Descubriendo la necrópolis de la antigua Tebas

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Compromiso con
la investigación
Unión Fenosa Gas
colabora en el
proyecto arqueológico
hispano-egipcio Djehuty
MIGUEL LÓPEZ RUBIO
N
o está en Luxor, sino en Madrid pero entrar en el despacho del investigador del CSIC
José Manuel Galán logra el efecto: es
el sitio de trabajo de un arqueólogo.
Muchos libros, papeles, recuerdos
de sus constantes viajes a Egipto y,
sobre todo, algunas reproducciones
de los hallazgos de su equipo. No es
para menos: después de 11 años de
excavaciones y estudio, la misión hispano-egipcia que dirige con el apoyo
de Unión Fenosa Gas se esmera por
recuperar un conjunto de tumbas ubicado en el noroeste de la necrópolis
de Tebas, la actual Luxor.
El investigador calcula que, en unos
diez años, se podrían abrir los se-
pulcros al público. Y, lo que es más
importante, “mostrar una calle de la
antigua necrópolis”, algo inédito en
las guías turísticas. Éste es uno los
muchos objetivos que se marca el
“Proyecto Djehuty”, bautizado con
el nombre del morador más famoso
del conjunto de tumbas. La existencia del sepulcro de este alto cargo,
supervisor del tesoro de la faraona
Hatshepsut, no era ningún secreto pero nadie lo había explorado a
fondo. Galán y su equipo fueron los
primeros en superar los 13 metros
que separan la cámara de la superficie. Las mariposas en el estómago
encontraron rápido alivio al comprobar que Djehuty había imaginado su
paso a la otra vida rodeado de cuidados relieves e inscripciones que
denotaban su dominio de las letras.
Foto: CSIC.
Los relieves que decoran las paredes de
las tumbas representan algunos rituales
funerarios desconocidos hasta ahora.
La tumba de Djehuty se ubica en una ladera
de la colina de Dra Abu-el Naga, en la parte
norte de la gran necrópolis de Tebas.
“Era el tesorero de la reina, recolectaba todos los metales preciosos del
reino para redirigirlos a los templos.
Entre medias, con algo se quedaría
para permitirse esta tumba”, bromea
el investigador.
El equipo trabaja sobre el terreno en
expediciones anuales de seis semanas de duración. Y, sobre la marcha,
restauran lo encontrado. “Se da la circunstancia de que la tumba de Djehuty y la de su vecino Hery presentan
relieves en lugar de pinturas, como
la mayoría de los sepulcros en Tebas. Reconstruir sus paredes es una
locura, un auténtico rompecabezas
en 3-D. Hemos encontrado más de
2.000 fragmentos en el exterior de las
tumbas”, apunta Galán. Hallar uno de
los fragmentos perdidos es uno de
esos regalos del trabajo arqueológico. “Lo reconoces con sólo mirarlo, lo
llevas al punto y ves que encaja. Es
una sensación indescriptible”, relata.
A veces, la búsqueda llega más allá
de la excavación. Rastreando en los
cuadernos de campaña de sus antecesores y publicaciones, el arqueólogo ha encontrado fragmentos de
los relieves de la tumba de Hery, alto
Djehuty ordenó pintar en
las paredes de su tumba
jeroglíficos con pasajes del
Libro de los Muertos. La
golondrina simboliza el deseo
de Djehuty de alcanzar la
paz en otro mundo. Arriba,
figuras de arcilla o shabtis, que
se depositaban en la tumba
para acompañar al
difunto al Más Allá.
José Manuel Galán:
“Estoy donde quiero estar”
Filólogo de formación, José Manuel Galán dedicó su tesis doctoral a estudiar dos palabras del
lenguaje egipcio. Quizá por eso
se extraña cuando se le pregunta
qué pasará cuando concluya su
trabajo en el proyecto Djehuty.
Un error común de neófito en arqueología pues, como reconoce,
“en Dra Abu-el Naga tenemos
para cien años. En seis semanas,
encontramos más de lo que podemos digerir”. Galán mira hacia
atrás con satisfacción: “tras 11
años de restauración, la tumba
de Djehuty no se reconoce”; pero
sobre todo afronta con ilusión
el futuro: “queda mucho por
descubrir y aventuro que mucho
más importante”.
Foto: Unión Fenosa Gas.
la antigua Tebas
Desde el pasado mes de
noviembre, Unión Fenosa
Gas es el compañero de viaje
del arqueólogo José Manuel
Galán y de su equipo en
el proyecto Djehuty. “Este
acuerdo pone de manifiesto
el compromiso de nuestra
empresa con el campo de
la investigación”, explica el
presidente de la compañía,
José María Egea, quien
también destaca el estrecho
vínculo de Unión Fenosa
Gas con Egipto. De hecho,
la energética española
cuenta con una planta de
licuefacción de gas en la
localidad de Damietta con
más de 200 empleados.
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Foto: Unión Fenosa Gas.
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Foto: CSIC.
Foto: Unión Fenosa Gas.
Descubriendo
la necrópolis de
Excavaciones…
y mucho estudio
en el Museo de Luxor,
una de las colecciones
más importantes de arte
egipcio. Uno de ellos es
la Tabla del Aprendiz,
una madera estucada
que se usó como pizarrín de escuela en torno
a 1450 a. C. Como
si fuera un cuaderno
de caligrafía, muestra
cómo el maestro escribe
un texto y realiza un
dibujo, que el alumno
se esmera en copiar. Es,
sin quererlo, uno de los
pocos retratos frontales que existen de un
faraón. Sobre la mesa
del despacho de Galán
está la carta al Gobierno
egipcio para proponerles la exposición de otro
objeto, el ataúd de Iqer,
un arquero que se hizo
enterrar con sus flechas
y que conserva una policromía “excepcional”.
empresas
Foto: CSIC.
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“Todas las cosas tienen
valor en función del
valor que le das tú”.
Esta es la máxima
del arqueólogo José
Manuel Galán. Porque
el trabajo arqueológico
no se reduce a encontrar piezas escondidas
por el tiempo, sino en
echar horas de estudio
para contextualizar lo
encontrado. Gracias a
esta dedicación, varios
de los objetos encontrados en el proyecto
Djehuty se exponen
Y es que algo debe de tener la colina
de Dra Abu-el Naga, donde se ubica
el yacimiento: la densidad de tumbas
encontradas no tiene parangón en
todo Luxor y, en la última expedición,
los investigadores han encontrado indicios de usos anteriores al propio Djehuty. Según Galán, el lugar tuvo que
ser de extrema importancia religiosa
e, incluso, política. No es de extrañar:
el yacimiento se ubica frente al templo
de Karnak, en las orillas del Nilo. En el
atardecer, el Sol se esconde bajo las
faldas de la colina. Quizás el próximo
año, con suerte, los arqueólogos vuelvan con las claves de este misterio.
¿Sabías que…?
Djehuty controlaba las finanzas y
el trabajo de los artesanos, por eso
pudo construirse una tumba con
unos relieves excepcionales.
Fragmento de la “Tabla del Aprendiz” con el único ejemplo conocido de
representación del rostro de un rey de Egipto de frente y no de perfil.
supervisor que vivió unos 50 años antes que Djehuty, incluso en el Museo
Metropolitan de Nueva York.
Campaña exitosa
Durante la última campaña, el equipo ha descubierto casi por casualidad la quinta tumba del recinto. Se
trata del sepulcro de Ay, supervisor de tejedores que vivió en torno
al 1450 a. C. “Lo que pensábamos
que era un agujero era, en realidad,
la entrada a otra tumba”, señala el
científico. También han logrado ver
el interior de la tumba de Hery. “Nun-
ca estás preparado para lo que te
vas a encontrar. Una de sus cámaras
está llena de momias de ibis y halcones grecorromanas hasta el techo,
usadas para rendir tributo a una divinidad”. Su análisis lo reservan para
la próxima campaña, pero se llevan
una conclusión en la mochila: “Tenemos constancia de la reutilización
de este espacio desde el 2000 a. C.
hasta el siglo II a.C. Casi 2000 años
en el que este mismo recinto se va
reutilizando por distintos personajes
y distintos propósitos”, apunta el arqueólogo.
El nombre y los rostros de las estatuas
de la reina Hatshepsut y sus servidores fueron borrados, ya que según los
egipcios esto impedía su vida eterna.
Se salvó la cámara sepulcral de Djehuty, situada al fondo del pozo.
Los egipcios creían que el sol viajaba por las noches en una barca a
través del subsuelo, por eso cuanto
más profunda fuera la tumba más
fácil sería coger esa barca para luego
renacer con el sol.
En el Antiguo Egipto, las palabras
“flor” y “vida” eran la misma: ankh.
Así, entregaban flores en el sepulcro
para dar vida, una costumbre que
sigue en nuestros días.
El estudio de las momias encontradas está ayudando a descubrir enfermedades y patologías que sufrían
los habitantes del Antiguo Egipto.
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