Rebeld a15.qxd 26/02/2004 04:01 p.m. PÆgina 41 Eurocentrismo y tercermundismo: Amigos enemigos Sergio Rodríguez Lascano “Pero hay también, aunque no sea la tendencia ominante, un fortalecimiento de posiciones dogmáticas. Se trata de reafirmaciones mecánicas de principios fundamentales del marxismo, del marxismo leninismo, del trotskismo, rechazando cualquier intento de reflexionar sobre la nueva realidad, sobre los acontecimientos y sobre las transformaciones. Se reafirma una cierta vulgarización del marxismo. Se hace abstracción de todo lo que puede ser un fenómeno nuevo que cuestione las teorías establecidas. Algunos sectores de la izquierda buscan certezas simples, dogmáticas, clásicas, verdades monolíticas que no produzcan problemas”. Michael Lowy Marxismo, modernidad y utopía. 41 A raíz de las celebraciones que se han hecho en varios países sobre los 10 años de la insurrección zapatista, se han suscitado una serie de debates que, en sí mismos, reflejan el interés que el zapatismo ha despertado y sigue despertando en el ámbito nacional e internacional. En especial en el segundo, las reflexiones que se han desarrollado tienen una importancia singular, no tanto por las diversas interpretaciones que del zapatismo se han hecho, sino sobre todo porque el debate ha girado sobre su propia problemática y realidad. Antes de desarrollar un poco más esta idea, es indispensable decir algunas palabras sobre el impacto del zapatismo. Rebeld a15.qxd 26/02/2004 04:01 p.m. PÆgina 42 Aquí en México, la revista Proceso, que ya en tres ocasiones había decretado el ocaso del zapatismo o del Subcomandante Insurgente Marcos, publicó un especial sobre los 10 años de la insurrección. Desde luego, la tentación de seguir planteando que el zapatismo está en decadencia se expresó en el titular que se le puso a la revista: “EZLN: 1994-2003 una ilusión … un fracaso”. Aunque luego en la inmensa mayoría de sus interiores lo que se dice contradice su visión, desde luego con la excepción de lo que escribe el señor Carlos Tello, famoso escritor de cabecera de la inteligencia (¿) militar mexicana. La recurrencia con la que se ha condenado al ostracismo al EZLN representa más un deseo que una realidad. Más bien al contrario, la decisión del zapatismo de poner en pie las Juntas de Buen Gobierno abre un escenario lleno de posibilidades, no solamente para las comunidades indígenas de Chiapas, sino en general para el movimiento en contra de la globalización capitalista. 42 Desde luego esto no tiene que ver con la peregrina idea de que el zapatismo se plantea como un modelo a seguir sino con algo totalmente diferente, incluso diríamos que en su contrario. El asunto a dilucidar es el siguiente: ¿Por qué alguien que explícitamente se rehúsa a ubicarse como vanguardia o como modelo es objeto de tantas y tan variadas reflexiones? Dentro de la riqueza de la práctica y la teoría zapatista hay algo que a mí particularmente me obsesiona: la relación entre la práctica y la teoría de izquierda y el zapatismo. Y esto es así porque el zapatismo ha puesto en cuestión una serie de puntos fundamentales de la teoría y la práctica de la izquierda socialista: el concepto de partido de vanguardia, la idea de la toma del poder, la visión sobre una clase social supuestamente muy homogénea que estaba señalada para ser la clase revolucionaria, la relación reforma-revolución, la concepción sobre la conquista de la hegemonía, etcétera. Para algunos, el EZLN no es otra cosa que una organización reformista que no entiende la importancia de utilizar el aparato de Estado como mecanismo de transformación de la sociedad, para otros es una organización que oculta sus verdaderas intenciones de controlar el poder, nada más que por razones tácticas no lo dice en este momento. Para otros, es un factor fundamental para comprender el nuevo ascenso en la radicalización mundial que se está viviendo, con la lucha contra la globalización neoliberal. Los zapatistas se autoanalizan de otra manera, ellos dicen: “Nosotros concebimos nuestro movimiento y lo declaramos a medios internacionales, como un síntoma de algo que estaba pasando o que estaba por suceder. Usamos entonces la imagen del iceberg (…) somos un síntoma y pensamos que nuestro deber es mantenernos lo más posible como asidero y referente, pero no como modelo a seguir. Por eso no hemos disputado, ni lo haremos, decir que el principio fue Chiapas y los Encuentros Continentales e Intercontinentales. La rebeldía que hay en México se llama zapatista (…) en otras partes la rebeldía se llama de otra forma”1. Esta voluntad de no hegemonizar le ha permitido a los zapatistas navegar a contracorriente por las aguas turbulentas Rebeld a15.qxd 26/02/2004 04:01 p.m. PÆgina 43 de una izquierda acostumbrada a buscar el éxito, el cual puede ser entendido de diversas maneras: cuántos sectores sociales se controlan, cuantos puntos se ha subido en los porcentajes electorales, etcétera. Yo creo que para entender lo paradójico de esta situación es indispensable entender el inicio. Así lo cuenta Marcos: “Un grupo de iluminados que llega desde la ciudad para ‘liberar’ a los explotados (…) ¿Cuánto tiempo tardamos en darnos cuenta que teníamos que aprender a escuchar y, después, a hablar? No estoy seguro, han pasado ya no pocas lunas, pero yo calculo unos dos años al menos, Es decir, lo que en 1984 era una guerrilla revolucionaria de corte clásico (levantamiento armado de las masas, toma del poder, instauración del socialismo desde arriba, muchas estatuas y nombres de héroes y mártires por doquier, purgas, etcétera, en fin el mundo perfecto), para 1986 ya era un grupo armado, abrumadoramente indígena, escuchando con atención y balbuceando apenas sus primeras palabras con un nuevo maestro: los pueblos indios”2. La visión inicial del grupo original que llega a la selva lacandona, y funda el EZLN el 17 de noviembre de 1983, fue derrotada. Lo que salió del encuentro entre ese grupo original y la comunidad indígena fue otra cosa, no muy fácil de definir, no muy fácil de entender si uno utiliza los anteojos clásicos para ubicar a tal o cual fuerza de izquierda. Pero lo que nadie le puede regatear es la importancia que esta experiencia ha tenido para contribuir al renacimiento de una práctica y un pensamiento emancipador. El ¡Ya Basta! zapatista fue antes que nada una insurrección que rompió todas las reglas de la gramática de la resignación. En un momento en que esa gramática había nulificado, o reducido al mínimo la otra gramática, la de la revolución. Lo que unos pocos nos preguntábamos en ese momento era lo siguiente: ¿Cómo ser revolucionario en épocas nada revolucionarias? Pero el ataque a la gramática de la resignación no significó la elaboración de una nueva gramática que subsumiera todas las expresiones de rebeldía o rebelión, o simple descontento. De lo que se trataba era de, al ubicarse como síntoma de algo muy profundo (un cambio de época histórica), señalar el carácter multiforme, plural e inicial de la rebeldía en contra de lo que existe: “Un mundo donde quepan muchas resistencias. No una internacional de la resistencia, sino una bandera policroma, una melodía con muchas tonadas. Si aparece disonante es sólo porque el calendario de abajo está todavía por armar la partitura donde cada nota encontrará su lugar, su volumen y, sobre todo, su liga con las otras notas”3. En esta renunciación zapatista a ubicarse como modelo podemos encontrar una de las claves del eco que sus posiciones 43 han tenido en el ámbito internacional. No tan sólo por la debilidad de las viejas certezas, como algún pensador posmoderno pudiera concluir, sino por algo más profundo, la fortaleza de una certeza nueva: si la resistencia o rebeldía aspira a generar un movimiento social soberano y constituyente y si la propuesta que busca desarrollarse tiene esas dos características, entonces, cada resistencia o rebeldía tiene a su vez, como seña de identidad, ese carácter soberano y constituyente. Más aún, al analizar las características que se están viviendo en esta fase del capitalismo, conocida como neoliberalismo, el zapatismo llega a una conclusión impresionante: el peligro que hoy enfrenta la humanidad es el de su destrucción. Por lo tanto, estamos viviendo una cuarta guerra mundial. Enfrentarse a una situación inédita como la que estamos viviendo genera una doble consecuencia: la existencia de síntomas diversos, con formas de movimientos —desde expresiones fundamentalistas arcaicas hasta expresiones nuevas y creativas— y, por otro lado, la necesidad de entender que la resistencia frente a ese poder omnímodo no puede aspirar a ser uniforme y homogénea (omnímoda). Por otro lado, esto está relacionado con la crisis de la forma dominante del Estado-Nación, y con ella, de todos los mecanismos de mediación política. La disputa por el poder político en el terreno institucional pierde las particularidades que llegó a tener en el pasado, en tanto la especificidad de lo político en la esfera de lo estatal ha dejado de existir. En palabras de Hannah Arendt se trata de lo siguiente: “El desarrollo prodigioso de todas las fuerzas industriales y Rebeld a15.qxd 26/02/2004 04:01 p.m. económicas trae como consecuencia el debilitamiento constante de los factores puramente políticos, mientras que, simultáneamente, las fuerzas puramente económicas predeterminan, de manera cada vez más creciente, el juego internacional del poder. El poder se convierte en sinónimo de poderío económico frente al cual los gobiernos deben inclinarse. Esta es la razón frente a la cual esos gobiernos juegan un rol totalmente vacío de contenido, carente de representación, abandonando paulatinamente su actuación en el teatro para pasar a la opereta”4. Estas son algunas de las tendencias que el zapatismo ha alcanzado a vislumbrar. Estas tendencias no están consolidadas, no son irreversibles y, mucho menos, son fatales e invencibles. Estas tendencias son demasiado iniciales, confusas y caóticas como para elaborar una teoría cerrada y definitiva. Esto permite que el zapatismo no repita los lugares comunes que hoy son la base de una parte de los analistas de izquierda, que llevan 30 años predicando sobre la decadencia del imperio americano para terminar implorando al cielo que regrese un demócrata al gobierno del vecino país. O que se caiga en una teoría totalmente novedosa, pero igualmente cerrada, que ve como definitivas estas tendencias y nos habla de un imperio que actúa con una gran lógica, habiendo superado sus contradicciones internas, para acabar cayendo víctima de su “discreto encanto”, al punto de cantar las loas de esta nueva fase del capital. No se puede negar que los amantes despechados son también enamorados. Entonces, en lugar de ofrecer una teoría acabada, el zapatismo ofrece un análisis de las tendencias del PÆgina 44 44 capital; en lugar de ofrecer un modelo de organización política y social ofrece un espejo. Pero un espejo refleja a quien se está mirando, por eso decimos que muchos de los debates que se han llevado a cabo, en el marco de la celebración de los 10 años, tienen más que ver con los problemas de cada uno de los que participan en esas discusiones y con la realidad que los rodea, más que con una evaluación del zapatismo. Pero eso no es algo que vaya en demérito de esas discusiones, al contrario. Los zapatistas lo formulan de la manera siguiente: “Se dice que diversos movimientos tanto de México como de otras partes del mundo, han visto en el zapatismo un ejemplo de lucha e, incluso, que algunos han retomado sus principios para la construcción de sus propias resistencias. Nosotros les decimos: a los que siguen el ejemplo que no lo sigan. Pensamos que cada quien tiene que construir su propia experiencia y no repetir modelos. En ese sentido, lo que les ofrece el zapatismo es un espejo, pero un espejo no eres tú, en todo caso te ayuda sólo para ver cómo te ves (…) Pensamos que la gente tiene la suficiente valentía y sabiduría para construir su propio proceso y su propio movimiento, porque tiene su propia historia. Eso no sólo hay que saludarlo, sino que hay que propiciarlo”5. La recomendación zapatista es la siguiente: no hay que refugiarse en supuestas fortalezas zapatistas, castillos cerrados, que lo único que consiguen es desnaturalizar completamente la esencia libertaria y creadora del zapatismo. En última instancia de lo que se trata es de entender que el zapatismo no tiene las respuestas frente a cualquier problemática o cualquier situación. Las pocas respuestas que el zapatismo posee son producto de su experiencia y, sobre todo, de su práctica. En dado caso, el zapatismo puede servir en el terreno nacional e internacional para promover la generación de varias preguntas claves y ayudar a generar el espacio democrático, plural y heterogéneo que las respuestas a esas preguntas, requieren. Por esa razón, el planteamiento elaborado por Rossana Rosanda, en el debate que se dio en Italia está fuera de foco. El problema no es si los zapatitas sirven para responder una serie de preguntas claves, sino si el zapatismo ha ayudado a plantearse correctamente una serie de preguntas claves después del naufragio de toda una generación de marxistas, tanto de la generación de Rosanda, como de la posterior (la mía). Esa búsqueda casi patológica de respuestas tiene que ver con lo que José Carlos Mariátegui caracterizaba como “ansiedad moderna”. Pero, a diferencia del pasado, en el que una supuesta cientificidad social generaba una serie de certezas que daban seguridad en el accionar político, ahora Rebeld a15.qxd 26/02/2004 04:01 p.m. PÆgina 45 muchas de esas certezas forman parte de datos a comprobar y muchas otras resultan inutilizables. Para algunos la carencia de definición zapatista sobre el mundo del trabajo, las relaciones de producción y del modo de producción capitalista representa su peor deficiencia. De esta manera se aferran a una serie de conceptos que describían una clase obrera, una forma de apropiación de los medios de producción y una relación entre el trabajo asalariado y el capital que parecen congelados en el tiempo, atrapados en el siglo XX. El problema es que la composición de la clase obrera en el ámbito internacional ha cambiado de una manera sustancial. No tan sólo en lo que tiene que ver con el análisis típico de Rosa Luxemburgo sobre la indispensable existencia de territorios pre-capitalistas como condición para la realización de las mercancías sino con un fenómeno a la inversa. Si bien la característica del capital de buscar las zonas menos capitalistas como condición para ayudar a la realización de las mercancías se mantiene, ahora requiere, como nunca antes en su historia, de la importación de fuerza de trabajo de ese tipo de países no sólo para la realización de las mercancías sino para su producción. Los 260 millones de migrantes de los países pobres hacia los países ricos juegan un doble papel: se ubican en centros neurálgicos del proceso productivo en las megalópolis y con el envío de remesas favorecen la realización de las mercancías. Esos grandes contingentes de trabajadores no tienen la vieja tradición sindical (el proceso de migración es a la inversa del que se vivió en los primeros años del siglo XX con la llegada a países como los latinoamericanos de trabajadores europeos, educados en tradiciones anarquistas o socialistas que fueron fundamentales para la construcción de los grandes sindicatos en nuestros países. En ese sentido, la vieja estructura sindical hoy vive una de sus peores crisis, más allá de la bondad o maldad de sus dirigentes, la dinámica tiene una serie de aspectos objetivos que va más allá de las intenciones. La vieja estructura sindical respondió a la forma de organización del capital y no funciona de la misma manera en la nueva forma de organización productiva. Por otro lado, la fuga masiva de grandes contingentes de trabajadores de los países pobres permite que la composición de la clase trabajadora en estos países también se esté modificando de una manera sustancial. En países como México, la incorporación de trabajadores indígenas (con una proporción muy grande de mujeres) a los grandes centros maquiladores no son sino un ejemplo. A esto hay que agregarle el proceso de envejecimiento de la población de las megápolis. En The Economist de enero del 2004, se plantea que en el año 2040 el 35 por ciento de la población japonesa tendrá más 45 de 65 años y solamente el 10 por ciento tendrá menos de 15 años. Una situación más o menos similar se vive en Europa. Los trabajadores migrantes cada vez de una manera más clara van a ocupar los lugares neurálgicos del proceso productivo. Las viejas concepciones que eran correctas como respuesta a la forma de organización del capital hoy deben ser, por lo menos, rediscutidas. Por lo tanto no basta con repetir el síndrome productivista de Rebeld a15.qxd 26/02/2004 04:01 p.m. PÆgina 46 una serie de conceptos sino tratar de ubicar los nuevos mecanismos de explotación y al mismo tiempo las nuevas formas en las que se expresa la resistencia. En un sentido simétricamente opuesto se dirigieron aquellos que le dijeron adiós al proletariado, cuando de lo que se trataba era de la llegada de un nuevo tipo de proletariado. Hoy, tanto el capital como los gobiernos racistas de las megápolis duermen con el enemigo: “La mudialización del mundo en tiempo y espacio es, para el Poder, algo que no acaba de ser digerido. Los ‘otros’ ya no están en ‘otra’ parte, sino en todas partes y a todas horas. Y para el Poder el ‘otro’ es una amenaza. ¿Cómo enfrentar esa amenaza? Levantando el holograma de la Nación y denunciando al otro como agresor”6. Lo que hace más complicada esta situación —para el capital— es que aunque enfrenta esa amenaza, al mismo tiempo, no puede sobrevivir sin ella. La comprensión de esta dinámica rompe con dos visiones igualmente equivocadas: la que planteaba una visión eurocéntrica de análisis y la que en reacción se elaboró en países como el nuestro, tercermundista. La propuesta zapatista tiene que ver con la construcción de nuevas relaciones sociales, no tan sólo con las de producción pero también con ellas. Eso es la construcción de las Juntas de Buen Gobierno. Puede ser un ejemplo pequeño pero marca una experiencia a tomar en cuenta. No son un modelo a seguir pero sí una referencia digna de tomar en cuenta, desde luego si se rompe con viejos esquemas de análisis y sobre todo a la luz de experiencias prácticas y dinámicas. Por eso son tan interesantes las reflexiones que, a propósito de los aniversarios zapatistas, se realizaron. Desde luego, a condición de romper con un doble vicio: la teoría zapatista no es una cosa fetichizada, buena para cualquier momento y para cualquier lugar, es decir no es una moda pasajera; pero tampoco es un movimiento indigenista que sólo sirve para la selva y los altos de Chiapas y no le dice nada interesante a la polis. Entre esas dos coordenadas existe un espacio muy amplio de acción y reflexión. Notas: 1. Gloria Muñoz Ramírez: entrevista a Marcos publicada en el libro: EZLN: 20 y 10, el fuego y la palabra. 2. Gloria Muñoz Ramírez: ídem. 3. Subcomandante Insurgente Marcos: “El mundo: 7 pensamientos en mayo de 2003”. Revista Rebeldía. Número 7. 4. Hannah Arendt: cita tomada del libro de Daniel Bensaid: Le sourire du spectre. 5. Gloria Muñoz Ramírez: ídem. 6. Subcomandante Insurgente Marcos: “El mundo: 7 pensamientos en mayo del 2003”. Revista Rebeldía Número 7. 46