LAS DOS AGRICULTURAS DE LA PROVINCIA DE ALMERÍA

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COMUNICACIÓN
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LAS DOS AGRICULTURAS DE LA PROVINCIA DE ALMERÍA:
COMARCAS INTERIORES VERSUS COMARCAS COSTERAS
David Uclés Aguilera y José Ángel Aznar Sánchez
Universidad de Almería
I. INTRODUCCIÓN
La ubicación periférica de la provincia de Almería –situada en el extremo sudoriental de la Península
Ibérica–, sus deficientes vías de comunicación, su accidentada orografía y una estructura productiva muy
atrasada, basada en una agricultura de subsistencia, la llevaron a ocupar los últimos lugares nacionales en
los indicadores de desarrollo hasta finales de los años sesenta.
Sin embargo, en las tres últimas décadas Almería ha experimentado un importante proceso de crecimiento
económico que se apoyó en sus inicios básicamente en la agricultura intensiva. El surgimiento de este tipo
de agricultura a principios de los años sesenta y su posterior consolidación, tuvo un fuerte impacto en
todos los órdenes volviendo a conectar a la economía almeriense con los mercados nacional e
internacional. Sus efectos positivos se extendieron más allá de su estricta ubicación geográfica,
coadyuvando a la reactivación de la economía provincial, que vio crecer su PIB per cápita a ritmos
superiores a la media nacional (ver figura 1).
Actualmente, la agricultura intensiva constituye uno de los pilares básicos en los que se sustenta el
modelo de desarrollo almeriense. Como prueba de la importancia del sector agrario en la provincia, baste
mencionar que en 1993, su aportación al PIB era del 18,8%, frente al 9,4% andaluz y al 5,0% español. En
términos de empleo las diferencias también son notables: este sector incorpora al 27,0% del total del
empleo ocupado de la provincia, frente al 13,2% de Andalucía y al 10,1% de España (Molina Herrera y
Fernández Aguilera, 1995). Junto a esta moderna agricultura, que se desarrolla en las comarcas del litoral,
pervive en las del interior otra de carácter tradicional que arrastra serios problemas estructurales y de
supervivencia a largo plazo.
FIGURA 1. PIB p.c. de Almería, años 1955-1993. (% de la media nacional)
8 0,0 0
7 5,0 0
España=100
7 0,0 0
6 5,0 0
6 0,0 0
5 5,0 0
5 0,0 0
1993
1991
1989
1987
1985
1983
1981
1979
1977
1975
1973
1971
1969
1967
1964
1962
1960
1957
1955
4 5,0 0
Fuente: Molina Herrera y Fernández Aguilera (1995).
616
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COMUNICACIÓN
El objetivo del presente trabajo es poner de relieve las diferencias existentes entre estos dos tipos de
agricultura presentes en el espacio almeriense. Para ello se analizarán los aspectos estructurales de las
distintas comarcas agrarias a través de diferentes indicadores, mostrando las peculiaridades de cada una
de ellas. Finalmente, se destacarán sus respectivas problemáticas y las posibles estrategias a seguir para
superar los desafíos a los que se enfrentan.
II. LA AGRICULTURA INTENSIVA DE LAS COMARCAS COSTERAS
1
La revolución que la agricultura intensiva ha representado para el campo almeriense tuvo sus orígenes en
una serie de experiencias llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Colonización en el Campo de Dalías
a finales de los años cincuenta. Inicialmente en esta comarca predominaba el erial, y la escasa actividad
agrícola se centraba en el pastoreo y en la explotación puntual de algunas hectáreas de parral (Hernández
Porcel, 1986:134), sin embargo la extracción de agua subterránea y la introducción de la técnica del
enarenado consiguieron superar las adversidades ambientales (escasez de agua, mala calidad del suelo,
excesivo grado de salinidad), obteniéndose mayores rendimientos, mejor calidad y una gran precocidad
2
en los cultivos . Tras estos éxitos iniciales, se generó un sostenido proceso de crecimiento de este tipo de
agricultura (ver figura 2), que ha llevado a que Almería ocupe actualmente el primer puesto nacional en la
Producción Hortícola y el quinto en la Producción Final Agrícola (Galdeano Gómez y Jaén García,
1995:260).
FIGURA 2. Evolución de las superficie invernada en la provincia de Almería. Años 1963-1993
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
1993
1991
1986
1983
1981
1979
1971
1968
1963
0
Fuente: Revista Poniente (1994).
Esta continua mejora de la agricultura intensiva almeriense en el contexto nacional se ha apoyado en la
paulatina introducción de una serie de mejoras técnicas (cultivo bajo plástico, riego por goteo, semillas
híbridas) que han permitido mejorar su productividad. Esto ha dado lugar a un tipo de agricultura
intensiva en capital y mano de obra, que resulta ser mucho más dinámica y productiva que las demás
agriculturas que se pueden identificar en Andalucía (Rodríguez García, 1990).
Paralelamente a este desarrollo de la producción se fueron generando estructuras comerciales que
permitieron, por un lado, dar salida a cantidades cada vez más importantes de productos y, por otro,
incorporar mayor valor añadido. En este sentido, la progresiva concentración de las ventas en los
mercados exteriores ha sido clave en la mejora de la calidad y en el incremento del valor añadido, al tener
que adaptarse a las preferencias de unos consumidores cada vez más exigentes (Molina Herrera, 1991).
1
Fernández Lavandera y Pizarro Checa (1981) hablan de “la nueva fiebre del oro” al analizar el desarrollo de esta agricultura intensiva
en la provincia de Almería, p. 34.
De esta forma la producción almeriense complementaba y no entraba en conflicto con la nacional y europea al presentar un calendario
de recogida y comercialización distinto, evitando así los efectos de la protección comunitaria en frontera.
2
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Esta agricultura encontró su enclave principal en el Campo de Dalías para extenderse posteriormente
hacia el levante sobre la franja costera, creando un auténtico “mar de plástico” (ver figura 3). Esta
localización desencadenó una importante corriente migratoria hacia estas comarcas. El resultado de estos
flujos poblacionales ha sido que de las ocho comarcas agrarias de la provincia, sólo las tres situadas en el
litoral –en las que la agricultura intensiva es predominante– han visto aumentar su población entre los
años 1965 y 1991, siendo el caso más espectacular el del Campo de Dalías que casi la duplica en tan sólo
26 años (ver cuadro 1).
FIGURA 3. Comarcas agrarias almerienses
Fuente: INE (1991).
CUADRO 1. Dinamicidad demográfica de las comarcas agrarias almerienses.
Años 1965-1991
Comarca
Alto Almanzora
Alto Andarax
Bajo Almanzora
Campo de Dalías
Campo de Níjar y Bajo Almanzora
Campo de Tabernas
Los Vélez
Río Nacimiento
Pob. de Derecho
1965
1991
58.857
49.243
24.723
16.086
45.952
47.359
64.670
117.044
124.123
192.195
21.339
12.172
19.212
12.438
17.273
8.959
Tasa
1991/65
-16,33
-34,94
3,06
80,99
54,84
-42,96
-35,26
-48,13
Total provincial
376.149
21,09
455.496
Fuente: Molina Herrera, Uclés Aguilera y Fernández Aguilera (1993).
CUADRO 2. Titulares de la explotación por grupos de edad. Año 1989
Hasta
años
34 De 35 a De 55 a 65 y más Actividad
54 años 65 años años
principal
Edad
media
Comarcas
Total
Alto Almanzora
7.337
458
2.655
2.274
1.950
53,53%
54,9
Alto Andarax
3.574
336
1.291
1.144
803
49,58%
53,4
Bajo Almanzora
7.021
713
3.206
1.812
1.290
59,25%
51,2
Campo de Dalías
15.493
3.870
7.054
3.142
1.427
82,61%
45,1
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C. Níjar
Andarax
y
Bajo 6.857
968
3.165
1.715
1.009
62,04%
49,4
Campo de Tabernas
3.357
151
1.214
1.040
952
56,27%
55,7
Los Vélez
2.069
182
868
743
276
58,48%
51,8
Río Nacimiento
3.080
268
1.047
897
868
55,72%
54,5
Total Provincial
48.788
6.946
20.500 12.767 8.575
65,02%
50,3
Fuente: INE (1991). Elaboración propia.
Esta llegada de inmigrantes afectó a la estructura por edades de los agricultores situados en el litoral, lo
cual se puede comprobar en el cuadro 2, donde se observa que las edades medias más bajas de los
titulares de las explotaciones se dan precisamente en las tres comarcas costeras. Así, la comarca más
vinculada a la agricultura intensiva (Campo de Dalías) es la que presenta una edad media más joven,
seguida por el Campo de NÌjar y Bajo Andarax y por el Bajo Almanzora. Esta composición tiene una gran
importancia cualitativa ya que está normalmente aceptado que los estratos de población más jóvenes
tienen una menor aversión al riesgo y, en parte, podría explicar la relativa facilidad con la que son
adoptadas las “nuevas tecnologías de cultivo”, ya que éstos se sienten menos apegados a la “tradición”.
Obviamente, la velocidad de difusión de estas nuevas tecnologías es directamente proporcional a la
mejora del margen comercial que proporcionan –bien aumentando los rendimientos por hectárea, o
disminuyendo los costes, o acortando el ciclo de producción o bien mejorando la calidad de los
productos–.
En la provincia los cultivos que personifican esta descripción se circunscriben exclusivamente a la
horticultura y a la producción de flor cortada y planta ornamental (ver cuadro 3), –todas ellas de regadío–
y se extienden por la franja costera: Campo de Dalías, Campo de Níjar y Bajo Andarax y Bajo
Almanzora. El tipo de cultivo predominante en estas comarcas es el de las hortalizas, que presenta su
valor máximo en el Campo de Dalías, con un 86,62% de la superficie cultivada. En el Campo de Níjar
ocupan el 53,94% de la superficie, habiendo experimentado un notable avance en los últimos años. Sin
embargo, en el Bajo Almanzora el porcentaje desciende hasta el 25,39%, siendo aún superior la extensión
dedicada a los frutos secos (29,97%) y muy importante la dedicada a los cítricos y frutales (21,34%).
Aunque estos dos cultivos pertenecen a la denominada agricultura tradicional, la conjunción del binomio
agricultura intensiva-turismo hace de esta comarca una de las más florecientes de la provincia.
CUADRO 3. Especialización agrícola comarcal. Año 1994. (% de la superficie cultivada total)
Comarcas
Cereales
Hortalizas Demás
herbáceos
Frutos
Secos
Cítricos y Olivar Viñedo
frutales y Otros
Alto Almanzora
21,49
2,02
5,97
55,61
3,95
10,28
0,68
Alto Andarax
0,62
6,26
2,63
39,01
11,14
17,03
23,31
Bajo Almanzora
11,43
25,39
4,34
29,97
21,34
6,79
0,74
Campo de Dalías
0,26
86,62
0,14
7,11
1,53
0,68
3,66
Bajo 8,55
53,94
17,71
2,61
11,22
4,66
1,32
C. Níjar
Andarax
y
Campo de Tabernas
26,91
1,00
7,54
47,57
2,62
12,16
2,20
Los Vélez
65,65
0,12
1,77
30,40
0,10
1,61
0,35
Río Nacimiento
3,35
2,41
3,00
58,31
6,33
25,28
1,32
Total Provincial
23,49
25,77
4,68
32,04
4,95
6,78
2,28
Fuente: Molina Herrera y Fernández Aguilera (1995)
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En el cuadro 2 aparecía un dato de gran interés: el porcentaje de agricultores que tienen como actividad
principal la agricultura. En el Campo de Dalías este valor es mucho más elevado que en el resto, ya que
supone un 82,61%, lo que indica que este tipo de agricultura permite a sus titulares obtener un
rendimiento económico importante, suficiente como para que no necesiten desarrollar otra actividad que
complemente sus rentas. La observación de la figura 4, en la que se representa la rentabilidad obtenida
por tipo de cultivos, permite corroborar esta afirmación. En concreto, las hortalizas presentan el valor más
alto con 4.376.180 Ptas./Ha., dato que justifica, por sí mismo, el alto nivel de dedicación que muestran los
dueños de las explotaciones hortícolas.
FIGURA 4. Ingresos por hectárea y tipo de cultivo. Año 1996
TOTAL
Olivar
Frutales
Hortalizas
Cereales
0
1.000.000
2.000.000
3.000.000
4.000.000
5.000.000
Fuente: Consejería de Agricultura y Pesca (1997). Elaboración propia.
A pesar de este elevado grado de dedicación del titular, la gran cantidad de trabajo que requiere esta
“agricultura de jardinería” hace que, con el trabajo de la familia no sea suficiente, y se tenga que recurrir
de forma importante a asalariados. Para mostrar esta situación se ha realizado la figura 5, en la que se
representa el trabajo total en las explotaciones en Unidades de Trabajo Año (UTA) absorbidas por cada
comarca. Lo primero que destaca es la enorme cantidad de trabajo consumido en el Campo de Dalías,
trabajo que es suministrado en su mayor parte por la unidad familiar, aunque se debe recurrir a una gran
cantidad de trabajo asalariado para completar las UTA necesarias. Así, esta comarca genera el 62,90% del
trabajo agrícola total en la provincia y el 70,32% del trabajo de tipo asalariado. Con estos datos, no es de
1
extrañar que algunos autores hablen del “carácter social” de este tipo de agricultura . Nuevamente el
Campo de Níjar y Bajo Andarax es la segunda comarca en este indicador, aunque a mucha distancia de la
primera y el Bajo Almanzora se sitúa a continuación. Si tenemos en cuenta las UTA de las tres comarcas
costeras en conjunto, vemos que aglutinan el 84,08% del trabajo agrícola generado en la provincia y el
92,56% del asalariado.
1
Rueda Cassinello (1981) destaca que este tipo de agricultura intensiva presenta la ventaja, frente a la tradicional, de una distribución
más racional de la ocupación a lo largo del año, lo que redunda en una gran estabilidad social para estos agricultores. p. 5.
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FIGURA 5. Trabajo total en las explotaciones en Unidades de Trabajo-Año (UTA). Año 1989
Campo Nijar
Campo Dalías
Alto Andarax
Asalariados
Campo Tabernas
Otra familia
Cónyuge
Rio Nacimiento
Titular
Bajo Almanzora
Alto Almanzora
Los Vélez
0
5.000 10.000 15.000 20.000 25.000 30.000
Fuente: INE (1991). Elaboración propia.
En cuanto al tamaño de las explotaciones (cuadro 4), en general, las comarcas costeras tienen una
concentración especial en los tamaños de parcela más pequeños. Así, en el Campo de Dalías el 93,74% de
las explotaciones con tierras tienen menos de 5 hectáreas. Esta relación inversa que se produce entre el
grado de concentración de la propiedad de las explotaciones y el nivel de intensidad de los cultivos, ya
fue puesto de manifiesto por Ferre Bueno (1981) y Martínez Sierra (1979). Este tamaño inferior se
justifica por los elevados requerimientos de capital, tanto fijo (construcción del invernadero, sistemas de
1
riego, etc.) como circulante (semillas, fertilizantes, etc.), la gran cantidad de mano de obra que absorbe , y
los elevados rendimientos por hectárea. De esta manera, las superficies medias más bajas de las distintas
comarcas se distribuyen por el litoral, con la excepción del Alto Andarax, que se inserta entre el Campo
de Níjar y el Bajo Almanzora.
CUADRO 4. Porcentaje de explotaciones según superficie total en Has.
Comarcas
≥0,1 a <5
≥5 a <10 ≥10 a <20 ≥20 a <50
≥50
Sup. media
Alto Almanzora
55,08
15,78
13,76
10,09
5,28
12,15
Alto Andarax
89,34
5,47
2,03
1,61
1,56
4,72
Bajo Almanzora
66,58
16,21
9,14
5,32
2,77
8,22
Campo de Dalías
93,74
3,29
1,37
0,78
0,81
3,73
C. Níjar y Bajo Andarax 86,57
5,29
3,43
2,27
2,44
5,75
Campo de Tabernas
26,06
18,27
22,18
20,61
12,88
22,24
Los Vélez
30,25
11,30
17,70
22,13
18,61
25,98
Río Nacimiento
61,20
15,40
11,46
7,36
4,58
10,45
Total provincial
73,26
9,61
7,46
5,80
3,88
8,65
Fuente: INE (1991). Elaboración propia.
1
En el año 1977 Dalías era, de las 55 comarcas agrarias de Andalucía, la que demandaba más mano de obra agraria, tanto en términos
absolutos como relativos a la superficie. Calatrava Requena (1982:84).
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III. LA AGRICULTURA MARGINAL DE LAS COMARCAS DEL INTERIOR
Al lado de la agricultura intensiva, más rentable y generadora de gran cantidad de empleo, en la provincia
subsiste otra agricultura de carácter tradicional, prácticamente de montaña (Sáenz Lorite, 1992). A la hora
de establecer comparaciones entre ambas, debemos tener en cuenta que el medio natural del interior
resulta bastante hostil para el desarrollo de las actividades agrarias. Así, el clima árido, las precipitaciones
de tipo torrencial, la pobreza de los suelos y la elevada altitud hacen que sus niveles de productividad
sean muy reducidos. Pero junto a estos condicionantes de carácter natural, las deficiencias existentes en
su estructura productiva (baja intensidad de capital, escasa utilización de inputs químico-biológicos, uso
de suelos marginales, etc.) acentúan el diferencial de rendimientos existentes con respecto a la agricultura
del litoral.
Además, las producciones en las que se especializan estas comarcas son los frutos secos –normalmente
almendro–, los cereales, el olivar y, en el caso del Alto Andarax, el viñedo. Esto es, aparece la triada de la
agricultura tradicional mediterránea (cereal, vid y olivo). Productos con los que no se logró en 1996,
superar las 500.000 pesetas por hectárea, e incluso en el caso concreto del cereal, el rendimiento
económico fue de tan sólo 22.392 pesetas por hectárea. Ante los más de 4 millones de pesetas por
hectárea obtenidos en las hortalizas, es evidente la pequeña repercusión económica que la agricultura de
estas comarcas tiene sobre el total provincial.
En cuanto a la cantidad de trabajo generada por las explotaciones agrarias en las comarcas del interior, en
conjunto representan sólo el 15,92% del total y éste es realizado básicamente por el titular y sus
familiares. Destaca el caso de Los Vélez, en el que, aún cuando el tamaño de las explotaciones es el más
grande, el recurso al trabajo asalariado sólo supone un 5,29%. A este panorama habría que añadir una
elevada edad de los propietarios de las explotaciones, con edades medias por encima de los 51 años en
todos los casos (cuadro 2). Entre todas las comarcas resalta el Campo de Tabernas, en el que esta edad
media se eleva hasta los 55,7 años, muy cerca ya de la jubilación. Esta elevado grado de envejecimiento
se conjuga con unos índices de dedicación principal a la agricultura inferiores al 60%, fruto del escaso
rendimiento económico que se obtiene de las mismas.
El tamaño de las explotaciones en el interior, en virtud del tipo de cultivos que trabajan, es muy superior a
la del litoral, alcanzando para el caso de Los Vélez las 25,98 hectáreas. Sin embargo, vemos como el Alto
Andarax no cumple con el axioma de menor intensidad, mayor superficie. En esta comarca la extensión
media se sitúa en las 4,72 hectáreas, la cifra más baja de todas, si exceptuamos al Campo de Dalías. La
explicación a este fenómeno la encontramos en el reducido porcentaje de dedicación principal a la
explotación –el más bajo de la provincia– y en su especialización en los frutos secos y olivar. Esto nos
indica que las explotaciones son, en su mayoría, de las denominadas “de fin de semana”, cuidadas por la
unidad familiar, y cuyas rentas son sólo un complemento para los propietarios.
Hemos querido relacionar el tamaño medio de la explotación con la edad de los propietarios. Suponiendo
que la edad es una medida de la propensión a la utilización de nuevas técnicas de cultivo y que la
superficie nos va a indicar el grado de intensidad de los cultivos, podríamos hacer una radiografía de
urgencia de la situación de las distintas comarcas (figura 6).
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FIGURA 6. Relación entre tamaño de las explotaciones y la edad media del propietario.
28,65
Los Vélez
24,65
Campo
de Tabernas
Superficie Media
20,65
16,65
Alto Almanzora
12,65
Río Nacimiento
8,65
Bajo Almanzora
4,65
0,65
44,3
46,3
Alto Andarax
C. Níjar y
Bajo Andarax
Campo de Dalías
48,3
50,3
52,3
54,3
56,3
Edad media del propietario
Fuente: Elaboración propia a partir de los cuadros 2 y 4.
El panorama es el de dos comarcas con ambas magnitudes por debajo de la media provincial: el Campo
de Dalías y el de Níjar. Ambas presentan los niveles más bajos, indicando que son los espacios más
dinámicos e intensivos en sus técnicas agrícolas. El Bajo Almanzora, por su parte, presentaría una
agricultura en transición hacia la intensificación. Mientras, Los Vélez y el Campo de Tabernas serían las
comarcas más atrasadas, con unos agricultores de edad avanzada y con procedimientos agrarios
extensivos.
La escasa rentabilidad de las producciones y el elevado porcentaje que el empleo agrícola representa
1
sobre el total en las comarcas del interior son una muestra palpable del bajo nivel de desarrollo
económico de estas zonas, y nos autorizan a hablar de áreas deprimidas. Este tipo de agricultura, de
secano, ligada a cultivos tradicionales, que utiliza técnicas atrasadas y que, por tanto, genera bajos índices
de productividad y rentas agrarias de subsistencia, no proporciona expectativas de futuro en las comarcas
del interior y no es capaz de servir de freno al continuo trasvase de población hacia el litoral. Además, el
futuro se presenta bastante incierto, ya que el grado de envejecimiento de los agricultores de muchas de
estas áreas es tremendamente acusado, lo cual va a dificultar la continuidad de la actividad ante la
ausencia del necesario reemplazo intergeneracional.
IV. TIPOLOGÍA DE LAS COMARCAS AGRARIAS ALMERIENSES
Aún cuando a priori comenzamos hablando de dos tipos de comarcas, unas de agricultura intensiva,
rentable y generadora de riqueza, y otra tradicional, deprimida y de subsistencia, pensamos que, a la vista
de los datos, habría que distinguir al menos tres categorías:
1
A este respecto, Molina Herrera y Fernández Aguilera (1995) destacan la importancia relativa que el sector agrario tiene sobre el
empleo total en el interior de la provincia, donde algunas comarcas llegan a alcanzar porcentajes del 91,8% de activos agrarios sobre el
total de activos, caso de la comarca de Fiñana –usando el criterio de comarcalización de la Junta de Andalucía–.
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COMUNICACIÓN
Comarcas especializadas en la agricultura intensiva de hortícolas, con explotaciones de pequeña
dimensión, gestionadas por agricultores relativamente jóvenes, que genera una gran cantidad de trabajo
directo e indirecto, que precisa fuertes inversiones en capital fijo y circulante y que, al mismo tiempo,
presenta unos amplios rendimientos económicos. Responden a este perfil el Campo de Dalías y el Campo
de Níjar y Bajo Andarax.
Una comarca de transición, en la que conviven cultivos de carácter extensivo (como los frutos secos) con
hortalizas en invernadero. Esta es el Bajo Almanzora, que presenta una clara dicotomía en su
personalidad, con superficies grandes en comparación con el Campo de Dalías, unos agricultores no
demasiado envejecidos y con una importancia del empleo asalariado (39%) relativamente bajo.
Comarcas de agricultura tradicional, especializadas en cultivos extensivos, que generan poco empleo y
1
bajos rendimientos económicos, que ha generado una fuerte sangría migratoria . Comarcas en las que la
agricultura no permite a la mitad de los titulares una dedicación principal, y muchos de los cuales se
encuentran ya cercanos a la jubilación. Forman parte de este grupo todas las comarcas agrarias situadas en
el interior provincial.
No obstante, la mayor diferencia se encuentra en el nivel de desarrollo socioeconómico. Los dos primeros
grupos de comarcas cuentan con una ubicación costera, lo que ha favorecido el surgimiento de una
pujante actividad turística que coadyuva a la agricultura a generar rentas suficientes como para elevar a la
provincia hasta puestos intermedios, a escala nacional, en el nivel de PIB per cápita. Asimismo, parte del
excedente agrario se está invirtiendo en crear un sector industrial auxiliar de la agricultura (envases,
fitosanitarios, abonos, sistemas de riego, plásticos, abejorros, etc.). Al tiempo, merced a la clasificación y
comercialización emprendida por empresas locales, parte del valor añadido que antes beneficiaba a otras
provincias, ahora revierte en Almería. Por contraste, las comarcas de interior se están viendo cercadas por
la espiral de la pobreza y por el despoblamiento, existiendo pocas alternativas para su reactivación
económica.
V. DESAFÍOS INMEDIATOS DEL SECTOR AGRARIO ALMERIENSE
El sector agrario tiene una gran importancia dentro de la estructura productiva almeriense, tanto en
términos de valor añadido como de empleo. Actualmente coexisten dos agriculturas: una moderna y
rentable, con una gran especialización productiva localizada en la franja costera; y otra de tipo marginal y
no competitiva, en las comarcas del interior, ligada a cultivos tradicionales. Ambas se enfrentan a
diferentes problemáticas.
Aún cuando hemos visto que la agricultura intensiva, mayoritaria en el Campo de Dalías, genera una gran
cantidad de empleo directo, obtiene unos rendimientos económicos importantes y, en suma, permite un
proceso de acumulación de riqueza y población en las comarcas en las que se desarrolla; en los últimos
años están surgiendo una serie de dificultades que pueden comprometer, no sólo su expansión, sino
incluso su sostenimiento. Entre los diversos problemas que amenazan su futuro los más acuciantes serían
la sobreexplotación de los acuíferos y las nuevas relaciones en el mercado.
A pesar que desde 1984 está limitada por ley la creación de nuevos invernaderos debido a la
sobreexplotación de las capacidades hídricas, su número ha continuado creciendo hasta nuestros días. Son
numeras las posibles soluciones al déficit hídrico existente en el área de la agricultura intensiva (Uclés
Aguilera y Aznar Sánchez, 1996); sin embargo, lo realmente importante es que se pase a la acción antes
de que ya no exista remedio posible.
Respecto a la comercialización, el principal obstáculo reside en la escasa dimensión de las empresas
exportadoras, insuficiente ante unos mercados exteriores en los que la demanda está cada vez más
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Ni siquiera el Alto Almanzora, que cuanta con un importante núcleo de atracción en torno a la industria del mármol, queda exenta de
esta emigración masiva (véase cuadro 1).
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concentrada (grandes superficies, cadenas de alimentación, centros de compras, etc.). El futuro del sector
pasa ineludiblemente por una mayor concentración de la oferta en origen que mejore su posición frente a
los compradores y permita comercializar bajo una misma marca incrementando su valor añadido (García
Torrente, 1993). La viabilidad de esta agricultura reside en competir en calidad y servicios incorporados y
no sólo en precios, y esto únicamente puede realizarse a través de grandes agrupaciones de oferta. En este
sentido, resulta fundamental adaptarse a la fórmula de Organizaciones de Productores de Frutas y
Hortalizas (OPFH) emanada de las últimas disposiciones comunitarias, para tratar de desarrollarlas en la
provincia y rentabilizar al máximo los Fondos Operativos.
En definitiva, la agricultura intensiva debe realizar de forma ineludible una serie de ajustes en su
estructura productiva y comercial como imperativo apremiante ante un entorno cada vez más liberalizado,
tras el Acuerdo Preferencial UE-Marruecos y los acuerdos del GATT de 1995.
Respecto a la agricultura de las comarcas del interior, la última reforma de la PAC de 1992 acentúa, en
principio, la situación de marginación de ésta, ya que las limitaciones a las intervenciones de precios
impuestas en la misma, no tienen en cuenta las diferencias entre las explotaciones, de forma que, aunque
los productos continentales van a ser los más afectados, las grandes explotaciones del centro y norte de
Europa podrán enfrentarse mejor a esa reducción de precios (Calvo García-Tornel, 1988: 145). Estas
condiciones establecidas en la última reforma van a generar efectos negativos sobre la agricultura de
interior, especialmente para las comarcas centradas en cereales y vid, en las que no existen otras
alternativas de cultivo y que, por tanto, caen en el riesgo de abandono y desertización. Pero, ante este
negro horizonte, entre los objetivos de la nueva PAC se han establecido algunos que pueden ser
aprovechados por estas comarcas interiores de cara a evitar un auténtico desastre, no sólo económico, sino
también social. Entre ellos destacamos dos:
Mantener un número suficiente de agricultores como medio para conseguir un desarrollo rural integral.
Conservación del entorno y del medio ambiente (García Azcarate, 1992:266).
La UE reconoce en la última reforma de la PAC que, para mejorar la renta de los agricultores y de las
regiones agrícolas más atrasadas, no es suficiente con actuaciones de carácter estrictamente agrario, sino
que es necesario adoptar medidas socio-estructurales complementarias de índole regional (Gutiérrez
Fernández y Cantero Desmartines, 1997:382). Ello se debe a su convicción de que el sector agrario no
puede ser el único elemento vertebrador del medio rural al imponerse una visión del mismo más amplia
que la ligada exclusivamente a la agricultura. Por tanto, la Comunidad ha establecido una serie de ayudas
para las zonas rurales (objetivo 5b) al objeto de dinamizar el mundo rural.
Por tanto, si no queremos que las comarcas del interior provincial acaben convirtiéndose en un desierto
económico y demográfico, se deberá fomentar la diversificación de sus actividades aprovechando su
potencial endógeno, las medidas de acompañamiento establecidas en la nueva PAC y los fondos
1
estructurales .
Como conclusión indicar que en los próximos años seguirá existiendo una agricultura dual en la
provincia: por un lado, una agricultura potencialmente viable desde el punto de vista técnico y económico
en la que deberán realizarse reformas estructurales de cara aumentar su competitividad en el mercado
internacional; y por otro, una agricultura “subvencionada”, ineficiente y no competitiva, ligada a la
conservación de la naturaleza y del medio ambiente, la reforestación y la ordenación del territorio. Esto
es, el futuro de la agricultura de las comarcas del litoral pasa por una reestructuración que la haga más
competitiva, mientras que la del interior está en el cumplimiento de las nuevas funciones que la PAC
atribuye al mundo rural.
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La provincia ya se está beneficiando de un ambicioso programa de reforestación que ha contribuido no sólo a contener el fenómeno de
la desertificación sino a la creación de un número importante de empleos.
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