Infidelidad: deuda impagable o la Cándida Eréndira1 Myriam Alarcón de Soler2 Danilo Diazgranados3 Ligia Gallego de Posada4 Ciertos ejemplos de la clínica nos han hecho traer a la memoria el clásico relato de Gabriel García Márquez, “La cándida Eréndira y su abuela desalmada”. A causa de un descuido de la nieta, quien se queda dormida de cansancio, se cae una vela encendida, lo que ocasiona que la casa de la abuela sea consumida por un incendio. A Eréndira no le alcanzará la vida para pagar su error; su abuela la obliga a prostituirse, de pueblo en pueblo… En algunas parejas, el descubrimiento de la infidelidad produce consecuencias similares a las descritas por el Nóbel colombiano en este relato: al “infiel” no le alcanzará la vida para pagar su deuda. Se conforma así una modalidad de vínculo asimétrico donde uno cobra y otro debe pagar.i ¿De qué deuda se trata en realidad? No pretendemos por supuesto hacer un abordaje exhaustivo, de un tema que resulta bastante extenso y complejoii. Nos centraremos solamente en este aspecto de la infidelidad que transformado en deuda se torna impagable, de tal manera que estas reflexiones puedan ser de alguna utilidad en la clínica vincular. Oímos con frecuencia: “Perdí la credibilidad, la confianza y el respeto”. “Olvido pero no perdono”. “Si hubiera sido una sola vez sería distinto.”“Estoy siempre en deuda .Jamás terminaré de pagar”. “Todo era perfecto antes, no puedo aceptar que ahora no lo sea”. “Relaciones sexuales extramatrimoniales” es un término del orden de lo descriptivo. El término “infidelidad”iii remite a paradigmas de diverso orden: algunos apuntan al ideal de pareja matrimonial, otros apuntan más bien a una valoración moral, a una prohibicióniv, otros, como el tema de los “cuernos”, remiten a situaciones de desmedro social. La deudav es un mecanismo vincular en el cual uno de los miembros puede cobrar un plus cuando se considera que el intercambio no ha sido equitativo. Tiene su anclaje en el principio de intercambio: “en el dominio de la cultura, el individuo recibe siempre más de lo que da y al mismo tiempo da más de lo que recibe.” (Matus, S. 1998). En algunas parejas la “deuda” sirve para lograr una posición de poder sobre el otro, aduciendo la culpa o el 1 Trabajo presentado en las Jornadas Científicas de AAPPG, Septiembre 2002. Psicoanalista de las Configuraciones Vinculares. Corresponsal en el extranjero de la Revista de la AAPPG. 3 Psiquiatra, Psicoanalista, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. 4 Psicoanalista de las Configuraciones vinculares. 2 1 temor. Es un mecanismo común, descrito magistralmente por García Márquez, el cual tiene cabida en un vínculo asimétrico y permite así mantener, desde lo manifiesto, este tipo de “equilibrio” vincular, con “beneficios” para uno y “desmedro” para otro. ¿Cuáles serían las fuentes de esta deuda en la infidelidad? El vínculo matrimonial implica la salida de los vínculos endogámicos y el establecimiento de un acuerdo o contrato con otro, una de cuyas condiciones implica en la mayoría de los casos la renuncia a la búsqueda de satisfacciones sexuales fuera del vínculo. Es bien conocida la situación paradojal que significa esta renuncia. La exigencia de fidelidad y monogamia tiene su anclaje en la demanda de seguridad, permanencia, incondicionalidad y pertenencia. Se cree conjurar así la incertidumbre inherente a los vínculos. Además, la sociedad regula las relaciones sexuales, aduciendo un poder sobre ellas, desde el discurso social. (Foucault, l977). Cuando la exigencia de fidelidad es transgredida y hecha pública sus efectos son múltiples. Esta situación se torna más amenazadora cuando no se trata de una situación sexual casual sino de una relación que ha implicado un compromiso afectivo puesto que abre “una brecha en el límite diádico” (Dicks, l970,pag. 245). La pareja se ve confrontada con la viabilidad del vínculo y los nuevos acuerdos que lo sustentarán. A esto se agrega el efecto de escándalo del cual resulta acompañada algunas veces. La infidelidad puede reeditar heridas previas, tanto a nivel vincular como de la historia familiar, de tal manera que se suman deudas actuales y deudas transgeneracionales. El dolor por la pérdida de los ideales de pareja, la renuncia a la creencia de invulnerabilidad, la pérdida de la confianza, la pérdida por el ideal de ser uno único para el otro, el dolor por la ruptura de la ilusión de ser dueño del cuerpo y de los sentimientos del otro son distintos aspectos que pesan sobre la pareja. La herida narcisista que experimenta la parte ofendida va acompañada de la necesidad de una retaliación o de un pago, o de infligir una sanción moral al otro. Se intenta así hacer pagar la deuda al que ha “faltado”. “El conocimiento puede ser un arma poderosa de extorsión moral, que permite cobrar un elevado precio por el perdón en la guerra de predominio”. (Dicks, l970) El cónyuge “infiel” queda inundado de culpa y temor, y se confronta con la imposibilidad de dar una satisfacción adecuada “por aquello que debe”. Sabe que ha faltado pero este reconocimiento no alcanza para “pagar”. 2 En ciertos casos, el malestar se cronifica, se centra en la “deuda”, que surge en forma de reproche de uno que se queja, controla y denigra, y el otro, quien oscila entre un sometimiento pasivo y culposo, y sentimientos de rabia, todo lo cual conlleva conductas agresivas o evitativas, o actuaciones que reconfirman al cónyuge la razón de su desconfianza. Acuerdo inconsciente en el cual se reedita, a través de la culpa, un vínculo sometedor–sometido, en el cual ambos polos del vínculo se encuentran igualmente atrapados, uno, transformado en controlador-carcelero y otro controlado- preso. El poder se alterna entre los polos del vínculo. “La jaula es el espacio en el que se remeda la libertad, pero donde su quimera, en todos los puntos que recorre la mirada, queda aniquilada por la presencia de los barrotes.” (Foucault, l962).vi Consideramos que la temática del poder y ciertos beneficios secundarios subyacen a la cronificación de esta dinámica. La ganancia secundaria ocurre cuando se establece una supuesta superioridad narcisista en uno de los cónyuges frente al otro al que se le descubren “debilidades”, “errores” como los de la heroína del relato de marras. La infidelidad como deuda resulta un argumento poderoso para sostener una situación en el cual el uno se siente irremisiblemente dañado y el otro resulta impotente para aliviar el daño causado. Estas ganancias secundarias, centradas en un enfrentamiento por el poder, impiden la elaboración y la resolución del conflicto. La nueva repartición del poder hace pensar que es más bien el reverso de una situación semejante donde el poder estaba depositado anteriormente en el que ahora resulta ocupando el lugar del deudor. En el mejor de los casos la infidelidad puede ser pensada como una situación vincular, que habla de una ruptura o quiebre de los acuerdos inconscientes y permite un cuestionamiento serio de la dinámica vincular y de las circunstancias vinculares o individuales que llevaron a la infidelidad. La elaboración de esta situación implicará reformular la deuda en ofensa, a la cual se le pueda dar una reparación o elaboración posible; el reconocimiento de que el otro, como sujeto singular, nos es irremediablemente ajeno; la aceptación de la incertidumbre como elemento inherente a las relaciones humanas; el proceso de construcción vincular como resultado de dos subjetividades que puedan encontrar la intersección del amor de la cual habla Badiou: “Llamaré amor a esta experiencia de encuentro en la que se hace visible a la vez el contacto de los sexos y su irreductible diferencia.” (2001, pag. 70) 3 Bibliografía Badiou, A. 2001 El amor como escena de la diferencia. Rev.AAPPG, Tomo XXIV, I. Barros de Mendilaharzu, G. 2002 La dimensión social en la clínica vincular. Diccionario Larousse, l982. Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima edición. Diccionario Enciclopédico Grijalbo. l986. Tomo 2. Ediciones Grijalbo. Diccionario Enciclopédico Plaza y Janés .l974. Dicks, H. l970. Tensiones Matrimoniales, Ediciones Hormé, Buenos Aires. Freud, S. l910. Sobre un tipo especial de la elección de objeto en el hombre. Ed. Amorrortu, Tomo XI. Foucault, M. l977. Historia de la Sexualidad. Ediciones, Siglo Veintiuno, Madrid. Foucault, M. l962. Un Saber tan cruel. Obras Esenciales. Volumen I. Editorial Paidos, l994. García Márquez, G. l972. La Increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada, México, Ediciones Hermes. Gáspari, R. y Gutman, J. l998 Deuda. Diccionario de Configuraciones Vinculares. Ediciones el Candil, Buenos Aires. Matus, S. l998. Intercambio. Diccionario de Configuraciones Vinculares. Ediciones el Candil, Buenos Aires. Moscona, S. l994. Infidelidad e Infidelidades en la Pareja Conyugal. Revista AAPPG. Tomo XVII, I., Buenos Aires. Puget, J. l997. Del poder al poder. Puget, J. l996. El Analista y las Vicisitudes de la Monogamia. Revista AAPPG. Tomo XIX, 1, Buenos Aires. Spring, J.A. 1996. After the Affair. Harper Perennial Publishers, U.S.A. Shakespeare, W. El Mercader de Venecia. Obras Completas. Ediciones Aguilar, l961 Willi, J. l978. La pareja humana: relación y conflicto. Ediciones Morata, Madrid. i La clínica, las deserciones de algunos pacientes y el estancamiento de ciertos procesos terapéuticos nos ha llevado a preguntarnos cual es la dinámica subyacente a una incapacidad de asignar a este evento ninguna otra significación que aquella que remite a uno que ha faltado y otro que ha sufrido la traición. ii El análisis de las condiciones vinculares de la infidelidad desborda los alcances de este trabajo. Partimos sí del supuesto que la infidelidad conlleva aspectos vinculares que ameritan ser analizados cuidadosamente. Nos remitimos a los trabajos de Puget (l996) y de Moscona l994). iii Diccionario Larouse: Fidelidad: “Exactitud en cumplir con sus compromisos”. “Constancia en el cariño.” Infiel: “Falto de fidelidad”. Sinon. “Traición”. iv Foucault en su libro Historia de la Sexualidad dice, que en siglo XVIII: “En la lista de los pecados graves, separados solo por su importancia, figuraban el estupro (relaciones extramatrimoniales), el adulterio, el rapto, el incesto espiritual o carnal, pero también la sodomía y la “caricia” recíproca. En cuanto a los tribunales, podían condenar tanto la homosexualidad como la infidelidad…” (página 50, l977). v Deuda: “Obligación que uno tiene que pagar, satisfacer o reintegrar a otro una cosa por lo común dinero. Obligación moral contraída con otro. Pecado, culpa u ofensa”. Dic. Real Academia Española. Un relato paradigmático de la deuda impagable es el “Mercader de Venecia”, de W. Shakespeare: para pagarse la deuda, podrá cortar exactamente una libra de carne pero sin derramar una gota de sangre. vi Refiriéndose a la jaula, nos dice Foucault: “…el objeto está siempre, para los verdugos, al alcance de la mano, mientras que ellos son siempre inaccesibles… La ironía del velo es un juego duplicado; la de la jaula es la figura franca de la partición sin mediación: el sujeto entero contra el objeto, el poder entero contra la ignorancia. La jaula está ligada con un saber triunfal que reina sobre una ignorancia esclava.” (l962, pag. 155). 4