Reflexiones de un observador “externo” sobre la reciente jurisprudencia del TEPJF acerca de las candidaturas independientes (a raíz de SUP-JDC-1004/2015; SUP-JRC582/2015 y SUP-JRC-592/2015; SUP-JDC-1236/2015 Y ACUMULADOS) Sabrina Ragone Investigadora senior, Max Planck Institute for Comparative Public Law and International Law Sumario: 1. Premisa. El enfoque adaptado en el análisis: fortalezas y debilidades. – 2. Las cuestiones jurídicas del caso con expediente SUP-JDC-1004/2015. – 2.1 Candidatos independientes y plazos. – 2.2 Candidatos independientes y porcentajes de apoyo popular. – 3. La cuestión jurídica del caso con expediente SUP-JRC-582/2015 y SUP-JRC-592/2015. – 3.1 Candidatos independientes y topes a la financiación privada. – 4. La cuestión jurídica del caso con expediente SUP-JDC-1236/2015 y acumulados. – 4.1 Candidatos independientes y exclusión de la participación en el reparto proporcional. – 5. Observaciones generales. – 5.1 La urgencia en la regulación y el manejo de la justicia electoral. – 5.2 La interacción con las jurisprudencias ajenas. – 5.3 El empleo de argumentos prácticos o fácticos. 1. Premisa. El enfoque adaptado en el análisis: fortalezas y debilidades. La presente reflexión aspira a proponer observaciones críticas acerca de la reciente jurisprudencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en materia de candidaturas independientes. Ya en el título mismo de la intervención se hace referencia a la idea de un “punto de vista externo”, pues se centrará la atención especialmente en cuestiones de método y sólo en algunos casos en aspectos de fondo. Este enfoque se debe, por un lado, al hecho de que muchos rasgos sustantivos de las decisiones dependen del ordenamiento mexicano (que será abordado en las contribuciones de los colegas mexicanos) y, por otro lado, a la voluntad de elaborar ideas generales al final del trabajo. Por todo ello, en la parte central de este texto se analizarán tres sentencias emitidas en 2015, es decir, SUP-JDC-1004/2015; SUP-JRC-582/2015 y SUP-JRC-592/2015 y SUPJDC-1236/2015 y acumulados y para cada una de ellas, se evidenciarán los elementos más relevantes haciendo referencia al texto, cuando resulte útil. Sólo después del examen de las tesis contenidas en dicha jurisprudencia, se intentará esbozar unas conclusiones de alcance más general. Muchos autores afirman que en Europa instrumentos como el control de proporcionalidad, el empleo del parámetro de la racionalidad y la ponderación son formas decisorias diarias de los órganos encargados de la justicia constitucional y electoral. La jurisprudencia relativa a las candidaturas independientes en el sistema mexicano confirma la misma tendencia, al menos por la forma en que se está perfilando el control de constitucionalidad compartido entre la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Ello porque, en el caso de las candidaturas independientes, dichos criterios se han tenido que aplicar a la hora de valorar la legitimidad de los tratos diferenciados entre estos candidatos y los partidos políticos, como veremos. Y justamente allí la proporcionalidad, la igualdad y otros principios juegan un papel esencial. A continuación se van a examinar las tres decisiones mencionadas con anterioridad (§§ 2, 3 y 4) y a raíz de ellas se propondrán algunas conclusiones (§ 5) a la luz de los instrumentos técnicos usados y de las formas argumentativas elegidas. 2. Las cuestiones jurídicas del caso con expediente SUP-JDC-1004/2015. En esta primera sentencia, la Sala Superior del TEPJF ha tenido que decidir básicamente sobre dos cuestiones relativas a la regulación de las candidaturas independientes en Baja California Sur: a) la posición de los candidatos independientes respecto de los partidos por lo que se refiere a los plazos para impugnar las decisiones de los órganos electorales; b) la validez del requisito del 4% de apoyo para candidatos independientes. 2.1 Candidatos independientes y plazos. Con respecto a la primera cuestión mencionada, la solución se fundamenta en una construcción del principio de igualdad y de la prohibición de tratos diferenciados1. En el caso particular, para la interposición del recurso de apelación se daba un plazo de cinco días a los partidos políticos y coaliciones, mientras que se reducía a sólo tres días para los candidatos independientes. Además de considerar la medida inequitativa ex se, la Sala Superior añadió que, si el legislador estatal hubiese querido diferenciar, la lógica conclusión habría sido la opuesta, es decir, la fijación de un plazo más amplio para los candidatos independientes. Ello porque los partidos políticos tienen a su disposición muchos más medios, materiales y humanos, en comparación con los candidatos independientes. Y esta diferencia no depende exclusivamente de la situación concreta, sino también del apoyo que el poder público da a los partidos, como bien se argumenta en la decisión2. 1 Literalmente: «A juicio de esta Sala, la existencia de plazos diferenciados para la interposición del recurso de apelación de cinco días para partidos políticos y coaliciones y de tres días para ciudadanos, implica, por sí mismo, un trato diferenciado». 2 Literalmente: «Esta distinción podría tener cierta racionalidad tratándose de impugnaciones por parte de personas ciudadanas que pertenecen a un partido político, pero resulta inequitativo y desigual en detrimento del acceso a la justicia cuando se trata de personas que ostentan una candidatura independiente. Esto se debe a que los partidos políticos cuentan con recursos y prerrogativas que se otorgan por el Estado para el desarrollo de sus actividades, los cuales no se otorgan a las personas que se encuentran en este supuesto». En consecuencia, el legislador, en esta hipótesis, no ha cumplido con su deber de reconocer unas condiciones “mínimas” de igualdad, con referencia a un derecho tan esencial como el acceso a la justicia. Sin estas condiciones, a los candidatos independientes se les impediría obtener justicia cuando actos del proceso electoral les afectan negativamente, mermando claramente sus posibilidades de ser elegidos3. El uso del principio de igualdad en la construcción de esta tesis resulta lineal y bien argumentado, con relación a un tema – la igualdad en el acceso a la justicia durante los procesos electorales – que resulta crucial. Es interesante que en un caso muy reciente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Tahirov v. Azerbaiyán, 2015), se planteó justamente el problema de la importancia y de la efectividad de los instrumentos jurisdiccionales para realizar un control sobre las decisiones de los órganos electorales. Es un caso muy distinto al caso decidido por el TEPJF, pero confirma la actualidad y la relevancia de esta cuestión en concreto. Menos adecuado o cuando menos superfluo parece, al contrario, el uso del principio pro persona ex art. 1.2 de la Constitución mexicana. La Sala Superior afirmó que en el supuesto examinado dos normas eran potencialmente aplicables al candidato, es decir, los dos preceptos que regulaban plazos distintos. Aplicando el principio pro persona, dijo que en estos casos hay que preferir la norma más favorable para el sujeto, en el sentido de que garantice una protección más amplia de un derecho o lo limite menos4. Este argumento y la aplicación de una interpretación analógica para extender el plazo más largo a las candidaturas independientes no parecen tan convincentes como el primero. Y posiblemente no fueran necesarios, ya que, una vez declarada la inconstitucionalidad por vulneración del principio de igualdad, no hacía falta recurrir a otras causas de invalidez. 2.2 Candidatos independientes y porcentajes de apoyo popular. 3 Literalmente: «En efecto, cuando durante un proceso electoral una ciudadana o ciudadano obtiene su registro como candidato independiente a un cargo público, se le debe garantizar un trato con condiciones mínimas de igualdad frente a los partidos políticos. Esta igualdad debe alcanzar al derecho de acceso a la justicia, pues sólo así podrán ambos actores encontrarse en posibilidad, no sólo formal, sino real y material de controvertir todos aquellos actos o resoluciones de las autoridades electorales que incidan en el proceso electivo en que participan y que, eventualmente, les afecten». 4 Literalmente: «Este razonamiento no es más que un corolario del principio pro persona previsto en el artículo 1º, segundo párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, según la cual cuando resultan aplicables a una misma persona dos preceptos normativos, debe elegirse la que resulte más favorable a su persona, ya sea por contener una protección más amplia a sus derechos, ya por contener una limitación menos restrictiva a los mismos. Así, esta Superior concluye que, con base en una interpretación analógica, las personas que contienden bajo la figura de una candidatura independiente se encuentran, para efectos del tema de estudio, en el mismo supuesto que los partidos políticos y, por tanto, deben beneficiarse de las mismas posibilidades de defensa de éstos». La normativa de Baja California Sur establecía el 4% como porcentaje mínimo de apoyo ciudadano para las candidaturas independientes y este fue el segundo tema principal de la decisión que se está comentando. La Sala Superior aplicó a este supuesto también el principio de igualdad, en su vertiente material. Interpretado así ese principio, la tutela de los candidatos independientes se amplía mucho, pues se les debe garantizar al menos una posibilidad real (o realística) de ser elegidos, y no solamente la mera participación en la contienda electoral5. Se trata, claro está, de una protección de minimis, que no asegura la igualdad en los puntos de llegada, pero sí una mínima potencialidad6. El desarrollo del segundo argumento, decisivo para la resolución de esta cuestión, es más complejo. Me refiero al margen de libertad o discrecionalidad reconocido al legislador y a la aplicación de los principios de proporcionalidad y racionalidad en la valoración de su labor. La jurisprudencia de la SCJN ha reiterado que los legisladores gozan de un amplio margen de libertad a la hora de establecer el porcentaje de apoyo necesario para presentar una candidatura independiente, entre otros aspectos. La Sala Superior, sin embargo, consideró no aplicables al caso concreto los antecedentes de la otra alta corte y entró a valorar la opción legislativa. Si bien se comparte, en principio, el uso de estas categorías en el contexto analizado, el desarrollo de la argumentación habría podido ser más ordenado y coherente. En la sentencia se usaron fórmulas relativas al margen de maniobra del legislador, según las cuales éste no podía ser «excesivo, irracional o desproporcionado»; no podía transformarse en «una limitación, traducida en una barrera insuperable» o en un obstáculo insuperable. Asimismo, se admitió que hacía falta el apoyo por parte de una «proporción significativa» del electorado. Un análisis de la misma cuestión que hubiese tenido en cuenta los pasos a realizar en el control de proporcionalidad “al estilo alemán” habría probablemente llevado al mismo resultado, pero con un marco teórico y reconstructivo más sólido. Partiendo del primer paso (la legitimidad), la Sala Superior podría haber averiguado que efectivamente el legislador tenía un fin legítimo y constitucionalmente relevante, para pasar en segundo lugar a valorar la relación medios-fines y su conexión. A continuación podría haberse dedicado a juzgar la necesidad de la medida, argumentando quizás que el legislador en el caso concreto no había usado los medios menos restrictivos para el derecho afectado. Así que, en la evaluación de la proporcionalidad stricto sensu, podría haberse ocupado 5 Literalmente: «[…] la figura de las candidaturas independientes, debe permitir no solo la oportunidad para ejercer los derechos políticos, sino que el juego democrático pueda advertir las posibilidades reales de que candidatas y candidatos independientes a los partidos políticos pueden llegar a los cargos a los que aspiran». 6 La Sala Superior hace referencia a «una aceptable popularidad entre la ciudadanía, la cual le permita participar con una mínima eficiencia competitiva frente a los partidos políticos». de la parte más delicada del control, teniendo en cuenta los efectos de la norma, valorando los beneficios de la regulación y los costes. Este tipo de control, por su complejidad y cercanía con la realidad concreta, exige un profundo conocimiento también del contexto social, político, económico, en el cual se va a aplicar la norma y va más allá del dato normativo. Al ser tan delicado, pues, sería deseable su uso dentro de un esquema reconstructivo más rígido, que asegure un desarrollo lógico de las argumentaciones. Por lo que atañe al empleo del derecho comparado, resultan útiles y apropiadas tanto las citas de normas internas (el porcentaje del 1% para las elecciones presidenciales, del 2% para las elecciones parlamentarias o el 3% para las candidaturas independientes en otros Estados) como las citas de normas externas que reflejan estándares y recomendaciones internacionales, con particular referencia a la Comisión de Venecia y al Código de buenas prácticas en materia electoral (donde el porcentaje recomendado es el 1%). 3. La cuestión jurídica del caso con expediente SUP-JRC-582/2015 y SUP-JRC592/2015. Este caso surgió a raíz de los lineamientos adoptados por la Comisión Estatal Electoral Nuevo León acerca de los “límites a las aportaciones de carácter privado realizadas a las candidatas y candidatos independientes durante el proceso electoral 2014-2015”, y especialmente del considerando 19 del mismo. En particular, allí se establecía que el principio de prevalencia de la financiación pública sobre la privada no sería aplicable a las candidaturas independientes. Dicha Comisión sostuvo que la reforma constitucional de los años 90 que introdujo esta condición tenía como objetivo la equidad entre los partidos políticos, no pudiéndose extender a los candidatos independientes por su peculiaridad. 3.1 Candidatos independientes y topes a la financiación privada. La Sala Superior declaró la legitimidad de la normativa citada, basando su decisión en una pluralidad de argumentos. En primer lugar, reiteró, con amplias referencias a la jurisprudencia de la SCJN, que existe una diferencia entre partidos y candidatos independientes, de nuevo en aplicación del principio de igualdad material. En segundo lugar, retomó el argumento de la imposibilidad de interpretar un derecho en sentido desfavorable para un sujeto o extendiendo de una limitación. La idea de la prohibición de la regresividad de los derechos humanos es construida de forma muy interesante en la decisión, como desarrollo de la posición de la misma Sala en la sentencia 1004/2015. En efecto, la tesis es fundamentada en los artículos 1, 15 y 35 de la Constitución mexicana7 e implica esencialmente que sólo serían legítimas reformas que ampliasen el contenido de un derecho o el número de los titulares del mismo. A este respecto, si bien se puede imaginar una aplicación de este principio a los derechos políticos, menos probable parece su extensión a otras categorías de derechos, en especial los derechos “que cuestan” y que están sujetos a la discrecionalidad política en la gestión de los recursos públicos. En tercer lugar, la Sala Superior tuvo que afrontar de nuevo la cuestión de la libertad del legislador, reconocida en decisiones previas de la SCJN, y sus límites para que no se configure como arbitrio. Al respecto, la sentencia abogó por un control de las disposiciones legislativas que afecten al núcleo esencial de los derechos fundamentales, a través de un escrutinio estricto8. Si bien escurridizo, este concepto ha sido empleado recientemente en temas electorales también por otros órganos jurisdiccionales (en Oran v. Turquía, 2014, para recordar uno de los casos más recientes, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en una cuestión relativa a la regulación diferenciada entre partidos y candidatos independientes especialmente en la campaña electoral, afirmó que no se había vulnerado la esencia del derecho de ser elegido del recurrente). Se trata de un límite difícil de sostener, que exige una argumentación muy bien fundamentada. La Sala Superior hizo referencia a estándares internacionales sobre la igualdad de oportunidades, especialmente – otra vez – en su configuración contenida en el Código de buenas prácticas en materia electoral de la Comisión de Venecia. Pero también se cita la sentencia Yatama v. Nicaragua (2005) de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la medida en que allí se elaboró la necesidad de la igualdad de oportunidades de éxito9 y la sentencia Leopoldo López Mendoza v. Venezuela (2011) 7 Literalmente: «Aunque en el precedente en cita no se desarrolló, esta conclusión es un corolario de tres preceptos constitucionales que deben interpretarse armónicamente: (i) el tercer párrafo del artículo 1º constitucional, el cual señala como principio rector de los derechos humanos el de progresividad, lo que limita la actividad del Poder Revisor de la Constitución; (ii) el artículo 15, conforme al cual no serán válidos los tratados internacionales que menoscaben el bloque de constitucionalidad, lo que limita la actividad del Estado mexicano en la celebración de tratados internacionales; y (iii) el artículo 35, fracción VIII, fundamento 3º, conforme al cual no podrán ser objeto de consultas populares las limitaciones o restricciones a derechos humanos, lo que limita la posibilidad de que la ciudadanía actuando mediante mecanismos de democracia directa pueda llegar a menoscabar el contenido del bloque de constitucionalidad». 8 Literalmente: «Esto no implica desconocer la libertad de configuración que la Constitución ha conferido a los órganos legislativos para regular las candidaturas independientes, pero sí debe traducirse en un deber de revisar, bajo un escrutinio estricto, aquéllas disposiciones que se proyecten centralmente sobre los derechos fundamentales, es decir, sobre su núcleo esencial». 9 Literamente: «Respecto a este tema, la Corte Interamericana ya se había pronunciado en el caso Yatama Vs. Nicaragua, el cual representa un precedente fundamental en nuestra materia», en la medida en que «evidencia la existencia de un estándar internacional conforme al cual: (i) las y los candidatos que participan en una misma contienda electoral deben contar con igualdad de oportunidades de éxito y de obtener el cargo buscado, lo cual implica un equilibrio en su financiamiento más allá de los topes que al respecto se establezcan; y (ii) el derecho a ser votado también conlleva la protección de la oportunidad real de que en efecto una persona obtenga los votos suficientes para acceder al cargo que pretende». por su construcción del papel del Estado en la realización de dicha igualdad de oportunidades. 4. La cuestión jurídica del caso con expediente SUP-JDC-1236/2015 y acumulados. Este caso tiene como objeto el sistema electoral adoptado en Nuevo León. Sin entrar en detalles, se recuerda sólo que en dicho Estado, en el recuento se averigua que ningún partido haya alcanzado más de veintiséis diputaciones en total y no más de catorce en cómputo proporcional. Después del primer control, se calculan y ponderan los factores de sobrerrepresentación y subrepresentación. La cuestión esencial del caso reside en la imposibilidad para los candidatos independientes de participar en el reparto proporcional de escaños, aun cuando hayan superado conjuntamente la barrera. 4.1 Candidatos independientes y exclusión de la participación en el reparto proporcional. Este recurso se dirigió en contra de la decisión del tribunal local que confirmó la legitimidad de la exclusión de los candidatos independientes en la asignación de las diputaciones de representación proporcional. Las actoras pedían que se impusiera a la Comisión Estatal incluir a los candidatos independientes en la asignación de diputaciones por el principio de representación proporcional, ya que en conjunto alcanzaban más del 3% (barrera) de la votación válida emitida. Aquella sentencia hizo hincapié en el hecho de que el legislador estatal, en el marco de su libertad configurativa y coherentemente con el principio de reserva de ley, había decidido en este sentido y no cabía sustituir su criterio. La Sala Superior del TEPJF confirmó que el legislador había actuado dentro de los límites de la discrecionalidad que la Constitución le deja, a la luz tanto de sus propios precedentes como de los de la SCJN10. Además argumentó acerca de la importancia de la finalidad esencial de todo sistema electoral: el pluralismo político, que no se vería menoscabado por esta regulación11. 10 Literalmente: «Al respecto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sustentado que si bien los artículos 52, 54, 115 y 116 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establecen el principio de representación proporcional para los partidos políticos, ello no impide que los Estados, dentro de su libertad configurativa, puedan preverla para las candidaturas independientes, máxime que no existe una restricción expresa en la propia Ley Fundamental en el sentido de que los ciudadanos puedan aspirar a concursar a cargos de elección popular, exclusivamente a través del principio de mayoría relativa». 11 Sobre este punto: «También se ha sustentado, con base en el criterio mencionado, que el principio de representación proporcional, en el actual Derecho Electoral mexicano, tiende a garantizar, de manera efectiva, la pluralidad en la integración de los órganos legislativos, es decir, atiende a la efectiva representación de la expresión política plural, y de esta forma se permite que los candidatos de los partidos políticos minoritarios, formen parte de la Legislatura de la entidad federativa que corresponda y que, el principio de proporcionalidad procura que todos los partidos políticos con un porcentaje El argumento decisivo vuelve a ser el margen de maniobra del legislador. 5. Observaciones generales. Se desea dedicar esta última sección a proponer unos comentarios de carácter general que, desde un punto de vista externo, resultan interesantes en el análisis de la jurisprudencia analizada. Me centraré, en particular, en: a) el papel de la urgencia en la regulación y el manejo de la justicia electoral; b) la relación entre la jurisprudencia del TEPJF y la de otros tribunales; c) la relevancia de los elementos fácticos en este tipo de juicios. 5.1 La urgencia en la regulación y el manejo de la justicia electoral. El factor tiempo resulta esencial en la regulación y en el concreto desempeño de los controles electorales. Un retraso de pocos días puede ser decisivo para las posibilidades de un candidato de salir elegido o no, como se afirma en la sentencia 1004/2015: «en el caso existe urgencia de resolver la controversia para evitar una posible afectación de los derechos del actor». Los recursos se interponen durante las campañas electorales, con plazos rápidos y por ello difíciles de manejar y casi siempre sin efectos suspensivos y sin que se retrase la elección12. El caso citado claramente no representaba una excepción, ya que el timing es siempre importante en este ámbito. De su jurisprudencia se infiere que la Sala Superior es perfectamente consciente de la necesaria rapidez de sus decisiones para no vaciar de contenido las garantías para los candidatos y su posibilidad concreta de conseguir votos. Además no se ignora las dificultades derivadas de la interacción con los otros órganos que participan en el control electoral (por ejemplo las Comisiones estatales), teniéndose en cuenta su labor y sus tiempos también13. Además del punto de vista del candidato, se considera incluso la significativo de votos, puedan tener representatividad en la legislatura, acorde con la votación que cada uno haya logrado y en proporción al número de diputaciones a asignar de acuerdo con el principio de representación proporcional». 12 Véase de nuevo la sentencia 1004/2015: «Lo anterior se actualiza en atención a que la campaña de gobernador del estado de Baja California Sur está en curso y a que el siete de junio del presente año se llevará a cabo la jornada electoral para la renovación del Poder Ejecutivo estatal. De lo anterior se desprende que, en caso de que asistiera la razón al actor, es imprescindible que la controversia planteada se resuelva en definitiva a la mayor brevedad posible, atendiendo a que la interposición de los medios de impugnación no genera efectos suspensivos sobre el acto impugnado, tal y como se dispone en el artículo 41, Base VI, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos». 13 Se lee en la sentencia SUP-JRC-582/2015 y SUP-JRC-592/2015: «En efecto, esta Sala Superior estima que los presentes asuntos deben resolverse a la brevedad de manera definitiva, de modo que, en caso de asistir razón a ambos o alguno de los partidos políticos actores y que, por ende, se acojan sus pretensiones, la Comisión Estatal pueda contar con el tiempo suficiente para poder realizar las acciones necesarias para cumplir con los términos que, en su caso, se instruyan en la presente ejecutoria. Esto implicaría revisar el contenido del acto reclamado para revisar los montos de financiamiento privado autorizados». perspectiva de los electores y su necesidad de ejercer su derecho de voto en el respeto a la seguridad jurídica14. 5.2 La interacción con las jurisprudencias ajenas. El caso mexicano representa un ejemplo extremadamente interesante para testar una perspectiva muy actual desde la que se enfoca el estudio de los órganos jurisdiccionales, es decir, el diálogo entre tribunales. Y ello se aplica a dos niveles: a) el nacional y b) el internacional y comparado. Por lo que se refiere al aspecto a), el control de constitucionalidad electoral doble, encomendado al TEPJF y a la SCJN, se debe a la peculiar (necesaria y compleja) interacción entre los dos tribunales involucrados a nivel nacional. Hay un elemento normativo textual que regula esta relación: conforme a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, la jurisprudencia del pleno de la SCJN es obligatoria para el TEPJF, en la medida en que contenga la interpretación directa de un precepto constitucional y sea aplicable al caso concreto15. Al mismo tiempo, el TEPJF no actúa en un vacío, sino que puede emplear estándares internacionales y de otros tribunales sobre temas parecidos. En efecto, para los casos analizados en el presente texto se ha subrayado el uso del argumento comparado. Sin embargo, la recomendación internacional o el precedente sólo pueden servir de instrumento ad adiuvandum, en ausencia de obligaciones jurídicas (como sería en el caso de una sentencia de la Corte Interamericana dictada para México). 5.3 El empleo de argumentos prácticos o fácticos. 14 De nuevo la sentencia SUP-JRC-582/2015 y SUP-JRC-592/2015: «A la luz de lo antes expuesto, esta Sala considera que el análisis del contenido del acuerdo impugnado resulta fundamental para efectos de dotar de certeza a la ciudadanía y a los actores políticos respecto de las reglas válidas que regirán el tiempo que resta en las campañas electorales, la jornada electoral y la calificación de la elección». 15 Véase la sentencia 1004/2015 al respecto: «Acorde con todo lo anterior, el artículo 235 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, establece que la jurisprudencia del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación será obligatoria para el Tribunal Electoral, cuando se refiera a la interpretación directa de un precepto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y en los casos en que resulte exactamente aplicable. Sobre este particular, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido en su jurisprudencia que las razones contenidas en los considerandos que funden los resolutivos de las sentencias dictadas en acciones de inconstitucionalidad, aprobadas por cuando menos ocho votos, constituyen jurisprudencia obligatoria para el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación atendiendo a lo establecido en el artículo 235 de la referida Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación». Se puede aquí sólo mencionar la criticidad de la referencia a la mayoría con la que la sentencia fue dictada. La necesidad de tener en cuenta la realidad de la contienda electoral y su desarrollo concreto es una constante en la jurisprudencia examinada, a partir de la sentencia 1004/2015. También en la sentencia 582/2015 y 592/2015 se cita expresamente, como parámetro a considerar, la «posibilidad real de éxito de una campaña, de modo que los actos partidistas o estatales que disminuyan las posibilidades de éxito deberán entenderse como una trasgresión al citado derecho». Además de esta primera perspectiva, es decir, la garantía de un potencial resultado positivo para los candidatos independientes, los hechos entran en el juicio del TEPJF a través de los datos estadísticos. En este sentido, se lee en la misma sentencia 582/2015 y 591/2015, que «de 2,172 cargos a elegir, a nivel local están registradas solamente 99 candidaturas independientes, de las cuales 87 corresponden a hombres y 12 a mujeres. A nivel federal, en el cual están en juego 500 asientos en la Cámara de Diputados, el número de candidaturas independientes cae a 22, de las cuales 19 corresponden a hombres y sólo 3 a mujeres (una más contiende como suplente). Estas cifras evidencian el tímido avance de las candidaturas independientes en aras de posicionarse como una auténtica opción y alternativa política para el electorado». En otras palabras, el TEPJF justamente tiene en cuenta la exigencia de que la regulación de las candidaturas independientes propicie su difusión y éxito, al menos en la fase inicial de asentamiento. Se notan además, entre las líneas de estas referencias al contexto, unos objetivos más generales, como, por ejemplo, la lucha a la corrupción. Donde se analizaba la cuestión de la financiación pública/privada de las campañas, la Sala Superior reiteró que el problema principal de las fuentes privadas reside en «la legalidad de su origen, en la transparencia respecto a su obtención, utilización y posibles conflictos de intereses, y en la rendición de cuentas» más que en su mera cuantía. Y estos argumentos fácticos parecen ponerse a fundamento del papel del TEPJF, porque, si no se tuvieran en cuenta, según su criterio, se produciría una violación del orden constitucional en tres sentidos: a) el derecho de voto pasivo; b) el derecho de voto activo, en la medida en que se impediría elegir opciones distintas a la ofrecida por los partidos tradicionales; y así c) se vaciaría de contenido un derecho constitucional. En resumen, las candidaturas independientes tienen que estar reguladas de una forma tal que les consienta «competir en igualdad de armas» con los candidatos de los partidos políticos. Y esta igualdad de armas necesita ser valorada dentro del contexto y a través de un análisis que tenga en cuenta la situación real.