La identidad profesional de la enfermera100513

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ELEMENTOS QUE CONSTITUYEN LA IDENTIDAD
PROFESIONAL DE LA ENFERMERA
Karime Elizabeth Balderas Gutiérrez
Doctorado en Educación
Universidad Autónoma de Tlaxcala
[email protected]
RESUMEN
La identidad profesional es el conjunto de atributos que permiten al individuo reconocerse a sí
mismo como integrante de un gremio profesional. Realizar actividades y tareas en un contexto
laboral, otorgan al individuo reconocimiento social que lo distingue de otros profesionales. A
diferencia de la identidad individual que se adquiere desde los primeros años de vida, o de la
identidad social adquirida de la relación con los otros, la identidad profesional se desarrolla
hasta que el sujeto entra en contacto con las instituciones de educación superior y se relaciona
con los miembros reconocidos dentro del campo profesional. En el presente artículo se
describen los elementos que conforman la identidad profesional de la enfermera, así como su
construcción a través de un proceso dinámico que depende de los distintos contextos en los
que la enfermera se desenvuelve como persona, ya sea familia, comunidad, espacio laboral,
espacios sociales de esparcimiento e incluso políticos y culturales. Aunque se puede decir que
la identidad profesional de la enfermera se presenta como un aspecto consolidado, realmente
es una identidad inacabada sujeta a los avances científicos que la profesión ha tenido. Es así
que para explicar la identidad profesional de la enfermera es necesario considerar todos los
elementos que se entretejen para su construcción como los conceptos heredados que
reivindican su función principal que es el cuidado, o enfrentarse a las exigencias que el
desarrollo social, tecnológico y científico que ha tenido en la ciencia en general y en la ciencia
de enfermería en particular, los que sin duda han influido en su constitución.
Palabras clave: Construcción, Identidad, Identidad profesional, profesión.
ABSTRACT
Professional identity is the set of attributes that allow the individual to recognize himself as a
member of a professional association. Activities and tasks in a work context provide the
individual social recognition that distinguishes it from other professionals. Unlike individual
identity is acquired from the first years of life, or social identity gained from the relationship with
the other, professional identity develops until the subject comes into contact with higher
education institutions and related with members recognized within the professional field. This
article describes the elements of the nurse's professional identity and its construction through a
dynamic process that depends on the different contexts in which the nurse is developed as a
person, whether family, community, space labor, social spaces for recreation and even political
and cultural. Although one can say that the professional identity of the nurse is presented as a
consolidated look, it really is an identity unfinished subject to scientific advances the profession
has had. Thus, to explain the professional identity of the nurse is necessary to consider all the
elements that come together to build the concepts inherited claiming that its primary function is
the care, or face the demands that the social, technological and scientific it has had on science
in general and nursing science in particular have undoubtedly influenced his constitution.
Keywords: Construction, Identity, Identity profesional, profession.
1
INTRODUCCIÓN
Cuando se habla de identidad profesional de la enfermera se mencionan una serie de
características que describen la cualidad filantrópica de la profesión. Pero la identidad
profesional de la enfermera, como la identidad de cualquier otra profesión, es un entramado de
conceptos más complejo.
Para entender su conformación es necesario conocer el proceso de construcción de la
identidad individual, la identidad social y la identidad profesional. Posteriormente se verán los
grandes rasgos identitarios de la enfermería y cuáles son los sutiles elementos que constituyen
cada uno de estos, para posteriormente definir la identidad profesional de la enfermera.
1. IDENTIDAD PROFESIONAL UNA CORRELACIÓN DE IDENTIDADES
Entender cómo se conforma la identidad profesional implica conocer la conformación de la
identidad individual y la identidad social, evadir su abordaje llevaría a observar de manera
parcial al profesional cuya consolidación como tal depende de los distintos contextos en los que
se desenvuelve, desempeñando los distintos roles que hacen posible la existencia e interacción
del individuo con los demás.
1.1. Identidad individual
Desde edad temprana el individuo tiene los primeros acercamientos con el mundo que lo rodea,
el cual está lleno de objetos, imágenes y sonidos. A través de su cuerpo conoce el mundo y
genera conocimiento sobre sí mismo construyendo una trayectoria de vida acorde al contexto
en el que se desenvuelve “no somos lo que somos, sino lo que nos hacemos” (Giddens, 1995,
p. 99).
En el transcurso de la vida diaria el individuo debe elegir sus pautas de comportamiento
previamente impuestas. Esta elección implica un estilo de vida, es decir, la adopción de
opciones y posibilidades, así como la aceptación de modelos, roles y tradiciones, que
garantizan su movilidad y permanencia en los distintos contextos que se le presentan a lo largo
de su vida. Durante este trayecto el individuo se ve obligado a tomar decisiones y definir un
estilo de vida con base en la práctica que realiza. Las decisiones y el estilo de vida, no sólo
corresponden a cómo actuar, corresponden también a quién ser, lo que influye en la
constitución de su identidad. La interdependencia implícita de la toma de decisiones y el estilo
de vida se genera en función de las prácticas que cada individuo realiza, así el individuo se
define y se caracteriza por lo que hace.
En el proceso reflexivo que genera la triada: decisiones, estilo de vida y práctica, se delinea el
tipo de persona que se quiere ser. Es así que la identidad personal se entreteje en espacios
como la vida privada, el campo familiar, el campo laboral o profesional, el espacio político y
religioso.
Aunque se puede decir, que el individuo se define por el grupo cultural al que pertenece; por
sus rasgos físicos; por su estatus profesional o social, o todo aquello que fundamente que el
individuo tiene identidad, ésta se desarrolla en dos direcciones, en primer lugar, para el
individuo y en segundo lugar para los otros individuos. En el encuentro con los otros el
individuo descubre quién es, elabora un proyecto de vida que corresponde a una elección
personal pero que toma en cuenta a los otros, en un proceso dinámico. Por lo tanto cada forma
identitaria es reconstruida a lo largo de la vida, se puede decir que la identidad personal se
construye durante toda la vida porque responde a un proceso constante de acumulación de
experiencia a través del aprendizaje.
1.2. Identidad social
Se habló antes de que la identidad personal es un proceso dinámico que se da a lo largo de la
vida. Ahora corresponde destacar cómo se construye la identidad social y el papel que juega la
colectividad en este proceso.
2
Así como las decisiones, el estilo de vida y las prácticas que realiza el individuo influyen en su
identidad personal, la definición de intereses también incide. Es decir, cuando el individuo
define sus intereses se identifica de manera particular con su empleo, cargo, reputación,
comportamiento. Al vivir en un mundo observable en donde existen pequeños grupos que
forman parte de la realidad social como el grupo de amigos, la familia, la escuela, partido
político, iglesia, empresa, el individuo asume que pertenece a ese mundo: “¿Quiénes somos
nosotros? Esta pregunta está íntimamente relacionada con lo que pensamos que otros son y
viceversa”. (Jenkisn, 2008, p. 12). Entonces los individuos se comportan de acuerdo a las
formas que los grupos determinan, dándose un proceso de identificación entre el individuo y el
grupo, mecanismo cognitivo básico para clasificarse tanto individual como colectivamente. Es
así que el individuo sabe quién es quién y qué es qué.
Por su parte Giménez (2000), dice que el concepto de identidad colectiva se asemeja a una
encrucijada en la que confluyen “la cultura, las normas, los valores, el estatus, la socialización,
la educación, los roles, la clase social, el territorio/región, la etnicidad, el género, los medios”,
elementos imprescindibles y condicionantes para la vida social y para la identidad. Por lo que la
identidad social es multidimensional, determinada por los grupos a los que pertenece el
individuo como la etnicidad, la religión, la nación, grupos de edad y el género.
1.3. Identidad profesional
La formación profesional va acompañada por el desarrollo social, lo que ha contribuido a que
distintas actividades profesionales logren posicionarse socialmente. En este marco la sociedad
ha desarrollado una serie de mecanismos a través de los cuales el individuo prueba que es
capaz de ser profesionista como, formas de aprendizaje, exámenes de graduación, o
exámenes de concurso.
Sin embargo la orientación hacia una profesión se perfila desde la infancia, por un lado la
familia provoca, junto con la escuela y todas las formas de enseñanza la elección de la
profesión. Por otro, las instituciones a nivel profesional aseguran su futuro cubriendo con todo
lo requerido, formando profesionistas calificados para integrarse al campo laboral (Giriard,
1997). Por lo tanto la profesión se vuelve el núcleo donde se comparten valores comunes que
contribuyen a conformar la identidad profesional, porque la profesión define a un grupo de
individuos que asume códigos éticos y prácticos que le otorgan reconocimiento social al brindar
un servicio a la sociedad de acuerdo a los conocimientos y habilidades aprendidas dentro de
las instituciones de nivel superior.
Una profesión “es un grupo profesional con pericia especial, basada en un aprendizaje extenso
y en un conocimiento abstracto”. (Rodríguez y Guillén, 1992, p. 5). Por lo tanto el ejercicio de la
profesión es determinante en la construcción y reconstrucción de la identidad profesional, pues
la profesión es poseedora de representaciones que le permiten describirse, diferenciarse y
compararse a través de su práctica con otras profesiones, por lo que la identidad profesional
empieza su conformación desde los primeros contactos con las instituciones educativas, para
después fortalecerse durante la trayectoria de vida laboral, en tal sentido “las identidades
profesionales son para los individuos formas socialmente reconocidas de identificarse
mutuamente en el ámbito del trabajo y del empleo” (Dubar, 2000, p. 113).
La identidad profesional coexiste con la identidad individual y la identidad social, aunque la
identidad profesional se caracteriza por la disposición en la relación social que se establece
entre el Yo - Nosotros en el ámbito de las actividades de trabajo remuneradas. A partir de que
el individuo se desarrolla en el espacio laboral, se constituye una identidad en función de las
actividades profesionales que realiza, para posteriormente asumir su pertenencia al grupo
profesional ya que es en la confrontación con el espacio laboral y con los otros como reconoce
su profesión, “no se trata de elegir un oficio o profesión o de obtener un diploma, sino de la
construcción personal de una estrategia identitaria que pone en juego las imagen del Yo, la
apreciación de capacidades y la realización de deseos” (Dubar, 2002, p.118).
Así mismo la identidad profesional depende de condiciones como las relaciones laborales que
establece el individuo, el lugar que ocupa dentro del grupo al que pertenece, la legitimación de
saberes y competencias, que garantizan su permanencia dentro del grupo y el reconocimiento
social. Aunque la identidad profesional tenga períodos de estabilidad que depende de las
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contingencias que se presentan a lo largo de la trayectoria laboral o profesional, se encuentra
en constante transformación.
2. Pasado histórico e identidad profesional de la enfermera
Se ha visto l proceso por el cual se constituyen la identidad individual, social y profesional, toca
ahora hablar de los antecedentes que contribuyen a forjar la identidad profesional de la
enfermera.
Quizá el momento más relevante para la enfermería fue la guerra de Crimea. En esta batalla
Florence Nightingale se hace célebre por su labor de curar a los heridos en la guerra. Su
principio de vida se basó en ayudar a vivir al paciente que sufre una enfermedad, además de
mantener el organismo del niño sano o del adulto en un estado tal que no padezca
enfermedad. Sobre todo consideraba a la enfermería como una vocación religiosa a la que sólo
se podían dedicar las mujeres a través de la educación, la experiencia y la observación.
La herencia de esta práctica se ha reflejado en la enseñanza de la enfermería. Hacia los años
cincuentas, la profesión continuaba una orientación eminentemente femenina, la aspirante
debía cubrir una serie de cualidades entre las que destacan la fortaleza física, el equilibrio
nervioso, caridad y sacrificio, que les permitían soportar la dureza y las exigencias de la
profesión. Así mismo se les inculcaba el servicio al prójimo, también ayudar sobre cualquier
otro menester y, sobre todo, a cumplir con exactitud las órdenes del médico y sus deberes
profesionales con el máximo rendimiento y perfección. Se les adiestraba en las técnicas sin
olvidar que éstas eran encomendadas por la facultad racional del médico. Los rasgos distintivos
de la identidad de quien ejercía la profesión se caracterizaban desarrollar cualidades como la
moral y la ética, de las que se pueden mencionar ético la paciencia, la sinceridad y la
discreción, virtudes que debía tener para mejorar su práctica. Estos rasgos se expresaban a
través de la representación de la enfermera como una señorita educada, con exquisita
prudencia, presencia sobria, sencilla, pulcra y agradable: “Se creía que el atractivo exterior era
reflejo de tener dominadas pasiones como la soberbia o la pereza, perjudiciales para la
profesión. Y la falta de modales y portes correctos influían en la estimación y confianza que los
pacientes depositaban en ellas y podían ser causa de mala reputación, fracaso profesional y de
oscurecimiento de una buena preparación técnica”. (Miró Bonet, 2008, p. 29). Otro distinción de
la identidad de la enfermera es que se asumía como un apostolado, como una obra de caridad,
precisaba sometimiento moral y religioso, tener vocación era requisito indispensable pues
gracias a ésta la obediencia sería completa y exenta de cualquier retraso e imprevisto. Dos
aspectos han sido fuente de definición de esta profesión la vocación y el ejercicio profesional,
por lo que merecen atención y se tratan en los siguientes renglones.
2.1. Vocación
Todos los aspectos anteriores han contribuido para consolidar la imagen de la enfermera,
algunos han mantenido un gran arraigo y otros se han ido diluyendo con el tiempo. Uno de los
aspectos que sigue vigente es la vocación y todo lo que ella involucra. La vocación se puede
interpretar como la motivación que se despierta en la enfermera en su afán de servir y ayudar a
los demás. Dentro de los aspectos que constituyen la vocación se encuentra el altruismo,
sumisión, liderazgo y compromiso. Sin embargo la vocación también exigía de fortaleza física el
equilibrio nervioso para que pudieran soportar sin ningún tipo de exaltación, las exigencias de
la profesión (Lázaro, 2007).
2.2. Ejercicio de la profesión
Así como la vocación ha sido un aspecto emblemático de la profesión de enfermería, también
lo es el ejercicio de la profesión, ya que de éste depende la acción del cuidado que la
enfermera tiene sobre su paciente. Las acciones que la enfermera debe realizar en el ejercicio
de la profesión son aplicar las técnicas y los procedimientos que se realizan con los pacientes,
los que incluye la habilidad en el manejo de sustancias, medicamentos y sobre todo la
habilidad para actuar en caso de emergencia (Venegas, 2007). Pero el ejercicio de la profesión
no se limita sólo al aspecto de la atención y el cuidado, de acuerdo a Miró (2010), la enfermera
debía ejercer la profesión como una virtud cristiana resaltando la caridad, paciencia, sinceridad
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y disposición para atender al paciente en lo que necesitara y, con el médico en lo que
ordenara.
Es innegable que el sentido que se le ha dado a la profesión a lo largo de su existencia, ha
permeado en la identidad profesional de quienes la ejercen, aún cuando hay rasgos que
permanecen, hay otros que debido al contexto en el que se ha desarrollado como el contexto
social, económico, político e ideológico, aunado a su desarrollo científico, se han desvanecido.
Sin embargo, todavía se mantiene el espíritu de ser una profesión eminentemente humana
(Lázaro, 2007).
3. La enfermería como profesión
Sin una motivación por parte de aquella persona que quiera ser enfermera, sería inaceptable
su incursión en esta profesión, aunque la motivación sea por eventos meramente
circunstanciales. Hemos visto en el apartado anterior cómo la enfermería se ha forjado
socialmente a través de una serie de cualidades que han estado influenciadas por el mero afán
de servir y ayudar a los demás, es decir, por la vocación de servicio. Sin embargo la identidad
profesional de la enfermera no sólo se ciñe a la herencia histórica y tradicional, en su
conformación, también entran en juego otros factores como la relación que establece con sus
colegas. A través de esta relación el profesional de enfermería puede reconocer a los otros y a
ella misma como profesional. En este proceso se construyen redes de significado que se
comparten cotidianamente entre el grupo de pares, entre las que se pueden destacar redes
como:
“a) las de significados de saberes y rituales disciplinarios que incluye aprender los
hechos, las habilidades y las teorías de la profesión, es decir, los aspectos
cognoscitivos y valorativos; b) los significados de pertenencia mediante los cuales se
identifican entre sí y con la acción de las y los otros; c) significados de diversidad que
representa la tensión entre la individualidad y lo sociocultural, constituye la
especificidad como individuo que no se comparte con los demás; d) significados de
desigualdad ideológico – política construidos desde la condición de género, de clase e
ideología que se posee y que es preciso cruzar para comprender los significados de
desigualdad en micro culturas de profesionales de enfermería”. (Castrillón, 2008, p. 5).
Por lo tanto se deduce que la formación profesional no termina en el momento de haber
concluido los estudios, sino que es intemporal ya que a lo largo de su trayectoria ésta continúa.
Por ende tampoco es aislada pues intervienen elementos como el contexto familiar, uno de los
principales, pues el involucramiento de ésta con la profesión facilita que la enfermera prosiga
ya sea con su preparación o en lo laboral (Venegas, 2007). Sin embargo es el ámbito laboral
donde el ejercicio de la profesión encuentra su más amplio campo de formación profesional, en
este sentido se puede destacar el académico y el asistencial.
Muy unido a la formación profesional y al ejercicio de la profesión se desarrolla el sentido de
pertenencia. En primer lugar se pertenece a un grupo con una labor específica, que es el de
atender al individuo, en segundo lugar, la pertenencia a la institución hospitalaria en la que se
desempeña como trabajadora y que implica comprender la misión, objetivos, símbolos, normas,
para que asuma un nivel de compromiso y civilidad con ésta (Castrillón, 2008).
El sentido de pertenencia se construye, y se expresa a través del conocimiento de los
principales problemas, necesidades y deficiencias que se ubican en su campo de trabajo.
Asumir su profesión como una carrera de vida, el conocimiento de sus derechos y obligaciones
y la utilización de los recursos a su alcance para el mejoramiento de su capacidad profesional,
así como el reconocimiento, a partir de una valoración realista, del significado que su trabajo
tiene para los pacientes, la familia de éstos y la sociedad, refuerzan su pertenencia al grupo
profesional (Pérez, 2010). Hay que agregar que el sentido de pertenencia implica poseer
valores como honestidad, respeto, tolerancia, responsabilidad, honradez, solidaridad, lealtad y
justicia, cuya acción recae en el paciente, en sus colegas, en sus compañeros de otras
profesiones y en la misma institución hospitalaria.
3.1. Oficio del cuidado
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La enfermera sume el cuidado como el eje y objetivo de la profesión, desde la edad media la
caridad y la filantropía fundamentaban las prácticas de cuidado en las nacientes instituciones
hospitalarias, donde las comunidades religiosas se constituyen como las antecesores del
cuidado al enfermo. Al reconocerse la enfermería como profesión, continúan con esta práctica,
aunque ahora se exige profesionalismo, fundamentación, independencia en la toma de
decisiones propias, oportunas y compromiso ciudadano “Las enfermeras constituyen sujetos de
cultura y afecto, educados para desempeñar su misión como actores sociales” (Castrillón,
2008, p. 5), entendiéndose como misión la de brindar un cuidado individual, integral y continuo:
“nos ocupemos por su bienestar, le ofrezcamos compañía y lo orientemos en el transitar de la
salud o enfermedad cuando otorgamos el cuidado enfermero”. (Armendáriz, 2009, p. 45).
Otorgar cuidado requiere que la enfermera delimite su autonomía para que decida libremente
su acción hacia el paciente. La acción del cuidar incluye la familia, e incluso la comunidad,
mediante tareas como la de orientar, enseñar, es así que el cuidado es el resultado de la
interacción humana que se da entre la enfermera y el paciente, familia y comunidad.
Quizá la acción del cuidar sea el elemento que agrupa todos los rasgos distintivos de la
identidad profesional de la enfermera y sea la acción donde ésta se objetiva. Ante la exigencia
de brindar un cuidado cada vez más especializado, la enfermera se ve obligada a
especializarse y dominar técnicas que le permitan realizar sus actividades con pericia y acierto,
para estar en condiciones de poder brindar una mejor atención. Por lo que la actividad técnica
– asistencial, en muchas ocasiones está por encima de cualquier otra actividad de carácter más
intelectual, ya que proporciona seguridad y da un mayor reconocimiento al profesional que la
realiza (Chocarro, 2004). La aplicación adecuada de las técnicas propicia el reconocimiento del
paciente, de su familia, del médico, quienes finalmente son los evaluadores del buen o mal
cuidado que proporciona la enfermera. Por lo tanto la esencia de la profesión está basada en el
desarrollo de competencias y habilidades, se podría decir que el modelo educativo de la
profesión siempre se ha basado en el modelo por competencias y habilidades. Es así, que a
diferencia de las actividades que desarrollaba en sus inicios la enfermería, hoy está orientada
al desarrollo integral, que toma en cuenta las necesidades de acuerdo al entorno del individuo,
conjunta atributos, destrezas, habilidades, actitudes y valores, que se ven reflejadas en su
trabajo y que nos hablan de una identidad profesional que depende de las circunstancias en las
que tiene que atender a su paciente.
3.2. Representación de la enfermera
La representación social de la identidad profesional de las enfermera, se construye en una
dinámica donde se entrelazan un conocimiento que parte de formas de saberes e ideas
ancladas en un marco socio- histórico, objetivado a través de una representación caracterizada
por, estereotipos, donde se han perpetuado conceptos tradicionales y modernos como:
vocación, altruismo, sumisión, liderazgo, compromiso.
La representación de la enfermera depende de dos elementos, por un lado la imagen que de sí
misma tiene la enfermera y, por otro la imagen que tienen los otros de ella. La imagen que de sí
misma tiene la enfermera de acuerdo a Armendáriz (2009), influye en su modo de pensar,
actuar y de establecer relaciones con su entorno, así su imagen puede ser favorable o no sobre
sus modos de actuación profesional y emitir sobre sí juicios valorativos. Estos juicios dependen
fundamentalmente de lo que las enfermeras creen que perciben los pacientes de ella, lo que
contribuye a fortalecer o no, su compromiso con la profesión y su paciente.
En cuanto la imagen social, es la representación que los otros tienen de la profesión y de la
enfermera, así la enfermería se erige como la profesión cuya misión es la de perdurar la
sobrevivencia de la humanidad (Castrillón, 2008). Hacia los ojos de la sociedad la enfermería
es más que una práctica profesional, es una ocupación que presta servicios de beneficencia,
que no tienen un valor monetario porque su esencia es estar al servicio de la humanidad:
“Reconocernos como profesión, exige profesionalismo, fundamentación, independencia
en la toma de decisiones propias, oportunas y compromiso ciudadano, las enfermeras
constituyen sujetos de cultura y afecto, educados para desempeñar su misión como
actores sociales”. (Castrillón, 2008, p. 7).
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De la disponibilidad para realizar sus tareas depende en mucho la satisfacción que le pueda
generar el ejercicio de su profesión. La satisfacción por la profesión se deriva por la realización
de procesos que implican el empleo de sus conocimientos y habilidades en el desarrollo de los
procesos de atención y cuidado del paciente (Pérez, 2010).
4. Elementos que se agregan a la identidad profesional de la enfermera
Hemos visto una amplia gama de elementos que han contribuido en la formación de la
identidad profesional de la enfermera. Aunque conceptos tradicionales han permeado su
identidad, hoy se agregan nuevos elementos que la modifican, debido a la insistencia de hacer
de la enfermería una profesión que involucra actividades que van más allá de la acción del
cuidar y atender a un enfermo.
La multi especialización de la medicina, requiere también la diversificación en las
especialidades de la enfermería acordes al desarrollo científico tecnológico. Para el desempeño
de sus funciones este gremio requiere de organizarse en su interior y fortalecer sus
conocimientos, es así que la enfermera se involucra en actividades administrativas, docentes y
de investigación.
En el aspecto administrativo tiene que asumir las políticas institucionales con respecto a las
prácticas laborales y la prestación de sus servicios para poder construir una adecuada
estructura organizativa del gremio cuyo objetivo sea ofrecer un adecuado servicio de
enfermería. En cuanto al aspecto educativo, este está enfocado fundamentalmente en la
educación para la salud del paciente, familia y comunidad.
En lo que respecta al desarrollo de investigaciones realizadas por enfermeras, cada vez es más
la actividad en este aspecto, fomentado principalmente por las instituciones educativas que se
vinculan con el sistema hospitalario su principal fuente de información (Velandia, 2010).
Otro aspecto importante es la evolución legal que la profesión ha tenido y que sin duda es otro
elemento que también se agrega a la conformación de la identidad profesional de la enfermera.
Su reglamentación y contar con un código ético, ha contribuido a que su ejercicio esté
comprometido con su quehacer profesional, que hoy es mucho más amplio como, brindar
calidad en el cuidado, tener un estatus profesional y sobre todo asumir el profesionalismo de
sus intervenciones.
5. A modo de conclusión
Se puede decir que la identidad profesional de la enfermera se ha construido en función de un
conglomerado de significaciones cuya base es el cuidado del individuo. Por esta razón la
identidad profesional contiene en sí misma varias definiciones que constituyen el ser
enfermera.
Con base en lo anterior, la identidad profesional está constituida por conceptos heredados que
reivindican su función principal: el cuidado. Por lo tanto la identidad profesional de enfermera
es un proceso dinámico y cambiante dependiente de los avatares que le han impuesto las
exigencias del desarrollo social, tecnológico y científico. Es así que ante el ayudar y servir a los
demás, también se ha formado una enfermera capaz de cuestionar, de actuar con seguridad e
autonomía.
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