Poder Judicial en América Central

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Manual para el
fortalecimiento
de la independencia
y la transparencia del
Poder Judicial en
América Central
Manual para el
fortalecimiento
de la independencia
y la transparencia del
Poder Judicial en
América Central
1779 Massachusetts Ave. NW, Suite 510A
Washington, D.C. 20036
T: 202-462-7701 | F: 202-462-7703
[email protected] | www.dplf.org
El presente documento ha sido elaborado por Abraham Siles Vallejos, consultor senior de DPLF y profesor de
Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad Católica del Perú. La coordinación general y supervisión
del estudio estuvo a cargo de Mirte Postema, oficial de programa senior, Programa de independencia judicial,
DPLF.
Esta publicación ha sido posible gracias al generoso apoyo de la Fundación Tinker, Inc.
© Fundación para el Debido Proceso
Primera edición: septiembre de 2011
Diseño gráfico: ULTRAdesigns
Índice
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................................... 1
PARTE 1: MARCO TEÓRICO Y MARCO NORMATIVO ............................................. 3
CAPÍTULO 1: EL ROL DEL PODER JUDICIAL EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL
Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO ......................................................................................... 5
El modelo de Estado constitucional y democrático de Derecho ............................................... 5
El papel de la judicatura en el Estado constitucional y democrático de Derecho.................... 8
Recuadro: Judicialización de la política ............................................................................... 9
Recuadro: Derecho a la participación y a la consulta de los pueblos indígenas................. 12
Recuadro: Hacia la resolución de controversias sobre derechos económicos
y sociales: la creación de tribunales ambientales en Latinoamérica ............... 13
CAPÍTULO 2: UBICACIÓN INSTITUCIONAL, ESTRUCTURA Y FUNCIONAMIENTO
DEL PODER JUDICIAL............................................................................................................ 15
Relación entre judicatura e instituciones políticas.................................................................... 15
El Poder Judicial y el sistema de justicia..................................................................................... 16
Organización y funcionamiento del Poder Judicial..................................................................... 18
Función jurisdiccional.............................................................................................................. 18
Recuadro: El valor transformador de la jurisdicción constitucional en Centroamérica..... 19
Funciones de gobierno y administración................................................................................ 20
CAPÍTULO 3: MARCO NORMATIVO DEL PODER JUDICIAL ........................................................ 23
CAPÍTULO 4: EL CONCEPTO DE INDEPENDENCIA JUDICIAL ................................................... 27
Contenido y alcance del concepto de independencia judicial .................................................... 27
Clasificaciones de la independencia judicial .............................................................................. 28
Situación actual de la independencia judicial en Centroamérica ............................................. 30
CAPÍTULO 5: EL CONCEPTO DE TRANSPARENCIA JUDICIAL .................................................. 33
Contenido y alcance del concepto de transparencia judicial ..................................................... 33
Situación actual de la transparencia judicial en Centroamérica .............................................. 34
Fundación para el Debido Proceso DPLF
iv | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
PARTE 2: ESTRATEGIAS Y ACCIONES DE SEGUIMIENTO
Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA PARA EL FORTALECIMIENTO
DE LA INDEPENDENCIA Y TRANSPARENCIA JUDICIALES
EN CENTROAMÉRICA................................................................................... 37
CAPÍTULO 6: SEGUIMIENTO Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA PARA EL FORTALECIMIENTO
DE LA INDEPENDENCIA JUDICIAL ...................................................................... 39
Contribución al impulso general de la reforma judicial ............................................................ 39
Alianzas y pactos de amplio espectro .................................................................................... 40
Recuadro: Alianzas y Pactos por la Justicia en Centroamérica .......................................... 42
Incidencia para la implementación y desarrollo de medidas aprobadas ............................. 44
Seguimiento y participación ciudadana en el proceso de selección y nombramiento
de los jueces ................................................................................................................................. 45
Selección y nombramiento de jueces de la Corte Suprema ................................................. 45
Recuadro: Jueces independientes en la Corte Suprema de Estados Unidos
de América ........................................................................................................... 49
Selección y nombramiento de jueces inferiores .................................................................... 51
Recuadro: El Consejo Nacional de la Magistratura de Perú: encargado
de los nombramientos judiciales ........................................................................ 54
Seguimiento y participación ciudadana en el control de la corrupción judicial ...................... 56
Factores culturales y modalidades de corrupción Judicial ................................................... 56
Formas de lucha contra la corrupción judicial y participación ciudadana ........................... 58
Seguimiento y participación ciudadana en la defensa de la independencia judicial frente
a actores privados ........................................................................................................................ 59
CAPÍTULO 7: SEGUIMIENTO Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA PARA EL FORTALECIMIENTO
DE LA TRANSPARENCIA JUDICIAL ..................................................................... 61
Seguimiento y participación ciudadana en reformas normativas y cambios institucionales .61
Seguimiento y participación ciudadana para fortalecer el acceso a la información ............... 62
Seguimiento y participación ciudadana sobre las declaraciones juradas de bienes .............. 64
Seguimiento y participación ciudadana para fortalecer la relación del Poder Judicial
con la comunidad .......................................................................................................................... 65
Fundación para el Debido Proceso DPLF
introducción
C
onstruir poderes judiciales independientes y
transparentes es una tarea esencial para la
consolidación de la democracia en Centroamérica. La tarea, sin embargo, no corresponde sólo a
las autoridades del Estado. También la ciudadanía y
las organizaciones de la sociedad civil tienen un importante papel que desempeñar. Y es que, conforme
a un concepto de democracia incluyente y participativa, ciudadanos y organizaciones civiles tienen que
tener la posibilidad de incidir, de diversas formas
(iniciativa y propuesta, supervisión y vigilancia, crítica constructiva, etcétera), sobre la actividad de los
agentes del poder público, y así han de jugar un rol
de colaboración con ellos.
La experiencia de las reformas judiciales, emprendidas en la región desde hace dos o tres décadas,
muestra que su sostenibilidad requiere la concurrencia de un conjunto amplio de actores, tanto del
sector público como del sector privado. Está visto
que si la ciudadanía se pone de espaldas o es indiferente a los cambios estructurales en la judicatura
—o, quizá más exactamente, si al cabo de un tiempo
deja de interesarse en tales cambios—, el impulso
de las reformas decae y se estanca o, al menos, deviene errático e incierto.
A decir verdad, no debe extrañar esta evolución,
que por desgracia no es nada infrecuente en América Central y en otros países de América Latina. La
reforma del aparato de justicia supone en realidad
una nueva distribución del poder en cada nación, por
lo que, más temprano que tarde, dicha reforma encuentra resistencias y obstáculos, a menudo ocultos
o soterrados. Claro, quienes se benefician del insatisfactorio estado de cosas de la justicia, o quienes
medran a expensas de un sistema judicial deficien-
| 1
te, difícilmente quieren renunciar a sus privilegios,
por lo que se resisten a los cambios, especialmente
a aquellos que buscan acercar la institución judicial
a la sociedad.
Así pues, es necesario el rol participativo y coadyuvante de la ciudadanía y de sus organizaciones civiles, para continuar la iniciativa reformista y llegar a
buen puerto en el ámbito de las instituciones judiciales. Para ello, la sociedad civil ha de enviar un mensaje claro y firme a los representantes del Estado
—quienes, como se sabe, solo son los mandatarios
del poder que les delega el pueblo, auténtico soberano— sobre su voluntad de contar con una judicatura
independiente y transparente, que pueda tornar plenamente operativo y funcional el Estado democrático de Derecho previsto en los textos constitucionales
que están en vigor en los distintos países del istmo.
Con el presente manual, la Fundación para el Debido
Proceso (DPLF, por sus siglas en inglés) se propone
contribuir al mejor cumplimiento del rol de participación y seguimiento que compete a la ciudadanía
y a las organizaciones de la sociedad civil para robustecer a las judicaturas de América Central, en
particular, en lo relativo a las características primordiales de independencia y transparencia que las judicaturas deben poseer.
El objetivo del Manual es, por lo tanto, eminentemente práctico. De un lado, procura brindar las nociones
básicas del marco teórico y del marco normativo que
regula la actuación del poder judicial para que cualquier persona o institución interesada, aun cuando
carezca de formación jurídica profesional, pueda conocer los conceptos fundamentales en este campo.
De otro lado, a partir de diversas experiencias prác-
Fundación para el Debido Proceso DPLF
2 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
ticas observadas en la región, el Manual intenta delinear posibles estrategias y acciones de seguimiento
y participación ciudadanas orientadas a fortalecer la
independencia y transparencia de los poderes judiciales centroamericanos.
La selección de los temas que aborda el Manual deriva de otro documento elaborado recientemente por
DPLF: un estudio sobre la situación de la independencia y transparencia de los poderes judiciales en
Centroamérica, basados en un conjunto de indicadores desarrollados por DPLF, FLACSO-México y la
Universidad George Washington. Los aspectos de la
independencia y transparencia judicial identificados
como los más problemáticos en la región fueron los
que se desarrollaron en este guía práctica.
Con este manual, no pretendemos dar cuenta de la
totalidad de experiencias existentes ni hacer una revisión exhaustiva de los posibles cursos de acción.
Antes bien, tratamos de presentar los rasgos esenciales de algunas prácticas que estimamos relevantes, así como ciertas estrategias y acciones igualmente significativas, para así ofrecer enseñanzas y
modelos eventualmente replicables más allá de las
fronteras nacionales.
Teniendo en consideración que el Manual está dirigido principalmente a personas y organizaciones de
la sociedad civil de Centroamérica que, sin ser expertas en temáticas judiciales, están interesados en
participar en procesos institucionales dirigidos a fortalecer la independencia y transparencia del Poder
Judicial, la estructura del texto, su contenido y su
lenguaje intentan ser claros, sencillos y comprensibles en la mayor medida posible.
Por último, DPLF quiere agradecer a Abraham Siles,
profesor de Derecho Constitucional de la Pontificia
Universidad Católica de Perú, a Karina Ansolabehere,
investigadora de FLACSO-México, y a Arturo Carrillo,
Director de la International Human Rights Clinic de la
George Washington University, por su importante trabajo de fondo que hizo posible este manual. Queremos también resaltar las contribuciones de nuestros
colegas centroamericanos, aportes imprescindibles
que guiaron el diseño del Manual. Agradecemos en
particular a los colegas de la Fundación Myrna Mack
de Guatemala, FESPAD y FUSADES en El Salvador, ASONOG en Honduras, CENIDH en Nicaragua
y la Alianza Ciudadana Pro Justicia de Panamá. Por
último, nuestro agradecimiento a la Fundación Internacional Seattle (SIF) y la Fundación Tinker, Inc., sin
cuyo apoyo esta publicación no hubiera sido posible.
Katya Salazar
Mirte Postema
Directora Ejecutiva
Oficial de programa sénior,
DPLF
Independencia judicial
DPLF
Fundación para el Debido Proceso DPLF
El rol de las organizaciones de la sociedad civil | 3
Parte I
Marco teórico
y marco normativo
Fundación para el Debido Proceso DPLF
El modelo de Estado
constitucional y democrático
de Derecho exige la existencia
y actuación de un Poder
Judicial dotado de las
características esenciales de
independencia e imparcialidad.
Capítulo 1
| 5
El rol del Poder Judicial
en el Estado constitucional
y democrático de Derecho
El modelo de Estado constitucional
y democrático de Derecho
El «Estado constitucional y democrático de Derecho» es un modelo de organización
política de un país, que está recogido en la Constitución y que tiene dos finalidades
primordiales: de un lado, establecer y limitar la estructura básica del Estado y, de
otro lado, garantizar el respeto de los derechos fundamentales de las personas.
En el mundo contemporáneo, muchas naciones se organizan conforme al modelo de
Estado constitucional y democrático de Derecho, que prevalece en especial luego de
la caída del Muro de Berlín, ocurrida en noviembre de 1989 (derrumbe del modelo
comunista de Estado, bajo la órbita de la Unión Soviética). Es el caso de la totalidad de
las repúblicas centroamericanas y de casi todos los países de América Latina.
Ahora bien, el cumplimiento de ciertos principios es esencial para la existencia
de un Estado constitucional y democrático de Derecho. Ellos son: el principio de
división de poderes, el principio de normatividad de la Constitución, el principio de
legalidad, el principio democrático y el principio de respeto a los derechos fundamentales de las personas o derechos humanos1.
El principio de división de poderes estipula que el poder político no debe estar concentrado en una sola persona o en pocas manos, sino que, en vez de ello, debe estar
distribuido entre varios órganos. Una amplia experiencia histórica ha demostrado
que la concentración del poder tiende a favorecer la comisión de abusos y la adopción
de decisiones de gobierno desacertadas. Por el contrario, la separación de poderes
permite la existencia de un sistema de controles mutuos entre los diversos órganos
Véase Bobbio, Norberto, Liberalismo y democracia, México, FCE, 1989, pp. 7-8, 17-19; Bobbio,
Norberto, El futuro de la democracia, México, FCE, segunda edición, 1997, pp. 24 y 26-27; Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías: la ley del más débil, Madrid, Trotta, segunda edición, 2001, pp.
23-24; Ferrajoli, Luigi, «El Estado constitucional de Derecho hoy: el modelo y su divergencia
de la realidad», en Andrés Ibáñez, Perfecto (ed.), Corrupción y Estado de Derecho: el papel de
la jurisdicción, Madrid, Editorial Trotta, 1996, pp. 15-29; Vergottini, Giuseppe, Las transiciones
constitucionales, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2002, pp. 17, 31 y 32; Carpizo,
Jorge, Concepto de democracia y sistema de gobierno en América Latina, Lima, IDEMSA, segunda
edición, 2008, p. 110; Nino, Carlos Santiago, Fundamentos de Derecho Constitucional, Buenos
Aires, Astrea, 1992, pp. 2-4; Zagrebelsky, Gustavo, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia,
Madrid, Trotta, 1995, pp. 23-24 y 34.
1
Fundación para el Debido Proceso DPLF
6 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
del poder público (conocido como «sistema de pesos
y contrapesos» o de «checks and balances»), limitando
así la posibilidad de excesos y mejorando las condiciones generales de gobernabilidad.
Los Poderes del Estado clásicos son: el Poder Legislativo (Parlamento o Asamblea Nacional), encargado
de elaborar las leyes y de fiscalizar al gobierno; el
Poder Ejecutivo (Presidente de la República y Consejo de Ministros), encargado del gobierno del país;
y el Poder Judicial, encargado de administrar justicia y, por lo tanto, de resolver los litigios y sancionar
los delitos en aplicación del Derecho. En el mundo
contemporáneo, junto a estos tres poderes clásicos,
han surgido diversos órganos autónomos y especializados que también ejercen cuotas de poder político
(Comisionado de Derechos Humanos, Ministerio Público, Banco Central, Jurado o Junta Central Electoral, etcétera).
El principio de normatividad de la Constitución señala que la Constitución del Estado no sólo es un documento político, sino que a la vez tiene naturaleza
jurídica y cuenta con máxima jerarquía en el ordenamiento legal del país. Que la Constitución es normativa significa, entonces, que es jurídicamente obligatoria y que es la norma de rango superior entre todas
las normas legales del país. En consecuencia, está
jurídicamente prohibido transgredir la Constitución,
y todas las normas que conforman el Derecho de un
Estado, lo mismo que todos los actos de las autoridades y de los particulares, deben estar en conformidad con lo que manda la Constitución.
El principio de legalidad establece que no es la voluntad individual (y eventualmente caprichosa) de los
gobernantes la que rige los destinos del país, sino
que son las leyes, dictadas a nombre y en representación de todos, las que regulan los comportamientos de la autoridad y de la ciudadanía. Así, gobernantes y ciudadanos están sometidos y obligados por las
leyes del país, las mismas que deben tener carácter
general y no ser discriminatorias.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
El principio democrático estatuye que el poder emana del pueblo y que los gobernantes ejercen la autoridad únicamente por delegación de éste, quien es el
titular originario del poder político y el auténtico soberano. En un Estado democrático, se celebran periódicamente elecciones libres, competitivas y limpias para determinar quiénes habrán de gobernar,
a nombre del pueblo, durante un período limitado de
tiempo (democracia representativa).
De otro lado, en el mundo contemporáneo existen
también diversos mecanismos de democracia directa, en virtud de los cuales el ejercicio de los derechos
políticos de los ciudadanos no consiste únicamente
en elegir, cada cierto número de años, a los titulares de los poderes públicos, sino que forma parte
de tales derechos políticos el poder participar directamente en la adopción de decisiones importantes
para el destino de las personas (democracia directa
o participativa).
Entre los principales mecanismos de democracia directa están los siguientes2.
1) La iniciativa legislativa: permite a los ciudadanos presentar proyectos de ley al Parlamento,
poniendo en movimiento la maquinaria oficial de
elaboración de las leyes.
2) La iniciativa de reforma constitucional: a semejanza de la iniciativa legislativa, faculta a la ciu-
Véase Zovatto, Daniel, «Las instituciones de la democracia directa a nivel nacional en América Latina. Balance
comparado: 1978-2007», en Lissidini, Alicia, Yanina Welp
y Daniel Zovatto (coordinadores), Democracia directa en
Latinoamérica, Buenos Aires, IDEA Internacional – UNSAM
– Prometeo Libros, 2008, pp. 255-264; Lissidini, Alicia,
«Democracia directa latinoamericana: riesgos y oportunidades», en Lissidini, Alicia, Yanina Welp y Daniel Zovatto
(coordinadores), Democracia directa en Latinoamérica, Buenos Aires, IDEA Internacional – UNSAM – Prometeo Libros,
2008, pp. 13-17; Miró Quesada Rada, Francisco, «Democracia directa en las Constituciones latinoamericanas: un
análisis comparado», en Id., Reinvención de la democracia,
Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2010, pp.
111-146.
2
Capítulo 1 El rol del Poder Judicial en el Estado constitucional y democrático de Derecho | 7
dadanía a activar el procedimiento de enmienda
de la Constitución.
3) El referéndum y el plebiscito: a menudo considerados como sinónimos, son consultas populares en las que se solicita el voto del pueblo para
aprobar o desaprobar leyes y normas jurídicas o
determinadas medidas de política de gran importancia (por ejemplo, cuestiones de delimitación territorial).
4) La revocatoria o remoción del mandato de las
autoridades: son formas de participación directa
mediante las cuales la ciudadanía veta o separa
de su cargo a una autoridad estatal, sea elegida
o sea nombrada.
5) El derecho a la consulta previa: es el derecho a
que determinadas poblaciones o grupos sociales
(en particular, las poblaciones nativas u originarias) sean consultados acerca de medidas o
normas que pudieran afectar sus derechos (por
ejemplo, su derecho a la propiedad de tierras ancestrales, o su derecho a gozar de un medioambiente sano).
6) El presupuesto participativo y la rendición de
cuentas: son formas participativas a través de
las cuales la ciudadanía puede intervenir en la
gestión económica estatal (por ejemplo, a nivel
de un municipio) o exigir información y responsabilidad de las autoridades del Estado por la
administración de recursos contenidos en la ley
de presupuesto público.
7) La vigilancia o seguimiento ciudadano de las
decisiones y acciones de las autoridades: es el
derecho general que tienen los ciudadanos para
participar en la vida pública mediante la realización de acciones de observación y análisis de las
actividades desarrolladas por los funcionarios
públicos.
Es claro que esta clase de mecanismos de participación ciudadana o de democracia directa son de
especial relevancia para los intereses del presente
Manual, precisamente porque lo que con él se procura es contribuir al ejercicio de derechos ciudadanos
de participación y seguimiento relacionados con la
independencia y transparencia de los Poderes Judiciales centroamericanos.
El principio de respeto de los derechos fundamentales de la persona indica que estos derechos son
la razón de ser del mismo Estado constitucional y
democrático de Derecho. En consecuencia, tienen
máximo valor y jerarquía constitucional, y deben ser
cumplidos, protegidos y garantizados por el aparato estatal, así como plenamente observados por la
ciudadanía. Se entiende que los derechos fundamentales, también llamados derechos humanos, son
aquellos que corresponden a todas las personas por
el solo hecho de ser parte de la humanidad. Ello significa, según reconoce la Declaración Universal de
Derechos Humanos, aprobada en 1948 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que «todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos».
En síntesis, puede decirse que el modelo de Estado
constitucional y democrático de Derecho configura
un Estado con las siguientes características: (i) el
ejercicio del poder está dividido y limitado; (ii) está
sometido a la Constitución y a las leyes; (iii) se organiza y legitima democráticamente; (iv) se orienta a
asegurar la efectividad de los derechos fundamentales de las personas. Como puede apreciarse, dadas
estas características, resulta clave el buen funcionamiento del Poder Judicial.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
8 | Fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
El papel de la judicatura
en el Estado constitucional
y democrático de Derecho
El Poder Judicial está llamado a desempeñar un rol
crucial en el marco del Estado constitucional y democrático de Derecho3. En primer lugar, los jueces
deben controlar el ejercicio del poder encomendado a las demás ramas, niveles y órganos del gobierno: Ejecutivo y Legislativo, gobiernos locales (y estaduales o regionales, allí donde los haya), órganos
autónomos. Cualquier abuso contra la Constitución,
las leyes o los derechos que cometan las autoridades
del Gobierno o la Administración debe, en definitiva, poder ser reparado (y, eventualmente, también
sancionado) por los jueces. Como es de imaginar,
esta función de control del poder (una modalidad de
rendición de cuentas o «accountability») es muy importante y delicada. Por ello, se exige que los jueces
sean independientes e imparciales, a fin de que puedan enfrentar y controlar a los poderes políticos en
óptimas condiciones.
En segundo lugar, la judicatura tiene a su cargo la
función de controlar y hacer efectivas la Constitución y las leyes. Las transgresiones del texto constitucional y de la legislación ordinaria pueden ser
reclamadas, en último término, ante los tribunales
de justicia, los que tienen encomendada la labor de
restablecer la integridad de la Constitución y la legalidad. Actualmente, en el contexto de una paulatina afirmación de la democracia y el orden constitucional, se observa un notable desarrollo del control
jurisdiccional de constitucionalidad en los diversos
Véase Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías: la ley del más
débil, Madrid, Trotta, segunda edición, 2001, pp. 25-27;
Gargarella, Roberto, La justicia frente al gobierno. Sobre
el carácter contramayoritario del poder judicial, Barcelona,
Ariel, 1996; Nino, Carlos Santiago, La Constitución de la
democracia deliberativa, Barcelona, Gedisa, 1997, p. 292;
Böckenforde, Ernst, Estudios sobre el Estado de Derecho y la
democracia, Madrid, Trotta, 2000, pp. 55 y 58; Zagrebelsky,
Gustavo, «Jueces constitucionales», en Carbonell, Miguel
(ed.), Teoría del neoconstitucionalismo, Madrid, Trotta, 2007,
pp. 101-102.
3
Fundación para el Debido Proceso DPLF
países de América Central (y, en general, de América
Latina), lo que otorga un enorme poder a los jueces
frente a las ramas políticas del Estado. Algunos autores inclusive hablan de una «judicialización de la
política», fenómeno nuevo que se expresa a menudo
a través de los mecanismos de control judicial de la
constitucionalidad4.
En tercer lugar, los jueces son asimismo los garantes
últimos de la democracia, en tanto son ellos quienes
deben brindar protección a las minorías y grupos
en situación de desventaja social o víctimas de discriminación. Y es que, si la democracia es el gobierno de todos y si todas las personas tienen derecho a
participar en la toma de decisiones, entonces no es
admisible la marginación, subordinación o exclusión
de determinados grupos sociales. La democracia no
autoriza a ninguna mayoría, ni siquiera a la unanimidad de los miembros del Parlamento, a avasallar los
derechos de las minorías sociales, sean éstas políticas o ideológicas, lingüísticas o culturales, étnicas,
sexuales o de cualquier otro tipo. Por el contrario, la
democracia exige que, junto al respeto del principio
de mayoría, ha de haber un cabal respeto hacia todos los grupos minoritarios. Si un sector del país pretendiera el avasallamiento de los derechos de alguna
minoría, los ciudadanos afectados tendrían el derecho
de acudir ante los tribunales de justicia en demanda
de protección.
En cuarto lugar, el Poder Judicial debe cumplir el rol
de tutelar los derechos fundamentales de todas las
personas. Si la democracia reclama de la judicatura
una actividad de protección especial de las minorías
frente a la eventual opresión de la mayoría, el Estado constitucional de Derecho exige que los derechos humanos de todas las personas —que, al ser
recogidos en la Constitución, tienen máximo rango
Véase Couso, Javier, Alexandra Huneeus and Rachel Sieder (eds.), Cultures of legality: judicialization and political
activism in Latin America, New York, Cambridge University Press, 2010; Sieder, Rachel, Line Schjolden and Alan
Angell (eds.), The judicialization of politics in Latin America,
New York, Palgrave Macmillan, 2005.
4
Capítulo 1 El rol del Poder Judicial en el Estado constitucional y democrático de Derecho | 9
Judicialización de la política
El concepto de «judicialización de la política»
significa que los tribunales de justicia han expandido
su campo de acción hacia los dominios políticos
anteriormente reservados a los Poderes Ejecutivo y
Legislativo. La «judicialización» tiene dos aspectos:
1) Muchas cortes han asumido un nuevo rol
político de alto perfil como guardianes de
la Constitución, defensores de los derechos
fundamentales de las personas y árbitros
de una variedad de conflictos sociales y
políticos. Destaca, en particular, el desarrollo
de la jurisdicción constitucional (acciones de
inconstitucionalidad de las leyes y procesos
de amparo, hábeas corpus y hábeas data).
2) Hay un creciente uso de las leyes, los
discursos legales y las estrategias de
litigación por parte de un amplio número
de actores sociales, incluyendo a políticos,
movimientos sociales e individuos.
Aunque el recurso a las cortes de justicia y el
empleo de la ley para incidir en la esfera política no
son recientes en América Latina, sino que forman
parte de una larga tradición que se remonta a la
colonia y a las primeras décadas de vida republicana,
en la actualidad se manifiestan de una manera
peculiar, lo que se aprecia en tres características
principales:
1) Expansión del dominio de la vida social
y política que se expresa en lenguaje
legal y a través de instituciones legales
(un ejemplo es la tendencia a revestir los
reclamos de justicia social en el lenguaje
de los derechos económicos, sociales y
culturales, vinculándolos a normas legales
sujetas a revisión judicial; otro ejemplo es la
judicialización de la lucha contra los legados
de regímenes autoritarios o dictatoriales, que
produjeron graves violaciones de derechos
humanos o crímenes de lesa humanidad).
2) Expansión del número y las clases de
instrumentos legales disponibles para ser
usados en la lucha política (en particular,
son instrumentos consagrados en las
Constituciones y los tratados internacionales
de justicia).
3) Más frecuente recurso al lenguaje legal y a los
instrumentos legales como estrategia dentro
de los tipos de lucha política tradicionalmente
encomendados al Derecho y las cortes (por
ejemplo, en litigios sobre redistribución de
tierras o en procesos judiciales por delitos
cometidos en el ejercicio del gobierno).
La judicialización de la política, que se viene
produciendo en América Latina desde los años
ochenta, ha determinado que los tribunales de
justicia jueguen un cada vez más importante
papel político en toda la región, contribuyendo a
delinear las políticas públicas e interviniendo en la
deliberación democrática, así como cumpliendo un
rol crecientemente efectivo para contrabalancear a
los poderes típicamente políticos (el Ejecutivo y el
Parlamento). Así, hablando en términos generales,
la judicatura latinoamericana ha visto fortalecidos
sus poderes y roles en la política y la sociedad.
La judicialización de la política en América
Latina es un movimiento histórico que acompaña el
más vasto proceso de democratización en la región, y
supone también ciertos riesgos para la democracia:
1) La judicatura puede ver desbordados sus
límites de actuación funcional, debido a que
las otras ramas del poder público (el Gobierno
y el Poder Legislativo) no cumplen su tarea
de garantizar efectivamente los derechos
humanos, o debido a que los mecanismos
ordinarios del sistema político no consiguen
distribuir adecuadamente el poder entre las
diferentes reparticiones estatales.
2) El aumento del recurso a los tribunales por
distintos actores sociales y políticos puede
politizar a la judicatura, llevando a intentos
de debilitar su independencia por los poderes
políticos (especialmente, el Ejecutivo).
Fuentes: Couso, Javier, «The transformation of constitutional
discourse and the judicialization of politics in Latin America»,
in Couso, Javier, Alexandra Huneeus and Rachel Sieder (eds.),
Cultures of legality: judicialization and political activism in Latin
America, New York, Cambridge University Press, 2010, pp. 142143; Huneeus, Alexandra, Javier Couso and Rachel Sieder,
«Cultures of legality: judicialization and political activism in
contemporary Latin America», in Couso, Javier, Alexandra
Huneeus and Rachel Sieder (eds.), Cultures of legality:
judicialization and political activism in Latin America, New York,
Cambridge University Press, 2010, pp. 3-4 and 8-12; Sieder,
Rachel, Line Schjolden and Alan Angell, «Introduction»,
in Sieder, Rachel, Line Schjolden, Alan Angell (eds.), The
judicialization of politics in Latin America, New York, Palgrave
Macmillan, 2005, pp. 1-6 and 16-17.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
10 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
réndum para aprobar una segunda reelección
presidencial (ley 1354 de 2009, modificatoria del
artículo 197.1 de la Constitución colombiana).
Con esta decisión, la Corte Constitucional de
Colombia puso fin a las aspiraciones de Álvaro
Uribe, Presidente de la República en ejercicio, de
postular de inmediato a un nuevo período como
Jefe de Estado5.
jurídico— sean amparados por los jueces frente a
cualquier atropello o conculcación.
En quinto lugar, los jueces deben resolver los litigios ordinarios que surgen inevitablemente como
consecuencia de la vida social. Así, en cuanto titulares de la «potestad jurisdiccional», los jueces son los
encargados de ejercer jurisdicción, esto es, de «decir
derecho» o declararlo en el caso concreto (obsérvese
que el término «jurisdicción» proviene de la palabra
latina «jurisdictio», que se formó de otros dos vocablos: «juris» y «dicere», que significa precisamente
«decir derecho»). Por lo tanto, los jueces resuelven
las controversias relevantes que, por una u otra razón, enfrentan a los ciudadanos, determinando cuál
de las partes del pleito tiene la razón de acuerdo al
ordenamiento jurídico o Derecho del país.
Algunos ejemplos concretos y específicos del rol del
Poder Judicial en el marco del Estado constitucional
y democrático de Derecho (una vez que los casos son
sometidos a la jurisdicción de los jueces por los órganos competentes), son los siguientes:
1) Juzgar y declarar si una ley colisiona con la
Constitución, supuesto en el que debe anular o
invalidar dicha ley, retirándola del ordenamiento jurídico, con efectos generales (efectos «erga
omnes»). Esta actuación judicial se produce en
el marco del denominado «proceso de inconstitucionalidad de las leyes» y da lugar a la expedición de sentencias anulatorias de las leyes que
contradigan la Carta Fundamental del país. De
esta manera, la judicatura puede «enmendar la
plana» del Congreso y de otros poderes públicos, asegurando la integridad y supremacía de la
Constitución.
Un ejemplo significativo del ejercicio reciente de
esta potestad en Latinoamérica lo constituye la
sentencia emitida por la Corte Constitucional
de Colombia el 26 de febrero de 2010 (sentencia
C-141/10), mediante la cual declara inconstitucional una ley que proponía convocar a un refe-
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2) Juzgar y determinar si una ley es violatoria del
texto constitucional en un proceso judicial ordinario, declarando su inaplicación al caso concreto, con efectos particulares (efectos «inter partes», es decir, entre las partes de un litigio, y no
más allá de tal litigio). El ejercicio de esta función
—a la que se conoce con el nombre de «control
difuso de constitucionalidad», ya que todos los
jueces, y no sólo un determinado órgano jurisdiccional, poseen esta facultad— se realiza en los
procesos judiciales ordinarios (por ejemplo, los
juicios civiles, penales, laborales o de familia) y
significa que el juez hará prevalecer la aplicación
de las normas constitucionales y dejará de lado
(no aplicará) las leyes inconstitucionales, para la
resolución del caso.
Un ejemplo significativo de ejercicio de esta importante potestad jurisdiccional viene dado por
la célebre decisión de la jueza peruana Antonia
Saquicuray, adoptada en el año 1995, durante
el gobierno autoritario del Presidente Alberto Fujimori, en el marco del proceso penal que
la mencionada jueza seguía contra ciertas personas acusadas de integrar un escuadrón de la
muerte y de cometer crímenes atroces (el caso
Barrios Altos, seguido contra el Grupo Colina, en
Perú). La jueza Saquicuray aplicó el control difuso de constitucionalidad sobre la ley de amnistía
que el Congreso de la República había aprobado poco antes, pues la consideró violatoria de la
Texto de la sentencia disponible en la página web de la
Corte Constitucional colombiana (www.corteconstitucional.gov.co).
5
Capítulo 1 El rol del Poder Judicial en el Estado constitucional y democrático de Derecho | 11
Constitución y los tratados internacionales de
derechos humanos6.
Un ejemplo reciente, de enorme relevancia en
toda Latinoamérica y aun en el mundo, es el proceso penal instaurado contra el ex Presidente de
la República de Perú, Alberto Fujimori Fujimori,
por graves violaciones de los derechos humanos
(casos de las masacres de Barrios Altos y La Cantuta), entre otros cargos, que culminó con la expedición de una sentencia condenatoria a 25 años de
prisión efectiva por parte de la Corte Suprema de
Justicia peruana (sentencia del 7 de abril de 2009,
recaída en el expediente núm. A.V. 19-2001)8.
3) Juzgar y determinar si una autoridad o gobernante ha cometido un delito o incurrido en un
acto de corrupción, supuesto en el que debe imponer la sanción correspondiente.
Ejemplos recientes —y de alta relevancia pública— del ejercicio de esta facultad jurisdiccional
son las condenas penales dictadas contra dos ex
Presidentes de la República de Costa Rica, a saber, los señores Rafael Ángel Calderón y Miguel
Ángel Rodríguez. Rafael Ángel Calderón, quien
ocupó la máxima magistratura del país entre los
años 1990 y 1994, fue condenado en el 2009 a
cinco años de prisión por el reparto de comisiones ilegales con ocasión de un contrato para la
adquisición de equipo médico para la Caja Costarricense del Seguro Social. Por su parte, Miguel Ángel Rodríguez, quien se desempeñó como
Presidente de la República entre los años 1998
y 2002, ha sido encontrado culpable, en abril de
2011, del delito de corrupción agravada en una
licitación de telefonía celular a favor de una compañía francesa, por lo que ha recibido una condena de cárcel también de cinco años7.
4) Juzgar y determinar si una autoridad o gobernante ha cometido una violación a los derechos
humanos, supuesto en el que debe imponer la
sanción correspondiente.
Véase el texto de la resolución en Defensoría del Pueblo,
Amnistía vs. derechos humanos. Buscando justicia (Informe
Defensorial núm. 57), Lima, 2001, pp. 84-87.
7
Véase «Ex presidente de Costa Rica condenado por corrupción», en Contrapunto. Diario digital, 27 de abril de
2011 (www.contrapunto.com.sv); «Segundo ex presidente
condenado por corrupción en Costa Rica», en ABC digital,
27 de abril de 2011 (www.abc.com.py). Para referencias a
otros casos de persecución penal por corrupción contra ex
Presidentes de la República en Centroamérica, véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la corrupción
judicial y de los mecanismos para combatirla en Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, pp. 57-59.
6
5) Juzgar y sancionar casos de narcotráfico y otras
formas de crimen organizado.
6) Juzgar y sancionar delitos comunes graves (homicidio y asesinato, robo con violencia, secuestro, etcétera).
7) Juzgar casos de delincuencia juvenil (pandillaje
y otras formas) y disponer las correspondientes
medidas de protección y prevención.
8) Juzgar y decidir a quién asiste el Derecho en
controversias patrimoniales (litigios sobre cumplimiento de contratos o derechos de propiedad,
etcétera).
9) Juzgar y decidir controversias en que algún ciudadano reclama por una deficiente provisión de
servicios públicos (suministro de agua, energía,
telefonía) (derechos de consumidores).
10) Juzgar y decidir litigios en que determinadas
poblaciones o grupos reclaman por la violación
del derecho a un medio ambiente sano o a los
derechos de poblaciones indígenas u originarias, frente a grandes empresas o inversionistas (en particular, conflictos por inversión en minería, hidrocarburos, etcétera).
Texto de la sentencia disponible en la página web del Poder
Judicial peruano (www.pj.gob.pe). Véase también, Ambos,
Kai e Iván Meini (eds.), La autoría mediata. El caso Fujimori,
Lima, ARA Editores, 2010; Bermúdez Tapia, Manuel (coordinador), El caso Fujimori: análisis y comentarios, Lima, Ediciones Caballero Bustamante, 2009.
8
Fundación para el Debido Proceso DPLF
12 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Derecho a la participación y a la consulta de los pueblos indígenas
De manera concreta, los pueblos indígenas
tienen derecho a participar en:
1) La elaboración de los programas económicos
y sociales que les conciernan y a administrar
esos programas mediante sus propias
instituciones (Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, art. 23).
2) La formulación, aplicación y evaluación de los
planes de desarrollo nacional y regional que
los puedan afectar directamente (Convenio
169 de la Organización Internacional del
Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales
en Países Independientes, art. 7).
3) Los procesos de adjudicación de derechos
sobre sus tierras y territorios (Declaración
de las Naciones Unidas sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas, art. 27).
4) La utilización, administración y conservación
de los recursos naturales (Convenio 169 de
la Organización Internacional del Trabajo
sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes, art. 15).
Una manifestación del derecho de los pueblos
indígenas a participar en las decisiones estatales
que los puedan afectar es el derecho que tienen a
ser consultados en situaciones como las siguientes:
1) Antes de que el Estado adopte o aplique
leyes o medidas administrativas que los
puedan afectar directamente (Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo
sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes, art. 6.1; Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas, art. 19), tales como las
que están destinadas a:
11) Juzgar y decidir controversias sobre derechos
económicos, sociales y culturales (derechos a
la salud, a la educación, a la seguridad social,
derechos laborales, etcétera).
Algo que debe señalarse en el presente Manual es
que, al desarrollar la función jurisdiccional, en sus
Fundación para el Debido Proceso DPLF
a) Combatir los prejuicios, eliminar la
discriminación y promover la tolerancia,
la comprensión y las buenas relaciones
entre los pueblos indígenas y todos los
demás sectores de la sociedad.
b) Proteger a los niños indígenas contra
la explotación económica y contra todo
trabajo que pueda resultar peligroso o
interferir en su educación.
c) Crear programas y servicios de educación y formación profesional.
2) Antes de aprobar cualquier proyecto que
afecte sus tierras o territorios y otros
recursos, particularmente en relación con el
desarrollo, la utilización o la explotación de
recursos minerales, hídricos o de otro tipo
(Declaración de las Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas, art.
32.2).
3) Antes de autorizar o emprender cualquier
programa de prospección o explotación de
los recursos naturales que se encuentren
en las tierras donde habitan (Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo
sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes, art. 15.2).
4) Antes de utilizar las tierras o territorios
indígenas
para
actividades
militares
(Declaración de las Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas, art.
30).
Fuente: Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Manual para
defender los derechos de los pueblos indígenas, Washington DC,
2011, DPLF, pp. 3, 5 y 15-16.
diversas manifestaciones y aspectos, la judicatura
brinda un servicio fundamental a la colectividad,
pues contribuye de manera decisiva a su pacificación y al control de eventuales brotes de violencia
(la resolución judicial de los conflictos es una manera de pacificar a la sociedad). Esta función es tan
delicada e importante para el buen funcionamiento
Capítulo 1 El rol del Poder Judicial en el Estado constitucional y democrático de Derecho | 13
Hacia la resolución de controversias sobre derechos económicos y sociales:
la creación de tribunales ambientales en Latinoamérica
En cuanto a la creación de órganos de jurisdicción
ambiental, se han destacado por ser de los
primeros en Latinoamérica el Tribunal Ambiental
Administrativo (TAA) de Costa Rica (1995) y los
Juzgados Ambientales de Brasil (1996). El TAA de
Costa Rica se distingue por los siguientes rasgos:
(i) su competencia es administrativa; (ii) su campo
de acción es amplio, conociendo de denuncias y
estableciendo indemnizaciones, pudiendo admitir
la conciliación y solicitar medidas de mitigación; (iii)
sus resoluciones son irrecurribles y dan por agotada
la vía administrativa. Por su parte, una característica
sobresaliente de los Juzgados Ambientales
brasileños es que cuentan con competencia en lo
civil, penal y administrativo, abriendo completamente
el panorama de acción y resolución de controversias
que se presenten ante dicho órgano jurisdiccional.
del Estado constitucional y democrático de Derecho, que resulta indispensable que los funcionarios que la ejerzan cuenten con una legitimidad
y respetabilidad especiales. De allí la necesidad
de que los jueces sean personas de reconocida
solvencia moral y altas calificaciones jurídicas, capaces de actuar con independencia y transparencia.
Muchas veces es difícil establecer si existe o no
esta solvencia moral y si se cuenta o no con las
calificaciones requeridas para el desempeño del
cargo. La experiencia muestra que aquellos que
han realizado estudios más avanzados no son necesariamente los que más saben o los mas probos.
Otras veces los de conducta intachable no son necesariamente los que más saben. Una asignatura pendiente es, pues, la de desarrollar cada vez
mejores criterios que permitan una evaluación
adecuada de aquellos que quieren entrar a la carrera jurisdiccional.
De otro lado, Bolivia decidirá próximamente en
las urnas quiénes serán los integrantes del nuevo
Tribunal Agroambiental (creado en 2009), mientras
en Chile ambas cámaras legislativas han aprobado
la creación de sus primeros Tribunales Ambientales
(agosto 2011). En Perú, se puede resaltar la conformación del Tribunal de Fiscalización Ambiental que,
pese a contar sólo con dos instancias, muestra el
interés del país por implementar un procedimiento
ambiental integro.
Fuentes: PNUMA/ORPALC, Papel del ministerio público fiscal
en defensa del ambiente, Buenos Aires, s/f (disponible en
www.pnuma.org); Greening Justice, Creating and Improving
Environmental Courts and Tribunals (disponible en www.
accessinitiative.org).
Vale la pena insistir en que, teniendo a la vista la
trascendencia de las funciones que le compete
desempeñar, es clave que el Poder Judicial pueda actuar con independencia y transparencia, esto
es, sin estar sometido a presiones indebidas de
ningún tipo ni origen, y con honestidad y apertura
al escrutinio público. Si así no fuera, la judicatura
carecería de la necesaria dosis de legitimidad y del
respeto ciudadano que requiere para cumplir su
mandato constitucional. Dicho en otras palabras,
el modelo de Estado constitucional y democrático
de Derecho exige la existencia y actuación de un
Poder Judicial dotado de las características esenciales de independencia e imparcialidad. Y un primer paso para lograrlo es contar con miembros
que reúnan estas características.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
14 | Manual para el Fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Hay que diferenciar la función
jurisdiccional del Poder
Judicial (que es la principal)
de las funciones de dirección y
administración (que son las de
organización y apoyo).
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Capítulo 2
| 15
Ubicación institucional,
estructura y funcionamiento
del Poder Judicial
Relación entre judicatura e instituciones
políticas
El Poder Judicial es también una institución política, lo mismo que los Poderes Legislativo y Ejecutivo (y otros órganos del poder público)9. La naturaleza política de
la judicatura debe ser recalcada, ya que, por razones ideológicas o culturales, se
suele decir que la corporación judicial es «a-política» o «neutral», lo que se presta
a confusión. Estas expresiones sólo significan (o deben ser entendidas como) que
los jueces actúan, con independencia e imparcialidad, en aplicación estricta del
Derecho (criterio jurídico), a diferencia del Parlamento o el Gobierno, que cumplen
sus funciones orientándose por razones de conveniencia u oportunidad (criterios,
precisamente, políticos).
No quiere decir, entonces, que el Poder Judicial, al desempeñar el papel que la
Constitución le ha reservado, no tenga una incidencia sobre la distribución del
poder o sobre el ejercicio del mismo en el país. Antes bien, las decisiones jurisdiccionales, consideradas en conjunto y algunas de ellas individualmente, tienen
un obvio impacto sobre las interacciones políticas y sobre los agentes políticos en
la vida nacional.
9
Véase Helmke, Gretchen and Julio Ríos-Figueroa, «Introduction», in Helmke, Gretchen and
Julio Ríos-Figueroa (eds.), Courts in Latin America, New York, Cambridge University Press,
2011, pp. 1-2; Castagnola, Andrea, A long history of the political manipulation of the Supreme
Courts in Central America and the Caribbean, 1900-2009, México, CEPI, 2010, pp. 7 y 26; Lara
Borges, Oswald, Andrea Castagnola y Aníbal Pérez-Liñán, Diseño constitucional y estabilidad
judicial en América Latina, España, Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca,
2010-2011, p. 21; Ríos-Figueroa, Julio, Judicial independence: definition, measurement, and its
effects on corruption. An analysis of Latin America (doctoral dissertation), New York University,
2006, pp. 80 y 81; Linares, Sebastián, «La independencia judicial: conceptualización y medición», en Burgos Silva, Germán (ed.), Independencia judicial en América Latina. ¿De quién ¿Para
qué? ¿Cómo?, Bogotá, ILSA, 2003, pp. 121; Díaz Rivillas, Borja y Linares Lejarraga, Sebastián,
«Fortalecimiento de la independencia judicial en Centroamérica: un balance tras veinte años
de reformas», en América Latina Hoy núm. 39, Universidad de Salamanca, España, 2005, p.
54; Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Informe de investigación sobre la independencia
y transparencia del Poder Judicial en República Dominicana, Santo Domingo, FINJUS, 2011, pp.
5, 40 y 158. Véase también Guarnieri, Carlo y Patrizia Pederzoli, Los jueces y la política. Poder
Judicial y democracia, Madrid, Taurus, 1999.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
16 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Dicho en otras palabras, las sentencias judiciales
son elementos que participan en el establecimiento de la política y en la distribución del poder en el
país. Piénsese, si no, en decisiones judiciales como
las que determinan si es posible una nueva postulación del Presidente de la República en ejercicio, si los
poderes presidenciales deben ser expandidos o si el
Jefe de Estado puede adoptar medidas excepcionales en casos de emergencia económica, si las graves
violaciones de los derechos humanos de un régimen
dictatorial o autoritario anterior deben ser perseguidas penalmente, si las condiciones carcelarias del
país constituyen un «estado de cosas inconstitucional», si el aborto tiene sustento constitucional y debe
ser permitido y aun apoyado por el aparato estatal, si
existe un derecho fundamental al matrimonio entre
personas del mismo sexo, si todas las personas tienen derecho a que el Estado les provea de atención
médica en caso de padecer VIH o sida, o, en fin, si una
cuantiosa inversión industrial para extraer recursos
naturales (minerales, petróleo, etcétera) está dañando el medio ambiente y es violatoria de derechos fundamentales, por lo que debe ser suspendida10.
La importancia política del Poder Judicial hace que
los Poderes directamente políticos, esto es, el Congreso de la República y el Ejecutivo, se vean a menudo tentados de controlar al órgano jurisdiccional
(hay una suerte de «tensión estructural» entre aquél
y éstos). Para materializar dicho control, existe una
serie de mecanismos formales e informales, como
se verá más adelante en el presente Manual. Por
ahora, conviene apuntar solamente que entre los
principales mecanismos formales a través de los
cuales se relacionan judicatura y ramas electivas y
políticas del gobierno (Legislativo y Ejecutivo), y que
por lo tanto pueden prestarse a una manipulación indebida con vistas al sometimiento político de la corporación judicial, se hallan los siguientes:
Véase Helmke, Gretchen and Julio Ríos-Figueroa, «Introduction», in Helmke, Gretchen and Julio Ríos-Figueroa
(eds.), Courts in Latin America, New York, Cambridge University Press, 2011, p. 1.
10
Fundación para el Debido Proceso DPLF
1) El sistema de selección y nombramiento
de los jueces.
2) La duración del mandato judicial.
3) El número de miembros de los altos tribunales
(típicamente, la Corte Suprema de Justicia).
4) El juicio político para separar del cargo
a los miembros de los altos tribunales
(«impeachment»).
5) El régimen disciplinario y las sanciones
administrativas.
6) El control del presupuesto judicial.
Respecto del cumplimiento de sus funciones, el Poder Judicial también se relaciona políticamente con
los Poderes Legislativo y Ejecutivo, en el marco del
Estado constitucional y democrático de Derecho.
Con el Legislativo, ya que es el Parlamento el que
aprueba la legislación, que es la principal fuente del
Derecho que los jueces deben aplicar para resolver
los litigios sometidos a su jurisdicción (si bien, como
se ha indicado, la legislación tiene en su cúspide a la
Constitución, que subordina a todas las leyes ordinarias). Y con el Ejecutivo, puesto que es el Gobierno
quien debe hacer ejecutar las decisiones judiciales,
con el auxilio de la fuerza pública de ser necesario,
ya que los pronunciamientos jurisdiccionales tienen
carácter vinculante y, por lo tanto, deben ser obedecidos por todas las autoridades y personas.
El Poder Judicial y el sistema
de justicia
Una adecuada comprensión de la naturaleza y funciones del Poder Judicial no sólo hace necesario conceptualizarlo como parte integrante de las instituciones
políticas del Estado y como configurador de la política
del país, en el sentido indicado en el acápite precedente. Se requiere, además, tener en cuenta que la judicatura forma parte también de un sistema especial,
Capítulo 2 Ubicación institucional, estructura y funcionamiento del Poder Judicial | 17
a saber, el denominado «sistema de justicia»11.
Y es que no es lo mismo el Poder Judicial que el
sistema de justicia. Así, no es infrecuente que se
atribuya a los jueces responsabilidad sobre decisiones que no están en la órbita de sus competencias,
o que se les critique por un estado de cosas que no
está a su alcance modificar, siendo otras las instituciones o los sujetos realmente responsables (por
ejemplo, la Fiscalía, la Policía o el instituto penitenciario). Así, no puede esperarse que las órdenes
judiciales de prisión preventiva, dirigidas contra las
personas a quienes se imputa la comisión de delitos, tengan de por sí el efecto de reducir la criminalidad o la violencia en las calles, cuestión de gran
complejidad que exige la puesta en marcha de sendas políticas tanto en materia criminológica como
de seguridad ciudadana.
Como es de suponer, lo peculiar del sistema de
justicia son dos rasgos: primero, su composición
plural, ya que está integrado por un conjunto más
o menos amplio de instituciones, si bien existen ciertas diferencias nacionales; segundo, su naturaleza
precisamente sistémica, es decir, su funcionamiento como un todo («el sistema») relativamente orgánico y coherente, de suerte que los elementos que lo
constituyen se hallan en relación unos con otros, y,
por lo tanto, cualquier medida o acción sobre uno de
tales elementos impactará en los demás y producirá
un cambio en el sistema como totalidad.
11
Véase De Belaunde López de Romaña, Javier, La reforma
del sistema de justicia. ¿En el camino correcto? Breve balance de su situación actual y de los retos pendientes, Lima,
IPESM – Konrad Adenauer Stiftung, 2006, pp. 180-181; Secretaría Técnica de la Comisión Especial para la Reforma
Integral de la Administración de Justicia (CERIAJUS), Los
problemas de la Justicia en el Perú: hacia un enfoque sistémico. Diagnóstico interinstitucional, Lima, Comisión Andina
de Juristas, 2004, pp. 29-31; Siles Vallejos, Abraham, Modernización y reforma de los sistemas de justicia en América
Latina y el Caribe, Lima, Consejo de Coordinación Judicial,
1998, pp. 101-103.
Como es fácil de imaginar, la existencia de un sistema de justicia nacional, al cual pertenece el Poder
Judicial, hace aun más complejo y difícil el éxito de
cualquier empeño de reforma en el sector. Del mismo modo, las carencias y deficiencias que padecen
otras instituciones del sistema constituyen a menudo obstáculos y afectan negativamente el funcionamiento de la judicatura.
Hablando en términos generales —es decir, sin
atender a singularidades nacionales (ni orgánicas,
ni funcionales, ni terminológicas)—, las instituciones
que suelen formar parte de los sistemas de justicia
en Centroamérica son las siguientes:
1) El Poder Judicial.
2) El Ministerio Público o Fiscalía de la Nación (titular de la acción penal, dirige la investigación
policial del delito).
3) La Policía Nacional (encargada de perseguir e
investigar el delito y de auxiliar a los jueces).
4) El Consejo de la Magistratura o de la Judicatura (a
cargo de la administración de la carrera judicial).
5) La Escuela Judicial (con funciones de capacitación de los jueces).
6) El sistema penitenciario o carcelario (responsable del control de las prisiones).
7) La Defensa de Oficio (provee abogados del Estado de forma gratuita a personas que carecen
de medios económicos, en especial de cara a los
procesos penales).
8) El Ministro de Justicia (a menudo retiene determinadas funciones relacionadas con el sistema de
justicia, como la administración de las cárceles).
9) El Presidente de la República y el Parlamento (o
una de sus Cámaras), como órganos encargados
de la selección y nombramiento de los miembros
de la Corte Suprema de Justicia.
10) El Defensor del Pueblo o Procurador de los Derechos Humanos («ombudsman») (vela por el
Fundación para el Debido Proceso DPLF
18 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
respeto de los derechos fundamentales de las
personas y por el correcto funcionamiento del
servicio público de administración de justicia).
11) La Junta Nominadora o Comisión de Selección
(compuesta por representantes de la sociedad
civil, participa en la primera etapa del proceso
de selección y nominación de jueces de la Corte
Suprema de Justicia, proponiendo candidatos).
distintos países de Centroamérica se estructura
normalmente en niveles jerárquicos, los cuales son
los siguientes:
1) Corte Suprema de Justicia.
2) Cortes Superiores o Tribunales de Apelación.
3) Cortes o Juzgados de Primera Instancia.
4) Juzgados de Paz.
Organización y funcionamiento
del Poder Judicial
Función jurisdiccional
La función principal del Poder Judicial, como se
sabe, es la de juzgar y resolver conflictos como tercero independiente e imparcial, en aplicación del
Derecho. Para cumplir esta función, y en tanto poder
del Estado, la corporación jurisdiccional cuenta con
una vasta y compleja estructura orgánica. Se trata,
en realidad, de todo un aparato burocrático, integrado por cientos y aun miles de personas (dependiendo
del tamaño de la población del país), que cubre la
totalidad del territorio nacional.
Desde luego, el principal funcionario del Poder
Judicial es el juez, quien es el titular de la función
o potestad jurisdiccional, para cuyo ejercicio
recibe el apoyo de un conjunto de auxiliares, tanto
jurisdiccionales como administrativos.
Hay que diferenciar la función jurisdiccional (que
es la principal) de las funciones de dirección y
administración (que son las de organización y
apoyo) del Poder Judicial12. Para el desempeño
de las tareas jurisdiccionales, la judicatura en los
12
Véase Eguiguren Praeli, Francisco (coord.), Gobierno y administración del Poder Judicial, organización de la función jurisdiccional y sistema de carrera judicial, Lima, PUCP, 2002,
77-89; Siles Vallejos, Abraham, Modernización y reforma de
los sistemas de justicia en América Latina y el Caribe, Lima,
Consejo de Coordinación Judicial, 1998, pp. 67-74.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Esta organización es jerárquica únicamente por
razones funcionales, lo que quiere decir que ha sido
adoptada con la finalidad de que los procesos que se
inician a determinado nivel (digamos, por ejemplo,
ante un Juzgado de Primera Instancia, especializado
en materia civil o penal), puedan ser objeto de un
recurso de apelación o revisión por parte del litigante
disconforme con el primer fallo emitido (principio de
doble instancia). En virtud de este recurso, el caso
podrá ser nuevamente examinado y decidido por un
órgano jurisdiccional superior (en nuestro ejemplo,
por una Sala Civil o Penal de la Corte Superior o
Tribunal de Apelación).
Es conveniente anotar que los Tribunales Superiores
(los Tribunales de Apelación y las Salas de la Corte
Suprema de Justicia) normalmente son órganos
colegiados, es decir, integrados por varios jueces,
a fin de permitir la expedición de una sentencia de
revisión que ofrezca mayores garantías de acierto y
seguridad jurídica.
De otro lado, normalmente las Cortes y Juzgados del
Poder Judicial organizan su trabajo conforme a un
criterio de especialización. Así, lo corriente es que
existan diversas Salas y Juzgados especializados
según materias: Salas y Juzgados Civiles, Penales,
de Familia e Infancia, Laborales, de Tierras y Materia
Agraria, Contencioso-Administrativos, etcétera.
El control jurisdiccional de la constitucionalidad, que,
como se ha indicado, reviste máxima importancia en
la actualidad en Centroamérica y aun en toda Amé-
Capítulo 2 Ubicación institucional, estructura y funcionamiento del Poder Judicial | 19
El valor transformador de la jurisdicción constitucional en Centroamérica
La Sala Cuarta de la Corte Suprema de Costa Rica
En el año 2003, el Presidente Abel Pacheco declaró
el respaldo oficial de Costa Rica a la Guerra contra
el Terror sostenida por Estados Unidos de América, tras los ataques sufridos el 11 de septiembre de
2001. Frente a numerosos casos presentados ante
la Sala Cuarta, acusando la inconstitucionalidad del
decreto presidencial, tanto por miembros de la élite
política como por simples ciudadanos, la Corte sentenció que la mencionada proclamación era contraria a la Constitución, al Derecho Internacional aceptado por Costa Rica y al sistema internacional de las
Naciones Unidas, ordenando al Presidente instruir
al Gobierno estadounidense para que removiera al
país de su lista pública de partidarios.
De otro lado, en el año 2006, un Decreto Ejecutivo (DE 33240-S) firmado por el Presidente de la
República, Óscar Arias, y la Ministra de Salud, María
Luisa Ávila, para permitir la extracción de materiales para la producción de armamentos, fue declarado inconstitucional por la Corte. El argumento de la
Sala Cuarta fue que el decreto era contrario a varias
convenciones internacionales suscritas por Costa
Rica y que iba «en detrimento del derecho fundamental de los costarricenses a la paz reconocido por
la Sala Constitucional en su sentencia 2004-9992».
Estas dos sentencias son solo algunos ejemplos de
decisiones de la Sala Constitucional que tuvieron
un impacto importante en el país. Decisiones que,
además, son una muestra de la independencia que
la Sala costarricense ha desplegado a través de los
años: los criterios para sus decisiones están basados en la Constitución y en la ley, lo cual trae como
resultado que a veces, como en los casos mencionados arriba, la Sala falla en contra de las decisiones
de la Presidencia de la República.
La (renovada) Sala de lo Constitucional de la Corte
Suprema de El Salvador
En julio de 2010, la Sala dictó sentencia declarando
inconstitucionales varios artículos del Código Electoral, con lo que habilitó las candidaturas no partidarias y prohibió las listas cerradas y bloqueadas de
postulantes al Parlamento.
En agosto de 2010, la Sala de lo Constitucional emitió
un fallo en el que estableció la inconstitucionalidad
de dos cláusulas de la Ley General del Presupuesto
para el ejercicio fiscal del año 2010, en la medida en
que autorizaban al Ejecutivo a realizar transferencias de fondos de un Ministerio a otro, sin control de
la Asamblea Legislativa. La sentencia también estipuló que ningún dinero público debe estar exento
de control y proscribió la existencia de las partidas
presupuestarias «secretas».
La Sala también resolvió, en septiembre de
2010, que el artículo 191.3 del Código Penal era contrario a la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos, por cuanto excluía de toda
clase de responsabilidad a los dueños de medios de
comunicación, gerentes, editores o locutores de programas, aun cuando ellos mismos contribuyeran a
la comisión de delitos contra el honor.
Estas son algunas decisiones que afectaron intereses importantes en El Salvador, incluso provocaron
una fuerte reacción por parte de ciertos sectores de
poder en el país (lo que comprende a algunos órganos
gubernamentales). Los poderes del establishment
criticaron fuertemente a la Sala de lo Constitucional
y, todavía más, intentaron disminuir sus facultades de
decisión. Al mismo tiempo, una parte considerable de
la población apoyó a la Sala porque veía, por primera
vez en mucho tiempo, una Corte que, en estricta aplicación de las disposiciones constitucionales, se enfrentaba a los grupos más poderosos del país. Es muy
probable que ese respaldo ciudadano haya jugado un
rol importante para que, por el momento, los ataques
dirigidos contra la Sala por quienes detentan poder
en El Salvador se hayan detenido.
Fuentes: Wilson, Bruce, «Enforcing rights and excersing an
accountability function», in Helmke, Gretchen and Julio RíosFigueroa (eds.), Courts in Latin America, New York, Cambridge
University Press, 2011, p. 64; Blanco, Edward Sidney,
«Ponencia sobre la labor de la Sala de lo Constitucional»,
San Salvador, 7 de julio de 2011 (disponible en www.fespad.
org.sv); FESPAD, «Pronunciamiento ante la crisis políticosocial que vive El Salvador», 8 de julio de 2011 (disponible en
www.fespad.org.sv); Trujillo, Daniel, «Ensayo sobre el fallo de
inconstitucionalidad del inciso tres del artículo 191 del Código
Penal», en AcaNoticias, 14 de noviembre de 2010 (disponible
en www.acanoticias.org).
Fundación para el Debido Proceso DPLF
20 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
rica Latina, es ejercido en la mayoría de países de la
región por una sala especializada (es célebre, por su
actuación independiente y por su desarrollo jurisprudencial, la Sala Cuarta de la Corte Suprema de Costa
Rica; más recientemente, desde julio de 2009, destaca
también la renovada Sala de lo Constitucional de la
Corte Suprema salvadoreña, cuyo quehacer es igualmente de línea independiente y de gran solvencia jurídica). Únicamente Guatemala cuenta con un Tribunal
Constitucional como órgano separado del Poder Judicial y a cargo de la jurisdicción constitucional13.
A menudo, los países centroamericanos también
reconocen el Derecho y la jurisdicción de las comunidades nativas o poblaciones originarias, además
de la jurisdicción militar (fuero militar o fuero castrense), la jurisdicción electoral, la de cuentas y la
arbitral. Por lo general, estas jurisdicciones son independientes y distintas del Poder Judicial (fueros
especiales).
En cuanto a la cobertura territorial, el Poder Judicial
se organiza en circunscripciones limitadas, las cuales no necesariamente coinciden con el ordenamiento territorial político-administrativo del país (suele
haber, empero, una coincidencia parcial). La Corte
Suprema de Justicia, en tanto máximo tribunal de la
jurisdicción ordinaria, tiene competencia a nivel nacional, por lo que puede resolver litigios procedentes
de cualquier lugar del país.
ganización judicial de influencia francesa, llamado
«napoleónico»14, que es el prevaleciente en América
Central15), estas funciones han estado reservadas a
la Corte Suprema de Justicia, uno de cuyos magistrados es además el Presidente del Poder Judicial.
Así, el Presidente de la institución es su titular y representante político, y le corresponden las funciones
gubernativas, con el apoyo de una amplia administración. En tanto, la Sala Plena o Plenario de la Corte
Suprema opera como una suerte de máximo órgano
de deliberación o de instancia de dirección colegiada.
La estructura suele repetirse a nivel de las Cortes
Superiores y las unidades territoriales en que se divide la organización judicial en todo el país.
Lo que debe ser puesto de relieve aquí es que el Presidente del Poder Judicial y la Corte Suprema de
Justicia concentran un gran poder al interior de la
institución. Si bien, como parte de los esfuerzos de
reforma, se han introducido ya diversos cambios en la
estructura y funcionamiento de la judicatura en Centroamérica, de suerte que las potestades de la cúpula
judicial disminuyan, lo cierto es que sus atribuciones
de gobierno y administración siguen siendo, en general, muy numerosas y de gran importancia.
Así, el máximo tribunal y su presidente deciden en
materias gubernativas y administrativas tales como
el diseño e implementación de las políticas judiciales, el nombramiento de los jueces de los tribunales
Funciones de gobierno y administración
Las funciones de dirección institucional y de gestión
administrativa del Poder Judicial requieren también
un amplio despliegue organizativo, con la participación de numerosas oficinas y personas. Debido a
una larga tradición (generada por el modelo de or En toda el área centroamericana, existe una amplia gama
de modalidades e instrumentos de control jurisdiccional
de constitucionalidad. Véase, al respecto, Ríos-Figueroa,
Julio, «Institutions for constitutional justice in Latin America», in Helmke, Gretchen and Julio Ríos-Figueroa (eds.),
Courts in Latin America, New York, Cambridge University
Press, 2011, p. 48 (table 1.4).
13
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Véase Andrés Ibáñez, Perfecto y Claudio Movilla, El Poder
Judicial, Madrid, Tecnos, 1986, pp. 45-48; Guarnieri, Carlo y Patrizia Pederzoli, Los jueces y la política. Poder Judicial y democracia, Madrid, Taurus, 1999, pp. 63-65; López
Guerra, Luis, El Poder Judicial en el Estado Constitucional,
Lima, Palestra, 2001, pp. 131-135; Pizzorusso, Alessandro,
«Justicia y jueces», en Pizzorusso, Alessandro, Justicia,
Constitución y pluralismo, Lima, Palestra – PUCP, 2005, pp.
185-189.
15
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la
corrupción judicial y de los mecanismos para combatirla en
Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, pp.
38-39.
14
Capítulo 2 Ubicación institucional, estructura y funcionamiento del Poder Judicial | 21
inferiores, el control de la carrera judicial, los planes y actividades de la Escuela Judicial u órgano de
capacitación, el control disciplinario, la composición
de los órganos jurisdiccionales y la asignación de los
puestos y los traslados, la elaboración y ejecución
del presupuesto.
En lo que es del principal interés de este Manual,
debe llamarse la atención acerca de la manera cómo
esta distribución de funciones de gobierno y administración de la judicatura puede incidir sobre la
independencia de los jueces inferiores. Y es que la
concentración de un poder excesivo en la cúspide
de la organización puede recortar la libertad de
juicio de los órganos situados funcionalmente por
debajo de la Corte Suprema. Jueces cuya suerte o
destino, de un modo u otro, depende del máximo tribunal, pueden verse burda o sutilmente presionados
a dejar de lado el Derecho aplicable y resolver conforme a las preferencias de quienes ejercen el poder
de conducir la institución (ejemplo de una forma de
presión burda puede ser una advertencia directa al
juez respecto de las dificultades que puede tener si
se ordena una inspección en su juzgado o tribunal;
ejemplo de una presión algo menos grosera puede
ser el que los superiores jerárquicos declaren a la
prensa manifestando, de algún modo indirecto, cuá-
les son sus expectativas de resolución, o declarando que adoptarán medidas disciplinarias contra los
jueces que, en casos de relevancia pública, apliquen
mal el Derecho o cometan prevaricato).
Como quiera que fuere, también debe prestarse atención a la necesidad de diferenciar adecuadamente la
función jurisdiccional de las funciones gubernativas
y administrativas al interior del Poder Judicial. Ello,
en razón de que no parece lo mejor que estas últimas funciones —que, como se ha indicado, son secundarias y de soporte para el cumplimiento de la
función jurisdiccional— terminen absorbiendo una
gran parte del tiempo de la Corte Suprema, limitando su capacidad de atender a su función principal,
esto es, la de juzgar y sentenciar los casos que, por
su relevancia, llegan hasta la máxima instancia judicial. Con el agravante de que, como han hecho notar
diversos estudios, los jueces suelen carecer de los
conocimientos y de la preparación y experiencia necesarias para llevar a cabo las tareas de gobierno y
administración, afectando así la eficiencia de la gestión. De allí que se haya propuesto la reasignación de
parte de las funciones gubernativas y administrativas a órganos especializados, no necesariamente integrados por jueces, incluyendo en lugar prominente
a los Consejos de la Judicatura.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
22 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
La normativa del Poder
Judicial se encuentra en varios
instrumentos: en la Constitución
y las leyes ordinarias a nivel
nacional, y en los instrumentos
de derechos humanos a nivel
internacional.
Capítulo 3
| 23
Marco normativo del Poder
Judicial
Las principales regulaciones jurídicas sobre el Poder Judicial están contenidas en
las Constituciones vigentes en los países de Centroamérica. En efecto, las cartas
constitucionales suelen regular los aspectos más relevantes de la organización
y funcionamiento de la judicatura. De ese modo, se otorga mayores garantías
de rigidez y permanencia al régimen jurídico del Poder Judicial, limitando las
posibilidades de que sea alterado y manipulado con fines políticos. Y es que, si el
régimen jurídico institucional está previsto en la Constitución, para su cambio se
requiere seguir el procedimiento especial de reforma constitucional, lo que supone cumplir mayores exigencias formales y votaciones superiores a las establecidas respecto de la aprobación de las leyes ordinarias.
De otro lado, junto a la ola de democratización que se extendió por toda la región
desde los años ochenta, las Constituciones de América Central han renovado sus
contenidos en las últimas décadas, sea porque han sido aprobados nuevos textos completos, sea porque han experimentado reformas de cierta envergadura.
En consecuencia, junto a otros temas que han sido objeto de una actualización
normativa al máximo nivel legal (catálogo de derechos fundamentales, régimen
económico, rol de las Fuerzas Armadas, sistema electoral y de partidos políticos,
etcétera), el rediseño de la judicatura y la posibilidad de la reforma judicial vienen
impulsados por las mismas cartas constitucionales16.
Algunos de los temas primordiales relativos a la judicatura que las Constituciones
centroamericanas suelen regular son, en general, los siguientes:
1) La existencia del Poder Judicial como Poder del Estado, al que se encomienda
la función jurisdiccional, así como la determinación de sus niveles jerárquicos
(instancias jurisdiccionales).
2) La composición de la Corte Suprema de Justicia, el número de sus jueces,
la duración de su mandato y los requisitos que deben cumplir los candidatos
para ser nominados.
3) El proceso de selección y nombramiento de los integrantes de la Corte Su Véase Díaz Rivillas, Borja y Linares Lejarraga, Sebastián, «Fortalecimiento de la independencia judicial en Centroamérica: un balance tras veinte años de reformas», en América Latina
Hoy núm. 39, Universidad de Salamanca, España, 2005, pp. 48 y 50.
16
Fundación para el Debido Proceso DPLF
24 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
prema de Justicia, incluyendo la existencia de
la Comisión de Postulación o Junta Nominadora
allí donde las hay (Guatemala y Honduras, respectivamente).
como principio de organización de la corporación
judicial en su conjunto y, quizá en especial, como
un derecho fundamental de todas las personas.
5) El proceso de juicio político («impeachment»)
contra los magistrados de la Corte Suprema de
Justicia: órganos competentes, causales, procedimiento.
13) Las reglas básicas del control jurisdiccional de
la constitucionalidad (por ejemplo, si habrá una
sala especializada en la Corte Suprema de Justicia a cargo del cumplimiento de esta importante
función y si todos los jueces tendrán la atribución
de no aplicar al caso concreto las leyes que juzguen inconstitucionales).
6) El proceso de selección y nombramiento de los
jueces de los demás tribunales de justicia (inferiores a la Corte Suprema).
14) La existencia de otros fueros distintos del común
(por ejemplo, fueros indígena, militar, electoral,
de cuentas y arbitral).
7) La existencia del Consejo de la Judicatura o Consejo Judicial, allí donde existe la institución, con
indicación de su función (hay variaciones entre
unos países y otros), composición, sistema de
nombramiento y duración del cargo.
15) La previsión de una determinada asignación presupuestaria anual como garantía de independencia económica de la institución judicial.
4) Las competencias de la Corte Suprema de Justicia.
8) La existencia de la carrera judicial y sus principios organizadores.
9) Determinados principios de garantía para el mejor desempeño de las labores judiciales, entre
ellos, los de independencia e imparcialidad de
los jueces, inamovilidad y permanencia, régimen
disciplinario técnico, remuneración adecuada, libre asociación y libre expresión, etcétera.
10) Ciertas prohibiciones e incompatibilidades para
el desempeño de funciones judiciales (no afiliación política, prohibición del ejercicio de ciertas
actividades profesionales, etcétera).
11) La existencia de la Escuela Judicial, sus funciones y competencias, ubicación institucional, etcétera.
12) La proclamación del principio de independencia
judicial no sólo como una garantía de los jueces
para el desarrollo de su actividad jurisdiccional
libre de interferencias indebidas, sino además
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Como parte del marco normativo que regula la actividad del Poder Judicial, mención aparte merecen
los instrumentos internacionales de derechos humanos, en especial, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (CADH), aprobada en el ámbito
de la Organización de Estados Americanos (OEA), y
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(PIDCP), que rige en la esfera de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU). Ambos tratados internacionales han sido ratificados por todos los países de
América Central17, por lo que sus disposiciones son
jurídicamente obligatorias dentro de sus respectivas
jurisdicciones nacionales.
Pues bien, tanto la CADH como el PIDCP consagran
como dos de los más importantes derechos fundamentales de todas las personas, plenamente exigibles conforme al Derecho Internacional, de un lado,
el derecho a un tribunal independiente e imparcial,
y, de otro lado, el derecho a una administración
Véase Meléndez, Florentín (compilador), Los tratados internacionales sobre derechos humanos vigentes en Centroamérica y República Dominicana, México DF, Konrad Adenauer
Stiftung, 2007, pp. 103 y 101.
17
Capítulo 3 Marco normativo del Poder Judicial | 25
de justicia que opere con respeto del principio del
debido proceso y todos sus derechos conexos (por
ejemplo, en materia penal, derecho a la presunción
de inocencia, derecho a no auto-incriminarse, derecho de defensa, derecho a la doble instancia, etcétera):
■■
■■
«Toda persona tiene derecho a ser oída, con
las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra
ella, o para la determinación de sus derechos
y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o
de cualquier otro carácter» (CADH, artículo
8.1).
«Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las
debidas garantías por un tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido por la
ley, en la substanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o
para la determinación de sus derechos u obligaciones de carácter civil…» (PIDCP, artículo
14.1).
Además de la Convención Americana de la OEA y del
Pacto Internacional de la ONU, existe un importante
cuerpo normativo internacional, que regula expresamente las cuestiones relacionadas con la independencia de la judicatura, el cual suele ser invocado y
aplicado por los órganos de control internacional del
cumplimiento de los indicados tratados (esto es, la
Corte y la Comisión Interamericanas de Derechos
Humanos y el Comité de Derechos Humanos, respectivamente).
Dicho cuerpo normativo internacional especial son
los así denominados «Principios Básicos de las Naciones Unidas relativos a la Independencia de la Judicatura», instrumento internacional que complementa y contribuye a dotar de sentido a los artículos de
los tratados internacionales de derechos humanos
que se acaba de transcribir, según sostiene la Corte
Interamericana de Derechos Humanos18. Los «Principios Básicos» prescriben que «la independencia de
la judicatura será garantizada por el Estado y proclamada por la Constitución o la legislación del país» y
que «todas las instituciones gubernamentales y de
otra índole respetarán y acatarán la independencia
de la judicatura» (Principio 1).
También estipulan los «Principios Básicos» de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que «las
personas seleccionadas para ocupar cargos judiciales serán personas íntegras e idóneas y tendrán la
formación o las calificaciones jurídicas apropiadas»
y que «todo método utilizado para la selección de
personal judicial garantizará que éste no sea nombrado por motivos indebidos» (Principio 10).
Desde luego, junto a las disposiciones normativas
contenidas en las Constituciones nacionales y en
los instrumentos internacionales de derechos humanos, existe en cada país un conjunto amplio de
leyes ordinarias y reglamentaciones concernientes
a la actividad de la judicatura o, más en general, del
sistema de justicia. Por la propia naturaleza de este
Manual, no es posible un examen detallado de esta
legislación infra-constitucional, siendo de indicar
aquí únicamente que existen ciertos cuerpos legales
de especial relevancia, entre los que conviene mencionar: la Ley Orgánica del Poder Judicial, la Ley de
la Carrera Judicial, la Ley Orgánica del Consejo de
la Judicatura o Magistratura (allí donde existe), además, desde luego, de los principales códigos sustantivos y procesales que los jueces deben aplicar al
resolver los litigios (Código Civil, Código Penal, Código Procesal Civil y Código Procesal Penal, Ley de
Procesos Constitucionales, entre otros).
Véase Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte
IDH), Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, sentencia de
31 de enero de 2001, párrafos 73 y 74.
18
Fundación para el Debido Proceso DPLF
26 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
La independencia de la
institución judicial es
un «presupuesto» o una
«precondición» de la
imparcialidad de los jueces,
lo que significa que la
independencia judicial tiene
carácter instrumental (es una
herramienta para garantizar la
imparcialidad).
Capítulo 4
| 27
El concepto de independencia
judicial
Contenido y alcance del concepto
de independencia judicial
Un órgano jurisdiccional es independiente cuando juzga y decide los procesos a él sometidos sin interferencias indebidas de ninguna otra autoridad o
persona, sino únicamente de acuerdo a los hechos probados del caso y en
aplicación estricta del Derecho19. El concepto de independencia judicial remite, entonces, a una actuación funcional del juez que no se subordina a órdenes
o presiones indebidas de ninguna clase ni de ningún sujeto público o privado.
Como se ve, se trata de un concepto negativo (la ausencia de subordinación
o vínculos indebidos), por lo que, por su propia naturaleza, es difícil identificar y medir la independencia judicial (o su contrario, la dependencia o
subordinación)20. De allí que, por contraste y para mayor claridad, se suela
decir, en positivo, que los jueces independientes solamente están sometidos
al Derecho que deben aplicar para decidir los litigios.
Ahora bien, ¿por qué es necesaria y para qué sirve la independencia judicial?
Como ya se ha adelantado en los acápites precedentes, la actuación independiente de los jueces es necesaria para que puedan cumplir a cabalidad la importante misión que les tiene reservada el Estado constitucional y democrático
de Derecho. Y es que los órganos jurisdiccionales han de actuar como terceros
imparciales que, tras escuchar a las partes de un litigio, emiten la sentencia
Véase De Otto y Pardo, Ignacio, «Estudios sobre el Poder Judicial», en Id., Obras completas, Oviedo, Universidad de Oviedo – CEPC, 2010, pp. 1290-1293; Díez-Picazo, Luis María,
«Notas de Derecho comparado sobre la independencia judicial», en Revista Española de
Derecho Constitucional, Año 12, núm. 34, Madrid, enero-abril de 1992, pp. 19-22; DíezPicazo, Luis María, Régimen constitucional del Poder Judicial, Madrid, Civitas, 1991, pp.
102-106; Andrés Ibáñez, Perfecto y Claudio Movilla, El Poder Judicial, Madrid, Tecnos,
1986, pp. 117-124; Montero Aroca, Juan, Independencia y responsabilidad del juez, Madrid,
Civitas, 1990, pp. 118-123.
20
Véase Burgos Silva, Germán, «¿Qué se entiende hoy por independencia judicial? Algunos elementos conceptuales», en Burgos Silva, Germán (ed.), Independencia judicial
en América Latina. ¿De quién ¿Para qué? ¿Cómo?, Bogotá, ILSA, 2003, p. 13; Linares,
Sebastián, «La independencia judicial: conceptualización y medición», en Burgos Silva,
Germán (ed.), Independencia judicial en América Latina. ¿De quién ¿Para qué? ¿Cómo?,
Bogotá, ILSA, 2003, pp. 110-111 y 129; Schedler, Andreas, «Incertidumbre institucional
e inferencias de imparcialidad: el caso del Instituto Federal Electoral», en Política y Gobierno, vol. VII, núm. 2, México DF, CIDE, segundo semestre de 2000, p. 393.
19
Fundación para el Debido Proceso DPLF
28 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
que pone fin a la controversia otorgando la razón a
una de aquellas partes, en aplicación del Derecho;
sentencia que es jurídicamente obligatoria y que, de
ser necesario, podrá ser ejecutada con auxilio de la
fuerza pública.
Dicho de otra manera, la independencia del juez (ausencia de subordinación indebida) sirve al objetivo
de posibilitar la expedición de un fallo imparcial, entendiéndose por fallo imparcial aquél que se dicta sin
que el juez tenga una inclinación o interés indebido
por favorecer a una de las partes. El juez, en su rol de
tercero imparcial, debe mantenerse equidistante de
las partes y ajeno al conflicto sometido a su jurisdicción, así como a su eventual resultado.
Por citar algunos ejemplos, se entiende que el juez
está «parcializado» (carece de «imparcialidad») si
tiene un vínculo familiar con una de las partes (como
ocurriría si juez y demandado fueran hermanos), o
si tiene un interés económico en el asunto objeto de
controversia (lo que sucedería si el litigio versara sobre la propiedad de una empresa en la que el juez
poseyera acciones que se cotizan en la bolsa de valores, cuyo precio podría aumentar o disminuir según
el resultado del proceso judicial), o si antes de que
el caso sea sometido a su jurisdicción el juez hubiere adelantado opinión acerca del mismo (prejuzgamiento).
En definitiva, la independencia del juez es una garantía de su imparcialidad, es decir, sirve para hacerla
posible y asegurarla jurídicamente. Puede afirmarse, entonces, que la independencia es un «presupuesto» o una «precondición» de la imparcialidad de
los jueces, lo que significa que la independencia judicial tiene carácter instrumental (es una herramienta
o instrumento para garantizar la imparcialidad)21.
Véase Cappelletti, Mauro, La responsabilidad de los jueces,
Lima, Communitas, 2009, pp. 53-54; Andrés Ibáñez, Perfecto y Claudio Movilla, El Poder Judicial, Madrid, Tecnos,
1986, p. 29; Popkin, Margaret, «Fortalecer la independencia judicial», en Pásara, Luis (compliador), En busca de una
justicia distinta: experiencias de reforma en América Latina,
Lima, Consorcio Justicia Viva, 2004, p. 210; Fundación para
21
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Finalmente, debe observarse que el concepto de independencia judicial, por su propia naturaleza, reclama
la presencia de un concepto relacionado y complementario, a saber, el de responsabilidad judicial. Si los
jueces gozan de un amplio margen de decisión autónoma para poder actuar con la debida imparcialidad,
les corresponde correlativamente hacerse responsables de sus decisiones. De ese modo, el principio
de responsabilidad judicial se erige como necesario
complemento del principio de independencia judicial, haciendo exigible la existencia de mecanismos
de rendición de cuentas y transparencia en la judicatura. Hay que insistir, pues, en que independencia y
transparencia judiciales se implican mutuamente.
Clasificaciones de la
independencia judicial
La independencia judicial puede ser clasificada de
distintas maneras, según criterios asimismo diversos. En primer lugar, conforme al criterio del origen de la posible interferencia, puede hablarse de
independencia externa e independencia interna. Se
entiende que hay «independencia externa» cuando
el órgano jurisdiccional está libre de interferencias
o presiones indebidas de actores que no pertenecen
al aparato judicial. En cambio, se dice que existe «independencia interna» si es que los órganos jurisdiccionales se hallan libres de subordinación respecto
de la cúpula judicial o de los tribunales superiores.
Como se ve, el concepto de independencia externa
alude a la relación entre la judicatura y los actores
externos, señaladamente, los poderes políticos (Ejecutivo y Parlamento), pero también otros órganos
públicos o autoridades autónomas, así como sujetos
privados (las grandes empresas, los medios de comunicación, las iglesias y los sindicatos, el crimen
organizado, entre otros).
el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la corrupción judicial y de los
mecanismos para combatirla en Centroamérica y Panamá,
Washington DC, DPLF, 2007, p. 35.
Capítulo 4 El concepto de independencia judicial | 29
Por su parte, el concepto de independencia interna
sirve para referirse a las relaciones entre órganos
jurisdiccionales de diverso grado o jerarquía. En
especial, es de recalcar el enorme poder que se
le reconoce, según se expuso antes, a la Corte Suprema de Justicia en asuntos de gobierno y administración de la corporación judicial, lo que puede
incidir negativamente en la actuación de los jueces
inferiores, sujetos a su influjo en la medida en que
su permanencia en el cargo y su situación funcional están en manos del tribunal de cúpula.
Una segunda clasificación distingue, según el sujeto que eventualmente sufre las presiones indebidas, entre «independencia individual» e «independencia institucional». La primera se predica
de cada juez, considerado de modo singular, mientras la segunda se establece respecto de todo el
cuerpo judicial. Algunos llaman «autonomía» a
este segundo aspecto de la independencia judicial,
procurando introducir así una distinción también
terminológica22.
Hay, de otro lado, quienes insisten en que, en rigor,
la independencia corresponde únicamente a cada
juez, pues son los jueces, no la judicatura, los titulares de la potestad jurisdiccional, por lo que no
cabría hablar de independencia del Poder Judicial.
No obstante, aunque fuere en sentido figurado y
por extensión, parece útil visibilizar una dimensión
colectiva y agregada de la independencia, pues no
puede perderse de vista que existe una corporación judicial que constituye un Poder del Estado y
que opera sobre la base de políticas públicas de
impacto sobre toda la institución en su conjunto
(piénsese, por ejemplo, en la dimensión económica o presupuestaria de la independencia, la misma
que suele ser postulada respecto del Poder Judicial y no de cada juez individual).
Véase Ríos-Figueroa, Julio, Judicial independence: definition, measurement, and its effects on corruption. An analysis of Latin America (doctoral dissertation), New York University, 2006, p. 20.
22
Una tercera clasificación, conforme al criterio de
la naturaleza de la independencia judicial, distingue entre «independencia de iure» (de Derecho)
e «independencia de facto» (de hecho)23. Según
esta división, existe independencia judicial de iure
si el ordenamiento jurídico (en especial, las disposiciones constitucionales, a las que se suman los
instrumentos internacionales de derechos humanos vigentes en el país) prevé mecanismos de garantía de la independencia de los jueces, entre los
más importantes de los cuales figuran: la proclamación del principio de independencia judicial, el
sistema de selección y nombramiento de los jueces, la duración del mandato de los miembros de
la Corte Suprema de Justicia, la carrera judicial y
el principio de inamovilidad.
No obstante, como es obvio, el que exista independencia judicial de iure no significa necesariamente que también la exista de facto, esto es, en
la práctica. Y es que no es lo mismo la ley que la
realidad. Antes bien, como es de sobra conocido,
normalmente la realidad judicial en Centroamérica ha mostrado que hay gran distancia entre lo que
manda la legislación (con el texto constitucional
en su cúspide) y lo que se cumple en la dimensión
fáctica. Así, pues, se entiende que sólo existe independencia judicial de facto cuando, en los hechos,
más allá o al margen de lo que declaren los textos
legales, la judicatura actúa efectivamente sin interferencias ni presiones indebidas.
Las clasificaciones o tipologías que se acaba de
presentar pueden ser de gran utilidad para el análisis de la independencia judicial en América Central, constituyéndose en importantes herramientas conceptuales para las tareas de seguimiento y
participación ciudadanas en el campo de la independencia de la judicatura.
Véase Ríos-Figueroa, Julio, Judicial independence: definition, measurement, and its effects on corruption. An analysis of Latin America (doctoral dissertation), New York University, 2006, pp. 80-88.
23
Fundación para el Debido Proceso DPLF
30 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Situación actual de la
independencia judicial
en Centroamérica
Históricamente, la judicatura en América Central ha
estado sometida o mellada por los poderes políticos (y los poderes fácticos)24. La imagen tradicional
del Poder Judicial en la región es, por ello, la de una
institución débil, ineficiente, corrupta y fuertemente
dependiente de la voluntad del Presidente de la República y del Parlamento, lo que se intensifica cuando
el partido del Ejecutivo tiene mayoría en la Asamblea
Nacional. También forma parte de esa imagen tradicional la sujeción de la judicatura a otras fuentes de
poder, a menudo meramente fácticas, como ciertos
grupos empresariales, un sector de las Fuerzas Armadas o Policiales y, más recientemente, organizaciones criminales (de narcotraficantes, por ejemplo).
La habitual y arraigada dependencia del Judicial
respecto de los poderes políticos y fácticos, agravada por los rasgos de hiper-presidencialismo que,
en general, caracterizan a los países del istmo, ha
traído como consecuencia que los jueces se vean
no sólo desprovistos de poder, sino además subordinados, marginados y en situación de emergencia
(sin personal adecuado y sin recursos económicos
suficientes)25. Desde luego, en tales condiciones, la
judicatura ha distado mucho de cumplir el importan Véase Castagnola, Andrea, A long history of the political manipulation of the Supreme Courts in Central America and the
Caribbean, 1900-2009, México, CEPI, 2010, pp. 3-6; Programa Estado de la Nación (PEN), Informe Estado de la región
en desarrollo humano sostenible, San José de Costa Rica,
PEN, 2008, pp. 287-288 y 308-312, Programa Estado de la
Nación (PEN), Segundo informe sobre desarrollo humano
en Centroamérica y Panamá, San José de Costa Rica, PEN,
2008, pp. 283-304; Díaz Rivillas, Borja y Linares Lejairaga,
Sebastían, «Fortalecimiento de la independencia judicial
en Centroamérica: un balance tras veinte años de reformas», en América Latina Hoy núm. 39, Universidad de Salamanca, España, 2005, pp. 54-55.
25
Véase Peña González, Carlos, «Presentación» a Correa
Sutil, Jorge (ed.), Situación y políticas judiciales en América
Latina, Santiago de Chile, Escuela de Derecho de la Universidad Diego Portales, 1993, p. 8.
24
Fundación para el Debido Proceso DPLF
te rol que la Constitución y la democracia reclaman
de ella. Pero el autoritarismo y la concentración de
poderes presidenciales, a menudo bajo regímenes
dictatoriales que se hicieron del poder mediante métodos violentos (golpes de Estado, gobiernos de las
Fuerzas Armadas), echaron mano de la sumisión de
la judicatura para evitar los controles judiciales que
deben distinguir al Estado de Derecho.
No obstante, esta deteriorada imagen tradicional de la corporación judicial centroamericana ha
comenzado a modificarse, siquiera de modo parcial, de un tiempo a esta parte. En efecto, acompañando a los procesos de democratización, los
movimientos de reforma judicial, promovidos en la
región desde hace dos o tres décadas, vienen contribuyendo a la renovación de las judicaturas y a su puesta al día en clave democrática y constitucionalista26.
En consecuencia, se observan cambios positivos en
la configuración institucional (reformas constitucionales, aprobación de nuevas leyes, creación de
nuevos órganos) y en la actuación concreta de los
Poderes Judiciales en los países del istmo (mejoras
en la selección de los jueces, expedición de ciertas
sentencias que desafían a los poderes políticos o
fácticos en su intento por hacer realidad los mandatos constitucionales, aumentos presupuestarios
y remunerativos, modificaciones organizativas, etcétera) que dan fundamento a una nueva imagen
de la judicatura centroamericana. Especial mención
merece, en el marco de este proceso general, el fortalecimiento de la independencia judicial, en sus diversos aspectos: selección y nombramiento, carrera
judicial, régimen disciplinario, aumentos de presupuesto y salarios, etcétera.
Véase Lovo Castelar, José Luis, «Experiencia de América
Central sobre el Poder Judicial», en Carbonell, Miguel,
Jorge Carpizo y Daniel Zovatto (coordinadores), Tendencias
del constitucionalismo en Iberoamérica, México, UNAM –
IDEA – AECID – IIDC, 2009, pp. 519-520; Díaz Rivillas, Borja y Linares Lejarraga, Sebastián, «Fortalecimiento de la
independencia judicial en Centroamérica: un balance tras
veinte años de reformas», en América Latina Hoy núm. 39,
Universidad de Salamanca, España, 2005, pp. 48 y 50.
26
Capítulo 4 El concepto de independencia judicial | 31
Desde luego, si bien las reformas judiciales y el robustecimiento de la independencia de la judicatura
han producido importantes modificaciones y avances
en la dirección correcta, hacia una mayor rendición
de cuentas de las autoridades públicas y una mayor efectividad de los derechos de las personas, aún
falta mucho camino por recorrer hasta llegar a una
situación óptima y estable, que asegure la gobernabilidad democrática en América Central. Particular
preocupación causan la disminución del ritmo del
cambio y, en ciertos casos, la casi paralización o estancamiento de las iniciativas de reforma, a veces
obstaculizadas por razones políticas coyunturales o
por la oposición de actores interesados en mantener
el estado de cosas imperante en el ámbito judicial.
Dicho en otras palabras, es necesario reconocer
lo avanzado en el marco de las reformas judiciales y la promoción de la independencia de los jueces en la región. Pero, a la vez, debe recusarse
cualquier complacencia o conformismo, ya que
las tareas pendientes siguen siendo numerosas
y algunas son de considerable envergadura (piénsese, por poner solo un ejemplo, en los rediseños legales e institucionales, y en el desarrollo y aplicación
de políticas, que exige la necesaria implementación
de la carrera judicial).
Al respecto, hay que señalar que una reciente investigación desarrollada por DPLF en todos los países
del área centroamericana, ha comprobado que la situación de la independencia judicial, pese a los avances experimentados, es todavía insatisfactoria, en
especial, en lo que concierne a la dimensión interna
y a determinados mecanismos institucionales que se
orientan a garantizarla en sus diversos aspectos, tales como el sistema de reclutamiento judicial, la carrera judicial, el régimen disciplinario, entre otros27.
Debe, pues, proseguirse el esfuerzo de modernización judicial y, en particular, debe ponerse atención a
los principales desafíos y amenazas que todavía enfrenta la independencia de la judicatura centroamericana, entre los cuales están los siguientes:
1) El estancamiento o paralización de determinadas reformas (cambios legales, reorganización
institucional).
2) El excesivo poder de las cúpulas judiciales, en
especial, del Presidente del Poder Judicial y de
la Corte Suprema de Justicia (amenaza de lesión
a la independencia judicial interna).
3) La politización del sistema de selección y nombramiento de los miembros de la Corte Suprema
de Justicia, sistema que otorga la decisión a los
Poderes Ejecutivo y Legislativo.
4) La distorsión y el vaciamiento de contenido de
los mecanismos de participación ciudadana en
la nominación y selección de los jueces, en especial, de los miembros de la Corte Suprema de
Justicia.
5) La inadecuación del diseño y, en particular, la
aplicación sesgada del régimen disciplinario.
6) La corrupción del Poder Judicial, que impide el
cumplimiento de su misión constitucional y menoscaba la confianza que la ciudadanía debe tener en la justicia.
7) La amenaza sobre la independencia judicial que
representa el crimen organizado, en particular,
el narcotráfico.
8) Las tensiones entre judicatura y medios de comunicación, ya que la actividad de estos últimos
puede suponer en ocasiones interferencias o
presiones indebidas sobre la actuación independiente de los jueces.
9) La problemática de la independencia económica
o autonomía presupuestaria de la judicatura.
10) La debilidad del asociacionismo judicial, que en
general prevalece en Centroamérica.
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto,
«Independencia y transparencia de los Poderes Judiciales
en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC,
DPLF, 2011.
27
Fundación para el Debido Proceso DPLF
32 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
El principio de transparencia
del Poder Judicial tiene dos
contenidos principales:
el acceso a la información y
el control del funcionamiento
del aparato judicial
(especialmente, el control
de los actos de corrupción).
Capítulo 5
| 33
El concepto de transparencia
judicial
Contenido y alcance del concepto de
transparencia judicial
El concepto de transparencia judicial alude primordialmente a la visibilidad de la
institución y a su sometimiento al escrutinio público, como rasgos esenciales de
una judicatura democrática y respetuosa del orden constitucional. Como se ha
dicho en los acápites anteriores, la independencia de los jueces reclama como
complemento necesario el que el Poder Judicial opere de manera transparente.
No está demás recalcar aquí que independencia y transparencia judiciales son
nociones que se implican recíprocamente (es decir, una reclama a la otra).
El principio de transparencia del Poder Judicial es, pues, esencial y tiene dos contenidos principales: el acceso a la información y el control del funcionamiento
del aparato judicial (especialmente, el control de los actos de corrupción)28. En
cuanto al primer contenido o dimensión, se entiende que la accesibilidad de la
información relevante permite a todos, sean autoridades o ciudadanos, estar al
tanto de la marcha de la institución, de suerte que puedan prevenirse o corregirse
decisiones desacertadas o ilegales.
En lo que concierne al segundo elemento, es claro que los mecanismos de control
favorecen igualmente la correcta operación de la judicatura, al ofrecer alternativas preventivas y sancionatorias frente a actuaciones funcionales en el Poder
Judicial que se aparten de los cauces de ley.
El acceso a la información del Poder Judicial, puede ser dividido en los siguientes
dos grandes rubros:
1) Acceso a la información sobre asuntos de orden jurisdiccional. Se refiere,
en sentido propio y directo, a los procesos jurisdiccionales (o juicios) y a las
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto, «Independencia y transparencia
de los Poderes Judiciales en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC, DPLF,
2011, pp. 3 y 19. Véase también Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Comparando transparencia. Un estudio sobre acceso a la información en el Poder Judicial, Washington DC, DPLF,
2007, pp. 8-11; Asociación por los Derechos Civiles (ADC), Acceso a la información y transparencia en el Poder Judicial. Guía de buenas prácticas en América Latina, Buenos Aires, ADC,
[2009], pp. 18-19 y 21.
28
Fundación para el Debido Proceso DPLF
34 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
sentencias que los resuelven. En sentido amplio
o por extensión, puede también comprender los
arreglos de organización y funcionamiento relativos a los procesos y sentencias (por ejemplo,
información sobre las mesas de partes de los
juzgados o tribunales, donde los litigantes presentan sus demandas y otros escritos y documentos, o información sobre la programación de
audiencias de los órganos jurisdiccionales).
por miembros del Poder Judicial (control ex
post). En consecuencia, se trata, ante todo, del
régimen disciplinario aplicable a los jueces que
incurran en inconductas funcionales; pero también de los mecanismos de persecución y castigo
por la comisión de delitos (en los casos más graves de inconducta funcional, como son los actos
de corrupción, sus autores cometen delito; por
ejemplo, cuando un juez recibe un soborno).
2) Acceso a la información sobre asuntos de gobierno y administración del Poder Judicial. Alude al ámbito del ejercicio de las potestades de
conducción institucional y de gestión administrativa de la judicatura, de las que se ha hablado en acápites precedentes y que, en términos
generales, se concentran en la Corte Suprema
de Justicia y en el Presidente del Poder Judicial.
Este rubro incluye, por ejemplo, asuntos tales
como las decisiones de política judicial, el manejo económico y financiero (la ejecución presupuestaria), las contrataciones de personal y las
adquisiciones de bienes y servicios, etcétera.
Lo que debe ser siempre tenido en cuenta respecto de
los mecanismos de control judicial es que, en ningún
caso y por ninguna razón, su empleo puede invadir
la esfera de la actuación independiente e imparcial
de los jueces en asuntos jurisdiccionales. Es decir,
los mecanismos de control, tal como por ejemplo
el régimen disciplinario, no pueden ser utilizados
para torcer las decisiones jurisdiccionales o para
lesionar la independencia de los jueces29. En todo
caso, si una de las partes de un litigio considera que
la decisión adoptada por el juzgador es inadecuada
o contraria a Derecho, tiene a su disposición un conjunto de herramientas procesales (los llamados «recursos procesales», como, por ejemplo, los recursos
de apelación o de nulidad) para impugnar la decisión
(es decir, oponerse a ella) y conseguir que ella sea
revisada por un tribunal superior (principio de doble
instancia jurisdiccional).
Por su parte, los mecanismos de control del Poder
Judicial pueden también ser clasificados en dos
grandes tipos:
1) Mecanismos de control preventivo. Se trata de
procedimientos y medidas orientados a impedir
que se adopten decisiones desacertadas o se cometan actos ilegales en la judicatura (control ex
ante). Por su propia naturaleza, son mecanismos
disuasivos y/o educativos o de concientización,
que procuran anticiparse a la eventual producción de la conducta dañina y reprensible. Algunos
ejemplos son: establecer la obligatoriedad de que
los jueces hagan declaraciones de bienes periódicas, realizar campañas entre la ciudadanía y, en
especial, entre los litigantes para darles a conocer sus derechos y las reglas de control judicial.
2) Mecanismos de control represivo. Son los procedimientos y medidas para investigar y sancionar actos ilegales o de corrupción ya cometidos
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Situación actual de la
transparencia judicial
en Centroamérica
La cuestión de la transparencia de la judicatura ha
sido incluida en la agenda de la reforma judicial en
Según Perfecto Andrés Ibáñez y Claudio Movilla, «el instrumento disciplinario en la moderna magistratura de inspiración francesa, se ha dado en función de la jerarquía,
con finalidades de “policía” y para garantizar el orden interno del aparato», con lo que el juez quedó «francamente
indefenso y a merced de los centros de poder intracorporativos». Vease Andrés Ibáñez, Perfecto y Claudio Movilla,
El Poder Judicial, Madrid, Tecnos, 1986, p. 143.
29
Capítulo 5 El concepto de la transparencia judicial | 35
fecha más o menos reciente30. En efecto, varios estudios sostienen que, en sus primeros años, el movimiento regional de reforma de la justicia no comprendía, al menos de manera directa o con el énfasis
que más tarde se consideró indispensable, la necesidad de transparentar el funcionamiento de la corporación judicial en América Central. Como consecuencia de este rezago, en la actualidad se observa un
distinto grado de avance respecto del fortalecimiento
de la independencia que en relación al desarrollo de
medidas de transparencia del Poder Judicial.
Así, una investigación llevada a cabo hace poco por
DPLF en los seis países de Centroamérica ha encontrado que, en un contexto general que todavía es de
poca independencia y transparencia de las judicaturas, los peores indicadores corresponden al componente de transparencia. El estudio de DPLF hace
notar que inclusive se requiere introducir mejoras y
adaptaciones importantes del marco normativo vigente en la región, en lo que atañe a conseguir Poderes Judiciales más visibles y sujetos al escrutinio
público31.
Entre los principales desafíos o amenazas que enfrentan los Poderes Judiciales en Centroamérica,
para el cumplimiento de su designio de dar pasos
sustanciales hacia la transparencia, se hallan los siguientes:
1) La debilidad de los marcos normativos que regulan el acceso a la información y los mecanismos
de control de la judicatura.
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto,
«Independencia y transparencia de los Poderes Judiciales
en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC,
DPLF, 2011, pp. 2 y 19; Asociación por los Derechos Civiles
(ADC), Acceso a la información y transparencia en el Poder
Judicial. Guía de buenas prácticas en América Latina, Buenos
Aires, ADC, [2009], pp. 13 y 14.
31
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto,
«Independencia y transparencia de los Poderes Judiciales
en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC,
DPLF, 2011, pp. 16, 20 y 23.
30
2) La carencia de políticas institucionales dirigidas
a promover la transparencia y la rendición de
cuentas del Poder Judicial.
3) El estancamiento o paralización de determinadas reformas (cambios legales, reorganización
institucional).
4) La subsistencia y a veces prevalencia de una cultura institucional de secretismo y opacidad, que
socava diversas iniciativas dirigidas a diseñar e
implementar mecanismos de transparencia.
5) El incumplimiento de las regulaciones sobre exposición de informaciones a través de los portales de internet o páginas web, su actualización
tardía o su diseño poco amigable y de difícil utilización.
6) La resistencia de los órganos de gobierno y administración del Poder Judicial a hacer de público conocimiento materiales de máximo interés
ciudadano, tales como las sentencias, en especial, las de la Corte Suprema de Justicia, las medidas disciplinarias y las principales decisiones
de gobierno y administración de la corporación
judicial.
7) La deficiente regulación, pero también la distorsión y la aplicación inadecuada de las normas que establecen la obligatoriedad de que los
jueces presten declaraciones juradas de bienes
periódicamente (por ejemplo, al disponer su carácter «reservado»).
8) La ausencia de una política institucional orientada a informar permanentemente a la ciudadanía sobre temas judiciales, y la correspondiente
inexistencia de los órganos u oficinas encargados de llevar a la práctica tal política.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
| 37
Parte II
Estrategias y acciones
de seguimiento y participación
ciudadana para el fortalecimiento
de la independencia y
transparencia judiciales en
Centroamérica
Fundación para el Debido Proceso DPLF
38 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
La ciudadanía y las instituciones
de la sociedad civil tienen un
rol importante que jugar en
la defensa y promoción de la
independencia judicial.
Capítulo 6
| 39
Seguimiento y participación
ciudadana para el fortalecimiento
de la independencia judicial
Contribución al impulso general
de la reforma judicial
Uno de los objetivos fundamentales del movimiento de reforma judicial en América Central, y aun en toda Latinoamérica, ha sido, como se sabe, el fortalecimiento
de la independencia judicial32. Es tal la importancia de contar con una judicatura
independiente, que muchas de las acciones y medidas comprendidas en los programas de reforma apuntan a lograr poderes judiciales independientes e imparciales. Es más, puede decirse que buen número de propuestas incluidas en los
planes de modernización de la judicatura, de un modo u otro, sea directa o sea
indirectamente, procuran contribuir al logro de la independencia de los jueces.
Ahora bien, lo cierto es que el impulso general de la reforma judicial en Centroamérica ha experimentado un decaimiento o desaceleración, al cabo de algunos
años o tras superar sus primeras etapas; por lo demás, sus resultados, hablando
en términos generales, son todavía insuficientes. Como quiera que fuere, en las
primeras fases de la reforma el esfuerzo ha estado concentrado especialmente en: (i) aprobar rediseños institucionales y cambios normativos de envergadura
(carrera judicial, proceso penal acusatorio, Escuela Judicial, nuevos órganos tales
como el Consejo de la Judicatura o la Junta Nominadora, etcétera); (ii) introducir
mejoras de infraestructura y de equipamiento; (iii) proceder a la renovación del
personal y a su capacitación; y (iv) obtener mayores recursos económicos para la
institución.
La disminución del ritmo del cambio en la judicatura, y en algunos casos su virtual estancamiento o regresión (piénsese, por ejemplo, en Panamá y Nicaragua,
respectivamente), hacen necesario un ímpetu renovado que pueda reavivar el
movimiento reformista en los distintos países del istmo y ayudar a su sostenimiento a lo largo de los años, de tal suerte que alcancen plasmación en la práctica
una serie de iniciativas que todavía aguardan el momento de su implementación o
desarrollo completo.
Véase Ríos-Figueroa, Julio, «Institutions for constitutional justice in Latin America», in
Helmke, Gretchen and Julio Ríos-Figueroa (eds.), Courts in Latin America, New York, Cambridge University Press, 2011, p. 29.
32
Fundación para el Debido Proceso DPLF
40 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Así pues, una nueva fase de la reforma judicial en
Centroamérica es ahora indispensable, la misma
que deberá estar signada por un amplio consenso
para terminar de llevar a la realidad, en todos sus
componentes, el nuevo modelo de judicatura democrática. La urgencia de este reavivamiento de la
reforma judicial aparece con mayor claridad cuando
se toma conciencia de los obstáculos y dificultades
que deben ser vencidos para que los reformadores
logren el éxito, habida cuenta de la existencia de actores interesados en conservar el insatisfactorio estado de cosas que, en mucho, aún prevalece en el
campo de la actividad jurisdiccional centroamericana en la actualidad33.
Pues bien, a nivel del proceso general de reforma
judicial, la ciudadanía y las instituciones de la sociedad civil tienen un rol que jugar para la defensa
y promoción de la independencia judicial. Y es que
la independencia judicial sólo se consolidará en la
región en el marco de procesos de modernización de
la judicatura reales y efectivos (es decir, como parte de un conjunto coherente de medidas realmente
aplicadas, varias de las cuales confluyen para lograr
Poderes Judiciales independientes)34.
Las estrategias y formas en que los ciudadanos y sus
organizaciones pueden participar en este esfuerzo
de dar nuevo impulso a la reforma judicial son, desde luego, múltiples. Para los propósitos del presente
Manual, interesa poner de relieve algunas de ellas.
Véase Pásara, Luis, «¿Lecciones aprendidas o por aprender?», en Pásara, Luis (compliador), En busca de una justicia distinta: experiencias de reforma en América Latina,
Lima, Consorcio Justicia Viva, 2004, pp. 542-543 y 548.
34
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la
corrupción judicial y de los mecanismos para combatirla en
Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, p.
43. Véase también Buscaglia, Edgardo, «Los principales
obstáculos de la reforma judicial en América Latina», en
Jarquín, Edmundo y Fernando Carrillo (eds.), La economía
política de la reforma judicial, New York, BID, 1997, pp. 3334; Dargent, Eduardo, Corrupción judicial: mecanismos de
control y vigilancia ciudadana, Lima, Comisión Andina de
Juristas, 2003, pp. 39 y 38.
33
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Alianzas y pactos de amplio espectro
En primer lugar, en el plano más general de la acción cívica, debe resaltarse el valor y la eficacia de
una «estrategia de alianzas de amplio espectro». Si
es verdad que las autoridades públicas —en especial, aquellas dotadas de legitimidad democrática
directa (el Presidente de la República y el Parlamento, que son elegidos por el pueblo en comicios
libres)— suelen actuar movidos por las demandas
de los ciudadanos (los electores), entonces una manera eficaz de lograr el objetivo propuesto es formar coaliciones o alianzas de instituciones cívicas
de diferente naturaleza y ámbito de intervención, que
planteen demandas y propuestas a los oficiales públicos, o supervisen la adopción de sus decisiones y
la ejecución de sus planes de acción35.
Las alianzas pueden incluir, por ejemplo, a las siguientes instituciones y grupos, además de aquellas
especializadas en la temática judicial: organizaciones de derechos humanos, asociaciones ambientalistas, instituciones defensoras de grupos sociales
específicos (mujeres, poblaciones nativas u originarias, afro-descendientes), grupos eclesiales, asociaciones profesionales, universidades, sindicatos de
trabajadores, gremios empresariales, organizaciones de participación vecinal o que trabajan en el área
de seguridad ciudadana, jóvenes y artistas, medios
de comunicación, etcétera.
Todas estas instituciones y colectivos ciudadanos,
al ponerse de acuerdo, más allá de sus ámbitos
específicos de trabajo, en una agenda común para
el cambio judicial, y en especial para el robustecimiento de la independencia de los jueces, envían un
mensaje claro y firme a las autoridades acerca de
su deseo de realización de tal agenda, lo que puede
tener un impacto real en la voluntad y la actuación
de dichas autoridades. Más importante todavía, so Véase Pásara, Luis, «¿Lecciones aprendidas o por aprender?», en Pásara, Luis (compliador), En busca de una justicia distinta: experiencias de reforma en América Latina,
Lima, Consorcio Justicia Viva, 2004, pp. 543-544 y 549-550.
35
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 41
bre la base de los acuerdos y planes de trabajo que
adopten, los miembros de la red o coalición intervienen en relación a distintas propuestas o medidas
vinculadas con la independencia judicial, haciendo
ejercicio de su derecho a la participación democrática en las decisiones estatales de interés general y
contribuyendo así a moldear el mismo cambio requerido. Ejemplos de esta clase de estrategia vienen
proporcionados por el trabajo que realiza la Alianza
Ciudadana Pro Justicia (ACPJ), de Panamá36 y el Movimiento Pro Justicia en Guatemala37 (más allá del
ámbito centroamericano, son significativas también
las experiencias pasadas de República Dominicana38
y Perú).
En segundo lugar, la ciudadanía y las instituciones de la sociedad civil pueden impulsar y celebrar
«pactos de amplio espectro» sobre la reforma judicial (acuerdos políticos o «Pactos de Estado»). De
este modo, una más o menos vasta articulación de
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Entre la
alarma y la expectativa: el reto de fortalecer la independencia
judicial en Panamá, Washington DC, 2009, pp. 2-3; Golcher,
Ileana, Seis pasos para una incidencia ciudadana efectiva en
la reforma del sistema de justicia. La experiencia de Alianza
Ciudadana Pro Justicia, Panamá, ACPJ, 2007, pp. 16-18 y 22.
37
Véase Leonardo Segura, Mónica, «Independencia y transparencia del Poder Judicial en Guatemala», Washington
DC, DPLF, 2011, p. 18 (en particular, nota 46). Véase también Zardetto, Carol, «Guatemala», en Fundación para el
Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la corrupción judicial y de los
mecanismos para combatirla en Centroamérica y Panamá,
Washington DC, DPLF, 2007, pp. 250-252.
38
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Informe
de investigación sobre la independencia y la transparencia del
Poder Judicial en la República Dominicana, Santo Domingo,
FINJUS, 2011, pp. 87-88 y 163-164; Rivera-Cira, Tirza, El
sector justicia y la reforma judicial en la República Dominicana, Santo Domingo, FINJUS, 2000, pp. 32-37; Salcedo,
Carlos, «La transparencia en la elección de los jueces de
la Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana»,
en Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Iniciativas de
la sociedad civil para la transparencia en el sector judicial,
Washington DC, DPLF, 2002, pp. 45-53; Jorge Prats, Eduardo, Francisco Álvarez Valdez y Félix Olivares, Informe sobre
independencia judicial en la República Dominicana, Washington DC, DPLF, julio de 200O, p. 2 (disponible en www.dplf.
org).
36
organizaciones cívicas puede confluir con las instituciones del Estado (Ejecutivo y Parlamento, además de judicatura y otros órganos, como aquellos
que integran el sistema de justicia) para establecer
acuerdos sobre los principales puntos que debe
incluir la reforma judicial, los procedimientos de
desarrollo, los órganos responsables, los plazos de
implementación, los mecanismos de seguimiento y
evaluación, etcétera.
Los acuerdos o pactos de Estado sobre la reforma
judicial (o, de modo más abarcador, sobre la reforma del sistema de justicia) se originan a veces como
consecuencia de una situación de crisis institucional,
tal como la denuncia pública de un caso de corrupción judicial de especial gravedad, o la realización
de una notoria acción de interferencia indebida en
las potestades de la judicatura, que suprime su independencia por razones políticas (por ejemplo, la
destitución de una Corte Suprema considerada opositora por el Presidente de la República, o la ampliación del número de sus integrantes a fin de copar el
tribunal con jueces subordinados al poder político,
o la prórroga del mandato de tales jueces, todo ello
en transgresión de las previsiones constitucionales).
Así, la crisis institucional de la judicatura, lejos de
llevar al colapso y a la parálisis, puede servir para
desencadenar un proceso de cambios en la administración de justicia. Desde luego, la viabilidad y
la cristalización de un acuerdo de esta naturaleza
y magnitud dependerán de los particulares contextos institucionales y políticos que vive cada país. No
obstante, en aquellos casos en que el proceso es
factible, la ciudadanía y sus organizaciones pueden
contribuir al nuevo diseño e implementación de un
programa global de reforma judicial, en especial, si
desde tiempo atrás se vienen preparando mediante
la articulación de redes o coaliciones, la elaboración
de demandas y propuestas, y la participación en la
deliberación democrática sobre temas judiciales.
Nuevamente, el caso de la Alianza Ciudadana Pro
Justicia (ACPJ), de Panamá, ofrece un ejemplo valio-
Fundación para el Debido Proceso DPLF
42 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Alianzas y Pactos por la Justicia en Centroamérica
La experiencia guatemalteca
El Movimiento Pro Justicia (MPJ) es una coalición
que funciona desde junio de 1999, con la participación
de Familiares y Amigos contra la Delincuencia y el
Secuestro, Madres Angustiadas y Fundación Myrna
Mack. Es una conjunción de esfuerzos que busca, a
través de la participación ciudadana y la incidencia
política, promover propuestas para luchar contra la
impunidad, mejorar y ampliar el acceso a la justicia,
y promover la transparencia, la integridad y la
publicidad en los procesos de elección de autoridades
del sector justicia.
El Movimiento ejecuta estrategias de incidencia
política y estrategias de comunicación social,
desarrolla estudios políticos de los problemas de la
justicia y elabora propuestas técnicas para contribuir
a afrontar y buscar solución a esos problemas. Utiliza
también el monitoreo como método de participación
ciudadana y como procedimiento para recopilar
y analizar información sobre los problemas que
generan impunidad.
El Movimiento Pro Justicia tiene una vasta
experiencia monitoreando los procesos de elección
de magistrados de las Cortes Suprema de Justicia, de Apelaciones y de Constitucionalidad, así como
de Fiscal General de la República y de Director del
Instituto de la Defensa Pública Penal, entre otros.
También monitorea la cuestión presupuestaria para
las instituciones del sector justicia y la calidad de la
gestión de casos penales en el Ministerio Público.
Actualmente, el Movimiento está ejecutando
un plan de acompañamiento y monitoreo a los
programas de integridad en el Organismo Judicial,
con el fin de evaluar el comportamiento institucional
frente a la corrupción, la impunidad y el tráfico de
influencias, entre otros factores que atentan contra la
independencia del juez y su integridad.
Como parte de sus estrategias de trabajo, el
Movimiento suscribe convenios de cooperación
con las instituciones a las cuales monitorea. Por
ejemplo, desde 2005 ha suscrito convenios con el
Ministerio Público, desde 2010 con el Congreso
de la República y actualmente está en proceso de
suscribir una Carta de Entendimiento con el Poder
Judicial. Con los medios de comunicación el Movimiento
mantiene una fluida comunicación y realiza talleres
en forma frecuente. Con los operadores de justicia
lleva a cabo conversatorios sobre temas específicos.
Asimismo, todos los años organiza conversatorios con
operadores de justicia y con organizaciones sociales de
las diferentes regiones del país. Estos conversatorios
se hacen en forma individual, o en ocasiones en forma
conjunta con organizaciones gremiales de abogados
litigantes y de operadores de justicia, o con el Colegio
de Abogados. En algunas ocasiones, el Movimiento los
coorganiza con otras instituciones académicas.
La experiencia panameña
La Alianza Ciudadana Pro Justicia (ACPJ) es
una coalición de 18 organizaciones de la sociedad
civil panameña que fue fundada en el año 2000. Los
problemas con la justicia lenta, selectiva, ineficiente e
inaccesible de Panamá y la falta de respuesta de las
autoridades a esos problemas llevaron a la formación
de esa coalición, en que participan grupos tan diversos
como universidades, organizaciones de abogados, de
derechos humanos, de la empresa privada y diversas
organizaciones civiles.
La Alianza trabaja en el mejoramiento del
sistema de justicia en Panamá y ha desarrollado
diversas actividades como áuditos de la justicia penal,
un audito de la justicia penal juvenil, participación
en la elaboración de las propuestas de leyes de
transparencia del sector público y sobre la justicia
de paz, entre otras. Además, organiza discusiones
y eventos informativos relacionados a estos temas,
tales como foros ciudadanos sobre los métodos para
la escogencia de magistrados, la justicia de paz, la
implementación del sistema acusatorio, talleres de
capacitación y sensibilización ciudadana en materia
de justicia, entre otros. Por otro lado, sus miembros
participan constantemente en debates públicos, en
medios de comunicación y mesas de discusión, y han
tenido presencia en el ámbito internacional mediante
la petición y participación en audiencias temáticas
ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos.
Entre los logros más destacados de la Alianza, se
cuenta la participación en la Comisión de Estado por
la Justicia, de la que surge el «Pacto de Estado por la
Justicia», un acuerdo entre diferentes entidades del
gobierno panameño para reestructurar y reorientar la
continúa
Fundación para el Debido Proceso DPLF
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 43
Alianzas y Pactos por la Justicia en Centroamérica (continuación)
administración de la justicia en el país, luego de una
grave crisis en la judicatura. La incorporación de la
Alianza Ciudadana en esas mesas de trabajo impulsó
que se acordaran como metas de Estado aportes
significativos como la implementación de un nuevo
código de procedimiento penal, la reforma del Código
Penal, la propuesta de una fórmula de autorregulación
del Ejecutivo para la escogencia de magistrados, la
creación de una Ley de Carrera Judicial, la creación
de la justicia de paz, además de otras metas, algunas
de las cuales se ha logrado que sean implementadas.
Fuentes: comunicación personal de Magaly Castillo, Directora Ejecutiva de Alianza Ciudadana Pro Justicia, de Panamá; comunicación
personal de Carmen Ibarra Moral, Directora Ejecutiva del Movimiento Pro Justicia, de Guatemala. Véase también Fundación para el Debido
Proceso (DPLF), Entre la alarma y la expectativa: el reto de fortalecer la independencia judicial en Panamá, Washington DC, 2009, pp. 2-3 y 1520; Golcher, Ileana, Seis pasos para una incidencia ciudadana efectiva en la reforma del sistema de justicia. La experiencia de Alianza Ciudadana
Pro Justicia, Panamá, ACPJ, 2007, pp. 16-19, 22, 46-48 y 69-70; Leonardo Segura, Mónica, «Independencia y transparencia del Poder
Judicial en Guatemala», Washington DC, DPLF, 2011, p. 18 (en particular, nota 46).
so de esta clase de acciones de promoción y celebración de un «Pacto de Estado por la Justicia», aprovechando un contexto de grave crisis institucional
de la judicatura para convertirlo en una oportunidad
de cambios y mejoras, mediante la generación de
un amplio consenso social y político en torno de una
agenda bien preparada39 (otra vez, los casos pasados de República Dominicana40 y de Perú41, ofrecen
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Entre la
alarma y la expectativa: el reto de fortalecer la independencia judicial en Panamá, Washington DC, 2009, pp. 15-20;
Golcher, Ileana, Seis pasos para una incidencia ciudadana
efectiva en la reforma del sistema de justicia. La experiencia
de Alianza Ciudadana Pro Justicia, Panamá, ACPJ, 2007, pp.
18-19, 46-48 y 69-70.
40
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Informe
de investigación sobre la independencia y transparencia del
Poder Judicial en República Dominicana, Santo Domingo,
FINJUS, 2011, pp. 38-43 y 157-158 y 159; Rivera-Cira, Tirza,
El sector justicia y la reforma judicial en la República Dominicana, Santo Domingo, FINJUS, 2000, pp. 25-26; Oficina de
Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (ODH-PNUD) de República Dominicana,
Política social: capacidades y derechos. Análisis y propuestas
de políticas sociales en República Dominicana, Santo Domingo, ODH-PNUD, 2010, vol. III, p. 20; Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (ODH-PNUD) de República Dominicana, Informe
nacional de desarrollo humano: República Dominicana 2005.
Hacia una inserción mundial incluyente y renovada, Santo
Domingo, ODH-PNUD, 2005, p. 217.
41
Véase De Belaunde López de Romaña, Javier, «La justicia; ¿hay esperanza?», en Pásara, Luis (ed.), Perú ante los
desafíos del siglo XXI, Lima, PUCP, 2011, pp. 428-436; Con39
ejemplos valiosos de la utilización de esta estrategia
fuera de América Central, pero dentro de Latinoamérica).
Las dos estrategias referidas —esto es, la constitución de «alianzas» y la celebración de «pactos» de
amplio espectro en torno a la reforma judicial— pueden ser aplicadas no sólo a nivel nacional, sino también a nivel estadual o regional y a nivel local, con
las correspondientes adaptaciones en función de los
requerimientos particulares que existan y de las características de cada contexto político-institucional.
Así, por ejemplo, en determinada Corte Superior o
en determinado distrito o circunscripción judicial, el
descubrimiento de un nombramiento indebido por
razones políticas puede llevar a una coalición local
(o, eventualmente, a una organización cívica o grupo
ciudadano) a proponer cambios consensuales en el
procedimiento de selección de los jueces, en la línea
de hacer tal procedimiento más técnico (basado en
méritos) y transparente.
sorcio Justicia Viva, Hacia la refundación del sistema de justicia. Plan Nacional de Reforma Integral de la Administración
de Justicia. Comisión Especial para la Reforma Integral de
la Administración de Justicia (CERIAJUS), Lima, Consorcio
Justicia Viva, octubre de 2004; Consorcio Justicia Viva, Plan
de Reforma de la Administración de Justicia de la Ceriajus: el
acuerdo por la Justicia que debemos respetar, Lima, Consorcio Justicia Viva, junio de 2004.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
44 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Incidencia para la implementación y
desarrollo de medidas aprobadas
Una forma, de especial importancia, en la que la ciudadanía y las instituciones cívicas pueden contribuir
al impulso general de la reforma judicial —o, quizá
más exactamente, a sostenerlo en el tiempo— consiste en incidir sobre la ejecución de determinadas
medidas o acciones aprobadas42. Como ha sido anotado antes, en todos los países la transformación del
Poder Judicial enfrenta obstáculos y resistencias, y
ha experimentado una desaceleración, de tal suerte
que se requiere reavivar el proceso.
Inclusive los ya mencionados acuerdos de amplio espectro o Pactos de Estado por la justicia muestran
signos de languidecimiento al cabo de un tiempo,
cuando el consenso y el entusiasmo iniciales, suscitados por el deseo de superar la crisis que los suele
provocar, decae o se entrampa en las a menudo agobiantes negociaciones políticas o en los vericuetos
de los aparatos burocráticos a los que se encomienda su desarrollo o implementación (muchas veces,
estos aparatos burocráticos son de la misma judicatura).
En consecuencia, las organizaciones de la sociedad
civil pueden hacer un aporte de primer orden al
(sostenimiento del) impulso general de la modernización de la judicatura, mediante su seguimiento y
participación en la puesta en práctica de los planes
y acciones concretas que forman parte del paquete
de reformas.
Es claro que los campos y temas en los que puede
hacerse esta clase de incidencia ciudadana son muy
numerosos y variados. No se trata, pues, de intentar
En el campo de la independencia judicial, se plantea trabajar sobre medidas «aprobadas», puesto que los cuerpos
legislativos fundamentales en este ámbito (a diferencia de
lo que ocurre con la transparencia de la judicatura) ya existen en Centroamérica. Ello, sin embargo, no significa que,
en ciertos casos, no haga falta elaborar legislación especial (por ejemplo, en Panamá aún no existe Ley de Carrera
Judicial).
42
Fundación para el Debido Proceso DPLF
aquí un listado y examen exhaustivos (completos). A
manera de ejemplo, puede tomarse, sin embargo, el
caso de la carrera judicial, acogida casi en la totalidad de países de Centroamérica (con la única excepción de Panamá43).
No cabe duda de que la carrera judicial contribuye
a reforzar la independencia de la judicatura, puesto
que tiende a asegurar que el ingreso, la permanencia y el ascenso de los jueces respondan a criterios
de mérito y buen desempeño. No obstante, su consagración a nivel legislativo, si bien es indispensable,
no es suficiente. Se requiere además reglamentarla,
adoptar procedimientos y protocolos de evaluación,
crear determinadas dependencias administrativas u
oficinas especializadas, aplicar y cumplir las normas
que la regulan, etcétera.
Es, por lo tanto, en cada uno de estos ámbitos y niveles de ejecución y desarrollo específicos de una medida general ya aprobada (la ley de carrera judicial),
que puede producirse, de manera eficaz y provechosa, la intervención ciudadana, contribuyendo al impulso de la reforma judicial. Así, las organizaciones
cívicas bien podrían exigir la reglamentación de la
ley, si ésta todavía no existiera, o, mejor aun, podrían
promover una propuesta de reglamento elaborada
de manera consensual y, de ser posible, con el aporte de expertos.
Igualmente, si el problema de desarrollo o aplicación
fuera, más bien, la ausencia de protocolos de evaluación para establecer un escalafón de jueces técnicamente sustentado, las instituciones de la sociedad civil podrían reclamar su adopción y adelantar
propuestas. En fin, si la dificultad consistiera en que
es necesario crear órganos u oficinas especializadas
que administren la carrera judicial, la acción ciudadana podría consistir en solicitar tal creación y, dado
el caso, en elevar su voz para pedir la asignación de
Véase Castillo, Magaly y Gina de la Guardia Fernández, «Independencia y transparencia del Poder Judicial en Panamá», Washington DC, DPLF, 2011, p. 10.
43
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 45
los recursos económicos necesarios.
Como se ve, varias de estas posibles iniciativas ciudadanas colocan a la sociedad civil del lado de la judicatura y como un socio estratégico de la misma, a
favor del cambio judicial. Ello, por cierto, ofrece mayores posibilidades de éxito.
Seguimiento y participación
ciudadana en el proceso de
selección y nombramiento de
los jueces
Selección y nombramiento de jueces de
la Corte Suprema
El proceso de selección y nombramiento de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia reviste
una importancia especial, por tratarse del máximo
tribunal de la jurisdicción ordinaria, por ser la Corte el principal nexo entre los poderes políticos y la
corporación judicial44, y por el rol de dirección institucional que el ordenamiento jurídico le reserva. La
gravitación de la Corte Suprema sobre todo el aparato
jurisdiccional del Estado es, pues, muy grande. A tal
punto que puede decirse que un indicador del grado
de independencia del Poder Judicial es el grado de
independencia del tribunal de cúpula. A la inversa,
el control político de la Corte Suprema normalmente
conlleva el sometimiento o la supeditación de la independencia de los otros tribunales que conforman
la judicatura, en particular, considerando las características de verticalidad y jerarquía que distinguen
a los poderes judiciales centroamericanos (excesiva
concentración de poderes en la Corte Suprema). De
allí que, a lo largo de la historia de América Central,
Según Carlo Guarnieri y Patrizia Pederzoli, en las judicaturas de Europa continental, cuyo modelo se sigue en América Central, la intervención del Ejecutivo o del Legislativo en
el reclutamiento de los jueces «supone tradicionalmente
el punto más importante de conexión institucional entre la
magistratura y el sistema político». Véase Guarnieri, Carlo
y Patrizia Pederzoli, Los jueces y la política. Poder Judicial y
democracia, Madrid, Taurus, 1999, pp. 50-51.
con harta frecuencia, los poderes políticos hayan tratado de controlar la designación de los magistrados
de la Corte Suprema, a fin de contar con una judicatura sumisa y complaciente.
En todos los países del istmo, la designación de los
jueces supremos sigue siendo de «naturaleza política», ya que la decisión final queda reservada al
Parlamento, es decir, a un órgano eminentemente
político (tanto por su origen eleccionario como por
sus funciones de representación popular y de elaboración legislativa)45. En los casos de Panamá y
Nicaragua, la Constitución inclusive prevé todavía la
intervención del Presidente de la República en la primera etapa del proceso, a fin de hacer la nominación
que luego debe confirmar la Asamblea Nacional (en
Nicaragua, el Jefe de Estado comparte esta atribución con los diputados, de manera que aquél y éstos
pueden presentar listas separadas para cada cargo).
En Costa Rica, en cambio, ambas fases del proceso
(primero, la nominación o postulación; después, la
confirmación o nombramiento propiamente dicho)
están encomendadas al Parlamento (parcialmente es así también en el caso de Nicaragua, como se
acaba de exponer).
En Guatemala, El Salvador y Honduras, sin embargo,
los textos constitucionales han introducido una importante novedad (en el año 1989, en el primer caso;
en los años 1991 y 1992, en el segundo caso; en el
año 2000, en el tercer caso). Y es que el rol de nominación o propuesta se encomienda a un órgano con
fuerte presencia de representantes de la sociedad
civil (la «Comisión de Postulación», en el caso guatemalteco; el «Consejo Nacional de la Judicatura»,
en el caso salvadoreño, si bien sólo limitado a la participación de los gremios de abogados; y la «Junta
44
Véase Programa Estado de la Nación (PEN), Informe Estado
de la región en desarrollo humano sostenible, San José de
Costa Rica, PEN, 2008, p. 311; Díaz Rivillas, Borja y Linares
Lejarraga, Sebastián, «Fortalecimiento de la independencia judicial en Centroamérica: un balance tras veinte años
de reformas», en América Latina Hoy núm. 39, Universidad
de Salamanca, España, 2005, p. 60.
45
Fundación para el Debido Proceso DPLF
46 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Nominadora», en el caso hondureño).
En Panamá, donde —como se acaba de indicar— la
Carta constitucional todavía confiere al Presidente
de la República la potestad de nominar a los candidatos a la Corte Suprema, el propio Poder Ejecutivo
optó en el pasado por emitir disposiciones legales
que crearon (en dos oportunidades diferentes) una
Comisión de Preselección, mayoritariamente compuesta por miembros de la sociedad civil, con la tarea de proponer al Jefe de Estado una lista de precandidatos, entre los cuales éste debería nominar a
los postulantes ante la Asamblea Nacional, encargada de la ratificación o nombramiento. Lamentablemente, dada su naturaleza jurídica no vinculante
(no obligatoria), este mecanismo ha sido dejado de
lado por el actual Gobierno del Presidente Ricardo
Martinelli, confirmando la necesidad de asegurar su
permanencia mediante su regulación en la ley o aun
mediante su consagración constitucional.
La participación de la ciudadanía también ha sido
prevista en Nicaragua, mediante una reforma constitucional introducida en el año 1995, aunque tal participación es más limitada, pues sólo debe consistir
en «consultas», las cuales, empero, carecen de valor
vinculante (u obligatorio), siendo de notar que permanecen aún sin regulación legal y que son inefectivas46.
En síntesis, en toda Centroamérica, se ha abierto
paso una fuerte corriente democratizadora y participativa, que convoca a la sociedad civil a jugar
un rol en la nominación de postulantes a jueces
supremos en varios de los países de la región. No
obstante, el sistema de selección y nombramiento de
los magistrados de la Suprema Corte sigue siendo
Véase Valle Orozco, Dayra, «Independencia y transparencia
del Poder Judicial en Nicaragua», Washington DC, DPLF,
2011, p. 10; Díaz Rivillas, Borja y Linares Lejarraga, Sebastián, «Fortalecimiento de la independencia judicial en
Centroamérica: un balance tras veinte años de reformas»,
en América Latina Hoy núm. 39, Universidad de Salamanca,
España, 2005, p. 61.
46
Fundación para el Debido Proceso DPLF
de naturaleza política, pues el Congreso es el órgano que, en definitiva, tiene la atribución constitucional de designar a tales magistrados. Los siguientes
Cuadros N° 1 y N° 2 sintetizan información relevante
sobre el sistema de reclutamiento de los miembros
de la Corte Suprema de Justicia en América Central.
Desde luego, el sistema político de reclutamiento de
los miembros de la Corte Suprema no es objetable
en sí mismo. Es tan válido y legítimo como otros sistemas de selección judicial (sistema del Consejo de
la Judicatura, sistema de cooptación o nombramiento por los propios jueces, etcétera), pero a condición
de que cumpla determinados requisitos que vienen
exigidos por el modelo de Estado constitucional y democrático de Derecho. Tales requisitos pueden ser
reducidos, en lo esencial, a los dos siguientes:
1) Excluir los nombramientos indebidos y seleccionar personas idóneas (es decir, con los méritos
y las calificaciones necesarias para desempeñar
un cargo tan elevado).
2) Hacerlo mediante procesos democráticos y
transparentes.
Ahora bien, pese a que no puede afirmarse que el
sistema político de selección y nombramiento de los
magistrados supremos sea inadecuado de por sí, lo
cierto es que, en la práctica, ha venido funcionando
de manera deficiente, inclusive en el contexto de las
reformas judiciales que han acompañado a las transiciones democráticas predominantes en la región
durante las tres últimas décadas47. Así, se hallan
muy extendidos el descontento y las quejas por la
manera como el Ejecutivo presiona políticamente
y condiciona los procesos, y por el modo cómo el
Legislativo ejerce sus potestades de confirmación
Véase Programa Estado de la Nación (PEN), Informe Estado
de la región en desarrollo humano sostenible, San José de
Costa Rica, PEN, 2008, p. 311; Díaz Rivillas, Borja y Linares
Lejarraga, Sebastián, «Fortalecimiento de la independencia judicial en Centroamérica: un balance tras veinte años
de reformas», en América Latina Hoy núm. 39, Universidad
de Salamanca, España, 2005, pp. 64-68.
47
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 47
Cuadro N° 1: Selección y nombramiento de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, en
Centroamérica
País
Nominación
Nombramiento
Costa Rica
La Asamblea Legislativa.
La Asamblea Legislativa, con votación de 2/3 de sus
miembros.
El Salvador
El Consejo Nacional de la Judicatura presenta una
lista de candidatos; la mitad es proporcionada por
las asociaciones de abogados, que escogen a sus
candidatos mediante elecciones; la otra mitad es
formada libremente por el Consejo entre abogados
que postulan ante él.
El Congreso de la República, con votación de 2/3 de
sus miembros.
Guatemala
La Comisión de Postulación prepara una lista de 26
candidatos.
El Congreso nombra a los 13 magistrados, con
votación de la mayoría absoluta de sus miembros.
Honduras
La Junta Nominadora presenta una lista de 45
candidatos.
El Congreso de la República, con votación de 2/3 de
sus miembros.
Nicaragua
El Ejecutivo y la Asamblea tras consultar con
asociaciones civiles.
La Asamblea Nacional, con votación de 60% de sus
miembros.
Panamá
El Presidente de la República, con aprobación del
Consejo de Ministros, nomina.
El Congreso de la República ratifica, con votación de
la mayoría absoluta de sus miembros.
Fuentes: Solana, Emilio, «Estadísticas de administración de justicia en Centroamérica», San José de Costa Rica, 2007 (ponencia preparada para
el Informe Estado de la región en desarrollo humano sostenible, 2008), p. 73; Díaz Rivillas, Borja y Linares Lejarraga, Sebastián, «Fortalecimiento
de la independencia judicial en Centroamérica: un balance tras veinte años de reformas», en América Latina Hoy núm. 39, Universidad de
Salamanca, España, 2005, pp. 94-96; Popkin, Margaret, «Fortalecer la independencia judicial», en Pásara, Luis (compliador), En busca de una
justicia distinta: experiencias de reforma en América Latina, Lima, Consorcio Justicia Viva, 2004, pp. 446-447.
Elaboración propia.
Cuadro N° 2: Jueces de la Corte Suprema en Centroamérica: número, mandato, edad mínima,
votación requerida
País
Número de jueces
Años de mandato
Edad mínima
Votación para ser elegido (%)*
Costa Rica
22
8
35
67%
El Salvador
15
9
40
67%
Guatemala
13
5
40
51%
Honduras
15
7
35
67%
Nicaragua
16
5
35
60%
Panamá
9
10
35
51%
* Porcentaje mínimo de votos de diputados o miembros del Poder Legislativo.
Fuente: Solana, Emilio, «Estadísticas de administración de justicia en Centroamérica», San José de Costa Rica, 2007 (ponencia preparada para
el Informe Estado de la región en desarrollo humano sostenible, 2008), p. 73.
Elaboración propia.
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48 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
y nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema, a menudo sometido a los deseos del gobierno, en especial, cuando existe identidad de partido o
agrupación política entre gobierno y mayoría parlamentaria. Todo lo cual mella la imagen de independencia que el máximo tribunal y la judicatura en su
conjunto deben tener y, en consecuencia, erosiona la
confianza de la ciudadanía en la justicia.
Se requiere, empero, introducir ciertas reglas que
complementen a las que ya existen y cambiar algunas prácticas distorsionadoras y perjudiciales. Se
trata, por lo tanto, de mantener un mecanismo que
debe ser valorado como positivo, pero perfeccionándolo y aumentando su potencial regulador y democrático en función de las necesidades surgidas de la
propia experiencia.
El problema, como es fácil de imaginar, tiene por
causa primordial el incumplimiento de aquellos
dos requisitos que se acaba de enunciar como fundamentales y necesarios. Dicho en otras palabras,
Presidentes y Asambleas Nacionales en Centroamérica, de un modo u otro, todavía confieren asiento en la Suprema Corte a personajes allegados a
los gobernantes o que no cuentan con los méritos
o la preparación indispensables, con el propósito
de asegurarse una Corte leal. Y, además, lo hacen
mediante procesos que carecen de legitimidad democrática, debido a su secretismo, a las cortapisas
impuestas a la participación ciudadana, o a los márgenes de arbitrariedad permitidos para la toma de
decisiones por parte de las autoridades públicas.
Algunas de las principales medidas a adoptar o de
las principales alternativas entre las cuales elegir
para superar las dificultades observadas en la realidad, son las siguientes:
Así pues, es necesario conservar y robustecer el mecanismo de participación de la sociedad civil en la
etapa de postulación de candidatos a jueces supremos (y, en general, en todo el proceso de selección y
nombramiento), tornándolo más efectivo y poderoso.
Tal mecanismo constituye sin duda un avance en la
dirección adecuada y puede contribuir a mejorar la
calidad de la nómina de magistrados de la Corte, así
como su independencia. Y es que su correcta regulación y aplicación tienen el potencial de atemperar
y encauzar el ejercicio de los poderes formales e informales de Gobierno y Legislativo, al brindar a las
instituciones de la sociedad civil facultades para presentar candidatos, tachar a los que juzguen incompetentes o impropios por alguna razón, integrar el
órgano de nominación, intervenir en la deliberación
democrática y, especialmente, sujetar el proceso a
escrutinio público.
2) La participación ciudadana durante la etapa de
nominación ha de consistir en conformar, mediante convocatoria amplia y plural, el órgano
de selección (composición mayoritaria o importante de representantes de la sociedad civil), y en
llevar a cabo el proceso que ha de concluir en
alcanzar una propuesta al Poder Legislativo (al
Presidente de la República, en los casos de Panamá y Nicaragua).
Fundación para el Debido Proceso DPLF
1) La regulación legal del mecanismo debe hacerse al mayor nivel posible, con vistas a garantizar su estabilidad y previsibilidad, y, por tanto,
ofrecer mayor seguridad jurídica. Lo ideal es
que el mecanismo tenga rango constitucional y
luego sea desarrollado por la ley. Cuando no es
así, sino que su régimen jurídico está contenido
en normas reglamentarias (como ocurría en Panamá), el riesgo de su modificación por razones
políticas coyunturales y arbitrarias se ve incrementado.
3) Especial cuidado debe ponerse en evitar que la
entidad nominadora se vea copada o controlada indebidamente por los poderes políticos (o,
eventualmente, fácticos), para lo que se debe
regular de manera adecuada los mecanismos de
selección de los sectores o grupos sociales y de
las instituciones ciudadanas que alcanzarán un
asiento en dicha entidad. Aquí también, por cierto, son de plena aplicación el principio democrá-
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 49
Jueces independientes en la Corte Suprema de Estados Unidos de América
Si bien el sistema de selección y nombramiento
de los jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos
de América es un sistema «político», conforme al cual
el Presidente de la República nomina y el Senado
ratifica, diversos mecanismos y prácticas contribuyen
a asegurar que los miembros del máximo tribunal
sean personas idóneas e independientes.
Destacan los siguientes:
1) El Gobierno investiga los antecedentes de los
posibles postulantes.
2) Desde los años cincuenta, un Comité Especial
de la Asociación Americana de Abogados hace
evaluaciones detalladas de la competencia
profesional de cada candidato potencial.
3) El Comité de Asuntos Judiciales del Senado
realiza su propia investigación de cada
candidato presidencial.
4) Todo el proceso de selección está abierto al
escrutinio público, inclusive en la etapa de
examen y decisión ante el Senado, que lleva
a cabo audiencias públicas con acceso a los
medios de comunicación.
Fuentes: Gur-Arei, Mina and Russell Wheeler, «La independencia judicial en los Estados Unidos: temas de actualidad e información
relevante sobre antecedentes», en USAID, Pautas para promover la independencia y la imparcialidad judicial, Washington DC, USAID, 2002,
pp. 156-158; Guarnieri, Carlo y Patrizia Pederzoli, Los jueces y la política. Poder Judicial y democracia, Madrid, Taurus, 1999, pp. 36-38; Ruiz,
Vanessa, «Experiencia de los jueces en Estados Unidos con los medios de comunicación: la distinción entre crítica y comentario legítimo
e intimidación», en Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Iniciativas de la sociedad civil para la transparencia en el sector judicial,
Washington DC, DPLF, 2002, pp. 173-174.
tico y el principio de transparencia.
Un ejemplo de distorsiones indebidas en la composición y actuación de los entes nominadores
viene ofrecido por lo que ocurre en Guatemala.
En efecto, en este país, se observa injerencia política para conformar las Comisiones de Postulación, tanto a nivel del sector universitario como
del sector de abogados y notarios48.
4) Para la tarea de selección o postulación, el órgano integrado por la sociedad civil debe tener
garantizada su autonomía (por ejemplo, no depender ni directa ni indirectamente del Gobierno,
como ocurriría si la Secretaría Técnica del orga Véase Fundación Myrna Mack, «Observaciones, reflexiones
y denuncia acerca de los más recientes y graves atentados contra la independencia de magistrados y abogados en
Guatemala – Informe a la Relatora Especial de Naciones
Unidas sobre la Independencia de los Magistrados y Abogados», Guatemala, Fundación Myrna Mack, junio de 2010,
pp. 9-17 (disponible en www.myrnamack.org.gt); Leonardo
Segura, Mónica, «Independencia y transparencia del Poder
Judicial en Guatemala», Washington DC, DPLF, 2011, pp.
18-19.
48
nismo fuese desempeñada por una entidad gubernativa), contar con plazos adecuados, recibir
potestades para realizar pruebas y entrevistas,
audiencias y evaluaciones, así como para autoorganizarse y adoptar regulaciones internas,
contar con presupuesto y con apoyo administrativo y logístico.
Desde luego, dicho órgano debe asimismo trabajar de manera abierta y transparente, de suerte
que la ciudadanía pueda estar permanentemente informada de lo que vaya ocurriendo.
5) Es conveniente que esté previamente establecido, de manera clara y conforme a la ley, el perfil del magistrado que se busca nombrar y los
criterios (de mérito) que orientarán el trabajo de
evaluación y nominación de la Comisión de Selección o Junta Nominadora (o su equivalente).
6) La propuesta que elaborará la Comisión de Selección o Junta Nominadora (o su equivalente) puede comprender un rango más o menos
amplio de alternativas. Una primera opción es
la de confeccionar una lista de candidatos aptos
Fundación para el Debido Proceso DPLF
50 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
(eliminando a quienes no reúnen las condiciones
mínimas), entre los cuales el Parlamento elige
(el Presidente de la República nomina, en los casos de Panamá y Nicaragua), con un amplio margen de discrecionalidad.
Una segunda posibilidad es calificar a los candidatos con puntajes asignados conforme a una
tabla de puntuación prefijada del modo más objetivo y riguroso posible, de suerte que la Comisión (o su equivalente) establece un orden de
méritos. Esta alternativa puede combinarse con
una regla que obligue al Parlamento a elegir (al
Presidente a nominar, en los casos panameño y
nicaragüense) entre los tres o cinco primeros de
la lista, o, en todo caso, si elige (o nomina) a alguien ubicado más abajo, con obligación legal de
brindar una fundamentación especial. También
podría estipularse, complementariamente, que
la Asamblea Nacional (el Jefe de Estado, en los
casos de Panamá y Nicaragua) estará impedido
de elegir (o postular) a un candidato cuyo puntaje
sea inferior a un mínimo (por ejemplo, inferior a
la mitad de puntos posibles) o que esté situado
después de determinado puesto (por ejemplo,
después de la mitad de la lista).
Una tercera opción es que el orden de precedencia fijado por la Comisión de Selección o Junta
Nominadora (o su equivalente) sea «vinculante», por lo que la Asamblea Nacional (el Presidente de la República, en Panamá y en Nicaragua)
estaría obligada a nombrar (o postular) a quien la
Comisión colocó en el primer puesto de la lista de
candidatos, tras el concurso de méritos. Sólo si
éste no pudiera asumir el cargo por alguna razón,
podría nombrarse (o postularse) al siguiente candidato (sólo a él) y así sucesivamente.
7) La legislación debe prever de manera expresa
que el Parlamento no podrá seleccionar (ni el
Presidente nominar, en los casos panameño y
nicaragüense) a quien no haya sido propuesto
por la Comisión o Junta Nominadora (o su equi-
Fundación para el Debido Proceso DPLF
valente). Esto casi sucedió en el proceso de selección de magistrados supremos verificado en
Honduras en el año 2008, mientras que efectivamente ocurrió en Panamá durante las nominaciones del año 2010. No obstante, no tiene
sentido ni es respetuoso de los mecanismos democráticos el permitir a las autoridades políticas
dejar de lado el trabajo del órgano integrado por
la sociedad civil, máxime si ha sido realizado con
el debido rigor y respetando las formas y garantías constitucionales y legales.
8) Durante la segunda etapa del proceso, una vez
que la Asamblea Nacional ha recibido la nominación, el rol de la sociedad civil debe ser, más
bien, uno de observación y vigilancia. En esta
etapa, las instituciones cívicas pueden exigir que
la actuación del Congreso sea transparente y expuesta al escrutinio público, para lo que resulta
muy recomendable la realización de audiencias
públicas, con acceso (debidamente regulado) de
los medios de comunicación.
9) Debería reconocerse a la ciudadanía el derecho
a presentar tachas contra los candidatos, siempre que estuvieren debidamente sustentadas,
en especial durante la etapa de nominación o
postulación. Este derecho podría ser extendido a
la etapa de ratificación o designación parlamentaria, sobre todo si es que, contra lo que parece más aconsejable, la legislación permite a la
Asamblea Nacional nombrar (al Jefe de Estado
postular, en los casos panameño y nicaragüense) a un candidato que no figura en la lista propuesta por la Comisión o Junta Nominadora (o su
equivalente).
Respecto de todas y cada una de estas medidas y alternativas, la ciudadanía y sus instituciones pueden
desplegar acciones de seguimiento y participación,
tanto para intervenir en el proceso de postulación o
nominación de jueces supremos (y, en general, en
todo el proceso de selección y nombramiento) como
para vigilar su adecuado desarrollo, incluyendo la
formulación de propuestas específicas de regulación
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 51
o de actuación de las entidades responsables.
Una forma adicional en la que los ciudadanos y las
organizaciones de la sociedad civil pueden hacer seguimiento y participación sobre el proceso de selección y nombramiento de los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia, contribuyendo al fortalecimiento de la independencia judicial, es la de promover y
defender una reforma del sistema de selección vigente. Se trata, claro, de una modificación muy significativa y delicada, por lo que deberá ser cuidadosamente evaluada, a la luz de las peculiaridades de
cada nación. Como quiera que fuere, la ciudadanía
puede alentar la sustitución del sistema de selección
político por otro que ofrezca mayores garantías para
la preservación de una Corte Suprema independiente, como puede ser, por ejemplo, el sistema de selección mediante los Consejos de la Judicatura o de
la Magistratura.
Si bien los Consejos de la Judicatura —a veces también llamados Consejos Superiores o del Poder Judicial— existen en varios países de América Central,
ninguno ha recibido atribuciones para intervenir en
el nombramiento de los jueces supremos, menos
aun para realizar tal nombramiento (salvo en el caso
de El Salvador, donde el Consejo participa en la postulación de candidatos). No obstante, permanece
abierta la posibilidad teórica de mejorar, tanto en
los enunciados legales como en la aplicación práctica, el mecanismo de selección de magistrados de
la corte de cúspide mediante el otorgamiento de la
función de nombramiento a los Consejos de la Judicatura.
En consecuencia, en aquellos países en los que el
contexto político-institucional y sus peculiaridades
históricas favorezcan el acoger y adaptar la institución del Consejo de la Judicatura para el nombramiento de jueces supremos —como sucede en Perú,
aunque en este país el Consejo Nacional de la Magistratura nombra a los jueces y fiscales de todos los
niveles, salvo cuando provengan de elección popular
(artículos 150 y 154, Constitución)—, las organiza-
ciones cívicas pueden también participar y colaborar
mediante el fomento de esta medida.
Selección y nombramiento de jueces
inferiores
En el área centroamericana, la designación de los
miembros de juzgados y tribunales inferiores (de
primera y segunda instancias) se halla encomendada predominantemente a la misma Corte Suprema
de Justicia49, configurándose así el sistema denominado «de cooptación», es decir, aquel en el cual son
los propios jueces quienes seleccionan el personal
que ha de llenar las plazas vacantes en la institución
judicial. Existen, sin embargo, algunas excepciones
que deben ser tenidas en cuenta.
Una primera excepción a este régimen (excepción
parcial) viene dada por Guatemala, donde los jueces de las Cortes de Apelaciones (o de segunda instancia) son nombrados mediante un procedimiento
similar al que existe para magistrados del máximo
tribunal (esto es, la Comisión de Postulación, con
presencia mayoritaria de la sociedad civil, propone
una nómina, de entre la cual elige el Congreso de la
República). No obstante, los jueces de primera instancia guatemaltecos son nombrados por la Corte
Suprema, al igual que en la práctica prevaleciente en
el resto de la región.
Una segunda excepción (también parcial) es el caso
de Panamá, donde los jueces de primer grado no deben ser designados por la Corte Suprema de Justicia
—ni por el Congreso de la República, sin embargo—,
sino por el órgano jurisdiccional inmediatamente superior, según estipula el artículo 209 del texto constitucional. El nombramiento de los magistrados de
segundo grado panameños, empero, está reservado
Véase Díaz Rivillas, Borja y Linares Lejarraga, Sebastián,
«Fortalecimiento de la independencia judicial en Centroamérica: un balance tras veinte años de reformas», en América Latina Hoy núm. 39, Universidad de Salamanca, España, 2005, pp. 62-64; Programa Estado de la Nación (PEN),
Segundo informe sobre desarrollo humano en Centroamérica
y Panamá, San José de Costa Rica, PEN, 2003, pp. 288-289.
49
Fundación para el Debido Proceso Legal DPLF
52 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
constitucionalmente al máximo tribunal de la corporación, confirmando la tendencia general.
Una tercera excepción (igualmente parcial) es la de
Costa Rica, donde los jueces del primer peldaño en
la estructura jurisdiccional no son nombrados ni por
la Corte Suprema ni por sus superiores jerárquicos
(en sentido funcional, se entiende) —tampoco, por
cierto, por el Parlamento—, sino por el así llamado
Consejo Superior, si bien éste se halla mayoritariamente integrado por jueces y bajo control de la Corte
Suprema. No obstante, los jueces de casación y de
tribunales colegiados (de segunda instancia) son designados por el tribunal de cúpula, como en la generalidad de los casos.
En suma, puede afirmarse que el sistema de selección y nombramiento de jueces inferiores en los diversos países del istmo es el de cooptación, que excluye la intervención de los poderes políticos y otorga
la potestad de designación a los mismos jueces.
Destaca el rol predominante de la Corte Suprema de
Justicia, que en casi todos los casos ejerce directamente la facultad de nombramiento o lo controla por
vía indirecta. En algún caso (Guatemala), subsiste a
este nivel del reclutamiento judicial (el nivel de los
tribunales inferiores) la institución del nombramiento de naturaleza política (potestad de la Asamblea
Nacional).
Conviene ahora detenerse, siquiera brevemente,
en revisar cómo funciona el mecanismo de reclutamiento judicial por cooptación para órganos jurisdiccionales inferiores en América Central. Para los
propósitos del presente Manual, debe indicarse aquí,
sin que sea necesario entrar en demasiados detalles, que los ordenamientos jurídicos nacionales han
previsto la intervención de los Consejos de la Judicatura o Consejos Judiciales (la terminología es más
o menos variable de un país a otro), como entidades
nominadoras o de selección. Dicho en otras palabras, y hablando en términos generales, existe un
órgano (el Consejo) que tiene la función de realizar
la nominación o postulación, quedando reservada
Fundación para el Debido Proceso DPLF
al tribunal de cúpula de la corporación judicial (o,
en su caso, a los tribunales superiores o al Consejo
Superior) la potestad de nombrar a los jueces inferiores.
Ahora bien, algunas precisiones deben ser introducidas a fin de que pueda entenderse a cabalidad el
funcionamiento del mecanismo, así como apreciarse
tanto sus beneficios como sus desventajas. En primer lugar, debe observarse que el contexto institucional en el que opera el reclutamiento judicial
por cooptación es el de la carrera judicial, lo que de
por sí apunta a excluir eventuales arbitrariedades.
Esto significa que la Constitución y/o las leyes prevén que el ingreso, la permanencia y el ascenso (así
como la salida) de la institución se deben de regir
por el principio del mérito y la capacidad profesional,
desplazando a los tradicionales criterios políticos de
selección y promoción en el aparato jurisdiccional.
En efecto, el establecimiento de la carrera judicial —
que, como se ha dicho en un acápite anterior, ha sido
consagrada en todos los países de la región, excepto
en Panamá (donde, sin embargo, existe un proyecto
de ley de carrera judicial aprobado en primera votación por la Asamblea Nacional en el año 201050)—
debe ser tenido en cuenta, ya que orienta y dota de
sentido al sistema de selección mismo.
¿Qué consecuencias se siguen de esto? Al menos,
dos muy importantes:
1) Todo el proceso de reclutamiento de jueces inferiores se debe impregnar del principio del mérito, determinando que cada una de sus etapas,
desde la selección hasta la designación, han configurarse como actuaciones técnicas orientadas
a elegir a los mejores postulantes, atendiendo
únicamente a sus capacidades y calificaciones.
2) Los órganos y procedimientos a diseñar y apli Véase Castillo, Magaly y Gina de la Guardia Fernández, «Independencia y transparencia del Poder Judicial en Panamá», Washington DC, DPLF, 2011, p. 10.
50
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 53
car deben evitar cualquier distorsión que pudiera
conducir a nombramientos indebidos o que pudiera suponer una amenaza a la independencia
de los jueces.
En segundo lugar, debe notarse que, si bien el atribuir la potestad de nombramiento a la Corte Suprema apunta a excluir la interferencia de los poderes
políticos, los cuales tuvieron tradicionalmente el
control directo (en Guatemala aún lo mantienen parcialmente, a nivel de tribunales de apelación, como
se ha indicado líneas arriba), un propósito similar
—en cuanto encaminado a impedir interferencias
indebidas o afectación de la independencia judicial—
debe perseguirse respecto del poder excesivo que
detenta la misma Corte. Es precisamente por esta
razón que, en todos los países de Centroamérica,
han sido creados los Consejos de la Judicatura o
Consejos Judiciales. Su finalidad primordial es, por
lo tanto, constituirse en una instancia de contrapeso y balance frente a la Corte Suprema, colaborando
en la correcta selección y nombramiento de los jueces inferiores.
En tercer lugar, sin embargo, debe repararse en que
el modelo de Consejo Judicial adoptado en Centroamérica es débil y limitado. No sólo es que su rol es
meramente «coadyuvante» (contribuye a preparar la
decisión y hace propuestas, pero no decide), sino que
por lo general el nuevo organismo se halla integrado
al aparato judicial y, por lo tanto, está sujeto jerárquicamente a la cúpula institucional (salvo el caso de El
Salvador, donde el Consejo Nacional de la Judicatura no integra el Poder Judicial y tiene carácter «formalmente» independiente). Adicionalmente, la Corte
Suprema dispone de otros medios legales para dominar al Consejo, pues lo corriente es que cuente con
alguna o todas las siguientes atribuciones: nombra a
sus miembros, algunos magistrados supremos forman parte de la entidad, la preside el Presidente de la
Corte Suprema, la mayoría de miembros del Consejo
son jueces inferiores, la Corte Suprema es jerárquicamente superior en lo funcional (dirige su operación
o puede revocar o modificar sus decisiones) y, por úl-
timo, es quien debe decidir el nombramiento, para lo
que puede desestimar lo propuesto por el Consejo.
De allí que, en la aplicación práctica de las instituciones y normas previstas para seleccionar y nombrar a
los jueces de juzgados y tribunales de primera y segunda instancia en Centroamérica se registre, como
en el caso del reclutamiento de los vocales supremos, descontento y críticas entre los mismos miembros de la judicatura, así como entre los usuarios
del Poder Judicial y entre los estudiosos y analistas.
Debe, pues, ponderarse debidamente los pros y contras del mecanismo existente, a fin de tomar dos decisiones de especial relevancia, a saber:
1) La decisión de si conservar el sistema de selección y nombramiento de jueces inferiores «por
cooptación» o si sustituirlo por otro más ventajoso, como puede ser, por ejemplo, el sistema de
nombramiento encomendado al Consejo de la
Judicatura (su función ya no sería solamente de
propuesta o postulación, sino que haría el nombramiento mismo, como ocurre en el Perú).
Esta segunda alternativa, desde luego, tendría
por objetivo especial el de fortalecer la dimensión de la independencia interna de los jueces
inferiores, y su viabilidad habría de evaluarse a
la luz del contexto político-institucional de cada
país y de sus peculiares circunstancias históricas y culturales. Desde luego, en más de un caso
esta opción exigiría una reforma constitucional,
con todo lo que ello implica.
2) En caso se opte por mantener el mecanismo actual, la decisión de cuáles deben ser las correcciones y mejoras a realizar, a fin de optimizar su
funcionamiento, garantizando de modo más adecuado la independencia judicial interna.
Es claro que, para la adopción de cada una de estas
decisiones, la ciudadanía y las instituciones de la sociedad civil pueden hacer labores de seguimiento y
participación, con el propósito de contribuir a fortalecer la independencia de los jueces. Como es de su-
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54 | Manual para defender los derechos de los pueblos indígenas
El Consejo Nacional de la Magistratura de Perú: encargado de los nombramientos judiciales
Conforme a la Constitución peruana de 1993,
actualmente en vigor, el Consejo Nacional de la
Magistratura (CNM) es el ente encargado de hacer
todos los nombramientos de jueces y fiscales,
incluyendo los de magistrados de la Corte Suprema,
con la única excepción de aquellos que tienen origen
electoral (pueden ser elegidos los jueces de paz y los
de primera instancia, de conformidad con el artículo
152 de la misma Carta constitucional).
El Consejo, que tiene una composición plural,
con predominio de los miembros que proceden
de las instituciones de la sociedad civil —también
participan jueces, pero no representantes de los
poderes políticos— tiene a su cargo todo el proceso
de selección y nombramiento, para lo que debe
realizar concursos públicos de méritos y evaluaciones
personales (artículo 154, Constitución).
poner, muchas acciones son imaginables: emisión de
opiniones informadas y técnicas, formulación de propuestas, búsqueda de consensos políticos, vigilancia
sobre la inacción de los poderes públicos, crítica de
decisiones desacertadas, campañas de sensibilización de la ciudadanía o de los propios entes estatales,
talleres de capacitación de agentes públicos y privados, etcétera.
Como quiera que fuere, interesa poner de relieve
aquí algunas tendencias de carácter general, junto
con algunos problemas y algunas alternativas de solución de naturaleza más bien específica, de cara a la
situación actual que prevalece en Centroamérica en
materia de nombramiento de jueces inferiores; todo
lo cual debiera ser tenido en consideración por las
instituciones cívicas a la hora de definir sus estrategias de participación e incidencia en este campo:
1) Una tendencia histórica observable en la región
centroamericana parece ser la de ir suprimiendo
paulatinamente el sistema de selección y nombramiento «político» de jueces inferiores, quienes más bien han ido siendo incorporados a la
carrera judicial.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
De esta manera, el texto constitucional peruano
intenta despolitizar los nombramientos judiciales y
fiscales, al excluir toda participación del Ejecutivo y
del Parlamento.
Entre las medidas adoptadas por el Consejo para
hacer más transparente su labor se encuentra la
previsión de audiencias públicas para entrevistar a los
candidatos, al final del proceso de selección.
Diversa información sobre los procesos de
nombramiento de jueces y fiscales de todos los grados
—incluyendo los del tribunal de cúpula—, tales como
los reglamentos, las convocatorias, los resultados,
las estadísticas, etcétera, puede ser consultada en la
página web institucional (www.cnm.gob.pe).
2) Otra tendencia histórica, que parece afirmarse de
manera decidida en años recientes, es la de consagrar e implementar la carrera judicial, a fin de
despojar los nombramientos de elementos de interferencia política o amenazas a la independencia
judicial, en particular, a la independencia interna,
debido al excesivo poder de las cúpulas judiciales.
Algunos problemas específicos parecen residir
en la necesidad de desarrollar y aplicar de modo
adecuado los principios de la carrera judicial,
tanto a través de la legislación como, en especial, mediante su puesta en práctica y cumplimiento por las instituciones a cargo.
Entre las posibles medidas de solución deben
ser tenidas en consideración las siguientes:
a) Aprobar la ley de carrera judicial (Panamá)
o mejorar su texto en aquellos casos en que
ello se requiera (Honduras y Nicaragua,
por ejemplo).
b) Reglamentarla de manera correcta.
c) Otorgar los recursos económicos para im-
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 55
plementar los órganos y dependencias administrativas que son necesarios para administrar la carrera judicial.
d) Crear y organizar la nueva estructura
orgánica.
e) Dotar de autonomía a dichos órganos, en
especial, disminuyendo la injerencia de la
Corte Suprema.
f) Cuidar de mejorar los procesos de selección y nombramiento sobre la base de las
primeras experiencias.
g) Informar periódicamente al Parlamento y
a la ciudadanía, y mantener una política
de rendición de cuentas en materia de
nombramientos de jueces inferiores.
3) Finalmente, también parece ser una tendencia histórica regional la de disminuir el rol de
la Corte Suprema de Justicia en la selección y
nombramiento de los jueces inferiores. Si bien la
Corte aún conserva, en general, el poder de la
decisión última, a todo lo largo y ancho del istmo
se aprecia un conjunto de medidas orientadas a
disminuir su papel o a limitarlo.
En tal sentido, la medida limitadora más destacada resulta la creación de los Consejos de
la Judicatura o Consejos Judiciales, aunque su
rol es mayoritariamente coadyuvante y se mantienen, hablando en términos generales, bajo la
égida del tribunal de cúspide (pero el Consejo de
la Judicatura salvadoreño es independiente del
Poder Judicial, si bien sus atribuciones sólo se
extienden a la nominación de candidatos a jueces
de juzgados y tribunales inferiores).
Seguimiento y participación
ciudadana en el control de la
corrupción judicial
Factores culturales y modalidades
de corrupción judicial
La existencia de corrupción es uno de los problemas
más graves que aquejan a los Poderes Judiciales en
Centroamérica51. Sus efectos nocivos son múltiples:
(i) erosiona el Estado de Derecho, ya que impide la
aplicación igualitaria de la ley y la resolución justa de las controversias (los poderosos son los que
ganan los litigios, aun en contravención del ordenamiento jurídico); (ii) hace ineficaces los mecanismos
democráticos, al provocar que la judicatura falle en
su tarea de controlar jurisdiccionalmente a los poderes públicos (teoría de la división de poderes y de
los frenos y contrapesos); (iii) dificulta seriamente el
buen funcionamiento de los mercados económicos,
incrementando los costos de transacción, haciendo
incierto el cumplimiento de los contratos y la protección de la propiedad, y, en general, afectando la
seguridad jurídica.
Desde luego, la corrupción judicial es parte de un
fenómeno más vasto, que alcanza a todo el aparato estatal y aun a todo el tejido social, en los diversos países del área centroamericana. En efecto, las
prácticas de corrupción se hallan extendidas entre
los agentes del Estado y forman parte de la vida diaria de amplios sectores de la ciudadanía. Al punto
que una investigación llevada a cabo por DPLF en la
región hace pocos años, encontró que existía «tolerancia» frente a la corrupción en las sociedades de
América Central, en particular, frente a los casos
considerados «leves», los cuales eran a menudo reputados como formas de compensación frente a las
injusticias sociales.
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la
corrupción judicial y de los mecanismos para combatirla en
Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, p.
21.
51
Fundación para el Debido Proceso DPLF
56 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
Es más, el citado estudio encontró que las personas
colocaban los actos corruptos en una escala de gravedad, cuyas variaciones (más grave o menos grave)
dependían de factores tales como la motivación del
agente (egoísta o altruista), el rango de la persona
(de alto o bajo estrato socio-económico), el impacto
social de la conducta (más o menos dañina) y la cantidad de dinero involucrada (mucha o poca plata). En
función de estos elementos, la gente fijaba un «umbral de tolerancia» frente a las prácticas corruptas y
aceptaba como justificados aquellos comportamientos de corrupción que eran percibidos como de menor incidencia social52.
Por poner un ejemplo, conforme a estos criterios, socialmente puede entenderse como justificado el que
un poblador pobre pague una coima de poco monto
a un funcionario público, para obtener la atención a
que tiene derecho en un servicio estatal a favor de un
hijo pequeño (servicio de salud, educación, administración de justicia, etcétera). En un caso así, la valoración social subyacente parecería ser que se trata
de una persona desvalida o en desventaja social (poblador pobre), que actúa impulsada por una motivación noble o altruista (beneficiar a su hijo pequeño),
que el pago ilegal es exiguo (coima de poco dinero)
y que el daño social es menor o irrelevante (se paga
para que el funcionario público haga algo que forma
parte de sus deberes de función).
Como quiera que fuere, debe tenerse en cuenta, en
particular, que la corrupción judicial es, si cabe hablar de este modo, doblemente grave, ya que supone
que el funcionario encargado de combatir la corrupción (el juez) es, también él, un corrupto. Queda, así,
desprotegida la sociedad. Y es que si los jueces —que
tienen como parte de su misión el sancionar el delito
y, por lo tanto, los actos de corrupción cometidos por
gobernantes y otros oficiales del Estado— reciben
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la
corrupción judicial y de los mecanismos para combatirla en
Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, pp.
22 y 46-48.
52
Fundación para el Debido Proceso DPLF
sobornos o participan en otras formas de ilegalidad,
entonces el accionar de los corruptos quedará cubierto con un manto de impunidad, en perjuicio de
todo el país.
Desde la fecha en que se publicó el referido estudio de DPLF (en el año 2007), las cosas no parecen
haber cambiado de modo significativo, ni en la judicatura ni en la sociedad de América Central. Antes
bien, diversos testimonios, análisis e investigaciones
recientes coinciden en que siguen siendo altos los
niveles de corrupción en general y que también lo
son en el Poder Judicial53. Así pues, considerando la
compleja realidad de la corrupción en Centroamérica, es claro que el éxito en la lucha por controlarla y
erradicarla, incluyendo en lugar destacado sus manifestaciones en sede jurisdiccional, exige también
la modificación de arraigadas pautas culturales
(valoraciones y actitudes) que están presentes en
toda la colectividad.
Para los efectos del presente Manual, es importante tener en cuenta el contexto político-institucional
y cultural en que se produce la corrupción judicial,
pues de otro modo no es posible entender la complejidad del fenómeno, sus causas y manifestaciones,
y, por ende, tampoco será posible idear y poner en
práctica políticas y medidas que puedan contenerla
Véase LAPOP, Cultura política de la democracia, 2010. Consolidación democrática en las Américas en tiempos difíciles,
Nashville, Tennessee, Vandervilt University, 2010, pp. 7177; Programa Estado de la Nación (PEN), Informe Estado
de la región en desarrollo humano sostenible, San José de
Costa Rica, PEN, 2008, pp. 311-312; LAPOP, Cultura política
de la democracia en El Salvador, 2010, Nashville, Tennessee,
Vandervilt University, 2010, pp. 94-101; LAPOP, Cultura política de la democracia en Guatemala, 2010, Nashville, Tennessee, Vandervilt University, 2010, pp. 86-93; LAPOP, Cultura política de la democracia en Honduras, 2010, Nashville,
Tennessee, Vandervilt University, 2010, pp. 78-86; LAPOP,
Cultura política de la democracia en Nicaragua, 2010, Nashville, Tennessee, Vandervilt University, 2010, pp. 73-82;
LAPOP, Cultura política de la democracia en Panamá, 2010,
Nashville, Tennessee, Vandervilt University, 2010, pp. 7484.
53
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 57
y erradicarla, con la participación y colaboración de
la ciudadanía y las instituciones de la sociedad civil.
Pero, ¿cuáles son las causas y modalidades de corrupción judicial que han de ser tomadas en consideración, para definir cómo pueden intervenir las organizaciones cívicas a fin de procurar la adopción de
medidas de contención y mejora? Al menos, deben
ser puestos de relieve los dos siguientes niveles54:
1) La tendencia del poder político (y a menudo también de los poderes fácticos, como, por ejemplo,
el poder económico) a controlar a la judicatura
encuentra un instrumento privilegiado en los
mecanismos de nombramiento de los jueces, en
particular, a nivel de la Corte Suprema de Justicia.
Como ya ha sido señalado en acápites precedentes, los problemas de diseño y aplicación de los
sistemas de selección y nombramiento de jueces
pueden afectar la independencia de la judicatura. Ello puede dar lugar a casos de corrupción
judicial de gran envergadura o de gran impacto
político (corrupción de influencia política). Ejemplos de este tipo de corrupción serían sentencias
judiciales de exculpación indebida de actos de
corrupción de gobernantes, o de autorización
inconstitucional de una nueva candidatura presidencial inmediata del Jefe de Estado en ejercicio.
2) Los problemas estructurales del Poder Judicial (de organización y funcionamiento) pueden
causar o ser ocasión para el surgimiento de una
serie de prácticas de corrupción sistémica (es
decir, inherentes al sistema judicial mismo), de
distinta gravedad o intensidad (muchas veces
mediana o leve).
Estas prácticas están asociadas con las dificulta Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la
corrupción judicial y de los mecanismos para combatirla en
Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, pp.
49-67.
54
des que enfrentan los aparatos jurisdiccionales
centroamericanos para cumplir con eficiencia
sus funciones. Entre ellas destacan las siguientes:
a) La excesiva duración de los juicios (mora
judicial o dilaciones judiciales).
b) Las fallas en los sistemas aleatorios (basados en la suerte o el azar) de distribución de los procesos entre los distintos órganos jurisdiccionales.
c) Las deficiencias de gestión o administración de los despachos judiciales (por
ejemplo, en materia de notificaciones, programación de audiencias, conservación de
bienes, depósitos de dinero, etcétera).
d) La indebida delegación de funciones jurisdiccionales al personal de apoyo judicial
(los auxiliares no deben hacer las tareas
que, por su relevancia, son de responsabilidad exclusiva de los jueces).
La gama de modalidades de corrupción judicial
vinculadas con la ineficiencia de la administración de justicia es, como puede imaginarse muy
amplia. Algunos ejemplos son los siguientes:
1) Cobros indebidos por emitir órdenes de libertad, o por alterar la tipificación de los
delitos, o por no liberar a personas injustamente encarceladas.
2) Cobros indebidos por acelerar trámites.
3) Extravío deliberado de expedientes o de
pruebas.
4) Manipulación de notificaciones.
5) Alteración de documentos oficiales.
6) Arbitrariedad en la programación de audiencias y diligencias judiciales.
7) Embargos irregulares.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
58 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
8) Enriquecimiento ilícito, cohechos, tráfico
de influencias, etcétera.
Formas de lucha contra la corrupción
judicial y participación ciudadana
A la luz de la realidad de la corrupción judicial en
Centroamérica, algunas formas de lucha contra este
flagelo en las que la ciudadanía y sus instituciones
pueden contribuir mediante acciones de seguimiento y participación, son las siguientes55:
1) Elaboración de políticas integrales y específicas orientadas a abordar la compleja problemática de la corrupción judicial. Hasta ahora
el mayor peso del combate a la corrupción en la
judicatura se apoya en dos mecanismos tradicionales, no específicamente orientados a contener
y erradicar las prácticas corruptas en sede jurisdiccional, y que han probado ser insuficientes.
Tales mecanismos tradicionales son, de un lado,
el régimen disciplinario para jueces y personal
auxiliar, y, de otro lado, la labor de persecución
del delito encomendada al Ministerio Público (o
Fiscalía o Procuraduría de la Nación).
2) Elaboración de políticas preventivas, orientadas a impedir la producción de los actos de
corrupción, a través de medidas educativas y
de capacitación, sensibilización y formación en
derechos. En la actualidad, este componente
preventivo casi no existe, habiéndose optado por
privilegiar los enfoques represivos.
3) Mejoramiento del régimen disciplinario para
jueces y personal auxiliar de la judicatura. Si
bien se constata la existencia de avances en la
región, en particular vinculados con la aprobación e implementación de la carrera judicial —lo
que, hay que insistir en ello, es muy importan Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la
corrupción judicial y de los mecanismos para combatirla en
Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, pp.
67-77.
55
Fundación para el Debido Proceso DPLF
te—, subsisten deficiencias de diseño y aplicación en este terreno. Por ejemplo, aunque en
general el marco normativo define con más precisión las faltas disciplinarias y las correlativas
sanciones, todavía subsisten supuestos de infracciones vagos o imprecisos (del tipo «faltar al
decoro» o «infringir los deberes fundamentales
del cargo»), lo que permite un ejercicio arbitrario
de las potestades disciplinarias por las autoridades judiciales superiores.
En particular, deben mejorarse los siguientes
aspectos puntuales:
a) Creación de normas para la protección especial de testigos.
b) Ampliar los plazos de prescripción de la
acción disciplinaria.
c) Establecer reglas procesales que favorezcan la probanza de los actos de corrupción
en sede disciplinaria.
d) Contar con personal especializado.
e) Controlar y evitar la alta rotación del personal encargado de la función disciplinaria, procurando excluir o reducir las posibilidades de prácticas corporativistas y
encubridoras (como cuando los jueces no
quieren investigar y sancionar a sus colegas, sobre todo si poco después dejarán la
función disciplinaria y volverán a desempeñar tareas jurisdiccionales).
f) Promover mayor iniciativa y celo de las
autoridades en el cumplimiento de las
labores disciplinarias, para evitar las investigaciones rutinarias (que consisten
básicamente en limitarse a tomar declaraciones a denunciantes y denunciados y
al personal de los tribunales, y en revisar
los expedientes judiciales), que a menudo conducen a resultados insatisfactorios
pues fallan al intentar acreditar la corrupción judicial.
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 59
Una medida especialmente efectiva es la de realizar las indagaciones disciplinarias procurando
determinar si en el juzgado o tribunal sujeto a
investigación existen «patrones» de comportamiento funcional irregular (es decir, una conducta irregular repetida y constante).
Desarrollar una serie de mecanismos de control
democrático, tales como la investigación del enriquecimiento ilícito de jueces y personal auxiliar
(en aquellos casos en los que pueda suponerse
que existe desequilibrio patrimonial), y el seguimiento a las declaraciones juradas de ingresos
y bienes de los miembros de la judicatura, incluyendo el levantamiento del secreto bancario
cuando ello sea relevante.
4) Desplegar acciones de transparencia como
política transversal, esto es, como política que
atraviesa todos los campos y niveles de la actividad judicial (en este caso, en relación al combate
a la corrupción en la judicatura).
Así, por ejemplo, debe abrirse a la participación
y al escrutinio público todas aquellas medidas y
acciones de prevención, persecución y sanción
de las prácticas corruptas. Algunos ejemplos
que pueden ser mencionados son los siguientes:
dar participación a la sociedad civil en la elaboración de políticas de combate a la corrupción judicial, dar a publicidad las decisiones disciplinarias definitivas, aceptar propuestas ciudadanas
sobre reformas a los marcos normativos, realizar talleres de convocatoria amplia (que incluyan a representantes de las instituciones cívicas)
para dialogar y debatir las políticas adoptadas y
evaluar los avances y dificultades, informar periódicamente mediante documentos de acceso
público (en los portales internet, por ejemplo),
llevar a cabo diálogos con la sociedad civil y la
prensa, etcétera.
Seguimiento y participación
ciudadana en la defensa de la
independencia judicial frente a
actores privados
La ciudadanía y las organizaciones de la sociedad
civil no sólo pueden contribuir a la defensa y promoción de la independencia judicial respecto de eventuales interferencias originadas en el propio aparato
jurisdiccional (lesión de la independencia interna), o
respecto de presiones e injerencias indebidas procedentes de actores externos que cumplen funciones políticas oficiales (típicamente, el gobierno y el
parlamento) (lesión de la independencia externa por
actores políticos). El rol de las instituciones cívicas
debe alcanzar también a los agentes privados que,
de diversas maneras, y como es de sobra conocido,
afectan la actuación independiente de los tribunales56.
En tal sentido, interesa en particular el trabajo de seguimiento y participación ciudadana que puede ser
efectuado en relación a tres actores privados cuyo
accionar tiene especial gravitación sobre la independencia de la judicatura, a saber, el poder económico,
el narcotráfico y los medios de comunicación.
En cuanto al poder económico, es claro que muchas
veces tiende lazos con los poderes políticos y con el
propio Poder Judicial, de suerte que, de manera directa o indirecta, ejerce influencia en la actividad de
los tribunales, a fin de favorecer sus intereses cor Véase Linares, Sebastián, «La independencia judicial: conceptualización y medición», en Burgos Silva, Germán (ed.),
Independencia judicial en América Latina. ¿De quién ¿Para
qué? ¿Cómo?, Bogotá, ILSA, 2003, pp. 110-111; Burgos Silva, Germán, «¿Qué se entiende hoy por independencia judicial? Algunos elementos conceptuales», en Burgos Silva,
Germán (ed.), Independencia judicial en América Latina. ¿De
quién ¿Para qué? ¿Cómo?, Bogotá, ILSA, 2003, p. 13. Véase
también USAID, Pautas para promover la independencia y la
imparcialidad judicial, Washington DC, USAID, 2002, pp. 5
y 6; Transparency International, Global Corruption Report
2007: Corruption in Judicial Systems, New York, Cambridge
University Press, 2007, p. 15.
56
Fundación para el Debido Proceso DPLF
60 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
porativos o empresariales. Sobre todo el gran poder
económico —por ejemplo, la gran empresa, a veces
de dimensión trasnacional— ha estado históricamente en situación de privilegio en Centroamérica,
cuando se ha visto obligado a comparecer ante los
jueces, para reclamar protección a sus derechos
(causas de Derecho privado: contratos, propiedad,
etcétera) o para rendir cuentas de sus actos (causas
de Derecho público o social: Derecho Penal, Laboral,
Ambiental, etcétera).
Desde luego, también los empresarios medianos y
pequeños pueden desarrollar estrategias orientadas
a controlar al aparato jurisdiccional, con frecuencia a
nivel regional o local —por ejemplo, a través de prácticas de corrupción sistemática—, lo que igualmente
debe ser combatido con vigor.
En lo que se refiere al narcotráfico, es uno de los
agentes privados con más poder y, en razón de su
nociva actividad delincuencial y su enorme potencial
de corrupción y violencia, debe ser enfrentado con
toda determinación y energía, para lo que se requiere diseñar políticas integrales que comprometan al
aparato jurisdiccional del Estado. Cada vez mayor
número de jueces pueden estar sufriendo intimidación y amenazas por parte de productores y traficantes de drogas (cuando no directamente violencia),
requiriéndose la adopción de medidas de protección.
Asimismo, parece estar también en aumento la infiltración y el control subrepticio por el narcotráfico
de determinados jueces u órganos jurisdiccionales,
mediante sobornos y otras formas de corrupción.
Finalmente, en lo que atañe a los medios de comunicación, éstos pueden también limitar la independencia de la judicatura, aunque, claro está, no se trate
de actividades delictivas ni de violencia o coacción.
Ocurre, sin embargo, que a través de la cobertura
periodística de hechos judiciales y de los espacios
mediáticos de análisis y opinión, se ejerce notable
influencia sobre la actuación funcional de los jueces,
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la cual puede devenir en indebida. Y es que los así
llamados «juicios paralelos» o «juicios mediáticos»
pueden llegar, en ocasiones, a constituir verdaderas
interferencias con la decisión independiente de los
jueces.
En todos estos casos, aunque es obvio que existen
importantes diferencias —en particular, la prensa
no suele actuar a través del delito ni la violencia—,
se trata de situaciones en las que actores privados
lesionan o inciden negativamente sobre la independencia del Poder Judicial, impidiendo o dificultando
su trabajo como órgano encargado de resolver los litigios de modo justo en aplicación del Derecho.
Como en otros supuestos, el rol de la sociedad civil
puede ser muy diverso, pero merece ser destacada
aquí la posibilidad de la denuncia bien sustentada
y la crítica firme en los casos en que el fenómeno
se exprese como actividad delictiva y eventualmente violenta. Las instituciones cívicas pueden asimismo llamar la atención de la ciudadanía acerca de la
existencia de vínculos impropios entre jueces y poderes económicos o delincuenciales (narcotráfico, por
ejemplo). En fin, pueden, por último, adelantar iniciativas encaminadas a brindar adecuada protección
a jueces íntegros que pudieran ser objeto de intimidación, coacción o violencia.
Por otra parte, es también posible que las organizaciones de la ciudadanía contribuyan a moderar,
con sus críticas y propuestas, los excesos en que a
veces incurren los medios de comunicación llevados
por su celo noticioso. En la misma línea de acción, la
sociedad civil puede ayudar a aliviar las tensiones y
a mejorar las relaciones entre prensa y judicatura,
por ejemplo, mediante la realización de talleres de
capacitación sobre temas judiciales para reporteros
o mediante la elaboración de propuestas de protocolos de actuación de la prensa respecto de juicios en
trámite, etcétera.
Capítulo 7
| 61
Seguimiento y participación
ciudadana para el fortalecimiento
de la transparencia judicial
Seguimiento y participación ciudadana en
reformas normativas y cambios institucionales
Como se ha indicado antes, la preocupación por la transparencia del Poder Judicial en Centroamérica es bastante reciente, habiendo cobrado impulso durante
la primera década del siglo XXI, esto es, mucho después que la cuestión de la
independencia de la judicatura (que ya tiene dos o tres décadas de figurar en la
agenda pública)57. Ello explica, siquiera de modo parcial, su retraso en cuanto a la
elaboración de marcos legislativos adecuados y en lo que se refiere a su debida
implementación o aplicación58.
Es importante recalcar, sin embargo, que la consecución de judicaturas transparentes forma parte también de los objetivos esenciales del actual movimiento
de reforma judicial centroamericano. En tal sentido, conviene insistir en que la
transparencia judicial aparece como la otra cara de la independencia judicial o su
necesario complemento. Ello quiere decir que ambas características de la judicatura son indispensables y que la una no puede existir sin la otra.
Es más, Poderes Judiciales fortalecidos en su independencia exigen, con mayor
énfasis (si cabe), una adecuada rendición de cuentas o acciones transparentes y
expuestas al escrutinio público59. En definitiva, entonces, puede formularse una
suerte de ecuación de la justicia propia del modelo de Estado constitucional y democrático de Derecho, la cual, en los términos más sencillos, se formula de la
siguiente manera:
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto, «Independencia y transparencia
de los Poderes Judiciales en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC, DPLF,
2011, pp. 2 y 19; Asociación por los Derechos Civiles (ADC), Acceso a la información y transparencia en el Poder Judicial. Guía de buenas prácticas en América Latina, Buenos Aires, ADC,
[2009], pp. 13 y 14.
58
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto, «Independencia y transparencia
de los Poderes Judiciales en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC, DPLF,
2011, pp. 16, 20 y 23.
59
Véase Ríos-Figueroa, Julio, «Institutions for constitutional justice in Latin America», in
Helmke, Gretchen and Julio Ríos-Figueroa (eds.), Courts in Latin America, New York, Cambridge University Press, 2011, p. 29; Hammergren, Linn, «Fighting judicial corruption; a comparative perspective from Latin America», in Transparency International, Global Corruption
Report 2007: Corruption in Judicial Systems, New York, Cambridge University Press, 2007, p.
140; Cappelletti, Mauro, La responsabilidad de los jueces, Lima, Communitas, 2009, pp. 38-39.
57
Fundación para el Debido Proceso DPLF
62 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
• «A mayor independencia judicial, debe haber mayor transparencia judicial».
Varias consecuencias se siguen de la ecuación de la
justicia constitucional y democrática que se acaba de
enunciar, entre las cuales, para los propósitos del
presente Manual, conviene poner de relieve las dos
siguientes:
1) Una judicatura fortalecida en su independencia,
que a la vez no cuenta con adecuados mecanismos de transparencia, supone un diseño institucional inadecuado, ya que probablemente dará
lugar a desbalances de poder al interior de la
organización y en sus vínculos con los restantes
poderes y órganos que integran el sistema de
justicia y/o el sistema político.
2) Un Poder Judicial que acepta y respeta los mecanismos de escrutinio público y rendición de
cuentas sobre su quehacer, actuando de modo
transparente, está en mejores condiciones para
el refuerzo de su independencia a todo nivel (independencia externa e interna, individual e institucional, de iure y de facto).
Pues bien, hablando en términos generales, la ciudadanía y las instituciones cívicas pueden contribuir
al desarrollo de la transparencia judicial en Centroamérica, mediante acciones de seguimiento y participación orientadas, en primer lugar, a promover la
adopción de marcos normativos y políticas públicas
allí donde éstas aún se hallan ausentes60. Y es que,
como ha hecho notar un estudio reciente realizado por DPLF, en la región centroamericana, pese a
ciertos avances, se observa todavía la carencia de
Véase Salazar, Katya and Jacqueline de Gramont, «Civil
society’s role in combating judicial corruption in Central
America», in Transparency International, Global Corruption
Report 2007: Corruption in Judicial Systems, New York, Cambridge University Press, 2007, pp. 115-116; Popkin, Margaret, «Introducción y resumen de las principales ponencias
de la conferencia», en Fundación para el Debido Proceso
(DPLF), Iniciativas de la sociedad civil para la transparencia
en el sector judicial, Washington DC, DPLF, 2002, pp. 1-17.
60
Fundación para el Debido Proceso DPLF
legislación y de políticas integrales en materia de
transparencia judicial.
Desde luego, el otro ámbito o nivel de la intervención ciudadana ha de ser el del cumplimiento de la
legislación y las políticas de publicidad y rendición
de cuentas de la judicatura, una vez que éstas se encuentran establecidas y/o acordadas por las instituciones competentes. Así, en determinadas naciones,
existen leyes y disposiciones administrativas (o, en
algunos casos, acuerdos políticos) que contemplan
o desarrollan mecanismos de transparencia judicial,
los cuales requieren, para su adecuada puesta en
práctica, voluntad política o impulsos institucionales.
Es claro que, para ello, el rol de colaboración de la
sociedad civil puede ser asimismo muy importante,
al formar corrientes de opinión y ejercer influencia
democrática mediante la deliberación pública, para
el cabal acatamiento de la normativa sobre la materia.
Por último, también debe destacarse la necesidad de
que las organizaciones ciudadanas contribuyan con
las autoridades del Estado a adoptar e implementar
los cambios institucionales requeridos por el nuevo modelo de judicatura transparente. Como es de
suponer, en más de un caso, el desterrar prácticas
arraigadas de secretismo y opacidad de la judicatura exige la creación de nuevos órganos u oficinas, o
conlleva la necesidad de modificar las pautas de actuación de los agentes públicos. En todo ello, las instituciones de la sociedad civil pueden jugar un papel
destacado de propuesta y vigilancia.
Seguimiento y participación
ciudadana para fortalecer
el acceso a la información
Particular atención requiere el componente de transparencia judicial relativo al acceso a la información,
pues estudios recientes comprueban que, pese a que
todos los Poderes Judiciales del área centroamericana cuentan con sitios de internet o páginas web,
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 63
éstos se encuentran en situación deficiente, sobre
todo por lo que se refiere a aspectos específicos y
relevantes del funcionamiento del aparato judicial61.
Los principales problemas detectados, respecto de
los cuales la ciudadanía y las instituciones de la sociedad civil pueden ayudar a su solución mediante
acciones de seguimiento y participación, son los siguientes:
1) La información disponible es incompleta. Las
deficiencias pueden incluir los siguientes rubros
genéricos y aspectos específicos dentro de cada
uno de ellos:
a) Información relativa al ejercicio de la potestad jurisdiccional: sentencias judiciales, incluyendo las emitidas por la Corte Suprema
de Justicia, pero especialmente las expedidas por los tribunales y juzgados inferiores;
decisiones en materia disciplinaria (en particular, decisiones finales en casos de corrupción u otras irregularidades); programación
de audiencias y diligencias jurisdiccionales;
agenda de reuniones de los jueces; decisiones sobre traslados o sustituciones de jueces; etcétera.
b) Información relativa al ejercicio de la potestad gubernativa judicial: decisiones y acuerdos o actas de las sesiones de los entes de
gobierno judicial (por ejemplo, Presidencia
de la institución, Sala Plena o Plenario de la
Corte Suprema, Consejo del Poder judicial,
órganos administradores de la carrera judicial, etcétera).
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto,
«Independencia y transparencia de los Poderes Judiciales
en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC,
DPLF, 2011, pp.19-20 y 23-24. Véase también Fundación
para el Debido Proceso (DPLF), Comparando transparencia.
Un estudio sobre acceso a la información en el Poder Judicial,
Washington DC, DPLF, 2007, en particular pp. 185-186.
61
Estas decisiones pueden comprender cuestiones
tan relevantes como el establecimiento de
políticas judiciales en distintos ámbitos (por
ejemplo, en materia de mejoramiento de
la justicia penal o de aplicación del nuevo
Código Procesal Penal; de lucha contra
la corrupción judicial; de protección de
poblaciones en desventaja social o que
sufren tradicionalmente discriminación,
tales como las poblaciones nativas o de afrodescendientes, en situación de pobreza, de
mujeres y niños, entre otros).
c) Información relativa al ejercicio de la potestad de administración o gestión del Poder
Judicial: decisiones sobre adquisiciones de
bienes o servicios (por ejemplo, compras de
equipamiento y material informático, o decisiones sobre mejoramiento de infraestructura, es decir, edificios y otras sedes judiciales); contratación de personal administrativo; decisiones sobre atención al público; ejecución presupuestaria en general; etcétera.
2) En ocasiones el sitio web oficial está centrado
en las actividades y funciones de la Corte Suprema, en detrimento de los restantes órganos
jurisdiccionales que integran la corporación judicial, por lo que es necesario ampliar la cobertura de la información disponible, para incluir a
la totalidad de órganos jurisdiccionales, tribunales o jurisdicciones especializadas, así como a
todos los distritos o circunscripciones territoriales en que está dividida la organización judicial.
3) Cierta información considerada especialmente
sensible se mantiene bajo reserva y no se publica, extendiéndose indebidamente los supuestos autorizados por la ley para la protección de la
seguridad pública o de la intimidad o seguridad
personales. Esto puede alcanzar, sin que exista
justificación legal para ello, a las informaciones
atinentes a: la declaración sobre bienes e ingresos de los jueces, los procesos disciplinarios, el
desempeño funcional, las remuneraciones, las
Fundación para el Debido Proceso DPLF
64 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
hojas de vida y el perfeccionamiento profesional,
etcétera.
4) Ocurre a veces que, si bien la información está
publicada en el sitio de internet o página web del
Poder Judicial, es difícil encontrarla. En determinados casos, las páginas web de la judicatura
tienen un diseño poco amigable o requieren conocimientos especializados (o, al menos, de un nivel
superior al básico) para acceder a la información.
5) En ocasiones también puede suceder que la información publicada no está mínimamente procesada o elaborada, de manera que personas
legas o que carecen de conocimientos especializados no pueden entenderla ni por lo tanto evaluarla o, eventualmente, utilizarla. Un ejemplo
de esta práctica puede venir constituido por la
información en materia presupuestaria.
Desde luego, no se trata de que se solicite al Poder Judicial la preparación de cuadros, gráficos
o resúmenes que sean de especial complejidad o
que supongan la realización de trabajos adicionales a los ordinarios. No obstante, la judicatura
debe abrir al escrutinio público la información
que procesa o elabora como parte de su trabajo
cotidiano, a fin de facilitar su conocimiento, comprensión y evaluación a toda persona interesada,
aun cuando ésta carezca de formación profesional o de calificaciones especiales.
Seguimiento y participación
ciudadana sobre las
declaraciones juradas
de bienes
Si bien en el acápite anterior ya se ha hecho referencia a las declaraciones patrimoniales de los jueces
y a las frecuentes restricciones introducidas para el
acceso a la información que ellas contienen, conviene dedicarles un comentario en una sección especial
del Manual, en razón de su importancia. Y es que las
mencionadas declaraciones de bienes e ingresos
de los jueces constituyen una poderosa herramien-
Fundación para el Debido Proceso DPLF
ta para combatir la corrupción y el enriquecimiento
ilícito de los miembros de la judicatura62. Como ha
sido anotado en acápites anteriores, la corrupción
es uno de los principales problemas que aquejan al
Poder Judicial en Centroamérica y no viene siendo
combatida con eficacia. Ello exige la pronta adopción
de medidas correctivas.
Pues bien, una de las acciones con mayor potencial es
el establecimiento de la obligación legal de presentar tales declaraciones juradas de bienes y rentas por
todos los integrantes de la corporación judicial, con
vistas a someter a control permanente el movimiento
patrimonial de los jueces. En consecuencia, cualquier
aparente desbalance de ingresos podría ser advertido
y, dado el caso, ser objeto de indagaciones especiales
si hubiese indicios de enriquecimiento ilícito. Si los indicios de desbalance patrimonial provinieran de fuente distinta (por ejemplo, de un tren de gastos elevados
o de signos exteriores de riqueza no compatibles con
las remuneraciones judiciales), entonces las declaraciones juradas servirían para probar dicha incompatibilidad y además un eventual perjurio.
Habida cuenta de estas finalidades, parece altamente censurable el que se pretenda, como ocurre en
más de un país centroamericano, otorgar carácter
reservado o secreto a las declaraciones de bienes
y rentas de los jueces63, ya que de ese modo, precisamente, se impide la obtención de las finalidades
indicadas. En efecto, como han señalado algunos
estudiosos, la rendición de cuentas realizada bajo
condiciones de confidencialidad o «a puertas cerradas» carece de toda credibilidad y deviene en una
farsa o caricatura64.
Véase Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Controles y descontroles de la corrupción judicial: evaluación de la
corrupción judicial y de los mecanismos para combatirla en
Centroamérica y Panamá, Washington DC, DPLF, 2007, pp.
26 y 75.
63
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto,
«Independencia y transparencia de los Poderes Judiciales
en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC,
DPLF, 2011, p. 19.
64
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto,
62
Capítulo 6 Seguimiento y participación ciudadana para el fortalecimiento de la independencia judicial | 65
De allí que la ciudadanía y las organizaciones de la
sociedad civil estén llamadas a jugar un papel relevante para la modificación radical de estas prácticas
de secretismo y encubrimiento, las cuales son tanto más graves cuanto son presentadas oficialmente
como formas de control y rendición de cuentas de los
jueces, siendo en verdad meros mecanismos insustanciales y de fachada.
Seguimiento y participación
ciudadana para fortalecer la
relación del Poder Judicial con
la comunidad
Si, como se ha dicho en una sección anterior del presente Manual, la transparencia del Poder Judicial
supone, de conformidad con una concepción democrática, su visibilidad y su sometimiento al escrutinio
público, entonces resulta de primera importancia el
que la judicatura se relacione con la comunidad y la
mantenga permanentemente informada sobre el devenir de la institución65.
Es, pues, fundamental que el Poder Judicial cuente
con una estrategia de comunicación, que le permita una relación fluida con la colectividad. Una judicatura democrática debe rendir cuentas de manera
«Independencia y transparencia de los Poderes Judiciales
en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC,
DPLF, 2011, p. 19; Schedler, Andreas, ¿Qué es la rendición
de cuentas?, México DF, IFAI, 2005, p. 29.
65
Véase Ansolabehere, Karina y Valderrama, César Augusto,
«Independencia y transparencia de los Poderes Judiciales
en Centroamérica: informe comparativo», Washington DC,
DPLF, 2011, pp. 20 y 24; González Pino, Miguel, «Transparencia judicial y políticas de comunicación en Chile», en
Fundación para el Debido Proceso (DPLF), Iniciativas de
la sociedad civil para la transparencia en el sector judicial,
Washington DC, DPLF, 2002, pp. 131-132; Rivas, María
Victoria, «Rol de la sociedad civil en fortalecer las instituciones de justicia: la relación entre los medios de comunicación y el Poder Judicial», en Fundación para el Debido
Proceso (DPLF), Iniciativas de la sociedad civil para la transparencia en el sector judicial, Washington DC, DPLF, 2002,
pp. 160 y 161.
continua, por lo que ha de informar habitualmente a
los ciudadanos acerca de sus decisiones y hechos de
interés público.
Ocurre, sin embargo, que en los diversos países de
Centroamérica se observan serias deficiencias en
este ámbito, las cuales pueden ser resumidas, en
términos generales, del siguiente modo:
1) No existe (o, si existe, es deficiente) una estrategia de comunicación institucional con la ciudadanía, ni con algunos actores calificados que suelen
operar como intermediarios de la opinión pública
o como voces críticas procedentes de la misma
comunidad, tales como los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil.
2) Tal estrategia de comunicación debe ser entendida como un mecanismo de transparencia y rendición de cuentas, de conformidad con una concepción democrática del ejercicio de la autoridad
pública, lo que ha de alcanzar al Poder Judicial.
3) Se requiere poner en funcionamiento una oficina
o dependencia especializada en la implementación de la política de comunicación institucional,
que tienda lazos especiales con los medios de
comunicación (prensa escrita, radial y televisiva,
así como medios de comunicación alternativa y
redes sociales) y con las instituciones de la sociedad civil.
4) La estrategia de comunicación debe brindar información periódica sobre los aspectos más relevantes del quehacer de la judicatura (no sólo sobre
asuntos intrascendentes o de escaso interés para
la ciudadanía), incluyendo juicios emblemáticos o
de especial interés público, casos de corrupción,
políticas institucionales, entre otros.
Desde luego, la ciudadanía y las instituciones de
la sociedad civil pueden contribuir al mejoramiento de la relación entre Poder Judicial y comunidad,
mediante acciones de seguimiento y participación
orientadas hacia este objetivo, el cual ha de ser definido como prioritario.
Fundación para el Debido Proceso DPLF
66 | Manual para el fortalecimiento de la independencia y la transparencia del poder judicial en América Central
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