Los actos previstos para iniciar dicha etapa son dos. El día 28, a

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Los actos previstos para iniciar dicha etapa son
dos. El día 28, a última hora de la tarde, haremos una
peregrinación desde la Basílica de Santa Clara (Asís),
donde las Hermanas Clarisas custodian desde hace
siglos el Crucifijo de San Damián ante el cual oró tantas veces san Francisco, hasta la Iglesita de San
Damián, donde terminaremos con una vigilia de oración. El día 29 a las 11, 00, en la Basílica de Santa
María de los Ángeles (Asís), tendremos la solemne
celebración de la Eucaristía, al final de la cual se hará
entrega de una reproducción del Crucifijo de San
Damián a los hermanos allí presentes, tal como se
sugiere en el proyecto “La gracia de los orígenes”.
En ambas celebraciones participarán, junto con
los miembros del Definitorio general, todos los participantes al II Congreso de Maestros de Novicios
O.F.M. y los hermanos llegados a Asís para tal ocasión. Todos los hermanos y hermanas serán bienvenidos/as a dichas celebraciones, especialmente a la
Eucaristía del 29. Soy consciente, sin embargo, que
pocos podrán estar físicamente presentes en Asís ese
día a causa de las distancias. A todos y a todas, sin
embargo, pido vuestra oración por el éxito del
Centenario. Por otra parte, ruego a todos los
Ministros y Custodios que programen en sus respectivas Entidades una celebración especial para iniciar
esta primera etapa del Centenario, tal como prevé el
proyecto “La gracia de los orígenes”.
Esta primera etapa del Centenario está centrada,
como bien sabéis, en el tema del discernimiento.
Siempre, pero especialmente durante el año 2006,
todos los hermanos estamos invitados a realizar un
análisis profundo (sentido etimológico de discernimiento) de la situación en que nos encontramos,
tanto a nivel personal como institucional, para elegir
lo que es bueno según el querer de Dios, los criterios
del Evangelio y la “forma vitae” que prometimos
observar fielmente el día de nuestra profesión, y plasmarlo luego en un proyecto coherente de vida personal y fraterno, objetivo del año 2007, conscientes que
sólo así podremos celebrar con gozo el don de nuestra vocación, objetivo previsto para el 2008-2009.
Este análisis/discernimiento, para que nos
lleve a una renovación profunda de nuestra vida y
misión, objetivo final del análisis/discernimiento
ha de ser realizado desde la fe y en actitud de escucha obediente a las inspiraciones del Señor. En
este contexto os recuerdo algunos medios que se
han de privilegiar tanto en la vida personal como
fraterna durante este año.
La oración.
Una oración prolongada, sin reloj, y “afectiva”,
como la de Francisco (cf 2 Cel 95). Una oración “vinculante”, a través de la cual podamos comprender
que Dios bendice (decir bien) nuestras opciones (cf
Gn 32, 27).
La escucha atenta de la Palabra de Dios.
Una escucha sapiencial e interpelante, que nos
lleve a acoger la Palabra como alimento para la vida y
para el camino diario. Una escucha que nos lleve a la
obediencia, a la apertura incondicional y a la plena
disponibilidad a las exigencias de la Palabra, y, de
este modo, podamos decir con Francisco: “Esto es lo
que quiero, esto es lo que pido, esto es lo que deseo
cumplir con todo mi corazón” (1 Cel 22).
La escucha de cuanto nos dice y pide la Iglesia, en
cuanto Hermanos Menores y consagrados.
La Iglesia, a la que deseamos amar como la amó
Francisco (cf 2 Regla 12, 4; Testamento de Siena 5),
es el espacio vital en el que, como Hermanos menores, queremos vivir el Evangelio (cf CCGG 1, 1). Es
necesario, por tanto, escucharla desde una actitud de
“obediencia caritativa” (cf Adm 3).
La escucha de cuanto nos dice y pide Francisco.
Hemos profesado “seguir incesantemente a Cristo
en el mundo actual según la forma de vida y la Regla
de san Francisco” (CCGG 126). Esto nos exige una
escucha reverente y cordial de nuestro padre y hermano el Poverello de Asís, para poder ordenar nuestra vida según su “forma vitae” (cf CCGG 6, 2) y
“observar siempre la vida y Regla de los Hermanos
Menores” (CCGG 5, 2).
La escucha del Señor en los signos de los tiempos
(cf Lc 12, 56), a través de los cuales nos sentimos
interpelados por el Señor de la historia y llamados a
dar una respuesta en cuento Hermanos Menores. En
este momento de gracia que vamos a iniciar, el Señor
nos invita a escuchar su voz en los acontecimientos de
la historia y a detectar su presencia siempre actuante.
Como nos recuerda el documentos final del Capítulo
general de 2003, por nuestra parte, los signos de los
tiempos “requieren reconocimiento, lectura, interpretación y juicio a nivel personal y en el seno de la
fraternidad” (Sdp 6).
Para nosotros Hermanos Menores el discernimiento y la escucha han de hacerse ciertamente a
nivel personal pero también en diálogo con los hermanos. Es por ello que pido a cada hermano el que
privilegie en su propia vida momentos prolongados
de retiro y de encuentro consigo mismo (“moratorium”), preguntándose una y otra vez “Señor, ¿qué
quieres que haga?”, como lo hizo Francisco hace
ahora precisamente 800 años. Pido también a los
Ministros, Custodios y Guardianes que programen y
fomenten todo tipo de encuentros de reflexión fraterna, tanto a nivel local como provincial, en los que
todos nos sintamos motivados a preguntarnos: “¿Qué
hemos de hacer hermanos?” (Hch 2, 37) y en los que,
en clima de gran familiaridad (cf 2 Regla 6, 7-8), sea
posible una confrontación serena y fraterna que nos
acerque lo más posible a la objetividad de las situaciones que hemos de analizar y a asumir lo que agrada al
Señor y lo que es bueno para la fraternidad.
El Capítulo de Pentecostés 2003 nos recordaba la
urgencia de “acoger el Espíritu”, de “nacer de nuevo”
(Jn 3, 3) y de “no domesticar las palabras proféticas
del Evangelio para adaptarla se un estilo de vida
cómodo” (cf El Señor os dé la paz 2). El Señor nos
ofrece este tiempo de gracia, esta ocasión propicia
para convertirnos. Sepamos acogerla, tanto a nivel
personal como fraterno.
Y para terminar os pido a todos/as que oréis por el
fruto de esta primera etapa del Centenario con esta u
otra oración:
“Oh alto y glorioso Dios”,
al celebrar “la gracia de los orígenes”, queremos
mirar a Francisco, a Clara, a los hermanos y hermanas que nos precedieron. Por ellos y por todo el bien
que has derramado sobre nuestra Orden y sobre
nuestra Familia en estos 800 años de historia y de
gracia: todo honor y toda gloria a ti que eres el bien,
todo bien, sumo bien (cf AlD 3). Al mismo tiempo
queremos reproducir con audacia la creatividad y la
santidad de Francisco (cf VC 37); queremos recordar y contar la gran historia de nuestra Fraternidad,
pero sobretodo queremos escribir el tramo de historia que nos corresponde (cf VC 110); queremos cantar las obras de nuestros antepasados, pero especialmente queremos inspirarnos en ellas para hacer
la parte que nos corresponde en este momento de
gracia que nos ha tocado vivir (cf Adm 6); queremos
ser memoria del pasado, pero sobre todo profecía
del futuro (NMI 3). Por ello te pedimos:
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“Ilumina las tinieblas de nuestro corazón”:
para que distingamos lo que viene del Espíritu y lo
que le es contrario (cf 1 Ts 5, 21);
para que sintamos la urgencia de la conversión,
tanto a nivel personal como institucional;
para que volvamos a lo esencial de nuestra experiencia de fe y de nuestra espiritualidad;
para que podamos leer e interpretar a la luz del
Evangelio los signos de los tiempos (cf Lc 12, 56).
“Danos fe recta,
esperanza cierta y caridad perfecta”:
para no caer en la tentación de la resignación, de
instalarnos, de repetirnos, de anular los sueños
más profundos y de perder poco apoco la alegría
de nuestra fe;
para no domesticar las palabras proféticas del
Evangelio y adaptarlas a un estilo de vida cómodo;
•
para que no desoigamos tu voz en los acontecimientos de la historia: el grito que nos viene del
mundo de los excluidos, de la muerte de tantos
inocentes y de tantas personas golpeadas por la
injusticia, manipuladas y marginadas.
ORDEN DE FRAILES MENORES
Danos “sentido y conocimiento Señor para cumplir
tu santa y veraz voluntad”, de tal modo que podamos:
• nutrir con la fuerza liberadora del Evangelio a
nuestro mundo fragmentado y hambriento de
sentido, tal como hicieron en su tiempo Francisco
y Clara de Asís;
• ser signos legibles de vida para un mundo
sediento de un “cielo nuevo y una tierra nueva”
(Is 65, 17);
• dar a luz una nueva época en la que todos puedan
acercarse hacia la paz y el bien ;
• elaborar y llevar a cabo nuevos proyectos de evangelización para las situaciones actuales.
Padre bueno:
Haz que a la escuela del Evangelio asimilemos los
sentimientos de tu Hijo y aprendamos a seguirlo fielmente. Señor nuestra riqueza: Confírmanos en la
fidelidad a tu Evangelio. Espíritu Santo consolador:
Haz que nuestra Orden mantenga siempre vivo y operante el anuncio misionero del Evangelio. “Virgen
hecha Iglesia”: Alcánzanos de tu Hijo la gracia de volver a lo esencial de nuestra forma de vida. Padre y
hermano Francisco: Vela constantemente por estos
hijos tuyos. Amén.
Fraternalmente
Queridos hermanos, queridas hermanas:
El Señor os dé la paz.
El 8 de diciembre pasado os escribí presentándoos el proyecto “La gracia de los orígenes”, aprobado por el Definitorio general para conmemorar el
VIII Centenario de la fundación de la Orden. Hoy me
acerco de nuevo a vosotros para anunciaros que el
inicio de la primera etapa de dicho proyecto y, con él,
EL INICIO DE LAS CELEBRACIONES
Roma, 4 de octubre de 2005
Solemnidad de nuestro padre san Francisco
Fr. José Rodríguez Carballo, ofm
Ministro general
Prot. N. 096157
A TODOS LOS
HERMANOS Y HERMANAS
DEL
EL DÍA
VIII CENTENARIO SERÁ
29 DE OCTUBRE DE 2005.
Esta primera etapa durará todo el año 2006.El
Definitorio general ha pensado en esta fecha por
coincidir con la clausura del II Congreso
Internacional de Maestros de Novicios O.F.M., que
se celebra durante este mes de octubre en Santa
María de los Ángeles, la Porciúncula (Asís).
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