Venezolanos de altura

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montañista iván calderón (krispín)
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Venezolanos de altura
Desafían avalanchas, tormentas y temperaturas polares.
En esa aventura, plena de adrenalina, alcanzan su cumbre: sentirse vivos.
Siete montañistas venezolanos hacen una pausa en su ascenso y hablan del silencio, el miedo,
las ganas y la voluntad / José Ramón Villalobos | Fotografía Roberto Mata
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Marcus Tobía | 43 años
Arquitecto | Integrante de Proyecto Cumbre | 27 años en el montañismo
Patricia Tacconi | 48 años
Licenciada en Física | 15 años en el montañismo
Es la primera mujer venezolana
en escalar una montaña
de más de ocho mil metros:
Cho Oyu (frontera entre Nepal
y China), de 8.201 metros.
Ha participado en las
principales expediciones
venezolanas a Los Andes,
Los Alpes y al Himalaya.
Ha realizado ascensos
en las principales montañas
de Ecuador, Argentina, Perú
y Bolivia. Formó parte de la
primera expedición venezolana
de descenso en rapel
de la pared del Salto Ángel.
Ha hecho escaladas continuas
a las principales montañas
de la Sierra Nevada
y Los Andes venezolanos.
Ascendió a la cima del Everest
(Nepal), la montaña más alta
del mundo (8.848 metros).
Ha alcanzado las siete
cumbres más altas en los
cinco continentes. Entre sus
ascensos se cuentan Shisha
Pangma (Tíbet), de 8.043
metros; Muztagh Ata (China),
de 7.546 metros; Aconcagua
(Argentina), de 6.692 metros
y Monte Vinson (Antártica),
de 4.987 metros. Ha dirigido
seis expediciones venezolanas
a la cordillera del Himalaya.
“Un montañista es un amante ferviente de la naturaleza, un buscador de experiencias…
alguien dispuesto a experimentar, a improvisar. Así soy”.
“Soy montañista por mi pasión por la naturaleza. El silencio que experimento en las alturas me pone
en contacto con mi yo interior. Para mí escalar es una meditación en movimiento”.
“El montañismo me ha enseñado a vivir el presente, a resolver lo inmediato para seguir. Yo suelo
pensar en lo que me va a ocurrir en los siguientes 20 pasos, no en los siguientes 20 años”.
“Al llegar a la cumbre del Cho Oyu me arrodillé, lloré y le di gracias a Dios, a mis afectos
y a la montaña por permitir que la conquistara… me sentí grande por haber realizado un sueño
y pequeña ante a la inmensidad de lo que tenía enfrente”.
“Cuando hago cumbre siento que tuve suerte porque la montaña me permitió que estuviera allí…
con el planeta a mis pies. Esa oportunidad la agradezco”.
“Para mí en el montañismo no hay fracasos. Cuando no logro una cumbre lo veo como
una oportunidad de crecimiento. Fracaso sería si colgara las botas”.
“De niño me llamaban la atención el frío, la nieve… investigar sobre culturas, geografía, religiones.
Los libros de montañas me apasionaban. Siempre pintaba mapas”.
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“Tomo como un logro personal ser la primera mujer venezolana en escalar una montaña de 8.000
metros. El montañismo me ha enseñado a ser humilde y a no hacer las cosas desde el ego, sino
desde el corazón y la pasión”.
“Un montañista es alguien a quien le gusta la aventura, la soledad… es un guerrero, un soñador
y un ser sensible, tolerante y paciente”.
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Ramón Blanco | 75 años
Luthier (fabricante de instrumentos de cuerda) | 45 años en el montañismo
Carlos Castillo | 40 años
Ingeniero Mecánico | Integrante de Proyecto Cumbre | 21 años en el montañismo
Campeón Nacional
de Escalada en 1997 y 1998,
ha realizado ascensos a
diferentes montañas de Asia,
América y Europa, entre ellas
Gasherbrum (China-Pakistán),
de 8.035 metros; Elbrus
(Rusia), de 5.642 y Mont Blanc
(Francia-Italia), de 4.810.
Recorrió 901 kilómetros
en la llamada Travesía
de la Antártica. Intentó
la cumbre del Everest hasta
los 8.650 metros. En escalada
en roca, subió el Aguja Saint
Exupery (Argentina), de 2.558
metros y la Pirámide
de Carstensz (Indonesia),
de 4.050.
Colocó por primera
vez la bandera de Venezuela
en el Everest (Nepal)
y fue –durante varios años–
récord Guinness por ser
el escalador de mayor edad
(60 años) en llegar
a esa cima. Ha alcanzado
las siete cumbres más altas
en los cinco continentes, entre
ellas Aconcagua (Argentina),
de 6.890 metros;
Monte Vinson (Antártica),
de 4.987 metros
y Kilimanjaro (Tanzania),
de 5.895 metros. También
ha escalado montañas
en México, Colombia,
Ecuador, Perú, Venezuela,
Pakistán, Estados Unidos,
Tíbet, Rusia y Australia.
“Cuando me invitaban al Himalaya, decía: ‘¿yo?’. Por mi edad, lo descartaba. Y aprendí
que las limitaciones se las pone uno. Con ganas, voluntad y disciplina todo se logra. Yo he llegado
más alto de lo que pensé que podía llegar”.
“Para mí el montañismo es una excusa perfecta, no sólo para escalar, sino para conocer países…
me conecto mucho con las historias y culturas de la gente que vive a la faldas de las montañas
que asciendo”.
“La fuerza para escalar la llevo dentro de mí. Yo no cumplo rituales especiales en los trayectos,
sencillamente me muestro como soy. Eso me impulsa”.
“¿Miedo? Claro que siento, es mejor que lo sienta, porque hace que me concentre. Fatal sería
si ese temor deviene en pánico. A mí el miedo me da foco y concentración”.
“¿Peligro? Claro, en la montaña el peligro siempre va a tu lado, pero no hay que dejar
que se adelante: hay que llevarlo a un lado o detrás, porque si dejas que te pase te aniquila”.
“El montañismo me ha enseñado humildad, disciplina y constancia. Y a apostar por una vida feliz”.
“Me cuesta explicar lo que me transmite la montaña… es una sensación de libertad y de aislamiento
difícil de describir”.
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“A veces escalo una montaña y no hago cumbre, pero me gusta tanto la expedición que la celebro
como si hubiese llegado a la cima… yo valoro la experiencia, los caminos que recorro, la naturaleza
que me rodea”.
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Iván Calderón (Krispín) | 35 años
Guía de montaña e instructor de escalada | 20 años en el montañismo
Marco Cayuso | 41 años
Ingeniero Electrónico | Integrante de Proyecto Cumbre | 25 años en el montañismo
Es uno de los primeros
venezolanos en realizar
la travesía del Auyantepuy,
una de las formaciones
de la Gran Sabana de mayor
superficie (cerca de 700
kilómetros cuadrados).
Ha ascendido nueve veces
al Roraima, el tepuy más alto
de La Gran Sabana (2.800
metros). Participó como guía
y miembro de la expedición
de escalada libre a la pared
del Salto Ángel, considerada
una de las rutas más difíciles
del mundo. Ha realizado
ascensos en Bolivia, Perú,
Argentina, España, Francia
y Estados Unidos.
Ha participado en numerosas
expediciones a las cordilleras
de Los Andes, Pamir (Asia
Central) e Himalaya. Ascendió
al Shisha Pangma (Tíbet),
de 8.043 metros y al Muztagh
Ata (China), de 7.546 metros.
Intentó por la ladera norte
la cumbre del Everest (llegó
hasta los 7.500 metros).
Ha sido miembro de equipos
de filmación en las montañas
y selvas de Venezuela,
Argentina, Colombia,
Ecuador y Brasil.
“No escalo para enfrentar o conquistar una montaña: voy por una necesidad espiritual…
para sentir que estoy feliz de estar vivo. La montaña me da paz y libertad”.
“La atmósfera de la montaña es sutil y mágica. El silencio es intimidante. Yo siento un vacío extraño,
pero muy energético. Cuando estoy por encima de las nubes, siempre me asombro”.
“No hacer cumbre me enseña más que hacerla, porque aprendo de los errores. Gracias
al montañismo he aprendido a ser humilde, a aceptar y a respetar la vida”.
“Vocacionalmente me siento satisfecho. Desde niño tuve claro que vine al mundo con una misión
de vida: ser montañista”.
“Yo no hago cumbre en las cimas, sino cuando regreso a mi casa y abrazo a mi esposa
y a mis dos hijas”.
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“Ya he dejado de buscar la respuesta de por qué soy montañista. Simplemente me gusta,
me apasiona. Las vivencias y los sentimientos que experimento me alimentan. Cuando no estoy
en la montaña la extraño… y siempre pienso en volver”.
“No renuncio fácil a las cosas: siempre estoy dispuesto a hacer sacrificios, a seguir adelante.
El montañismo ha cambiado mi manera de ver la vida y el mundo”.
“Cuando escalo no tengo la idea fija de que debo llegar a la cumbre, sino que vivo a plenitud
los obstáculos, los silencios, la soledad, las vistas espectaculares… yo saboreo mucho mis momentos
de montaña”.
“No suelo ponerme eufórico en las cumbres. Yo contemplo el entorno y analizo la ruta
para el descenso. Eso sí, cuando regreso al campo base sí grito y me pongo a brincar”.
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visor | superyo
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Alfredo Autiero | 52 años
Administrador de empresas turísticas | 35 años en el montañismo
Es uno de los fundadores
de la Asociación Venezolana
de Instructores y Guías
de Montaña (1974)
y uno de los pioneros
del montañismo en el país.
Ha escalado montañas
en Colombia, Ecuador,
Argentina, España, Venezuela,
Italia y Francia. Ha hecho
nueves veces cumbre
en el Aconcagua (Argentina),
de 6.980 metros. Ascendió al
Pico Pumori (llamado
el hijo pequeño del Everest),
de 7.100 metros y al Ama
Dablam (Nepal), de 6.856.
Llegó hasta 7.600 metros
del Daulaghiri (Nepal),
la sexta montaña más alta
del mundo.
“Yo nací montañista. Esa vocación vino en mis genes”.
“Gracias al montañismo aprendí a valorar la vida, a medir el riesgo, a desarrollar el sentido común
y, especialmente, a entender la capacidad que tiene el ser humano para enfrentar situaciones
difíciles”.
“Cuando estoy en peligro no pierdo los estribos; por el contrario, me sensibilizo, estoy más alerta.
No me desespero: si pierdo el control las consecuencias pueden ser graves”.
“Hay que ser humilde y regresar si no se puede hacer cumbre, así tengas dos meses escalando.
Ésa es una de las decisiones más sabias de un montañista: decir `hasta aquí’”.
“El silencio y la soledad es lo que más me gusta de la escalada… en la montaña no necesito
consumir nada, sólo vivenciar lo que soy”.
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