critica de las doctrinas sobre la relacion juridico-procesal

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CRITICA DE LAS DOCTRINAS SOBRE LA RELACION
JURIDICO-PROCESAL
Por el Lic. EDUARDO PALLARES, profesor de la Esc~elaNacional de Jurisprudencia.
Está hoy en boga el concepto de relación jurídico-procesal. Se hace
referencia a él constantemente en los fallos de los tribunales, en los alegatos de los abogados, en las tesis de los estudiantes de Jurisprudencia, y
en las obras de medianos y eminentes procesalistas.
Si consultanios a los autores más eminentes sobre las características
que la identifican, podremos elaborar la siguiente definición: el proceso
es una relación jurídica de orden público, autónoma, heterogénea, unitaria,
de tracto sucesivo, tridimensional y cuyo contenido consiste en las facultades y cargas necesarias para que el órgano jurisdicional aplique la ley
en el caso concreto.
a ) E s una relación de orden público: "Perteneciente al derecho público - d i c e Chiovenda- porque derívase de normas que regulan una
actividad pública." (Principios, tomo 1, pág. 110.) "Esta relación - d i c e
Manuel de la Plaza-, aunque constituida por una serie de actos complejos, es única y además tiene la condición de pública, puesto que, con independencia del interés privativo de las partes, regula una pública actividad (la jurisdiccional) que, en nombre del Estado, pronuncia la decisión."
(Tomo 1, pág. 12.)
b) E s autónoma. Con ello quieren decir que el proceso está sujeto
a normas propias, diferentes de las del derecho substantivo que son materia del litigio. Si demando el pago de una pensión alimenticia, el juicio
correspondiente se tramita de acuerdo con los artículos 430 y siguientes
del Código de Procedimientos Civiles, y no por las disposiciones del CóDR © 1942. Escuela Nacional de Jurisprudencia
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digo Civil concernientes a los alimentos. Una misma forma del juicio, la
ordinaria o la sumaria, sirve para resolver conflictos de derecho substantivo de índole muy diversa. Si la relación jurídico-procesal no fuera autónoma, el derecho procesal formaría un solo cuerpo de leyes con el substantivo. La autonomía, sin embargo, no es absoluta.'La influencia de lo
civil sobre lo procesal se hace sentir en muchos casos.
c) La relación es al mismo tiempo unitaria y compleja: ". . . esa relación, aunque constituida por una serie de actos complejos, es Única",
subraya de la Plaza. "Como todas las acciones humanas, el procedimiento tiene un fin; un fin que precisamente nos permite considerar lo que
no es más que una pluralidad de actos como procedimiento, es decir, como
algo total y unitario. El fin es el algo que ata en una unidad los múltiples
actos de que consta el procedimiento". W. Kisch (pág. 15) - "también
la relación procesal debemos imaginarla aquí como unitaria, compleja y
continuativa", dice Calamandrei (Instituciones de Derecho Procesal Civil,
pág. 260).
d ) La relación es compleja. Chiovenda explica este carácter de la siguiente manera: "Compleja, en cuanto no comprende un solo derecho u
obligación, sino un conjunto indefinido de derechos como sucede con muchas relaciones aun de derecho civil (por ejemplo, la sociedad) ; pero todos
estos derechos coordinados a un fin común, que recoge en unidad todos los
actos procesales". Para comprender este carácter, bastará recordar que
hay relaciones jurídicas cuyo contenido se refiere a un solo acto, por ejemplo, al pago de una cantidad de dinero o entrega de una cosa mueble o
inmueble, mientras que otras, como el matrimonio, traen aparejadas una
multiplicidad de actos diversos y heterogéneos. El procedimiento civil es
de esta categoría, porque impone al juez y a las partes que en él intervienen nunteiosas obligaciones de índole. diversa.
e) Son sujetos de la relación, el tribunal que conoce de ella. el actor
y el demandado, y los terceros que intervengan, sea por propia iniciativa o
por mandato judicial. "De cuanto hemos dicho, resulta que la relación
procesal tiene tres sujetos: el órgano jurisdiccional de una parte, y de la
otra las partes, actor y demandado. Esto en su forma más simple. A veces
encontranios más personas como actores o demandados (litisconsorcio activo o pasivo) ; otras veces, interviene un interesado entre una relación
pendiente entre dos y pide por su cuenta y en favor propio, la actuación
de una voluntad de la ley . . . , etc." (Chiovenda, pág. 110).
f) Ni que decir que la relación se desenvuelve en el tiempo y en el
espacio. Es dinámica y no estática, de tracto sucesivo, y por eso los autores
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hablan del "impulso procesal", del derecho que tienen las partes, y a veces
el órgano jurisdiccional, de poner en movimiento el juicio hasta concluirlo
por sentencia definitiva, y ejecutar ésta.
g) Calamandrei atribuye una característica a la relación jurídica que
en los demás autores no he encontrado. Consiste en que las partes colaboran
para realizar el objeto del proceso, o sea para obtener un fallo que ponga
fin al litigio: "Para comprender el alcance de esta noción que la doctrina
hoy predominante considera fundamental. . . , no es necesario permanecer
ligados al concepto tradicional de la relación jurídica, entendida como conflicto intersubjetivo de intereses regulado por el derecho, y, por consiguiente, a la relación que se instaura, en fuerza de la tutela acordada por
la ley, a uno de los dos intereses en conflicto con sacrificio del otro. . . Es
necesario, por el contrario, partir de un concepto más amplio y comprensivo, que abrace no solamente la regulación de los conflictos de intereses
entre dos sujetos, sino, además, el de la colaboración de intereses en que
pueden encontrarse dos o varias personas cuando cooperan al logro de una
finalidad común: como ocurre, por ejemplo, cuando la ley interviene para
regular el desarrollo de una empresa como podría ser una sociedad, en la
cual, la 'relación social' no se concluye entre dos solas personas, porque
los socios que participan en ella pueden ser más de dos, y no se agota
en una correlación entre un derecho y una obligación, porque en el desarrollo de la empresa social los intereses de los varios socios pueden inanifestarse y agruparse de una manera diversa según el tiempo y las circunstancias . . ." Más adelante, explica en que consiste la colaboración de dos
o más personas que litigan, y encuentra una comparación acertada para
ilustrar su pensamiento : "En cuanto al contenido de la decisión, las aspiraciones de cada litigante pueden estar en pugna con las del adversario,
PERO E N CUANTO A PEDIR QUE UNA DECISION SE PRONUNCIE, ESTAN TODOS
DE ncaERDo, y en cuanto a ello sus intereses confluyen como puede ocurrir,
aunque la semejanza sea lejana, en una competición deportiva, en la que
todos los competidores, aun anhelando, cada uno para sí, la victoria final,
están sin embargo, de acuerdo en ajustarse a las reglas del juego y en
colaborar para el regular desarrollo de la partida". Apoya sus tesis en la
autoridad de Redenti, del que dice que ha escrito "hermosas páginas'' a
este respecto.
M«cho me temo que las hermosas páginas de Redenti y las lucubraciones de Calamandrei, no sean otra cosa sino bella literatura en el punto
de que se trata, y que la supuesta colaboración, el juego limpio que ellas
cuponen, sean pura fantasía. NO es raro que jurisconsultos de tan gran
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prestigio desconozcan la realidad judicial? Los abogados sabemos por experiencia amarga que en numerosos casos los litigantes no juegan limpio,
tampoco están de acuerdo en que se pronuncie una decisión de fondo que
ponga fin al litigio, y, por lo contrario, usan y abusan de las chicanas con
el fin premeditado de dilatar el juicio e impedir la acción de la justicia.
No es, pues, cierto, que la relación jurídico-procesal se caracterice por esa
regla de colaboración.
Contenido de la relación procesal.-Si respecto de los diversos elementos de la relación que han sido enunciados, la mayoría de los jurisconsultos están de acuerdo, no sucede lo mismo en lo que concierne a su
sustancia o contenido. Algunos piensan que se trata de verdaderos derechos
y obligaciones, mientras que otros afirman que sólo da nacimiento a cargas y expectativas, Chiovenda postula una doctrina intermedia. Afirma que
el órgano jurisdiccional tiene auténticas obligaciones jurídicas y poderes
y facultades de igual índole, pero niega que la relación imponga a las partes deberes jurídicos: "El deber fundamental constituye como el esqueleto de toda relación procesal, es el deber del juez o de otro órgano jurisdiccional, de proveer las demandas de las partes. A esto corresponde el
deber de hacer todo lo necesario en el caso concreto para proveer (oír a las
partes, asumir las pruebas, etc.), esto es, para aceptar o rechazar en
el fondo, mediante la actuación de la ley, la demanda. . . Además, es prácticamente inútil discutir si el juez está obligado también respecto de las
partes, y si lo está como persona o como órgano del Estado . . . Que las partes tengan DEBERES respecto del juez, y derechos y deberes entre sí, ya lo
veremos oportunamente". Remite al capítulo 48, donde dice: "Hemos
visto que la relación procesal tiene por contenido principd el deber del
juez de resolver sobre las demandas de fondo de las partes y sobre las dirigidas a ellas, El deber jurídico estrictamente considerado, supone una
sanción, porque es propio de la norma jurídica la tendencia a actuarse
prácticamente en cuanto sea posible. Que el derecho transforme un deber
moral en deber jurídico, depende frecuentemente de consideraciones de
utilidad práctica, variables en el tiempo y en el lugar. Porque el derecho
niegue su sanción a un deber moral, no debe creerse que la violación de
ese deber sea por ello licito ni jurídicamente permitida". - Despuits
de este enunciado, afirma que el demandado no tiene el deber jurídico de
comparecer y de participar en el juicio, porque no existe una sanción que
lo constriña a ello como existía en la legislación antigua. El derecho moderno admite la figura del juicio unilateral que se lleva a cabo sin la presencia del demandado, y no es necesario imponer a éste la obligación de
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asistir al dehate judicial. Si bien es cierto, que su no comparecencia trae
consigo que se le tenga por confeso en las afirmaciones del actor, también
lo es, dice Chiovenda, que se declara la confesión ficta "no para castigar al
rebelde ni para obligarlo a comparecer o a responder, sino con el único
objeto de librar por el medio más expedito a la sociedad y así mismo, de
la litis pendiente7'.
Razonamientos análogos sirven para demostrar que no existe el deber
jurídico de probar, sino tan sólo la carga respectiva. El litigante que no
lo hace, sufre las consecuencias de su inacción, pierde el pleito, pero de ello
no se sigue que esté obligado a probar.
Las doctrinas anteriores pueden ser examinadas desde el punto de
vista de la legislación mexicana y en su aspecto teórico. Conforme a mestro derecho procesal, no es posible afirmar categóricamente que el demandado no esté obligado a contestar la demanda si hemos de entender la ley
de acuerdo con su sentido gramatical y jurídico. El artículo 259, dice : "Los
efectos de la notificación de la demanda, son : . . . 111. Obligar al demandado a contestar ante el juez que lo emplazó, salvo siempre el derecho de
provocar la incompetencia". Parece, pues, que el demandado está obligado
a contestar. La fracción segunda del mismo artículo corrobora la interpretación anterior, al prevenir que otro de los efectos del emplazamiento
consiste en "sujetar al emplazado a seguir el juicio ante el juez que lo
emplazó siendo competente . . . etc."
Tampoco es posihle sostener que la obligación de que se trata no
esté suficientemente sancionada. El legislador tuvo cuidado de hacerlo en
la siguiente forma :
a ) El art. 271 establece la confesión ficta respecto de los hechos afirmados en la demanda cuando ésta no es contestada: "Se presumen confesados los hechos de la demanda que se dejó de contestar" ;
b) El art. 260, en relación con los arts. 6% y 647, no permite al demandado oponer excepciones si no contestó la demanda, a no ser que
demuestre que una fuerza insuperable se lo impidió hacerlo. En otros
términos, la sanción consiste en la pérdida del derecho de oponerlas.
c) El art. 98 tan~pocopermite al demandado presentar docunlentos
que debió acompañar a la contestación, después de que ha pasado el térinino para formular Esta, salvo las excepciones que el mismo artículo expresa.
d ) El art. 640 establece la llamada vía de asentamiento, a virtud de
la cual, procede la retención de bienes muebles y el embargo de los inmuebles contra el litigante declarado rebelde.
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*
Todas estas medidas son sanciones jurídicas cuya razón de ser podrá
ser explicada teniendo en cuenta el interés social de que se realice una
rápida y expedita administración judicial como lo hace Chiovenda. No
dejan de ser por ello sanciones, aunque no se establezcan como castigo
al litigante que no cumple las obligaciones respectivas. 2 Acaso es necesario
para que una sanción tenga ese carácter que se identifique con un castigo?
Tal punto de vista no tiene fundamento científico alguno.
Las sanciones pueden ser perfectas o imperfectas. En el primer caso,
constriñen al deudor o persona obligada a cumplir lo más exactamente
posible su deber jurídico. Ni que decir que esta clase de sanciones existen
en mucho menor número que las imperfectas, ya que en muchísimos casos
el legislador sólo puede establecer sanciones imperfectas porque serían
mayores los males que se producirían de exigir a los deudores el cumplimiento cabal de la prestación.
Nadie pone en duda que la nulidad de un acto que se ha hecho en
contravención a los preceptos legales, es una sanción. No es un castigo
ni se obtiene mediante ella y de modo directo al acatamiento al precepto
legal sancionado con la nulidad. A pesar de ello, la ciencia jurídica califica
la nulidad de sanción. La rescisión de los contratos, el pago de daños y
perjuicios, la caducidad, el vencimiento del término o de la condición, también son sanciones, y, sin embargo no son castigos ni se obtiene con ellos
el cumplimiento cabal de las obligaciones correlativas.
Es, pues, falso el punto de vista de Chiovenda cuando afirma que
el demandado no está obligado a contestar la demanda porque la supuesta
obligación carece de sanción.
Pienso que el error en que tanto 61 como Goldschmidt y los que
siguen sus doctrinas han incurrido, consiste en identificar los derechos y
obligaciones en general, con los derechos y obligaciones civiles, y negar
que existan aquéllos siempre que no tengan los caracteres propios de
estos Últimos.
Si la relación jurídico-procesal es de órden público, era de esperarse
que los derechos y obligaciones que de ella dimanan, sean a cargo del tribunal o a cargo de las partes, tengan una fisonomía diversa de la que
poseen los derechos y obligaciones civiles, ya de familia o contractuales,
pero no por ello va a negarse que sean lo que son, esto es, derechos y
obligaciones.
En unos casos, la ley sanciona los deberes jurídicos con la ejecución
directa, pero a veces, por motivos diversos, sólo establece sanciones indirectas. Nadie negará que la mujer está obligada a vivir con su marido
aunque no haya medio jurídico directo y eficaz de hacerla cumplir este
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deber. Y lo mismo digo de la fidelidad conyugal, o de la obligación de asistirse mutuamente, de educar a los hijos, protegerlos, etc. En todos estos
casos y otros muchos que sería inútil enunciar, la ley civil se conforma
con sanciones indirectas y leves. iPor qué no ha de hacer lo mismo la
procesal ?
Como ejemplo de obligaciones procesales sancionadas eficazmente,
puedo aducir las siguientes :
a ) Las sentencias que en los juicios reivindicatorios condenan al demandado, y lo obligan a devolver la cosa, se ejecutan, en caso de rebeldía,
manu-militari, o lo que es igual, la obligación que declaran está sancionada
eficazmente.
b) En el mismo caso se encuentran los fallos dictados en los interdictos. El art. 16 dice: que el de retener tiene por objeto "poner término
a la perturbación"; el art. 17 atribuye como fin al despojo, "reponer al
despojado en la posesión", y así sucesivamente los otros; pero la disposición pertinente es el art. 441 que ordena que en los interdictos la sentencia
debe precisar sus efectos para el mejor éxito de la protección posesoria.
c) El art. 526 estatuye: "Cuando la sentencia ordena la entrega de
personas, el juez dictará las disposiciones más conducentes a que no quede
frustrado 10 fallado", es decir, a que el litigante obligado a entregar la
persona, cumpla de modo efectivo su obligación.
d) El art. 517 preceptúa: "Si el hecho fuere personal del obligado y
no pudiere prestarse por otro, se le compelerá empleando los medios de
Es evidente que el legislador ha querido que
apremio más eficaces..
la obligación personal se encuentre debidamente sancionada.
."
e) En el art. 385 que se refiere a la prueba de confesión judicial, es
muy importante el apercibimiento que dicha disposición autoriza: "bajo
el apercibimiento, dice, que si no se presentan a declarar serán tenidos por
confesos o DE SER CONDUCIDOS POR LA POLICIA, si el juez lo estima conveniente". Si sólo se tratara de una carga y no de una auténtica obligación
de declarar, la ley no autorizaría la intervención de la policía.
f) El art. 451 establece que "cuando la acción ejecutiva se- ejercite
sobre cosa cierta y determinada o en especie, si hecho el requerimiento de
entrega el deudor no la hace, se pondrá en secuestro judicial". (A la cosa,
no al deudor.) La sanción también es en este caso directa y efectiva.
g) Por último, en mi concepto es decisivo en el punto a discusión, el
art. 73 que se refiere en general, a todas las obligaciones que el juez imDR © 1942. Escuela Nacional de Jurisprudencia
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pom a las partes: "Los jueces, para hacer cumplir suo úctmnimcioaer,
pueden emplear cu;ilqtlKra de los siguientes medios de apremio que juzguen
eficaz. 1. La multa, etc." El legislador no permite que ias partes curaplui,
o no, a su arbitrio las obligaciones procesales que el juez les señala; por
lo contrario, autoriza a éste hasta a ordenar el arresto del litigante rebelde.
Por lo tanto, no es cierto que en nuestro derecho s61s deriven de h
relación procesal cargas y no auténticas obligaciones. Algunas veces y
por motivos de orden práctico o economía procesal, la obligación se convierte en simple carga, o lo que es igual, no está sancionada de modo directo y efectivo.
La Constitución Mexicana ordena al Poder Ejecutivo que preste al
Judicial el auxilio de la fuerza pública para que este ÚItho haga efectivas
sus deten2rifiaciones1 lo que viene a completar .el sistemr sancionador, y
subraya el carácter & las obligaciones que derivan de la iulaehh procesadi
El sistema que combato time, desde el punto de visb. de los principios de la ciencia del derecho, otro grave inconveniante: dcscanax que k
esencia de lo jurídico, sea que se le considere desde el pipnto de vista fub)ctim o del objetivo, consiste en ser una relación en la que uw de' los
sujetos tiene el poder de orden moral de exigir al otro sujeto haga o deje
& hacer determinada cosa, y correlativamente el segundo está constreñido,
también moralmente, a llevar a cabo o a no hacer la prestación de que se
trata. Qué sea una relación jurídica que no pueda traducirse en esa'forma
esencial, es algo que la ciencia del derecho no concibe. Objetivamente, e1
derecho es una norma que impone determinadas obligaciones o .que prohibe la ejecución de ciertos actos. No puede ser concebida de otra manera.
Puigktti dice a este respecto: "La categoría de las normas prrmisivas es
racionalmente inconsistente. En efecto, las normas tim'tun, ~ o d i w ao reg5
t i y a w i í t e , el arbitrio de los sujetos, y una norma simplemente pemisiva
suia una contradicción en los términos, porque no aportaría ninguna limitación a la libertad de los sujetos. En otras palabras, le fdtwh el cardcfer
iwp~ativo,qw es carácter e s e ~ i a lde las normas. Si por el contrario,
también el conkolido de las llamadas normas permisivs debiera ser un
imperativo, éste necesariamente habría de ser o una orden o una prohibición, y por lo tanto, también esas normas estarían incluidas lógicamente
en las dos categorías fundamentales ya indicadas." (Pág.44. Introducción al Derecho Civil).
Así, pues, desde el punto de vista objetivo, no es posible que una
norma juridica no sea imperativa o prohibitiva, que no restrinja de alguna
manera la libertad de tos sujetos ; en una palabra, que no oidigue. Quienes
sostieaen <pie las leyes procesales en cuanto se refieren a Ir r e k c i i jaridico
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procesal, no imponen deberes jurídicos, desconocen este principio. Otro
tanto puede decirse del derecho considerado subjetivamente. Es inconcebible, si no se admite que consiste en una facultad de exigir que otro
haga o deje de hacer determinado acto.
Pienso, por lo tanto, que el contenido de la relación procesal ha de
consistir en parte, en auténticos derechos y obligaciones que no son de la
misma índole que los derechos y obligaciones civiles y no se encuentren
siempre suficientemente sancionados, o la sanción sea indirecta por razones
de índole diversa. Al lado de las obligaciones y derechos procesales, hay
también meras cargas procesales pero, en ningún caso agotan el contenido
de la relación procesal.
h) No están de acuerdo los jurisconsultos respecto de la forma en la
que se establece la relación procesal. Calamandrei dice: "Se admite por
todos que la misma tiene estructura tridimensional, en cuanto que corre
recíprocamente entre los tres sujetos del proceso (órgano judicial y partes), pero en seguida las opiniones divergen cuando se trata de establecer
cuál es la posición jurídica en que se encuentra cada uno de estos tres
sujetos, frente a los otros dos: mientras, según en una opinión, derechos
y obligaciones recíprocas podrían correr tanto entre las partes como entre
cada parte y el órgano jurisdiccional, según otras opiniones, la relación
jurídica procesal tendría lugar solamente entre las partes, o bien, solamente entre cada parte y el juez." (Instituciones, pág. 261).
Pienso que el problema puede ser resuelto de la siguiente manera: en
el proceso se establece una relación jurídica entre todas las partes que intervienen, lo que se hace evidente cuando se analizan expresiones de lenguaje corriente que se refieren a aquél. Se dice, por ejemplo, que A sigue en
contra de B un juicio ante el Juzgado Primero Civil. J Puede concebirse
una contienda judicial entre dos partes y ante un órgano jurisdiccional,
sin admitir necesariamente que los tres sujetos del juicio estén unidos
por una relación de orden jurídico? c Puede sostenerse que A demanda a
B sin que por ello se constituya relaciones de índole diversa entre A y B ?
Por otra parte la existencia de un juicio que presupone necesariamente
órgano jurisdiccional o quien haga sus veces, sin que el juicio ligue en
alguna forma al órgano, es también algo imposible de pensar.
Pero las relaciones se establecen directamente entre cada parte y el
órgano jurisdiccional, e indirectametite entre las partes mismas, que sólo
a través y mediante el órgano jurisdiccional pueden exigir y cumplir, respectivamente, sus derechos y obligaciones procesales. Si como consecuencia de la relación procesal, el litigante A tiene el derecho de exigir al litiganDR © 1942. Escuela Nacional de Jurisprudencia
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te B comparezca a declarar en el juicio, esta relación jurídica existe
evidentemente entre ellos, pero no se realiza sino mediante la intervención
del juez, que constriña a la parte que ha de declarar.
2Qué debe entenderse por relación juridua?
He dejado para lo último, la parte más importante, tal vez, de este
ensayo. Mucho se ha dicho que el proceso consiste en una relación, pero
entre los tratadistas más conocidos no se analiza el concepto mismo de relación jurídica, lo que de modo necesario produce ideas confusas y da
lugar a falsos problemas.
No se adelanta nada cuando se postula que el proceso es relación
jurídica autónoma, unitaria, compleja, colaborante, tridimensional, etc., si
no se tiene una idea clara de lo que es una "relación jurídica". Esta falta
de precisión es la que ha dado nacimiento, según pienso, a la reacción de
Goldschmidt y de quienes propugnan con él, que el proceso es una situación y no una relación. Eduardo J. Couture, en sus Fundamentos del Derecho Procesal Civil, no obstante que reconoce que el juicio es relación
jurídico procesal, llega a la conclusión de que no es una relación en el
sentido que los filósofos atribuyen a esta palabra desde Aristóteles, que
la clasificó entre las categorías. Dice aquél: "Sin embargo, el concepto de
relación jurídico procesal y el valor que como tal tiene dentro de la doctrina aquí expuesta, puede determinarse en términos especialmente simples. -La relación es la unión real o mentai de dos términos, sin confusión
entre si. Relación es vinculo que aproxima una cosa a otra, permitiendo
mantener entre ellas su primitiva individualidad. Cuando en el lenguaje
del derecho procesal se habla de relación jurídica, no se tiende sino a
señalar e1 vinculo o ligamen que une entre si los diversos actos procesales.
No se habla de "categorías" en el sentido aristotélico o kantiano. El problema del derecho como relación, es ajeno a este lenguaje. La relación
pura como universal lógico del derecho, que tantos esfuerzos ha reclamado
en el terreno de la filosofía jurídica, no ha pasado por la mente de los
autores de la doctrina".
El citado autor parece inspirarse en Kisch que dice: "De todo lo
cual se sigue que las partes que intervienen en el proceso, consideradas
desde el punto de vista del Derecho Procesal, no entran una frente a la
otra en calidad de parte activa y pasiva, de acreedor y obligado, y, por
lo mismo, no existe entre ellas ninguna relación jurldica en el sentido en
que corrientemente se toma el concepto, si bien cada uno de los actos
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procesales pueden dar origen a un estado de ligamen (Kisch subraya). El
acto del tribunal, v. gr., tiene fuerza vinculante para las partes; la actividad de éstas, a su vez, puede obligar al adversario, al tribunal, y, en ciertos
casos, aun a la misma que obra. El vínculo más importante de esta clase
es el producido por la demanda. . En Último término, puede llamarse relación jurídica a este vínculo, pero sin olvidar que el concepto tiene una
significación completamente peculiar".
Couture emplea como Kisch las palabras ligamen y vínculo para explicar la especial relación que se establece entre las partes durante el proceso.
Por eso pienso, que el primero se ha inspirado en el segundo. Sea de ello lo
que fuere, hay que ahondar en el concepto de relación jurídica que está a
discusión.
Lo dicho por Kisch puede interpretarse en el sentido de que las relaciones que se establecen entre el tribunal y las partes y entre las partes entre sí, no constituyen, una relación civil de acreedor respecto a deudor sino
otra de índole diversa. Así considerada la cuestión, no cabe duda que se comete un error cuando se asimilan las relaciones procesales a las civiles, lo
que en el fondo equivale a confundir la ley procesal con la civil. No hay, por
lo tanto, inconveniente alguno, en admitir esa interpretación.
Pero si Kisch y Couture quieren decir que la relación de que se trata
no es jurídica, incurren en mi opinión en un error. Si no es jurídica tendrá
que ser simplemente moral, económica, política, o artística o religiosa, lo que
es absurdo. Si la relación se constituye mediante actos jurídicos y como consecuencia de los imperativos de una norma jurídica, no vemos que pueda
ser otra cosa que relación de derecho o sea jurídica. Pretender lo contrario, es enredarse en un galimatías que no merece la pena de la discusión.
Es más equivocada, si se quiere, la tesis de Couture en lo concerniente a sostener que el concepto de relación no tiene que hacer nada, en este
caso, con la categoría aristotélica que lleva ese nombre. Digo esto con todo
el respeto que me merece el muy eximio jurisconsulto de Montevideo.
De los términos que emplea al expresar su pensamiento y que he transcrito cuidadosamente, parece inferirse que la categoría aristotélica es un
concepto metafísico, que nada tiene que ver con los fenómenos que se producen en el curso del proceso civil. Como se sabe, hay vínculos estrechos entre las categorías y las partes de la oración, lo que demuestra que aquéllas
constituyen las formas universales del pensamiento humano. El cardenal
Mercier dice en su Lógica: "El genio de Aristóteles mostróse contrario a
encerrar en un sólo conjunto los conceptos que invaden el campo del pensamiento; él los analizó y redujo a diez diversos géneros, que a la vez
son de una extrema simplicidad e identificables entre sí. . . Las categorías
.
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pues, designan directa y principalmente los wnceptoa por los cuales nos
referimos a las cosas de la naturaleza. Que estos conceptos, a decir verdad,
son independientes de las pdabrag que los traducen en un lenguaje exterior, pero en realidad, halian elloa universalmente en estos términos diversos, su expresión más o menos adecuada. La división de tos conceptos
en diez categorias, tiene tambib como cansectlaicia natural, una división
semejante del discurso en diez partes (subraya Mereia). -Siendo, por
úitimo, los conceptos la representación mental de las c m , reproducen
las categorías, más o menos exactamente, los diferentes géneros de seres
nau
tra&
l -.
De todo esto se deduce que la denomin#.jóa categorías, es
aplicable : a las cosas de la naturaleEa, que son luego objeto de4 pensamiento; a los conceptos de los entes, orígenes supremos de la división de los
predicados ;y a &S partes del dkcrrrso, expresiones & los conceptos y comespondientemente aproximados a ellos".
De lo anterior se i&m, que ias categorías aristQt&as no son entidades metafisim ni conceptos obscuros Útiles iRncanrrnte en la filosofía.
y m existe ai el molida de hs cosas
Mediante ellas pemamos y ha-,
ni en el de nuestros pensamiaatos, nada que no se cncueatre comprendido en las mismas, si es cierta que ia c l a s i f i d n que hizo Aristóteles
es completa. Más adelante explica Mereier la correspondrncia que existe
entre las categorías y las diversas partes de la oración gramatical, con la
natural resena de que dicha correspondencia no es exaeta, y d llegar a
la categoría relación, dice: "Resta una Úitltllna categoría, la de reiacióa.
¿Tendrá también b t a su equivalente en el discurso? Cuando los objetos
comprendidos en las categorías precedentes no son considtrados en sí mismos sino relaciodos mutuamente, surgen entre e l h relachcs múltipks
y diversas, que reclaman igualmente su expresión. Las prinapales de
aquellas relaciones exprhnse por medio de preposiciones que vienen
de esta suerte a desempeñar un prinupalisinío papel en el lenguaje científico, etc."
Aristóteles define lo relativo y no la relación en si misma considerada.
Dice de él que es aquéllo cuyo ses consiste en referirse o otro. De esto se
infiere que nociones son las que predican algo de un ente tceicndo en cuatta otro ente diverso de él.
En otras palabras, la esencia de lo relativo consiste siempre en referirse a un ser diverso del de que se trate.
Los escolásticos han hecho un análisis profundo de la categmia m
cuestión, y dicen que toda relación, supone dos entidades diversas (por
ejemplo, el padre y el hijo), y la razón de ser o fundamento de la relación,
que en el caso serían los lazos de sangre que unen al padre con el hijo o
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RELACION JURIDICO-PROCESAL
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más exactamente la procreación del uno por el otro. La relación trae consigo necesariamente, que los términos relativos sean inconcebibles el uno
sin el otro. Qué cosa sea un padre en sí mismo sin referencia al hijo, es algo que nuestra mente se niega a comprender. ED todos los relativos hay
inherencia y referencia que se explican por las partículas "in" y "ad". Propiamente no son dos cosas diversas sino dos aspectos lógicos de relación.
Esta puede ser real o de razón. En el primer caso, han de ser reales también
el sujeto, el término y el fundamento de la relación, y además la constitución del sujeto y del término dentro de Jgún género común del ser. Los
escolásticos postulan que la relación es substancial, que existe independientemente de nuestra mente.
La relación "es de razón" cuando carece de esa substancialidad y
sólo tiene existencia en nuestra mente. Toda relación real es al mismo
tiempo de razón; pero hay relaciones simplemente fingidas, imaginadas,
que no corresponden a ninguna substancia real. Como ejempb de estas
últimas, puede aducirse las relaciones del sujeto y sus predicados y las
que los escolásticos llaman "secundum dici", que consiste en concebir como
ser relativo el que es absoluto y que el entendimiento afirma que es absoluto.
Tal sucede con los atributos divinos que la mente humana considera
como relativos porque le es imposible analizarlos de otra manera.
Se clasifican las relaciones en mutuas y no mutuas. En las primeras,
el término de la relación es al mismo tiempo sujeto de ella, porque existe
entre término y sujeto una tal compenetración que cada extremo de la
relación puede ser concebido, a la vez sujeto y término. Tal acontece en
los vínculos que unen al padre con el hijo y viceversa. En las no mutuas
sucede lo contrario. Los escolásticos ponen como ejemplo de estas últimas
a las relaciones que unen a Dios con las creaturas, que no existen ni son
concebidas sin aquél, pero Dios no necesita de ellas para existir y ser concebido.
Se clasifican, por último las relaciones, en trascendentales y predicamentales, pero este punto de vista no importa a la doctrina de la relación
jurídico procesal y por eso lo paso por alto.
Aceptado lo anterior, fácil me será demostrar que el último concepto
está incluído necesariamente dentro de la categoría aristotélica de la relación. No podía ser de otra manera, porque lo propio de las categorías
es su universalidad, el comprender a todos los seres que existan y a todas
las ideas que el hombre ha forjado respecto a ellas, de tal manera que las
categorías constituyen los géneros supremos de las dos cosas. No es posible que algo sea relación sin que por ello, necesariamente, esté comprenDR © 1942. Escuela Nacional de Jurisprudencia
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EDUARDO PALLARES
dido en la categoría de que se trata. De lo contrario se llegaría a este absurdo: a afirmar la existencia de una relación que no es relación.
A posteriori, el análisis de la relación jurídico-procesal demuestra que
tiene los caracteres de la categoría aristotélica. El ser del actor consiste
en referirse necesariamente al demandado, lo mismo que el ser de las
partes que litigan radica en hacer referencia a un órgano jurisdiccional
respecto del cual son partes. Otro tanto puede decirse del tribunal con re=
lación a los litigantes porque todos los términos que supone el juicio, existen los unos con relación a los otros. No hay actor sin demandado ni juez
sin litigantes, ni demandado sin actor, y así sucesivamente.
Sea cual fuere el aspecto bajo el cual se le analice, siempre encontraremos en la relación jurídica procesal, dos entidades diversas y la razón
de ser o fundamento de la relación. El "in" y el "ad" de que hablamos
anteriormente.
Estamos frente a una relación substancial y mutua, porque son reales
sus términos y el fundamento de la misma, y porque existen independientemente de nuestra inteligencia. En ella, cada ente es al mismo tiempo.
según se le considere, sujeto y término de la relación.
Por lo demás, cuando Kisch y Couture intentan explicar la naturaleza
de la relación-procesal usan de términos como vinculo, ligamen o unión
que presuponen necesariamente la existencia de una relación estrecha y
d.
Quieren escapar de la categoría aristotélica, y sin darse cuenta permanecen en ella y la vigorizan.
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