El invierno siempre se convierte en primavera

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PARA DIALOGAR
El invierno siempre se convierte
en primavera
En el diálogo sobre La sabiduría del ‘Sutra del loto’,
el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda enfatiza:
“Las enseñanzas del budismo se expusieron para la
felicidad de todas las personas; no hay discriminación
alguna que pueda hacerse: ni entre hombres y mujeres
ni entre sacerdotes o laicos, ni en el amplio espectro
de posibles orígenes étnicos y sociales, incluyendo
nivel académico, estatus social, poder o riqueza. En
verdad, el budismo se expuso precisamente para
permitir que lograran la felicidad los oprimidos,
los discriminados, los que han debido soportar los
sufrimientos más amargos. Aquí está el verdadero
poder del budismo”.1
Los que creen en el Sutra del loto
parecen vivir en invierno, pero el
invierno siempre se convierte en
primavera. Ni una sola vez, desde la
Antigüedad, alguien ha visto u oído
que el invierno se convierta en otoño.
Tampoco hemos sabido de ningún
creyente en el Sutra del loto que
continúe siendo una persona común.
El sutra dice: ‘Si hay personas que
escuchan la Ley, ni una sola dejará
de lograr la iluminación’.2
“
“El invierno siempre se convierte en primavera” significa que las personas comunes, que triunfan sobre todos los
desafíos que encuentran en el curso de su práctica budista, sin falta llegarán a ser budas. Las palabras del Daishonin, cual poderoso rugido de león, proclaman que sus discípulos tenemos asegurado el logro de la Budeidad, en la
medida en que trabajamos para que nuestros semejantes tomen conciencia de esa Budeidad y la manifiesten en su
propia vida desde el interior.
Solo cuando uno supera los rigores del invierno inclemente mediante el poder de la fe, puede deleitarse con una
primavera de triunfo. El invierno puede ser una función que active el poder inherente y el potencial latente. Este principio se aplica
tanto a la vida como a la práctica budista. Todos los seres vivos poseen la semilla de la Budeidad, también conocida
como naturaleza de Buda. Esta semilla contiene un potencial tan vasto e ilimitado como el del mismísimo universo.
Despierta de su estado dormido y madura con miras a su florecimiento mediante la fe en el Sutra del loto, que nos
permite remontar los obstáculos del invierno. En otras palabras, se logra mediante nuestra propia lucha contra los
obstáculos que surgen en el transcurso de nuestra práctica budista.
Cuando resistimos y superamos las dificultades invernales y salimos victoriosos mediante nuestra práctica de la
Ley Mística, podemos hacer que las flores brillantes de la victoria se abran radiantes en nuestra vida.
Sin embargo, si en medio de los rigores del frío dejamos de luchar o de avanzar en la fe, si dudamos del poder de
la fe y cedemos en la práctica, terminaremos con resultados incompletos. La clave de nuestra victoria yace en la intensidad y pasión con que podamos luchar durante el invierno, y la sabiduría con que utilicemos ese período, cuán
significativamente vivamos cada día, con la convicción de que la primavera llegará, sin falta.
Nuestro esfuerzo constante por transformar el invierno en primavera es el camino esencial para lograr una plenitud y un crecimiento insuperables en nuestra vida.3
1) La sabiduría del ‘Sutra del loto’: Diálogo sobre la religión del siglo XXI,
Vol. 1, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2008, pág. 67.
2) Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 561.
La cita corresponde al 2.º capítulo del Sutra del loto.
”
3) Extracto editado del ensayo de Daisaku Ikeda publicado en la edición
de febrero de 2008 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la
Soka Gakkai.
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