Gracias al esfuerzo continuo y a la calidad académica de sus

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Por una Academia más incluyente y participativa
Arturo Menchaca Rocha
Candidato a la Vicepresidencia de la AMC
Noviembre, 2007
Quien aspira a este puesto contempla dos etapas en su servicio a la Academia: primero
como Vicepresidente y, luego, como Presidente. Más allá de actividades estatutarias,
durante la primera parte me queda claro que la labor debe ser en apoyo al Presidente en
turno. Así, lo que describo a continuación se refiere a acciones que serían adoptadas de
lleno en la segunda etapa, sin que esto elimine la posibilidad de que el próximo Consejo
Directivo (CD) acepte incorporar algunas de ellas desde un principio.
Esta presentación inicia revisando brevemente las actividades actuales de la Academia,
para luego plantear cinco ejemplos de problemas que me parecen graves y sobre cuya
solución centro mi propuesta. Esta lista no pretende ser exhaustiva sino, más bien, reflejar
un estilo. Al final hago un breve comentario sobre el Plan de Trabajo vigente y concluyo
con una reflexión.
La Academia actual.
Gracias al esfuerzo continuo y a la calidad académica de sus miembros, en sus casi 50
años de vida la AMC se ha consolidado como representante de la ciencia mexicana,
dentro y fuera del país. Aunque frecuentemente se la compara con las otras dos
academias de gran prestigio en México: la Academia Nacional de Medicina y la
Academia de Ingeniería, es importante recordar que a la AMC pertenecen los
investigadores en ingeniería y en medicina más destacados de México. Así, el traslape
que de manera natural se da entre las tres academias está contenido ampliamente en la
AMC. Otro organismo de referencia para la ciencia mexicana es el Consejo Consultivo
de Ciencias (CCC), cuyos integrantes tienen también un traslape casi total con la AMC.
Es decir, por la amplitud disciplinaria y excelencia de su membresía, la AMC tiene todo
el potencial para jugar un papel central en la definición de las políticas científicas para
México.
A partir de un análisis de las acciones que la AMC desarrolla se puede apreciar que existe
una relación cercana de éstas con los objetivos que marcan sus estatutos. Así, gracias a la
cuidadosa labor de la Comisión de Admisión, en este momento la AMC agrupa a 2000 de
los científicos, humanistas y tecnólogos más destacados de México. A través de la
Comisión de Premios, la AMC distingue a los jóvenes más sobresalientes al otorgar el
Premio a Menores de 40 Años, también a las mejores tesis de doctorado en Ciencias
Sociales y Humanidades, y con los Premios Weizmann a las de Ciencias Exactas y
Naturales, y con los Weizmann-Khan a las de Ingeniería y Tecnología. Sin olvidar una
importante aportación del Consejo Directivo actual: las Becas L’Oréal para jóvenes
investigadoras.
La Academia promueve la investigación científica en México a través de una decidida
gestión ante las distintas instancias de Gobierno buscando que se aporten los recursos que
la investigación científica, humanística y tecnológica, requieren. Por otra parte, la labor
de mantener informados a los diversos sectores de la sociedad mexicana sobre el
progreso que se realiza en las ciencias, las humanidades y la tecnología, recae en la
Revista Ciencia, en los programas Domingos en la Ciencia, en las Conferencias Nobel, en
la página web de la AMC así como en el equipo de Relaciones Públicas. Igualmente, los
Programas Educativos representan una extraordinaria labor que tiene un impacto social
innegable. Me refiero a Computación para Niños, La Ciencia en tu Escuela, Enseñanza de
las Matemáticas, la Semana y el Verano de la Investigación Científica, los diversos
concursos juveniles, así como el apoyo a las Olimpiadas juveniles en varios temas y, más
recientemente, al proyecto PAUTA,
Algunos problemas.
1) Como hemos visto, en la actualidad las principales actividades de la Academia son sus
programas educativos y de divulgación. Al éxito de estas labores se debe el flujo de
recursos provenientes de la SEP y el CONACYT representando su principal fuente de
ingreso. Sin restar mérito a la importante labor que se realiza, hay que reconocer que la
educación y la divulgación no son las capacidades que mejor caracterizan a nuestra
comunidad. Al igual que otras instituciones equivalentes en el mundo, la AMC debería
asumir su liderazgo en investigación e instituirse en el foro donde se presentan al país los
resultados más importantes de nuestras investigaciones y, también, donde se discutan los
problemas científicos, humanistas y tecnológicos que aquejan a México. Sin olvidar que
la dependencia misma de sólo dos instancias gubernamentales es un problema que afecta
a nuestra capacidad de crítica.
2) Es preocupante constatar que el pertenecer a la Academia ha dejado de ser una
aspiración para los investigadores mexicanos. Este año cerca de 4000 investigadores del
SNI ocuparán los niveles II y III, sin embargo, menos del 40% de ellos pertenece a la
AMC. Al ser consultados, algunos argumentan que no les parece clara la ventaja de
ingresar, otros simplemente no solicitan su ingreso porque, convencidos de que lo
merecen, esperarían ser invitados sin mayor trámite. También, hay que quien se queja de
que la influencia dominante de las grandes instituciones educativas y de investigación
sobre la AMC causa desinterés entre el resto de los investigadores por ingresar y
participar. Otro argumento es que pertenecer a la AMC deja de ser estimulante para los
mayores de 40 años.
3) Los representantes de la ciencia mexicana, no sólo la Academia, sino también el Foro
Consultivo, el CCC y el propio CONACYT han luchado por revertir la ausencia crónica
de interés por parte de pueblo, y del gobierno, mexicanos. Si bien las 3 páginas del Plan
Nacional de Desarrollo dedicadas a la ciencia y la tecnología, así como el incremento de
18% recientemente anunciado por el gobierno son los primeros signos del éxito de esa
campaña, nada nos garantiza que ese incremento en el flujo de recursos continúe.
4) Hay problemas de la Academia que emanan de sus propios Estatutos, los cuales
reflejan la etapa inicial de la AMC, cuando el tamaño era reducido y se tenían ciertas
expectativas que finalmente no han funcionado. El ejemplo más obvio de esto es que de
las 4 categorías de membresía, dos de ellas (los Titulares y los Honorarios) nunca han
sido ocupadas. Más aún, el artículo 35 establece la posibilidad de postular candidatos a
Vicepresidente, Secretario y/o Tesorero, por parte de 10 miembros, 5 de los cuales deben
ser titulares. Como tal condición nunca se ha cumplido, las postulaciones a que hace
referencia ese artículo han sido formalmente ilegales.
5) Un problema relacionado con la operación de la AMC es lo reducido su Consejo
Directivo (CD), el cual cuenta con 5 personas (Presidente, Vicepresidente, Secretario,
Tesorero y Secretario Designado), desaprovechando la capacidad y diversidad de sus
2000 miembros actuales y dando poca oportunidad de participación a un sector más
amplio de la membresía. Esto fue subsanado parcialmente invitando (con voz pero sin
voto) a los Coordinadores de las Secciones Regionales. Sin embargo, en la práctica, la
carga de trabajo sigue recayendo en los 5 miembros con plenos derechos. El modo mismo
de elección de 4 de estos miembros, por votación independiente, hace que el equipo de
trabajo se conozca sobre la marcha, lo cual es ineficiente considerando que un CD dura
sólo 2 años.
Propuestas
1) La AMC debe iniciar una vida académica más activa, organizar regularmente
presentaciones sobre los descubrimientos más importantes de la comunidad científica,
humanística y técnica, conforme éstos se presentan. Por otra parte se deben crear grupos
de trabajo para investigar temas específicos de la problemática nacional, cuyas
recomendaciones puedan tener un impacto efectivo. Estas acciones no sólo darán mayor
visibilidad a la AMC, también son susceptibles de diversificar las fuentes de
financiamiento, reduciendo su preocupante dependencia de un solo sector.
2) Se debe hacer un esfuerzo por integrar a aquellos investigadores de alto nivel que aún
no son miembros. Dado que la currícula correspondiente es de fácil acceso, la Comisión
de Membresía podría pre-revisar algunos de estos casos de manera que, sin violentar la
reglamentación, el CD invitara directamente a quienes cumplan con los requisitos de
ingreso.
Otra manera de atraer candidatos para ingresar a la AMC es aumentar los servicios que se
presta a los diversos sectores de la membresía. Por ejemplo, se puede reforzar la
publicación de reportajes sobre los logros de nuestros miembros, así como una cartelera
de actividades de interés, en la Revista Ciencia. Así mismo, se puede gestionar ante
CONACYT su apoyo para establecer un Consorcio Bibliográfico-Científico Nacional con
acceso a la membresía, lo que sería de especial importancia para los miembros ubicados
en instituciones pequeñas y/o del interior de la república. Si bien la AMC debe
considerarse afortunada al poseer instalaciones amplias y cada vez mejor equipadas,
también hay que admitir que la ubicación de su sede, con una evidente falta de transporte
público, afecta su capacidad de prestar un servicio generalizado a la comunidad,
privilegiando a la zona sur de la Ciudad de México. Para mejorar esta situación, la
Academia debe aumentar su conectividad electrónica permitiendo a sus miembros
participar remotamente en reuniones científicas y/o de trabajo. Además, se debe
considerar la posibilidad de adquirir, o concesionar, un transporte que en ciertos horarios
y/o en determinadas ocasiones, conmute entre la Terminal del Metro-Bus y la sede de la
AMC. La relativa lejanía también podría tornarse en una ventaja para la realización de
reuniones científicas que duren varios días, si se construye (o adapta) un albergue rústico
que permita mantener cómodamente aislados a los participantes, con servicios de
alimentación adecuados.
El que la AMC sólo promueva el reconocimiento público de los investigadores más
jóvenes es un tema que también merece revisión. La ciencia mexicana se vería
beneficiada si la AMC resaltara, además, los logros de sus miembros mayores de 40
años. Por cierto, hasta ahora los programas de difusión también están dirigidos
prioritariamente a la juventud mexicana y, más allá de la Revista Ciencia, no existen
acciones equivalentes de divulgación dirigidas específicamente a un público adulto, más
culto y potencialmente más influyente. Propongo resaltar los resultados más destacados
de las investigaciones, independientemente de la edad de los investigadores, así como
ampliar nuestras actividades de divulgación para adultos.
3) Para constituirse como referencia real en aspectos de política científica, humanista y
tecnológica se debe establecer una campaña permanente para convencer al público
mexicano (no sólo al gobierno) de que nuestro quehacer es prioritario para la
supervivencia del pueblo mexicano. Debe quedar claro que invertir en el conocimiento
científico, humanista y tecnológico es la única manera que tiene México de mantener su
soberanía. Ya que para los organismos internacionales y las instituciones extranjeras esta
verdad parece ser más evidente, sin poner el riesgo nuestra independencia, propongo
promover una acción concertada y sistemática con estas organizaciones para sensibilizar
al pueblo y al gobierno de México sobre la necesidad de un apoyo más decidido.
Dado que este problema es común a las otras academias mexicanas de prestigio antes
mencionadas, se debe continuar el esfuerzo por fortalecer los vínculos con ellas, así como
con otras asociaciones gremiales a las que pertenezcan nuestros miembros. Lo anterior,
sin olvidar que la hegemonía de la AMC es la investigación científica y, por lo tanto,
teniendo cuidado de no repetir los esfuerzos que ya realizan, o que podrían corresponder
a, otras organizaciones.
4) Es necesaria una revisión cuidadosa de los Estatutos y, en lo referente la figura de
miembros Titulares y Honorarios, opino que debe desaparecer, ya que su implementación
sólo generaría tensión dentro de la comunidad, y nadie necesita una instancia más de
evaluación. Tal acción corregiría el problema del artículo 35.
El Cuarto Objetivo de los estatutos establece que se debe “…velar por la calidad,
seriedad y honradez de nuestras investigaciones”. Si bien las ciencias, las humanidades y
la tecnología mexicanas se cultivan sin que se perciban graves problemas éticos, no existe
una Comisión de Honor que realice esa función. Esa instancia independiente, con la que
México aún no cuenta, podría dirimir en controversias de carácter académico que
pudieran surgir como resultado de alguna actividad científica, humanística o tecnológica,
cuya veracidad o aplicación pudieran ser cuestionadas, o cuestionables. Ya que la
ausencia de tal instancia da libertad a opiniones no académicas para emitir juicios que
pueden ser dañinos para la comunidad, propongo la creación de tal comisión.
5) Hay muchas labores importantes que un Consejo Directivo más amplio podría realizar,
estableciendo una participación estrecha y comprometida, para enfrentar de manera más
eficiente los problemas científicos, tecnológicos y humanistas del país. Así, propongo que
el CD sea ampliado para incluir, por ejemplo, a los Coordinadores de los Programas, al
de Relaciones Internacionales, a los de las Secciones Académicas, al Director de la
Revista Ciencia, así como a quien dé seguimiento a proyectos prioritarios específicos.
Aumentar el CD también podría ser un vehículo para integrar a miembros de
instituciones que hasta ahora no han tenido la oportunidad de influir en las decisiones
importantes dentro de la Academia.
Sobre el Plan de Trabajo 2006-2010
Finalmente deseo expresar una opinión sobre el plan de trabajo del Consejo Directivo
actual. Naturalmente, coincido con el espíritu de aquellas propuestas que son pertinentes,
como son: promover que se establezca una Política de Estado para Ciencia y Tecnología,
a lo cual yo agregaría explícitamente a las Humanidades; y mantener un vínculo cada vez
más estrecho con el gobierno, representado por los diversos órganos de los Poderes
Ejecutivo, Legislativo y Judicial (tanto a nivel federal como estatal). Como ya dije,
apoyo la propuesta de fortalecer la alianza con las otras Academias, por nuestros intereses
comunes y el poder que representan los gremios médico y de la ingeniería. En cuanto a la
propuesta de crear un Observatorio Nacional de Ciencias, Humanidades y Tecnología,
cabe recordar que en la AMC sólo opera un Comité para dar seguimiento y promover de
manera continua las actividades de un tema muy importante de las ciencias, como es la
Biotecnología. Tampoco hay que olvidar que las áreas que cubre la AMC han sido
revisadas esporádicamente, a iniciativa del Consejo Directivo, por las Secciones
Académicas. Los resultados han quedado plasmados en varios libros publicados por la
propia AMC. Propondría que este ejercicio se realice cada cuatro años, y estoy de
acuerdo en el esquema de realizarlo en dos etapas, primero a nivel regional y luego a
nivel nacional. Sobre los objetivos de política científica, sólo quiero agregar que al
proponer acciones para la AMC, se debe estar conciente del ámbito de competencia de
esta asociación.
Conclusión
Mi propuesta es que, sin descuidar las actividades que ya se realizan, ni la campaña
permanente en pro de la ciencia, las humanidades y la tecnología, hagamos un alto en el
camino para enfrentar nuestros problemas internos. De poco nos sirve desarrollar un
discurso político brillante, si éste no entusiasma ni a los propios investigadores.
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