La sucesión en el FMI: ¿Europa contra el resto del mundo? Mientras los países miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI) evalúan candidatos para ocupar la gerencia del organismo, los líderes europeos cierran filas en torno a su preferida para este puesto: la ministra francesa de Finanzas Christine Lagarde. La canciller alemana Angela Merkel fue la primera en poner esa posibilidad sobre la mesa justo después del encarcelamiento de Dominique Strauss-Kahn, tras ser acusado de intentar abusar sexualmente de una empleada de un hotel de Nueva York, lo que provocó su renuncia a dirigir el FMI el 18 de mayo. Para Merkel, cuando los 24 miembros de la dirección ejecutiva del FMI se reúnan para designar al sucesor de Strauss-Kahn en junio, hay "buenos motivos" para mantener la tradición y poner de nuevo a un europeo al frente de la organización, de modo que haya un intermediario capaz de ayudar a la zona euro a encontrar un salida para la crisis de la deuda de los países miembros. Con cerca de un 36% de los votos en el FMI, Europa tiene grandes posibilidades de vencer por mayoría simple. Sin embargo, hay un posible obstáculo en el camino de los europeos. Como la mayor economía del mundo, EEUU tienen derecho, proporcionalmente, a una representación mayor que cualquier otro miembro del FMI en la dirección ejecutiva —un 17%—, y puede entorpecer la estrategia de sucesión de Strauss-Kahn deseada por muchos líderes europeos. "No es, para nada, un negocio cerrado", dice Simon Johnson, profesor de Economía de MIT y ex economista jefe del FMI. "Si surge otro candidato [además de la francesa Lagarde] apoyado por los demás países, es posible que EEUU lo apoye también". Si EEUU sale vencido, será la primera vez desde la creación del fondo (con sede en Washington, D.C.), en 1944, que un no europeo llega a la dirección de la organización. Eso sería importante por diversas razones, dicen los especialistas de Wharton y de otras instituciones. Un cambio de esos en el FMI, por ejemplo, podría crear una nueva tendencia de liderazgo procedente de países en desarrollo destacados en otras organizaciones gubernamentales, comenzando por el Banco Mundial. El mandato del americano Robert Zoellick al frente del banco, con sede en Washington, D.C., vence el año que viene y, al igual de lo que ocurre en el FMI, ya se cuestiona si habría que tomar en cuenta candidatos fuertes de fuera del eje EEUU-Europa. Aunque los demás países no hayan llegado a un consenso en torno a un candidato para la dirección del FMI, posibles competidores procedentes de Asia serían el ministro de Finanzas de Singapur, Tharman Shanmugaratnum, y el economista surcoreano SaKong Il. Trevor Manuel, ministro de Finanzas de Sudáfrica, también fue citado como posible candidato, así como Agustín Carstens, presidente del banco central de México. Sea quien sea el que asuma la dirección de la institución, el éxito de las economías asiáticas significa que ellas, "muy probablemente", tendrán un papel más significativo en la elaboración de las normas del FMI, desde hace tiempo monopolio exclusivo de los países industrializados, señaló el premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Columbia, Joseph Stiglitz, en un congreso el mes de abril. Desde que el FMI comenzó a supervisar la política económica y a promover la estabilidad financiera de sus 187 miembros, la organización siempre ha sido gobernada bajo la fuerte influencia de EEUU y de las otras economías grandes y desarrolladas del mundo: Japón, Alemania, Francia y Reino Unido. Esos cinco miembros tienen un asiento permanente en la dirección ejecutiva, mientras los demás están distribuidos en 19 grupos, cada uno de ellos bajo la dirección de un director ejecutivo. Los votos son ponderados según el porcentaje de participación, o cuota, del país en el organismo. Otros concuerdan con Stiglitz y creen que el modelo actual está superado, dejando a países como China con muy poca representación. "La práctica de tratar la sucesión en el FMI como un derecho hereditario europeo tiene que acabar", insiste Richard J. Herring, profesor de Banca internacional de Wharton. "Como el centro de poder económico y financiero se ha desplazado de forma decisiva hasta Asia, ya es hora de redistribuir los derechos de voto en el Fondo y en el Banco para que reflejen mejor las actuales realidades económicas y financieras". La gran cuestión, añade Johnson, es saber si el FMI puede volverse "un club en el que todos los países tengan el mismo tratamiento". Para no perder la relevancia ¿Tiene otra elección el organismo que no sea la de ajustarse al nuevo escenario mundial? "Si el FMI continúa siendo percibido como una institución europea, se volverá cada vez más irrelevante", observa Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton. El proceso tal vez haya comenzado. Hace algún tiempo que los países de los mercados emergentes recurren a medios alternativos para lidiar con las oscilaciones financieras internas, en vez de recurrir a los millones de dólares en préstamos y a la ayuda del FMI. ¿Qué han hecho? Después de la crisis financiera del este asiático, a finales de los años 90, y de las crisis de la deuda latinoamericana una década antes, los países de esas regiones empezaron a acumular reservas. Uno de los atractivos de esas reservas consistía en el hecho de que los países se veían libres de tener que recurrir a los préstamos del FMI que, en el pasado, siempre venían acompañados —según algunos— de condiciones onerosas como, por ejemplo, las medidas de austeridad que Grecia está siendo obligada a aceptar hoy en día como parte del rescate financiero "condicional" concedido por el FMI y por la UE. Sólo China tiene, actualmente, más de US$ 3.000 billones en reservas; mientras que, este año, otras economías asiáticas en desarrollo contabilizarán cerca de US$ 1.000 billones en reservas. Las economías latinoamericanas y del Caribe tendrán un total de US$ 7.000 millones, según datos del FMI. Según algunos observadores, Strauss-Kahn tuvo el mérito de reconocer la necesidad de lidiar con los desequilibrios del FMI, donde tenía bajo su mando a 2.400 trabajadores. Bajo su presidencia, de 2007 en adelante, se aprobaron reformas para ajustar el sistema de cuotas, por ejemplo. Una consecuencia de ese cambio fue que la participación de votos de China pasará del 2,9% hasta cerca de un 6%. El FMI parece que también ha atenuado las condiciones de la ayuda concedida a los países, lo que había hecho que el organismo se ganara la antipatía de los países que recibieron ayuda financiera de la institución en los años 80 y 90. Mientras tanto, la organización creaba líneas de crédito más flexibles para países con un historial saludable de políticas económicas, lo que les permitía solicitar la financiación del organismo antes de una posible crisis. Según un informe publicado en primavera, el FMI rompió con algunas políticas del pasado y ahora acuerda con los gestores políticos de varios países emergentes que los controles de capital pueden ser más ventajosos para un país que la adhesión rigurosa a los flujos abiertos de capital. Fortalecer la moral En medio de toda esa controversia, el nuevo director gerente del FMI asumirá una organización diferente de aquella que Strauss-Kahn heredó. Las reformas de Strauss-Kahn en el Gobierno del FMI, las condiciones impuestas a los préstamos y la política de flujo de capital han contribuido a restaurar su legitimidad ante los ojos de algunos países miembros de mercados emergentes en franco crecimiento. La reputación del órgano mejoró también después de expresar su apoyo a los gastos de los gobiernos para estimular la economía tras la crisis financiera mundial de 2008 y la posterior gestión de la deuda de países de la zona euro. "La principal dificultad de Strauss-Kahn fue que el FMI estaba un tanto desmoralizado debido a la pérdida de prestigio de la institución como órgano eficaz e imparcial en vista de lo que pasó en Asia, en 1997, y después en Brasil, Rusia y Argentina entre 1998 y 2001", observa Mauro Guillen, profesor de Gestión internacional de Wharton. "Era también una organización que estaba intentando redefinir su papel en la nueva economía mundial de economías emergentes que crecían a un ritmo veloz". Queda por saber en qué medida la caída de Strauss-Kahn va a influir de forma negativa en la reputación del FMI. El nuevo jefe del FMI, sin embargo, tendrá que adoptar medidas decisivas para fortalecer la legitimidad de la institución, dice Guillén. Tal vez lo más importante de todo sean las medidas que serán puestas en práctica por el nuevo jefe del FMI para que no haya otra crisis financiera mundial. Eso significa también involucrarse en el debate internacional que está teniendo lugar hoy en día en torno a las tasas de cambio. Por ejemplo, el FMI salió en defensa de la idea de que China debería permitir que su moneda se revaluara y flotara de forma más libre en relación al resto de las monedas. Dicen los especialistas que aunque un nuevo jefe europeo de la institución deba ratificar esa misma postura, uno u otro país de mercados emergentes tal vez prefirieran conceder a China una flexibilidad mayor a la forma en que el país controla el yuan en vista del hecho de que un yuan devaluado continúa siendo fundamental para el crecimiento del país y del mundo, observa Yukon Huang, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional de Washington. A medio plazo, el posible declive del dólar americano como moneda de reserva mundial también será un asunto muy debatido. Un nuevo informe del Banco Mundial titulado "Multipolaridad: la nueva economía global", prevé que, hasta 2025, el yuan ocupe una posición al lado del dólar americano y del euro como moneda de reserva internacional. Un líder de los mercados emergentes tal vez esté más dispuesto que un líder europeo a incentivar políticas que eleven el yuan a la condición de moneda de reserva, tal vez hasta trabajando en asociación con el banco central de China para animar a otros países a usar el yuan como moneda de reserva, dice Shen. Zona de crisis Con el nombramiento inminente de un nuevo líder, ¿es justo que los europeos rechacen cambiar de idea insistiendo en el mantenimiento del estatus quo? La canciller Angela Merkel dice que la crisis de la zona euro requiere un jefe europeo al frente del FMI, como mínimo para dar continuidad al trabajo de Strauss-Kahn, ex ministro de Finanzas de Francia, que ayudó a preparar el rescate financiero de 110.000 millones de euros para Grecia y otro paquete separado de 750.000 millones para otras economías europeas en dificultades, ambos financiados por otros países europeos en asociación con el FMI. Hay quien no está de acuerdo. "Ese posicionamiento es ilógico", observa Lex Rieffel, de Brookings Institution, institución de políticas públicas sin fines de lucro de Washington, D.C. Si así fuera, dijo, entonces "cuando Asia estuvo en dificultades, el director gerente del banco debería haber sido un asiático; y durante la crisis de la deuda latinoamericana, el director gerente debería haber sido alguien de América Latina". Un europeo que se encargue de hacer frente a los problemas de la deuda europea puede acabar en un conflicto de intereses, añade Allen, de Wharton. "La razón por la cual los europeos no obligaron a los inversores del sector privado a soportar el peso de la deuda griega se debe al hecho de que el jefe del FMI quería proteger Europa", dice él destacando que Strauss-Kahn, hasta ser detenido, era considerado el favorito para ganar las próximas elecciones presidenciales de Francia. Mientras tanto, el Banco Central Europeo y la Unión Europea continúan resistiéndose a los llamamientos de reestructuración de la deuda griega por miedo a llevar al sector bancario de la región al colapso. (Lagarde, de Francia, sin embargo, ya se ha manifestado dispuesto a aceptar la reestructuración de la deuda). Mientras Grecia duda en acatar los términos del paquete financiero que le ha sido concedido, los contrarios a la reestructuración "postergan lo ineludible", evalúa Robert E. Litan, del Brookings Institution. Por otro lado, Bing Shen, director ejecutivo jubilado del Morgan Stanley y ex economista del Banco Mundial, dice que un líder de un mercado emergente al frente del Fondo tiene menos probabilidad de minimizar la cuestión de la deuda de la zona euro. "El verdadero nudo gordiano de la deuda griega es la falta de disposición de los bancos a soportar algunas pérdidas dejando de recibir el montante total de dinero prometido por los términos originales de la deuda, observa Shen. "Si Grecia quiere recibir más ayuda del FMI, un representante de una economía emergente puede hacer eso posible". Informe realizado por la Wharton School, de la Universidad de Pennsylvania, y otorgado por Universia.