De las Vocaciones Sacerdotales tomemos conciencia

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Dime que te cuento y te diré que aprendes
Padre Marcelo Rivas Sánchez
www.diosbendice.org
Vengan conmigo y les haré pescadores de hombres Mc. 2,14
De las Vocaciones Sacerdotales tomemos conciencia
No podemos tapar con un dedo el sol, mucho menos la verdad sobre
la crisis vocacional en nuestra Iglesia. Han disminuido las vocaciones
sacerdotales y entre nosotros la situación es muy difícil. Seminario cerrado,
parroquias sin sacerdotes y comunidades completamente abandonadas a
expensas de las sectas que los dividen y engañan. Por tanto, hay un desafío
y un profundo reto. Desafío porque hay necesidad de analizar las causas de
esta merma y reto, porque requerimos hacer algo para el bien de nuestra
Iglesia local.
Encontramos una crisis familiar. Delante de un cambio acelerado la
familia no se escapa. Aparecen familias que se hacen desde una sola
persona adulta (divorciados, madres solteras), parejas reconstruidas
después de una ruptura, con hijos provenientes de ambos cónyuges. Es una
familia muy degradada con una concepción equivocada de la independencia
de los cónyuges entre sí, ambigüedad en las relaciones de autoridad entre
padres e hijos, dificultades en la transmisión de valores, aumento de
divorcios, plaga del aborto, mentalidad anticonceptiva.
Aparece una forma de vida donde Dios no existe. Trayendo como
consecuencia un abandono de la vida cristiana por parte de muchos
creyentes. Ya no se va a misa los domingos y si alguien de la casa lo hace
de modo particular y casi en secreto. Si se forma parte de un Grupo de
Apostolado no hay compromiso, simplemente asistencia para pasar el
tiempo y nada más. Se observa en los Grupos reducida participación, nada
de formación y negación a la renovación.
Los sacerdotes no dan ejemplo, pues somos muchos que no vivimos
con alegría esa llamada de Dios al servicio sacerdotal. Prefiriendo vivir el
sacerdocio como una profesión más de tantas e incluso escandalizando.
Esta forma de vida no invita, mucho menos entusiasma a los jóvenes a sentir
el llamado al sacerdocio. A esto se une, la poca preocupación por hacer
campañas en beneficio del aumento de las vocaciones. Se ha descuidado el
trato fino y consecuente del tema vocacional y se le ha dado más valor a
otras pastorales como la juvenil, pero sin ingredientes vocacionales, más
bien diversión, encuentros, paseos, talleres. Ejemplo el último Congreso
Misionero Vocacional donde había en su mayoría adultos mayores y
escasísimos jóvenes. Sin olvidar que un Sacerdote feliz y alegre despierta
vocación y seguimiento.
Entonces, ¿qué hacer? No hay una vara mágica para buscar
soluciones y ya estamos cansados de tantos encuentros, conclusiones y
papeles y más papeles. La línea es tomar conciencia de una crisis
vocacional y en segundo lugar actuar. Vamos a una Comunidad de
Comunidades centrada en una parroquia sectorizada y motivada en el
Kerigma para entusiasmar y llevar a una renovación de la fe y conversión;
una Catequesis que no es sacramental, sino un avanzar dentro de un
proceso de iniciación cristiana; y una Pastoral para desarrollar esa nueva
vida cristiana dentro de una comunidad. De esta manera se creará un terreno
fecundo de vida cristiana. Ya que sin comunidades de fe no puede haber
vocaciones vivas.
Despertar un amor por la Eucaristía y la Oración: los cristianos
tienen que alimentarse para mantenerse y no desfallecer. Jesucristo que se
hace alimento de todos nos da su Cuerpo y Sangre. Recibirlo es hacer
compromiso con la comunión entre todos. Es la recepción de su amor lo que
nos invita a esa oración confiada al Dueño de la mies para que mande
obreros (Mateo 9, 38) En la Santa Misa adquirimos la fuerza de la entrega y la
donación. Dios nos habla y nos llama a su servicio. En ella pedimos y
ofrecemos.
Vamos a una Pastoral de Conjunto. Nada de hacer por aquí por
allá. Nada aislado. Nuestra Pastoral Vocacional se ha quedado en
nombramientos, en buscar dinero para solventar y apurar campañas que no
están articuladas. Necesitamos personas de fe y amor al frente de un
Secretariado de Vocaciones a tiempo completo. El Seminario “San José”
hay que abrirlo como Centro de Encuentro, Formación y Recreación. En
cada Parroquia reorganizar el Equipo de Animación Vocacional. Reactivar a
FUNDASEM, movimiento muy eficiente para acompañar al Seminario en sus
labores de conjunto. Hacerse presente en Escuelas, Liceos y Comunidades
con un plan Coordinado – Alegre y Dinámico de un Dios que llama al servicio
sacerdotal. Utilizar los Medios de Comunicación como plataforma
informativa para descubrir – despertar vocaciones.
Hay entre sacerdotes y Laicos una honda preocupación. Entre pasillos
se habla, pero no se conversa en serio. Llega el momento y es una bendición
de Dios que nos va señalando una maravillosa oportunidad en estos 90 años
de vida de nuestra Iglesia.
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@padrerivas
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