LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL EL COMERCIO ELECTRONICO Y LA RONDA DEL MILENIO Miriam González Durante* El comercio electrónico es, sin duda, la revolución comercial más significativa de finales del siglo XX. El hecho de que afecte tanto a empresas como a consumidores, así como su carácter de negocio mundial, hacen necesaria la búsqueda de soluciones globales. En este artículo se abordan, por un lado, los problemas que se plantean a las Administraciones públicas ante el notable crecimiento del comercio electrónico, en especial, los relacionados con la intimidad y protección del consumidor. Por otro lado, se describen los trabajos realizados en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que comenzaron con el «Programa de trabajo sobre comercio electrónico» iniciado en septiembre de 1998, y que se centran básicamente en clarificar la aplicación de cada uno de los acuerdos de la OMC (GATT, GATS y TRIPS) a este tipo de comercio, así como a prevenir posibles barreras comerciales. Palabras clave: acuerdos comerciales, tecnología de la información, comercio, Internet, OMC, GATS. Clasificación JEL: F13, O38. 1. Introducción El comercio electrónico es, sin duda, la revolución comercial más significativa de finales del siglo XX. El vertiginoso desarrollo tecnológico que ha tenido lugar en los campos de la información y las comunicaciones ha hecho realidad la posibilidad de comerciar con bienes y servicios a través de medios electrónicos. El atractivo jurídico y político del comercio electrónico (de aquí en adelante también «com-electrónico») es, en cierto modo, desproporcionado. A pesar de que las grandes empresas del comercio electrónico y sus cifras de negocios ocupan con regularidad las portadas de los principales periódicos económicos y los * Comisión Europea, DG-I. discursos de las más prominentes figuras políticas de países como Estados Unidos, el uso de medios electrónicos para comerciar con bienes y servicios no supone, stricto sensu, ninguna novedad. Desde mediados de los años ochenta, las empresas han venido intercambiando con regularidad datos utilizando los medios electrónicos a su alcance (teléfono, fax, televisión, correo electrónico y, últimamente, Internet) para anunciar o concluir sus transacciones comerciales. Lo que hace del comercio electrónico desde mediados de los noventa un fenómeno en muchos casos comparable a la Revolución Industrial no es el uso de los medios electrónicos en sí, sino el enorme aumento en la utilización de esos medios no sólo en las relaciones comerciales entre empresas, sino también por parte de los consumidores y usuarios directamente, a través del uso de auténticas redes abiertas, entre las cuales la más importante es Internet. MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 81 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL Las predicciones económicas en un sector como el com-electrónico se escapan a todo posible control de medición: en la actualidad, uno de cada cuatro nuevos empleos corresponde a sectores de la llamada «sociedad de la información» y los expertos estiman que el comercio electrónico global experimentará un incremento de 3.200 a 5.000 millones de dólares en el año 2003 y representará entre el 5 y el 7,5 por 100 del total del comercio mundial1. Solamente para el año 2002 se estima que el trafico mundial de teléfonos será inferior al 1 por 100 del trafico mundial de Internet y que la cifra de negocios mundial, exclusivamente a través de Internet, puede alcanzar los 200.000 millones de euros. No obstante, es imprescindible tener en cuenta que el desarrollo del com-electrónico no es ni homogéneo ni generalizado: Internet ha generado en 1998 unos 165 millones de euros en Europa y se espera que genere 3.000 millones en el año 2002, pero se considera que en general Europa está 18 meses por detrás de Estados Unidos en cuanto al desarrollo y uso de Internet. Por ello, aunque una quinta parte de los usuarios de Internet se encuentran en Europa (33 de 150 millones), una tercera parte está exclusivamente en EE UU y Canadá. El desarrollo también varía dentro de la propia Unión Europea: mientras que el 53 por 100 de la población en Finlandia y Suecia tiene acceso permanente a Internet, el 22 por 100 lo tienen en Dinamarca, el 16 por 100 en el Reino Unido y sólo el 7 por 100 en España y el 4 por 100 en Italia (aunque el crecimiento en el sur de Europa es de unos tres puntos porcentuales). En el resto del mundo, las cifras sufren un tremendo descenso: la media de ordenadores por persona en los países de renta baja es sólo del 0,19 por 100, en comparación con el 2,3 por 100 en los países de renta media y el 18 por 100 en los de renta alta. El comercio electrónico supone un reto generalizado tanto para las empresas como para los trabajadores, que se han visto obligados a modificar sus modelos empresariales 1 Cifras del Departamento de Comercio de los Estados Unidos y de la OCDE. para adaptarlos al mundo virtual. Pero si alguna instancia se ve cuestionada en especial por el desarrollo del mundo electrónico son precisamente las Administraciones publicas, tanto a nivel nacional como internacional, dado que, por su propia naturaleza burocrática, reaccionan con demasiada lentitud a la rápida «revolución virtual». A primera vista se pueden identificar tres tendencias primordiales en tratamiento del comercio electrónico por parte de los gobiernos y Administraciones publicas: i) hay una clara búsqueda de soluciones globales; ii) en el mundo nor teamericano y anglosajón, donde Internet está más desarrollado, hay una sólida respuesta a las peticiones de la industria sobre la necesidad de evitar toda regulación sobre Internet (la llamada política de «manos libres»); y iii) no obstante, hay una creciente toma de conciencia por parte de las autoridades publicas sobre la necesidad de incrementar la seguridad jurídica y la confianza del consumidor para que el desar rollo del comercio electrónico por par te de los consumidores finales experimente un crecimiento proporcional al del com-electrónico entre empresas, que actualmente sigue representando nada menos que el 85 por 100 del comercio electrónico global. Este artículo se centra precisamente en la reacción de las Administraciones publicas ante el comercio electrónico y en su búsqueda de soluciones globales, especialmente en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC). 2. Aspectos comerciales internacionales: OMC versus OCDE Desde que el com-electrónico se ha convertido en un fenómeno de crecimiento desorbitado, los gobiernos se han visto enfrentados a la necesidad de adaptar sus políticas y reglamentaciones domésticas. Desde un primer momento se han ido perfilando dos tendencias principales: por un lado, los defensores de la ausencia de intervención publica y la llamada «autorregulación» (siendo Estados Unidos el más claro exponente de esta tendencia) y, por otro lado, los que como la Unión MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 82 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL Europea favorecen la intervención administrativa en los casos en que están en juego intereses públicos de carácter esencial, como por ejemplo el derecho a la intimidad del usuario o la protección del consumidor. Ambas tendencias convergen en la necesidad de que las Administraciones públicas garanticen la ausencia de trabas comerciales y de políticas proteccionistas que pudieran frenar el desarrollo del comercio electrónico: tarifas y derechos de aduanas específicos al comercio electrónico, impuestos discriminatorios a las propias transmisiones electrónicas, monopolios en servicios como telecomunicaciones, etcétera. Uno de los pocos aspectos del comercio electrónico sobre los que hay consenso en el ámbito internacional es precisamente su carácter global: cualquier empresa, sea cual sea su tamaño, puede ofrecer sus bienes o ser vicios en cualquier parte del mundo sin necesidad de establecerse en ningún otro país; e, igualmente, cualquier consumidor tiene acceso a los bienes y ser vicios de empresas de todas partes del mundo. El ámbito cibernético no tiene fronteras y, por ello, los límites geográficos de las políticas y regulación tradicionales no tienen ningún sentido en el comercio virtual. De este modo, no ha tardado en reconocerse prácticamente por todos los países que las soluciones de las Administraciones públicas a los asuntos comerciales señalados en el párrafo anterior han de ser globales y acordadas internacionalmente. Dentro de las instancias internacionales tradicionales, dos han sido las más activas la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la OCDE. Sin menospreciar el importante papel que la OCDE puede desempeñar en los aspectos técnicos del comercio electrónico, así como la calidad de sus análisis empíricos sobre Internet, la OMC presenta claras ventajas: • Es una de las organizaciones internacionales con mayor representatividad mundial (actualmente, cuenta con 134 miembros). En este sentido, aunque las discusiones sobre diversos aspectos impor tantes del comercio electrónico (como, por ejemplo, intimidad o protección del consumidor) se han iniciado en la OCDE, la limitada representatividad de esta organización internacional supone un serio obstáculo para la credibilidad de sus soluciones. La ausencia de países de renta media o baja en la OCDE podría dar lugar a que las soluciones reglamentarias desarrolladas en su seno mantuvieran o, en el peor de los casos, aumentaran el gap tecnológico entre los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo. • Por otro lado, en la OCDE no hay tradición de acuerdos de carácter obligatorio, sino simplemente de recomendaciones u orientaciones que dejan al libre albedrío de sus miembros el posible cumplimiento de las mismas. Muy al contrario, los acuerdos suelen tener en la OMC carácter obligatorio y, normalmente, están sometidos al sistema del Mecanismo de Resolución de Diferencias. En un ámbito como el del comercio electrónico, donde la transparencia y neutralidad son especialmente necesarias, las normas han de ser mínimas pero, eso sí, claras y obligatorias. • Por ultimo, mientras la OCDE tiende a recomendar soluciones «positivas» a sus miembros, la OMC se centra normalmente en obligaciones «negativas»: o eliminar barreras o prevenirlas. Este carácter negativo de las obligaciones en la OMC es particularmente adaptable al carácter predominantemente autorreglamentario del comercio electrónico. Es justo reconocer que tanto la OCDE como la OMC están desarrollando un importante trabajo sobre los aspectos comerciales del comercio electrónico y que, en la mayoría de los casos, sus roles son complementarios. No obstante, la conveniencia de la OMC como foro de discusión de estos aspectos comerciales del comercio electrónico es incuestionable y justifica una preeminencia de esta organización que analizaremos en el capítulo siguiente. 3. El programa de trabajo de la OMC sobre comercio electrónico El primer intento de consideración del comercio electrónico por parte de la OMC hay que buscarlo en la Declaración de la Reunión Ministerial de mayo de 1998. Esta Declaración contie- MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 83 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL ne dos compromisos de carácter político por parte de los Estados miembros de la OMC: por una parte, a no imponer tarifas o tasas aduaneras sobre las transmisiones electrónicas; y, por otra, a iniciar y desarrollar un programa de trabajo de carácter extenso sobre todos los temas comerciales internacionales del comercio electrónico (es el llamado Programa de Trabajo de la OMC sobre el comercio electrónico). Ya en la Reunión Ministerial de mayo de 1998 se pudieron identificar los tres grupos de miembros de la OMC sobre el comercio electrónico que, sin duda, seguirán jugando un papel predominante: Estados Unidos, apoyado fundamentalmente por Japón, que ha mostrado un interés casi exclusivo por consolidar de una forma permanente el compromiso de mantener Internet como un espacio libre de aduanas y un desinterés general sobre cualquier otro tipo de asunto sobre comercio electrónico en la OMC; la Unión Europea (UE), secundada en particular por Canadá y Australia, que aceptó apoyar la iniciativa americana sobre el espacio libre de aduanas a cambio de que Estados Unidos aceptase desarrollar un programa de trabajo sin ningún tipo de restricciones; y, por ultimo, los países subdesarrollados y en vías de desarrollo, a menudo desorientados por la importancia concedida por Estados Unidos y la UE al comercio electrónico, especialmente dado que este tipo de comercio aún no se ha materializado, en una mayoría de los casos, en sus países; así, cuando en 1998 los países subdesarrollados y en vías de desarrollo aceptaron la declaración sobre el espacio libre de aduanas y el programa de trabajo fue simplemente para poder utilizar el comercio electrónico como moneda de cambio y obtener de este modo compensaciones por par te de los países desarrollados en otros sectores comerciales. El Programa de Trabajo sobre el comercio electrónico se lanzó oficialmente en septiembre de 1998. Desde entonces, las discusiones se han centrado en clarificar la aplicación de cada uno de los acuerdos de la OMC (ACGC, AGCS y TRIPS) al comercio electrónico, así como a prevenir posibles barreras comerciales. Los Consejos de la OMC sobre bienes, servicios, propiedad intelectual y desarrollo han llevado a cabo discusio- nes en paralelo, bajo la coordinación del Consejo de Asuntos Generales de la OMC, aunque la mayor parte de las discusiones han tenido lugar en el Consejo de Servicios. Los cinco temas puntuales que han acaparado la atención de las discusiones son: 1. Definiciones. La naturaleza del comercio electrónico con relación a los acuerdos y normas de la OMC, ¿es una nueva manera de comerciar (comercio de servicios o de bienes ya existentes) o es, más bien, un nuevo «sector»? 2. Determinar si los acuerdos y normas de la OMC (y en particular el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios - GATS) se aplican directamente al comercio electrónico y si lo hacen de una manera neutral desde el punto de vista de la tecnología. Por ejemplo, determinar si las mismas normas que se aplican a los servicios de distribución tradicional se aplican también a los servicios de distribución on-line; o si, por el contrario, es necesario negociar nuevos compromisos sobre el comercio de bienes y servicios on-line en la futura ronda de negociaciones del Milenio. 3. Los aspectos de telecomunicaciones intrínsecos al comercio electrónico. Dado que en cada transacción electrónica hay un servicio de telecomunicaciones (acceso a Internet o provisión de redes de Internet), se trata de determinar, en primer lugar, si estos servicios son efectivamente ser vicios de telecomunicaciones en el sentido de la OMC/GATS y, si tal fuera el caso, si son ser vicios de telecomunicaciones básicos o de valor añadido. La cuestión no es baladí: si se consideran ser vicios de telecomunicaciones básicos, los compromisos de liberalización y apertura del mercado negociados en el Cuarto Protocolo del GATS se aplicarían también a estos servicios, incluido el Documento de Referencia de Telecomunicaciones, que contiene obligaciones sobre transparencia en las tarifas de interconexión, relación con costes y posibles abusos de posición dominante. Por el contrario, si se consideran ser vicios de telecomunicaciones de valor añadido, las obligaciones del Documento de Referencia no se aplicarían y sería admisible, por ejemplo, que los tarifas de acceso a Internet no tuviesen relación con los costes. MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 84 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL Por último, si se considera que estos ser vicios no están cubiertos todavía por los compromisos de la OMC sobre telecomunicaciones, las condiciones de acceso al mercado en estos servicios habrían de negociarse en la Nueva Ronda del Milenio. 4. La posible necesidad de compromisos ad hoc sobre practicas anti-competitivas en el comercio electrónico, que implicaría la adopción de medidas por los miembros de la OMC dirigidas a evitar el abuso de posición dominante por parte de los «grandes proveedores» de acceso a Internet o de redes de Internet. Igualmente, la posibilidad de adoptar un compromiso ad hoc sobre la reglamentación domestica (en relación con el artículo VI del GATS) determinando que, en caso de que los Estados miembros de la OMC regulen el comercio electrónico, tal regulación habría de ser objetiva, proporcional y no discriminatoria. 5. Por último, la posibilidad de hacer permanente el acuerdo temporal de no imponer derechos de aduana o tarifas sobre el comercio electrónico. Obviamente, esto no conlleva ningún compromiso por parte de los Estados miembros de la OMC sobre la aplicación de impuestos tanto directos, como indirectos, al comercio electrónico. Sin entrar en detalle sobre los aspectos puntuales de las discusiones desarrolladas en la OMC durante los últimos 14 meses, desde que se lanzó el programa de trabajo, cabe destacar una serie de tendencias comunes: 1. La dificultad de mantener discusiones substanciales sobre el comercio electrónico en la OMC. La ausencia de conocimiento técnico y familiaridad sobre el funcionamiento práctico del comercio electrónico, así como el temor generalizado a buscar soluciones específicas en temas en los que el devenir del desarrollo tecnológico es imprevisible, no han hecho sino retardar las discusiones. 2. El creciente interés por parte de la industria en el programa de trabajo de la OMC, no sólo en Europa sino también al otro lado del Atlántico. Ello se debe, en gran medida, al reconocimiento de la OMC por la industria como una de las instancias internacional que deja más amplio margen a la autorregulación. No obstante, es justo reconocer que el interés de la industria no ha sido acompañado por un correlativo interés de los gobiernos participantes en el programa de trabajo. 3. El permanente desinterés de Estados Unidos por cualquier discusión que vaya más allá de su única propuesta: la eliminación permanente de los derechos de aduanas. Aunque en los últimos meses Estados Unidos también ha comenzado a apoyar el principio de neutralidad tecnológica, es muy probable que su apatía general sobre el programa de trabajo, en su conjunto, lleve a un fracaso en las discusiones sobre el comercio electrónico en las negociaciones iniciales. En este sentido, Estados Unidos sigue teniendo una preocupación que es fundamentalmente de carácter político interno: ante un electorado empresarial extremadamente preocupado por mantener el principio de «ausencia de regulación pública» sobre el comercio electrónico, las autoridades comerciales estadounidenses se ven constantemente obligadas a mostrar escepticismo sobre cualquier iniciativa internacional (incluido el Programa de Trabajo de la OMC) que pudiera conllevar algún tipo de compromiso público sobre «obligaciones» positivas en el ámbito del comercio electrónico. 4. El único punto de acuerdo en la OMC entre los países desarrollados es la necesidad de consolidar el principio de neutralidad tecnológica en la aplicación de los Acuerdos de la OMC, en particular el GATS. Según este principio, las normas existentes sobre el comercio de servicios se aplicarían de la misma manera al comercio de servicios on-line que al comercio de servicios off-line (comercio tradicional). Como era de esperar, este asunto ha encontrado considerable rechazo por parte de la mayoría de los países en vías de desarrollo de la OMC, que consideran que en el momento en que negociaron sus compromisos específicos sobre servicios en la Ronda de Uruguay no se podía prever que esos servicios se suministraran electrónicamente y que, por ello, sus compromisos sobre servicios no cubren el suministro electrónico de los mismos. Defienden, por tanto, que para que sus compromisos específicos sobre ser vicios cubran el comercio MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 85 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL electrónico sería necesario establecer negociaciones en la Nueva Ronda del Milenio sobre todos y cada uno de los servicios on-line. 5. Uno de los mayores escollos encontrados durante el Programa de Trabajo ha sido el de la clasificación de ciertas transmisiones electrónicas, en particular libros, música y películas on-line. La Unión Europea y la mayoría de los miembros de la OMC defienden que estas transmisiones tienen la naturaliza de «servicios» en el seno de la OMC (si un servicio financiero en Internet sigue siendo un ser vicio financiero cuando se proporciona a través de Internet, un servicio de publicación o audiovisual seguirá teniendo su naturaleza de servicio de publicación o audiovisual aunque se provea a través de Internet). Por el contrario, Estados Unidos, apoyado por Japón, entre otros, mantiene que estas transmisiones electrónicas se corresponden con los respectivos bienes (libros, CD y video-casettes) y que por tanto no son ser vicios. La cuestión tiene una enorme importancia económica: de acuerdo con la postura de la UE, estaríamos operando en el marco del Acuerdo General de Comercio de Ser vicios, donde la mayoría de los miembros de la OMC (incluida la UE) tienen exclusiones a la Cláusula de la Nación Mas Favorecida (NMF) para los ser vicios audiovisuales. Por el contrario, según la tesis de Estados Unidos, estaríamos operando en el marco del Acuerdo General sobre el Comercio de Bienes y, por tanto, el principio de NMF se aplicaría a estas transmisiones; en consecuencia, las excepciones al principio de NMF sobre servicios audiovisuales negociadas por la UE y otros en la Ronda de Uruguay perderían un valor político y económico considerable, pues no se aplicarían a las películas y videos transmitidos por Internet. 6. El interés por parte de los países desarrollados, con la excepción de la Unión Europea, sobre prácticas anti-competitivas y principios de reglamentación en el ámbito de telecomunicaciones del comercio electrónico es muy escaso. A pesar de que muchos de estos países querrían consolidar la aplicación de los principios de telecomunicaciones del GATS a los servicios de acceso y redes de Internet, preferirían con- firmar que tales servicios no son servicios básicos de telecomunicaciones (transmisiones de datos) para no tener que obligar a sus operadores dominantes a cumplir con unos requisitos mínimos de transparencia, relación con costes y competencia leal. 7. Por último, es necesario constatar un relativo fracaso de las discusiones sobre el impacto del comercio electrónico en los países en vías de desarrollo. A pesar de la buena disposición generalizada por parte de los miembros de la OMC a tratar en general este aspecto, no ha habido ni demandas específicas por par te de los países en vías de desar rollo ni compromisos específicos por parte de los países desarrollados. 4. Seattle y la Ronda del Milenio En el apartado anterior nos hemos centrado en el desarrollo del Programa de Trabajo de la OMC desde sus inicios, en septiembre de de 1998. Un año más tarde, en septiembre de 1999, el Programa de Trabajo se vio desplazado por la vorágine del proceso preparatorio de la Reunión Ministerial de Seattle. Dos son los principales asuntos sobre comercio electrónico y ambos son compromisos a corto plazo (lo que los americanos han dado en llamar short-term deliverables). 1. La revisión del compromiso temporal de no imponer tarifas ni tasas aduaneras sobre las transacciones electrónicas. Una supresión total del compromiso parece poco probable. Las posibilidades son más bien o confirmarlo de una manera permanente o extenderlo durante un período determinado, en cuyo caso las opciones serían o bien hasta la siguiente Reunión Ministerial (unos 18 meses más tarde) o bien hasta el final de las negociaciones de la Nueva Ronda del Milenio (en teoría, tres años). 2. La confirmación de que los acuerdos, normas y compromisos de la OMC se aplican no sólo al comercio tradicional, sino también al comercio electrónico y que lo hacen de acuerdo con el principio de neutralidad tecnológica. Ante esta agenda limitada sobre comercio electrónico ¿cuál es el juego de intereses? Si se observa detenidamente, es fácil MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 86 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL darse cuenta de que los únicos interesados en obtener compromisos sobre los asuntos anteriormente citados (derechos de aduana y tarifas, por un lado, y neutralidad tecnológica, por otro) son los países desarrollados: 1. El compromiso de no imponer derechos de aduanas sobre las transmisiones electrónicas es un simple gesto político sin ningún tipo de implicaciones prácticas: a) no restringe de ningún modo la capacidad de los países para imponer impuestos directos o indirectos sobre el comercio electrónico; b) además, es difícil saber qué es lo que se intenta restringir, pues ningún país ha intentado, hasta ahora, imponer derechos de aduana sobre las transmisiones electrónicas; c) por añadidura, si algún miembro de la OMC lo hiciese, tal medida sería contraria a sus acuerdos y compromisos dentro de la OMC, puesto que ningún miembro de la OMC ha indicado tal posibilidad en sus listas de compromisos del GATS; d) por último, en el mundo virtual en el que por el momento es imposible controlar el número de transacciones comerciales y su valor, no hay ningún mecanismo práctico que permita a los gobiernos controlar cuándo cruza una frontera una determinada transmisión electrónica con valor comercial y, por tanto, no existe ninguna posibilidad concreta de imponer posibles «derechos de aduanas». Ante la falta de valor práctico de este compromiso, es difícil entender quiénes son los grupos de presión que están detrás de este atractivo pero vacío concepto y por qué. No obstante, a las puertas de las elecciones presidenciales norteamericanas, donde alguno de los candidatos se han presentado como los supremos defensores de las «autopistas electrónicas» (electronic highways) y dado que la Reunión Ministerial ha tenido lugar en la sede del mayor proveedor de software, es de esperar que Estados Unidos siga insistiendo en obtener un «logro» rápido, efectivo, atractivo e inocuo como es un «espacio de Internet libre de derechos de aduanas» para aumentar su credibilidad ante sus grandes empresas y grupos de interés domésticos. 2. En cuanto a la aplicación de las normas de la OMC, en particular el GATS, y el principio de neutralidad tecnológica, un acuerdo sobre estos principios evitaría una renegociación de compromisos sobre bienes, propiedad intelectual y, sobre todo, servicios suministrados por medios electrónicos en la Nueva Ronda del Milenio. Es, no obstante, necesario subrayar que una posible falta de acuerdo sobre estos principios, no conllevaría en ningún caso el que las normas del la OMC no se apliquen al comercio electrónico de una manera tecnológicamente neutra. El único impacto sería que los Estados miembros de la OMC tendrían que recurrir al Mecanismo de Resolución de Diferencias en el caso concreto de que la aplicación de las normas de la OMC al comercio electrónico de una forma tecnológicamente neutra se negase por parte de otro país. A pesar del escaso valor real de los dos puntos específicos sobre el comercio electrónico, como se ha indicado en los párrafos anteriores, es de esperar que haya acuerdo sobre ambos. Y ello no porque los miembros de la OMC no se hayan dado cuenta de la escasa importancia de estos principios, sino precisamente por todo lo contrario: son puntos políticamente «deseables» por parte de Estados Unidos en particular, pero que no requieren ninguna concesión económicamente importante por parte de ningún miembro de la OMC. A cambio, los países en vías de desarrollo pueden utilizar estas concesiones de nulo valor real para obtener concesiones en otras áreas comerciales de auténtico interés económico para ellos. En cualquier caso, el posible acuerdo sobre los dos puntos anteriormente citados, no ha de desviar nuestra atención sobre la pérdida de opor tunidad que este «éxito vacío» sobre el comercio electrónico supone. La eliminación efectiva de la mesa de negociación de todos aquellos puntos en los que precisamente los países industrializados deberían haber hecho concesiones es, hasta cierto punto, lamentable: bien sea admitir que el principio de la NMF se aplica a las películas y videos en Internet (el asunto de la clasificación que requeriría una concesión por parte de la UE) o bien el imponer una serie de obligaciones mínimas a los grandes proveedores de acceso y redes de Internet (que precisaría MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 87 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL una concesión por parte de Estados Unidos, dado que los 13 primeros proveedores de acceso a Internet son norteamericanos). Independientemente de los compromisos concretos sobre comercio electrónico que puedan acordarse, está previsto que las negociaciones sobre servicios (el llamado GATS 2000) se inicien inmediatamente después de Seattle. En este contexto, el comercio electrónico está destinado a jugar un papel fundamental en el GATS 2000 alrededor de cuatro posible ejes de discusión: • Por un lado, el rápido desarrollo del comercio electrónico alterará las prioridades de negociación en el comercio de servicios de los países miembros de la OMC: por ejemplo, el modo de proveer servicios transfronterizos sin presencia comercial, que en las negociaciones de servicios de Ronda de Uruguay jugó un papel muy limitado, está destinado a jugar un papel importante en el GATS 2000, precisamente porque Internet y el comercio electrónico permiten ahora proveer servicios en terceros países fácilmente sin necesidad de establecerse comercialmente en ellos. • Un segundo papel importante del comercio electrónico se centrará sobre los asuntos incluidos en el Programa de Trabajo de comercio electrónico pero que no figuraban en la lista de temas de discusión en Seattle: prácticas anti-competitivas, costes de telecomunicaciones, transparencia, etcétera. Si en 1997 setenta países miembros de la OMC se comprometieron a adoptar medidas de regulación para evitar el abuso de posición dominante por parte de sus grandes operadores de telecomunicaciones básicas, e igualmente se comprometieron a someter a estos operadores dominantes a obligaciones de transparencia de precios, relación con costes, etcétera, es difícil entender que en las próximas discusiones de servicios en la OMC no se incluyan a los proveedores dominantes de acceso y redes de Internet en estas obligaciones. Especialmente, dado que el acceso y redes de Internet se han venido caracterizando precisamente por un desarrollo creciente de posiciones dominantes. Es más, suelen ser los mismos operadores dominantes de servicios de telecomunicaciones tradicionales los que suministran en muchos casos el acceso y redes de Internet. • En tercer lugar, es probable que en las discusiones de la Ronda del Milenio vuelva a surgir la discusión sobre aspectos más generales del comercio electrónico que nunca llegaron a incluirse en el Programa de Trabajo: en particular, la protección de la intimidad y la protección del consumidor. El creciente interés de la industria y de los consumidores por soluciones claras y concretas a nivel internacional en estos campos es notorio. No obstante, queda por confirmar si esta creciente demanda va a encontrar una respuesta positiva por parte de países como Estados Unidos y Japón, que hasta ahora han negado la posibilidad de que la OMC considere estos asuntos generales que no son directamente «cuestiones de acceso al mercado». • Por último, el asunto que con toda seguridad tendrá un protagonismo especial en las negociaciones del milenio son el tratamiento de los servicios «audiovisuales» (películas y música) trasmitidas a través Internet. Hasta ahora el debate se ha planteado sobre si este tipo de transmisiones son servicios audiovisuales o no. En la nueva ronda es probable que la discusión se centre, por el contrario, en si es aceptable someter este tipo de transmisiones a las mismas restricciones y medidas proteccionistas (en particular, las cuotas de producción doméstica) a las que se han venido sometiendo a los servicios tradicionales audiovisuales. Este es un auténtico test para la Ronda del Milenio: a pesar del poder de convocatoria de los grupos de presión del sector audiovisual, —interesados en someter las transmisiones electrónicas consistentes en ser vicios audiovisuales a medidas proteccionistas—, sería políticamente absurdo imponer controles como cuotas sobre las películas y música transmitidas en Internet. Especialmente, dada la ausencia de medios que detecten el cruce de fronteras de las transmisiones electrónicas para poder imponer tales cuotas. Una negociación comercial que someta a restricciones algo que en la práctica no se puede restringir sería impropia del «Nuevo Milenio». MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 88 LOS NUEVOS TEMAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL 5. Conclusiones En conclusión, a pesar del relativo fracaso del Programa de Trabajo del comercio electrónico de la OMC, hay una clara oportunidad de evitar y prevenir barreras al comercio electrónico en la futura Ronda del Milenio. Obviamente, ello supone la necesidad de superar varios retos por parte de los miembros de la OMC: la dificultad de negociar sobre un campo en constante evolución tecnológica; la necesidad de hacer entender a los grupos de intereses domésticos que una negociación sobre Internet no supone abandonar el principio de «regulación mínima»; flexibilizar las posturas dogmáticas de la Ronda de Uruguay sobre servicios audiovisuales; y, en definitiva, negociar por primera vez para «prevenir» barreras en lugar de para, como suele ser el caso en la OMC, una vez existentes esas barreras, desmantelarlas. Es necesario reconocer que estos retos son importantes pero, al fin y al cabo, el éxito de una negociación comercial se cifra precisamente en la capacidad de las administraciones públicas para superar retos. La Ronda del Milenio supone una auténtica oportunidad para que los gobiernos de los países con mayores posibilidades e intereses económicos sobre el comercio electrónico, como la Unión Europea y Estados Unidos, se decidan de una vez por todas a afrontar conjuntamente esos retos y a abandonar las posturas dogmáticas sobre Internet y el sector audiovisual, a las que durante el Programa de Trabajo sobre el comercio electrónico nos han tenido acostumbrados. MAYO-JUNIO 2000 NUMERO 785 89 Todas las publicaciones de INFORMACION COMERCIAL ESPAÑOLA se pueden adquirir en Ministerio de Economía Paseo de la Castellana, 162, vestíbulo. 28071 MADRID Teléfono: (91) 349 36 47 - Fax: (91) 349 36 34 Y en las Direcciones Territoriales y Provinciales de Comercio 03002 ALICANTE 07007 PALMA DE MALLORCA Rambla Méndez Núñez, 4 Teléfono: (96) 520 11 47 - Fax: (96) 520 31 66 Ciudad de Querétaro, s/n. Teléfono: (971) 77 00 44 - Fax: (971) 77 18 81 04004 ALMERIA 39001 SANTANDER Hermanos Machado, 4, 2.º Teléfono: (950) 24 38 88 - Fax: (950) 25 85 48 Juan de Herrera, 19, 6.º Teléfono: (942) 22 06 01 - Fax: (942) 36 43 55 08028 BARCELONA 20005 SAN SEBASTIAN Diagonal, 631-K Teléfono: (93) 339 50 00 - Fax: (93) 490 15 20 Guetaria, 2, triplicado Teléfono: (943) 42 12 03 - Fax: (943) 42 12 36 48009 BILBAO 38080 SANTA CRUZ DE TENERIFE Plaza Federico Moyúa, 3, 1.º Teléfono: (94) 415 53 05 - Fax: (94) 416 52 97 Pilar, 1 Teléfono: (922) 24 14 80 - Fax: (922) 24 42 61 11701 CEUTA 41013 SEVILLA Agustina de Aragón, 4 Teléfono: (956) 51 29 37 - Fax: (956) 51 86 45 Plaza España. Puerta Navarra Teléfono: (95) 423 35 84 - Fax: (95) 423 21 38 35008 LAS PALMAS 45071 TOLEDO Franchy Roca, 5 Teléfono: (928) 26 14 11 - Fax: (928) 27 89 75 Plaza de Zocodover, 6 Teléfono: (925) 22 60 50 - Ext. 14 26003 LOGROÑO 46002 VALENCIA Villamediana, 16 Teléfono: (941) 25 61 66 - Fax: (941) 25 63 53 Pascual y Genis, 1, 4.º Teléfono: (96) 351 99 60/90 47 - Fax: (96) 351 18 24 28001 MADRID 47014 VALLADOLID Recoletos, 13, 1.º Dcha. Teléfono: (91) 435 62 15 - Fax: (91) 576 49 83 Jesús Rivero Meneses, 2 Teléfono: (983) 33 75 48 - Fax: (983) 34 37 67 29801 MELILLA 36201 VIGO Cervantes, 7 Teléfono: (952) 68 14 06 - Fax: (952) 68 16 39 Plaza de Compostela, 29 Teléfono: (986) 43 34 00 - Fax: (986) 43 20 48 30008 MURCIA 50004 ZARAGOZA Alfonso X El Sabio, 6 Teléfono: (968) 23 93 62 - Fax: (968) 23 46 53 Paseo Independencia, 12, 2.º Teléfono: (976) 22 61 61 - Fax: (976) 21 63 67 33007 OVIEDO Y también en el Centro de Publicaciones del Ministerio de Economía y Hacienda. Plaza del Campillo del Mundo Nuevo, 3. 28005 Madrid Teléfono: (91) 527 14 37 - Fax: (91) 527 39 51. Plaza de España, s/n. Teléfono: (985) 24 20 42 - Fax: (985) 27 24 10