prueba indiciaria - Defensoría de Casación

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Defensoría de Casación
Prov. de Bs. AS
PRUEBA INDICIARIA
SALA PRIMERA:
La circunstancia que la ley vigente, en aras del sistema probatorio que
excogitó, no regule la prueba de indicios o presunciones, no puede significar que
su utilización se halle fuera de toda regla lógica. Más aún, dado que la formación
de a convicción por meras inducciones o inferencias puede aparejar grave peligro
para la libertad del individuo, habida cuenta la posible irrupción de un
subjetivismo explicable aunque no aceptable, desde antiguo se han enunciado
principios racionales reguladores de su empleo, sintetizados en los
requerimientos (o atributos) de gravedad, pluralidad, concordancia y precisión,
presentes en la letra del Código de Jofré.
Aplicables al caso en virtud de lo preceptuado en la ley nº 24.967 de
consolidación del Derecho argentino, a su luz resulta para mi evidente que la
conclusión del órgano jurisdiccional de grado, que fundamentó la subsunción en
el homicidio “criminis causae” en dos indicios que no conducen inequívocamente
al resultado legal plasmado en el fallo, contiene una falla originaria, dado que las
presunciones carecen de gravedad y precisión.
Conf. Sala I, sentencia del 28/11/2002 en causa 2631: Gonzalez, Maximiliano
Agustín s/ Recuro de Casación. (Reg. 7058/2002)
el cuadro de la participación dentro del todo
preordenado a la
muerte de la víctima es, fundamentalmente, indiciaria. Ese tipo probatorio
requiere, por su naturaleza, especiales precauciones; pero también exige un
tratamiento que no la desnaturalice transformándola en una simple operatoria
de sumas y restas como si revivieran los espectros de la prueba tasada.
. Desde el primero de los puntos de vista es en la prueba presuncional o
indiciaria el lugar donde anida el arbitrio judicial que, desbordado o en manos
de jueces prejuiciosos, puede incidir disvaliosamente en nuestro plexo de
garantías procesales. De aquí que urja realizar sobre su articulación el control
de razonabilidad propio de la casación, teniendo presente que si bien la Ley de
forma, congruente con el sistema de apreciación que incorpora (art. 210 del
ritual), no contiene dispositivos expresamente dirigidos a reglar la utilización de
dicho medio probatorio, el Tribunal de Casación Penal puede acudir, para
objetivar sus conclusiones, a algunas de las reglas que consigna el Código de
Jofré, tal como las interpreta la Suprema Corte de Justicia al conocer de las
causas residuales; esto con mayor razón todavía si se tiene en cuenta la
advertencia del alto órgano jurisdiccional en el sentido de que la utilización de
tal medio probatorio requiere especiales precauciones dado su carácter
esencialmente subjetivo (13/4/1977, en "A. y S.", 1977-I, pág. 756). De
consiguiente, con miras a la mejor defensa de los derechos del justiciable, se
percibe un vacío (“laguna jurídica” de carácter axiológico), que puede ser
fácilmente colmado por el simple recurso de remitir en la hermenéutica a los
denominados “principios generales del Derecho” (art. 171 de la Ley
Fundamental bonaerense y ley nacional 24.967 de consolidación del Derecho
patrio). En este entendimiento, cobran virtualidad las doctrinas de la Suprema
Corte sobre la prueba de presunciones del antiguo art. 259, en cuanto imponen
que:
a) cada uno de sus componentes debe reunir los tres elementos configurativos
básicos, a saber: el hecho conocido, el hecho desconocido y la relación de
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causalidad entre ambos (27/11/1956, en "A. y S.", 1956-VI, pág. 198);
b) no corresponde computar como presunción la que, a su vez , se funda en otra
presunción (18/3/1943, D.J.B.A. 1943-V, pág. 750; P 35.247 del 22/3/88, “A. y S.,
1988-I, p. 419);
c) ella debe estar libre de toda duda racional, ofreciendo la absoluta seguridad de
que los hechos han ocurrido de determinada manera (3/8/1971, "A. y S." 1971-II,
pág. 138).
Al mismo tiempo, conforme llamara la atención en la parte final del
apartado 2 de este capítulo, resulta necesario recordar que tratándose de
elementos probatorios calificables de indicios
–“id est”: señaladores de un
camino-, su análisis debe ser hecho en forma integral y armónica y nunca de
manera parcial o aislada, puesto que toda evaluación incompleta conduciría a
desvirtuar su sentido (Sala I, sent. del 3/8/00 en causa 776, “S.”; ídem del 1/10/99
en causa 479, “C.”, ampliación de fundamentos de los magistrados de segundo y
tercer voto). De manera que el análisis parcial y aislado de los elementos de
juicio obrantes en la causa, sin integrarlos ni armonizarlos debidamente en su
conjunto, configura vicio descalificante del acto jurisdiccional (Sala I, sent. del
23/9/99 en causa 30, “R.”).
Conforme Sala Primera, sentencia del 13/11/2003 en causa 2929 y otras: Rios,
Gregorio s/ Recurso de Casación ,
ABSOLUCION POR DUDA OBJETIVA
Cobran virtualidad las doctrinas de la Suprema Corte sobre la prueba de
presunciones del antiguo art. 259, en cuanto imponen que:
a) cada uno de sus componentes debe reunir los tres elementos configurativos
básicos, a saber: el hecho conocido, el hecho desconocido y la relación de
causalidad entre ambos (27/11/1956, en "A. y S.", 1956-VI, pág. 198);
b) no corresponde computar como presunción la que, a su vez , se funda en otra
presunción (18/3/1943, D.J.B.A. 1943-V, pág. 750; P 35.247 del 22/3/88, “A. y S.,
1988-I, p. 419);
..c) Ella debe estar libre de toda duda racional, ofreciendo la absoluta seguridad
de que los hechos han ocurrido de determinada manera (3/8/71, “A y S. 1971-II,
pag. 138)
...La doctrina de este tribunal ha identificado la duda como un estado de
ánimo en el juzgador al momento de fallar, representado por una indecisión del
intelecto puesto que a decidir sobre la existencia o inexistencia de un hecho
determinado, indecisión que se deriva del contraste y compensación existente
entre los elementos que llevan a afirmarla y aquellos que conducen a negarla,
sin que ninguno de ellos logre, en definitiva desequilibrar una paridad (Sala II,
sentencia del 8/03/2001 en causa 1463, “Benitez”).
En rigor esta duda, de carácter eminentemente subjetivo –que sólo la
puede experimentar el juez de grado e insusceptible de censura en casación-,
no es la mentada por jurisprudencia de la Suprema Corte local en el párrafo
inmediato anterior, que se vincula con la certeza que objetivamente debe
ofrecer la prueba. Esto no implica una regla de alcance local, sino un
verdadero principio incorporado a todas las legislaciones modernas y que
puede captarse en los pronunciamientos de órganos jurisdiccionales tan
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disímiles como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (caso
“Commonwealth of Bahamas”, “Annaul Report”, informe nº 118 aprobado el
8/12/2000
www.cidh.oas.org/anualrep/2000sp/capitulo
III/Fondo/Las
Bahamas 12.067f. htm , el tribunal Constitucional de España (sentencia dictada
en
el
recurso
de
amparo
5.459/97,
en
www.argia,com/bakengitza/htdocs/botu1.htm), o nuestra Corte Suprema
de Justicia (sent. Del 14/6/5 “in re Wilner c/ Osswald” en J.A.t. 1995-III, p. 434).
Y consiste en que no haya en el caso contraprueba de la cual pueda
desprenderse que los hechos pudieron suceder de manera distinta o, en otras
palabras con un curso causal diferente.
...o sea que los elementos tenidos en mira por el juzgador que no llegan
objetivamente a cumplimentar los extremos que tradicionalmente fijó la doctrina
de los autores y la legal de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia para la
validez de la prueba indiciaria, y que ahora cobre dimensión universal a partir
de la difusión de la doctrina angloamericana referida al estandar “beyond
reasonable doubt” ...
En definitiva, se ha infringido un principio general del Derecho cuya
tutela no sólo dimana de la ley 24.967 y del artículo 1º del C.P.P. , sino también
de la presunción de inocencia prohijada por nuetsra legislación constitucional
(art. 448, inc,. 1167 del C.P.P)
...casar la sentencia...y absolver ..por situación objetiva de duda
Conforme Sala primera, sentencia del 2/12/03 en causa 7770: Peña Espíndola
Carlos Javier s/ Recurso de Casación (reg. 961/03)
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La utilización del dictamen de un perito psiquiatra para seguir de sus
asertos indicios cargosos es –a mi modesto modo de ver, en principio–
contrario a la garantía constitucional de que a nadie se obligará a declarar
contra sí mismo.
Una cuestión es la posibilidad de disponer del procesado que ha sido
sujetado a derecho como objeto de prueba en actuaciones que no importen otra
cosa que conocer aspectos de su corporalidad (como la imposibilidad de
negarse a suministrar sus improntas dactilares o el examen de sus fluídos) y
otra –muy otra– es vulnerar su indemnidad personal subjetiva de modo sinuoso
o –peor aún– subrepticio.
Más claramente: el juzgador puede administrar el discurso de una
persona que –instruido o conocedor de su derecho constitucional y
convencional a callar sin que ello importe presunción de cargo– lo brinde en las
condiciones que el rito impone para su recepción, pero no puede hacer lo
propio con aquellos datos que haya suministrado en el contexto de la entrevista
con el experto.
Como es sabido, la prueba de peritos obedece a la necesidad de que en
el marco de una investigación deban explicársele a quién debe juzgar,
elementos probatorios que –por su densidad– sólo son accesibles a quienes
han penetrado con cierto grado de especialidad en el saber que los describe.
Por ello es que los puntos de peritación
–objeto de ese tipo de
prueba– deben ser explicitados.
No puede darse a las manifestaciones que el examinado haya hecho al
examinador idéntico carácter que a aquellas que –si quiere– suministra en el
contexto concreto de la intimación de un hecho de recepción penal pues para
éstas (las brindadas en el marco del proceso penal), debe reunirse cierto
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número de condiciones de validez expresamente diseñadas para la protección
de la garantía que estimo conculcada.
No es porque no importe la personalidad del imputado que creo que
deba desecharse esta prueba (el preopinante ha aludido a normas que
evidentemente la connotan) sino porque el propósito de la misma –de seguro–
no ha sido el de probar los extremos de la autoría responsable que se le
atribuye.
Ello no obstante, anticipándose de este modo el sentido de mi voto, me
apuro a destacar que –en el contexto del recurso– no se ha señalado cómo, aún
descartado ese elemento, quede letalmente inficionado el complejo modo por el
que la mayoría ha construido la convicción que declararan respecto del
procesado G. R..
Conforme Sala Primera, mayoría, Dres. Sal Llargués y Natiell, sentencia del
13/11/2003 en causa 2929 y otras: Rios, Gregorio s/ Recurso de Casación
SALA SEGUNDA
En cuanto a la alegación relativa a que no debió valorarse la
mendacidad del imputado como indicio, entiendo, como lo señalara en el
precedente “Giarreto” (causa 9412, sentencia del 3/IV/03) , que si bien la
declaración del imputado es esencialmente un acto de defensa, ello no
impide que a través de la misma puedan introducirse legítimamente datos
relevantes para el proceso, aun en su contra, lo que debe merituarse
según los criterios del art. 210 del C.P.P. , es decir, sobre la base de la
racionalidad con que debe ponderarse cualquier elemento de prueba.
Así las cosas, no media arbitrariedad ni absurdo por la
circunstancia de que se incluya en el complejo probatorio utilizado la
circunstancia de que la versión del imputado sea contradictoria con las
demás constancias de la causa, a lo que corresponde agregar, en
relación con la argumentación defensista según la cual no pueden
considerarse creíbles los testimonios de los agentes policiales por su
parcialidad manifiesta, que nuestro ordenamiento ritual no prevé en sus
disposiciones circunstancias que, relacionadas con situación personal
alguna, sirvan de por sí para descartar la imparcialidad de ciertos
testimonios o determinar su invalidez, sino que por el contrario, el art.
233 del C.P.P. dispone ampliamente que toda persona es capaz de
atestiguar (c. 8789 “Velez”, sent. 3-XII-2002, 7797 “Colman”, sent. del
27-XII-2001, entre otras), de manera que no media transgresión legal si
el juzgador, en uso de las facultades que le confiere el art. 210 del rito,
tuvo sus dichos por ciertos.
Conforme Sala Segunda, sentencia del 23/12/2003 en causa 11.200:
Montana, Miguerl Angel s/ Recurso de Casación (reg. 898/03)
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