PRINCIPIO DE EXCLUSIVIDAD JURISDICCIONAL Cuando se habla de la independencia del Órgano Jurisdiccional, se está refiriendo al contenido del artículo 203 constitucional. Y de igual forma a la potestad de juzgar. La justicia se imparte de conformidad con la Constitución y las leyes de la República. Corresponde a los tribunales de justicia la potestad de juzgar y promover la ejecución de lo juzgado. Los otros organismos del Estado deberán prestar a los tribunales el auxilio que requieran para el cumplimiento de sus resoluciones. Los magistrados y jueces son independientes en el ejercicio de sus funciones y únicamente están sujetos a la Constitución de la República y a las leyes. A quienes atentaren contra la independencia del Organismo Judicial, además de imponérseles las penas fijadas por el Código Penal, se les inhabilitará para ejercer cualquier cargo público. La función jurisdiccional se ejerce, con exclusividad absoluta, por la Corte Suprema de Justicia y por los demás tribunales que la ley establezca. Ninguna otra autoridad podrá intervenir en la administración de justicia. El principio de exclusividad jurisdiccional se sustenta en la base que afirma que para que un juez o tribunal llegue a conocer de un caso, es preciso que el órgano Jurisdiccional haya creado el cargo de juez o tribunal conforme a lo descrito en la ley vigente, estar en funciones y tener competencia preestablecida. Nadie puede ser extraído del juez designado por la ley antes del hecho de la causa. Hay una base para afirmarlo y es que nadie podrá ser condenado sino ante juez o tribunal competente y preestablecido. PRINCIPIO DE JUEZ NATURAL Cuando la doctrina hace referencia al Juez Natural, hace referencia a aquél juez existente previamente al inicio de la causa que se tramita contra el sujeto activo de la acción criminal. Dicho juez tiene la preferencia en el conocimiento del proceso, pues es el preestablecido por el sistema antes de que se produzca el acontecimiento que motiva el proceso. Dicho juez no podrá ser cambiado en el transcurso del desarrollo del juicio. Con él se inicia la acción de persecución criminal y con aquél a quien corresponda, que llene los mismos requisitos del anterior, concluirá la causa, si es que llega a un tribunal de Sentencia. El mover al juez de su puesto, para que sea otro quien juzgue y dicte sentencia, atenta contra el principio de juez natural. El artículo 7 del CPP afirma que el juzgamiento y decisión de las causas penales se llevará a cabo por jueces imparciales e independientes, sólo sometidos a la constitución y a la ley. La ejecución penal estará a cargo de los jueces de ejecución. Por ningún motivo las restantes autoridades del Estado podrán arrogarse el juzgamiento de causas pendientes o la reapertura de las ya terminadas por decisión firme. Nadie puede ser juzgado, condenado, penado o sometido a medida de seguridad y corrección, sino por los tribunales designados por la ley antes del hecho de la causa. Como se aprecia, el artículo 7 consagra la garantía de juez natural, principio en virtud del cual nadie puede ser juzgado por comisión, tribunal o juez especialmente nombrado para el caso, sino exclusivamente por órganos jurisdiccionales preestablecidos que tienen la función de aplicar, integrar e interpretar las leyes en los casos concretos. Es absoluta la prohibición de juzgamiento fuera del poder judicial. El Art. 9 constitucional indica que las autoridades judiciales son las únicas competentes para interrogar a los detenidos o presos. Esta diligencia deberá practicarse dentro de un plazo que no exceda de veinticuatro horas. El interrogatorio extrajudicial carece de valor probatorio. Y lo reafirma el Art. 12 Constitucional: La defensa de la persona y sus derechos son inviolables. Nadie podrá ser condenado, ni privado de sus derechos, sin haber sido citado, oído y vencido en proceso legal ante juez o tribunal competente y preestablecido. Ninguna persona puede ser juzgada por Tribunales Especiales o secretos, ni por procedimientos que no estén preestablecidos legalmente. Lo que nos dice la teoría del juez natural es que, todo individuo que sea señalado de la comisión de un hecho delictivo, tiene derecho al juez natural, y éste es aquél que se encontraba al frente del despacho judicial al momento en que fue cometido el hecho delictivo, quien no podrá ser cambiado por autoridad superior jerárquicamente existente. La Corte Suprema de Justicia no puede llegar a tomar la decisión de que sea cambiado el juez del tribunal, cuando tema que el juez que está en el despacho y a quien le corresponde juzgar el proceso, no resuelva conforme a sus intereses o no sea posible influir en sus decisiones. Cambiar al juez de la causa significa atentar contra la teoría del juez natural. A nadie se le puede condenar sino mediante juez o tribunal competente preestablecido con anterioridad al inicio de la causa. Pero la realidad es otra en nuestro sistema. Lamentablemente se aprecia que las autoridades superiores de la Corte Suprema de Justicia, en algunos casos de alto impacto social o de ser de mayor trascendencia internacional, buscan siempre obviar la existencia de la garantía constitucional de ser juzgado por juez preestablecido. Lo cierto es que se atenta contra uno de los mayores principios constitucionales de un Estado de Derecho. Si nos queremos vanagloriar de que formamos parte de una sociedad civilizada en la cual, los principios constitucionales rigen la vida social de nuestra nación y nos mantienen dentro de una sociedad pacífica y segura, habrá que luchar por preservar el principio de juez natural, a efecto de que se logre evitar las arbitrariedades que se causan cuando se llegan a omitir por completo las reglas del juego para todos los involucrados en la administración de justicia. La historia en nuestro país ha demostrado que para algunas autoridades del Organismo Judicial vale muy poco el principio de juez natural y un solo caso me ha servido de ejemplo para demostrarlo. Siempre les traigo a la memoria el mismo a los alumnos porque ha sido el más paradigmático y el mejor ejemplo del irrespeto al principio de juez Natural. El caso es aquél, en que días después de haber tomado posesión el Presidente de la República, se da un incidente en una de las aldeas de la Ciudad de Antigua Guatemala. El señor Presidente galopando un caballo de pura raza por las calles de la Aldea, en horas de la mañana, en uno de los callejones del lugar, de frente se encuentra con un vehículo, manejando por un lechero, quien conducía erráticamente. Los guardaespaldas del presidente, le acertaron varios disparos al lechero, quien así detuvo su marcha. Se alegó una legítima defensa. Lo cierto es que se trató de un aldeano humilde, que conducía erráticamente porque el vehículo no le funcionaba del todo bien, pero andaba repartiendo la leche extraída del ganado esa mañana. Se llevó a cabo el juicio y fueron condenados los responsables de la muerte del lechero. El caso fue el de Saz Rompich. La defensa de los guardias del presidente tenían que acudir a la Sala de Apelaciones Jurisdiccional, que está situada en la Ciudad de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, pero los magistrados que la integraban, no daban mucha seguridad de que podrían ser influenciados por el sistema político nacional. Los guardaespaldas deseaban obtener certeza de que obtendrían una sentencia absolutoria y favorable a sus intereses. La Corte Suprema de Justicia sorprendió a todos, decidió disolvió la integración de dicha Sala, y colocó a los puestos de los Magistrados titulares, a personas idóneas que eran fáciles de ser manipuladas. Ellos trataron con mucha benevolencia a la Guardia Presidencial que había sido condenada por la muerte del lechero. La Sala de la Corte de Apelaciones resolvió el recurso de apelación especial, de forma muy favorable para los imputados el caso. Así se había ordenado por autoridades superiores de la Corte Suprema de Justicia. Aquí se atentó contra el principio de juez natural, se cambió por completo la integración de la Sala de Apelaciones precisamente con el propósito de que dictaran una sentencia que fuera del agrado del señor Presidente de la República, quien lo había requerido al Presidente de la Corte Suprema de Justicia, con quien se vanagloriaba de ser muy buen amigo.