Revista de extensión agraria

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La improvisación
en el conocimiento
de las personas
Organizar a las personas para la acción es
difícil. Nos vemos implicados con frecuencia en la solución de problemas relacionados con aspectos concretos sobre los que
no se tiene experiencia directa y es necesario delegar en otras personas. Otras veces, aunque tengamos experiencia directa,
procedemos ayudando a otras personas para
que los resuelvan por sí mismas. En cualquier caso, es necesario para el Agente de
Extensión tener suficiente habilidad para conocer a las personas para calificar su temperamento, sus aptitudes, su carácter.
El conocimiento de los rasgos de la personalidad resulta relativamente fácil cuando se tiene oportuniad de trabajar, jugar o
convivir con los individuos. Ahora bien, la
realidad es que, en buena parte de los casos, tenemos que actuar con personas con
las que solamente tenemos un trato efímero y circunstancial y, para plantear nuestras
proposiciones, no disponemos de otro recurso que una estimación improvisada que
hacemos de ellas en el escaso tiempo que
las tratamos.
El conocimiento de las personas por una
apreciación instantánea, por una primera impresión, suele ser superficial y a veces erróneo. Improvisada la estimación en un momento, por un apretón de manos y el intercambio de unas miradas y unas frases, debe
efectuarse sobre la base de unos esquemas
previos ya comprobados. No conviene de-
jarlo al albur de la pura intuición, porque se
corre el riesgo de dar lugar a fracasos, malentendidos o decepciones.
Nuestra actitud influye
Los seres humanos están especialmente
capacitados para tomar decisiones y emitir
juicios, a modo de respuestas, en su contacto permanente con las situaciones en que
se desenvuelven. Como consecuencia de estos contactos elaboran su propio «sistema»
de valores, sentimientos y respuestas para
esas situaciones, es decir, sus actitudes. Este mismo «sistema» de actitudes es el que
empleamos para valorar a las personas favorable o desfavorablemente.
Nuestras actitudes no son otra cosa que
nuestro compromiso con un punto de vista,
adquirido por nuestros contactos con las cosas, las situaciones y con las actitudes de
las personas que nos relacionamos. Se formen como se formen, las actitudes son siempre el resultado de una experiencia anterior
acumulada, una tendencia bastante estable,
mediante la cual interpretamos y reaccionamos frente a las cosas o los hechos de una
determinada manera. Y estas actitudes, estos criterios para calificar a las personas
con las que tenemos trato poco frecuente,
es bueno que estén fundamentadas en normas que tengan cierto rigor científico.
La actitud propia no sólo allana las dificultades de relación de nuestro ambiente
social, sino que, además, constituye nues139
Humor ~labio
Ansioso
algún baremo útil para afrontar con eficacia
y rapidez a todas las circunstancias en que
tenemos que relacionarnos con los demás.
Las personas que carecen de actitudes
definidas encuentran verdaderas dificultades
para hacer frente a situaciones nuevas. Precisamos valernos de algunos indicios que
nos sirvan de aviso y de toma de posición
para actuar de una manera consecuente.
Sensible
Inotnoto
'bledo
Agresivo
Serio
Excitabto
Pesimista
Poco fiable
Reservado
Impulsivo
Insociable
filalanceficoll Optimista
Coléricos
Sedentario
Activo
br f RAVERTIDO
INTROVERTIDO
Pasivo
Flemáticos
Sociable
Sanguineos
Amigo do entrar
y salir
Cuidadoso
Pensativo
Hablador
Pacifico
Todos poseemos normas de comportamiento, lo que se llaman rasgos de la personalidad, que constituyen esquemas coherentes
y claros del tipo de personas que somos.
Ocurrente
Controlado
Deservualto
Eoergico
Fiable
Ecuánime
Sereno
Seguro de si
Lodo,
Interpretación, según Eysenck, de los factores de la
personalidad en un sistema dicotómico.
tros esquemas para conducirnos de manera
adecuada. Las actitudes pueden dar lugar a
errores importantes al juzgar a las personas
con quienes nos relacionamos, naturalmente, hasta que las conocemos mejor. Las actitudes actúan como filtro para la información que recibimos a través de los sentidos.
Las actitudes nos inclinan a oponernos, cambiar o ignorar los aspectos nuevos que puedan perturbar las convicciones ligadas a esas
actitudes; nos inclinan, por otra parte, a escoger aquellos datos que confirman o justifican nuestras convicciones. Esta selección
da como resultado nuestra tendencia a dividir los objetos, los sucesos y las personas
de modo que nos resulte más fácil dar una
respuesta de tipo generalizado. Sin embargo, hay que comprender que necesitamos poseer y manejar algún tipo de clasificación,
País
Alemania
Italia
Rusia
EE.UU.
Inglaterra
Francia
140
Las tipologías
Las clasificaciones más simples que aluden al carácter y al temperamento, relacionadas con la forma del cuerpo, son dicotómicas. Don Quijote-Sancho, introvertido-extravertido, cabeza-corazón, espíritu-materia.
Todas ellas mezclan la forma del cuerpo con
el carácter y vienen coincidiendo en las calificaciones mentales que asignamos para
ahorrar el esfuerzo de observar con más detalle, en la mayoría de los casos por pereza,
Otras clasificaciones más completas califican el biotipo de las personas según tres
denominaciones y cada una de ellas con
rasgos de la personalidad que son una estimable ayuda de conocimiento. Aunque con
diferente nombre, coinciden las estructuras
de las principales escuelas de psicología moderna, según puede apreciarse en el cuadro
que se reproduce.
Autor
Kretschmer (1921)
Pende (1922)
Bounal (1927)
Sheldon (1939)
Eysenck (1945)
Martiny (1947)
Tipos
Leptosonnático
Longilíneo
Estenoplástico
Ectomorfo
Lectomorfo
Ectoblástico
Atlético
Mesolíneo
Mesoplástico
Mesomorfo
Mesomorfo
Mesoblástico
Pícnico
Brevilíneo
Euriplástico
Eudomorfo
Eurimorfo
Eudoblástico
Los diferentes biotipos mencionados en el
cuadro son similares en las diversas descripciones que pueden recogerse de multitud
de libros. Son descripciones minuciosas que
en muchos casos resultan como grotescas,
porque parece que muchos psicólogos coinciden en la tendencia de acentuar matices
extremos que, como tales, parecen aproximarse a casos de enfermedad. Por eso renuncio a transcribir alguna de ellas y me limitaré a una brevísima referencia, aludiendo a los biotipos de Kretschmer como los
más conocidos, que se completa con el dibujo de la figura.
El biotipo pícnico se nos presenta como
el individuo grueso que produce la impresión
de rechoncho y corpulento. Cabeza gruesa,
con tendencia a la calvicie; cuello corto y
vientre amplio. Dan la sensación de tener
las extremidades cortas. Su estado de ánimo suele ser cíclico, de modo que alterna
la euforia con la melancolía y es capaz de
pasar de una fase de pesimismo a otra de
optimismo.
La persona atlética se define como el individuo «fuerte», en el que llama la atención el gran desarrollo del esqueleto y la
musculatura. Cabeza firme con los relieves
óseos acentuados; cuello ancho, así como el
musculado tórax, que se destaca elevado de
las caderas, que aparentan estrechez. Extremidades fuertes y sólidas. Su disposición
de ánimo se caracteriza por la manera brusca y explosiva con que manifiesta sus afectos y descarga su energía.
El individuo leptosomático llama la atención como la persona «delgada» en la que
destaca esencialmente el eje longitudinal del
cuerpo, por lo que produce la impresión de
flaco. La cabeza da la sensación de ser pequeña; cuello y tórax alargados, que se prolongan con el vientre enjuto. Extremidades
largas y escasamente abultadas. Normalmente, son personas cuyo estado de ánimo apenas si sufre alteraciones y es difícil de pre-
cisar; son sujetos aparentemente fríos, impasibles y reservados.
A estos rasgos de la tipología corresponden unas características de temperamento
que se recogen en el libro titulado «La mente humana», del que es autor el profesor
José Luis Finillos, editado en la Biblioteca
básica Salvat. y al que remitimos a los que
interese el tema, por tratarse de un libro
económico, claro y de contenido atrayente.
Una opinión autorizada
En un seminario celebrado a finales de
mayo en el Centro Regional de Reus, nos
decía el doctor Quintana Cabans, Profesor
de Psicología para la Educación en la Universidad de Barcelona, que «son muchos los
que creen que son buenos psicólogos, conocedores de las personas a la primera ojeada. Los que presumen de buenos fisonomistas se equivocan con mucha frecuencia, entre otras cosas, porque hay que tener en
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cuenta nuestras propias actitudes y las circunstancias en que se conoce a las personas, que condicionan el juicio que hacemos
de ellas».
Dijo también, aunque de forma más extensa, que los medios para conocer a las
personas son escasos y efímeros. Unos, por
supuesto, inapropiados, tales como la forma
de las manos, de la nariz, el color de los
ojos, la forma del cráneo o el signo astral
según la fecha de nacimiento. Otros, apropiados, tales como la manera de escribir,
las arrugas del rostro o la interpretación de
«test», aunque tienen notables limitaciones,
entre las que la principal es que son medios
que sólo pueden ser manejados por especialistas.
«A nivel de personas con profesiones ajenas a la psicología, pero interesadas en las
relaciones humanas —añadió—, quizá uno
de los medios más prácticos, entre los adecuados, es el que sigue las normas de la
caracterología apoyada en el biotipo».
Unos detalles más
Hay que tener en cuenta que se dan pocos casos de individuos que tengan en pu-
reza la estructura de pícnico, atlético o leptosomático.
En general, puede aventurarse que una
gran mayoría de personas son como mezcla
de las características de los diferentes biotipos, lo cual es una complicación para identificar al individuo con un biotipo puro y las
clasificaciones de carácter correspondientes.
Por un lado las combinaciones de los biotipos pícnico-atlético, individuos gruesos y
musculosos; por otro, los tipos leptosomático-atlético, es decir, sujetos delgados, pero musculosos y fuertes. Existe una apreciable mezcolanza de biotipos y, como consecuencia, enmascaramiento de los matices
del carácter, por lo que no se deben hacer
afirmaciones muy concretas hasta que no
se puedan confirmar mediante el trato más
íntimo con las personas.
Por otra parte, hay que mencionar también las posibles diferencias que pueden
plantearse como consecuencia de la edad.
A partir de los cuarenta años existe cierta
tendencia a la obesidad, con una distribución irregular de las grasas que puede contribuir a acentuar los rasgos biotípicos o,
Siluetas de: 1, pícnico; 2, atlético; y 3, leptosomático. A la derecha, esquema de las variaciones
correspondientes a los estados de ánimo de los
tres biotipos.
3
142
en otros casos, a perturbar los criterios de
observación.
Finalmente, creo que en las mujeres es
más difícil de apreciar el biotipo con posibilidad de acierto que en los hombres, como
consecuencia de la peculiar distribución de
la grasa subcutánea que enmascara las características morfológicas típicas de cada
caso.
En resumen
Nuestros esquemas de actitud para la valoración de las personas no deben dejarse
dominar por el subjetivismo, por la intuición o por la corazonada. Debemos permanecer en guardia contra los prejuicios y los
juicios precipitados y superficiales basados
en aspectos que nada tienen que ver con
los rasgos psicológicos de la personalidad.
En guardia, sobre todo, cuando nos formamos una imagen negativa del otro, a lo que
tenemos una peligrosa tendencia.
Si la formación de la opinión respecto a
las personas con las que tenemos escaso
trato debe hacerse en poco tiempo y en circunstancias como de visita, es necesario
conducir nuestra actitud para la valoración
espontánea por cauces que signifiquen cierto fundamento científico.
Como el carácter y el temperamento tienen relación directa con nuestra constitución corporal, el apoyar nuestras observaciones en las características del biotipo de las
personas puede ser una norma aprovechable con la que es posible reducir el riesgo
de errores.
La primera impresión que nos causa una
persona debe tenerse en constante reconsideración para ir conformando una opinión
lo más correcta posible, y lo más completa
en cuanto a abundancia de detalles que resulten concordantes.
José Mas Candela
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