de lo general de ese aparato y de
los “mecanismos generales” prevalecientes en el paciente. Todo esto bajo la forma
de singularidades del paciente, repetitivas o no, en un encuadre asimétrico.
Así es que “los problemas epistemológicos y metodológicos que existen en la
construcción de teoría en psicoanálisis” (Jiménez, 2009, p. 71), más la dificultad
de acceder al detalle de lo que los psicoanalistas hacen en su práctica, determinan
“exuberante diversidad de teorías”, “teorías privadas…„oficializadas‟” (Jiménez
op.cit.p.54), listas de conceptos de “órdenes lógicos muy diferentes” (Tuckett,
op.cit., p. 171), “teorías que sostienen nuestra acción terapéutica (como) conjuntos
de enunciados de distinto nivel… ” (Zysman y cols., 2009, p. 204), son punto de
partida del pluralismo.
Si al carácter ad hoc de las ideas que nacen en la clínica se les da
“directamente” un valor de generalidad, se pierde su inserción en el paradigma
freudiano. La falta de afirmación de ese cuerpo central, científico, sostén de la
unicidad del psicoanálisis (reunión de la judicación con lo emocional más una
propuesta normativa de la psicogénesis, que incluye la transferencia), y su
epistemología propia, toma diversas formas (v. Fonagy, 2006, p. 17). El pluralismo
actúa como divisor y no como sumación.
Jiménez (2009) plantea necesario “mantener la vitalidad de la situación
analítica”, pero lo fundamental es más bien la “vitalidad del analista”. En cada
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sesión, en el “día a día”, se juega lo no “manualizable”, lo singular del paciente.
Esto presiona dentro de la profesionalidad hacia un individualismo, que, sumado a
la ideología dominante, (v. los vectores del “Mapa de las teorías privadas”,
Canestri y otros, 2006), entra en oposición con la propuesta heurística del
conocimiento psicoanalítico (Epstein 2006),
por la necesidad de reafirmación
identitaria (Epstein, 2004b), con fuertes “pertenencias teóricas”, resguardos a
veces escolásticos y/o de cofradía y “movimientismo” (Tuckett, op.cit., p. 168). La
tendencia es que toda construcción abstracta, narrativa, metáfora o modelo, se
denomine “teoría”. Falta una formación sistemática y continua, que prevenga y
evite discusiones confrontativas y no argumentativas, con el agregado de
supervisiones con “deseos de afirmar más que estudiar” (Tuckett, id.).
El psicoanalista tiene un acervo de “metáforas científicas” (Wallerstein, 2005),
de “representaciones de transferencia” (Epstein y Murillo, 2002), etc. Para
Hämäläinen “…la diversidad de la terminología psicoanalítica es práctica por
derecho propio. Nos ofrece la oportunidad de sostener…diversos puntos de vista
acerca del mismo fenómeno y…retener la riqueza de la multidimensionalidad de
nuestro pensamiento.” (2009, p.1290), y, agregaría, la singularidad de los
tratamientos. El “contexto de descubrimiento” psicoanalítico, primer acepción
freudiana de psicoanálisis, es hoy objeto de la investigación sistemática, siguiendo
la idea señera de Sandler de 1983, que reconoció que las teorías, “públicas”,
“oficiales” o no, no tienen ni pueden tener un status “paradigmático”, diría yo, en la
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mente del psicoanalista en sesión (v. Canestri y cols., 2006;
Zysman y cols.,
2009).
El uso de múltiples “teorías” en acto implica una “libertad de pensamiento” para
apreciar la singularidad del paciente. Pero que la práctica tenga “un estatuto
propio, independiente de la teoría” (Jiménez, op. cit., p. 55) es metodológicamente
imposible y contradictorio con la unicidad de nuestra disciplina. Afirmaciones tales
como “psicoanálisis es lo que practican los psicoanalistas” trasladan el problema
ontológico y el epistemológico a la cuestión de quien da el título: la “socialización”
hace perder aquel valor heurístico (v. p. ej., Epstein y Rozensztroch, 2010).
Grossman (2006) insiste que la cuestión será el “grado en que se pueda
sistematizar y formalizar la teoría de la técnica” (p. 101). El “ordenamiento
jerárquico” será un desafío epistemológico y debemos reconocer que en la
investigación de proceso no hay todavía mucho consenso para una base de
teorización. El proyecto de “Métodos clínicos comparados” (Tuckett, 2006) incluye
reconocer esa dificultad metodológica o epistemológica.
¿Cuál es el lugar del paradigma freudiano? ¿Estará vinculado al “common
ground” de Wallerstein? ¿La “base implícita del conocimiento psicoanalítico” (v.
Fonagy, 2006, p. 83)? La frecuente supervisión clínica “cruzada”, la elección de un
colega de una línea teórica distinta de la propia como supervisor, reafirman la
existencia de una base común ontológica (Epstein, 2005). B. de León de Bernardi
(2009) constata que en el “…proceso de desarrollo de las teorías privadas”, los
candidatos entrevistados buscaron “más que la coherencia con el pensamiento de
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determinado autor o corriente… descubrir-construir una imagen coherente del
paciente” (p. 16). Epstein y cols. (2004) compararon, con la técnica del PQS de
Jones (100 descriptores de lo que sucede en una sesión), la “imagen” de la sesión
de psicoanálisis producidas por colegas de dos instituciones afiliadas a la API, y
colegas formados en psicoterapia psicoanalítica. Los descriptores seleccionados y
ordenados por los 3 grupos “definían” una forma coincidente, diferenciando incluso
lo metodológico y lo técnico. Quizás se podría extender una investigación
semejante, para luego ir a especificaciones y diferencias.
BIBLIOGRAFÍA
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DESCRIPTORES
Pluralismo-epistemología-paradigma-teoría psicoanalítica-formación psicoanalítica
RESUMEN
Se desarrolla una línea epistemológica considerando la “multiplicidad teórica”
psicoanalítica un emergente del contexto de aplicación, propio de la clínica. Se
señala que con ello se puede minimizar la importancia de la teoría paradigmática
freudiana (reunión de la judicación con lo emocional, y una propuesta normativa
de la psicogénesis), debilitando la posición del psicoanálisis como conocimiento
científico, y su lugar idiosincrático en este campo. Se considera que esto requiere
una formación sistemática y continua.
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