ANATOSISMO1 Por el Dr. Wojciech Swida “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”, esta es la maldición bíblica a la que hace referencia el papa Juan Pablo II en su encíclica Laborem Excelsers . Lástima que la denomine como maldición ya que, el trabajo en sí, considerado en sus términos de trabajo decente, no puede ser considerado como maldición sino como una expresión de la creatividad humana. Conversando con cualquier trabajador que ha concluido una tarea se puede advertir la satisfacción que le ilumina la cara por haber aportado eficientemente su contribución a la sociedad, siendo todas de igual importancia, no importa si el trabajador es un barrendero o un científico. Claro que en las épocas en que fue escrita la Biblia, pero también durante la edad media y parte de la edad moderna, el trabajo manual estaba relegado a los esclavos y los vasallos, pero ello no quita el respeto de las religiones hacia el trabajo humano. Sobre este concepto de trabajo decente, la Iglesia Católica de la edad media prohibió expresamente y consideró que era un pecado el cobro de intereses sobre los préstamos, lo que continúa vigente aunque desdibujado dada la actualidad económica. Esta prohibición de cobrar intereses sobre los préstamos otorgados, fue sin embargo esquivada ya en la edad media, transformándose en una prohibición hipócrita. En aquella época los tomadores de préstamos eran normalmente los reyes o los nobles que necesitaban del dinero para equipar a sus ejércitos en post de conquistas o simplemente saqueos que los pudieran enriquecer. 1 Ponencia presentada en el IV Congreso de Derecho Laboral y Relaciones del Trabajo - X Congreso Nacional de Derecho Laboral de la SADL (Sociedad Argentina de Derecho Laboral), VI Congreso Internacional de Relaciones del Trabajo de ARTRA (Asociación de Relaciones del Trabajo de la República Argentina) y VI Encuentro de Maestrandos (Maestría en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero – UNTREF-)-, desarrollado en el Hotel Esplendor, Complejo Arena Maipu, Mendoza, los días 25, 26 y 27 de octubre de 2012. Las conquistas de aquella época, si bien eran empresas de mucho riesgo, aparejaban dos beneficios importantes: en primer lugar el beneficio de la salvación del alma porque el enemigo era principalmente el sarraceno, tanto el de Asia Menor como el de la Europa del este que no estaba incluido en la dominación de la religión cristiana. Por otra parte y al margen del las posibles conquistas territoriales, los sarracenos al igual que los nobles caballeros iban a las batallas adornados con sus mejores joyas y armados con armaduras que costaban una fortuna y podían ser parte del botín de guerra. Además los nobles capturados, por un bando o por el otro, debían pagar un rescate por su libertad, lo que implicaba que sus familias debían recurrir a los prestamistas para poder pagar, el peso de esos costos era cargado sobre los villanos de las tierras sometidas al dominio de los nobles. Los prestamistas, por ejemplo los Caballeros Templarios, no cobraban intereses en un sano cumplimiento de los preceptos religiosos, ello sin embargo no significaba que no se enriquecieran de otra manera. Por cada préstamo otorgado los prestadores obtenían de los reyes o de los nobles concesiones o privilegios que les permitían la explotación de los vasallos y los villanos que debían trabajar las tierras sobre las que ejercía dominio el noble, triangulándose entonces el sistema de la siguiente manera: Tomador de préstamo, el rey o el noble; prestamista, una orden religiosa o una familia adinerada como los Médicis; “pagador del intereses”, el vasallo o el villano. Negocio redondo sin infringir los preceptos religiosos. El desarrollo del comercio a fines de la edad media crea a un nuevo tomador de préstamos: el comerciante. Abiertas las fronteras para que las mercancías puedan trasladarse de un feudo a otro, el comerciante, para hacer compras de bienes en territorios alejados debía hacer un viaje difícil por mar o por tierra, lo que implicaba grandes peligros, mas aún si venía cargado de metálico para realizar las compras que necesitaba. La familia de los Médicis descubrió entonces un sistema que le facilitaba al comerciante todo el trámite financiero: el comerciante depositaba, por ejemplo en Florencia, una suma de dinero metálico (p. ej. 100 ducados) y obtenía de los Médicis una orden de pago para hacerla efectiva con el representante de la familia que vivía en Londres. Nace de esta manera la letra de cambio que es el puntapié inicial del sistema financiero actual. Los Médicis pronto advirtieron que los ducados depositados en sus arcas en Florencia no eran retirados en forma inmediata sino que permanecían allí durante un tiempo bastante prolongado; y mientras tanto el tenedor de la letra de cambio podía venderla a otro comerciante con el correspondiente endoso. Los Médicis se dieron cuenta que este título sobre los 100 ducados podía ser emitido más de una vez y aceptado como moneda de cambio. Esto produjo la aceleración de la circulación de la moneda con su correspondiente efecto inflacionario. Era entonces el tenedor de los ducados quien le daba forma al mercado financiero. La Reforma y en especial el puritanismo excluyen el cobro de intereses como pecado, es ésta una de las razones de su aceptación por la burguesía naciente en la edad moderna. No obstante la idea de la inmoralidad de los intereses continua vigente hasta bien entrado el siglo XIX. En nuestro Código Civil, Velez Sarsfield en su nota al art. 623 habla de la inmoralidad del anatocismo, pese a que en su época el anatocismo era practicado por la banca internacional influyendo poderosamente sobre la deuda externa de los países. Este concepto de la inmoralidad de los intereses se mantiene aún en la doctrina judicial pese al cambio radical que se produjo en la economía mundial en los últimos 200 años y en especial en la segunda mitad del siglo XX donde prosperó otro concepto opuesto a aquel del Génesis de la Biblia, hoy en día el lema es “que el dinero trabaje por ti” excluyendo definitivamente al trabajo propiamente dicho como virtud. Si bien esta idea está actualmente de lo mas difundida a nivel mundial y en especial en nuestro medio nacional donde el dinero puede trabajar por ti de distintas maneras con denominaciones argentinistas diversas (calesita, bicicleta, pedaleo, etc.), personalmente considero que esta premisa es tan inmoral como lo fue en la edad media, toda vez que está claro que cuando alguien se beneficia con una inversión dineraria sin una prestación laboral, la ganancia será sacada de otro y por lo general el otro es un trabajador que puso su esfuerzo manual e intelectual para que otro goce de un beneficio sin esfuerzo alguno. Pero dejo de lado mi idea personal sobre el tema porque, en definitiva, debemos aceptar una realidad que domina la actualidad, es decir que el dinero en sí constituye por si mismo un capital volátil que recala siempre en aquellos lugares que le son más rentables y la rentabilidad es la búsqueda absoluta de la economía actual en el mundo. Todo se reduce a la dicotomía costo-beneficio. El sistema financiero funciona de manera tal, que determinados entes, llámeselos bancos, fondos de inversión, cajas de valores, etc. intentan captar la mayor cantidad de dinero posible para disponer del poder de incidir en las distintas plazas del mercado y obtener el mejor beneficio para distribuirlo entre sus inversores; deben además otorgarle al inversor la posibilidad de mudar su capital en una forma ágil para aprovechar otras ofertas más tentadoras. Una actitud contraria significaría la huída inmediata de los inversores o la captación de éstos por la competencia. Este sistema financiero está ampliamente aceptado por la comunidad y debidamente reglamentado por la ley que pretende justamente agilizar el manejo de los capitales. Así en el sistema bancario se cobran intereses por los préstamos (tasa activa) y se pagan intereses por los depósitos (tasa pasiva). En nuestro país la costumbre es que tanto los intereses a tasa pasiva como a tasa activa por operaciones de descuento se renuevan mensualmente acumulándose el interés devengado al capital original. Un trabajador que posee algún excedente podrá dirigirse a una entidad bancaria y colocarlo a intereses con renovación mensual automática, lo que significa que el banco acumulara en cada vencimiento los intereses al capital y en el próximo período liquidará intereses sobre el capital y los intereses acumulados. En aquellos depósitos judiciales que no pueden ser cobrados durante algún período largo de tiempo, por ejemplo cuando el acreedor es menor de edad, los jueces pueden ordenar a los bancos donde se encuentran, su reinversión mensual automática y por lo tanto el cobro de intereses sobre intereses. Ello demuestra que el anatocismo está totalmente aceptado por los usos y costumbres bancarios y judiciales. Tales reinversiones además están autorizadas en la cuenta mercantil en el art. 788 del Código de Comercio. Sin embargo, al observar los fallos judiciales sobre las liquidaciones que se efectúan judicialmente advertimos que los mismos regresan siempre al tópico de la inmoralidad cuando se trata de acumular intereses al capital. Si nos detenemos un momento en el análisis de la cuestión moral, podemos advertir inmediatamente los resultados inmorales que nacen de la aplicación estricta del art. 623 de Código Civil: si el empleador (deudor) resulta vencido en un juicio laboral (sentencia declarativa) pudo haber depositado el dinero adeudado a su trabajador en una cuenta bancaria con reinversión automática, es decir que los intereses se irán acumulando mensualmente al capital. Cuando llega el momento de efectuar el pago la liquidación se realizará de acuerdo al principio del art. 623 del Código Civil, es decir sin reinversión mensual (sin anatocismo), el deudor, en este caso se beneficia con la diferencia. Hagamos un ejemplo: Crédito $10.000 Interés anual 6 %, sin capitalizar $ 600 12 meses de intereses capitalizados $ 616,73 Diferencia por capitalización $ 16,73 La cuenta se efectuó para ambos casos con la tasa pasiva que es la que rige en la provincia de Buenos Aires según disposición de la Suprema Corte de la Provincia. Claro está que el empresario deudor jamás invertirá el dinero adeudado al trabajador a tasa pasiva en un banco, en el mejor de los casos lo reinvertirá en su propia empresa para incrementar los beneficios o dispondrá del capital de cualquier manera que le sea más rentable. El trabajador sí tendrá como casi única posibilidad la inversión a tasa pasiva, pero en general dispondrá del dinero para cubrir sus necesidades alimentarias. El ejemplo citado se reduce a tan solo un año cuando en realidad los procesos laborales, desde el momento del nacimiento del crédito hasta su efectivo cobro, duran mucho más. Otro tema es que si el empleador tuviera que recurrir a un crédito bancario para saldar su deuda oportunamente, la deberá pagar a tasa activa con las capitalizaciones que el banco disponga. De esta manera nos encontramos ante un enriquecimiento sin causa (enriquecimiento ilícito en realidad) lo que nos conduce a preguntarnos ¿DONDE ESTA LA MORALIDAD DE LA SOLUCION ADOPTADA A PARTIR DEL ART. 623 DEL CODIGO CIVIL? Todo esto queda introducido por la reforma que al art. 623 del CC le hace la ley 23928, que autoriza al convenio de capitalización al momento en que se otorga el préstamo, lo que unido a lo dispuesto por el art. 788 del C. de Comercio, permite a las entidades bancarias a aplicar el anatocismo, manteniendo la prohibición para los casos en que, cuando no existe un acuerdo previo, el deudor que está en mora solo deberá capitalizar los intereses cuando hay sentencia judicial e intimación de pago. Podemos advertir que las sentencias que condenan al empleador al pago del crédito del trabajador normalmente se formulan de la siguiente manera: el demandado deberá abonar la suma de pesos…….con más los intereses que fija el banco por operaciones de descuento. Esta disposición merece una interpretación adecuada a la realidad económica y financiera: los bancos cuando cobran intereses por operaciones de descuentos capitalizan los intereses en períodos regulares, es decir que el deudor deberá renovar su crédito todos los meses pagando los intereses correspondientes y la cuota de capital prevista (sistema alemán o sistema francés). ¿Porqué entonces resulta moral que el acreedor contraiga tal obligación con un banco e inmoral cuando le debe al trabajador?2 2 Al respecto el voto minoritario del plenario Calle Guevara, Raúl (Fiscal de Cámara) s/Revisión de Plenario" ( Expediente Nº S. 2572/2001) Dice: “ ……2. a) Ante todo, cabe destacar que la capitalización de los intereses devengados y no pagados no es en sí misma inmoral ni contraria a las buenas costumbres, como lo demuestra el hecho que el cciv 623 no la prohíbe en términos absolutos, sino que se limita a regularla: ella procede cuando una convención expresa autorice la acumulación del accesorio civil al capital. Cabe recordar que antes de la modificación por la ley 23.928, la regulación del cciv 623 era un tanto más severa, pues exigía un pacto posterior; la nueva regulación no supone, ciertamente, que el legislador haya valorado negativamente la capitalización de intereses. La moralidad de un acto resulta del acto en sí, y no de formular o no formular una suerte de preaviso al deudor -mediante pacto expreso-, en el sentido de que en caso de incurrir en mora pagará intereses sobre el capital y, si no satisface ese accesorio, pagará intereses de intereses. Por lo demás, el deudor de una deuda generada por causa comercial debería en todo caso conocer esas consecuencias de su mora, porque el devengamiento de intereses sobre el capital deriva del cciv 622, y el de intereses sobre intereses constituye una notoria práctica bancaria -práctica a la que remite el ccom 565-. Los fallos dictados de esta manera deberían ser interpretados según los usos y costumbres de la plaza financiera. Si bien los usos y costumbres son fuentes del derecho en nuestro derecho positivo, en especial el comercial, lo cierto es que la desuetudo no está contemplada, pero dado los términos de los fallos a los que se hizo referencia supra, fundados en el principio de juris curia novit que no aclara que los intereses no pueden ser capitalizados, el cálculo de los mismos se debe hacer de la misma manera en que se efectúan en la entidad bancaria de referencia, es decir, capitalizando los intereses. En cuanto a los alcances del art. 623 del Código Civil corresponde hacer referencia tanto a la jurisprudencia vigente como doctrina judicial, como a la realidad económica actual del país, teniendo presente que la CSJN. en todos los casos dispone que las leyes deben ser interpretadas sin violentar su letra pero con sujeción a dicha realidad, La doctrina de los tribunales comerciales de la Capital ha variado con el tiempo, haciendo hincapié en los art. 569, 570, 788 y 795 del Código de Comercio, en 1991 se dictó el plenario "Uzal, S.A. c. Moreno, Enrique s/ ejecutivo", el que por voto mayoritario admitió la capitalización de los intereses interpretando extensivamente el art. 569. Podemos citar algunos párrafos de interés: …..-Por los fundamentos del acuerdo precedente se fija como doctrina legal que: "a) Además de los supuestos establecidos en el texto legal positivo, existen otros en los que cabe la capitalización del interés devengado por un crédito cuyo obligado se encuentre en mora, y b) así, cuando la decisión judicial remita al "interés cobrado por los bancos públicos" - o concepto equivalente- y ello se refiera a una tasa de corto plazo -menor que el lapso de la mora-, el acreedor está habilitado para liquidar el interés del modo en que lo haría la banca tomada como referencia de esa tasa"…….. 2. b) Por otra parte, la acumulación de intereses al capital se halla expresamente autorizada por el ccom 788, y elevada a la categoría de regla por el ccom 795. Desde luego, no se nos oculta que la segunda norma citada arriba -que es la que aquí más interesa de ambas- se refiere a un contrato propio de la actividad bancaria; pero, precisamente, son los intereses cobrados por los bancos la pauta legal dada por el ccom 565 para la determinación del interés………” Pero en el año 2003 y siguiendo numerosos dictámenes de la CSJN. se ha modificado la doctrina volviendo a prevalecer el concepto del art. 623. En el Plenario " Calle Guevara, Raúl (Fiscal de Cámara) s/Revisión de Plenario" (Expediente Nº S. 2572/2001) la Cámara Comercial resolvió que: además de los supuestos establecidos explícitamente en el texto positivo de la ley, no corresponde en otros la capitalización de intereses devengados por un crédito cuyo obligado se encuentra en mora. La CSJN. en el fallo Automotores Saavedra S.A. c. Fiat Concord S.A., no logró modificar el criterio, toda vez que existió un virtual empate dada la posición de la Ministra Dra. Argibay quien sin expedirse sobre el fondo del tema, rechazó el recurso en los términos del art. 280 del CPCC. La decisión adoptada por la CSJN, sigue los argumentos de la Procuradora Fiscal. Quien, en su dictamen, expresa que las razones en contra de la capitalización de intereses, se ajustan a derecho, en la medida en que, durante el período de la litis en relación al cual el a quo determinara la capitalización de intereses (31 de marzo de 1991 al 25 de agosto de 2003) no regía entre las partes acuerdo de voluntades alguno que permitiera el anatocismo, y tampoco hubo liquidación judicial de intereses que el Juez mandase pagar y el obligado fuere moroso en hacerlo. En la disidencia de los Dres. Lorenzetti, Fayt y Zaffaroni lo que se postula es que por encima de una interpretación estricta o exegética de la normativa aplicable al caso, "lo que estaba en juego no era la falta de concurrencia de los presupuestos legales que autorizan el anatocismo sino la razonabilidad del mecanismo adoptado para salvaguardar la integralidad del crédito", interpretando que la no capitalización premia la conducta de quien no cumple con la obligación judicialmente declarada, incurre en una mora de más de tres décadas, y genera con ello un severo agravio -también- a la doctrina de la realidad económica. Como vemos ambos criterios se remiten a la doctrina de la realidad económica, lo que, en cierta forma descalifica a la misma. No obstante, tenemos que tomar en cuenta, dado los considerandos de los diferentes plenarios y del fallo de la Corte, que los tiempos en que cada uno fue dictado son distintos a los actuales y también difieren entre sí, lo que explica la diferencia de criterios. Hablando de la actualidad y de su realidad económica podemos advertir que se han disparado algunos términos de esta realidad, los que, si bien estamos hablando de épocas totalmente distintas, se parecen más en sus consecuencias para los créditos debidos al trabajador, a las de 1991. A partir de aquella fecha se produjo una estabilidad económica por la paridad monetaria con el dólar que recién algunos años después se sintió en su plenitud. Por ello los fallos de la Corte de los años 90 eran totalmente contrarios al plenario Uzal y se asemejaban más a las circunstancias que dieron pie al plenario Guevara. Por esta razón los considerandos del plenario Guevara y los fallos de la CNAT. deberían ajustarse a la realidad actual e imponer la capitalización periódica de los créditos laborales, dándole una interpretación adecuada a los fallos que ordenan pagar los intereses que fija un banco determinado por operaciones de descuento o por tasa pasiva. El proyecto actualmente en trámite del nuevo Código Civil y Comercial no contiene un precepto semejante al art. 623 del Código Civil, lo que constituye un adelanto importante en la materia. El art 770 dice: No se deben intereses de los intereses, excepto que: a) una cláusula expresa autorice la acumulación de los intereses al capital con una periodicidad no inferior a SEIS (6) meses; b) la obligación se demande judicialmente; en este caso, la acumulación opera desde la fecha de la notificación de la demanda; c) la obligación se liquide judicialmente; en este caso, la capitalización se produce desde que el juez manda pagar la suma resultante y el deudor es moroso en hacerlo; d) otras disposiciones legales prevean la acumulación. Resumiendo la doctrina judicial que acabamos de citar podemos advertir algunas soluciones posibles a la actualización mediante intereses razonables de los créditos del trabajador que de alguna manera deberían ser tomados en cuanta por la jurisprudencia dada la falta de equidad que resulta del apego estricto al art. 623 del CC.: 1.- Podemos advertir que los fallos de las sentencias en los juicios laborales normalmente nos dicen que “al capital se le deberá adicionar los intereses a 30 días que fija el Banco Nación o Provincia para las operaciones de descuento (tasa activa)” o “los depósitos a plazo fijo a 30 días (tasa pasiva)”, en todos los casos hacen referencia a las operaciones mensuales o a 30 días. Si nos remitimos entonces a los usos y costumbres existentes en los bancos y aceptados incluso por los jueces, la reinversión mensual equivaldría a la capitalización de los intereses y así debe ser interpretada la sentencia judicial formulada en tales términos. Esto además tiene su sustento legal en la reforma al art. 623 de la ley 23928, reforma que nos lleva inmediatamente a lo dispuesto en el art. 788 del Código de Comercio toda vez que habilita que se formulen acuerdos prejudiciales entre las partes de capitalización. Esto autoriza plenamente a las entidades financieras a capitalizar los intereses que cobran por los préstamos efectuados, quedando discriminados otros sectores sociales, como por ejemplo los trabajadores. 2.- Que el acreedor tiene derecho a recurrir en un juicio por daños y perjuicios por la descapitalización sufrida debido a la mora del deudor. Esta demanda se podría plantear una vez que fuera aprobada la liquidación que no admite la capitalización de los intereses (anatocismo). 3.- La Cámara de Apelaciones en lo Civil en cambio en el plenario 'Samudio de Martínez, Ladislaa c/ Transportes Doscientos Setenta SA s/ daños y perjuicios' 20/04/2009, dice: 'La tasa de interés fijada debe computarse desde el inicio de la mora hasta el cumplimiento de la sentencia, salvo que su aplicación en el período transcurrido hasta el dictado de dicha sentencia implique una alteración del significado económico del capital de condena que configure un enriquecimiento indebido”. La mención del enriquecimiento indebido está relacionada íntimamente con la problemática laboral. En este fuero no podemos hablar, en realidad, de un enriquecimiento indebido o sin causa, toda vez que, nos encontramos ante un enriquecimiento ilícito, porque debemos atenernos a lo dispuesto en el art. 2 de la ley 25323 y el art. 9 de la ley 25013, los cuales, imponiendo una multa al acreedor moroso en el pago de determinados créditos laborales, otorga a dicho acto jurídico el carácter de acto ilícito. Como consecuencia de ello la sentencia que ordena el pago del capital y los intereses, puede además, incluir la capitalización periódica de los intereses, toda vez que el art. 623 del CC. no puede ser aplicado a los casos en que se está violando a la ley misma. Por ello el actor laboral podría recurrir a la teoría del enriquecimiento ilícito para reclamar el ajuste de su crédito. CONCLUSIONES 1.- Desde la sanción de la ley 23928, que modifica el artículo 623 del CC, se produce una discriminación en perjuicio del trabajador, cuando se impide la capitalización periódica de los intereses de sus créditos en mora. 2.- De acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico, en caso de no permitirse la capitalización de intereses, el trabajador, fundado en la teoría de la realidad económica, tiene derecho a reclamar la indemnización por daños y perjuicios en aquellas sumas que resulten superiores a las sanciones establecidas en el art. 2 de la ley 25323 y el 9 de la ley 25013. 3.- También puede accionar en base al enriquecimiento ilícito.