4.- Los amo hasta el extremo

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HORA SANTA
HABIENDO AMADO A LOS SUYOS
LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
1. CANTO. EL SEÑOR ES BUEÑO.
El SEÑOR ES BUENO, SU MISERICORDIA ES ETERNA, SU FIDELIDAD
POR TODAS LAS EDADES.
1) Aclama al Señor tierra entera, servid al Señor con alegría. Entrar en su
presencia con aclamaciones.
2) Sabed que el Señor es nuestro Dios, que Él nos hizo y somos suyos, su
pueblo y sus ovejas que forman su rebaño.
3) Entrad por sus puertas dando gracias, por sus atrios con himnos.
Dándole las gracias y bendiciendo su Nombre.
2. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO. El sacerdote que preside expone el
Santísmo Sacramento en el ostensorio y lo coloca sobre el altar, o
simplemente abre la puerta del sagrario.
3. ORACIÓN. ENTREGA SUPREMA
Señor, no soy capaz
de decir tu palabra de entrega:
“Padre, en tus manos entrego mi
espíritu”,
dila tú en mí.
Tú, Señor Jesús,
que vives en mí con la plenitud de tu
Espíritu,
pronuncia en mí esta oración,
ponla en mi corazón.
Haz que sepa reconsiderar toda mi
vida
a la luz de esta oración,
que sepa reconsiderar mis
actividades,
las cosas para las que fui llamado, el
futuro,
mi misma opción vocacional y de
entrega.
¡Frente a tu cruz, Señor,
y al poder de tu resurrección
me siento siempre tan pobre,
tan indigente!
en la gloria de la resurrección,
te manifestaste
poniendo en las manos del Padre tu
vida.
Ayúdanos a entender que una
existencia evangélica
en la cual se manifiesta el abandono
del Padre,
es ya presencia del Reino,
es ya manifestación del verdadero
poder de Dios,
no un poder para el propio uso ni
extrapoder,
sino poder de Dios
que se convierte en servicio.
4. LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.
13, 1-11.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de
pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había
puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,
sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de
Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una
toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los
discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro: éste le dice: “Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?” Jesús le
respondió: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde”.
Le dice Pedro: “No me lavarás los pies jamás”. Jesús le respondió: “Si yo no te
lavo, no tienes parte conmigo”. Le dice Simón Pedro: “Señor, no sólo los pies, sino
hasta las manos y la cabeza”. Jesús le dice: “El que se ha bañado, no necesita
lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos”. Sabía
quién le iba a entregar, y por eso dijo: “No estáis limpios todos”.
Palabra del Señor.
HORA SANTA: HABIENDO AMADO A LOS SUYOS LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
Te suplico que imprimas en mi
corazón
tu abandono supremo
porque en él manifestaste
verdaderamente a Dios.
Tú no quisiste engañarnos,
ni quisiste descender de la cruz,
y con tu oración
comenzó a brotar en torno a ti
el Reino del Padre.
El centurión glorificó a Dios,
la gente volvió golpeándose el pecho,
convencida de encontrarse frente
a algo extraordinario,
a una realidad desconocida y nueva.
Todavía antes de manifestarte
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5. QUE SEAMOS “HASTA EL FIN” FIELES A TI, QUE NOS HAS AMADO
“HASTA EL FIN”.
Lector 1: Te damos gracias por habernos hecho semejantes a Ti como ministros
de tu sacerdocio, llamándonos a edificar tu Cuerpo, la Iglesia, no solo mediante la
administración de los sacramentos, sino también y antes que nada, con el anuncio
,de tu mensaje de salvación” (13), haciéndonos partícipes de tu responsabilidad de
Pastor.
R. Que seamos “hasta el fin” fieles a Ti, que nos has amado “hasta el fin”.
Lector 2: Te damos gracias por haber tenido confianza en nosotros, a pesar de
nuestra debilidad y fragilidad humana, infundiéndonos en el Bautismo la llamada y
la gracia de una perfección a conquistar día tras día.
R. Que seamos “hasta el fin” fieles a Ti, que nos has amado “hasta el fin”.
R. Que seamos “hasta el fin” fieles a Ti, que nos has amado “hasta el fin”.
Lector 2: Que no tengan acceso a nuestras almas aquellas corrientes de ideas,
que disminuyen la importancia del sacerdocio ministerial, aquellas opiniones y
tendencias que atacan la naturaleza misma de la santa vocación y del servicio, al
cual Tú, Cristo, nos llamas en tu Iglesia.
R. Que seamos “hasta el fin” fieles a Ti, que nos has amado “hasta el fin”.
6. CANTO: EL SUEÑO AQUEL (P. J. Marcos Alba R., M.Sp.S. disco:
Encuentros).
No me canso de vivir agradecido, porque un día Tú me llamaste con amor, tu
llamada inesperada, misteriosa, me rompió mis planes, mi vida cambió.
Empecé a correr contigo la aventura y por ti gustoso todo lo dejé, y tus sueños se
volvieron mis anhelos y el sentido de mi vida en ti cifré.
Quiero decirte, que aunque Tú sabes que muchas veces yo te he fallado, el
sueño aquel de anunciar tu reino no se ha acabado y aún tengo vivo aquel
anhelo de estar contigo hasta el final. Quiero decirte, Jesús, que con el
tiempo yo de ti más me he enamorado, que cada día soy más feliz de estar a
tu lado y que no dejo de sorprenderme de que tú sigas confiando en mi.
HORA SANTA: HABIENDO AMADO A LOS SUYOS LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
Lector 1: Pedimos saber cumplir siempre nuestros deberes sagrados según la
medida del corazón puro y de la conciencia recta.
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Aquí estoy como al inicio y hoy te entrego el dolor de no dar todo por tu amor, la
tristeza de no serte fiel en todo, los despojos de mis luchas y mi error.
Necesito oír de nuevo tu llamada, como el día en que la aventura comenzó,
necesito que me alientes y que enciendas otra vez en mi el amor y la ilusión.
7. OREMOS PARA ALCANZARLA GRACIA DE LA FIDELIDAD.
Lector 3: El sacerdocio requiere una peculiar Integridad de vida y de servicio, y
precisamente esta integridad conviene profundamente a nuestra identidad
sacerdotal. En ella se expresa al mismo tiempo, la grandeza de nuestra dignidad y
la “disponibilidad” adecuada a la misma: se trata de humilde prontitud para aceptar
los dones del Espíritu Santo y para dar generosamente a los demás los frutos del
amor y de la paz, para darles la certeza de la fe, de la que derivan la comprensión
profunda del sentido de la existencia humana y la capacidad de introducir el orden
moral en la vida de los individuos y en los ambientes humanos. Por ello, oremos
juntamente:
Lector 4: Ya que el sacerdocio nos es dado para servir incesantemente a los
demás, como hacía Jesucristo, no se puede renunciar al mismo a causa de
dificultades que encontramos y de los sacrificios que se nos exigen. Igual que los
Apóstoles, “nosotros lo, hemos dejado todo y hemos seguido a Cristo”(16);
debemos, por eso, perseverar junto a él en el momento de la cruz. Por ello,
oremos juntamente:
R. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
Lector 3: La fidelidad a la palabra es, conjuntamente, deber y comprobación de la
madurez interior del Sacerdote y expresión de su dignidad personal. Esto se
manifiesta con toda claridad, cuando el mantenimiento de la palabra dada a Cristo,
a través de un responsable y libre compromiso celibal para toda la vida, encuentra
dificultades, es puesto a prueba, o bien está expuesto a la tentación, cosas todas
ellas a las que no escapa el sacerdote, como cualquier otro hombre y cristiano.
Por ello, oremos juntamente:
R. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
Lector 4: La aceptación de esta gracia: “Todo lo puedo en aquel que me conforta”,
constituye la base de la fidelidad a la palabra dada a Cristo y a la Iglesia, que es al
mismo tiempo la comprobación de la auténtica fidelidad a sí mismo, a la propia
conciencia, a la propia humanidad y dignidad. Y así, oremos juntamente:
R. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
HORA SANTA: HABIENDO AMADO A LOS SUYOS LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
R. “Todo lo puedo en aquel que me conforta”
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Lector 3: Es necesario pensar en todo esto, especialmente en los momentos de
crisis y no recurrir a la dispensa, entendida como “intervención administrativa
como si en realidad no se tratara, por el contrario, de una profunda cuestión de
conciencia y de una prueba de humanidad. Dios tiene derecho a tal prueba con
respecto a cada uno de nosotros, dado que la vida terrenal es un período de
prueba para todo hombre. Pero Dios quiere igualmente que salgamos victoriosos
de tales pruebas, y nos da la ayuda necesaria. Oremos juntamente:
R. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
Lector 4: En “las pruebas de fuego” tenemos la posibilidad de comprobar el valor
de nuestro amor. El amor en toda su dimensión no es solo llamada, es también
deber. Nuestros hermanos y hermanas tienen derecho a esperar de nosotros,
Sacerdotes y pastores, el buen ejemplo y el testimonio de la fidelidad a la vocación
hasta la muerte, fidelidad a la vocación que nosotros elegimos mediante el
sacramento del Orden. Oremos juntamente:
Lector 3: Siendo fieles a la vocación hasta la muerte, servimos “a la edificación del
Cuerpo de Cristo”; en caso contrario, más que cooperar a su edificación,
debilitamos su unión Espiritual. A esta edificación del cuerpo de Cristo está
íntimamente unido el desarrollo auténtico de la personalidad humana de todo
cristiano como también de cada sacerdote que se realiza según la medida del don
de Cristo. Oremos juntamente:
R. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
8. LECTURA DE LA CARTA A LOS EFESIOS.
5, 21-33.
Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus
maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es
Cabeza de la iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a
Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí
mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud
de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha
ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los
maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se
ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la
alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la iglesia, pues somos
miembros de su Cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se
unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, lo digo
HORA SANTA: HABIENDO AMADO A LOS SUYOS LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
R. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
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respecto a Cristo y la Iglesia. En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno
ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.
Palabra de Dios.
9. ALCANZAR LA GRACIA DE AMAR A LA IGLESIA COMO CRISTO LA
AMÓ.
R. Concédenos Señor aquel amor con el cual “amaste a la Iglesia y te
entregaste por ella, para santificarla
― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para
comprender mejor lo que quiere decir celebrar la Eucaristía, el Sacrificio de Cristo
mismo, confiado a nuestros labios y a nuestras manos de sacerdotes en la
comunidad de la Iglesia.
― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para
comprender mejor lo que significa perdonar los pecados y reconciliar las
conciencias humanas con Dios Infinitamente Santo, con el Dios de la Verdad y del
Amor.
R. Concédenos Señor aquel amor con el cual “amaste a la Iglesia y te
entregaste por ella, para santificarla
― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para
comprender mejor lo que quiere decir actuar “in persona Christi, en nombre de
Cristo: actuar con su poder, con el poder que, en definitiva, se arraiga en la
realidad salvífica de la Redención.
R. Concédenos Señor aquel amor con el cual “amaste a la Iglesia y te
entregaste por ella, para santificarla
― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para
comprender mejor lo que es el misterio de la Iglesia. ¡Somos hombres de Iglesia!
R. Concédenos Señor aquel amor con el cual “amaste a la Iglesia y te
entregaste por ella, para santificarla
― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para que
comprendamos que a cada uno de nosotros “ha sido dada la gracia en la medida
del don de Cristo... para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef 4, 7.12). ¡Seamos
fieles a esta gracia! ¡Seamos heroicamente fieles a ella!
HORA SANTA: HABIENDO AMADO A LOS SUYOS LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
R. Concédenos Señor aquel amor con el cual “amaste a la Iglesia y te
entregaste por ella, para santificarla
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R. Concédenos Señor aquel amor con el cual “amaste a la Iglesia y te
entregaste por ella, para santificarla
― Abramos cada vez más ampliamente los ojos ―la mirada del alma― para que
comprendamos que el don de Dios ha sido grande para con nosotros, para cada
uno de nosotros. Tan grande que todo sacerdote puede descubrir dentro de sí los
signos de una predilección divina. Cada uno conserve fundamentalmente su don
con toda la riqueza de sus expresiones; también el don magnífico del celibato
voluntariamente consagrado al Señor ―y de El recibido― para nuestra
santificación y para la edificación de la Iglesia.
R. Concédenos Señor aquel amor con el cual “amaste a la Iglesia y te
entregaste por ella, para santificarla.
Jesús, sólo contigo he sabido lo que es amar de verdad, sólo a tu lado he probado
la verdadera alegría, sólo a tu lado he sabido lo que es la paz en la tempestad;
sólo contigo mi sed se apaga y en las tristezas vuelvo a la calma, sólo contigo
despierto todo, sólo contigo regresa el canto y la esperanza. Jesús, cómo quisiera
poderte decir que mi amor por ti es total, que entre tu corazón y el mío no hubiera
ninguna sombra, que toda mi vida fuera tan sólo un canto de amor por ti; cómo
quisiera que no existiera nada en mi vida donde no estuvieras tú, y que mis
sueños y despertares y cada instante de mi existencia te dijera que te amo.
¡Quién mejor que tú sabe la historia de mis fracasos! ¡Quién mejor que tú
conoce mis desvíos y mi pecado! Tú bien conoces cuánto te he huido,
cuánto te he negado, tú bien conoces mis horas muertas, mi frágil barro.
Pero aún así, desde lo que soy, con toda el alma y humildemente te digo
hoy: tú lo sabes todo, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo, y aunque te he
fallado, mi amor por ti no puedo callarlo. Desde mi miseria me atrevo a
decirte: de mi pobre vida tú lo sabes todo… pero sabes que te amo.
Jesús, yo sé que tienes motivos de sobra para no confiar en mí, aunque jamás lo
quisiera, sabes que puedo negarte; yo me confundo y asombro de la confianza
que has puesto en mi, esa confianza que no merezco, que tantas veces me ha
vuelto a levantar, te he defraudado y no me has dejado, ¡qué amor el tuyo! ¡Seguir
confiando en mi pobre barro!
Jesús, cuando te digo mi amor, no es que pretenda haberte sido fiel: te quiero a
pesar de mis fallas, mis olvidos y traiciones; te quiero sabiéndome débil, te quiero
desde mi pequeñez, cómo me duele que me repitas esa pregunta de si te amo,
pero más me asombra que me perdones y que de nuevo tú me confíes pastorear a
tu pueblo.
11. BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO.
HORA SANTA: HABIENDO AMADO A LOS SUYOS LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
10. CANTO TÚ LO SABES TODO. (P. J. Marcos Alba R., MSpS. disco:
Encuentros).
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compuesta por S.S. Benedicto XVI, para el año
“Señor Jesús en San Juan María Vianney Tú has querido dar a la Iglesia la
imagen viviente y una personificación de tu caridad pastoral.
Ayúdanos a bien vivir en su compañía, ayudados por su ejemplo en este
Año Sacerdotal.
Haz que podamos aprender del Santo Cura de Ars delante de tu Eucaristía;
aprender cómo es simple y diaria tu Palabra que nos instruye, cómo es tierno el amor
con el cual acoges a los pecadores arrepentidos, cómo es consolador abandonarse
confidencialmente a tu Madre Inmaculada, cómo es necesario luchar con fuerza contra
el Maligno.
Haz, Señor Jesús, que, del ejemplo del Santo Cura de Ars, nuestros
jóvenes sepan cuánto es necesario, humilde y generoso el ministerio sacerdotal, que
quieres entregar a aquellos que escuchan tu llamada.
Haz también que en nuestras comunidades – como en aquel entonces en
Ars - sucedan aquellas maravillas de gracia, que tú haces que sobrevengan cuando
un sacerdote sabe ‘poner amor en su parroquia’.
Haz que nuestras familias cristianas sepan descubrir en la Iglesia su casa donde puedan encontrar siempre a tus ministros - y sepan convertir su casa así de
bonita como una iglesia.
Haz que la caridad de nuestros Pastores anime y encienda la caridad de
todos los fieles, en tal manera que todas las vocaciones y todos los carismas,
infundidos por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorizados.
Pero sobre todo, Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón
a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial, haciendo nuestras las mismas
palabras, que usaba San Juan María Vianney :
‘Te amo, mi Dios y mi solo deseo
es amarte hasta el último respiro de mi vida.
Te amo, oh Dios infinitamente amable,
y prefiero morir amándote
antes que vivir un solo instante sin amarte.
Te amo, Señor, y la única gracia que te pido
es aquella de amarte eternamente.
Dios mío, si mi lengua
no pudiera decir que te amo cada instante,
quiero que mi corazón te lo repita
tantas veces cuantas respiro.
Te amo, oh Dios Salvador,
porque has sido crucificado por mí,
y me tienes acá crucificado por Ti.
Dios mío, dame la gracia de morir amándote,
y sabiendo que te amo’
Amén.
HORA SANTA: HABIENDO AMADO A LOS SUYOS LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO
12. ORACIÓN:
sacerdotal :
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