Aprender a reconocer nuestros errores es un signo de crecimiento

Aprender a reconocer nuestros errores es un signo de crecimiento
personal y madurez, sin embargo, suele complicarse para las personas. El
98% de nuestros lectores que respondieron a la pregunta de Centro Liber,
han dicho que se les dificulta (hasta ahora) aceptar sus equivocaciones.
Vayamos, aprendiendo, sabiamente a reconocernos como humanos/as y
aprendiendo de cada experiencia.
¿Por qué ocurre esto?
Pues bien, una de las
explicaciones
más
sencillas,
generalizadas,
y
tiene
que ver con el miedo a
dejar de ser aceptado/a
por los demás. Como
bien
sabemos,
indispensable
parte
de
la
supervivencia humana, está íntimamente relacionada a la necesidad social
y gregaria, que en muchos casos requiere del seguimiento de lineamientos
precisos a cambio de la aceptación de los otros/as (aún cuando no sea la
forma más saludable). Si en algún momento, he dejado de cumplir con
ellos, me veo en la probabilidad de ser excluido de una u otra forma del
sistema. Lo cual, como imaginaremos, repercute directamente en casi
todos los esquemas psicológicos, e incluso físicos del humano/a.
Por otro lado, no perdamos de vista que hemos sido educados en un
contexto donde el reconocimiento de errores no forma parte de una
experiencia agradable, por el contrario, se nos ha indicado que implicaría
tomar la responsabilidad, y ya hablando de esa última palabra, hasta
escalofríos sentimos, pues se visualiza enorme y compleja, sobretodo,
alejada del placer, y recordemos que nosotros funcionamos precisamente
bajo el principio del placer, así que buscaremos alejarnos de aquello que
pudiera negarlo. Porque seamos honestos/as, quien dice “Que felicidad,
más responsabilidades” o “es viernes, vayamos a relajarnos con unas 3 ó 4
responsabilidades”.
Pero aquí viene la buena
noticia, resulta que en el
camino de la aceptación de
equivocaciones, bien podemos
encontrarnos con situaciones
gratas y felices. Lo que me
lleva a otro de los principios
del funcionamiento humano:
“todos
tendemos
al
crecimiento”, luego entonces,
el encontrarlo y experimentarlo, nos resultará agradable y ciertamente
feliz.
Así que aquí hay un esquema que construimos que pudiera ayudarte en
esta parte de tu evolución:
1. Siempre tener presente que somos humanos/as, y que eso implica
equivocarse. Se lee muy básico, pero entonces ¿xq vivir pretendiendo
que no tenemos errores? Así que a menos que seas extraterrestre, en
algún momento te equivocaras.
2. Reconocer lo que es mío y lo que no lo es. En esta ruta podemos caer
en la trampa de “cargar” con errores ajenos, lo que por supuesto
puede hacer el camino
pesado. Detente, revisa,
observa, separa lo que si
te toca, y lo que no,
retíralo. También existe
la posibilidad de reciclar,
es decir, reutilizar las
experiencias de otros/as
para tu crecimiento.
3. Trabaja con el miedo. Ya que algunas personas consideran que al
aceptar que se equivocaron podrían perder autoridad, respeto,
posición, etc. Aquí te va un secreto, resulta que las investigaciones
demuestran que las relaciones se fortalecen cuando cada uno/a
acepta sus errores.
4. Acepta que no siempre tendrás la razón y permanece abierto/a a esa
posibilidad. Aunque estés muy convencido/a de tu idea o
pensamiento, a veces, mirar las cosas desde otro punto de vista nos
ayuda a tener un panorama más completo.
Reconocer que fallamos, nos coloca un paso adelante, ya que entonces
emprendemos el viaje hacia la resolución de la situación (cuando puede
resolverse), o bien, del aprendizaje, lo cual nos puede evitar en gran
medida, tropezar dos veces con la misma
piedra. Crecemos, nos hacemos mejores
personas y más fuertes, pero sobretodo, le
agregamos ladrillos a la construcción de
nuestra sabiduría. Recuerda como decía
Gandhi “El fracaso es lo que precede al
triunfo”.
Psic. Eveline M. González Dublán
Eveline está aprendiendo que el camino más corto para resolver los problemas tiene que ver con
reconocer errores. Y aunque sabe que a veces es complicado hacerlo, también sabe que son
mayores los beneficios que la dificultad.
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