El poder del amor incondicional

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El poder
del amor
incondicional
UN MENSAJE DE APOYO
Nuestro ministerio es sostenido principalmente por ofrendas
de personas como tú. Tu generosidad hace posible que
podamos ofrecer este folleto edificante. Nuestro deseo es que
la literatura de Unity esté disponible para todo el que la desee,
especialmente aquellos que más necesitan aliento espiritual.
N
ada nos libera más que el que alguien nos ame tal
como somos. Al ser validados y alentados, nos
sentimos empoderados e inspirados para lograr más.
Aprendemos a dejar ir el autojuicio y acogemos la plenitud de
quienes somos realmente.
Las personas que nos aman incondicionalmente ejemplifican
el amor de Dios. Ellas son “Dios con piel” —expresando
libremente el amor divino que no conoce límites. Su amor
activa algo en nosotros. Aviva la presencia crística que busca
mayor expresión en y a través de nosotros.
El amor incondicional cambia vidas. Puede cambiar nuestras
vidas —y, al compartirlo con los demás, cambia las suyas.
Todos nos beneficiamos cuando vivimos en amor, cuando
amamos por el puro gozo de amar.
Este folleto está lleno de poemas y relatos de personas
quienes han sido transformadas e inspiradas gracias al poder
del amor incondicional. Deseamos que te recuerde que la
Única Presencia y el Único Poder que llamamos Dios te ama
incondicionalmente tal como eres. Y que te inspire a apreciar lo
mejor y más alto en los demás —y a darles amor incondicional.
Bendiciones abundantes,
Tus amigos en Unity
El círculo del amor
por la Rev. Toni Stephens Coleman
Era una huérfana de ocho años, y la vida me había sacudido
de toda manera posible durante un año hasta que por fin
llegué a un hogar de personas buenas —posiblemente una
mamá y un papá para mí. Yo realmente no quería saber lo
que ellos pensaban de mí. Sólo quería desesperadamente
poder tener una familia y un hogar.
Me empeñé en ser tan callada, útil y perfecta como fuera
posible. Mi mayor temor era que mis nuevos padres
decidieran que no me querían. Niños en otros hogares
temporales me habían advertido que si no hacía lo que
me dijeran, me iban a enviar de regreso a la custodia del
Refugio Juvenil.
Lo que yo no sabía era que mis nuevos padres tenían miedo
de que yo pensara que ellos no llenaban mis expectativas
o que no cumplían con lo que el estado requería. Ellos se
esforzaron para crear el mejor hogar posible para mí. Años
más tarde, me dijeron que ellos pensaron que yo fui su
regalo de Navidad que llegó dos semanas tarde.
Mis padres crecieron durante la Gran Depresión
estadounidense. El apoyo que recibieron de otros los ayudó
a superar la angustia, la pobreza y otros desafíos. El amor
incondicional de amigos, y especialmente de maestros, los
ayudaron a lograr una buena educación. La decisión de
abrirme su hogar fue una manera de honrar a quienes les
habían ayudado a ellos. Yo era parte de la visión que ellos
tenían de una familia y de la manera cómo querían que sus
vidas fueran.
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Pronto me di cuenta de que ellos se amaban y que querían
compartir su amor conmigo. Me acogieron. Crearon
un círculo de amor que me hizo sentir protegida. En el
espacio sagrado de mi familia, pude llorar, sanar, aprender,
hacerme fuerte y florecer.
El amor que sentí literalmente según la puerta hacia mi
nueva vida se abría, ha sido mi punto de apoyo en la vida.
Disipó todos mis temores.
Ahora, cuando obro partiendo del amor, experimento la
empatía que mis padres deben haber sentido por mí. Dicha
empatía supera cualquier barrera de separación y abre el
corazón. El amor genera una sincronía que suscita bondad.
El amor es el máximo poder del Espíritu, y cambió mi vida.
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4
La caminata de amor
por Evelyn Foreman
Dios es amor. Charles Fillmore, cofundador
de Unity, define el amor como el principio
sanador, armonizador y unificador que junta y
vincula todo en armonía divina.
Cada vez que nos reunimos en comunidad
sagrada, tenemos la oportunidad de practicar
amor incondicional. Al permitir que el poder
del Amor guíe nuestros pensamientos, palabras,
acciones y obras, servimos y vemos a los demás
como expresiones de Cristo. Llevamos a cabo
nuestro trabajo interno en el Silencio. Allí,
permitimos que el Amor nos hable, revelando
lo que necesita surgir y lo que necesita cesar.
Al prestar atención a nuestra apacible voz
interna, somos guiados a acoger plenamente
los eventos, personas, lugares y cosas que
promueven nuestro cambio y transformación.
Aun en medio de retos de relaciones personales,
podemos afirmar que el amor es el principio
subyacente que mueve, une, sana y armoniza.
Cuando practicamos no resistir y no apegarnos,
entregamos todo al amor de Dios y permitimos
que este gran poder obre plenamente en
nuestras vidas. Al hacerlo, andamos por el
camino del amor incondicional y éste nos lleva
a nuestro hogar.
5
La fuente eterna
por el Rev. Mike Korpan
Crecí en el centro de la ciudad de Chicago, donde el aire
acondicionado era una rareza. Buscábamos alivio de los
días calurosos y húmedos del verano donde pudiéramos
encontrarlo. Había veces cuando el calor era tan intenso
que requería del ritual cuasi-religioso de abrir un hidrante
apagaincendios.
El agua fluía con tanto poder y fuerza, que incluso el adulto
más fuerte no podía mantenerse parado frente a ella. Para
aminorar la fuerza del agua, poníamos una llanta vieja
alrededor del hidrante e insertábamos una tabla dentro
de la llanta (frente a la salida del agua) creando un rocío
multidireccional. Era una fuente rústica, pero gloriosa, que
disparaba chorros de agua refrescante por doquier.
Los vecinos salían en masa para unirse a la diversión. Era
un verdadero festival de la comunidad que no conocía
exclusiones o discriminación. Los niñitos gritaban de júbilo
y los adultos bailaban en las calles. Todos empapados.
Nadie prestaba atención, o le importaba, que polacos,
alemanes, italianos, mexicanos, puertorriqueños, o incluso
los vecinos que estaban en desacuerdo, compartían la
alegría del momento.
Recuerdo haber pensado de niño lo maravilloso que era,
mas también recuerdo sentirme preocupado. Miles de
galones de agua, literalmente, estaban yéndose por el
drenaje. ¿Acaso estábamos afectando al Lago Míchigan
de alguna manera seria? Sentía alivio cuando la policía
finalmente llegaba a cerrar el hidrante.
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Con mi comprensión joven y limitada de la magnitud
del Lago Míchigan, yo percibía carencia a pesar de la
gran demostración de abundancia; y esto prevenía que,
literalmente, la disfrutara y estuviera en el fluir.
Así como mi falta de comprensión reducía la enormidad del
Lago Míchigan, a veces no tengo noción de la inmensidad
y el fluir interminable del amor incondicional de Dios.
Puede que dude en confiar en el amor incondicional de
Dios porque muchas de las experiencias de la vida son
desalentadoras.
Sin embargo, más allá de mi limitada comprensión yace
un fluir interminable de bien, el cual llega a mí por medio
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de la fuente de la vida. Puedo ajustar la espiga, según mi
libre albedrío, para disminuir o intensificar el fluir del bien
de Dios.
A veces, pienso es esos calurosos días de verano y el
hidrante apagaincendio. A pesar de mi preocupación
acerca del Lago Míchigan, el fluir de
Más allá de mi limitada
agua tan poderoso me maravillaba.
comprensión yace un fluir
Fluía abundantemente y había agua
interminable de bien, el cual más que suficiente para todos. Era
llega a mí por medio de la
estimulante aún para quienes no
fuente de la vida.
estaban cerca del hidrante. Podías
estar a 200 pies de distancia, jugando en el
desagüe, y el agua refrescante todavía llegaba a ti. Podías
estar tan inmerso como quisieras; tú elegías.
El amor incondicional de Dios es nuestra herencia. Está
completamente disponible desde el momento en que
nacemos, fluyendo en nosotros y a través de nosotros.
Podemos confiar en él y estar tan inmersos en él como
deseemos, tanto como nos atrevamos.
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De todos modos, te quiero
por Lesley Miller
Recuerdo el momento vívidamente: estaba sentada en el
piso recostada en la cama, miserable y vacía luego de una
hora de dolor y lágrimas —luego, en un instante todo
cambió. El llanto cesó. Me senté, permitiendo que nuevo
oxígeno entrara a mis pulmones notando lo bien que se
sentía. Había estado llorando por semanas después de que
alguien a quien amaba me dejó.
No era un romance. Era una relación tan importante
para mí que una vez le dije a alguien que comentó acerca
de nuestra amistad que “si Nancy hubiese sido hombre,
estuviéramos casadas”. No era una relación sexual, sólo dos
mujeres en sus cuarenta años de edad que se conocieron
en un programa de
Doce Pasos, y que
lidiaban con asuntos
de trabajos, divorcios
e hijos, y quienes se
ayudaban a vivir.
Por años, nos
reuníamos en las
cocinas de cada una
o pasábamos horas
hablando por teléfono.
Nos alentábamos,
respetando nuestras opiniones y experiencias. También
nos divertíamos —risa, excursiones, conciertos, películas,
pasando tiempo juntas y compartiendo días de fiesta.
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Sentí gratitud porque pude contar con la presencia de
Nancy durante los años difíciles. Ella era la popular —era
como un sol, rodeada de admiradores que orbitaban a su
alrededor. No siempre me gustó la multitud rondando.
Nuestra amistad era diferente, ella me aseguró, diciendo
que era más honesta conmigo que con los demás.
Durante esos años, empecé a asistir a una iglesia Unity y
a tomar clases de Educación y Enriquecimiento Espiritual
allí. Mi negocio creció. Mi relación con mis hijos comenzó
a sanar. La conexión con mis clientes y empleados se
hizo más profunda y significativa. Una nueva dimensión
espiritual comenzó a emerger prácticamente en cada área
de mi vida. La espiritualidad para mí ya no eran ángeles,
cartas de tarot o cristales. Una conciencia interna de la
Presencia se afianzó. Puse a Dios primero una y otra vez.
Elegí confiar en la Presencia en vez de confiar en mi ego, el
cual quería estar a cargo y controlarlo todo. El tiempo que
pasaba en contemplación callada pasó de cinco minutos a
quince.
Mi vida estaba cambiando. Dios había tomado el asiento
delantero y yo me sentía plenamente dispuesta a que fuera
así. Milagros comenzaron a suceder, lo que para mí era una
nueva aventura. Mas para otros yo comenzaba a parecer un
poco tonta. Incuso Nancy comentó que tal vez sería bueno
que yo redujera ser tan espiritual. Eso me sorprendió, ya
que ambas asistíamos al programa de Doce Pasos. Sin lugar
a dudas, no estábamos interpretándolo de la misma manera.
Entonces, súbitamente, Nancy dejó de devolverme las
llamadas. Luego de una semana de dejarle mensajes,
comprendí que algo preciado se había ido de mi vida. ¿Por
qué? No hubo explicación. ¡Se esfumó! Por semanas, todo
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lo que podía hacer era llorar y sentir que me habían hecho
daño. Mi diario estaba lleno de dolor y rabia. ¿Por qué lo
hizo? ¿Cómo pudo ella traicionarme de tal manera? ¿Por
qué ya yo no merecía ser amada?
Nunca tuve respuesta. Las lágrimas cesaron cuando me di
cuenta de algo: yo podía seguir adelante porque mi amor
era real; sin importar si ella me correspondía o no. El amor
que sentía no dejó de existir porque ella no me
regresó las llamadas. Mi amor por ella
Supe que Dios me
era mi verdad y, si dicho amor era
ama, a
pesar de todos
verdadero, yo tenía que desearle a
mis errores, y que no
ella cosas buenas, aun si yo me sentía
tenía
que hacer nada a
herida o triste.
cambio.
El amor, percibí con el corazón, no espera
nada a cambio. ¿Dónde había escuchado eso antes? No sé,
mas lo comprendí por primera vez en el piso recostada en
mi cama: el amor no necesita de condiciones. Nancy no
tenía que hacer nada por mí para que yo la amara. El amor
existía para que yo lo experimentara, lo conociera y lo
compartiera sin requerir una respuesta a cambio. No iba a
perder ese amor, ni podía ella quitármelo. Sin importar qué
experimentó ella, conocí el amor y éste me enriqueció.
Mi vida entera se expandió en un instante. Comprendí,
por vez primera, que podía amar a Nancy a pesar de todo.
También entendí que Dios me ama de la misma manera
—a pesar de todo. Fue entonces que las lágrimas cesaron,
mis pulmones se llenaron de aire y una nueva visión abrió
mis ojos. Supe que Dios me ama, a pesar de todos mis
errores, y que no tenía que hacer nada a cambio. Eso me
hizo sentir muy bien, y todavía lo hace.
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Evidencia del amor
incondicional de Dios
por Joyce Flowers
Un baño tibio en una mañana gélida
Café caliente y jugo de naranja frío
Una carrera, placentera y larga
Una manicura o pedicura
Una nevera bien surtida
Trabajo interesante
Día de pago
Loción
Sol
Flores
Una suave lluvia
Una película vieja divertida
Un buen libro
Pantalones de yoga
Nietos
Un perro fiel
Pantuflas de peluche
Galletas y leche fría
Lágrimas de alegría
Una buena noche de sueño
Amanecer
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Una gran gratitud
por Mary Earls
Era tarde un día de junio en un verano seco cuando un
perro apareció en la casa, buscando agua. Encontró un
poco en un tobo medio lleno debajo del porche del frente.
Era el perro más grande que yo había visto: negro como el
carbón y casi me llegaba a la cintura, con un pecho ancho y
una cabeza y unas quijadas enormes.
Recuerdo que pensé que toda mi mano le cabía en la boca.
El sitio bajo el porche era sombrío y estaba
protegido, y el perro se
quedaba allí. Lo veía
en la mañana cuando
me iba al trabajo. En
la tarde, salía cuando
yo estacionaba el auto
y ponía la nariz en la
ventana del auto. La
primera vez que esto
pasó, me senté en el
asiento de adelante,
tiesa de miedo,
esperando que el
perro se distrajera
lo suficiente para yo
abrir la puerta del
carro y correr por los
escalones del frente
para entrar a la casa.
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En algún momento me di cuenta de que el perro no iba
a perseguirme. Una dulzura en sus ojos contradecía el
mensaje de su poderoso cuerpo. Así que me sentí valiente.
“¡Sal de aquí!” le grité una noche. El perro bajó la cabeza,
bajó las orejas y se escabulló a los arbustos al otro lado de
la carretera. Pero a la mañana siguiente, estaba de nuevo
debajo del porche. Y esa noche me estaba esperando
cuando llegué a casa.
Pensé que me estaba cuidando, así que comencé a cuidarlo.
Me aseguraba de que el tobo de agua estuviera lleno. De vez
en cuando agarraba puñados de comida para perros de la
bolsa que tenía para mis dos Bichons y se la echaba debajo
del porche. Era una operación furtiva: mi esposo no quería
otro perro.
Un viernes por la noche, sellamos el trato. Hicimos bistecs
a la parrilla, ensalada, abrimos una botella de vino y
observamos al perro observándonos. En ese momento, el
perro tenía la nariz en la ventana en frente de la mesa de la
cocina. A medida que yo comía, noté que las costillas del
perro se le notaban en el pecho. Las plantas de las patas las
tenía rotas y sangraban. Tenía moscas en las heridas en los
costados.
Me paré de la mesa. “Le voy a dar esto”, dije, y fui al
jardín del frente con mi bistec a medio comer. El perro lo
tomó, moviendo la cola con energía, y lo devoró en dos
mordiscos. Luego me agarró la mano con su boca y la
mantuvo allí, suavemente.
“Ése es el perro más grande que he visto”, dijo David. “Me
pregunto si podemos meterlo en el auto. Hay un veterinario
como a tres millas de aquí”. El empleado en la oficina
del veterinario nos preguntó el nombre del perro. “En
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realidad no tiene nombre”, le dije. “Nosotros
lo llamamos perro grande”. Cuando
recogimos su chapa, decía “Big Dog Earls”.
Eso fue hace nueve años.
Con unas pocas excepciones, cada día desde
entonces Big Dog ha compartido su gozo con
nosotros. La gente de Unity a lo mejor dice que
es una actitud de gratitud.
Yo diría que Big Dog simplemente es gratitud. Su
demostración diaria de agradecimiento comienza temprano
en la mañana, con las palabras mejores en el idioma:
“vamos a darte de comer”. No importa si lo que tiene
en su plato es la comida más cara o más barata. Todo lo
encuentra de rechupete.
Big Dog me cuida, y yo cuido de él. Especialmente ahora,
que tiene el hocico gris y su paso es lento. “Sabes, él
tiene como 77 años en años de perro”, me dijo David la
otra noche. Pienso en los escalones que tiene que subir
en la casa, lo poco flexible que amanece en la mañana y
el momento en el que se echará y no se levantará más.
Hace unos días fuimos al veterinario para la conversación
inevitable, para prepararnos para el día en que tendremos
que decirle adiós. Cuando ese momento llegue, la
transición de Big Dog será sin dolor en agradecimiento por
la buena vida que él nos ha ayudado a crear.
“Ustedes sabrán cuando el momento sea apropiado”, dijo
Joyce, la asistente del veterinario. “Lo verán en sus ojos”.
Todavía no hemos llegado allí, pero el día vendrá tan
seguro como que el invierno sigue al otoño. Cuando llegue,
habrá muchas caricias, la Oración de Protección de Unity,
un momento en el Silencio —y luego cenizas cayendo
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Oración de Protección
suavemente en un lugar
sombrío y protegido.
La luz de Dios nos rodea;
A medida que nuestra
visita progresaba, mi
el poder de Dios nos protege;
esposo pensaba en nuestro
la presencia de Dios vela por nosotros.
próximo perro. Fue
¡Dondequiera que estamos, está Dios!
entonces cuando Joyce
dijo: “Deberían ver a un
cachorrito rescatado que
acaba de llegar. Tiene
como 12 semanas de nacido y ya pesa 15 libras
—parece una pelota”.
el amor de Dios nos envuelve;
El cachorrito era negro como el carbón, con una cabeza
y un pecho enormes, patas grandes y ojos tiernos. Saltó
al regazo de David, moviendo la cola. “Se va a casa
connosotros”, dijo David. Le pusimos por nombre Little
Big Dog.
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Me amo a mí mismo
por el Rev. Mark Fuss
“Me amo a mí mismo”. Por gran parte de mi vida esas
palabras sonaron vacías. No era un pensamiento con el cual
coincidía y dudo que las haya dicho algún día.
En mi mente, yo estaba roto, era un pecador, menos que.
Quien yo era permaneció oculto, vacío, solo… silente.
De joven, mi falta de amor propio o autoestima se convirtió
en odio por mí mismo. Mitigaba mis sentimientos
automedicándome con alcohol, comida y remedios.
Mirando hacia atrás, yo diría que es un milagro que haya
sobrevivido esos días. Viví de crisis en crisis, milagro a
milagro.
Hubo puntos de luz (o ángeles) a lo largo del camino.
Algunas personas vieron algo en mí que yo no podía ver
por mí mismo.
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Entonces, un día Unity llegó a mi vida. Cuando asistía
a un servicio en una iglesia Unity, escuché y sentí las
siguientes palabras: “Aprecio el Cristo en ti”, por primera
vez. El amor, la calidez y la aceptación en esa iglesia eran
palpables, casi podías tocarlos.
Ese día aprendí algo
acerca de los milagros.
Una vez que dejas de vivir
mediante los milagros,
puedes convertirte en un
milagro para alguien.
El ministro dijo: “No importa dónde
hayas estado o lo que hayas hecho
en el pasado, mereces ser amado.
Dondequiera que tú estás, está Dios”.
Ese día, las paredes que había construido
alrededor de mi corazón se agrietaron.
Tomó años para que se derrumbaran por
completo y diligencia de mi parte para que permanecieran
derrumbadas y yo abierto y amoroso.
Ese día aprendí algo acerca de los milagros. Una vez que
dejas de vivir mediante los milagros, puedes convertirte en
un milagro para alguien.
Hoy en día, soy ministro y ofrezco amor, apoyo y oraciones
a los demás. Todo porque una sala llena de personas me
envolvieron con amor. Incondicionalmente.
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Enamorada
del amor
por la Rev. Kelly Isola
Crecí creyendo que llegué a este mundo con muy poco.
Asistí a la escuela y la universidad, y me moví por el
mundo para ser “llenada” de educación, dinero y relaciones
personales y, por supuesto, de amor incondicional.
Pasé una vida entera prestando atención a tarjetas
sentimentales, relaciones personales, películas románticas,
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padres, amigos y libros diciéndome que el amor llegaría
naturalmente. Creí que si encontraba la persona correcta
para amar, o que me amara a mí, las cosas caerían en
su lugar y mi vida sería completa. Pensé que el amor
incondicional era el resultado de ser una persona buena, de
hacer las cosas correctas… que si amaba lo suficiente, yo
iba a obtener suficiente amor.
Sin embargo, esa no fue mi experiencia con el amor
incondicional. Lo que encontré fue que si yo amaba a
alguien, o alguien me amaba, a la final iba a sufrir; y a sufrir
terriblemente. Por momentos, experimenté un gran vacío,
un “no soy suficiente” que era tanto incomprensible como
frustrante. Parecía como si estuviera buscando “amor”
usando Braille —abordando lo desconocido sin poder ver,
tropezando con surcos de “no soy suficiente”, buscando el
amor que me reconectaría con la vida y el gozo.
Sin embargo, aun con el sufrimiento y los desalientos —y
pensando que nunca iba a suceder— sentía un deseo cada
vez más profundo de amar plena y completamente, y de
ser amada de la misma manera. Mi alma sabía que con
cada traición, cada dolor y humillación en nombre del
amor, nuevas aperturas y canales estaban siendo tallados
en mi corazón; pasajes nuevos eran labrados para que
yo experimentara un amor cada vez más profundo que
no tenía palabras. Nuevas grietas eran creadas para que
el misterio de la vida y del amor pudiera entrar y salir
momento a momento.
A un nivel innato, sé que en cada uno de nosotros existe
ese mismo deseo de ser amado, de expresar el Infinito
Poder del amor que fluye en nosotros a través de esos
canales y grietas que todos poseemos. Durante mis
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momentos más claros y auténticos, sé que el amor no es
una comodidad, algo para ser intercambiado, prestado,
dado o quitado; más bien es un proceso que fluye a través
de nosotros mediante nuestras actitudes, palabras y
acciones.
He aprendido a caminar caminando, a
A un nivel innato,
escribir escribiendo y a amar amando.
sé que en cada uno
Me pregunto: ¿He amado y hecho
de nosotros existe ese
la paz con la Tierra? ¿He sustentado
mismo deseo de ser
su cuerpo de maneras que sanen?
amado.
¿Me he unido a otros para llevar a cabo
actividades que demuestran amor? ¿He tomado
tiempo para hacer lo que me apasiona y me da gozo para
luego compartirlo a través de mis pensamientos, palabras y
acciones?
No importa cuántas veces busque amor en el mundo
externo, o cuán lejos divague de los principios del
amor, cada día necesito proseguir con la vida, ya que
verdaderamente la vida es para amar. He aprendido a entrar
en el laboratorio de “enamorarme del amor” y, al hacerlo,
he vivido plena y abundantemente.
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Vida de amor
por Douglas Duerr
En la mayoría de las reuniones sociales solemos hacer esta
pregunta: “¿A qué te dedicas?” En vez de recitar mi currículum, sencillamente digo: “Vivo para amar”. Esa es la esencia
de mi credo. En los trabajos que he tenido y la ­experiencia
que he ganado, el amor ha liderado mi hacer y mi ser.
Muchos de los aspectos importantes de la vida giran
alrededor de lo que llamo amor: un nuevo amor,
enamorarse, un nacimiento, un rompimiento, una pérdida.
Mas si miramos más profundamente, podemos ver que el
amor se encuentra en el centro de todo lo que ocurre, sin
importar las apariencias externas. Este amor en el corazón
de la vida, es lo que hace que crezcamos y fomenta nuestra
introspección.
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¿Ponemos condiciones y limitaciones a otros y a nosotros
mismos? ¿Cómo podemos aprender a amar más libre e
incondicionalmente?
La verdad de quién somos y lo que hemos de ser es amor.
Retos temporales pueden hacernos actuar partiendo del
ego. Pero el amor nos pone de nuevo en el camino correcto.
Hemos sido creados para tener vidas de amor. Dios es
amor.
Cuando el amor guía nuestros pensamientos, intenciones
y acciones, somos bendecidos. Afirma y reafirma tu vida
de amor hoy mismo. ¡Cada momento es una oportunidad
nueva para comenzar!
Hemos sido creados
para tener vidas de
amor. Dios es amor.
23
Más de lo esperado
por la Rev. Jeanmarie Eck
Había estado casada un poco más de dos años cuando
recibí mi llamado a ser ministra.
Según el Espíritu me llamó a este sendero de servicio,
recordé el primer voto que había hecho ante Dios, un voto
de matrimonio. No tenía idea de cómo este cambio súbito
en mi sendero iba a afectar nuestras vidas, las cuales habían
estado compaginándose gracias a que teníamos profesiones
en el mismo campo.
Ahora mi vida me llevaba hacia un nuevo rumbo. No tenía
idea de cómo decírselo a mi esposo, David, ni sabía como él
se sentiría siendo esposo de una ministra. Cuando le confié
los deseos de mi corazón de responder el llamado, además
de decirle adónde me llevaría, pensé que era una prueba
bastante difícil para nuestro amor. Ser ministra no sólo
sería un cambio de carrera para mí —con seguridad me iba
a cambiar profundamente.
La respuesta de David claramente demostró que nuestros
votos de matrimonio eran mucho más profundos que
un par de anillos y un cambio de nombre. Él no sólo
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comprendió mis razones para responder el llamado, sino que
también pudo ver en mí la ministro que iba a llegar a ser.
Cuando llegó el momento de partir para comenzar la
escuela ministerial, me enteré de muchos relatos de parejas
cuyas relaciones fueron sacudidas, si no rotas, al tratar
de mantenerse en contacto a distancia en medio de la
intensidad de los estudios ministeriales. El trabajo de David
no le permitió mudarse conmigo a Unity Village, así que
supe que la distancia nos iba a poner a prueba. Él sabía
que era lo que yo tenía que hacer y, a lo largo de todo el
programa, nos comprometimos a vernos cada cuatro a seis
semanas y comunicarnos diariamente por vídeo chat.
Conforme yo progresaba en mis estudios, él escuchaba
con amor mis descubrimientos espirituales y me apoyaba
cuando me atascaba enfrentando retos. Él leía mis escritos
con compasión, escuchaba mis presentaciones dándome su
opinión honesta e inclusive asistió a las clase de práctica
que tuve que dar. Me sorprendió ver cómo David estuvo
conmigo a cada paso del camino, era la pareja y el amigo
que siempre esperé.
Fue difícil al principio, pero nuestro amor perduró. Los
momentos que pasábamos juntos se hicieron cada vez
más dulces y aprendimos a apreciarnos más allá de lo que
habíamos experimentado en nuestro vivir cotidiano.
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El día de mi ordenación fue glorioso, porque simultánea­
mente marcaba el comienzo de mi vida como ministra
y el final de vivir separada de David. Descubrí, para mi
deleite, que aunque frecuentemente estábamos separados
físicamente, nuestros corazones estaban más cerca que
nunca. Gracias al amor incondicional de David, pude
realizar mi sueño de ser ministra ordenada
Unity. David superó mis expectativas,
No importa cuántos
demostrándome que en nuestro
cambios surjan en lo
amor había suficiente espacio para
externo, el poder del
el crecimiento y la transformación.
amor permanece.
Podíamos vivir sueños que cambiarían
el aspecto externo de nuestra relación, mas
internamente, siempre honraríamos el voto de nuestros
corazones.
Otro cambio significativo surgió cuando mi primer
trabajo nos llevó a una nueva región del país. En todas las
dificultades que hemos enfrentado, el amor siempre nos ha
mostrado el camino. Mi matrimonio me ha enseñado una
de las lecciones más grandes de la vida: No importa cuántos
cambios surjan en lo externo, el poder del amor permanece.
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Amor a los 50
por Tom Baker
No amo tu cuerpo
más de lo que amo al mío
ahora que ambos estamos
reflejados en nuestros hijos,
ahora que tu cuerpo
da forma a mi sueño
y me preocupa despierto.
Tu cuerpo una vez fue mi dios;
brutal y secreto, casi fuera de alcance
mas fácilmente asombrado,
tentando cruzadas en mí,
llevándome a proclamar
que era mío. Ese fue el cuerpo
con el que me casé de joven
y donde el fanático se perdió;
ese cuerpo finalmente pequeño y sencillo,
con cicatrices y reseñas de vida,
maravillosamente sencillo y deseado.
Amo tu nombre, ahora,
un nombre que se acopla al mío
y todavía desconocido para los hijos:
un mundo aparte—
una campana en una fría mañana,
un pájaro rojo en un cielo claro,
césped nuevo.
27
Departo condicional,
amor incondicional
por el Rev. Ed Townley
Interactuar con alguien como amigo personal y congregante
puede ser retador, mas con Rob era fácil. Las dos maneras
de relacionarnos se entrelazaban de un modo agradable.
Así que fue tanto como amigo y como guía espiritual que
él compartió conmigo su diagnóstico de VIH y cómo éste
afectaba su cuerpo.
Rob se veía saludable, y su disposición alegre y cálida
nunca cambió. Él aceptó tener que vivir a un paso lento,
a veces, durante una reunión social él buscaba un lugar
callado donde tomar una siesta. Él y su pareja mantuvieron
un sentido de normalidad en su hogar. Como un actor,
Rob se sentía un poco molesto cuando ya no podía estar a
tiempo completo en una producción apoyando el trabajo
de sus amigos. Pronta y súbitamente, se hizo claro que él
estaba en sus últimos días de vida y él firmemente insistió
en permanecer en su hogar.
Fue entonces cuando Rob compartió conmigo una
experiencia de amor incondicional que nunca olvidaré:
Él me invitó, e invitó a su pareja y a otro amigo cercano,
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a compartir el proceso de transición con él. Mi reacción
inicial fue negarme. ¿Podía yo manejar todo lo que envolvía
esa responsabilidad? ¿Quería yo realmente hacerlo? ¿Cuán
agobiador y triste iba a ser el proceso? ¿Tendría yo las
palabras para compartir cuando fuera necesario?
Afortunadamente, mi reacción siguiente fue sentirme
honrado por su petición, y el amor detrás de ésta. Me
he sentido siempre orgulloso de que él me lo pidió y yo
acepté.
Por lo que resultó ser un poco más de una semana, amigos
y familiares fueron y vinieron, mas nosotros cuatro
funcionamos como una familia muy unida. Rob siempre
se esforzó por su hogar, así que trabajamos duro para
mantener su casa de punta en blanco. Buscábamos sus
medicinas y se las dábamos siguiendo un horario preciso.
También atendimos las necesidades más íntimas de Rob.
Sin embargo, lo que más recuerdo es el gozo profundo
y la risa sincera que compartimos. Los cuales fueron el
resultado de la incongruencia de dar énfasis al cuerpo
moribundo de Rob en vez de apreciar su espíritu eterno.
La risa empezaba con uno de nosotros y luego los demás
comenzábamos a reírnos también.
Todos teníamos presente la realidad humana que se estaba
desarrollando. Nunca tratamos de negarla ni reprimir
nuestro dolor. Mas la risa era tan sagrada como lo eran
las lágrimas. Por encima de todo, sabíamos que a nivel
espiritual no había nada por lo cual sufrir.
Decirle adiós a Rob hubiera sido doloroso incluso si él sólo
se hubiera mudado hacia un lugar distante del planeta. Rob
siempre creyó en un bien mayor aún por venir; ese había
29
sido el tema de muchas de nuestras conversaciones. Su fe
nunca decayó, y el resto de nosotros hicimos lo mejor que
pudimos para que la nuestra tampoco lo hiciera.
Al final, debido a los efectos que la enfermedad tuvo
en su cerebro, Rob perdió el habla, ¡mas todavía podía
comunicarse! Teníamos un juego constante de adivinanzas
que nos hacía reír todavía más.
Un día, acobijamos bien a Rob y con cuidado lo pusimos
en el automóvil para llevarlo de paseo por sus lugares
favoritos por última vez. Las enfermeras y doctores del
cuidado en casa ofrecieron sus propias expresiones de amor
incondicional, contribuyendo a la energía del hogar.
Finalmente, inevitablemente, durante las tempranas horas
de una bella mañana, la hora llegó. Pareció como si Rob
soltara un órgano a la vez, dejando ir con una respiración
cada vez mas débil. Todos estábamos allí. Nos abrazamos,
lloramos y oramos juntos. Ofrecimos un último adiós a
un amigo querido que proseguía en su sendero personal.
30
Desde la profundidad del dolor surgió un gran sentido de
gratitud por el tiempo que compartimos.
Fue un período de amor incondicional sin barreras
—breaevidente en el deseo de Rob de que lo
acompañáramos al final de su experiencia humana y en
todas las personas que lo visitaron, ayudaron y cuidaron de
él. El amor incondicional surgió mediante el fluir del dolor,
ya que no puede haber dolor donde no hay amor. Brilló
en nuestro saber absoluto de que estábamos compartiendo
no el fin de una vida sino el comienzo de una transición
sagrada.
Desde la profundidad
Por encima de todo, pude sentir el
del dolor surgió un gran
poder del amor incondicional de Rob
sentido de gratitud
en su conciencia intuitiva de que
por el tiempo que
su experiencia sería el mayor regalo
compartimos.
que podía darme para profundizar mi
conciencia de la Presencia del amor. Mi
vida y mi ministerio han sido bendecidos en gran manera
gracias al amor incondicional que Rob me permitió conocer
a través de su vida y su partida.
31
El verdadero amor no
tiene condiciones
por la Rev. Jacquelyn Hawkins
“Si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y
su amor se hace realidad en nosotros”.—1 Juan 4:12
Según yo reflexionaba acerca
de este verso bíblico en
preparación para una charla
dominical, me di cuenta de
que no había un “si” en mi
conciencia de la naturaleza de
Dios. Dios vive en nosotros,
como cada uno de nosotros,
y no existen condiciones en
esa presencia ya que Dios
es amor. Sin embargo, en
nuestra experiencia humana,
con frecuencia ponemos condiciones al amor. En mi punto
de vista, eso no es amor.
La naturaleza del amor
siempre suscita lo
incondicional. Cuando le
ponemos condiciones al
amor, no es amor; es una
transacción. En nuestras
vidas cotidianas, puede
que nos aferremos tanto
a las apariencias externas
32
que nos confundimos y perdemos de vista lo que es real.
Dejamos de estar en contacto con nuestra naturaleza
verdadera.
Después de pensar en 1 Juan 4:12, reconstruí el verso
para alinearlo con lo que es verdad para mí. La conciencia
de mi alma dijo: “Cuando nos amamos unos a otros
conscientemente, demostramos la verdad de nuestro ser;
expresamos nuestra plenitud —nuestro poder auténtico”.
Cuando amo a otra persona consciente e incondicional­
mente, demuestro la verdad de mi ser; expreso mi plenitud
—mi poder auténtico, el poder de Dios.
El poder del amor incondicional es el poder de Dios.
No existe otro poder. Como lo dice el primer principio
de Unity: “Sólo existe una Presencia y un Poder en el
universo, Dios, el Bien, Omnipotente”.
33
Amor divino
por la Rev. Jeanmarie Eck
Por mucho que
trate de buscar
amor de parte de otro,
el amor eterno que busco
lo encuentro en la Divinidad.
El anhelo de mi corazón
desea una cercanía
que sólo puede ser conocida
a través de la Fuente de todo amor.
Mientras que algo de amor puede existir por una estación,
el amor de Dios existe en todas las estaciones.
Mientras que algunos aman por una razón,
Dios no necesita de razones.
Puedo pensar que necesito a
alguien a quien amar para sentir amor,
pero en verdad es mi propio amor
y no el de otra persona
el que siento.
Así que amaré a Dios tan completamente
que llegaré a conocer la plenitud del amor.
Ahora siento que amo con cada célula de mi ser
sin esperar nada de una persona
porque estoy tan llena del amor de Dios
que puedo dejar la búsqueda constante
y estar en paz en mi corazón,
sabiendo que el amor es entero y completo
en mí,
como yo,
y a través de mí ahora.
34
La Presencia amorosa e
incondicional de Dios
por la Rev. Frieda King
Mi esposo y yo nos mudamos a Texas, y él no había
encontrado trabajo permanente. Yo estaba trabajando
en Houston en una asignación temporal como asistente
ejecutiva. Necesitábamos un vehículo confiable, ya que
mi asignación temporal quedaba a 45 millas de distancia.
Mi esposo y yo necesitábamos automóviles para poder
encontrar y mantener trabajos. Sin prospecto de un
segundo auto debido a nuestro modesto ingreso, comencé
a pedirles a mis vecinos que me ayudaran con el transporte
hacia y desde mi lugar de trabajo.
Comencé a asistir a un grupo Unity que me quedaba cerca
y a leer material y tomar clases de la Sede Mundial de Unity
en Unity Village. Aprendí acerca del amor incondicional
de Dios, y nada se sentía mejor que experimentarlo y
expresarlo. El Amor incondicional se convirtió en una
fuerza sanadora en mi vida. Aprendí a vivir partiendo de
este amor morador, y a compartirlo conmigo misma, con
mis amigos, familiares y el mundo. Quería practicar ese
amor ilimitado cada vez más.
La necesidad de tener un segundo automóvil continuó.
Al orar, yo visualizaba que tenía un vehículo confiable.
Sin embargo, las palabras e imágenes cesaban una vez que
entraba a la quietud. Algo ocurría en el Silencio. Podía
sentir el Amor incondicional y divino. Ya no pensaba en un
vehículo ni tenía un sentimiento de carencia o necesidad.
35
Sentirme completamente amada me llenaba por completo.
La idea de que me faltaba algo se disolvía en la presencia
del amor perfecto de Dios. Después de orar, me sentía
amada y cuidada, segura de que mis necesidades serían
satisfechas. En el trayecto de dos semanas, mi esposo me
dio su camioneta nueva y él se compró un carro usado. El
Amor divino —sin lucha ni dificultad— manifestó más de
lo que pedí.
Mi experiencia en el silencio de la oración ha tenido un
impacto duradero. Desde entonces, cuando surge una
necesidad, oro primero y me siento en el Silencio receptiva
a la presencia de Dios de amor y bien. Entonces, me uno
nuevamente a la suficiencia espiritual, segura de que
todas mis necesidades son satisfechas gracias al amor
puro de Dios. El amor incondicional del Espíritu divino
expresándose a través de mí continúa bendiciendo cada
área y faceta de mi vida. La verdad es que somos uno
con el amor de Dios. El Amor incondicional está siempre
disponible para todo ser humano, bendiciéndonos y
prosperándonos.
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37
El poder del amor
incondicional
por D. Kucha Brownlee
El mundo se rió de mí
tú sonreíste con los pulgares hacia arriba
mi corazón bailó
levanté la cabeza.
Una piedra fue lanzada
caí en mis rodillas
Tu mano extendida apareció
“No dejes que un tropiezo te detenga”.
Me sentía abatida
con el corazón roto, cuando susurraste:
“Eres hermosa; te amo”.
Finalmente, escuché.
mi alma se armó de valor
miré hacia arriba.
Sin querer decepcionar
38
sin sentirme lo suficientemente buena.
No importa cuántos pensaron que era extraña,
diferente, débil,
pequeña, muy pobre, muy… muy…
Tú enviaste ángeles
para calmar,
para reafirmar: “Yo puedo volar”.
El amante incondicional
da abrazos a la persona cubierta de barro,
cura el dolor del rechazo con una sonrisa,
ve belleza en lo quebrado,
defiende al que no se defenderá,
nos recuerda que todo “va a estar bien”.
Florecí en un capullo de amor.
Tú fuiste mi refugio.
39
Un regalo, cuando menos
lo esperaba
por Richard Belous
Era el día de Navidad hace unos cuantos años, y había un
montón de regalos bajo el árbol. Lo sabía por que había
sido yo quien compró y envolvió la mayoría de ellos.
Según el día comenzaba, pensé que me gustaría tener
unas cuantas horas para dormir antes de dar y abrir los
regalos. Quería desayunar y tomarme por lo menos dos
tazas de café. Mas, cuando tienes niños en casa, así no es
como se desenvuelven las cosas. Ellos se levantaron en la
madrugada y se iluminaron tanto como el árbol de Navidad
cuando vieron todos los regalos que Santa les había traído.
A medida que los niños comenzaron a abrir los regalos,
gritaban de júbilo por la abundancia y generosidad de
Santa. Mi esposa abrió sus regalos y le encantó lo que
recibió. Nosotros tenemos varios gatos, y mantenemos la
tradición de también darles regalos de hierba gatera y otros
juguetes a nuestros felinos.
Me puse a pensar en lo que significaba ser niño el día de
Navidad. Y tuve un pensamiento “tacaño”: Cuando eres
padre de familia, puedes considerarte sortario si te regalan
calcetines y corbatas. El papel de padre conlleva dar regalos
y contar tus bendiciones. Mas luego pensé: Siente gratitud
porque tienes hijos y puedes ver la Navidad a través de sus
ojos. Agradece que puedes experimentar la prosperidad y la
abundancia de dar.
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Tan pronto como conté mis bendiciones, mi actitud cambió
hacia una de gratitud y amor incondicional. ¡Qué importa
si lo que me dan son calcetines y corbatas!
Mas algo inesperado ocurrió. Mi esposa puso unos paquetes
grandes frente a mí y me dijo que los abriera. Así lo hice,
y mi regalo de Navidad apareció: ¡un sistema completo de
computación! Mi esposa me dijo que había colaborado con
mi hijo para comprar justo el que yo quería —y lo era.
Me sorprendió no sólo el regalo, sino que lo recibiera justo
después de que yo hubiera cambiado de pensar y mi actitud
estuviera centrada en el orden divino de la gratitud de
simplemente dar.
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Un amor más
allá de las rejas
por la Rev. Bárbara Hadley
42
Con frecuencia encuentro resistencia el primer día que doy
un taller en un penitenciario federal. Los hombres me ven
pasar —una mujer mayor de cabello plateado y de clase
media— y voltean los ojos o susurran.
Dichos hombres están en prisión sirviendo sentencias
largas. Ellos saben lo dura que puede ser la vida. Sé que se
preguntaban cómo iba yo a poder identificarme con ellos o
qué podría hacer para ayudarlos.
El primer día del taller los hombres se mostraban fuertes,
sin querer dar indicios de vulnerabilidad. Mas yo sabía
que eso cambiaría. Yo les iba a decir algo que ellos nunca
habían oído: que tenían un poder transformador en ellos y
que dicho poder los iba a guiar para encontrar maneras no
violentas de resolver conflictos. Por medio del programa
Alternativas a la Violencia (AVP por sus siglas en inglés),
un programa de resolución de conflicto basado en las
enseñanzas de los cuáqueros fundado por los mismos
presos, ellos verían la luz al final de un túnel muy largo.
43
A medida que el taller se iba desarrollando, los hombres
comenzaban a darse cuenta —gracias al programa o a ellos
mismos— de que tenían que tomar responsabilidad por sus
comportamientos y actitudes para poder mantenerse lejos
de la prisión una vez que recibieran la libertad.
Un día pasamos una película que explicaba lo que era para
una madre que su hijo estuviera preso. La película mostraba
una entrevista profunda con la madre de un asesino
convicto. Ella habló de su lucha para poder mantenerse en
contacto con su hijo a través de los años. Con gran emoción
ella compartió lo mucho que quería a su hijo —sin importar
lo que él había hecho. Ella lo había apoyado a través de
momentos duros.
Durante esa corta película, no hubo sillas raspando el
piso y ninguno de los presos se levantó para caminar
impaciente. Cada uno de ellos estaba absorto. Usaban las
mangas de sus camisas para secarse las lágrimas.
Cuando la película terminó, nadie habló. Nadie quería
que se encendieran las luces. Permanecimos sentados en
silencio.
El amor entre una madre y su hijo encarcelado es
incondicional. Cada hombre allí tenía una madre, y cada
día en prisión ellos añoraban sentir el amor de sus madres,
ya lo admitieran o no.
Ese día, al reunirse y ser testigos del amor imperturbable
de una madre ante el encarcelamiento de su hijo, cada
uno de los prisioneros sintió la profundidad y el poder
transformador del amor incondicional. Para muchos de
ellos, eso fue suficiente para aceptar la responsabilidad de
sus vidas —y ser los hombres que querían ser.
44
¿Cómo podemos servirte?
Por medio de la oración, la publicación y la educación espiritual,
Unity está siempre disponible para ayudarte a que reconozcas y
expreses tu potencial y tener una vida saludable, próspera y
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(gratuito en USA, Canadá y
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