18 IURIS&LEX 12 JULIO 2013 [A fondo] Renuncia a los derechos sucesorios y abdicación a la corona El orden sucesorio puede variar por causas de modificación del orden o por causas de exclusión como la indignidad La renuncia no es lo mismo que la abdicación: ésta es a los derechos sucesorios y no se regula en la Constitución JOSE MANUEL SERRANO ALBERCA Presidente de J.M.Serrano Alberca &.Conde L a renuncia a los derechos sucesorios y la abdicación a la Corona exige una pregunta previa sobre su importancia en nuestra Constitución. La respuesta es que el orden de sucesión condiciona la monarquía, pues como decía Cánovas del Castillo, no hay asunto más vital y consustancial con la monarquía que el principio hereditario en la sucesión del trono. El régimen sucesorio está basado en los principios del llamado “orden regular”, ya establecido en Las Partidas, que también se extiende a las causas de modificación y exclusión de este orden sucesorio, como la abdicación y la renuncia, de gran trascendencia política, pero también jurídica y que hoy día son temas de actualidad en los medios de comunicación. El orden sucesorio regula el funcionamiento de la dinastía histórica. ¿Qué significa dinastía histórica? Nuestra Constitución reconoce de una manera expresa que Don Juan Carlos I es el legítimo heredero de la dinastía histórica y la dinastía histórica está compuesta por una serie de Príncipes soberanos asociados en la perpetuación de la Corona; son los sucesores del Rey. Este orden regular basado en los principios de primogenitura y representación se reconocía expresamente en todas las Constituciones Españolas de 1812, y hasta la de 1876 debemos remontarnos para llegar a la conclusión de que hoy solamente los descendientes de Don Juan Carlos I de Borbón, es decir sus hijos y sus nietos, son sus sucesores. Los sucesores no son sólo los integrantes de la Familia Real ni de la familia del Rey. La Familia Real está regulada en dos Reales Decretos, el de 1981 y el de 1987, y en los que se incluyen como miembros de la Familia Real a personas que no son sucesores del Rey: la Reina y a los consortes del Príncipe de Asturias y de las Infantas, a las hermanas del Rey y el Infante de Gracia. La familia del Rey es un concepto más amplio en el que están comprendidos todos los parientes consanguíneos de la estirpe regia de los Borbones. Pero una vez establecida la dinastía, el orden sucesorio puede variar y esta variación responde, o bien a causas de modificación del orden sucesorio o bien a causas de exclusión por matrimonio, por incapacidad o por indignidad. Nuestra Constitución establece que el primer sucesor es el Príncipe heredero o Príncipe de Asturias. Los demás descendientes del Rey, que actualmente son como hemos dicho sus hijas y nietos, están en el orden sucesorio, pero este orden puede modificarse por la abdicación o por la renuncia. La abdicación es un acto personalísimo que corresponde sólo al Rey y supone la renuncia a sus funciones y la pérdida de sus privilegios, entre ellos el de la inviolabilidad que, como es sabido, significa que el Rey no está sometido a los Tribunales de Justicia. De acuerdo con nuestro derecho histórico, se ha exigido una ley para que el Rey pudiera abdicar como consecuencia de que la nación debe prestar su consentimiento a la abdicación y su justificación deriva de circunstancias históricas. La renuncia a los derechos sucesorios y la abdicación a la Corona exige una pregunta previa sobre su importancia en nuestra Constitución. La respuesta es que el orden de sucesión condiciona la monarquía, pues como decía Cánovas del Castillo, no hay asunto más vital y consustancial con la monarquía que el principio hereditario en la sucesión del trono. El régimen sucesorio está basado en los principios del llamado “orden regular”, ya establecido en Las Partidas, que también se extiende a las causas de modificación y exclusión de este orden sucesorio, como la abdicación y la renuncia, de gran trascendencia política, pero también jurídica y que hoy día son temas de actualidad en los medios de comunicación. La Constitución Española de 1978 no exige una ley para abdicar. Solamente dice que una ley orgánica deberá resolver la cuestión de las abdicaciones y renuncias y demás dudas sobre el orden sucesorio. Esta ley debe ser una ley general que consista en regular el acto de abdicación del Rey que debe ser refrendado por el presidente del Gobierno y éste remitirlo a las Cortes, para que el Parlamento reunido en sesión conjunta tome conocimiento de esta abdicación. Se trata, por tanto, de una declaración de conocimiento y no de voluntad, nunca de una ley. El Príncipe heredero y los demás sucesores pueden quedar excluidos del orden sucesorio por razón de matriEE monio, incapacidad o indignidad, como ya establecían las leyes de las Partidas y todas nuestras Constituciones. Sin embargo, nuestra Constitución no se refiere nada más que a la inhabilitación por incapacidad del Rey y esta regulación sería aplicable también a los sucesores, materia que debe ser recogida en la ley orgánica a la que se refiere el artículo 57.5 de la Constitución Española. La renuncia no es lo mismo que la abdicación. La renuncia es de los derechos sucesorios. En España el acto de abdicación de Doña Isabel II fue una renuncia de sus derechos sucesorios, puesto que ya no ejercía las facultades de Reina y lo mismo puede decirse del Acta de Abdicación de Don Alfonso XIII, que fue realmente una renuncia a sus derechos sucesorios a favor de su hijo Don Juan. La renuncia de los derechos sucesorios no está regulada en la Constitución. Su regulación será objeto de la ley orgánica general y no para cada caso. La renuncia del Príncipe heredero debe de hacerse ante el Rey y éste comunicarlo al presidente del Gobierno, con cuyo referendo lo remitiría a las Cortes, que reunidas en sesión conjunta tomarán conocimienLa renuncia no es lo mismo que la abdicación. La renuncia es to de la renuncia. de los derechos sucesorios. En España el acto de abdicación En el caso de las Infantas o los nietos del Rey, estas de Doña Isabel II fue una renuncia de sus derechos sucesorios, renuncias deberían hacerse ante el Rey, que daría copuesto que ya no ejercía las facultades de Reina y lo mismo nocimiento por medio del presidente del Gobierno al puede decirse del Acta de Abdicación de Don Alfonso XIII, que presidente de las Cortes Generales, sin necesidad de fue realmente una renuncia a sus derechos sucesorios a favor que éstas se reunieran en sesión conjunta. Las renunde su hijo Don Juan. La renuncia de los derechos sucesorios no cias no afectan a los descendientes ya nacidos. está regulada en la Constitución. Su regulación será objeto de La ley orgánica que prevé la Constitución para regula ley orgánica general y no para cada caso. La renuncia del lar todas estas materias no sería en este momento Príncipe heredero debe hacerse ante el Rey y éste comunicarlo oportuna ni necesaria, dada la amplitud de los sucesoal presidente del Gobierno, que lo remitiría a las Cortes y éstas res del Rey, pues en su caso algunas cuestiones, como reunidas en sesión conjunta tomarán conocimiento. es el caso de las renuncias, podrían resolverse mediante una interpretación integradora de la Constitución.