¿qué reformas políticas para qué democracia?

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EL TIEMPO ES ¡AHORA!
¿QUÉ REFORMAS POLÍTICAS PARA QUÉ DEMOCRACIA?
(DOCUMENTO EN CONSTRUCCIÓN COLECTIVA PARA CONTRIBUIR AL DEBATE)
La Fundación Chile 21 ha venido promoviendo desde su creación, en la década de los
’90, una reflexión sobre nuestra democracia y la necesidad de impulsar una serie de
reformas que se hagan cargo de los nudos críticos que exhibe nuestro sistema político.
Este esfuerzo se ha traducido en una serie de publicaciones, propuestas públicas,
documentos de trabajo, columnas de opinión y actividades cuyo propósito ha sido
promover, en conjunto con otras y otros actores políticos, intelectuales y del mundo
social, una reflexión sobre la calidad de nuestra democracia y debatir iniciativas
concretas de reforma al sistema político.
Comprendiendo la renovada importancia que tiene la reflexión constante respecto a
nuestro sistema político, especialmente desde el rol de la oposición, es que desde el año
2010, realizamos en conjunto con Proyectamerica un seminario titulado “El futuro de las
reformas políticas: visión política, académica y ciudadana” y posteriormente, en
conjunto con otros seis centros de pensamiento de oposición, realizamos una serie de
talleres para discutir un paquete de reformas políticas, con particular énfasis en la
agenda propuesta por la actual administración. Así también, durante ese mismo año,
con la preocupación de encontrar caminos y referentes para la naciente oposición,
realizamos un seminario binacional que llevó por nombre “Proyecto político y
coaliciones políticas: el Frente Amplio del Uruguay y la Concertación de Partidos por la
Democracia de Chile”.
A partir del año 2011, la fundación organizó dos encuentros para conocer los resultados
de dos estudios de opinión de alto prestigio nacional e internacional como LAPOP y
LATINOBAROMETRO, todo ello con el propósito de mejorar el diagnóstico respecto a
nuestro sistema político y proyectar sus resultados a una agenda que sintonizara de
mejor manera con ello.
Sin lugar a dudas, durante el año en curso muchos de los síntomas que ya veníamos
observando, se hicieron evidentes a través de la explosión y la emergencia de múltiples
movilizaciones sociales que plantean nuevos temas en la agenda y que se nutren de
manera importante del canal de transmisión que facilita el uso de redes sociales hoy. Es
así que durante el mes de junio pudimos debatir en conjunto con algunos expertos y
organizaciones volcadas al trabajo con redes sociales y nuevas tecnologías, sobre la
relevancia de los medios sociales en las movilizaciones ciudadanas en un seminario
titulado “Medios sociales, movilización ciudadana y democracia”, actividad que
realizamos en conjunto con la Fundación Democracia y Desarrollo y Elquintopoder. Así
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también, en el mes de julio, en conjunto con Proyectamérica, FES y Progresa invitamos a
los principales líderes de las movilizaciones ciudadanas y a distintos actores del mundo
político a debatir sobre las reformas necesarias en el marco de estas manifestaciones
sociales en un encuentro que denominamos “Movilizaciones sociales y reformas
políticas pendientes en el Chile actual: la democracia que queremos”, donde entre los
participantes y expositores concluimos que la demanda que hoy se expresa en la calle a
través de los estudiantes, el movimiento por el matrimonio igualitario, los
medioambientalistas y tantos otros, tienen como telón de fondo un cuestionamiento
profundo al tipo de sociedad y el modelo de desarrollo que hemos construido.
Todo este esfuerzo da cuenta de nuestro interés y compromiso permanente primero, por
anticipar escenarios entendiendo que la democracia, en su expresión cotidiana, es
siempre perfectible y que, por tanto, su calidad depende en gran medida del esfuerzo
permanente por estar atentos a sus síntomas para corregir las dificultades que se
presenten; y, segundo, que toda propuesta que emane de este esfuerzo es fruto de un
proceso de reflexión permanente y de alta densidad, que se aleja del oportunismo que
brinda una contingencia política específica, porque entendemos que la labor de un
centro de pensamiento como Chile 21 trasciende por mucho este espacio.
Es en este cuadro que venimos a desarrollar una propuesta de reforma política que
busca, por una parte, hacerse cargo de un diagnóstico de este malestar hoy expresado en
las calles y que al mismo tiempo busca distinguir entre reformas de carácter urgente y
aquellas que, siendo relevantes para nuestro sistema político, pueden ser parte de una
agenda más amplia de discusión en el mediano y largo plazo.
El objetivo es, ante todo, aportar al debate porque entendemos que este es el momento
de las reformas sustantivas al sistema político antes que sea el propio sistema político el
que sufra tal nivel de fatiga que termine amenazando su propia estabilidad.
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1. La centralidad pero no exclusividad de la Reforma Política en el contexto actual
No deja de llamar la atención la inusitada negativa que se observa como respuesta de
algunos grupos conservadores ante la posibilidad de abordar, en el contexto actual de la
movilización estudiantil, una agenda de reformas más amplia que se haga cargo de
responder a los síntomas de debilitamiento de nuestra institucionalidad democrática y
que antecede por mucho la aparición de cierta efervescencia social que hoy se expresa en
las calles a través de multitudinarias marchas y masivos “cacerolazos”.
Entendemos que si bien es prioritario atender concretamente la demanda que se expresa
en el movimiento estudiantil en relación a la educación, lo cierto es que entender su
significado profundo implica también abordar cierto malestar en la sociedad chilena que
se viene expresando desde hace más de una década y cuyo origen se remonta a cierta
arquitectura institucional heredada que ha dado forma tanto a nuestro modelo de
desarrollo como a nuestro sistema político. Ambos factores, que para sus ideólogos
fueron la base sobre la cual se construyó un sistema político y económico estable y con
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altos índices de gobernabilidad, hoy, gracias a su rigidez y exclusión, requiere ser
observado, analizado y modificado.
El fin de ciclo o el fin de una época, del que dan cuenta muchos intelectuales en nuestro
país, no es otra cosa que el fin de un pacto transicional que sirvió para que Chile
consolidara su democracia, pero ello no significa que esta haya resuelto por sí misma los
problemas de nuestra sociedad y menos que se ajuste necesariamente al tipo de
ciudadano que hoy prevalece en Chile.
En este cuadro, entendemos que la reforma política es tan relevante como el debate
respecto a otras reformas sociales de envergadura, entre ellas también la idea de una
reforma tributaria cuyo eje central sea romper las desigualdades en ámbitos tan
determinantes para el desarrollo de un país como la educación. Estamos convencidos,
contrario a lo que se nos quiere hacer ver, que debatir sobre cada una de ellas no es
excluyente ni al interior del parlamento, ni en el poder Ejecutivo ni en el conjunto de la
sociedad.
Una agenda mínima, que sólo se haga cargo de una porción estrecha de los problemas
existentes en nuestro sistema político y nuestra realidad social, pone en riesgo, en última
instancia, nuestra propia solidez institucional en el mediano y largo plazo. Las
democracias más avanzadas en el mundo son aquellas que no sólo garantizan elecciones
libres, sino que también aquellas en que se respetan y reconocen derechos económicos,
políticos y sociales. Estimamos que ese es el camino que debemos recorrer como país.
2. Diagnóstico conocido ¿enfermedad crónica?
Pese a que Chile tiene una de las democracias más consolidadas y reconocidas de la
región Latinoamericana, de acuerdo a diversos indicadores que miden calidad
institucional, eficiencia de la política, desarrollo humano, etc. (donde también destacan
países como Costa Rica y Uruguay), lo cierto es que presenta síntomas preocupantes de
debilitamiento de las instituciones más relevantes del sistema político, cuestión clave si
se considera la necesidad de preservar la gobernabilidad democrática y sus resultados
en el mediano y largo plazo.
Así, por ejemplo, en Chile es posible observar, desde hace años, bajos niveles de
confianza interpersonal, clave para la construcción de proyectos colectivos, pero
también bajos niveles de confianza en instituciones tan relevantes como el parlamento y
los partidos, espacios donde descansa fundamentalmente la representación política. A
lo que se suma una mirada particularmente crítica de los partidos, que se expresa en los
niveles más bajos de simpatía por estos en toda América Latina.
Por otra parte, la forma más relevante de ejercicio de la soberanía popular, el voto,
comienza a perder valor por cuanto son cada vez menos las personas que se inscriben en
los registros electorales, siendo esto un factor determinante en el envejecimiento
acelerado del padrón electoral. Este punto es especialmente paradójico, si se observa que
este segmento de ciudadanos auto excluidos de las elecciones, es presumiblemente el
mismo que está dispuesto a movilizarse en las calles por cambios estructurales al
sistema educativo. No cabe duda, además, que a este descrédito generalizado
contribuyen aún más las autoridades de gobierno cuando deciden designar senadores
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en el Congreso Nacional, sin ningún miramiento por los representados. Cabe señalar
que hoy algo más del 10% de los Senadores no ha sido elegido por los ciudadanos, sino
que nombrados por sus partidos.
En este cuadro, no cabe duda que estamos frente a una enfermedad crónica de nuestra
democracia que requiere con urgencia un tratamiento adecuado. No se trata de reformas
que se hagan cargo de paliar los síntomas simplemente, sino que de reformas de fondo,
que colaboren corrigiendo los principales problemas de nuestro sistema político y que
contribuyan de dotar de calidad a nuestra democracia.
3. Un nuevo Chile, una nueva democracia
Muchas cosas han cambiado en Chile desde la recuperación de la democracia en 1990. El
modelo transicional chileno de “pacto” y “consensos” se agotó y junto a ello se acabó
también el temor a la regresión autoritaria, que era el escenario propicio para un
discurso fuertemente anclado en la desmovilización política frente a la necesidad de
cautelar el orden público y en reformas económicas, políticas y sociales en “la medida de
lo posible”.
Sin duda, la Concertación contribuyó de manera relevante a generar gobernabilidad al
sistema político e impulsó un conjunto de políticas públicas cuyo resultado más
relevante y evidente, entre otros, fue una sustancial reducción de la pobreza. No
obstante, es evidente que esta coalición política fue superada por las expectativas y
anhelos de la sociedad que ayudó a construir y transformar. En el Chile del siglo 21 no
basta con la aparente superioridad moral que da el haber sido parte de quienes lucharon
por recuperar la democracia y mantuvieron como consigna la justicia social en su
quehacer, porque la sociedad demanda más igualdad, más libertad, mayor inclusión,
más participación y mejor representación.
Esto se traduce, sin duda, en la construcción de una democracia de otro tipo, donde los
derechos políticos, económicos, sociales y culturales se garanticen para todos. Esa es la
madurez de la petición que entendemos se expresa hoy en Chile.
4. Reformas urgentes y reformas importantes
Considerando que el actual contexto plantea el desafío de responder rápidamente al
clima político y social que se ha ido generando y, junto con ello, se plantea la necesidad
de hacerse cargo de los principales signos de debilitamiento de nuestra democracia para
darle el necesario oxigeno que evite la profundización de la crisis, es que planteamos un
conjunto de reformas que nos parece imprescindible de impulsar.
Con urgencia, es decir, en un plazo que no exceda diciembre de 2011.
-
Impulsar una reforma electoral que rompa el duopolio y con ello, la
exclusión y mejore la proporcionalidad en la representación. Entendemos
que un sistema creado para privilegiar la gobernabilidad por sobre la
representación y que no favorece la competencia, es un sistema electoral que
ha contribuido hoy por hoy a generar una distancia enorme entre los
ciudadanos y sus representantes, pero que además, no favorece el recambio
de figuras y favorece prácticas nocivas como el clientelismo. Creemos
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importante recuperar el trabajo que realizó la Comisión Boeninger el año 2006
para desde allí consensuar una propuesta que cumpla con los objetivos
planteados.
-
Inscripción automática y voto. Es imprescindible generar las condiciones
para que más personas puedan participar en procesos electorales y que el
padrón deje de ser un espacio estático y altamente predecible. Entendiendo
que la reforma constitucional de inscripción automática y voto voluntario ya
está aprobada, es imprescindible ahora aprobar la legislación que ayudará a
oxigenar las dinámicas electorales tanto en periodos de campaña como al
momento del acto electoral mismo.
-
Reforma a los partidos. Pese a que tenemos uno de los sistemas de partidos
más institucionalizados de América Latina, tienen al mismo tiempo altos
grados de antipatía en la ciudadanía. Entendiendo que su rol es irremplazable
y vital en la intermediación que se produce entre el Estado y los ciudadanos,
es que una reforma clave es la de los partidos políticos para lograr varios
objetivos a la vez: abrirlos a la ciudadanía, dotarlos de mecanismos de
democracia interna, proveerles financiamiento público que garantice su
funcionamiento, etc. Para ello, creemos imprescindible estudiar una propuesta
de reforma integral a la actual ley orgánica constitucional de partidos políticos
que fue, además, aprobada en dictadura.
-
Iniciativa popular de ley. Hemos sido testigos como las distintas expresiones
ciudadanas que hoy se manifiestan en la calle tienen enorme dificultad para
ser absorbidas a través de los canales institucionales formales hoy existentes.
La iniciativa popular de ley es un viejo anhelo que ayuda a que demandas
relevantes existentes en la sociedad civil tengan la posibilidad real de ser
escuchadas y procesadas por el parlamento. Esto genera, por una parte, un
ejercicio responsable de ciudadanía al incentivar la búsqueda de apoyos para
la articulación de estas iniciativas y, al mismo tiempo, le da viabilidad a la
discusión de temas que pueden ser del todo relevantes para la ciudadanía y
no para los representantes políticos.
Además, creemos importante iniciar un proceso que se haga cargo de abordar
ciertas reformas políticas pendientes en Chile que sin duda ayudarán a la
profundización de nuestra democracia:
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Plebiscitos y referéndums. Más allá de si un plebiscito o un referéndum es
hoy la solución o la salida al conflicto estudiantil, lo cierto es que contemplar
este mecanismo de consulta para temas de interés local y nacional de
relevancia es una buena forma de devolver a los ciudadanos el ejercicio de
soberanía popular. Este es además un mecanismo utilizado por muchas
democracias sólidas en el mundo.
-
Quórums. Los altos quórums que contempla la actual constitución política
para la discusión de determinadas materias, sólo ayuda a consolidar el
duopolio y un sistema político trabado, con pocas posibilidades de generar
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cambios sustantivos acorde a las transformaciones que va sufriendo la
sociedad.
-
Límite al mandato. Después de veinte años de recuperada la democracia en
Chile, se hace evidente la necesidad no sólo de renovar rostros, sino que
también ideas, ello sólo es posible si existe un espacio real para que nuevos
talentos puedan competir por ocupar espacios de representación. Más allá de
lo legítima que pueda ser la reelección de un representante que desarrolla
adecuadamente su trabajo, lo cierto es que la prolongación ilimitada de un
mandato que se renueva cada cierto tiempo, sólo favorece el clientelismo y el
caudillismo. Entendemos que la actividad política debe ser realmente
vocación por lo público y no una forma absurda de concentración excesiva de
poder por poder en un territorio.
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Voto chilenos en el exterior. El derecho soberano de votar en procesos
electorales de relevancia nacional no puede extinguirse por el sólo hecho de
que un compatriota resida en el extranjero. Esto no se puede hacer en base a
ningún tipo de requisito, porque entendemos que aquello es una forma de
discriminación inexcusable que nos hace retornar a la práctica del voto
censitario ya ampliamente superado por la historia.
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Descentralización y reforma municipal. Es innegable la necesidad que existe
de acercar las decisiones a los ciudadanos y crear verdaderos gobiernos
locales, con atribuciones y recursos suficientes para atender las necesidades de
los habitantes de las comunas y las regiones. La reforma constitucional de
elección directa de consejeros regionales fue aprobada el año 2009 y requiere
urgente una ley para materializarse, así como la ley orgánica de
municipalidades necesita una reforma sustantiva que se haga cargo de
fortalecer el rol del municipio en la comuna.
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Reforma del Estado. Que dote al paradigma eficientista, concentrado
excesivamente en la gestión, de una mirada más comprensiva del rol del
Estado.
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Defensor ciudadano
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Lobby y regulación de conflictos de interés
Por último, ninguna de estas reformas estaría completa si no generamos un cambio a la
carta fundamental, que plantea las bases sobre las que se funda nuestra sociedad y
nuestra democracia. La Constitución Política chilena aprobada en dictadura en 1980 no
sólo tiene un problema serio de legitimidad de origen, sino que también da cuerpo a un
Estado que sentó las bases de un modelo de desarrollo político y social que hoy está en
crisis. Si es cierto que estamos frente a otro Chile y que se produjo el fin de una época,
necesitamos generar el momento refundacional que inaugure una nueva etapa en
nuestra historia.
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