ELEGIR NUESTRO PROPIO CAMINO

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ELEGIR NUESTRO PROPIO CAMINO
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La parashá de esta semana, Naso, presenta dos temas importantes.
El primero hace referencia a la isha sotá, la mujer infiel o cuyo marido tenía esa sospecha. En tal caso, debía ser
llevada ante el sacerdote y si no podía dar pruebas de su inocencia, éste le daba a beber «las aguas amargas que
traen maldición», un brebaje hecho con «agua santa» depositada en una vasija de barro y polvo del suelo del
Tabernáculo.
Se creía que la deslealtad de la mujer podía comprobarse cuando el sacerdote le diera a beber este líquido
mientras le decía:
Entren en tus entrañas estas aguas que traen consigo maldición
y hagan hinchar tu vientre y decaer tu muslo… (5:22)
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Y eso sucedería si la mujer en efecto era culpable de adulterio, pero si era inocente, permanecería sana y tendría
buenos partos. La pena por adulterio femenino conllevaba como castigo el escarnio público.
Este procedimiento cruel y que en tiempos actuales resulta incluso disparatado, además de la imposibilidad de
obtener por esa vía prueba fehaciente alguna de inocencia o culpabilidad, fue suprimido más tarde.
Así lo explica en uno de sus comentarios a esta parashá, el Dr y rabino Ismar Schorsch:
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Se dice que el Raban Iojanan ben Zakai, quien consolidó
el judaísmo farisaico después del año 70, eliminó esta práctica,
estableciendo que sólo si los esposos se acercaban sin ninguna mancha
de pecado, podrían llevar a sus esposas ante el sacerdote para realizar
el procedimiento del brebaje de las aguas amargas (…).
Raban Iojanan hizo notar la injusticia de considerar a las mujeres
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como las únicas responsables.
El segundo tema es el relativo al nazir. Aunque en muchos escritos encontramos esta palabra traducida como
«nazareno», eso supone una incorrección, ya que ése es el gentilicio del nacido en Nazaret, mientras que nazir en
nuestra lengua es nazireo.
Los nazireos eran hombres que se dedicaban enteramente a Adonai, alejándose de cualquier tentación de pecado
para mantenerse puros; el voto con el que se consagraban al servicio divino podía mantenerse durante un período
determinado o a lo largo de toda la vida.
Que en una misma parashá se nos presenten dos cuestiones tan contrapuestas y que se traten con la misma
importancia la contaminación y la pureza de las personas, acaso sea deliberado.
Por un lado, vemos a una persona desleal que no respeta el camino correcto y honrado; y, por otro, a alguien que
decide actuar con la máxima perfección posible, evitando cometer cualquier pecado.
De este modo, la Torá intenta transmitirnos el mensaje de cuál es el camino correcto, señalando que, quienes se
orienten hacia el bien, recibirán su recompensa y quienes se desvíen, en cambio, serán castigados.
La pregunta es si este texto, escrito hace más de 3500 años, tiene vigencia actualmente. Como bien sabemos,
hoy el adulterio es un asunto estrictamente privado, como también lo es dedicarse únicamente a la práctica
religiosa.
En medio de estas dos opciones hay infinidad de posibilidades, tanto honradas como no.
Quizás el texto de Nasó pueda servirnos como invitación para reflexionar cuál queremos que sea nuestro propio
camino y si en verdad es el que estamos recorriendo, o debemos modificar la dirección para orientar
coherentemente nuestras vidas.
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Shabat Shalom!
© L & V, Comisión de Cultura, Beit Rambam
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