El principio democrático una persona

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José Antonio Beltrán Morales
Rossana Almada Alatorre
El principio
democrático una
persona-un voto:
aportaciones para
la discusión sobre
la igualdad del voto,
el caso de Baja
California Sur
En este artículo se analiza empíricamente,
a partir de datos estadísticos en general y
del diseño de un indicador en particular,
el grado de cumplimiento en Baja California Sur del principio democrático de una
persona-un voto, entendiendo que las instituciones y mecanismos de las democracias
representativas son los principales objetos
de análisis de la calidad de una democracia.
Este ejercicio reside en la observación y
contrastación de la igualdad del poder de
cada voto para conformar una representación efectiva, a partir del cálculo de la
igualdad en el peso del voto.
Palabras clave: igualdad, una personaun voto, sufragio, democracia de calidad,
proporción, listado nominal, Índice de Proporcionalidad del Tamaño Distrital (IPTD)
Profesores-Investigadores del Departamento
de Ciencias Políticas y Administración Pública
de la Universidad Autónoma de Baja California
Sur (UABCS).
[email protected]
[email protected].
Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad
Introducción
Las democracias, al menos
desde el punto de vista
del procedimiento de selección de los gobernantes,
según Dieter Nohlen (1994),
se fundamentan en el reconocimiento del sufragio
universal, sufragio igual,
sufragio directo y sufragio
secreto. La selección democrática de las autoridades
políticas, constituye junto
con los derechos de expresión, de
reunión, de asociación y de libertad de prensa, el principio seminal
de las democracias hoy día y debe
comprenderse como un proceso
histórico profundo y largo. Veamos
y revisitemos parte de ese proceso
en forma rápida.
En este viaje, como se verá,
se pondrá atención al tema de
la discusión de la denominada
democracia de calidad, misma que
representa un esfuerzo teórico de
análisis empírico por comprender,
no sólo el proceso de transiciónconsolidación democrático sino,
además, por ofrecer elementos
prácticos para debatir acerca de
las democracias consolidadas. En
esta ocasión, está orientado hacia
Vol. XVIII No. 50 Enero/ Abril de 2011
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Almada Alatorre
un estudio de caso y toma como hilo conductor el principio
democrático una persona-un voto.
Es propósito de este documento analizar empíricamente,
a partir de datos estadísticos en general y del diseño de un
indicador en particular, el grado de cumplimiento en Baja
California Sur del principio democrático de una persona-un
voto, entendiendo que las instituciones y mecanismos de
las democracias representativas son los principales objetos
de análisis de la calidad de una democracia. Este ejercicio
reside en la observación y contrastación de la igualdad del
poder de cada voto para conformar una representación efectiva, a partir del cálculo de la igualdad en el peso del voto.
Integran el cuerpo de este documento una serie de cuadros y
gráficas a manera de anexo, donde el lector podrá observar
el desempeño de datos centrales que le dan sustento.
Igualdad en la perspectiva del sufragio universal
Ya lo decía Norberto Bobbio: la democracia es el conjunto
de las reglas del juego que permiten tomar las decisiones
colectivas, bajo el supuesto de igualdad, y “… para que los
jugadores puedan jugar, deben ser libres de elegir el propio
juego…” (Yturbe, 2007). Ante esto, Bovero afirma que la
igualdad es la categoría o fundamento filosófico de la democracia; la libertad es su principio (Yturbe, 2007) por tanto,
ambos elementos —libertad e igualdad— son constitutivos
del proceso de reconocimiento y expansión de los derechos
de los ciudadanos y de la propia democracia.
No obstante lo anterior, en la democracia antigua solamente los hombres libres disfrutaban igualmente de derechos políticos, con el propósito de constituirse como libres
para ejercer el poder y, a su vez, someterse a él. En este
sentido, todos los ciudadanos —sólo los que eran considerados como tales— poseían la facultad de la libertad. Por lo
tanto, en estas circunstancias, eran iguales. Es decir, cada
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El principio democrático una persona-un voto
ciudadano (libre) poseía, junto con el resto de sus iguales,
la potestad de decidir sobre los asuntos de carácter público.
Razón suficiente para entender el proceso de que cada ciudadano cuenta con una porción individual, de igual peso,
en las decisiones de carácter colectivo.
El principio una persona-un voto constituye la base
misma de la igualdad entre los ciudadanos mediante el
transcurso de todo proceso electoral y se expande a la
posibilidad no sólo de elegir a los responsables del ejercicio
público, sino también de ser electo para desempeñar alguna
responsabilidad de ese mismo carácter. Si bien este proceso
es seminal. Y sólo eso. Es el principio de un largo recorrido.
No es, por tanto, un punto de llegada; al contrario, es un
punto de salida sin el cual no es posible recorrer el camino.
En este devenir, el sufragio censitario aparece como el
reconocimiento del derecho a voto sólo a la parte de la población que está inscrita en un listado electoral. Este padrón
suele tener ciertas restricciones económicas o relacionadas
con el nivel de educación o social, principalmente. El sufragio censitario se contrapone a los principios del sufragio
universal, dado que éste no establece condiciones salvo
mayoría de edad y ciudadanía, generalmente, aunque
hasta ya entrado el siglo XX estaba limitado solamente a
la decisión masculina.
En algunos países este tipo de sufragio se utilizó hasta
principios del siglo XX, cuando se estableció como único
requisito el leer y escribir, con lo cual se duplicó el cuerpo
de posibles electores. Este proceso de expansión de reconocimiento de derechos políticos continuó en el ámbito del
género.
En nuestro país, en octubre de 1953, mediante la reforma
a los artículos 34 y 115, fracción I, constitucionales, se otorga
plenitud de los derechos ciudadanos a la mujer mexicana.
Suiza, por ejemplo, no reconoció que las mujeres podían
ejercer el voto hasta 1971. En forma reciente, el emirato
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kuwaití otorgó ese derecho a las mujeres en 2005. El registro
más antiguo que reconoce el derecho femenino al voto en
igualdad al masculino ocurrió en 1893, en Nueva Zelanda.
Los derechos de participación política del ciudadano son
hoy —al menos desde el punto de vista jurídico— irrefutables pero tuvieron que decretarse a lo largo de un profundo
y largo proceso histórico (Nohlen, 1994). En este sentido,
las características que adquiere, hoy por hoy, el sufragio
universal, significa que, en principio, todo ciudadano tiene
el derecho de elegir y ser elegido independientemente de
sexo, raza, lengua, ingresos o propiedad, profesión estamento o clase social, educación, religión o convicción política.
Veamos, pues, sus principales características.
En primer término, el rasgo más distintivo del carácter
universal del derecho al voto tal vez sea el sufragio igualitario. En efecto, la igualdad del voto implica que la influencia
del sufragio de todos los electores es igual, y no debe ser
diferenciada en razón de propiedad, ingresos, capacidad
impositiva, educación, religión, sexo u orientación política.
Es decir, todos los votos pesan lo mismo. La voluntad que
el ciudadano trasmite se cuenta, no se pesa. El principio de
sufragio igual es relevante también para la organización
de las elecciones, especialmente en el ámbito de la distribución de las circunscripciones electorales (Nohlen, 1994).
Más aún:
[…] para que la igualdad cuantitativa de los votos permanezca garantizada, se debe tener cuidado en la distribución de las circunscripciones
electorales con el fin de lograr, por ejemplo, una relación igual entre
la población (o el electorado) y el número de diputados que deben ser
elegidos en relación con la proporción nacional [o local]. Por lo tanto,
el postulado de la igualdad del voto es hoy, sin duda, el más importante
de todos los principios del derecho electoral (Nohlen, 1994).
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El principio democrático una persona-un voto
Otro de los principios del derecho electoral es la libertad
para ejercer el propio derecho reconocido. Efectivamente,
en el voto libre se fundamenta la esencia de la democracia.
Simplemente: si no es libre, no es voto. Por tanto, incapacita la posibilidad de elegir. La libertad de elección es una
exigencia fundamental de la elección misma; sin ella no
existiría en absoluto una elección. La libertad de elección
significa que el acto de la emisión del voto debe ser ejercido
sin coerción y sin presión ilícita (Nohlen, 1994).
Un tercer elemento, la secrecía del voto, exige que la
decisión del elector, en forma de emisión del voto, no sea
conocida por otros. Y finalmente, el cuarto rasgo es el del
voto directo, donde el elector mismo determina a los titulares de los escaños o del poder ejecutivo, sin que medie una
persona o un grupo de personas.
La democracia, de la manera en que se entiende hoy
día, tiene gran parte de su legitimidad cimentada en la
representación (Sartori, 1994). En este sentido, no es suficiente que los ciudadanos ejerzan su derecho al voto sino,
además, deben confiar en que su opinión tendrá el mismo
valor que la de cualquier otro votante. Desde el punto de
vista geográfico, la población está organizada en distritos
electorales y el reto es lograr una redistritación que permita
reflejar la voluntad popular ante el poder legislativo (López
Levi, 2006).
El dilema es, entonces, diseñar un sistema que sirva para
funcionar y que sirva para representar. En gran medida,
los sistemas electorales representan la opinión de los ciudadanos que se transforma en espacios de representación
en la forma como pretenden quienes diseñan los propios
sistemas. Para Sartori:
[…] los sistemas representativos siguen dos patrones principales […]
el de tipo inglés [que] sacrifica la representatividad del Parlamento a la
necesidad de un gobierno eficiente, mientras que el tipo francés sacri-
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fica el gobierno eficiente a la representatividad del Parlamento […] [y]
no es posible construir un sistema representativo que a la vez cumpla
completamente la función de funcionar y la función de representar
(Sartori, 1994).
No obstante, sí es posible —o al menos deseable— que estas
funciones se muevan por márgenes que el propio sistema
produzca y reproduzca y estén acotados por un marco legal,
razonablemente justo e imparcial.
El principio una persona-un voto constituye, en efecto, la
base misma de la igualdad entre los ciudadanos al momento
de sufragar. De aquí la necesidad de asegurar el equilibrio
demográfico entre las demarcaciones electorales, ya sean
uninominales o plurinominales. Además, en el caso particular de México, este principio fundamental está consagrado
en la Constitución General de la República, en sus artículos
39, 41 y 53, mismos que establecen la soberanía popular, el
reconocimiento del sufragio universal y la población como
base de la representación, respectivamente.
Adicionalmente, diversos instrumentos internacionales
sancionados por México reconocen los derechos políticoelectorales del voto igual. La Declaración Universal de
Derechos Humanos, en su artículo 21, numeral 3, establece
que: “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del
poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente,
por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto”.
Por su parte, la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial,
en su artículo 5, inciso c, señala que: “los derechos políticos, en particular el de tomar parte en elecciones, elegir y
ser elegido, por medio del sufragio universal e igual, el de
participar en el gobierno y en la dirección de los asuntos
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El principio democrático una persona-un voto
públicos en cualquier nivel, y el de acceso, en condiciones
de igualdad, a las funciones públicas”.
Los Estados que reconocen el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, entre ellos nuestro país,
están de acuerdo en el contenido de su artículo 25, inciso
b, mismo que establece que todos los ciudadanos gozarán,
sin ninguna de las distinciones mencionadas en el artículo
2, y sin restricciones indebidas, de los siguientes derechos
y oportunidades, entre ellos: “… votar y ser elegidos en
elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio
universal e igual y por voto secreto que garantice la libre
expresión de la voluntad de los electores”.
Otro mecanismo de cooperación internacional que ha
suscrito México es la Convención Americana de Derechos
Humanos, cuyo artículo 23 (Derechos políticos) señala que
todos los ciudadanos de los Estados adherentes deben gozar
de los siguientes derechos y oportunidades, entre ellos: de
votar y ser elegido en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto secreto que
garantice la libre expresión de la voluntad de los electores”.
Es evidente, en efecto, que las disposiciones que en materia de reconocer y promover el principio de la igualdad del
voto, aún hoy día, son temas pendientes en la agenda de
la consolidación democrática de nuestro país, en general, y
de Baja California Sur, en particular. De ello se escribirá
más adelante.
Al respecto, José Woldenberg argumenta que la centralidad de las elecciones y las reformas electorales han abierto
y encauzado el cambio político del país (Woldenberg, 2001).
Más aún, suponiéndose este estado de cosas, a partir de
una cierta normalidad de la democracia electoral, se abre
paso, según Woldenberg, a una generación de problemas
políticos asociados con la gobernabilidad y la reproducción
de la misma democracia.
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En Baja California Sur esta última circunstancia continúa en espera. La ausencia de reformas o la omisión de
ellas, han abonado a una democracia menos robustecida
y de menor calidad institucional en lo que se refiere al
cumplimiento del principio de igualdad del voto en la perspectiva de una persona-un voto. Es decir, los saldos no son
muy halagadores en materia de reproducción de la misma
democracia.
Se dice que las transformaciones sociales de mayor profundidad y, como consecuencia, las que ocurren en las instituciones políticas, ocurren de una forma lenta y paulatina,
con ello se advierte, entonces, la presencia posible de un
proceso de consolidación democrática. En Baja California
Sur este proceso gradual, al parecer, se vio interrumpido
por la coyuntura política local de finales del siglo pasado, y,
con ello, la ausencia de ajustes y modificaciones necesarias
para darle cauce a la normalidad democrática institucional
con una representación que, efectivamente, represente con
equidad a sus ciudadanos.
El principio una persona-un voto: una orientación
para debatir la democracia de calidad
Para Touraine (2000), la democracia “...se sitúa en la
reunión de fuerzas de liberación social y de mecanismos de
integración institucional y jurídica”. Más aún, la democracia se asienta, en efecto, sobre la fuerza y la autonomía del
sistema político en el cual son representados, defendidos y
negociados los intereses y demandas del mayor número de
actores y grupos sociales (Easton, 2001).
En este orden de ideas, resulta sustantivo mencionar
que los procesos de consolidación democrática están, o al
menos deberían estarlo, acompañados de momentos democratizadores, entendido esto como sistemas políticos en vías
de ser democráticos de acuerdo a las condiciones interna190
El principio democrático una persona-un voto
cionalmente aceptadas al respecto, a partir —de acuerdo
a lo planteado por Touraine— de consideraciones sociales
y procedimentales. Parte fundamental para entender este
proceso de consolidación es el debate reciente sobre la calidad democrática.
En una primera aproximación, el tema de la calidad de
la democracia estaría ligado a la pertinencia de un régimen democrático en términos de una ampliación efectiva
y extensiva de derechos civiles y políticos más allá del voto
(Cansino, 2007). Este debate permite apreciar, comparar y
sugerir “...el mejoramiento integral de los regímenes políticos existentes en la actual democracia representativa, en
particular en la imperiosa obligación de saber cómo dotarla
de nuevos atributos y derechos” (Cansino, 2007).
Para la teoría de la calidad de la democracia el derecho
al voto es apenas el punto inicial. La construcción de un
régimen democrático no concluye en la urna; no obstante,
es un salvoconducto fundamental para transportarse hacia
un sistema efectivamente democrático y es pieza básica para
armar el rompecabezas de un régimen que se precie de serlo.
Sobre este tema, Leonardo Morlino (2007) ha realizado
importantes esfuerzos intelectuales a fin de establecer
parámetros o criterios que permitan realizar análisis sobre
el desempeño de las democracias. Ante ello, Morlino presta
atención a cinco aspectos: respeto al estado de derecho,
transparencia y rendición de cuentas, correspondencia y
capacidad de respuesta de los detentadores legítimos del
poder en la satisfacción de las demandas ciudadanas y de
la sociedad civil en su conjunto, resolución de problemas de
desigualdad y de justicia y, finalmente, profundización y
creación de nuevos derechos (Cansino, 2007).
En este sentido, en referencia a los criterios mínimos clásicos sugeridos por Dahl en 1971 y a la adición de Schmitter
y Karl en 1993, Morlino advierte que es necesario realizar
todavía un “...análisis empírico profundo para detectar el
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grado en que han conseguido los dos principales objetivos
de una democracia ideal: la libertad y la igualdad” (Morlino, 2007)
Para el italiano, las dimensiones de una democracia de
calidad deben ser vistas desde tres aspectos: resultados
(qué se hace), contenidos (soluciones desde la igualdad y
la solidaridad) y procedimientos (qué vemos) aplicados a
propuestas del gobierno. Lo anterior quiere decir que “...una
democracia de calidad o buena es aquella que presenta
una estructura institucional estable que hace posibles la
libertad y la igualdad de los ciudadanos mediante el funcionamiento legítimo de sus instituciones y mecanismos”
(Morlino, 2007).
A este respecto, David Beetham refuerza el sentido empírico del proceso de observación, comparación y contrastación
en la medición razonablemente aceptada para proceder a
la evaluación del rendimiento de las democracias. Ante ello
argumenta, primero, que la investigación incluiría evidencias jurídico-procedimentales, así como su instrumentación
práctica (Beetham, 2007). Segundo, la evaluación contra
los parámetros o criterios internacionalmente aceptados
para tal efecto. Tercero, la percepción de los ciudadanos.
En realidad, se trata más bien de una especie de auditoría
sobre el funcionamiento institucional.
Demarcaciones electorales: el espacio de la
representación del principio una persona-un voto
Sobre este tema, en forma automática, se encuentra una
dificultad: la población raramente está repartida de manera
uniforme en el conjunto del territorio de referencia, lo habitual es su concentración en ciertas zonas. Además, derivado
de las migraciones de población más o menos importantes,
se hace necesario realizar un ajuste frecuente de delimitación de circunscripciones electorales.
192
El principio democrático una persona-un voto
Según la decisión tomada por la Corte de Justicia de los
Estados Unidos de América, en efecto, ninguna distinción
puede ser válida entre los ciudadanos, los electores no
pueden ser tratados en forma diferenciada según el lugar
donde residen, lo que implica que los distritos electorales,
en este caso, tengan un número de habitantes lo más equilibrado y homogéneo posible.1 Esta determinación ha sido
fundamental en el proceso de construcción de condiciones
mínimas de igualdad en el peso del voto de los ciudadanos. Ha sido referencia en el tema de la no discriminación
del votante a merced de su ubicación geográfica. Rasgo
fundamental del principio una persona-un voto. De ahí la
pertinencia de su referencia.
Existen diversos métodos para calcular el sesgo de
representación que resulte del trazo territorial en distritos
circunscripciones electorales. El cual consiste en medir la
diferencia que existe en relación con el promedio ideal. Éste
se calcula dividiendo la población total entre el número
de curules existentes: Promedio ideal = (población total)/
(número de curules reales). El cociente determina el grado
de efecto o defecto en la proporción de los habitantes ideales
en razón a la población estimada.
En nuestro país, la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en el año 2002, estableció que el criterio básico
para distribuir y demarcar los distritos y circunscripciones
electorales es el criterio demográfico, al resolver:
[Que] la distribución de los distritos uninominales entre los municipios
se hará teniendo en cuenta el último censo general de población y que
la demarcación de los aludidos distritos será la que resulte de dividir
1.A este criterio se le conoce como: “Reynolds vs. Sims, 377 US 533 (1964) was
a United States Supreme Court case that ruled that state legislature districts had
to be roughly equal in population” (Fue un caso de la Corte Suprema de Estados
Unidos que determinó que los distritos tenían que ser aproximadamente iguales
en población).
Estado
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la población total del Estado entre dichos distritos, acoge un criterio
poblacional, que es al que, en términos de lo previsto en el artículo 116,
fracción II, párrafo primero, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos.2
Baja California Sur en el contexto del principio
una persona-un voto
No obstante las disposiciones constitucionales, los instrumentos internacionales y los criterios jurisprudenciales
mencionados, que estipulan los principios de equilibrio
demográfico del principio de una persona-un voto y de la
igualdad del voto, en Baja California Sur no se cumple con
tales consideraciones. De ello se dará cuenta en los párrafos
siguientes, a partir de un criterio metodológico modificado
del señalado en la página anterior, mismo que considera
los datos del listado nominal por distrito electoral durante
el periodo de 1975 a 2008, años en los que se han llevado a
cabo elecciones locales.
Aunque, como se sabe, los diputados representan a la
población de un determinado territorio; el criterio de considerar el listado nominal por distrito uninominal orienta el
sentido de la discusión acerca del cumplimiento del principio
de una persona-un voto. Además, por la disponibilidad de
datos y su precisión de acuerdo a fuentes oficiales. Sobre
todo, si se consideran —como es el caso— los datos extremos. Particularmente, la distancia ente ellos mismos y en
relación a la media ideal.
Es nuestro propósito, a partir de este momento, analizar
el listado nominal de los distritos electorales locales desde
1975 a 2008, diseñar un indicador que establezca una
2. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo: XV, febrero de 2002.
Tesis: p./j. 4/2002, p. 590.
194
El principio democrático una persona-un voto
correlación entre el tamaño ideal promedio de los distritos
electorales locales así como determinar el grado de subrepresentación o sobre-representación distrital, al tiempo
de proponer una nueva distritación electoral local contando
con elementos sujetos al criterio demográfico basado en el
principio una persona-un voto y en el indicador comentado.
A nivel de distritación local, a efectos de elegir al congreso constituyente en 1974, se organizó el territorio en 7
distritos uninominales, mismos que se mantuvieron para
las elecciones para integrar la primera y segunda legislaturas (1977-1980). Para la renovación del congreso local en
1980, el número de distritos se aumentó en 1 para llegar a 8.
Las legislaturas IV y V se integraron con 10 y 12 diputados
electos por mayoría en sus relativos distritos uninominales,
respectivamente. A partir de la VI legislatura, ya en 1990,
y hasta la X, el número se mantuvo en 15; es decir, durante
5 elecciones locales (1990-2002) no se realizó ajuste alguno
en las demarcaciones electorales. Desde 2005, son 16 los
distritos electorales locales que integran la geografía estatal. Sólo ha ocurrido la inserción de un distrito local en el
municipio de Los Cabos, al sur de la entidad.
Es de destacar que el número de distritos electorales en
los que se divide actualmente el territorio estatal es igual
al de Colima; sin embargo, es superior a la cantidad de
demarcaciones de Durango, Querétaro, Quintana Roo, San
Luis Potosí y Yucatán (véase anexo, cuadro 4).
En el artículo 41 fracción I de la Constitución Política del
Estado de Baja California Sur se establece “...que la base
para realizar la demarcación territorial de los dieciséis Distritos Electorales, será la resultante de dividir la población total
del Estado, conforme al último Censo General de Población,
entre el número de Distritos señalados, teniendo también en
cuenta para su distribución el factor geográfico y socioeconómico”. En lo específico, se establece en artículo 14, inciso r del
reglamento interior del Instituto Estatal Electoral de Baja
Estado
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California Sur (IEEBCS) que es atribución del Consejo General
del IEEBCS “...aprobar y publicar la división del territorio del
Estado en los Distritos Electorales Uninominales y el
número de secciones electorales, en la fecha que determine
la Ley, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 41,
fracción I de la Constitución”.
En el caso de la más reciente redistritación (2005) mediante
el acuerdo CG-0008-SEPT-2004, de fecha 25 de septiembre
del 2004, se aprobó la división del territorio del estado en
distritos electorales uninominales y secciones electorales
por parte del Consejo General del IEEBCS; sin embargo, el
acto de redistritación puede considerarse como producto de
un acuerdo de carácter administrativo el cual no cuenta con
elementos técnicos, criterios y procedimientos institucionales
en esta materia.
En este contexto, en Baja California Sur se registran
distritos electorales con listados nominales en condiciones
de mala proporcionalidad o distribución, revelan que el principio de una persona-un voto no se cumple en esta región.
Veamos. El listado nominal del distrito XV, ubicado en la
región conocida como Pacífico-Norte, en la elección local más
reciente, la del 2008, estaba conformado por 6,655 electores;
en tanto el distrito VIII, que se localiza en el municipio de Los
Cabos, tenía un registro de 43,765 posibles votantes (véase
anexo, cuadro 1). Mientras el promedio que se mandata por
la misma Constitución local es de 32,011 habitantes
por distrito electoral local.3
Al mismo tiempo se aprecia que la suma del listado nominal de los distritos IX, X y XI pertenecientes al municipio de
Comondú es todavía inferior al total de ciudadanos enlis3. En relación a los dos distritos federales electorales en los que se divide la
entidad, no se advierten desigualdades demográficas significativas en relación a
los distritos electorales locales. En la más reciente redistritación (2005) pudo
corregirse, al menos por un tiempo, la creciente desigualdad demográfica entre
el norte y el sur de la entidad.
196
El principio democrático una persona-un voto
tados en el distrito VIII. Caso similar al distrito VII. Es de
destacar que el municipio de Comondú, con casi un tercio
menos electores que Los Cabos, tenga el mismo número de
distritos electorales que este último. La proporción de electores, a nivel estatal, de este municipio sureño es de 32.4%,
en tanto la de Comondú es de tan sólo 12.4%.
No obstante, el caso más atípico ocurre en el municipio de
Mulegé, al norte de la entidad. Los municipios al extremo
de la media península reflejan profundas desigualdades y no
sólo en el desarrollo económico o social. En este municipio se
asientan 9 de cada 100 electores del estado, sin embargo su
territorio está dividido en tres demarcaciones uninominales.
Es decir, con apenas 9.0% de los electores cuenta con 19.0%
de los distritos uninominales. En tanto, el municipio de Los
Cabos, que concentra un tercio de los votantes del estado,
tan sólo participa con 19.0% de los distritos.
El distrito XV, con cabecera en la comunidad de Bahía
Tortugas, representa 1.8% del listado nominal de toda la
entidad y, en contraste, el VIII con cabecera en Cabo San
Lucas, representa 12.2%. Esto significa que el VIII es 6.6
veces más grande en número de electores que el XV. Es decir,
bajo esta perspectiva, el voto de los ciudadanos que habitan
el distrito XV vale poco más de seis a uno en comparación
con aquellos que votan en el distrito VIII o, en todo caso,
el voto de éstos vale seis veces menos que los de aquellos.
Estas distorsiones en la proporción de distribución de
los electores en demarcaciones uninominales dan cuenta
de que el factor demográfico no ha sido considerado como
un elemento sustantivo al momento de definir los distritos.
Conviene recordar la resolución de la Corte que se comentó
páginas arriba. A diferencia de los elementos geográficos
y socioeconómicos, dadas las características de la distribución de la población en la entidad. Estas desigualdades
han predominado no sólo durante los años recientes, sino
que son una condición permanente desde que la entidad fue
Estado
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Almada Alatorre
dividida en distritos electorales a fin de elegir autoridades
locales, allá por 1974.
Por lo tanto, es pertinente diseñar un instrumento que
oriente, con el propósito de equilibrar estos tres factores
(poblacionales, geográficos y socioeconómicos) a fin de que
la representación de los ciudadanos encuentre condiciones
de mayor equidad. Elemento central de la democracia y que
se manifiesta en el derecho a votar y ser votado en el marco
del sufragio universal en la categoría del derecho a un voto
igualitario para la conformación de los poderes públicos.
Ratificación, pues, del principio de una persona-un voto.
Evolución de los distritos electorales en Baja California
Sur, 1975-2008
Periodo no competitivo, 1975-1990
Durante el periodo de 1975 a 1990 las condiciones de
la competencia en la disputa por los espacios de poder en la
entidad eran francamente favorables al otrora partido
hegemónico. En efecto, el PRI en este periodo ganaba todos
los cargos de elección popular en forma directa. Además,
se caracterizaba no sólo porque se adjudicaba todos los
espacios en disputa, sino que lo hacía con amplísimos márgenes de victoria. El legislativo local estaba integrado en
su amplia mayoría por priistas. Los distritos uninominales
sólo conocían las victorias tricolores. Lo mismo ocurre en
las alcaldías. A este periodo de hegemonía priista se le
conoce como de hegemonía no competitiva o no democrático
(Beltrán, 2009).
En este lapso, el promedio del número de votantes por distrito uninominal fluctuó entre los 10,200 y 12,600 electores;
no obstante, el registro de los listados empezó a expresar
una marcada diferencia entre los distritos ubicados al norte
y entre aquellos que se ubican al sur. La distancia entre el
distrito con menor electorado y el que concentraba el mayor
198
El principio democrático una persona-un voto
número se fue haciendo más amplia. Los años de 1980 y
1987 representan las mayores asimetrías (véase anexo,
cuadro 2). Estas distorsiones en la proporcionalidad en la
ponderación de los distritos uninominales, en apariencia,
han pretendido ser subsanadas por el factor geográfico y
socioeconómico al momento de su diseño.
Periodo de hegemonía competitiva, 1993-2008
Durante este lapso, el número de distritos electorales se
mantuvo fijo y no fue sino hasta la elección de 2005 cuando
se incrementa a 16 distritos uninominales aduciéndose
el significativo crecimiento demográfico registrado en el
municipio de Los Cabos. En efecto, el incremento de la
población al sur de la entidad en los últimos años sobrepasa,
con mucho, la tasa promedio del país y es uno de los más
pronunciados de la República. Sin embargo, la creación de
un distrito adicional no implicó, necesariamente, una nueva
demarcación electoral. Es decir, el ejercicio consistió en dividir en tres a los dos distritos que existían en aquella región.
Este periodo en la vida política de la entidad se inaugura
con la noticia de que el PRI pierde la mayoría del Congreso del Estado, tres de los cinco municipios y, por escaso
margen, conserva la gubernatura. El PAN había logrado
consolidar años de presencia partidista en la región. Para
la elección intermedia de 1996, el PRI recupera algunas
posiciones, sin embargo, en la elección para gobernador en
1999, el PRD —de escasa presencia en la entidad— bajo el
liderazgo de Leonel Cota Montaño, ex alcalde de la capital
del estado y ex diputado federal por el PRI, gana las elecciones, la mayoría del Congreso y de las alcaldías. Con ello se
inician los tiempos de predominio de otro partido y/o aliados,
distinto a la tradición tricolor (Beltrán, 2009).
No obstante que los márgenes de victoria del partido
ganador ahora son significativamente menores que en años
anteriores, se empieza a consolidar una hegemonía del PRD
Estado
No. 50
199
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
y/o aliados porque obtiene la gran mayoría de los espacios
en disputa. A este periodo se le llama de hegemonía competitiva.
Como se observa en el cuadro 3 (véase anexo), los diferenciales entre el distrito con mayor número de electores y el
de menor listado, se fue haciendo cada vez mayor. En 1993,
el mayor era 3.1 más grande, sin embargo, para 2008 fue
6.6 veces mayor el más poblado que el de menor número.
La asimetría está identificada entre el distrito VIII y el XV.
Al mismo tiempo se aprecia cómo, en forma paulatina,
el distrito mayor y el distrito menor se alejan del promedio
sugerido por el cociente del número total de electores por el
número de distritos en los que se divide la geografía electoral
en los años de comicios correspondientes.
Índice de Proporcionalidad del Tamaño Distrital (IPTD),
un esfuerzo empírico que orienta el debate del principio
una persona-un voto
Según el principio democrático una persona-un voto, cada
sufragio debe tener el mismo peso. La igualdad de los votos
se logra cuando cada escaño representa la misma cantidad
de habitantes en todo el territorio electoral (Nohlen, 1994).
En esta sección se revisará a detalle el comportamiento del
listado nominal en cada uno de los distritos electorales en
los que se divide el territorio estatal en el transcurso del
periodo llamado de hegemonía competitiva que se despliega
de 1993 a 2008.
Si la referencia es el número de habitantes que resulte
del último censo de población y vivienda, y si la dinámica
en el crecimiento demográfico de la entidad es altamente
significativa y sobrepasa el promedio nacional, no es posible seguir manteniendo la base actual. Lo prudente sería
migrar hacia un instrumento igualmente específico como lo
es el Conteo de Población y Vivienda que se realiza cada diez
200
El principio democrático una persona-un voto
años en forma intermedia al Censo General de Población y
Vivienda. Por lo tanto, debiese promoverse una modificación
al texto constitucional local en referencia a este caso.
Para ilustrar la afirmación anterior, véase el cuadro 4
(anexo), en él se puede apreciar el crecimiento demográfico
en sólo cuatro años en cada una de las entidades de la República, el número de distritos uninominales que las integran
y al mismo tiempo el número de diputados electos por el
principio de representación proporcional y la ponderación
que guardan estos mecanismos de elección respecto del
total de integrantes de cada uno de los congresos locales.
Al respecto, se pueden plantear, al menos, las siguientes
conclusiones:
a) El número de distritos electorales en los que se divide el
territorio estatal es igual al de Colima y al de Baja California, éste con poco más de 3 millones de habitantes; sin
embargo, es superior a la cantidad de demarcaciones de
Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí y Yucatán,
quienes tienen 15 distritos electorales uninominales
aunque la población de estas entidades oscile entre 1.2 y
2.5 millones de habitantes, San Luis Potosí en este caso
y en el primero, Quintana Roo, mientras la población
de Baja California Sur es de 565 mil habitantes.
b) La razón de proporción entre la representación vía
uninominal y plurinominal, en promedio por cada uno
de los congresos locales es de 61%-39%. Esta relación
tiene una lógica. La lógica de la no concentración del
poder en un solo partido o alianza y sí para la búsqueda
y generación de acuerdos al interior de los legislativos.
Destaca Jalisco con una relación por debajo de la media
con 50%-50%, así como Durango y San Luis Potosí. En
tanto, en el otro extremo, se ubica Baja California Sur
con una relación 76.2%-23.8%, situación que rompe con
el principio que promueve la no concentración del
poder en un solo partido o alianza e inhibe, en efecto,
Estado
No. 50
201
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
la búsqueda y generación de acuerdos al interior de los
legislativos porque el incentivo de ganar-ganar no es
posible en este esquema.
Véase en el cuadro 5 (anexo) cómo el comportamiento en el
crecimiento del listado nominal por cada uno de los distritos
uninominales en el periodo 1993-2008 es desequilibrado.
Mientras a escala municipal, Los Cabos en este tiempo
incrementó su número de electores en casi 428% y La Paz
en 100%, los municipios del norte oscilan sus incrementos
entre 60% y 70% en quince años.
A nivel distrital se observa que el VII y VIII registran crecimientos superiores a 275%, en tanto el distrito XV apenas,
en quince años, vio crecer su padrón electoral en 18 puntos.
Los dos primeros crecen, en promedio anual, exactamente
el promedio de crecimiento en quince años del distrito XV.
Esta asimetría revelada da cuenta de la desproporción con
la que la representación de los ciudadanos se renueva cada
tres años. A todas luces es inequitativo.
Lo anterior, considerado aisladamente, con seguridad no
indicaría mucho. No obstante, es preciso revisar durante
el periodo de referencia y argumentar que para equilibrar el
factor de ponderación de representación al interior de los
congresos locales y para promover la igualdad en la representación de los ciudadanos a través de sus representantes
populares electos en distritos uninominales, es pertinente
diseñar un indicador que mida la equidad en el número
de electores que integran la lista nominal en los distritos,
partiendo de la base del promedio de votantes por demarcación que resulta del cociente del total del listado nominal
por el número de distritos electorales en los que se divide
cada entidad.
La aplicación del principio de igualdad mediante la fijación de un promedio de habitantes por escaños tiene dos
variantes técnicas. Primera, implica la distribución de las
202
El principio democrático una persona-un voto
circunscripciones electorales con un número de habitantes
cercano a la proporción por escaño. La segunda fórmula
implica el cómputo de proporción de escaños atribuible a
una circunscripción electoral con base en el número total o
parcial de habitantes (Nohlen, 1994).
Esta relación indica, con el ajuste metodológico que se
planteó líneas arriba, la proporción que guarda el número
electores en cada distrito uninominal en razón del promedio
de electores dado por el cociente señalado. Y se expresa de
la siguiente manera: Índice de Proporcionalidad del Tamaño
Distrital (IPTD)
Donde:
Índice de proporcionalidad = Tamaño del distrito electoral
del año n/Tamaño promedio del distrito del año n
1 es proporcional a la representación por distrito
+1 menormente representado
-1 mayormente representado
Una vez realizados los cálculos (véase anexo, cuadro 6) para
cada uno de los distritos electorales durante un periodo
de 15 años, se pueden mencionar, al menos, los siguientes
hallazgos:
a) Los distritos del I al VI se localizan en el municipio de
La Paz. Los electores de los primeros cinco han estado
menormente representados en forma permanente
durante estos quince años. Exceptuando al distrito VI
que de manera periódica ha estado mayormente representado. No obstante, es de destacarse que en el distrito
III es donde se observa el desempeño más proporcional
del indicador a lo largo de la serie de análisis.
b) En los distritos VII, VIII y XVI que se ubican en el
municipio de Los Cabos, en general, el desempeño del
Estado
No. 50
203
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
indicador de proporcionalidad refleja una sobresaliente
menor representación en forma gradual. El caso más
representativo ocurrió en 2002 cuando el listado nominal
del distrito VIII era 2.18 veces mayor que el promedio
de electores por distrito uninominal para el mismo año
c) Conforme se avanza hacia el norte del estado (distritos
IX al XV), el desempeño del indicador de proporcionalidad
se ubica en forma permanente por debajo de la unidad.
Se puede afirmar, en efecto, para algunos casos, que en
forma por demás significativa se observa una marcada
mayor representación. Veamos. El caso más evidente
es el del distrito XV. Su cociente de 2008 indica que su
listado nominal es poco más de tres veces menor que el
promedio de electores para ese mismo año.
d) Ante la evidencia de tales desequilibrios en la representación del tamaño de los distritos electorales uninominales, resulta necesario redistribuir en forma más equitativa y en razón al factor demográfico las demarcaciones
electorales del Estado. Y recuperar, efectivamente, el
principio una persona-un voto.
A este respecto, Dieter Nohlen destaca que las circunscripciones electores “...no pueden definirse de una vez y
para siempre. Los procesos migratorios exigen el ajuste
permanente de las circunscripciones a las nuevas realidades
demográficas, ya sea mediante un cambio geográfico de los
límites de las circunscripciones electorales o mediante el
número de escaños en la circunscripción electoral” (Nohlen,
1994).
Más aún, en efecto, la crítica de la distribución de las
demarcaciones electorales tiene dos puntos de partida: por
un lado, la manipulación activa en beneficio de un partido
o una tendencia política y, por otro, la omisión de modificaciones necesarias para el desempeño del sistema electoral
(Nohlen, 1994).
204
El principio democrático una persona-un voto
La gráfica 1 (véase anexo) evidencia, aún más, la asimetría producto de la distorsión o mala proporcionalidad en
el establecimiento de los distritos electorales en Baja California Sur, específicamente en lo que se refiere al número
de electores que los integran. En efecto, se ha sacrificado
la proporcionalidad que tendría que reflejar la ponderación
equitativa demográfica al momento de establecer las demarcaciones electorales. En tanto que la balanza se ha inclinado
hacia factores o elementos (dispersión/concentración de la
población y actividades económicas, principalmente) que,
efectivamente, importan pero que no son los principales.
Considerando lo anterior, es necesario, entonces, realizar
un proceso de demarcación en forma integral que tome en
cuenta al factor poblacional como un eje central sobre el cual
debiesen circular otros elementos como los ya mencionados,
pero, sobre todo, que corrija el principio democrático una
persona-un voto (véanse los cuadros 7, 8 y 9 del anexo para
apreciar el desempeño y ajustes del IPTD al momento de
realizar nuevas demarcaciones).
Comentarios finales
Es conveniente que el sistema electoral local busque
asegurar que los límites de las demarcaciones o distritos
electorales sean trazados de tal forma que cumplan en el
mayor grado posible con el objetivo de conferir igual peso
a cada voto para garantizar una efectiva representación.
Dado que “...la influencia de los sistemas electorales en la
vida política es evidente” (Duverger, 2001). No obstante
lo anterior, “...sólo se pueden definir las tendencias que
determinan el juego de los otros factores. En otras palabras:
no se puede decir que tal sistema electoral determina tal
forma de vida política, sino que, simplemente, la estimula”
(Duverger, 2001).
Estado
No. 50
205
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
Hasta ahora, la variable número de población y/o electores ha jugado el papel de variable dependiente cuando,
efectivamente, su rol básico es el de una variable independiente. En otras palabras: la principal razón para plantear
modificaciones a las demarcaciones electorales es el poblacional. Por lo tanto, cuando se observan tales asimetrías
como las expuestas líneas arriba, no es posible sostener
técnicamente, a pesar de las características geográficas y
socioeconómicas de la entidad, la desigualdad en la representación política en Baja California Sur producto de sus
constantes redistritaciones parciales.
En efecto, el objetivo general de todos estos sistemas
electorales es transformar la voluntad popular del electorado en un gobierno representativo. La delimitación de
distritos produce un resultado diferente, pero cada uno debe
asegurar que se cumplan ciertos principios básicos en su
aplicación. Lo razonablemente aceptable para llevar a cabo
este ejercicio reside en la igualdad del poder de cada voto
para conformar una representación efectiva, a partir de la
igualdad en el peso del voto.
La igualdad en el peso del voto, criterio básico del principio de una persona-un voto, significa que las demarcaciones
electorales deben ser trazadas de tal forma que los grupos
de electores sean lo más igualitarios posible en términos de
fuerza electoral, lo que se refleje en el hecho de que cada
voto emitido tenga el mismo peso en el mayor grado posible.
Los distritos electorales con una población equivalente permiten que los electores tengan un voto de igual peso en la
elección de sus representantes, pero este ideal no siempre
se cumple en la práctica, sobre todo porque suelen aplicarse
simultáneamente otros principios alternos.
Sin embargo, el principio democrático una persona-un
voto está ausente en Baja California Sur y en la mayoría
de las entidades. En el país es una asignatura pendiente.
Bien vale la pena el esfuerzo por construir mejores alter206
El principio democrático una persona-un voto
nativas a la luz de la discusión de la teoría sobre la calidad
de la democracia. Ello implicaría una mayor y exhaustiva
investigación empírica.
Fecha de recepción: 14 de mayo de 2010
Fecha de aceptación: 05 de octubre de 2010
Beetham, David (2007), “Calidad de la democracia: el
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html.
Estado
No. 50
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Almada Alatorre
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Bibliografía
Anexo
Cuadro 1. Listado nominal por distrito local electoral
Baja California Sur, 2008
Distritos
Listado
Prop. mun
I
30,627
19.8%
II
22,219
14.4%
III
21,043
13.6%
IV
38,938
25.2%
V
29,502
19.1%
VI
12,278
7.9%
6
154,607
100.0%
VII
41,335
35.4%
VIII
43,765
37.5%
XVI
31,654
27.1%
3
116,754
100.0%
IX
12,743
29.4%
X
16,288
37.6%
XI
14,245
32.9%
3
43,276
100.0%
XII
12,332
1
12,332
100.0%
XIII
13,021
39.5%
XIV
13,295
40.3%
XV
6,655
20.2%
3
32,971
100.0%
16
359,940
22,496
La Paz
Subtotal
Los Cabos
Subtotal
Comondú
Subtotal
Loreto
Subtotal
Mulegé
Subtotal
Total
Prop. est.
8.5%
6.2%
5.8%
10.8%
8.2%
3.4%
43.0%
11.5%
12.2%
8.8%
32.4%
3.5%
4.5%
4.0%
12.0%
3.4%
3.4%
3.6%
3.7%
1.8%
9.2%
100.0%
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
Estado
No. 50
209
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
Cuadro 2. Baja California Sur, 1975-1990
Listado nominal
1975
Listado nominal
Número de distritos
Promedio Electores por distrito
Mayor listado nominal distrital
Menor listado nominal distrital
1977
1980
1983
1987
1990
74,921 85,396 100,811 126,441 145,456 154,208
7
7
8
10
12
15
10,703 12,199 12,601 12,644 12,121 10,281
18,213 22,308 28,068 26,740 29,345 17,758
4,767 4,111 4,592 5,165 5,654 4,474
Fuente: Con datos del CIND-e de la UABCS.
Cuadro 3. Baja California Sur, 1993-2008 Listado nominal
1993
1996
1999
Listado nominal
154,013 192,488 228,210
Número de distritos
15
15
15
Prom. elect/distr.
10,268 12,833 15,214
Mayor listado nominal distrital 17,352 22,487 26,028
Menor listado nominal distrital
5,616 5,668 6,257
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
210
2002
266,893
15
17,793
38,793
6,256
2005
308,983
16
19,311
30,093
6,330
2008
359,940
16
22,496
43,765
6,655
Estado
Baja California
Baja California Sur
Campeche
Coahuila
Colima
Chiapas
Chihuahua
Distrito Federal
Durango
Guanajuato
Guerrero
Hidalgo
Jalisco
México
Michoacán
Morelos
Nayarit
Nuevo León
Aguascalientes
Estado
2,844,469
512,170
754,730
2,495,200
567,996
4,293,459
3,241,444
8,720,916
1,509,117
4,893,812
3,115,202
2,345,514
6,752,113
14,007,495
3,966,073
1,612,899
949,684
4,199,292
1,065,416
Población
2005
3,165,776
565,400
795,982
2,628,942
600,924
4,507,177
3,391,617
8,841,916
1,550,417
5,044,735
3,140,529
2,421,606
7,016,595
14,837,208
3,964,009
1,674,795
969,540
4,448,068
1,141,946
177,779
32,011
35,940
124,760
35,500
178,894
147,338
218,023
88,772
222,446
111,257
130,306
337,606
311,278
165,253
89,606
52,760
161,511
59,190
197,861
35,338
37,904
131,447
37,558
187,799
154,164
221,048
91,201
229,306
112,162
134,534
350,830
329,716
165,167
93,044
53,863
171,080
63,441
16
16
21
20
16
24
22
40
17
22
28
18
20
45
24
18
18
26
18
2005-2009
Población
Población
Población MR
2009 promedio por promedio por
distrito local distrito local
2005
2009
64.0%
76.2%
60.0%
64.5%
64.0%
60.0%
66.7%
60.6%
56.7%
61.1%
60.9%
60.0%
50.0%
60.0%
60.0%
60.0%
60.0%
61.9%
66.7%
Proporción
MR
Cuadro 4. Principios y proporción de elección de diputados locales
9
5
14
11
9
16
11
26
13
14
18
12
20
30
16
12
12
16
9
36.0%
23.8%
40.0%
35.5%
36.0%
40.0%
33.3%
39.4%
43.3%
38.9%
39.1%
40.0%
50.0%
40.0%
40.0%
40.0%
40.0%
38.1%
33.3%
25
21
35
31
25
40
33
66
30
36
46
30
40
75
40
30
30
42
27
RP Proporción Total
RP
El principio democrático una persona-un voto
No. 50
211
212
3,506,821
5,383,133
1,598,139
1,135,309
2,410,414
2,608,442
2,394,861
1,989,969
3,024,238
1,068,207
7,110,214
1,818,948
1,367,692
103,263,388
Población
2005
3,550,788
5,651,371
1,720,556
1,314,062
2,484,949
2,652,451
2,510,562
2,050,514
3,193,017
1,134,844
7,278,690
1,921,959
1,379,752
107,550,697
140,273
207,044
106,543
75,687
160,694
108,685
114,041
94,760
159,170
56,221
197,506
121,263
75,983
142,032
217,360
114,704
87,604
165,663
110,519
119,551
97,644
168,054
59,729
202,186
128,131
76,653
25
26
15
15
15
24
21
21
19
19
36
15
18
22
2005-2009
Población
Población
Población MR
2009 promedio por promedio por
distrito local distrito local
2005
2009
59.5%
63.4%
60.0%
60.0%
55.6%
60.0%
63.6%
60.0%
59.4%
59.4%
60.0%
60.0%
60.0%
61.1%
Proporción
MR
17
15
10
10
12
16
12
14
13
13
24
10
12
14
40.5%
36.6%
40.0%
40.0%
44.4%
40.0%
36.4%
40.0%
40.6%
40.6%
40.0%
40.0%
40.0%
38.9%
42
41
25
25
27
40
33
35
32
32
60
25
30
36
RP Proporción Total
RP
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS, Conteo de Población y Vivienda 2005 y estimaciones de Conapo.
Oaxaca
Puebla
Querétaro
Quintana Roo
San Luis Potosí
Sinaloa
Sonora
Tabasco
Tamaulipas
Tlaxcala
Veracruz
Yucatán
Zacatecas
Promedio
Estado
Cuadro 4. Principios y proporción de elección de diputados locales (continuación)
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
Estado
No. 50
XV
XIV
XIII
XII
20,559
154,023
22,428
192,488
9,344
7,416
5,668
8,110
8,110
7,192
7,192
8,878
6,065
5,616
32,189
26,902
10,235
10,912
11,042
31,971
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
Subtotal
TOTAL
Mulegé
Subtotal
Subtotal
Loreto
XI
X
8,396
8,452
10,054
14,558
17,413
22,080
IX
97,790
10,997
11,083
Comondú
XVI
VIII
VII
VI
V
IV
III
77,290
22,487
17,965
15,328
18,056
16,525
7,429
17,352
14,451
11,949
13,769
13,455
6,314
I
II
1996
1993
Distritos
Subtotal
Subtotal
Los Cabos
La Paz
26,468
230,691
10,829
9,382
6,257
9,636
9,636
36,641
11,189
12,810
12,642
44,465
18,437
26,028
113,481
25,473
20,070
17,589
20,983
20,860
8506
1999
29,394
266,893
11,820
11,318
6,256
10,444
10,444
39,288
11,910
14,211
13,167
62,339
23,546
38,793
125,428
27,491
21,606
18,992
23,949
23,893
9,497
2002
30,889
308,983
12,595
11,964
6,330
11,077
11,077
41,263
12,396
15,352
13,515
29,115
27,955
28,099
85,169
140,585
29,414
22,520
20,491
30,093
27,137
10,930
2005
32,971
359,940
13,021
13,295
6,655
12,332
12,332
43,276
12,743
16,288
14,245
41,335
43,765
31,654
116,754
154,607
30,627
22,219
21,043
38,938
29,502
12,278
2008
12,412
205,917
4,143
7,230
1,039
5,140
5,140
16,374
4,347
7,836
4,191
30,338
32,682
31,654
94,674
77,317
13,275
7,768
9,094
25,169
16,047
5,964
60.4%
133.7%
46.7%
119.2%
18.5%
71.5%
71.5%
60.9%
51.8%
92.7%
41.7%
428.8%
275.9%
294.9%
100.0%
76.5%
53.8%
76.1%
182.8%
119.3%
94.5%
Incr. 93/08 Incr. 93/08
Cuadro 5. Listado nominal por distrito local. Baja California Sur, 1993-2008
El principio democrático una persona-un voto
213
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
Cuadro 6. Índice de proporcionalidad de los distritos locales electorales
1993
Baja California Sur, 1993-2008
1996
1999
2002
2005
2008
Prom.
1.690
1.407
1.752
1.400
1.656
1.305
1.545
1.214
1.523
1.166
1.361
0.988
1.588
1.247
1.164
1.341
1.194
1.407
1.144
1.364
1.067
1.346
1.061
1.558
0.935
1.731
1.094
1.458
1.310
0.615
1.288
0.579
1.356
0.553
1.343
0.534
1.405
0.566
1.311
0.546
1.336
0.565
1.071
1.079
1.134
1.357
1.199
1.692
1.323
2.180
1.508
1.448
1.837
1.945
1.345
1.617
0.818
0.823
0.798
0.850
0.728
0.833
0.669
0.799
0.642
0.795
0.566
0.724
0.703
0.804
0.979
0.700
0.860
0.632
0.822
0.627
0.740
0.587
0.700
0.574
0.633
0.548
0.789
0.611
XIV
0.865
0.591
0.728
0.578
0.704
0.610
0.664
0.636
0.652
0.620
0.579
0.591
0.699
0.604
XV
0.547
0.442
0.407
0.352
0.328
1.455
0.296
1.407
0.395
1.431
Distritos
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XVI
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
Gráfica 1
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
214
El principio democrático una persona-un voto
Cuadro 7. Listado nominal por distrito local electoral.
Baja California Sur, 2008 (escenario conservador)
La Paz
Distritos
Listado
Prop. Est.
IPTD
I
22,087
22,087
22,087
6.1%
6.1%
6.1%
0.982
0.982
0.982
-410
-410
-410
22,087
22,087
6.1%
6.1%
0.982
0.982
-410
-410
22,087
22,087
6.1%
6.1%
0.982
0.982
-410
-410
154,609
43.0%
0.982
-2,867
23,351
23,351
6.5%
6.5%
1.038
1.038
855
855
23,351
23,351
6.5%
6.5%
1.038
1.038
855
855
II
III
IV
V
VI
VII
7
Subtotal
Los Cabos
VIII
IX
X
XI
23,351
6.5%
1.038
855
116,755
32.4%
1.038
4,273
XIII
27,804
7.7%
1.236
5,308
XIV
27,804
7.7%
1.236
5,308
XII
Subtotal
Com+Lor
5
Subtotal
Mulegé
Dif. Prom
2
55,608
15.4%
XV
16,486
4.6%
0.733
-6,011
XVI
16,486
4.6%
0.733
-6,011
0.733
-12,021
Subtotal
2
32,972
9.2%
Total
16
359,944
22,497
10,615
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
Estado
No. 50
215
José Antonio Beltrán Morales y Rossana
Almada Alatorre
Cuadro 8. Listado nominal por distrito local electoral. Baja
California Sur, 2008 (escenario reformador)
La Paz
Distritos
I
II
III
IV
V
Subtotal
Los Cabos
5
VI
VII
VIII
IX
Subtotal
Com+Lor
4
X
XI
Subtotal
Mulegé
Subtotal
Total
2
XII
1
12
Listado
30,922
30,922
30,922
30,922
30,922
154,610
29,189
29,189
29,189
29,189
116,756
27,804
27,804
55,608
32,972
32,972
359,946
IPTD
1.031
1.031
1.031
1.031
1.031
1.031
0.973
0.973
0.973
0.973
0.973
0.927
0.927
0.927
1.099
1.099
29,995
Prop. Distr. Mun.
Prop Padr. Est
41.7%
43.0%
33.3%
32.4%
16.7%
15.4%
8.3%
9.2%
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
Cuadro 9. Listado nominal por distrito local electoral. Baja
California Sur, 2008 (escenario oficial)
La Paz
Subtotal
Los Cabos
Subtotal
Com+Lor
Subtotal
Mulegé
Subtotal
Total
Distritos Listado
I
38,653
II
38,653
III
38,653
IV
38,653
4
154,610
V
38,919
VI
38,919
VII
38,919
3
116,756
viii
27,804
ix
27,804
2
55,608
X
32,972
1
32,972
10
359,946
IPTD
Prop Padr. Est
43.0%
40.0%
32.4%
30.0%
15.4%
20.0%
9.2%
10.0%
1.081
1.081
1.081
0.772
0.772
0.916
35,995
Fuente: con datos del CIND-e de la UABCS.
216
Prop. Distr. Mun.
1.074
1.074
1.074
1.074
Descargar