La protección de personas y bienes en los conflictos armados

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La protección de personas
y bienes en los conflictos armados
internacionales
Juan Manuel Portilla Gómez
•
RESUMEN
En el curso de los conflictos bélicos internacionales las distintas personas que se encuentran
en el escenario de guerra requieren de protección y alivio. Para ello ha sido establecido el derecho internacional humanitario dotado de normas, convencionales y consuetudinarias, que
buscan restringir la elección de métodos y medios para llevar a cabo las hostilidades. Aun en
las más encarnizadas luchas deben aplicarse criterios de proporcionalidad y distinción, de
tal modo que por encima de los objetivos militares prevalezca la salvaguarda de la población
civil en conjunto con sus bienes, públicos y privados. A fin de lograr una sistematización
de las categorías y conceptos implicados en el análisis de los estándares humanitarios en la
guerra, ubicamos a sus protagonistas de conformidad con su participación y responsabilidad
como sujetos, pasivos o activos. De ello inferimos el grado y alcance de la protección proporcionada por el derecho internacional humanitario acorde al régimen jurídico otorgado
por la legislación vigente, así como por las normas consuetudinarias que concurren en su
regulación. Una vez conseguido lo anterior, estamos en condiciones de entender la necesidad
de contrarrestar los efectos de los conflictos armados internacionales sobre las personas y
sus bienes.
PALABRAS CLAVE
Población civil. Prisioneros de guerra. Protección a víctimas de guerra. Combatientes. No
combatientes.
ABSTRACT
In times of international war conflicts, the people involved in the war scenario need protection and relief. The international humanitarian law has been established for that purpose,
and it is endowed with conventional and customary norms (common law), that intend to
restrict the election of methods and media to carry out hostilities. Even in the fiercest fights,
some proportionality and distinction criteria must prevail, so that above military objectives,
the civil population is safeguarded, along with their private and public properties. With the
purpose of having a systematization of categories and concepts implied in the analysis of
humanitarian standards in war, we situate the major war figures according to their participation and responsibility in the process as subjects, whether passive or active. From this, we
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infer the degree and scope of the protection endowed by the international humanitarian law
in accordance with the judicial regime provided by the legislation in force, as well as by the
customary norms that concur in its regulation. Once we have obtained the latter, we are in
conditions to understand the need to thwart the effects of the international armed conflicts
on people and their properties.
KEY WORDS
Civil population. Prisoners of war. Protection to victims of war. Combatants. Non-combatants.
Introducción
internacional en el mar; por el Tercero se rige el
trato y el estatuto debido a los prisioneros de guerra; en el Cuarto se protege a los civiles en tiempo
de guerra. En 1977 fueron aprobados los instrumentos adicionales a los convenios de Ginebra:
los Protocolos Adicionales i y ii. En el primero se
completan y se desarrollan las disposiciones de
los convenios de Ginebra aplicables en caso de
conflicto armado internacional, mientras que en
el segundo se desarrollan y completan, de conformidad con el artículo 3 común a los convenios de
Ginebra, las reglas aplicables en caso de conflicto
armado no internacional.
El derecho internacional humanitario (dih) contiene normas elaboradas para aplicarse en conflictos armados internacionales, respecto de los
cuales, por razones humanitarias, limita el empleo de métodos y medios utilizados en las hostilidades y protege a personas y bienes afectados
por el conflicto. En el presente trabajo analizaremos la protección de personas y bienes en situaciones de guerra internacional basándonos en
los cuatro convenios de Ginebra y su Protocolo
Adicional i, así como en el denominado derecho
internacional consuetudinario. Los convenios de
Ginebra constituyen la codificación más completa en la materia y obligan a casi la totalidad de Estados de la sociedad internacional, mientras que
el estudio nos proporciona el cuerpo de normas
consuetudinarias actuales en ese ámbito.
En el Primer Convenio se reglamenta la protección de los heridos y los enfermos en caso de
conflicto armado internacional en tierra; el Segundo tiene como finalidad la protección de heridos, enfermos y náufragos en caso de conflicto
Categorías de personas protegidas
Heridos, enfermos y náufragos (hen)
Se entiende por heridos y enfermos a las personas,
militares o civiles, que debido a un traumatismo,
enfermedad u otros trastornos o incapacidades
de orden f ísico o mental, tengan necesidad de
asistencia o cuidados médicos y que se abstengan
de todo acto de hostilidad. Esos términos también son aplicables a las parturientas, a los recién
nacidos y a otras personas que puedan estar necesitadas de asistencia o cuidados médicos inmediatos, como los inválidos y las mujeres encintas,
Véanse las publicaciones del Comité Internacional de la
Cruz Roja: Los convenios de Ginebra del 12 de agosto de
1949, Ginebra, cicr, 1986; Protocolos Adicionales a los
convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, cicr, 1996;
Normas fundamentales de los convenios de Ginebra y de
sus Protocolos Adicionales, Ginebra, cicr, 1983.
Jean-Marie Henckaerts y Louise Doswald-Beck, El derecho internacional humanitario consuetudinario, vol. i,
Normas, Ginebra, cicr, 2008. Este estudio aporta 161 normas, de las cuales iremos citando, conforme a su número
nominativo, en subsecuentes notas de pie de página, las
relativas a la protección de personas y bienes en conflictos
armados internacionales.
Para un análisis doctrinal de este rubro véanse Abdelwahab Biad, Droit international humanitaire, París, Ellipses, 2006 (Mise au Point), pp. 45-80; Elizabeth Salmón,
Introducción al derecho internacional humanitario, Lima,
Pontificia Universidad Católica del Perú, 2008, pp. 13-171;
Cristophe Swinarski, Introducción al derecho internacional humanitario, Instituto Interamericano de Derechos
Humanos, cicr, 1994, pp. 5-72.
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y a los controles realizados en beneficio tanto del
donante como del receptor. Se imponen también
obligaciones respecto de los muertos en combate, quienes deben ser recogidos y sometidos al
examen médico correspondiente antes de su entierro o incineración.
En cualquier caso, la protección de los hen no
se agota en una obligación de no hacer sino que
implica también un compromiso, a cargo de cada
una de las partes, de buscar y recoger a los hen
para brindarles la asistencia necesaria. Es importante señalar que gracias al personal sanitario y
religioso se puede llevar a cabo esta protección.
Por esta razón en los dos convenios y en el Protocolo Adicional I se protege al personal sanitario y
religioso, militar o civil, dedicado, en forma permanente o temporal, a fines sanitarios (médicos,
enfermeros y camilleros) o a la administración o
al funcionamiento de las unidades sanitarias o del
transporte sanitario (administradores, choferes,
cocineros, entre otros). Por lo que atañe al personal religioso, están protegidas las personas que
se dedican exclusivamente a su ministerio, como
los capellanes.
Norma 109: Cuando las circunstancias lo permitan, y en
particular después de un combate, las partes en conflicto tomarán sin demora todas las medidas posibles para
buscar, recoger y desalojar a los heridos, los enfermos y
los náufragos sin distinción desfavorable alguna. El deber
de recoger, sin distinciones, a los combatientes heridos
y enfermos en los conflictos armados internacionales se
codificó por primera vez en el Convenio de Ginebra de
1864. Este tema se trata con más detalle en los convenios
de Ginebra de 1949. Esta obligación está codificada en la
actualidad en el artículo 10 del Protocolo Adicional i. Los
numerosos manuales militares que contienen esta norma
están redactados en términos generales que abarcan a todos los heridos, enfermos y náufragos, civiles o militares.
Norma 25: El personal exclusivamente destinado a tareas
médicas será respetado y protegido en todas las circunstancias. Perderá su protección si, al margen de su función
humanitaria, comete actos perjudiciales para el enemigo.
Esta norma se plasmó por vez primera en el Convenio de
Ginebra de 1864 y se reiteró en los convenios de Ginebra
de 1906 y 1929. En la actualidad se enuncia en los convenios de Ginebra i, ii y iv de 1949. Su ámbito de aplicación
se amplió en el artículo 15 del Protocolo Adicional i para
abarcar al personal sanitario civil, además del personal sanitario militar, en todas las circunstancias.
Norma 27: El personal religioso exclusivamente destina
Protocolo Adicional i, artículo 8.
Idem.
Norma 110: Los heridos, los enfermos y los náufragos
recibirán cuanto antes, en la medida de lo posible, los cuidados médicos que exija su estado. No se hará entre ellos
ninguna distinción que no esté basada en criterios médicos. La obligación de cuidar a los combatientes heridos y
enfermos sin distinción alguna es una antigua norma de
derecho internacional consuetudinario reconocida ya en el
Código de Lieber y codificada en el Convenio de Ginebra
de 1864. Este tema se aborda con más detalle en los convenios de Ginebra de 1949. Actualmente está codificada en el
artículo 10 del Protocolo Adicional i.
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CIENCIAS JURÍDICAS
y que se abstengan de todo acto de hostilidad. Se
entiende por náufragos las personas, militares o
civiles, que se encuentren en situación de peligro
en el mar o en otras aguas a consecuencia de un
infortunio que las afecte o que afecte a la nave o
aeronave que las transportaba, y que se abstengan de cualquier acto de hostilidad.
Los heridos, enfermos y náufragos, cualquiera que sea la parte a que pertenezcan, serán
respetados y protegidos. En toda circunstancia
serán tratados humanamente y recibirán, en la
medida de lo posible y en el plazo más breve, los
cuidados médicos que exija su estado. No se hará
entre ellos distinción que no esté basada en criterios médicos. Están prohibidos los atentados
contra la vida, los malos tratos y la tortura, los
experimentos de cualquier tipo, el exterminio, la
inasistencia médica o la exposición al contagio
o infección predeterminados. Las mujeres serán
tratadas con todas las consideraciones particulares debidas a su sexo. Los combatientes heridos,
enfermos y náufragos capturados tienen el estatuto de prisioneros de guerra.
No se pondrán en peligro, mediante acción
u omisión injustificada, la salud ni la integridad
f ísica o mental de las personas en poder de la
parte adversa o que sean internadas, detenidas o
privadas de libertad. Se prohíben los experimentos de cualquier tipo, las extracciones de tejidos u
órganos para trasplantes. Sólo podrán exceptuarse las donaciones de sangre para transfusiones o
de piel para injertos, a condición de que se hagan
voluntariamente y sin coacción o presión alguna,
y sólo para fines terapéuticos, en condiciones que
correspondan a las normas médicas reconocidas
En relación con lo anterior, también se protege a las unidades sanitarias, es decir, los edificios
o establecimientos fijos o móviles como hospitales, centros de transfusión de sangre, almacenes
de material sanitario, y por otro lado los hospitales de campaña, los transportes destinados a fines
sanitarios y las tiendas de campaña sanitarias.10
Igual se benefician de protección los transportes
sanitarios, es decir, el transporte destinado exclusivamente, en forma permanente o temporal, al
traslado por tierra, agua, aire, de heridos, enfermos y náufragos, así como de personal sanitario
o religioso.11 Las labores de asistencia a los hen
son también realizadas por las sociedades nacionales de la Cruz Roja (Media Luna Roja, León y
Sol Rojos) y otras sociedades nacionales voluntarias de socorro reconocidas por las partes en
conflicto, a las que también les asiste la protección garantizada al personal sanitario. El signo de
la Cruz Roja o de la Media Luna Roja figurará en
las banderas, los edificios, las instalaciones y las
formaciones móviles de las unidades sanitarias,
en sus medios de transporte así como en los brazaletes, el tocado, la ropa del personal sanitario
y religioso.12 Está prohibida la imitación de estos
signos distintivos, así como su empleo abusivo.13
do a actividades religiosas será respetado y protegido en
todas las circunstancias. Perderá su protección si, al margen de su función humanitaria, comete actos perjudiciales
para el enemigo.
10
Norma 28: Las unidades exclusivamente destinadas a
tareas sanitarias serán respetadas y protegidas en todas
las circunstancias. Perderán su protección si se utilizan,
al margen de su función humanitaria, para cometer actos
perjudiciales para el enemigo. Esta norma se remonta a
la protección de “los hospitales y los lugares donde estén
asilados los enfermos y heridos” en el Reglamento de La
Haya. También se establece en los convenios de Ginebra i
y iv. Su alcance se amplió en el Protocolo Adicional i para
abarcar a las unidades sanitarias civiles, además de las unidades sanitarias militares, en todas las circunstancias.
11
Norma 29: Los medios exclusivamente destinados al
transporte sanitario serán respetados y protegidos en todas
las circunstancias. Perderán su protección si se utilizan, al
margen de su función humanitaria, para cometer actos
perjudiciales para el enemigo. La obligación de respetar y
proteger los medios de transporte sanitario se establece en
el artículo 35 del i Convenio de Ginebra y en el artículo
21 del iv Convenio de Ginebra. Su alcance se amplió en
el artículo 21 del Protocolo Adicional i para abarcar a los
medios de transporte civiles, además de los militares, en
todas las circunstancias.
• Los miembros de las fuerzas armadas de
una parte contendiente, así como miembros de milicias y cuerpos de voluntarios
que formen parte de esas fuerzas armadas
• Los miembros de otras milicias y de otros
cuerpos de voluntarios, incluso los de
movimientos de resistencia organizados,
pertenecientes a una parte en conflicto
Prisioneros de guerra
Se entiende por prisionero de guerra a todo combatiente que, en el marco de un conflicto armado
internacional, cae en poder de la parte adversa.
De esta manera, es necesario saber que se considera como combatientes a las personas que
tienen derecho a participar directamente en las
hostilidades, en calidad de sujetos activos y pasivos de la acción hostil. El estatuto de prisionero de guerra constituye un derecho inherente a
los combatientes dentro de un conflicto armado,
desde el momento en que caen en poder del enemigo hasta su repatriación definitiva. Las condiciones para obtener el estatuto de combatiente y,
por lo tanto, el de prisionero de guerra figuran en
el artículo 4 del iii Convenio, como en los artículos 43 y 44 del Protocolo Adicional i, que amplían
el mencionado artículo 4.
Al respecto, el artículo 4 menciona que son
prisioneros de guerra las personas que, perteneciendo a alguna de las siguientes categorías, caigan en poder del enemigo:
En diciembre de 2005 se suscribió el Protocolo iii Adicional a los convenios de Ginebra en el que se reconoce
un emblema adicional, compuesto de un marco rojo cuadrado sobre fondo blanco, colocado sobre uno de sus vértices y que por lo general se denomina cristal rojo. Véase
http://www.cicr.org/Web/spa/sitespa0.nsf/html/treatiesthird%20protocol-emblem-081205.
13
Según el artículo 38, xxiv del Estatuto de la Corte Penal Internacional “dirigir intencionalmente ataques contra
edificios, material, unidades y medios de transporte sanitarios, y contra personal que utilice los emblemas distintivos de los convenios de Ginebra de conformidad con
el derecho internacional” constituye un crimen de guerra
tanto en los conflictos armados internacionales como en
los no internacionales.
12
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Además de las categorías descritas se beneficiarán del trato de prisioneros de guerra, de acuerdo
con lo establecido por el inciso B) del mismo artículo, las personas pertenecientes a alguna de las
categorías citadas que, recibidas en un territorio
neutral o no beligerante, tengan la obligación de
internar en virtud del derecho internacional, sin
perjuicio de un trato más favorable. De igual modo, el inciso C) indica que no afectará el estatuto
del personal sanitario y religioso.
Por otra parte, los siguientes sujetos no son
considerados combatientes ni prisioneros de
guerra:
• Espía: individuo que obra clandestinamente o con pretextos falsos y recoge o
trata de recoger informaciones en la zona
de operaciones con la intención de comunicar esto a la parte contraria14
• Mercenario: toda persona, ajena al conflicto armado, especialmente reclutada
para tomar parte en el mismo; que tome
• Los miembros de las fuerzas armadas regulares que sigan instrucciones de un gobierno o autoridad no reconocidos por la
potencia detentadora
• Las personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar parte integrante de ellas,
tales como miembros civiles de tripulaciones de aviones militares, corresponsales de guerra, proveedores, individuos de
unidades de trabajo o de servicios encargados del bienestar de las fuerzas armadas, a condición de que para ello hayan
recibido permiso de las fuerzas armadas
que acompañan, teniendo éstas la obligación de entregarles a tal efecto una tarjeta
de identidad
• Los miembros de las tripulaciones, capitanes, pilotos y grumetes, de la marina mercante, y tripulaciones de la aviación civil
de las partes contendientes que no gocen
de trato más favorable en virtud de otras
disposiciones del derecho internacional
Norma 107: Los combatientes que son capturados mientras realizan actividades de espionaje no tienen derecho al
estatuto de prisionero de guerra. No podrán ser juzgados
ni condenados sin proceso previo.
Es una antigua norma de derecho internacional consuetudinario reconocida ya en el Código de Lieber, la
Declaración de Bruselas y el Reglamento de La Haya. Se
establece, asimismo, en el Protocolo Adicional i. Además,
esta norma se aplica sólo a los espías atrapados in fraganti
mientras se encuentran en el territorio controlado por el
enemigo. La Declaración de Bruselas y el Reglamento de
La Haya reconocen que un espía que vuelve con sus fuerzas armadas y que es capturado después debe ser tratado
como un prisionero de guerra y no incurre en responsabilidad por actividades de espionaje anteriores. Esta norma
se establece también en el Protocolo Adicional i y se reconoce en numerosos manuales militares.
14
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CIENCIAS JURÍDICAS
• La población de un territorio no ocupado
que, al acercarse el enemigo, tome espontáneamente las armas para combatir a las
tropas invasoras, sin haber tenido tiempo
para constituirse en fuerzas armadas regulares, siempre que lleve francamente las
armas y respete las leyes y costumbres de
la guerra
parte en las hostilidades animada esencialmente por el deseo de obtener un
provecho personal y a la que se haga la
promesa, por una parte en conflicto o en
nombre de ella, de una retribución material superior a la prometida o abonada
a los combatientes de grado y funciones
similares en las fuerzas armadas de esa
parte; que no sea nacional de una parte
en conflicto ni residente en un territorio
controlado por una parte en conflicto; que
no sea miembro de las fuerzas armadas de
una parte en conflicto; que no haya sido
enviada en misión oficial como miembro
de sus fuerzas armadas por un Estado que
no es parte en conflicto15
• Francotirador y saboteador: el primero se
refiere a la persona que actúa en un conflicto armado hostilizando a una de las
partes a título individual; el segundo se
trata de la persona que sin usar uniforme
o signo distintivo alguno se inserta en el
territorio controlado por el enemigo con
el propósito de continuar la guerra destruyendo la propiedad o atentando contra
la vida de personas
• Tienen derecho pleno a su dignidad personal y a su honor
• Tienen derecho a ser mantenidos sin tener que pagar por ello
• Tienen derecho a un trato igual y sin discriminación con respecto a los demás prisioneros
• Conservarán la plena capacidad civil de
que gozaban en el momento en que cayeron prisioneros
• No serán objeto de ataque ni el enemigo
fuera de combate ni el que se rinda o que
exprese la intención de rendirse ni el que
se lance en paracaídas de una aeronave en
peligro
• Sólo podrá internase a los prisioneros de
guerra en establecimientos situados en
tierra firme y que ofrezcan todas las garantías de higiene y salubridad
• Las mujeres y los niños menores de 15
años serán objeto, si son prisioneros de
guerra, de un respeto especial y serán protegidos contra cualquier forma de atentado al pudor
• El artículo 79 estipula que en todos los
lugares donde haya prisioneros de guerra, excepto donde estén los oficiales, los
prisioneros elegirán libremente y en votación secreta, cada seis meses así como
en caso de vacantes, a “hombres de confianza” encargados de representarlos ante las autoridades militares, las potencias
protectoras, el cicr y cualquier otro organismo que les preste ayuda. El hombre
de confianza es el intermediario apto para
actuar a favor del bienestar f ísico, moral e
intelectual de los prisioneros de guerra
Trato a los prisioneros de guerra
El Tercer Convenio establece ciertos principios
rectores que inspiran toda la regulación del trato
de los prisioneros de guerra, a saber:
• Ser tratados siempre con humanidad, sin
distinción en la graduación, sexo, estado
de salud, edad o aptitudes profesionales.
Queda prohibida la tortura
Norma 108: Los mercenarios, tal y como están definidos
en el Protocolo Adicional i (artículo 47), no tienen derecho al estatuto de combatiente o de prisionero de guerra.
No podrán ser juzgados ni condenados sin proceso previo.
Esta definición es muy restrictiva porque requiere que se
cumplan todas y cada una de las seis condiciones. Además, la definición exige pruebas de que la persona acusada
de ser un mercenario está “animada esencialmente por el
deseo de obtener un provecho personal” y de que se le ha
prometido “una retribución material considerablemente
superior a la prometida o abonada a los combatientes de
grado y funciones similares en las fuerzas armadas”.
No se les podrá obligar a declarar más que su
nombre, número de identificación y graduación;
tiene derecho a la asistencia médica y religiosa,
así como a disfrutar, en caso de trabajar, de un
mínimo de condiciones laborales (salario, salubridad, etc.) y de comunicación con sus familiares.
Tampoco podrá someterse a ningún prisionero
a mutilaciones f ísicas o a experimentos médicos
o científicos; el régimen del prisionero de guerra
15
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cipio de distinción que impone la obligación de
diferenciar entre los combatientes y la población
civil, es decir, entre aquello que puede ser considerado lícitamente objetivo militar y lo que no
debe ser atacado en el fragor del enfrentamiento.17 La inmunidad garantizada a los civiles incluye en el marco de la conducción de hostilidades la
prohibición de usar civiles como escudos humanos, así como colocar objetivos militares en áreas
donde haya gran cantidad de población civil. En
efecto, los civiles no pueden ser usados con miras
a obtener una ventaja militar frente al adversario
ni pueden ser objeto de represalias, penas colectivas o actos terroristas. En tal sentido, los artículos 57 y 58 del Protocolo Adicional i imponen la
obligación de tomar una serie de precauciones
en el ataque, encaminadas a ahorrar a la población civil sufrimientos innecesarios o excesivos al
punto de abstenerse de realizar un ataque cuando
sea de prever que causará incidentalmente muertos o heridos en la población civil, daños a bienes
de carácter civil o ambas cosas, que serían excesivos en relación con la ventaja militar prevista.18
Norma 1: Las partes en conflicto deberán distinguir en
todo momento entre personas civiles y combatientes. Los
ataques sólo podrán dirigirse contra combatientes. Los
civiles no deben ser atacados. El principio de distinción
entre civiles y combatientes se enunció por primera vez en
la Declaración de San Petersburgo, que establecía que “el
único objetivo legítimo que los Estados deben proponerse
durante la guerra es el debilitamiento de las fuerzas militares del ‘enemigo’”. El Reglamento de La Haya no especifica
como tal que se tenga que hacer una distinción entre civiles y combatientes, pero su artículo 25, que prohíbe “atacar
o bombardear, cualquiera que sea el medio que se emplee,
ciudades, aldeas, habitaciones o edificios que no estén defendidos”, se basa en este principio.
El principio de distinción está ahora codificado en los
artículos 48, 51, párrafo 2, y 52, párrafo 2, del Protocolo
Adicional i, a los que no se ha hecho ninguna reserva. Según el Protocolo Adicional i se entiende por ataques los
actos de violencia contra el adversario, sean ofensivos o
defensivos.
18
Norma 15: Las operaciones militares se realizarán con
un cuidado constante de preservar a la población civil, a
las personas civiles y los bienes de carácter civil. Se tomarán todas las precauciones factibles para evitar, o reducir
en todo caso a un mínimo, el número de muertos y heridos entre la población civil, así como los daños a bienes
de carácter civil, que pudieran causar incidentalmente. El
17
Personas civiles
Es un civil cualquiera que no pertenezca a las
fuerzas armadas y se le considera como tal en caso de duda. La población civil está integrada por
todas las personas civiles.16 La población civil y
las personas civiles gozarán de protección general contra los peligros procedentes de operaciones militares. Para hacer efectiva esta protección,
además de las otras normas aplicables de derecho
internacional, se observará lo siguiente:
• No será objeto de ataque la población civil
como tal ni las personas civiles
• Quedan prohibidos los actos o amenazas
de violencia cuya finalidad principal sea
aterrorizar a la población civil
• Se prohíben los ataques indiscriminados
La protección a la población civil constituye una
parte medular del dih y se manifiesta en el prin16
Protocolo Adicional i, artículo 50.
85
CIENCIAS JURÍDICAS
está compuesto por un sistema que tutela, en última instancia, derechos individuales.
El régimen de prisioneros de guerra se sustenta en que éstos no han cometido otro “delito”
que el de luchar por su Estado. Por ello, no se trata de someterlos a la labor “reeducativa” de las
cárceles, sino que se les debe brindar protección
especial debido a su situación de vulnerabilidad y
hay que evitar que sufran en carne propia la rabia de la población afectada. En el interrogatorio sólo tienen la obligación de declarar nombre,
apellidos, grado, fecha de nacimiento y número
de matrícula o a falta de éste una indicación equivalente.
Está previsto que los prisioneros de guerra
sean puestos en libertad bajo palabra o compromiso, de conformidad con las leyes de la potencia
de que dependan. El artículo 21 dispone que los
prisioneros puestos en libertad en esas condiciones quedarán obligados por su honor a cumplir
escrupulosamente los comportamientos que hayan contraído, tanto respecto a la potencia de la
que dependen como respecto de aquella en cuyo
poder se encuentran.
El Cuarto Convenio establece una serie de principios que responden al objetivo común de protección a los civiles de los efectos de la guerra por
lo que no cabría, por ejemplo, discriminación alguna por motivos de raza, nacionalidad, religión
u opinión política. Asimismo, la población civil
tiene derecho al respeto a su persona, a su honor, a sus derechos familiares, a sus convicciones
y prácticas religiosas, a sus hábitos y costumbres.
Por esta razón se deben impartir órdenes estrictas para preservar la vida de las personas, así como también medidas particulares de protección
dirigidas a niños, mujeres y ancianos, a fin de
evitar desplazamientos injustificados, matanzas,
ejecuciones, saqueos y ataques sexuales.
Personas especialmente protegidas
• Mujeres
La protección que brinda el dih a la mujer ha sido
ampliada cada vez más en los distintos tratados
sobre la materia. Las mujeres son objeto de un
respeto especial en el marco de un conflicto armado; en particular deben ser protegidas contra
actos de violación, prostitución forzada y de cualquier otra forma de atentados contra el pudor.
En el Protocolo Adicional i, artículo 76, se
establecen disposiciones particulares en atención a las condiciones especiales en que podrían
encontrarse las mujeres, como es el caso de las
embarazadas o que tengan hijos de corta edad,
que se encuentren privadas de libertad por razones relacionadas con el conflicto armado, y si se
les dictara la pena de muerte ésta no podrá ejecutarse. Asimismo en el Protocolo i, el artículo
75 establece que las mujeres privadas de libertad
por razones relacionadas con el conflicto armado serán custodiadas en locales separados de los
ocupados por los hombres. Su vigilancia inmediata estará a cargo de mujeres. No obstante, las
familias detenidas o internadas serán alojadas,
siempre que sea posible, en un mismo lugar, para
preservar la unidad familiar.
• Niños
Según la Convención sobre los Derechos del Niño “se entiende por niño todo ser humano menor
de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud
de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.19 Los convenios de Gine-
principio de precauciones en el ataque se estableció por
primera vez en el párrafo 3 del artículo 2 de la Convención
(ix) de La Haya, de 1907, en el que se indica que, si por
motivos militares, es preciso emprender una acción inmediata contra objetivos navales o militares ubicados en una
localidad o un puerto sin defender y no es posible dar un
plazo de tiempo al enemigo, el comandante de una fuerza
naval “tomará todas las providencias requeridas para que
resulte a la ciudad el menor daño posible”. En la actualidad,
está codificado con más claridad en el párrafo 1 del artículo 57 del Protocolo Adicional i, al que no se han hecho
reservas.
Convención sobre los Derechos del Niño (1989), artículo 1: El Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas (Reporte de la segunda sesión, octubre de
1992) ha recordado que las disposiciones esenciales para
el ejercicio de los derechos de los niños afectados por
los conflictos armados comprenden: la protección de los
niños en el entorno familiar; la prestación de cuidados y
19
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Ancianos, inválidos y enfermos mentales
El respeto y protección especiales debidos a los
ancianos se expresa en varias disposiciones de los
convenios Tercero y Cuarto relativas a su desalojo
y al trato que debe dispensarse a las personas privadas de la libertad.20 La protección debida a los
ancianos y los inválidos puede variar dependiendo de las circunstancias en las que se encuentren
esas personas. Por ejemplo, en el Cuarto Convenio se indican, como opciones para atender esta
obligación, la creación de zonas de seguridad y
la celebración de acuerdos para el desalojo de los
ancianos, los inválidos y los enfermos mentales
de zonas sitiadas o cercadas. Otro modo de cumplir esta obligación es darles prioridad en las acciones de liberación y repatriación de detenidos
heridos y enfermos.
Por lo que respecta a los inválidos, el Protocolo Adicional i, artículo 8, considera que la
protección y atención debidas a los heridos y enfermos deben concederse también a las personas
discapacitadas y “a otras personas que puedan
estar necesitadas de asistencia o cuidados médicos inmediatos, como los inválidos […] y que se
abstengan de todo acto de hostilidad”.
Periodistas en misiones peligrosas
En el Protocolo Adicional i, artículo 79, se indica que los periodistas que realicen misiones
profesionales peligrosas en las zonas de conflicto
armado se considerarán civiles y que serán protegidos como tales. El término periodista no se
encuentra definido en los tratados del dih, por
lo que se debe recurrir al sentido corriente del
término, entendiéndose por periodista a todo
corresponsal, reportero, fotógrafo, camarógrafo
y sus ayudantes técnicos de cine, radio, televisión
que tenga habitualmente cualquiera de estas actividades por ocupación principal. Por otra parte,
la misión profesional peligrosa es aquella actividad ejercida en la zona donde se libra el combate
y comprende todas las actividades que desarrolla
normalmente un periodista, como desplazarse a
asistencia esenciales; el acceso a los alimentos, atención
médica y educación; la prohibición de la tortura, los abusos o el abandono; la prohibición de la pena capital; la preservación del entorno cultural del niño; la protección en
situaciones de privación de libertad y la garantía de una
asistencia y un socorro humanitarios a los niños en los
conflictos armados.
Norma 138: Los ancianos, los inválidos y los enfermos
mentales afectados por los conflictos armados tienen derecho a un respeto y protección especiales.
20
87
CIENCIAS JURÍDICAS
bra y los Protocolos Adicionales utilizan límites
de edad distintos para diferentes medidas de protección de los niños, aunque 15 años es el más
común.
En el Protocolo i, artículo 77, se establece que
los niños serán objeto de un respeto especial y se
les protegerá contra cualquier forma de atentado
al pudor. Recibirán los cuidados y la ayuda que necesiten por su edad o por cualquier otra razón. La
Cuarta Convención, artículo 24, menciona que se
tomarán las medidas posibles en la práctica para
que los niños menores de 15 años no participen
directamente en las hostilidades. En caso de que
quedaran huérfanos o separados de sus familias
se procurará que no queden abandonados y que
se les garantice en toda circunstancia la manutención, la práctica de su religión y su educación.
Asimismo, las partes contendientes favorecerán
la acogida de esos niños en un país neutral durante la duración del conflicto, previo consentimiento de la potencia protectora, si la hubiere, y con
garantías de que los principios enunciados en el
primer párrafo van a ser respetados. Además, se
esforzarán por tomar las medidas conducentes a
que todos los niños menores de 12 años puedan
ser identificados mediante una placa de identidad
o cualquier otro recurso. Si fueran arrestados, los
niños serán mantenidos en lugares distintos de
los destinados a los adultos, excepto en los casos
de familias alojadas en unidades familiares. No se
ejecutará la pena de muerte contra las personas
que, en el momento de la infracción, fuesen menores de 18 años.
El Protocolo Adicional i, artículo 78, establece que, salvo por razones imperiosas, ninguna
parte en conflicto dispondrá el desalojo a un país
distinto de la nacionalidad de los niños. Cuando
se realice el desalojo, se tomarán las medidas necesarias para facilitar el regreso de los niños a su
familia y a su país.
un sitio, hacer entrevistas, tomar notas, tomar
fotograf ías o filmar, etc. De esta manera, y a pesar de ubicarse en el teatro de operaciones, los
periodistas que participan en misiones peligrosas
no pueden ser considerados objetivo militar. No
obstante deberán portar una tarjeta de identidad
que acredite su condición y procurar ser distinguibles y evitar acercarse demasiado a los objetivos militares.
Los periodistas pierden su protección contra
ataques cuando participan en las hostilidades y
mientras dure esa participación.21 No debe confundirse a los periodistas civiles con los corresponsales de guerra. Éstos son periodistas que
acompañan a las fuerzas armadas de un Estado
sin pertenecer a ellas. Por esa razón, son civiles
y no pueden ser objeto de ataque. Sin embargo,
a tenor de lo dispuesto en el artículo 4, letra A,
párrafo 4 del Tercer Convenio de Ginebra, los corresponsales de guerra tienen derecho al estatuto
de prisionero de guerra si son capturados.22
o trasladar a la población civil de un territorio
ocupado, a no ser que lo exijan la seguridad de la
población o razones militares imperiosas, es una
infracción grave de estos instrumentos.23 Asimismo, el artículo 49 del Cuarto Convenio prevé que
toda potencia ocupante que prepare una evacuación por la seguridad de la población civil o por
imperiosas razones militares, deberá actuar de
modo que, en la medida de lo posible, las personas protegidas sean acogidas en las instalaciones
adecuadas, que los desplazamientos se lleven a
cabo en satisfactorias condiciones de salubridad,
de higiene, de seguridad y de alimentación y que
no separen a los miembros de las familias.
Bienes protegidos
Bienes civiles
Según el Protocolo Adicional i, artículo 52, son
bienes civiles todos los que no son objetivos
militares, es decir, que no son bienes que por
su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización
contribuyan eficazmente a una acción militar o
cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización ofrezca en las circunstancias del caso
una ventaja militar definida. En caso de duda, un
bien que normalmente se dedica a fines civiles se
considerará como civil, y no podrá ser atacado.
Es el artículo 53 de la Tercera Convención el que
establece la protección de los bienes y se trata,
Refugiados y desplazados internos
El Protocolo Adicional i, artículo 73, establece
que las personas que, antes del comienzo de las
hostilidades, fueren considerados como apátridas o refugiadas en el sentido de los instrumentos internacionales pertinentes o de la legislación
nacional del Estado que las haya acogido o en el
que residan, son personas protegidas en virtud
del Cuarto Convenio. La prohibición de trasladar
o deportar a personas civiles se establece en el
Cuarto Convenio de Ginebra, artículo 49. Además, según el artículo 147 del mismo y el Protocolo Adicional i, artículo 85, el hecho de deportar
Norma 129: Las partes en un conflicto armado internacional no pueden deportar o trasladar a la fuerza a toda la
población civil de un territorio ocupado, o a parte de ella,
a no ser que lo exijan la seguridad de la población civil o
razones militares imperiosas.
La prohibición de deportar o trasladar a personas civiles se remonta al Código de Lieber, que establece que “los
ciudadanos no serán […] trasladados a lugares alejados”.
Según el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de
Nuremberg “la deportación para realizar trabajos forzados
o para otros objetivos en relación con la población civil de
un territorio ocupado o en dicho territorio” constituye un
crimen de guerra.
Según el artículo 8, viii, del Estatuto de la Corte Penal
Internacional, “la deportación o el traslado [por la potencia ocupante] de la totalidad o parte de la población del
territorio ocupado, dentro o fuera de ese territorio” constituye un crimen de guerra en los conflictos armados internacionales.
23
Norma 34: Los periodistas civiles que realicen misiones
profesionales en zonas de conflicto armado serán respetados y protegidos, siempre que no participen directamente
en las hostilidades.
22
Tercer Convenio de Ginebra, art. 4, letra A, párrafo 4,
Las personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar
parte integrante de ellas, tales como miembros civiles de
tripulaciones de aviones militares, corresponsales de guerra, proveedores, individuos de unidades de trabajo o de
servicios encargados del bienestar de las fuerzas armadas,
a condición de que para ello hayan recibido permiso de las
fuerzas armadas que acompañan, teniendo éstas la obligación de entregarles a tal efecto una tarjeta de identidad.
21
88
pueblos”, la Convención de La Haya de 1954 para
la protección de los bienes culturales ha querido reforzar su protección recomendando que se
marquen esos bienes con un escudo blanquiazul
y limitando a la vez la legitimidad de los ataques a
situaciones excepcionales en que puede aducirse
una excepción basada en una “necesidad militar
imperativa”.
Obras e instalaciones que contienen
fuerzas peligrosas
El Protocolo i, artículo 56, hace referencia a las
presas, los diques y las centrales nucleares de
energía eléctrica, por cuanto a que no serán objeto de ataques aunque sean objetivos militares.
Esta protección sólo cesará si se utilizan en apoyo
regular, importante y directo de operaciones militares y si tales ataques son el único medio para
poner fin a tal apoyo.
Medio ambiente natural
En el Protocolo i, artículo 55, se indica que en la
realización de la guerra se velará por la protección
del medio ambiente natural contra daños extensos, duraderos y graves. Esta protección incluye
la prohibición de emplear métodos o medios de
hacer la guerra que hayan sido concebidos para
causar tales daños al medio ambiente natural,
comprometiendo así la salud o la supervivencia
de la población.25 Asimismo, quedan prohibidos
Bienes culturales
El Protocolo Adicional i, artículo 53, establece
que los bienes culturales son objeto de una protección especial. Los monumentos históricos, las
obras de arte o los lugares de culto que constituyen el patrimonio cultural o espiritual de los
pueblos no deben ser objeto de acto alguno de
hostilidad ni utilizarse en apoyo del esfuerzo militar.24 Por lo que respecta a los bienes de “gran
importancia para el patrimonio cultural de los
Norma 43: Los principios generales sobre la conducción
de las hostilidades se aplican al medio ambiente natural:
A. Ninguna parte del medio ambiente natural puede ser
atacada, a menos que sea un objetivo militar.
B. Queda prohibida la destrucción de cualquier parte
del medio ambiente natural, salvo que lo exija una necesidad militar imperiosa.
C. Queda prohibido lanzar ataques contra objetivos
militares de los que quepa prever que causen daños previstos.
La aplicación del principio de distinción al medio
ambiente natural se establece en las Directrices sobre la
Protección del Medio Ambiente en Tiempo de Conflicto
Armado. Existen otras normas de derecho internacional
humanitario que previenen o limitan los daños al medio
ambiente, aunque no fueron incidentales al medio ambiente natural que sean excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa elaboradas a tal fin, sino más
bien con el propósito de proteger a la población civil. Al25
Norma 38: Las partes en conflicto deben respetar los
bienes culturales: A. En las operaciones militares se pondrá especial cuidado en no dañar los edificios dedicados
a fines religiosos o caritativos, a la enseñanza, las artes o
las ciencias, así como los monumentos históricos, a no ser
que se trate de objetivos militares. B. No serán atacados
los bienes que tengan gran importancia para el patrimonio
cultural de los pueblos, salvo en caso de necesidad militar
imperiosa.
El artículo 8, ix, del Estatuto de la Corte Penal Internacional hace hincapié en que dirigir intencionalmente
ataques contra edificios dedicados a la religión, la educación, las artes, las ciencias o la beneficencia o los monumentos históricos constituye un crimen de guerra tanto
en los conflictos armados internacionales como en los no
internacionales, “siempre que no sean objetivos militares”.
24
89
CIENCIAS JURÍDICAS
en cierto sentido, de una extensión del ámbito
de aplicación del Convenio que tiene por finalidad principal la protección de las personas. Se
justifica porque ciertos atentados contra la propiedad privada o pública perjudican gravemente
la situación moral y material de las personas. Se
prohíbe a la potencia ocupante destruir los bienes o inmuebles pertenecientes individual o colectivamente a personas particulares, al Estado o
a organismos públicos o agrupaciones sociales o
cooperativas, excepto en los casos en que las operaciones militares hagan que estas destrucciones
sean necesarias en absoluto. Debido a que se prohíbe hacer padecer de hambre a la población civil
del adversario, no deben atacarse ni destruirse
ni sustraerse ni utilizarse los bienes indispensables para la supervivencia de la población civil,
tales como los artículos alimenticios y las zonas
agrícolas que los producen, las cosechas, el ganado, las instalaciones y reservas de agua potable y
obras de riego.
los ataques contra el medio ambiente natural como represalias.
tas condiciones, dichas localidades no podrán ser
objeto de ataque por cualquier medio.
Protección especial de ciertas zonas y localidades
Zonas desmilitarizadas
En el Protocolo, artículo 60, se establece la prohibición a las partes en conflicto de extender sus
operaciones militares a los lugares a los que hayan conferido, mediante acuerdo, el estatuto de
zona desmilitarizada, si tal extensión es contraria
a lo estipulado en ese acuerdo. La finalidad del
acuerdo será, normalmente, designar un área que
reúna las mismas condiciones que se requieren
para las localidades no defendidas.
• Zonas de seguridad
En el Cuarto Convenio se prevé la designación,
antes y después de que hayan comenzado las hostilidades, de zonas y localidades sanitarias y de
seguridad, con objeto de proteger contra los efectos de la guerra a heridos y enfermos, inválidos,
ancianos, niños menores de 15 años, mujeres
encintas y madres con niños menores de 7 años.
Se invita a las potencias protectoras y al Comité
Internacional de la Cruz Roja a que presten sus
buenos oficios para facilitar la organización y el
reconocimiento de las zonas.
Combatientes
Régimen de los combatientes
En conflictos armados internacionales el término
de combatientes se refiere a las personas que tienen derecho a un régimen especial para participar directamente en las hostilidades. El concepto
de combatiente encierra dos cuestiones esenciales: otorga dos derechos fundamentales, de los
cuales derivan todos los demás: a) Poder participar directamente en las hostilidades, según el
Protocolo Adicional i, artículo 43, sin que tales
actos sean delitos ni pueda haber persecución
por ello; b) Derecho a ser tratado como prisionero de guerra en el supuesto de caer en el poder
del enemigo y recibir, asimismo, la protección y
cuidado debido a los heridos, enfermos y náufragos de las fuerzas armadas.
En segundo lugar impone dos deberes esenciales de los cuales se desprenden los demás: a)
No poder utilizar armas ni medios prohibidos en
las leyes y usos de guerra; b) Tratar al enemigo en
su poder con arreglo a las normas de la guerra y
en particular a las del derecho internacional humanitario. Por consiguiente, los combatientes no
pueden ser enjuiciados por actos lícitos de guerra
cometidos en el transcurso de las operaciones
militares, aunque su comportamiento constituya
un crimen grave en tiempo de paz. Sólo pueden
ser enjuiciados por violaciones del derecho internacional humanitario, en particular por los crímenes de guerra. En consecuencia, cuando son
capturados los combatientes tienen derecho a
• Zonas neutralizadas
Éstas son zonas designadas en el área de los combates y están destinadas a proteger contra sus
peligros, sin distinción alguna, a las personas
que no participen o ya no participen en ningún
trabajo de índole militar durante su permanencia
en estos lugares. Se designan de común acuerdo
entre beligerantes a propuesta de la parte que organiza el área.
Localidades no defendidas
Puede declararse así a cualquier lugar habitado
que se encuentre en la proximidad o en el interior de una zona donde las fuerzas armadas estén
en contacto y que esté abierta a la ocupación por
una parte adversa. Debe cumplir ciertas condiciones: haber sido desalojados todos los combatientes, las armas y el material militar móviles;
no se hará uso hostil de las instalaciones o de los
establecimientos militares fijos; ni las autoridades ni la población cometerán actos de hostilidad
y no se emprenderá actividad alguna en apoyo a
operaciones militares. Mientras cumplan con esgunos ejemplos de esas normas son la obligación de poner
especial cuidado cuando se ataquen obras e instalaciones
que contengan fuerzas peligrosas y sean objetivos militares (norma 42), así como la prohibición de atacar bienes
indispensables para la supervivencia de la población civil
(norma 54).
90
• La utilización de personas civiles para poner ciertos puntos o zonas a cubierto de
operaciones militares
• Matar, herir o capturar a un adversario
valiéndose de medios pérfidos
• Hacer uso indebido de los emblemas reconocidos (bandera blanca, signo de los
bienes culturales, otros signos protectores
reconocidos) y, en particular, del signo de
la Cruz Roja o de la Media Luna Roja
• El uso de signos de nacionalidad de los Estados que no sean partes en el conflicto.
En cuanto a los signos de nacionalidad de
la parte adversa no deben utilizarse durante los ataques o para cubrir, favorecer,
proteger u obstaculizar operaciones militares
• Declarar que no haya cuartel, amenazar al
adversario, conducir a las hostilidades de
tal manera que no haya supervivientes
• Atacar al enemigo fuera de combate y al
que se rinda o que exprese la intención de
rendirse ni el que se lance en paracaídas
de una aeronave en peligro
El comportamiento de los combatientes
El principio fundamental sobre el que se basan
esas normas es que el derecho de las partes en
conflicto a elegir los métodos o medios de hacer
la guerra no es ilimitado. Por eso se prohíbe lo
siguiente:
Fuerzas armadas
En el Protocolo Adicional i, artículo 43, se establece el estatuto de combatiente y el de las fuerzas armadas. Las fuerzas armadas de una parte
en conflicto se componen de todas las fuerzas,
grupos y unidades armados y organizados, colocados bajo un mando responsable de la conducta
de sus subordinados ante esa parte, aun cuando
ésta esté representada por un gobierno o una autoridad no reconocidos por una parte adversa.26
Tales fuerzas armadas deberán estar sometidas a
un régimen de disciplina interna que haga cumplir, inter alia, las normas de derecho internacional aplicables en los conflictos armados.
• Las armas, los proyectiles y las materias
así como los métodos de guerra que puedan causar males superfluos, en particular
aquellos que hayan sido concebidos para
causar o de los que quepa esperar que
causen daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente
Norma 3: Todos los miembros de las fuerzas armadas
de una parte en conflicto son combatientes, excepto el
personal sanitario y religioso. Esta norma se remonta al
Reglamento de La Haya, de 1907, según el cual las fuerzas
armadas de las partes beligerantes pueden componerse de
combatientes y no combatientes.
26
91
CIENCIAS JURÍDICAS
recibir el estatuto de prisionero de guerra y a gozar de la protección que les proporciona el Tercer
Convenio de Ginebra.
Con objeto de promover la protección de la
población civil contra los efectos de las hostilidades, los combatientes están obligados a distinguirse de la población civil en el curso de un ataque
o de una operación militar preparatoria de un
ataque. Sin embargo, dado que en los conflictos
armados hay situaciones en las que, debido al índole de las hostilidades, un combatiente armado
no puede distinguirse de la población civil, dicho
combatiente conservará su estatuto de tal siempre que, en esas circunstancias, lleve sus armas
de manera abierta. El combatiente que caiga en
poder de una parte adversa mientras no participa
en un ataque ni en una operación militar preparatoria de un ataque no perderá, a consecuencia
de sus actividades anteriores, el derecho a ser
considerado combatiente y prisionero de guerra.
La persona que haya tomado parte en las
hostilidades y no tenga derecho al estatuto de
prisionero de guerra ni disfrute de un trato más
favorable de conformidad con lo dispuesto en el
iv Convenio, tendrá derecho en todo momento a
la protección del artículo 75 de las garantías fundamentales. Tal persona, cuando se encuentre
en territorio ocupado y siempre que no se halle
detenida como espía, disfrutará también, no obstante lo establecido en el artículo 5 del iv Convenio, de los derechos de comunicación previstos
en ese Convenio.
Conclusiones
cotiradores y saboteadores, quienes se caracterizan por su conducta deshonesta.
La protección de las personas no sería completa si no comprende a los bienes privados y
públicos, de tal suerte que el dih excluye a éstos
como blancos de guerra y prohíbe su destrucción. Dentro de este ámbito se incluyen a los bienes que forman parte del patrimonio cultural de
los pueblos. Asimismo, se otorga una protección
especial a las instalaciones de riesgo como presas, diques y centrales eléctricas y nucleares. De
igual modo, se prevé el establecimiento de zonas
de seguridad y desmilitarizadas.
El medio ambiente natural también es objeto
de protección del dih ya que por constituir éste
el hábitat de la población se prohíben acciones
que causen daños de tal magnitud que comprometan la salud y supervivencia de la misma.
El núcleo duro del dih se dirige a la protección de
los protagonistas activos y pasivos de los conflictos bélicos de carácter internacional. Sin importar las causas de la guerra, este cuerpo normativo
busca que los efectos de las hostilidades dañen
lo menos posible a las personas y bienes. Para tal
efecto se requieren precisos criterios de distinción entre combatientes y no combatientes, de tal
modo que se garanticen estándares humanitarios
acordes con las características y necesidades de
cada uno de ellos.
La población civil queda a merced de los
efectos devastadores de la guerra y dentro de ésta
existen personas que por su género, edad o salud
requieren de una mayor protección ante los embates de las acciones militares y por ello el dih
ha diseñado normas específicas que prevén mecanismos garantes de su integridad f ísica, así como también éstos se hacen extensivos a quienes
corresponde velar por las necesidades médicas y
espirituales de quienes se encuentran dentro de
los escenarios bélicos.
Aquellos que han quedado fuera de combate,
como los prisioneros de guerra, o abandonados
a su suerte, como los náufragos, requieren ser
atendidos con dignidad y prontitud. En el caso de
los primeros su reclusión no es de carácter penitenciario sino más bien obedece al propósito de
mantenerlos bajo protección mientras concluye
la guerra o hasta que haya condiciones propicias
para su liberación.
Existen técnicos y profesionales civiles que
siguen y están con las fuerzas armadas aunque
no forman parte de ellas. Entre los primeros encontramos a proveedores, tripulantes y similares,
mientras que entre los segundos están los corresponsales de guerra. Dichas personas deberán estar dotadas de una tarjeta de identidad y tendrán
derecho al estatuto de prisioneros de guerra.
Los individuos que se conducen maliciosamente, si bien no se encuentran por completo
desprotegidos no están cubiertos por los mismos
derechos que los combatientes y no se les reconoce la calidad de prisioneros de guerra. En esta
categoría se ubican los espías, mercenarios, fran-
Bibliografía
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Elizabeth Salmón, Introducción al derecho internacional humanitario, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2008.
Christophe Swinarski, Introducción al derecho internacional humanitario, San José, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1994.
Juan Manuel Portilla Gómez es licenciado en derecho por la fes Acatlán, maestro y doctor en derecho
internacional por la Facultad de Derecho de la unam;
profesor titular “C” de tiempo completo en el área de
Derecho Internacional en la fes Acatlán, adscrito a la
División de Ciencias Socioeconómicas y a la Unidad de
Investigación Multidisciplinaria. Pertenece al Sistema
Nacional de Investigadores y es miembro del Consejo
Editorial del Anuario Mexicano de Derecho Internacional
del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam.
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