Renuncia del administrador único Planteamiento: El administrador único de una sociedad anónima no quiere continuar con el cargo. ¿Puede renunciar al mismo, como debe hacerlo? (Supuesto realizado en julio de 2014) Contestación: No existe ningún impedimento, para que lo administradores puedan separarse voluntaria y unilateralmente del cargo, mediante la renuncia al mismo, debiendo para ello comunicarlo oportunamente a la sociedad. Así se pronuncia el artículo 147 del Reglamento del Registro Mercantil, en su párrafo primero: “1º La inscripción de la dimisión de los administradores se practicará mediante escrito de renuncia al cargo otorgado por el administrador y notificado fehacientemente a la sociedad, o en virtud de certificación del acta de la Junta General o del Consejo de Administración, con las firmas legitimadas notarialmente, en la que conste la presentación de dicha renuncia.” Es decir, es perfectamente posible que los administradores, sea cual fuera su estructura, puedan cesar en su cargo, entre otras causas, por su propia voluntad, mediante la dimisión o renuncia al cargo. No obstante lo anterior, el concreto supuesto que nos ocupa, es decir, el de dimisión del administrador único, plantea mayores problemas, sobre todo en aquellos casos en que la sociedad no hubiera designado administradores suplentes, al amparo de lo previsto en el artículo 216.1 de la Ley de Sociedades de Capital (Salvo disposición contraria de los estatutos sociales, podrán ser nombrados suplentes de los administradores para el caso de que cesen por cualquier causa uno o varios de ellos. El nombramiento y aceptación de los suplentes como administradores se inscribirán en el Registro Mercantil una vez producido el cese del anterior titular) porque el cese se hará depender de la celebración de una Junta General para el nombramiento del nuevo administrador, para que la renuncia del administrador único no se traduzca en la inoperancia del órgano de administración. En consecuencia, el mínimo deber de diligencia a que están sujetos en el ejercicio de su cargo los Administradores, les obliga a que, cuando, su renuncia vaya a suponer la vacante total o la inoperancia del órgano de administración, deban continuar al frente de la gestión, al menos hasta que la sociedad haya podido adoptar las medidas necesarias para proveer a dicha situación, lo que impone subordinar la inscripción de la renuncia al menos a la convocatoria de una Junta para la provisión del cargo, evitando así una paralización de la vida social (Resolución DGR y N. de 17 Julio 1995). La doctrina de la DGR y N, ha venido sosteniendo que no es inscribible la renuncia del administrador único de la sociedad, si la misma no va acompañada de una convocatoria de la junta general: Con el fin de evitar la paralización de la vida social, con los inconvenientes y perjuicios a ella inherentes, esta Dirección General ha entendido reiteradamente que la inscripción de la renuncia de los administradores que conduzca a aquella situación, no es admisible en tanto no se justifique que se haya convocado la junta general, en cuyo orden del día figurase el nombramiento de nuevos administradores que sustituyan a los dimisionarios, de suerte que, acreditado dicho extremo, como manifestación del deber de diligencia que les era exigible, la eficacia de su dimisión, con la consiguiente extinción de sus facultades para actuar en nombre de la sociedad, no puede verse condicionada por contingencias que, como la falta de válida constitución de la Junta, la falta de acuerdo sobre nombramiento de nuevos Administradores, o la no aceptación o incapacidad de los nombrados, quedan totalmente al margen de su voluntad y posibilidades de actuación (cfr. Resoluciones de 24 de marzo y 23 de junio de 1994, 23 de mayo y 30 de junio de 1997, 17 de mayo y 2 de octubre de 1999 y 21 de marzo y 22 de septiembre de 2000). Es decir, de lo visto hasta el momento, podemos deducir que para la eficacia de la dimisión del Administrador Único deberán seguirse las siguientes pautas: 1º.- Deberá dirigirse fehacientemente escrito a la sociedad comunicando la intención de cesar en el cargo. 2º.- Hasta en tanto sea nombrado un nuevo administrador, el administrador saliente queda obligado por su cargo frente a la sociedad, debiendo acometer cuantas gestiones sean necesarias para la continuación de la actividad social durante este período de transición, siendo su función principal la de al menos convocar una Junta General en cuyo Orden del Día conste el nombramiento de un nuevo administrador. 3º.- Convocada la Junta, pueden darse dos situaciones: a) Si en la Junta se acepta la dimisión y se nombra un nuevo administrador, el cese del anterior se inscribirá en el Registro Mercantil, bien mediante el escrito de comunicación de la renuncia, o bien en virtud de certificación del acta en que se hubiera adoptado el acuerdo relativo al nombramiento del nuevo administrador (con el resto de las formalidades previstas en el art. 147 RRM). b) Si la Junta, convenientemente convocada por el Administrador saliente, por las razones que sean, no adopta el acuerdo de nombrar un nuevo administrador, esta circunstancia no puede perjudicar la eficacia del cese del administrador saliente, es decir, ello no puede significar que el administrador que desea cesar en su cargo, deba permanecer indefinidamente en el mismo, sino que a partir de entonces, cesarán sus obligaciones al entenderse suficientemente cumplida su obligación de diligencia, simplemente con acreditar que ha convocado la Junta General, constando el Orden del Día, el nombramiento del nuevo administrador: “No constituye obstáculo alguno a la inscripción del cese del Administrador, la doctrina de este centro directivo, según la cual para obtener dicha inscripción es suficiente que el Administrador o Administradores dimisionarios justificasen haber convocado una Junta general, en cuyo orden del día figurase el nombramiento de nuevos Administradores que sustituyesen a los renunciantes; debe entenderse que estos últimos han llevado a cabo, hasta donde las atribuciones de su cargo les imponían, el deber de diligencia que les era exigible (Resoluciones de 24 de Marzo y 23 de junio de 1994 y 23 de mayo y 30 de junio de 1997 y 21 de Abril, 17 de mayo y de 2 de octubre de 1999) (R. DGRN. 28-10-99)”. “Salvo que otra cosa se precise expresamente en el propio acuerdo, no puede condicionarse la eficacia del cese de los administradores, acordado por la junta general de la sociedad, a la validez, eficacia e inscripción del nombramiento del nuevo administrador. Además, la necesidad de evitar que la sociedad quede acéfala no puede constituir obstáculo alguno a la inscripción del cese de administradores, toda vez que nombrado nuevo administrador y, aunque dicho nombramiento no se haya inscrito por estar cerrada la hoja registral, surtirá efecto desde el momento de su aceptación” (R. DGRN. 27-04-02). “Se pretende únicamente la inscripción de la renuncia del administrador único, y como para ello, y según doctrina de este centro directivo, se precisa la justificación por el dimisionario de que ha procedido a convocar adecuadamente la Junta que deberá provisionar su vacante, lo que ha de decidirse ahora es el modo de acreditar que se ha cumplido con tal exigencia; y a tal efecto, no podrán ser suficientes los documentos incorporados al documento calificado, toda vez, que no consta por aseveración del administrador renunciante bajo su responsabilidad, que los notificados son los dos únicos socios de la sociedad, ni que los domicilios de remisión sean los consignados por ellos en el libro Registro de socios, extremos estos, que conforme al artículo 97.1.2º Reglamento del Registro Mercantil deberían consignarse en su día, en el acta de la Junta, y en su caso, en la certificación que sirviera de cauce para la inscripción en el Registro Mercantil de los acuerdos que pudiera adoptar la Junta celebrada” (R. DGRN. 24-05-00). 4º.- Llegado el caso de acefalía del órgano de administración, el único problema que se planteará durante este período que medie desde la convocatoria de la Junta (momento en que cesan las obligaciones del administrador saliente), hasta el nombramiento y aceptación del cargo del nuevo órgano de administración, será que la sociedad no podrá actuar frente a terceros, ni ejecutar sus decisiones ya que durante este tiempo, carecerá de órgano de representación externo, como lo es el órgano de administración. Cualquier acto externo de la sociedad debe realizarse a través de su órgano de administración, sin que la junta general tenga poder de representación de la sociedad, de ahí la necesidad de que cuanto antes sea nombrado el nuevo órgano de administración, una vez cesado el Administrador Único.