MUJER Y PACHAMAMA - UNA REALIDAD PARECIDA Una mirada

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MUJER Y PACHAMAMA - UNA REALIDAD PARECIDA
Una mirada eco-feminista a la realidad boliviana
Elizabeth GarecaGareca1
1. Un modelo androcéntrico y antropocéntrico de desarrollo
Juan Pablo II (2001), afirmaba “La armonía de las relaciones del hombre con la
naturaleza es trastornada continuamente por el pecado humano”2. Me parece
una afirmación muy asertiva, aunque involuntaria de su santidad, porque si la
ecología es definida por la interrelación equilibrada entre todos
los seres
vivientes dentro el cosmos, entonces el daño ecológico que todos y todas
estamos sufriendo y/o provocando a nombre del “desarrollo” es gracias a un
modelo de desarrollo androcéntrico y antropocéntrico, denominado “patriarcal”,
porque responde a los intereses y expectativas del hombre.
Este modelo de desarrollo “patriarcal”, data de principios del siglo XIX con la
implementación
de
la
revolución
sobrevaloración
de
la
productividad
industrial;
y
el
el
mismo
desarrollo,
en
contempla
aras
de
la
un
enriquecimiento ilícito de unos cuantos. Esto ha conllevado a un daño continuo e
irreversible del cosmos y de la madre tierra (Pachamama).
1
Elizabeth GarecaGareca. Ingeniera agrónoma y biblista licenciatura en Biblia realizada en la universidad
Bíblica Latinoamericana (UBL) Costa Rica. 42 años, de Tarija – Bolivia, desde hace 17 años en La Paz.
Católica y pertenezco a varios grupos ecuménicos de fe: SEBIP, Seglares claretianos, círculos bíblicos,
catequesis de bautismo y Red Ecuménica de de teólogas
2
www.zenit.org/article-1602?l=spanish 16 de enero 2001
1
Al respecto, Tamayo menciona que este modelo es antropocéntrico y
androcéntrico3. Esto se sustenta en que siempre se tiende a asociar a la abierta
la posibilidad a la dominación de la mujer y de la naturaleza por parte del varón y
de su modelo patriarcal de desarrollo.
Antropocéntrico, porque ha colocado al hombre en el centro de la naturaleza
para que haga uso y abuso de ella. Muchas veces mal fundamentada en Gn 1,28
“llenen la tierra y sométanla”. El término “sométanla” perennemente ha sido mal
interpretado, desde el androcentrismo. Bien se podría traducir como “cuídenla”.
El término "someter", en el contexto del relato de la creación, no significa:
aplastar, oprimir o subyugar, sino que se asemeja al término "velar", para que
todo siga siendo “muy bueno” (Gn 1,31) y en armonía.
Y androcéntrico, porque son las mujeres las que han sufrido exclusión
económica, social y política, sobre todo las negras, las campesinas y las
indígenas, y la posesión de la tierra es sólo por parte de un reducido número de
latifundistas. Son esas mujeres excluidas de los bienes que la tierra produce, las
que se encuentran más amenazadas por el deterioro del ecosistema y son las
sufren de manera directa los efectos de los desequilibrios ecológicos, de la
variabilidad del clima y cambio climático.
Existen muchos textos bíblicos, que han sustentado el discurso teológico
androcéntrico, Un ejemplo es Col.3,18 mujeres sométanse a sus maridos, como
conviene al Señor. Todas las interpretaciones de este texto bíblico han servido
para someter a las mujeres ante la violencia de sus propios maridos y la no
3
Tamayo, J. Rev. Pasos. Teologías del Abya Yala.
2
inclusión en la toma de decisiones en la evolución del modelo de para
deconstruir paradigmas opresores de la mujer.
2. Contexto boliviano y cosmovisión de la Pachamama.
Bolivia en su Nueva Constitución Política (NCP) que viene implementando pasa
de República a un estado Plurinacional por la diversidad culturas y
nacionalidades diferentes. Cada pueblo indígena tiene una cosmovisión propia,
sin embargo, el común denominador de estas culturas es la Pachamama (Madre
Tierra), considerada como “sagrada” y la dadora de vida para todos y todas.
Sin embargo, esta Pachamama ha sido y es sobre-explotada en sus recursos. Es
decir, no sólo cumple cubriendo las necesidades vitales humanas, sino que es
fuente de poder y capital, pero para unos cuantos.
De la misma forma ocurre con las mujeres empobrecidas y sobreexplotadas.
Miles de mujeres de clase media y de las ciudades, han sido incorporadas al
mercado laboral en diferentes áreas. Esta reivindicación femenina aún no llegó a
ser efectiva en el área rural. En el caso de la población Aymara, la mujer
acompaña a su esposo en los diferentes actos sociales cuando a él le toca
desempeñar el cargo de autoridad originaria, pero la mujer no tiene ningún
chance de acceder a un cargo por la estructura social que conviven.
Bolivia es el primer productor mundial y centro de origen y de diversidad de un
valioso grano andino, la quinua (Chenopodium quinoa Wild.). Este alimento ha
formado parte de la alimentación milenaria de pueblos y culturas andinas. Esto
es también corroborado el informe de la FAO (2011) donde tradicionales y las
prácticas del buen vivir (Sumaj Kamaña), en armonía con la madre tierra y la
3
naturaleza. Ellos y ellas han mantenido, controlado, protegido y conservado la
quinua en su estado natural, incluyendo muchas variedades y razas locales,
como alimento para las generaciones presentes y futuras.
Sin embargo, es necesario recalcar que son las mujeres indígenas andinas las
que llevan la carga más pesada en esta tarea. Existe un estudio de investigación
realizado en el Altiplano Sur de Bolivia, respecto a la determinación del rol de la
mujer en la producción de la quinua, donde los resultados muestran que el
trabajo diario de las mujeres abarcan entre 13 y 17 horas (PROINPA, 2005)4.
Estos datos revelan la subordinación y la explotación de las mujeres, desde la
matriz cultural. Ellas son destinadas al ámbito de la reproducción y del trabajo
excedente de la producción alimenticia. Ellas son generadoras de ganancias
excedentarias que “otros” aprovechan muy bien.
Esta forma de “naturalizar” el rol de la mujer es muy común en la realidad
boliviana, por mucho que se hable, desde la cosmovisión andina de la
“complementariedad”. Cuando esta complementariedad es entre todos los seres
vivientes presentes en un ecosistema, es un paradigma muy asertivo, sin
embargo, en la práctica cotidiana no se aplica en la igualdad de condiciones y
oportunidades entre hombres y mujeres. Son las mujeres las que están en
desventaja con las asimetrías sociales y culturales.
Las mujeres son tan explotadas, como la Madre Tierra (Pachamama). De ahí
nace una relación muy especial entre ambas. Una relación intrínseca dentro del
ecosistema. Una relación de complicidad y de mutua colaboración, entre la
4
Aroni, G; Soto, J. & Rojas, W. 2003. Rol de la mujer en la adopción de tecnología y toma de decisiones
en la conservación de quinua en el altiplano sur. Informe de Proinpa - Bolivia
4
Pachamama y la mujer indígena campesina. Ambas son víctimas de la violencia
patriarcal, de la sobreexplotación, del paradigma del desarrollismo y del
capitalismo androcéntrico.
Pero ambas hacen resistencia, no como acto de solidaridad con el planeta, sino
como una lucha por la vida de sus hijos e hijas y de comunidades enteras que se
encuentran amenazadas. Son ellas las que tienen la responsabilidad del cuidado
de la Pachamama y de sus recursos naturales, ellas cuidan la sostenibilidad del
ecosistema, desde sus saberes ancestrales. Sin embargo, esta responsabilidad
les exige mayor número de horas de trabajo, es por ello que el enfoque de
género es una perspectiva que ayuda a de-construir estas disparidades
familiares y sociales.
A lo largo de toda la historia, la mujer tuvo derecho al uso de la tierra, pero no a
su propiedad. Así también lo indica el texto bíblico de Jos 17,3-4 donde estas
cinco mujeres exigen sus derechos de acceder a la tierra pero Selofjad, hijo de
Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Makir, hijo de Manasés, no tenía hijos; sólo tenía
hijas. Sus hijas se llamaban: Majlá, Noá, Joglá, Milká y Tirsá. Estas se
presentaron ante el sacerdote Eleazar, ante Josué, hijo de Nun, y ante los
principales, y dijeron: «Yahveh ordenó a Moisés que nos diera una heredad entre
nuestros hermanos.» Les dio, pues, según la orden de Yahveh, una heredad
entre los hermanos de su padre.
Ellas al morir su padre, se atrevieron a reclamar su herencia que les
correspondía, al no tener ese padre hijos varones. Ellas podían amargarse y
quedarse calladas, como lo hacía la mayoría. Pero estuvieron decididas a luchar
por lo que ellas creyeron justo, la tierra. Así que fueron donde Moisés, para que
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se les respete ese derecho. Esta historia tuvo un final feliz, pues fueron
dignificadas otorgándoles la tierra.
Sin embargo, uno de los resultados más comunes del androcentrismo y la
sociedad patriarcal es el despojo de ese derecho a la tierra que tienen las
mujeres. Son mujeres de ayer y de hoy que en la mayoría de los casos no tienen
propiedad sobre la tierra que ellas también trabajan.
En Bolivia uno de los principales retos pendientes para los gobiernos de turno es
la implementación de una nueva política de tierras, que además de considerar su
manejo con responsabilidad social y ambiental, considere la inclusión y
reconozca el derecho de las mujeres como beneficiarias en la distribución de
tierra.
Según datos de la Fundación Tierra (2010), el 68% de la población boliviana es
indígena y campesina. De ese porcentaje el 52% son mujeres es decir el 35% de
la población boliviana corresponde a mujeres indígenas5. Son estas las mujeres
que cargan las tareas más pesadas de la producción y además no poseen en
propiedad la tierra. Así lo afirma Sánchez, “Las mujeres de las poblaciones
indígenas de Bolivia aún carecen de la propiedad efectiva de la tierra. Ese es el
resultado de dos estudios que indagaron el acceso, uso y tenencia de tierra y
territorio por parte de las mujeres en pueblos de tierras altas y bajas” (2010UNIFEM, 2010)6.
Es imprescindible y urgente que las mujeres podamos fortalecer nuestra
participación en el “proceso de cambio” para mejorar estas estructuras injustas y
5
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http://www.ftierra.org
http://www.pnud.bo/webportal/Saladenoticias
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asimétricas que van en contra de toda equidad. Además que formemos una
conciencia crítica y política, y actuemos como sujetos activos de los cambios que
vamos viviendo hoy. Poniendo nuestros cuestionamientos y planteamientos en
los debates nacionales, para que de verdad vivamos la “complementariedad”
desde la igualdad de oportunidades y derechos en el Sumaj Qamaña.7
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Vivir bien desde la cosmovisión andina. Vivir en armonía y equilibrio con la madre tierra, el cosmos, con
la vida, la historia
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