Memoria Pedagógica e Innovación Educativa en el Nivel Inicial Señorita, Alexis la quiere mucho Claudia Patricia Miranda Jardín de Infantes N° 938 “Olga Cossettini”, San Martín Coordinadora: Silvia Méndez Hace algunos años, otra vez comenzaba con sala de cinco años. El grupo era numeroso y no tenía muy buenas referencias, sobre todo de los varones que eran muy inquietos, les gustaba jugar a la lucha y a veces se agredían entre sí. Las nenas, en cambio, eran más tranquilas. Todo esto me generaba muchas expectativas porque en años anteriores siempre en alguna reunión se escuchaba el nombre de algunos de ellos y no era nada halagador lo que se decía, al contrario, siempre eran quejas. . Pasaron las primeras semanas y, como el tiempo que permanecían en el Jardín aún era breve, parecía que todo iba bien. Sólo a veces algunas peleas por algún juguete o en algún juego. Pero de a poco comenzaron a aparecer algunas dificultades, sobre todo con quien siempre había sido tan nombrado: Alexis. Este niño, de contextura pequeña, muy inquieto y vivaz, hablaba a los gritos, hasta para saludar y utilizaba un lenguaje que no era el más adecuado para un nene de esa edad (“guacho”, “gato” y muchas malas palabras que les gritaba a los demás nenes, aunque a mí siempre me decía “seño”). Las tardes casi nunca comenzaban bien. Desde que Alexis ponía un pie en el Jardín empezaba a agredir a los demás porque quería entrar primero, porque lo miraban o porque ocupaban su lugar, no importaba de qué sala fueran, ya desde que entraba tenía que observarlo y llamarle la atención, o darle alguna tarea determinada como sostenerme algo o decirle que iba a ser mi ayudante. Esto a veces daba resultado, otras no. En ocasiones yo le pedía a su mamá que lo acompañara para ver si ingresaba más tranquilo, pero tampoco daba resultado porque Alexis se enojaba y, entre los retos de su mamá y los gritos o insultos de él, no sabía qué era peor. Algunos padres se quejaban porque sus hijos eran agredidos. Tenía que comenzar a buscar otras estrategias y pedir ayuda al equipo de orientación para que también ellos intervinieran. Así que ¡a llenar papeles! y a esperar que vinieran pronto. Comencé a trabajar con ellos y creamos acuerdos de convivencia para la sala. También organizamos juegos para que todos participaran y compartieran distintos elementos con otros. Trataba de utilizar materiales que fuesen nuevos, para así llamar la atención de 1 Memoria Pedagógica e Innovación Educativa en el Nivel Inicial Alexis, pero se hacía difícil. Le costaba permanecer atento o no compartía, y cuando le decían que no jugaban con él, o “no somos tus amigos”, se enojaba y comenzaba a pegar. Había nenes que no querían estar con él o se apartaban porque les pegaba. Cuando agredía yo trataba de calmarlo, le hablaba, intentaba abrazarlo (pero él me rechazaba alejándose), y otras veces tenía que pegar un grito para que me escuchara. También era necesario tratar de trabajar con el grupo para que entendiera que él también era su compañero y había que invitarlo a jugar y compartirle las cosas. Mis estrategias parecían no dar buenos resultados. Hablé con mis compañeras que lo habían tenido los años anteriores para saber qué habían hecho ante esas situaciones. Me contaron que citaban a los papás sin lograr que asistieran, y que, cuando estaba muy descontrolado, lo mandaban a dirección para que se tranquilizara o lo apartaban del grupo. En realidad, yo creía que estábamos fallando como docentes o que no estábamos haciendo lo más conveniente para Alexis. El siguiente paso fue realizar entrevistas con la familia, pero la primera había fallado. Su mamá no iba al Jardín y era otra lucha más. Después de varias notas, su mamá fue a hablar conmigo. Al entrar, me preguntó si la reunión iba a ser muy larga porque no podía quedarse mucho. Le aclaré que no. Comencé pidiéndole que me contara cómo era Alexis en su casa. Ella respondió que era muy cariñoso, muy ordenado con sus juguetes, que no quería que nadie se los tocara, que se peleaba mucho con sus hermanas y que su papa lo apañaba. Luego, con una sonrisa, me dijo que Alexis era el “macho” de la casa porque era el único varón de entre cuatro hermanas, que miraba sólo dibujitos, que siempre trataba de que jugara adentro porque afuera el barrio era peligroso (vivían en villa Tranquila) y que con otros nenes no jugaba mucho porque se peleaba y lo dejaban en penitencia. Así fue contando muchas cosas más y recuerdo que yo pensaba: “me está hablando de otro hijo”. Luego empecé a mencionarle algunas de las conductas de Alexis (que ella sabía que no eran nuevas). Recuerdo que sólo nos miraba y con la cabeza decía que sí. Con la directora le sugerimos algunas de las cosas que podían hacer ella y el papá. Le pedimos que no lo trataran como al “macho”, le sugerimos llevarlo a jugar al fútbol, ya que era un deporte en conjunto y con reglas a seguir, y le aconsejamos que se sentara aunque sea un rato a hablar con él, que le preguntara cómo le había ido en el Jardín y que lo mirara cuando lo hacía. 2 Memoria Pedagógica e Innovación Educativa en el Nivel Inicial A medida que seguíamos hablando, la mamá comenzó a soltarse y nos contó que su hija mayor estaba de novia y que Alexis estaba celoso del novio y cuando éste iba a la casa le pegaba o lo echaba. También nos dijo que cuando su hijo se enojaba con ella, le pegaba o le decía malas palabras, y que su papá lo asustaba con el cinto y lo dejaba en penitencia. Todo su relato anterior comenzó a cambiar. Terminó la entrevista (que se había hecho muy extensa) y le dije que las puertas del Jardín estaban siempre abiertas por cualquier cosa que necesitara. Después nos quedamos un rato más con la directora comentando sobre todo lo que habíamos escuchado ybuscamos nuevas estrategias. Se nos ocurrió realizar más juegos grupales en donde Alexis pudiera tener más protagonismo o darle más responsabilidades, tales como acomodar la sala antes de irnos, llevar mensajes a las preceptora, llevarse libros a su casa para compartir con la familia (los cuales a veces volvían no muy sanos), entre otras. Pasaban los días y en la sala se respiraba un poco más de calma. Los demás nenes a veces invitaban a Alexis a jugar o a compartir sus juegos, sino yo les pedía que lo hicieran. También él participaba en las charlas, contando cosas de su familia, qué había hecho o qué le gustaba hacer. En una ocasión contó que su papá le había pegado a su mamá, que su hermana lloraba y que él lo había “cagado a piñas” al papá. En ese momento traté de explicarles a todos que eso no estaba bien. Los nenes decían que no había que pegar, que estaba mal, que los papás no se tenían que agredir y muchas cosas más. Yo insistí en que siempre había que hablar y pedir por favor, y en que nosotros no teníamos que tratarnos mal porque nos podíamos lastimar. Cada uno comentaba y contaba su propia experiencia, ya que la familia de Alexis no era la única que vivía situaciones de violencia. Llegó el momento de la intervención del equipo de orientación. Entrevistaron a su mamá, la cual asistió a una de las citas y a otras no, que se comprometió a seguir las sugerencias del equipo y de la docente para mostrarle a Alexis que había otras formas de relacionarse con sus amigos. Otro hecho relevante tuvo lugar en la fiesta del 9 de Julio. Todos los nenes participaron y, antes de irse, podían comer churros y tomar chocolatada. Alexis ya había comido uno, pero quería otro y le pidió a su hermana. Como ésta le dijo que ya se iban, Alexis se tiró al suelo y comenzó a gritar. Estaba el novio de su hermana que comenzó a pegarle patadas y a decirle: “levántate, guacho, o te voy a romper los huesos”. Me acerqué y le dije: “¿qué 3 Memoria Pedagógica e Innovación Educativa en el Nivel Inicial estás haciendo?”.El joven no me respondió. Levanté a Alexis y lo llevé a buscar lo que quería. Luego su hermana lo tomó del brazo y se lo llevó. Fue un momento de mucha impotencia. Al día siguiente le conté a su mamá lo que había pasado: ella no estaba enterada de nada. Después de eso ni la hermana ni su novio volvieron a buscarlo al Jardín. Así paso todo el año, con momentos buenos y malos; con situaciones ante las cuales no sabía qué hacer. Alexis estaba un poco más tranquilo y había empezado, en ocasiones, a expresar lo que quería o sentía verbalmente y no a los golpes. También podía pedir ayudao escuchar un cuento sin moverse de un lado a otro. Eran cosas mínimas, pero significaron un gran esfuerzo para él y para los demás. Como adulto siempre me cuestionaba si había hecho lo suficiente. Por momentos creía que era una utopía querer cambiar todo, sobre todo lo que Alexis día a día vivía en su familia. ¿O realmente eso se podría cambiar? Tal vez sí. Siempre traté de mostrar que existe otra realidad, otra forma de hablar, de expresarse, de pedir las cosas, de compartir con los demás. El último día de clases, en el acto de entrega de diplomas, su mamá me dio las gracias por haber tratado bien a su hijo y me dijo: “señorita, Alexis la quiere mucho”. Sentí que era una recompensa por todo mi esfuerzo, aunque tal vez pude haber hecho más. Realmente no lo sé. Hoy en día, aún veo a Alexis cuando va a su escuela y me cuenta todo lo que hace (que en realidad no es muy bueno). Repitió y sigue peleándose. Entonces vuelvo a pensar en qué seguimos fallando. ¿Por qué nada o nadie puede ayudarlo a cambiar? ¿Cuáles son nuestras carencias? ¿Qué será de su futuro? 4