Coplas de Manrique (corrección ejercicios) Copla I: a) Ver en la pizarra. b) El tema principal de esta copla es la fugacidad de la vida (Tempus fugit). Como temas secundarios podemos destacar la proximidad de la muerte (Memento mori) y la vanidad de las cosas (Vanitas vanitatis). c) Jorge Manrique interpela al lector mediante formas verbales en imperativos (“Recuerde”, “avive”, “despierte”), dirigidas a la parte más espiritual de las personas que es el alma y, al mismo tiempo, el poeta involucra a los lectores en su misma visión por medio del plural inclusivo (“nuestro parecer”). Copla III: a) “Vidas” = “ríos”. Esta imagen le sirve al poeta para expresar la extensión temporal de un trayecto vital que se corresponde con el recorrido de un río. A partir de esta metáfora se sucede una alegoría (el mar es la muerte y al mar van todos los ríos, grandes, medianos y pequeños, a parar; al igual que las personas, sean del rango que sean, acaban muriendo). La muerte, en la Edad Media, es el único valor igualatorio (democrático, diríamos desde una perspectiva moderna) en la sociedad. b) Al final de la copla, se traduce el simbolismo de los ríos aludiendo a dos clases sociales antagónicas: el pueblo llano y la nobleza. Por medio de una antítesis (“los que viven por sus manos” / “los ricos”) el poeta expresa que nadie se libra de la muerte, igual que todo río, por muy caudaloso que sea, termina echando sus aguas al mar. Copla V: a) “camino” (imagen de la vida de una persona), “jornada” (periodo más o menos largo de tiempo), “Partimos”, “andamos”, “llegamos” (estas tres metáforas indican el recorrido desde que se nace hasta que se muere; forman alegoría con la primera). b) Representa la recompensa a una dura vida (“descansamos”). Tras una vida de esfuerzos y trabajo nos ganamos el descanso eterno si hemos cumplido en vida con nuestro deber de ser buenos cristianos. Allí, en la vida eterna, seremos por fin felices (“morada sin pesar”). Copla VII: a) El tema principal es la vanidad de las cosas mundanas (Vanitas vanitatis). No solo la muerte nos priva de ellas, sino que los vaivenes de la Fortuna en vida nos las puede arrebatar. Es el famoso tópico medieval de la rueda de la Fortuna que, como la ruleta moderna, nos hace hoy ricos y mañana pobres. Copla X: a) La Fortuna está personificada como una mujer caprichosa (misoginia medieval) que mueve a su antojo una rueda (ruleta) de la que depende nuestra suerte. b) Se la personifica en los versos 5 y 6. Copla XII: a) “corredores” (pasillos que conducen a la muerte), “celada” (trampa final que simboliza la muerte), “corremos a rienda suelta” (vivimos sin preocuparnos del final), “engaño” (fin de la vida, muerte), “dar la vuelta” (volver atrás es imposible, la muerte es inevitable). Todas las metáforas aluden mediante alegoría implícita a un caballo desbocado que acaba siendo capturado en una trampa. Copla XVII: a) Primero, se hace mención de los complementos que utilizaban las damas para adornarse. A continuación, se alude a las pasiones amorosas provocadas por ellas. Luego, a la poesía trovadoresca y a la música. Y, finalmente, al baile suntuoso. En definitiva, a la vida social de los nobles de aquella época. b) En cuatro partes se divide la copla, de igual extensión cada una de ellas: tres versos. Son cuatro interrogaciones retóricas que empiezan igual: “¿Qué se hicieron/hizo…” y el sujeto en plural (“las damas”, “las llamas”) o en singular (“aquel trovar”, “aquel danzar”). Ese es el paralelismo más evidente. Sin embargo, hay otro en los últimos versos de las dos últimas interrogaciones (“que tañían”, “que traían”). Este tipo de estructura contribuye a la solemnidad sentenciosa de la copla. c) El Ubi sunt? El poeta expresa la pérdida de los bienes y afanes superficiales de la vida evocando con nostalgia un pasado remoto desde el presente. Copla XXI: a) Pretende ejemplificar la idea de que a todos les llega la muerte, incluso a aquel más poderoso y que más riquezas acumula. Como era un personaje por todos conocido, este ejemplo resulta especialmente significativo. b) Busca en Internet. Copla XXV-XXVI: a) Por medio de metáforas con connotaciones positivas: “abrigo” (protector de los buenos), “león” (fiero con los enemigos), metonimias (“seso”, cerebro), uso de cuantificadores para ponderar sus cualidades (“tanto famoso”, “tan valiente”, “el mundo todo”, “¡Cuán benigno”…), epítetos (“grandes y claros”), exclamaciones un tanto hiperbólicas (toda la segunda copla). b) La segunda copla es una sucesión de paralelismos sintácticos basados en la estructura “qué + nombre (señor, enemigo, maestro, seso, gracia, razón, león) + sintagma preposicional (para criados, de enemigos, de esforzados, para discretos, para donosos). Un hipérbaton en los dos últimos versos rompe la monotonía de los anteriores paralelismos (“¡A los bravos y dañosos, / qué león!”), sin duda para resaltar esa última metáfora ennoblecedora para un guerrero. En cuanto a las antítesis, se contraponen dos bandos enfrentados (“señor” / “criados”; “amigo” / “enemigo”; “maestro” / “esforzados”; “seso” / “gracia”; “benigno” / “león”; “sujetos” / “bravos”). Copla XXXIII-XXXIV: a) Con sumo respeto (llama a la puerta), alaba sus virtudes en vida y le anima a morir valientemente. b) A lo hecho en vida: al esfuerzo que mostraba matando infieles. Está detallado en la copla anterior (jugarse la vida, servir a la corona y librar batallas infinitas). Todo ello le ha otorgado fama. Copla XXXV: a) La vida terrenal (“temporal perecedera”), la de la fama (“vida de honor”) y la eterna (“verdadera”). Copla XXXVI: a) Los nobles, como el propio don Rodrigo Manrique, luchando contra los moros y los eclesiásticos rezando. En ningún caso, holgazaneando o disfrutando de la vida. Copla XXXVIII-XL: a) Obediencia, estoicismo, serenidad propia de un caballero. Acepta su muerte con resignación y entereza, seguro de haber obrado bien en vida. Rodeado de los suyos, se dispone a morir tranquilo de ánimo. Comentario de texto: copla I Este texto pertenece a las Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique, poeta del siglo XV. Su obra se inscribe en la corriente de poesía culta y cortesana de aquella época de transición entre Edad Media y Renacimiento. Es, sin duda, este poema elegíaco que dedicó al fallecimiento de su padre su principal aportación a la historia de la literatura española. Desde un punto de vista estructural, esta copla inicia el poema, por lo que la adscribimos a su primera parte (coplas I-XIV), es decir, a la introducción filosófica y moral, basada en el cristianismo, donde el poeta realiza consideraciones generales sobre el valor de la vida y la significación de la muerte. En concreto, en esta copla se trata de captar la atención de los receptores (Captatio benevolentiae), dos primeros versos, para que reflexionen sobre la fugacidad de la vida, versos 3-4 (Tempus fugit), la aproximación a la muerte, versos 5-6 (Quotidie morimur), la vanidad de las cosas mundanas que con el tiempo se desvanecen, versos 79 (Vanitas vanitatis y Ubi sunt?) y el contraste entre le presente y el pasado, versos 1012. Como vemos, son tópicos medievales que nuestro poeta es capaz de expresar en graves sentencias acordes con el tema y el ánimo del poeta. Respecto a la estructura externa, la copla de pie quebrado o copla manriqueña consta de dos sextillas (12 versos) con el siguiente esquema métrico: 8a 8b 4c 8a 8b 4c 8d 8e 4f 8d 8e 4f. Este esquema métrico dota de un tono solemne a la composición, apropiado al asunto que aborda. El tema es la reflexión sobre el paso del tiempo y sus consecuencias. Iniciamos el análisis de la forma en relación con el contenido destacando el apóstrofe dirigido a la parte intelectiva de las personas (“alma”, “seso”, metonimias) al que se le insiste (“recuerde”, “avive”, “despierte”, imperativos) para que recapacite visualmente (“contemplando”) sobre una serie de verdades enumerada mediante sucesivas anáforas (“cómo…”) y paralelismos (“cómo + verbo + sujeto) que contraponen “la vida” / “la muerte”, ambas personificadas (“se pasa”, “se viene”). Los gerundios de los versos tetrasílabos en la primera sextilla (“contemplando”, “callando”) indican el aspecto durativo de la existencia y su progresiva extinción. En la segunda sextilla, continuación de las reflexiones sobre la brevedad de la vida, siguen las exclamaciones indirectas (“cuán presto… cómo…”) fruto de un lamento sereno y los verbos que señalan movimiento para expresar fugacidad (“se va”), así como las antítesis (“placer” / “dolor” y “presto” / “después”) para confrontar pasado y presente. Al final de la copla, la implicación de los oyentes o lectores a través del plural inclusivo “nuestro parecer” refuerza la máxima de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. En conclusión, nos hallamos ante unos versos que aún hoy, transcurridos cinco siglos, conservan toda su vigencia. Es verdad que ahora no nos preocupamos tanto de la muerte y gozamos cuanto podemos del presente, pero por esa razón, cuando la muerte nos golpea de cerca, nos causa más dolor y aceptamos menos su ley. Comentario de texto: copla XVII Esta copla está incluida en las Coplas a la muerte de su padre, extensa elegía que Jorge Manrique, poeta perteneciente a la corriente de lírica culta del siglo XV, dedicó a la memoria de su padre. Es un poema de hondo contenido moral, religioso y filosófico y se considera una de las cumbres de la literatura española. En concreto, la copla que nos ocupa se sitúa en el segundo núcleo de la estructura general del poema. Es la parte correspondiente a ejemplos comprensibles para el lector de todo aquello que de forma abstracta explicó el poeta en la primera parte. Así logra el autor conectar mejor con los receptores y demostrarles con casos concretos la veracidad de sus afirmaciones. Desde el punto de vista de la estructura externa, la copla se compone de dos sextillas que juntas presentan el siguiente esquema métrico: 8a 8b 4c 8a 8b 4c 8d 8e 4f 8d 8e 4f. Esta combinación de versos forma la llamada copla de pie quebrado, también denominada copla manriqueña. El ritmo, solemne y monótono, de la copla es muy apropiado al tema de la muerte. Respecto a la estructura interna de esta copla, podemos apreciar que consta de cuatro interrogaciones retóricas, cada una de las cuales ocupa tres versos (dos octosílabos y un tetrasílabo). Forman una enumeración de elementos que han desaparecido, enlazados anafóricamente por “¿Qué se hicieron/hizo…?”, pero que en el pasado tuvieron su momento de gloria: mujeres, pasiones, canciones y bailes. Cualquier noble de la época, como el propio Jorge Manrique, disfrutó en su juventud de estos placeres, pero reconoce el implacable paso del tiempo y su efecto destructor. El tema, por tanto, es la vanagloria del mundo (ubi sunt?). Comenzamos el análisis formal del texto centrándonos en el primer verso de cada una de las preguntas retóricas. En paralelismo sintáctico el sujeto aparece siempre al final del verso para destacar el elemento a desarrollar en los dos siguientes versos (“las damas”, “las llamas”, “aquel trovar”, “aquel danzar”). De la mujer se menciona lo más aparente (ropa y perfumes) y, a continuación, se alude metafóricamente (“llamas”, “fuegos encendidos”, epíteto) a la pasión que desencadenan entre los hombres (“amadores”). La nostalgia en la evocación queda de manifiesto en la segunda mitad de la copla con los determinantes “aquel” (trovar, danzar) “aquellas” (ropas) y la descripción del pasado mediante participios en paralelo (verso 8: “acordadas”, verso 11: “chapadas”) y pretéritos imperfectos en construcciones de relativo paralelas (verso 9: “que tañían”; verso 12: “que traían”). Podemos concluir nuestro comentario resaltando la maestría del poeta en la colocación de cada palabra en el lugar exacto del verso. Aunque sean palabras de uso corriente, Manrique les imprime una gravedad y una simetría con el resto de palabras, que hacen de su poema una lección moral perfectamente expresada y medida. Por esa razón, sus versos han quedado para la posteridad.