islam y cristianismo en áfrica

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Justo Lacunza Balda, MAFR*
ISLAM Y CRISTIANISMO EN ÁFRICA
A MODO DE INTRODUCCIÓN
Me parecen oportunas algunas observaciones preliminares que nos permitan abordar de
manera sencilla y ordenada un tema tan vasto, extenso y controvertido como es el que nos
proponemos tratar en el espacio reducido de un artículo. Sería una tarea ingente pretender
cubrir todos los aspectos de la presencia, historia y engranaje del Cristianismo y el Islam en el
continente africano. Por eso nos hemos propuesto ofrecer las pinceladas necesarias e imprescindibles que nos permitan contemplar la amplitud del panorama del Islam y del Cristianismo
en los países africanos, tanto en el marco de las iglesias cristianas como en el contexto de las
comunidades musulmanas. Son numerosos los textos que abordan la cuestión bajo el punto de
vista histórico, pero considero mucho más relevante observarlo desde una variedad de ángulos
y perspectivas: geográfico, cultural, religioso, político, lingüístico, étnico, económico, nacional,
trans-nacional... Esto nos va permitir, por un lado, darnos cuenta de las dificultades efectivas
de la materia y al mismo tiempo nos va ayudar a entender mejor las realidades complejas
africanas en las que los actores principales son hombres y mujeres. Son ellos y ellas los
protagonistas indiscutibles que viven y trabajan, creen y expresan sus respectivas creencias en
contextos geográficos, culturales y nacionales diferentes. Una cosa es cierta, Islam y
Cristianismo son parte integrante del tejido social, político, cultural y religioso de África.
GEOGRAFÍA Y TERRITORIOS
El continente africano está formado por 54 estados independientes con constituciones,
legislación e identidades propias de cada nación. A partir de las independencias se ha ido gestando
el nacionalismo con sus altibajos políticos, sus escaramuzas geográficas y sus reivindicaciones
territoriales. A pesar de esa visión global cabe destacar que en Túnez y Libia se están redactando
nuevas constituciones, en Somalia falta la estructura institucional de un Estado nacional y el
Sahara Occidental es teatro de reivindicaciones por parte del Reino de Marruecos y de la República
Democrática Popular de Argelia. Con mucha frecuencia, hablar, escribir o debatir de África quiere
decir sencillamente referirse al África negra sub-sahariana, olvidándonos de que países como
Egipto, Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania son también africanos. Esto puede causar un
cierto malestar en determinados círculos intelectuales y académicos, pero un sencillo ejercicio
visual, contemplar el mapa de África, basta para sacarnos de dudas. La Organización de Unidad
Africana (OUA), desde 2002 Unidad Africana (UA), fundada en 1963, indicaba muy bien la
totalidad de las naciones-estado del continente africano. Pero esa realidad geográfica comenzó a
eclipsarse en los años '70. Fue debido principalmente al petróleo, utilizado como arma ideológica
para subrayar el protagonismo energético de los países árabes. Todo eso ocurrió a pesar de que
Nigeria y Angola eran ya dos países africanos productores de petróleo. Los aspectos geográficos
tienen su importancia en la manera de concebir la presencia del Islam y el Cristianismo en los diferentes países y regiones del continente africano.
DIVERSIDAD Y PLURALISMO
Es necesario recordar una vez más que África es un continente que representa un mosaico
de pueblos, gentes y sociedades inspiradas por la religión musulmana. Los musulmanes y
cristianos que viven en los diferentes estados africanos, están también relacionados entre sí y
también con las religiones tradicionales. Esas relaciones interreligiosas e interculturales no han
sido nunca una línea recta perfectamente trazada y claramente delineada. Los altibajos y
vaivenes históricos, junto con los enfrentamientos y desavenencias culturales producidos por el
Islam, han influenciado su entendimiento, su percepción y su interpretación. Como toda
religión también el Islam es fuente inefable de espiritualidad, manantial sublime de inspiración
y remanso de paz interior para los creyentes musulmanes. Ya desde los comienzos del Islam,
"la religión de los Árabes", como he oído decir muchas veces, se extendió por las costas
orientales y occidentales a través de la navegación, del comercio y de los asentamientos. Con
la emigración marítima muchos musulmanes de origen árabe se afincaron en África formando
pequeñas comunidades en las que el imam era una figura relevante en la comunidad. Más
tarde vendrían los maestros de las escuelas coránicas (madrasa) para impartir lecciones sobre
el contenido de la fe musulmana, explicar el significado del texto del Corán y ayudar a
memorizar algunos pasajes más importantes del Libro Sagrado de los musulmanes.
Los estados africanos son reflejo del pluralismo religioso y de la diversidad cultural del
continente africano. Frases como "nosotros los africanos", "en África", "el universo africano" o "en
África" no parecen reflejar la pluralidad de lenguas, culturas y religiones de la que son testigos
inconfundibles las sociedades africanas. La pluralidad, en toda su gama de acepciones, viene
reflejada en las iglesias locales que son la manifestación visible del fermento y de la levadura que
es la fe cristiana. Lo mismo podríamos decir de las comunidades musulmanas que se empeñan en
vivir en armonía con los principios del credo islámico y de la fe musulmana.
MUTUO ANTAGONISMO CULTURAL
Hay un sentimiento de recelo mutuo cuando uno afirma, por ejemplo, que "los egipcios, los
marroquíes, los tunecinos y los argelinos son africanos". Tal afirmación pone las uñas
sentimentales de punta porque, por una parte los unos dirán que pertenecen al "mundo árabe" y
por otra los otros se apresurarán a decir que "ellos no son africanos". Pero también existe el
reverso de la misma moneda, es decir los que afirman con rotundidad que "aquellos no son
africanos porque son árabes". Cuando uno afirma que "los egipcios son africanos" está afirmando
una verdad geográfica, pero sabemos que las palabras tienen el significado que estemos
dispuestos a darles. Muchas veces cambiamos el contenido de las palabras a nuestro capricho,
exhibiendo el abanico de nuestras propias ideologías. Ese lenguaje de "nosotros" y "ellos" es muy
elocuente a la hora de examinar los pliegues del antagonismo religioso entre "árabes y africanos".
Es conveniente recordar que siempre ha habido una desazón general con respecto a "los
árabes" en el ideario común de los diferentes pueblos del África sub-sahariana. La causa
principal es que a los árabes se les identifica no solamente con el Islam, sino principalmente
con la trata y esclavitud. Ese es un escollo que ni las subvenciones, ni las ayudas financieras
de los países árabes, ni el islamismo radical han llegado a ahuyentar y menos borrar. Hay
otras razones de tipo étnico, comercial, religioso y cultural que muestran ese enfrentamiento
continuo. Se está desempolvando hoy en día el viejo concepto de que África, norte y sur, este
y oeste, tiene que ser únicamente musulmana. Resulta difícil en la mentalidad de los pueblos
africanos pensar que hay estados árabes, en particular en referencia al Oriente Próximo, en los
que viven comunidades cristianas que datan de antes de la llegada del Islam. Las
demarcaciones territoriales y culturales no coinciden necesariamente con los confines de las
comunidades cristianas o musulmanas.
DIVISIONES DEMASIADO PRECIPITADAS
De nuevo la generalización: "los países del norte de África son musulmanes y los países
del sur de África son seguidores de las otras religiones: animista, musulmana y cristiana". El
término 'animista' no parece gustar a muchos, que prefieran usar los términos de "religión
tradicional". Esa división tan común y popular entre "el norte musulmán" y "el sur animista,
musulmán y cristiano" ha impedido una visión histórica y realista de la presencia de cristianos
indígenas en un país como Egipto. El cristianismo estaba ya implantado en Egipto antes de la
llegada del Islam en el siglo VII d.C. Este dato histórico puede disipar muchas dudas en la
actual coyuntura política e institucional. En la nueva Constitución de la República Árabe de
Egipto no hay espacio institucional ni garantías constitucionales para los cristianos, ciudadanos
de un mismo Estado como los musulmanes. No es solamente una cuestión de libertad religiosa
sino de reconocimiento e igualdad de los derechos y libertades de todos los ciudadanos.
No es mi deseo levantar ampollas, fomentar la polémica o exacerbar los espíritus, sino
indicar sencillamente que las divisiones religiosas generalizadas en el continente africano no
dejan ver, percibir y examinar las realidades históricas actuales. No nos hemos acostumbrado
todavía a hablar con entera libertad de los cristianos en los países árabes del África del norte.
En los oídos de muchos suena como una afrenta indeseable a la dignidad de las poblaciones.
Es interesante subrayar el hecho de que en el momento de la independencia de la República
del Sur Sudán, el 14 de febrero de 2011, se propagó la idea de que ahora "el norte del Sudán"
es musulmán y "el sur del Sudán" es cristiano y animista". Tales enunciados pueden servir de
titulares de prensa, pero no corresponden a la realidad de la historia. En las regiones del norte
hay comunidades cristianas que, valga la ocasión para decirlo, sufren la ideología islamista
porque territorio y población deben ser musulmanes. Si no lo son, se aplica la ley islámica
(chari'ia), se imponen severas condiciones para la libertad religiosa de los cristianos. O lo que
es peor, se les obliga a convertirse al Islam o a abandonar el propio país.
IDENTIDADES EN CONTEXTOS AFRICANOS
Cada país africano cultiva su propia identidad nacional con la ayuda de sus fronteras, sus
recursos, su forma de gobierno y sus tradiciones. Pueda ser que todo esto tenga la apariencia
de uniformidad, pero lo cierto es que la geografía física y los espacios territoriales han
condicionado de manera directa la evolución histórica y cultural, por no decir lingüística y
religiosa, de cada nación independiente. Los países africanos son muy conscientes de la
importancia de las fronteras geográficas y de los lindes territoriales. Este importante aspecto
de África tiene que ver directamente con la gestión de los recursos naturales: agua, minerales,
tierras, petróleo, pesca. Sin embargo, el conflicto del último año en el norte de la República del
Malí pone en evidencia la dificultad de mantener las fronteras cuando los elementos tribales,
las percepciones culturales y las ambiciones hegemónicas entran en juego. Es verdad que se
han dado las condiciones y circunstancias del derrocamiento de Muammar El Ghaddafi en Libia,
que ha tenido como consecuencia el tráfico de armas que ha contribuido a la sublevación de
los tuareg y a la acción invasora de los grupos islamistas. Pero también es verdad que las
reivindicaciones de los tuareg llevaban mucho tiempo en ebullición hasta que ha llegado el
momento oportuno. Se han dado las condiciones geopolíticas para exigir al gobierno del Malí la
independencia territorial de Aza-wad con la ayuda propulsora de los movimientos yihadistas.
La intervención militar francesa ha troncado los sueños independentistas de los tuareg y la
avanzada yihadista de Ansar Dine. Pero hay algo de más relevancia: se ha dañado y
fragmentado el tejido cultural y religioso de los musulmanes y de los cristianos. Los primeros
han sido testigos de la brutalidad yihadista de quienes han sembrado el terror, diseminado la
violencia y obligado a la población musulmana a huir para salvar sus vidas. Los cristianos han
sido discriminados y perseguidos, sus lugares de culto profanados y destruidos. Han tenido
que refugiarse fuera del país y en muchos casos han sido los musulmanes los que han
protegido, ayudado y recibido a los cristianos en sus propias casas.
CUESTIÓN DE TERMINOLOGÍA APROPIADA
La terminología "mundo árabe", tan utilizada en los medios como en libros y revistas, es
anacrónica, obsoleta y confusa. Lo mismo podríamos decir de los términos "mundo africano".
Cada país del continente africano, del norte o del sur, ha construido su propia identidad
nacional con cuatro elementos esenciales: territorio geográfico, sistemas de gobierno, lengua
nacional/nacionales y tradición cultural y religiosa. De aquí brota la necesidad de examinar,
analizar y documentar lo que ocurre en cada país cuando hablamos de Islam y Cristianismo.
Porque la realidad nos dice que iglesias cristianas, comunidades musulmanas y sociedades
animistas viven en el mismo Estado, regido y gobernado por una legislación escrita. En los
estados modernos africanos la referencia legal que se aplica a todos los ciudadanos en
principio es la misma. Sin embargo, en la práctica, el tira y afloja cultural y religioso sigue
airoso y vigente con sus guerras, conflictos y malentendidos. Ya no solo entre iglesias
cristianas y comunidades musulmanes, sino también en el interior del Cristianismo y del Islam.
FRAGMENTACIÓN CRISTIANA
La proliferación de sectas de etiqueta cristiana, grupos de inspiración islámica y
movimientos yihadistas puros y duros, han causado un desequilibrio total en muchos países,
regiones y áreas del continente africano. El fundamentalismo cristiano de la Armada
Resistencia del Señor (LRA en su sigla en inglés) de Joseph Kano, de la tribu de los Acholi, ha
hecho estragos en las poblaciones de Uganda, Sudán, RD del Congo y la República del Congo.
Con sus reivindicaciones territoriales, demenciales arrebatos místicos y alianzas militares. Ciertamente el movimiento LRA no es un ejemplo de "caridad cristiana", ni tampoco de convivencia
africana y menos de libertad civil. Han surgido toda clase de charlatanes, profetas, futuristas y
líderes inspirados de alguna manera a la fe cristiana. Muchos han abandonado las diferentes
iglesias a las que pertenecían para convertirse en jefes supremos de sus comunidades, en
mandarines incontestables de sus grupos y en predicadores del arrebato y la exaltación.
Los movimientos de los predicadores evangélicos en Europa y Estados Unidos siguen
teniendo una influencia directa en los diferentes países africanos. Bien con la presencia de
conocidos predicadores o con la difusión de la literatura, los videos y la propaganda religiosa.
Con frecuencia los predicadores han levantado la polvareda de la polémica y de la controversia
a propósito del Islam. No han faltado los enfrentamientos con los jefes y representantes de las
religiones tradicionales. Las divisiones, los cismas y el desmembramiento de las comunidades
cristianas son un hecho al que no parece que se le reserva toda la atención necesaria en
términos de su proyección social, cambios doctrinales e influencia política. Muchos de los
nuevos grupos cristianos están liderados por antiguos catequistas, pastores y maestros. En la
mayoría de los casos su formación es básica, pero saben utilizar con destreza y manejar con
desenvoltura los textos de la Biblia. Los coros, acompañados de instrumentos musicales, hacen
casi siempre parte de la transmisión del mensaje, de la predicación y de las reuniones
comunitarias de oración.
FRAGMENTACIÓN MUSULMANA
La clásica división entre musulmanes sunníes y chiíes está superada en África por tres
motivos. El primero es el desarrollo contemporáneo de diferentes tendencias dentro de cada
una de esas formaciones doctrinales. El segundo motivo es el hecho de que las corrientes
modernas de pensamiento islámico en África subrayan diferentes aspectos tanto del sunnismo
como del chiísmo. La tercera razón tiene que ver con el islamismo radical que se ha colocado
fuera del Islam tradicional africano, que durante siglos ha visto la integración de sus propios
ingredientes culturales en la expresión de la fe musulmana. A esas tres razones podemos
añadir las diferentes versiones del Islam político, cuyo objetivo principal es acaparar el poder
institucional, imponer la legislación islámica y construir la sociedad musulmana. Quizás el
Islam político sea uno de los grandes retos que tienen las sociedades africanas en la
actualidad. La lucha por el control del Estado está en el centro de debate político, cultural y
religioso del Islam en los estados independientes del continente africano. El problema reside
en el hecho de que el Islam político une fuertemente la sociedad musulmana al territorio. Por
ejemplo, hace algunos años los musulmanes de Nigeria introdujeron la ley islámica (chari'a) en
algunos de los estados del norte del país. La razón primordial es que los consideran tierra del
Islam. Los movimientos isla-mistas han sacado sus propias consecuencias aludiendo que sólo
el culto del Islam debe estar permitido. De ahí vienen la prohibición de otros cultos, los ataques violentos contra lo símbolos cristianos (iglesias, capillas, etc.) y la yihad para liberar la
tierra musulmana de la presencia de los infieles. Es decir de aquellos que no son musulmanes.
El sacerdote católico Evarist Mushi fue asesinado el pasado 17 de febrero en la isla de
Zanzíbar, territorio nacional de Tanzania. Se acercaron dos jóvenes y le dispararon a bocajarro
en el umbral de la iglesia. Los islamistas que militan en el movimiento yihadista Wamsho
(resurgir, despertar, revivir) se han apresurado a pedir públicamente que "todos los sacerdotes
católicos deben abandonar Zanzíbar porque es tierra del Islam". Las juventudes islamistas en
Somalia, conocidas con el nombre de al-Shabbab reivindican continuamente que el Cuerno de
África es tierra del Islam.
Del frente del Islam también se experimentan tendencias radicales, influencias extranjeras e
interpretaciones sectarias del Islam. Han comenzado sistemáticamente, desde hace algunos
años, las guerras territoriales de los milicianos musulmanes que pretenden imponer por la
fuerza su particular versión del Islam y aplicar la ley islámica (chari'a) en sus interpretaciones
más intransigentes. Todo ello tiene como objetivo la implantación de una sociedad musulmana,
tanto en su legislación y principios como en el gobierno e instituciones. Por lo tanto lo primero
que hay que hacer es desarraigar la fe cristiana y desenraizar las iglesias cristianas. Esto ha
ocurrido en la República del Malí con la destrucción sistemática de las capillas, iglesias y símbolos
cristianos. Hasta el Centro Católico de Gao pasó a convertirse en la sede central del movimiento
yihadista Ansar Dine cuyas huestes, combatientes y milicianos proyectaron la islamización del país.
Se impone la necesidad de hacer dos observaciones a este respecto. La primera tiene que ver con
la intervención militar francesa y la presencia de fuerzas militares de algunos países africanos.
Musulmanes, cristianos y animistas en Malí consideran a los franceses como liberadores de la
tiranía, la violencia y la furia de los islamistas radicales. Los ideólogos olvidan que miles de
malienses han tenido que abandonar sus pueblos y aldeas, han dejados sus tierras y casa para
huir de los yihadistas. Miles se han refugiado en el vecino Mauritania para escapar de una muerte
segura. Abundan los testimonios de musulmanes y cristianos que han presenciado el oleaje
violento del islamismo radical. Las poblaciones del Malí llevaban meses esperando la llegada de las
tropas francesas para ser liberadas de la zarpa islamista de grupos terroristas que durante meses
habían sembrado el terror, la muerte y el odio. La segunda observación digna de mención es la
actitud que los musulmanes malienses han demostrado hacia las minorías cristianas. Les han
apoyado y ayudado, porque ambas comunidades se han sentido amenazadas, han sufrido
violencia y han sido perseguidas por las bandas terroristas que dicen inspirarse en el Islam para
implantar el Islam de las corrientes salafistas.
EL AUGE DEL ISLAMISMO RADICAL
En los últimos 20 años se ha ido desarrollado en muchos países africanos el radicalismo
islámico en sus aspectos más sectarios, intransigentes y extremistas. Es la lucha armada
contra las prácticas de las cofradías musulmanas y contra los infieles, los cristianos en primer
lugar. El movimiento islamista de al-Qaeda, la intransigencia de las corrientes salafistas y el
vendaval de las revoluciones en los países árabes han dado al Islam, sobre todo en África
occidental, un ímpetu cada vez más radical y agresivo, una impronta más legal y puritana. Los
movimientos islamistas propugnan el combate armado para la creación de estados en los que
predomine solamente la ley islámica (chari'a) y se imponga y establezca la religión musulmana
como única referencia política y religiosa, cultural y religiosa.
El yihadismo radical propulsado por movimientos como AQMI (Al Qaeda en el Magreb
Islámico), Ansar Dine (Malí), Ansar al-Islam (Sudán, Kenya, Chad), Ansar al-Shari'a (Libia, Túnez,
Malí), Al-Shabbab (Somalia), Boko Haram (Nigeria), Jamaat al-Ansaru al-Muyahidine (Nigeria), se
está enraizando con celeridad y adquiriendo cada vez más fuerza en contextos geográficos, culturales y nacionales muy diversificados en África. Todos los grupos islamistas tienen un denominador
común: implantar el Islam con la ayuda de la yihad o el combate armado. Sabemos que la yihad
significa también el combate espiritual, pero no nos confundamos: para los interlocutores y
portavoces del islamismo radical la empresa de la yihad es la lucha armada para extender lo que
tradicionalmente viene definido en las ciencias islámicas como Dar al-lslam (El Dominio del Islam)
en contraposición a Dar al-Harb (El Dominio de la Guerra).
AL QAEDA Y SUS PLANES
Esa dimensión transnacional e internacional del radicalismo islámico va siendo desarrollada
por Al-Qaeda y sus filiales en África. Desde los años '80 el movimiento de Al Qaeda, fundado
por Osama Bin Laden (1957-201í), comenzó a infiltrarse y a asentar sus bases en diferentes
países de África: Chad, Sudán, Somalia, Kenya, Tanzania. Más tarde lo haría a través de
franquicias en Argelia, Chad, Malí, Mauritania. Los atentados terroristas de Dar es Salaam
(Tanzania) y Nairobi (Kenya) en julio de 1998 abrieron los ojos a una dura e irrefutable realidad: Al Qaeda había construido sus células de terror en África oriental. Solamente en Nairobi
murieron 200 personas, la mayoría ciudadanos de Kenya. La alarma fue generalizada, pero es
ahí donde el terrorismo islamista dejaba claras sus intenciones: golpear los intereses
occidentales en África, combatir la presencia de los cristianos y fomentar el islamismo radical.
La situación de caos, incertidumbre y malestar en Somalia servía de refugio,
adiestramiento y cobijo para los terroristas de Al Qaeda. Se habían roto de noche a la mañana
los años de convivencia y respeto entre las iglesias cristianas y las comunidades musulmanas.
En los años sucesivos lugares de culto cristiano en Kenya fueron atacados, saqueados y
quemados. Esos ataques no han cesado y se han multiplicado en otros países del continente
africano: Sudán del Norte, Malí, Egipto, Tanzania, Nigeria, Kenya. Uno de las acciones
terroristas más despiadada fue llevada a cabo en la ciudad de Garissa (Kenya) a finales de
junio del 2012. El balance fue de 15 muertos en el edificio de la Inland Church de Kenya. Los
cristianos fueron ametrallados mientras salían del culto dominical. Esta malvada táctica es
también la utilizada por los milicianos de Boko Haram en sus numerosos y sanguinarios
atentados en Nigeria.
El movimiento terrorista de Al Qaeda tiene objetivos muy precisos en cuanto a los
cristianos se refiere: combatirlos con todos los medios a disposición. Esa guerra ya fue
declarada por Bin Laden en su tristemente famoso Documento del 23 de febrero 1996 que
llevaba por título "Declaración de guerra contra los americanos, los judíos y los cruzados". A
partir de esa fecha conocemos bien la cadena de atentados perpetrados en el mundo y que
llevan el sello de Al Qaeda, comenzando por el atentado del 11-S contra las Torres Gemelas en
New York. El proyecto de Al Qaeda con sus docenas de células en los diferentes países
africanos tiene tres objetivos. El primero es combatir los gobiernos nacionales e imponer un
gobierno islamista. El segundo es acelerar las campañas yihadistas contra las comunidades
cristianas. El tercero va enfocado contra las comunidades musulmanas que no aceptan sus
reglas de juego de Al Qaeda. Es evidente que toda la planificación de Al Qaeda va en
detrimento de las comunidades musulmanas y daña su propia vida interna.
ISLAMISMO Y CONTROVERSIA
La historia contemporánea de los países africanos demuestra que el funda-mentalismo
religioso de sello islamista ha echado raíces profundas y se va extendiendo cada vez. El fenómeno
que hace algunos años estaba localizado en países como Sudán, Nigeria y Somalia, ha ido
creciendo y extendiéndose en la mayoría de los estados africanos, aunque muchas veces no se
hable de ello. A nivel histórico podemos decir que la instauración de la República Islámica de Irán
en 1979 contribuye directamente al renacer del Islam radical en África sub-sahariana. En los años
'80 comienzan las diatribas más acaloradas, los desafíos más radicales a los gobiernos civiles y los
retos doctrinales a las iglesias cristianas. Son particularmente activos los grupos que militan bajo
el nombre de "Predicadores del Islam". Enseñan en las plazas, en las estaciones de autobuses, en
las calles, en los mercados. Son misioneros musulmanes itinerantes que se desplazan sin estar
necesariamente en relación con una mezquita, centro o escuela. Atraviesan fronteras, son
invitados a encuentros, seminarios y conferencias. Comienzan a usar las técnicas de los videos,
que causan furor, expectación y entusiasmo en la población. Con frecuencia el video viene
proyectado al aire libre y comentado por el predicador o los predicadores. Pero lo importante de
ese fenómeno es el haber sacado la predicación y la enseñanza del Islam de los lugares
tradicionales de culto como son las mezquitas.
El gran promotor de ese movimiento es Ahmed Husein Deedat (1918-2005), el famoso y
legendario predicador sudafricano de origen indio. Escribió numerosos panfletos, predicaba en
la televisión, grabó videos, viajó por muchos países invitado por las comunidades musulmanas.
Era la voz institucional fuera del contexto de las mezquitas y los centros culturales. Emuló la
actitud e imitó la predicación del Ayatolá Khomeini (1904-1989) que nunca predicó en una
mezquita después de su regreso a Teherán el 2 de febrero 1979. A. H. Deedat amaba la
controversia, buscó siempre la polémica y llegaba a poner en ridículo las creencias de los
cristianos. Uno de sus objetivos principales era ofrecer a los musulmanes las buenas
herramientas para combatir la labor, la predicación y la presencia de los misioneros cristianos.
En muchas ocasiones se A. H. Deedat se enfrentó con ellos. Las iglesias locales y las
asambleas cristianas habían comenzado ya a utilizar los videos para la enseñanza, los debates
y también el recreo. Tanto los predicadores musulmanes como los cristianos contribuyeron a
aumentar el número de grupos disidentes, a diseminar más la actitud polémica en temas
doctrinales que a progresar en la convivencia y a mejorar el entendimiento. La influencia de
los predicadores, sean musulmanes o cristianos, ha dado una dimensión pública a la religión, a
las creencias y al credo religioso.
PRINCIPALES OBJETIVOS DEL RADICALISMO ISLÁMICO
Son cinco los objetivos principales de todos los grupos islamistas que militan en la
expansión del yihadismo radical en los países africanos.
Primero, la toma de poder de las instituciones del Estado, sea a nivel local, regional o
nacional para establecer un Gobierno Islámico. Los grupos islamistas, en sus diversas
versiones e interpretaciones, saben que la llave que abre las puertas de la islamización
continua y progresiva es hacerse con el poder estatal. Desde las instituciones es posible
implantar, fomentar y consolidar el Islam como ellos lo entienden. La interpretación del Islam
que los grupos yihadistas hacen del Islam choca con el Islam tradicional africano. La
convivencia entre cristianos y musulmanes ha sido uno de los factores principales de paz y
estabilidad en los países africanos. Allí donde ha crecido el sectarismo religioso, el islamismo
radical y la actitud persecutoria de los cristianos, como en Sudán y Nigeria, han llegado los
conflictos intermitentes, la quema de capillas y lugares de culto, la destrucción de pueblos, la
caza al cristiano. Los movimientos radicales y violentos, como Boko Haram y Jamaat al-Ansaru
al-Muyahidine en Nigeria han causado estragos en las comunidades cristianas, se han
enfrentado a las autoridades civiles y han desafiado a las autoridades musulmanas del país.
En segundo lugar, la implantación del Islam sunní en su versión más intransigente y
puritana como religión oficial y subyugar por la fuerza las poblaciones locales de otras
religiones. Los yihadistas pretenden extender el dominio del Islam (Dar al-Islam) a todos
aquellos que practican, profesan o se adhieren a otra religión. Poco importa si es cristiana,
animista o tradicional. Lo importante es "pasar el rodillo islamista" para imponer el yugo de la
ley islámica (chari'a) a todas las poblaciones. Para sus dirigentes las otras religiones no
pueden convivir con el Islam en régimen de paridad. Esto significaría la victoria de los infieles
(cristianos y judíos en primer lugar) y la derrota de los creyentes (los musulmanes). El modelo
es la Arabia Saudí donde el Islam reina e impera. Los signos, símbolos y prácticas de otras
religiones están prohibidos en la tierra sagrada donde nació el Islam. No cabe la menor duda
que las influencias salafista y wahhabí están muy presentes en África desde hace ya muchos
años. Bastaría pensar en la influencia que han tenido en la celebración de los ritos funerarios.
Lavar el cadáver, curar las escarificaciones étnicas, respetar el cuerpo del difunto, preparar el
entierro, dar el pésame, etc. han sido la norma tradicional en las sociedades africanas de toda
afiliación religiosa. Con la llegada de la doctrina wahhabí el cadáver debe ser enterrado lo
antes posible para así evitar que se convierta en un objeto de culto y veneración.
En tercer lugar, los grupos islamistas ofrecen la propia interpretación del Islam,
seleccionan las leyes que deben ser promulgadas a la luz de la propia interpretación de la
chari'a o ley islámica y las normas que deben ser aplicadas a todos los que viven en el
territorio. No con la aprobación de una legislación parlamentaria o de un voto democrático,
sino con la fuerza y el privilegio que les da el considerarse intérpretes del Corán y del Islam.
Este aspecto es un fiel reflejo, una vez más, de ía prohibición de toda práctica religiosa en
Arabia Saudí que no sea musulmana y además de cuño sunní wahhabí. Pero cabe preguntarse la
opinión y el parecer de los sabios juristas saudíes si se vieran confrontados por los hechiceros
africanos que piden lluvia del cielo con ritos y ceremonias. Porque hace apenas una semana el Rey
Abdallah pidió que se hicieran rogativas y elevaran oraciones para pedir que "Allah enviara la lluvia
sobre las tierras del Reino". Tradiciones y costumbres, usanzas y ritos, son parte integrante del
tejido cultural y religioso sobre el que reposa y se apoya tanto la fe cristiana como la fe musulmana. Todo depende del grado de integración, asimilación y osmosis.
En cuarto lugar, el islamismo radical se propone purificar el Islam, es decir combatir las
cofradías musulmanas, destruir las tumbas y los mausoleos de los santos, derribar las
mezquitas consideradas heterodoxas. La marea iconoclasta es una de las marcas del Islam
wahhabí. La veneración de los santos es considerada como una desviación (bid'a) de la senda
de la ortodoxia y de la verdad. Los milicianos de Ansar Dine han atacado con azadones, picos y
palas las mezquitas y los mausoleos de la legendaria ciudad de Tombuctú. Pero ya lo hicieron
con anterioridad los milicianos islamistas de al-Shabbab en Somalia. Profanaron con rabia y
destruyeron sistemáticamente las tumbas de santos musulmanes en territorio somalí. Dijeron
que eran una ofensa al Islam y un agravio a los musulmanes. Lo cierto es que en Somalia el
islamismo radical de las juventudes islamistas ha cancelado para siempre una parte
fundamental de la historia del Islam en el Cuerno de África. Según la doctrina wahhabi, que es
la forma oficial del Islam en Arabia Saudí, toda manifestación del misticismo musulmán y los
lugares de peregrinación a tumbas y mausoleos de santos, son una desviación peligrosa y una
manifestación herética del Islam. Por eso, según el credo wahhabí, hay que luchar contra todo
aquello que ponga en peligro la fe auténtica del creyente musulmán.
En quinto lugar, imponer la educación islámica, centrada principalmente en la memorización
del Corán, y prohibir el uso de los textos que proyectan una educación secular de sello occidental.
Eso es lo que proponen los jerifaltes islamistas de Boko Haram (Prohibida la educación occidental)
en Nigeria. Aquí se enfrentan, a nivel educativo, el Islam y la Modernidad.
EL SÍNODO PARA ÁFRICA
El domingo día 4 de octubre de 2009 Benedicto XVI inauguraba el Sínodo para África con
una Misa solemne en la Basílica de San Pedro. Me parecieron excepcionales las palabras de su
alocución en la apertura del Sínodo:
"Cuando se habla de tos tesoros de África, se piensa inmediatamente en los recursos de
su rico territorio, que desgraciadamente se han convertido y continúan siendo motivo de
explotación, de conflictos y de corrupción. En cambio, la Palabra de Dios nos muestra otro
patrimonio: el espiritual y cultural, del cual la humanidad tiene aún más necesidad que el de
las materias primas" (Benedicto XVI 04/10/2009).
El último Sínodo africano tuvo lugar también en Roma en 2009. En aquella ocasión fueron
mencionados con frecuencia los valores de la cultura africana y diversos aspectos de las
religiones tradicionales que encuentran un eco en la doctrina cristiana. Pero en aquella ocasión
la Iglesia reconoció que no había entablado un diálogo oficial con las religiones tradicionales.
Los debates sinodales del 2009 estaban centrados en el tema: "La Iglesia en África al
servicio de la justicia, la reconciliación y la paz". No nos equivocamos al decir que el continente
africano está sumido en la pobreza y se hunde en la miseria. Destrozado por las guerras,
agarrotado por los conflictos, maltrecho por las enfermedades. En un cierto sentido es como si
África permaneciera en el olvido, al margen de las preocupaciones globales, sentenciada a
continuar siendo esclava. Porque los valores de la libertad, de la democracia y de los derechos
humanos no pueden brotar allí donde el hambre, la violencia y la indigencia pisotean la
dignidad de hombres y mujeres, de ancianos y niños. Hay demasiados tiranos, caciques y
mandamases en los países africanos. Es la acusación más común en boca de los africanos. Lo
dicen, sin pelos en la lengua, los ciudadanos de las naciones africanas que huyen de sus
poblados con las ganas de una vida mejor. Están dispuestos a afrontar travesías inhumanas,
humillaciones impensables y amenazas criminales. En camiones, a pié, en pateras. El continente africano está perdiendo a miles y miles de jóvenes que se han convertido en
vagabundos y emigrantes en búsqueda desesperada de trabajo, de comida, de techo.
Desarraigados, rotos por dentro, con el aguijón del dolor. Lo que es peor, la penuria y la
desesperación hace que muchos jóvenes encuentren en el adiestramiento a la guerrilla o a la
piratería la única solución a sus vidas desgarradas.
África posee recursos ingentes de tierras, aguas y minerales. Pero "África se vende". Triste
y desgraciadamente. Los gobiernos de Angola, Camerún, Congo RD, Etiopía, Ghana,
Madagascar, Mozambique, Tanzania, Uganda y Zimbabwe están vendiendo sus tierras y
ofreciendo sus terrenos al mejor postor. Todo a cambio de inversiones en energía e
infraestructuras. Las gentes y pueblos de África lloran y sangran. De nuevo se vuelve
endémica la corrupción, se hacen fuertes los dictadores, se inflan las posesiones de los
poderosos. Va creciendo de manera descomunal la distancia entre ricos y pobres. Los que
poseen todo: el poder político, la llave de los recursos naturales y los medios de distribución.
Estos van dejando caer solo las migajas de sus abarrotadas mesas. Y después están los que no
tienen nada. Los pobres, los desheredados, los hambrientos, los enfermos, los huérfanos, las
viudas, los refugiados, los perseguidos, los abandonados.
No nos equivocamos al decir que África está agarrotada, herida, enferma, maltrecha.
Esclavizada por los suyos y por los de fuera. El grito del Cardenal Carlos Lavigerie (1825-1892)
pidiendo hace 125 años que se rompieran las cadenas de la esclavitud, tiene una dramática
vigencia en nuestros días. Hablar de esclavitud no es presentar una película de horror. No es
tampoco un romance con suspense ni una historia con una carga explosiva de pesimismo. Esa
es la realidad dura y cruel en la que viven millones de africanos. Sin embargo, hay esperanza y
optimismo. Porque siempre que hablamos de seres humanos la última palabra la tiene la
humanidad y la vida de cada persona. Por eso es necesario que esa vitalidad de la Iglesia sea
un cauce de justicia, de paz, de reconciliación. La Iglesia está llamada a traducir en acción el
mensaje del Evangelio. La fe cristiana sin obras es una fe muerta e inerte. Es como la luz
puesta debajo del celemín o la sal que se ha vuelto insípida. La luz ilumina, la levadura
fermenta, la sal sazona. Como siempre el árbol se conoce por sus frutos. Los cristianos
africanos son la nueva savia de renovación humana y espiritual. El Sínodo para África se
convirtió en una llamada urgente para que las Bienaventuranzas fueran una nueva alba en el
continente africano. Un desafío de vida o muerte. No sólo en África sino también en cualquier
parte del mundo.
BENEDICTO XVI EN BENÍN
El lema de la República de Benín, que Benedicto XVI visitó en su segundo viaje apostólico
a África en noviembre de 2011, recita: "Hermandad, Justicia, Trabajo". Todo un eslogan
político y civil, económico y cultural. A ese horizonte luminoso se asomó el Papa cuando habló
de liderazgo político, de responsabilidad civil, de solidaridad humana. Un mensaje que iba
dirigido no solamente a las comunidades católicas del Benín, sino también a los líderes
políticos y religiosos del continente africano. Una voz clara, solidaria y valiente para hablar del
potencial humano de África y del testimonio de los cristianos a favor de la justicia, de los
derechos, de la dignidad, de la libertad. El mensaje de Jesús traducido y encarnado en las
sociedades africanas. El viaje del Papa peregrino en tierras africanas fue como un grito de
esperanza en un mundo que parece vivir distraído.
Queda mucho trecho por recorrer cuando se habla de "justicia", viendo la zarpa indigna de
la corrupción tan extendida y enraizada. Los tentáculos de los corruptores, tiranos y dictadores
impiden el desarrollo, pisotean los derechos humanos y ahogan las libertades civiles. La
avaricia de los corruptos no conoce límites ni condiciones. Oprime, esclaviza, amarra a la
indignidad visceral de los que utilizan los seres humanos para su propio uso y consumo.
Porque la corrupción asienta una puñalada feroz en el alma humana.
Es largo el camino cuando se habla de "trabajo". Millones de africanos se ven obligados a
abandonar sus familias, pueblos y aldeas en busca de una vida más digna. Huyendo de la
pobreza, dejando atrás la miseria, soportando el hambre. No todo es fácil cuando se
atraviesan países, se recorren regiones, se sube uno a pateras destartaladas. ¡Cuántas
vejaciones, dramas y sufrimientos!
Y por qué no hablar de "hermandad". Es muy fácil debatir sobre la solidaridad humana, la
cooperación internacional y la ayuda humanitaria. La crisis actual nos impide muchas veces ver
más allá de nuestro espacio personal o percibir lo que pasa lejos de nuestras propias fronteras.
Por otro lado también los vaivenes y sacudidas de la economía están abriendo nuestros ojos a
realidades crudas, duras y escalofriantes de nuestro mundo.
En Benín las creencias, los ritos y las prácticas voodoo tienen gran arraigo histórico. En sus
discursos el Papa no evitó referirse a la magia y la brujería, como obstáculos presentes, peligros
constantes y vías reales que, lejos de liberar, lo que hacen es esclavizar el ser humano.
LA LLAMADA "PRIMAVERA ÁRABE"
Con las revoluciones nacionales se han abierto las compuertas de las libertades civiles, de
los derechos humanos y de las democracias constitucionales. Los movimientos de inspiración
islamista (gobierno islámico y ley islámica) desafían frontalmente la concepción y el futuro del
Estado de las formaciones políticas que optan la separación de poderes. Los partidos políticos
de inspiración islamista como Ennahda ("El renacimiento" en Túnez), al-Nour ("La luz" en
Egipto), el Partido Libertad y Justicia (inspirado por los Hermanos Musulmanes en Egipto) y el
Partido Justicia y Desarrollo (Marruecos) buscan por todos los medios dominar las instituciones
e implantar un Gobierno Islámico. No faltan las protestas de quienes ven que la revolución ha
sido secuestrada por los islamistas, dejando de lado a las formaciones liberales que reclaman
más democracia, más libertad y más derechos. Miles de africanos cristianos y musulmanes han
abandonado Libia debido a la guerra. Miles de trabajadores africanos se vieron vilmente
despojados de sus pertenencias cuando abandonaron Libia y cruzaron la frontera con Túnez.
Los aduaneros libios no tuvieron ninguna dificultad en aludir que "vinieron sin nada y sin nada
se tienen que marchar". Ese deplorable hecho histórico ha exacerbado todavía más los ánimos
de las comunidades africanas en la contienda, roces y desafíos culturales con los árabes. Pero
los africanos saben muy bien que los países árabes del África del norte han utilizado los
emigrantes y las pateras como moneda de cambio cuando se trataba de hacer negocios o
presionar políticamente a países como Italia. Han conocido y conocen los pliegues ocultos de la
esclavitud en sus diferentes modalidades contemporáneas: prostitución, malos tratos, secues-
tros, penuria, indigencia. En la emigración, y a su paso por los países del Magreb, cristianos y
musulmanes africanos se han encontrado en la misma situación de incertidumbre, abandono y
peligro. La llamada "primavera árabe" ha venido a incrementar todavía más el sentimiento de
desconfianza generalizada. La amarga, inolvidable y dolorosa experiencia del Malí ha incrementado
todavía más el desasosiego cultural y el malestar político entre árabes y africanos.
LA TRADUCCIÓN DEL CORÁN EN LENGUAS AFRICANAS
Los paladines de la tendencia mística y espiritual del Islam se han opuesto con vivacidad y
sin titubeos a toda traducción del Corán en las lenguas locales africanas. La traducción
desvelaría los secretos del Corán, abriría la puerta de las interpretaciones más dispares y
reduciría el misterio del texto a lecturas puramente humanas. Los defensores de las
traducciones del Corán aducen diferentes motivos, argumentan de forma diversa. Primero, la
necesidad imperiosa de que los musulmanes africanos conozcan el Corán, texto fundamental
de la religión que profesan. Esto no quita nada al misterio de la revelación ni tampoco al origen
divino del texto sagrado. Segundo, los musulmanes africanos corren el peligro de memorizar y
repetir el texto en lengua árabe sin que realmente entiendan lo que leen y comprendan lo que
recitan. Tercero, lo importante y esencial no es centrarse en la lengua árabe a pesar de su
importancia, sino en el significado y en la comprensión del texto. Uno de los pensadores y
escritores musulmanes más famosos y prolíficos de África, Abduílah Saleh al-Farsi (19121982), denominó a todo ese lioso y complejo proceso de la traducción del Corán en lengua
suahili: "sacudir el polvo del colonialismo religioso de los árabes". Poeta, escritor, teólogo y
traductor del Corán, al-Farsi, que conocía en profundidad la lengua árabe, no dudó en poner el
dedo en la llaga, suscitando la ira religiosa de las cofradías y provocando un sinfín de
polémicas por parte de sus líderes en Tanzania, Kenia, Uganda, África Central, Somalia,
Zanzíbar, Mozambique y Sudáfrica.
La lengua árabe tenía un papel fundamental y decisivo en el modelo islámico que se
trataba de transmitir en África. Los árabes habían entrado en la historia del mundo con la
llegada del Islam. La religión de Alian les había dado cohesión interna, había suplantado la
tradición oral por una nueva legislación escrita y había establecido normas comunes para la
conducta individual, familiar y social. Todo esto no reemplazaría en ningún momento el
significado de la tribu, de la etnia y del territorio. Estos elementos continuarían, y lo están
siendo todavía hoy, firmemente anclados y sólidamente enraizados tanto en el individuo como
en la sociedad. La lengua árabe jugaba un papel decisivo en la formación, progreso y
consolidación de la experiencia espiritual del Islam en las comunidades africanas. El árabe es
la lengua de la revelación divina (El Corán) para los musulmanes. Por lo tanto, el árabe no es
como las otras lenguas. Es una lengua sagrada y sacrosanta. Este hecho ha dado en la historia
una posición privilegiada a los árabes, los cuales han sido escogidos por Dios para formar la
comunidad de los musulmanes (ummá). Por eso los árabes se sienten religiosamente
bendecidos e históricamente privilegiados. Los maestros musulmanes eran los personajes
religiosos clave. Por una parte eran los que sabían leer el Coran en árabe, tenían
conocimientos básicos o profundos del Islam y enseñaban en las escuelas coránicas. Eran ellos
los que interpretaban los textos, comentaban el credo musulmán y transmitían las normas de
comportamiento. El "modelo árabe" era el que predominaba ya que marcaba las pautas a
seguir y dictaba las normas legales. De la vestimenta a las fórmulas utilizadas en el culto, de
las prohibiciones alimenticias a las normas en materia de derecho matrimonial. Por eso las
traducciones del Corán en las lenguas africanas suponen una auténtica revolución cultural a
nivel del pensamiento islámico en las comunidades musulmanas. Los creyentes del Islam
pueden leer el texto directamente en una lengua que conocen y entienden. La interpretación
de los textos ya no pasa exclusivamente a través de los filtros culturales de los maestros que
conocen la lengua árabe, sino que los musulmanes pueden leer las revelaciones divinas del Corán
directamente. Los musulmanes Ahmadiyya, fundados en Pakistán por Mirza Ghulam Ahmad
(1835-1908), son los que más han contribuido a las traducciones del Corán en lenguas africanas.
LA TRADUCCIÓN DE LA BIBLIA
En los comienzos de la misión de la Iglesia en los países del África sub-sahariana los
misioneros se encontraron, entre otros, con tres importantes retos. El primero era
naturalmente la supervivencia material en condiciones que nunca fueron favorables. El
segundo desafío era la comunicación y el aprendizaje de las lenguas locales. El tercer reto era
la traducción de los textos bíblicos y los textos de catequesis. Así comenzó ya desde los inicios
de la presencia misionera la traducción sistemática de la Biblia en docenas de lenguas
africanas. Esa labor misionera del conocimiento de las lenguas, de las culturas y de las
costumbres africanas ha sido fundamental en la misión evangelizadora de la Iglesia a través de
la historia del cristianismo en África. La enseñanza de la Biblia ha tomado cada vez más
importancia en la preparación de maestros, catequistas y líderes de las comunidades
cristianas. Son miles las comunidades cristianas en África que los domingos y días de fiesta
celebran la Palabra ya que no tienen la posibilidad de celebrar la eucaristía. Los catequistas
siguen siendo los auténticos sembradores de las enseñanzas del Evangelio ya que son ellos los
que enseñan a los niños y preparan a los adultos para recibir el bautismo. Siempre me he
preguntado si la Iglesia Católica reconoce de manera efectiva la inmensa labor de los catequistas, su continua abnegación y dedicación a la evangelización.
Las diferentes iglesias protestantes (anglicanos, luteranos, adventistas,! asambleas,
coptos) han dado una gran importancia a la traducción de los textos bíblicos y han creado
escuelas en las que pastores y catequistas han seguido cursos de formación bíblica.
En el curso de los años han surgido tres principales problemas en la traducción de los
textos del Antiguo y del Nuevo Testamento en África. La primera dificultad era el conocimiento
de la lengua africana atropada por proverbios, adagios, dichos, formas de pensar y de hablar.
Si la Palabra de Dios debe ser Luz de las Naciones, deben continuar los esfuerzos por mejorar
las traducciones de la Biblia' con una mejor adaptación a las diferentes lenguas africanas. La
segunda dificultad surge cuando la lengua utilizada en la traducción de los textos bíblicos
coincide con la lengua considerada sagrada para otra religión como es el Islam. Me refiero al
árabe. Cristianos y musulmanes utilizan la lengua árabe como lengua vehicular en la vida
ordinaria. Sin embargo, se sirven de textos religiosos, las escrituras, que presentan enfoques
diferentes de la fe en Dios y del contenido del credo religioso. Una misma lengua con dos
horizontes diversos, Islam y Cristianismo.
A MODO DE CONCLUSIÓN
En muchas regiones de África la paz y el entendimiento han sido desalojados. Nadie
parece encontrar la solución ideal para taponar la violencia que aflora en tantos países del
continente africano. La violencia desangra la vida de los que la crean, proyectan y ejecutan. En
el campo de las relaciones entre cristianos y musulmanes el reto principal es entenderse y
respetarse como un primer paso hacia la convivencia pacífica. El odio destruye la sabiduría
humana y envenena el legado cultural y religioso de cristianos y musulmanes en África. El diálogo intercultural e interreligioso entre musulmanes y cristianos ya no es una opción individual
y pasajera, sino una necesidad vital y comunitaria para el futuro del continente africano. A
pesar de las diferencias, de la diversidad cultural y del pluralismo religioso. A pesar de las
guerras y conflictos. A pesar del pisoteo de los derechos y libertades. Sin extremismos
religiosos que destruyan la vida, causen muertes y siembren la discordia. Puede ser que
parezca un sueño irrealizable, contemplando el panorama actual de muchos países africanos
en los que los muros del odio y la violencia han envenenado las relaciones entre cristianos y
musulmanes. Pero nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo y continuar el camino
que otros han recorrido.
Ref.: Misiones extranjeras, n. 252, Enero-Febrero 2013, pp. 5-22.
*Es miembro de la Sociedad de los Misioneros de Africa. Arabista, africanista e islamólogo. Trabajó como
misionero en Tanzania entre 1969-1974 y 1978-1982. Se incorporó al Instituo Pontificio de Estudios Arabes e
Islámicos (PISAI, Roma) en 1983. Fue Director de Estudios y Programas del PISAI (1993-2000) y Rector del PISAI
(2000-2006). Profesor ordinario del lengua árabe y de Estudios islámicos desde 1990 y Rector Emérito del PISAI a
partir del 2007.
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